Mi mujer pervirtiendo al geriatrico 3

Continuacion de como mi desconocida mujer, me lia para hacer un trio. Relato 3 de 5

Mi mujer pervirtiendo al geriatrico  3

Continuacion de como mi desconocida mujer, me lia para hacer un trio. Relato 3 de 5

Despues del desayuno, Carmen nos apremio a asearnos para ir de compras, de uno en uno o no saldriamos a tiempo. le dijimos, que no hacia falta ir a comprar nada, pues teniamos de todo, y de la cena habia sobrado un monton. Tal vez cuatro cosillas - yo pensando en mi merluza a la vizcaina -  tal vez dar un paseo y tomar un vermouth.

  • Lo que digais, pero yo quiero comprar varias cosas - dijo Carmen.

Mi marido, me miró, y disimuladamente fué a buscar el carro de la compra, dejandolo junto a la puerta de entrada.

  • Por si las FLAIS, me dijo al pasar.

Nos duchamos individualmente, cosa que me pareció aburrida después de lo acontecido, y ya limpitos estabamos en la habitación todos buscando que ponernos. Por fin Carmen había abierto su maleta. Llevaba un traje chaqueta, 3 bragas de algodon, 1 sujetador, unas zapatillas y unos zapatos. ¿Para que tanta maleta? pense yo, si todo le cabía en una bolsa de Ikea y le sobraba la mitad.

Aquella habitación parecía una comuna hippie, ropa por la cama, por las sillas, por el tocador, excepto un rinconcito que le habiamos dejado a mi Juli, que en silencio, ya se había vestido con unos vaqueros y una camisa a cuadros pequeños. Le dije a Carmen, que no se pusiera el traje chaqueta, que quedaba muy serio, que escogiera alguna falda mia, y que con algún cinturón se la estrecharia. Dicho y hecho, salimos las dos como pinceles, serias pero informales, con blusa y falda ambas.

En la puerta, ya estaba Juli asido al carro de la compra que parecía que era un apendice mas. Nos miró y dijo:

  • ¿Listas?

  • Si - dijimos ambas.

  • Pues ahora me vais a dar las bragas que llevais puestas.

  • ¿Que? - dijimos ambas tambien.

  • Que me deis las bragas. Hoy vais a salir mas fresquitas de lo normal. Y no es negociable. Según como vaya la mañana, me reservo el derecho de pedir los sujetadores. Y tampoco es negociable.

Ella y yo nos miramos y asentimos con cara de intriga. Pusimos las manos debajo de la falda, nos las quitamos y se las dimos. Las arrugó como si fueran un pañuelo de papel y se puso una en cada uno de los bolsillos delanteros de los vaqueros. Salimos y llamamos el ascensor. Ya en la calle, en un aparte le dije a Carmen:

  • Creo que hemos creado un monstruo.

  • Pues ojalá todos los monstruos fueran como el. Con estas tonterias, me tiene excitada. A ver si se me van a escurrir los liquidos por las piernas, sin nada que lo impida.

  • Coño, Carmen, te estás volviendo mas viciosilla que los abueletes del geriatrico. Yo también estoy un poco mas lubricada de lo normal. Menos mal que no llevamos las bolas.

  • ¿Tu no las llevas?

  • ¡No!

  • Yo tampoco, era broma. Jajaja.

Decidimos democraticamente, ir al supermercado de unos grandes almacenes, que al estar relativamente cerca, no tuvimos que coger el coche. Carmen se volvió loca otra vez comprando. Entrecots, solomillos, bandejas de jamón 5 jotas, mi merluza (por fin) quesos y embutidos que no nos ibamos a acabar pues antes se estropearían.

  • Carmen, por favor que te estas pasando. Esto no nos lo comeremos ni en un mes. Y Julio se está mosqueando con el dinero.

  • ¿No le has dicho nada de mi cuenta corriente?

  • Pues no, pero si sigues así, tendre que explicarselo. Por cierto, ¿ tu marido era narcotraficante o algo asi, para dejarte tan arreglada?

  • Que va, era abogado. Trabajaba mucho con bancos y cuando veia una oportunidad, invertía en los inmuebles. Compraba los pisos que estaban con problemas a bajo precio, los alquilaba y la renta le pagaba la hipoteca, de eso hace 40 años. Asi que están mas que amortizados. Y cuatro de los edificios, se los dejaron a él su familia. Mas o menos, es lo que me explicó.

  • Vaya chollo. ¿ Y lo de no tener hijos?

  • Oficialmente y de cara a su familia, yo no podía tenerlos, pero creo que era él que no era muy fértil. Nunca nos hicimos las pruebas. Tampoco queriamos saberlo pues ya estabamos bien.

  • ¡Eh bwanas, vamos a tomar algo antes de ir a casa, que parezco un sherpa y no me haceis ni caso! - dijo mi marido, que iba unos pasos detrás nuestro, arrastrando el carro.

Entramos en un bar con fama de hacer muy buenas tapas. Juli estuvo repasando el local y se dirigió casi al final, donde habia en la mesa de al lado, dos chicos y una chica de unos 15 o 16 años todos. Nos hizo sentar de cara a ellos y él se sento en un lateral, abarcandolo todo.Yo lo último que quería era picar algo con todo lo que llevábamos para comer, así que pedí un vermouth con sifón, Carmen un Campari a palo seco y mi marido su consabida cerveza.

  • Ahora, con disimulo abrid las piernas, y que haya un palmo entre las rodillas. - nos dijo Juli.

Carmen y yo nos miramos, poniendonos rojas como tomates. Nos miró fijamente, y poco a poco, fuimos abriendo las piernas. El siguió como si nada, hablando con nosotras, cuando vimos que uno de los chicos nos miraba con los ojos muy abiertos, dando un codazo a su amigo, señalandonos con la barbilla y diciendole algo en voz baja. Los dos cogieron sus telefonos moviles apuntando hacia nosotras, cuando Juli nos dijo que cerraramos las piernas.

Lo hicimos al unisono, viendo la cara de decepción de los chavales.

  • Si alguien os ha de poner en el Facebook, voy a ser yo. En cuanto dejen los telefonos, volved a abrir las piernas bien separadas, que se os vea bien la mercancia.

  • Estás loco - le dije - ¿Que te ocurre?

  • Vosotras habeis abierto mi caja de Pandora, así que solo os queda la esperanza.

  • ¿La esperanza de que? - preguntó Carmen.

  • No lo se, el tiempo nos lo dirá.

Me fijé que la chica también se había dado cuenta y nos miraba con unos ojos como platos y sonrojada. Ellos cansados de no poder hacer la foto de su vida, se levantaron, uno hacia el lavabo (a saber lo que haría) y el otro hacia la calle a fumar un cigarrillo.

  • Levantate y dile a la chica, que si quiere ver mas que te siga al lavabo. Te vas para allí y si ella te sigue, le haces un dedo y me traes sus bragas de prueba. Si no te sigue, al chico que esta por allí, le haces una mamada y me traes su corrida en la boca.

  • ¡ Juli, te has vuelto loco! ¡ Son menores !

  • Menores son mis huevos, - nunca me había hablado de esa manera - haz lo que te digo y punto.

Miré a Carmen, que tenía cara de asombro. Decidí obedecer a mi marido y que saliera el sol por Antequera. Total, entre los abuelos y los menores, la media de edad no era delito. Me acerqué a su mesa y le dije a la chica:

  • Si quieres ver mas, acompañame.

Y girandome, me dirigí hacia los lavabos. Por el rabillo del ojo, vi como la chica se levantaba y me seguía. Entré en el servicio, y cuando ella entró, la cogí de una mano y la metí en el cubiculo, cerrando el pestillo. Me subí la falda hasta la cintura, y le quité el vestido floreado por su cabeza. Le arranque las bragas rompiendolas por sus laterales y la besé con furia. Le metí un dedo en la vagina, y empecé a masturbarla sin compasión. Minutos después, se corría en silencio. La novedad y la falta de confianza, seguramente le habían producido un orgasmo suave. Me senté sobre la tapa del water, y le dije que se arrodillara y me comiera el chichi, acompañandola con mis manos en sus hombros. Dócilmente, me hizo caso y empezó a lamerme el clítoris. Pese a su inexperiencia y quiza por el morbo de la situación, me corrí también suavemente. Me levanté, me baje la falda y cogiendo sus destrozadas bragas, abrí la puerta y cuando salía le dije:

  • ¿ Desde cuando te gustan las mujeres?

  • No me gustan - contestó.

  • Pues no lo parece. Ahora cuando vuelvas a tu mesa, te abres de piernas como nosotras y nos enseñas que no llevas nada.

Se ruborizó mientras se vestía. Ya en la mesa, disimuladamente le pasé a Juli la prenda que me había pedido, diciendole:

  • Toma el primer regalo, del segundo no estoy segura.

La chica volvió a su mesa donde ya estaban sus compañeros y se abrió de piernas. Señalandole con la barbilla le dije a mi marido, que ahi tenia el segundo. Él se giró y sonrió guiñandole un ojo a la chica que estaba como un tomate pero que no las cerró. Sus amigos tal vez pensaron que estaba así al ver como mostrábamos nuestros encantos.

  • Deberíamos irnos - dijo Carmen - creo que empiezo a mojar la falda.

Sonreimos, pagamos las consumiciones y volvimos a casa, seguidas por nuestro sherpa particular. Una vez en casa, nos vestimos comodamente con camisetas largas nosotras, sin bragas ni sujetador, ante el aviso de Juli que no quería ropa interior puesta. El bamboleo de las tetas de Carmen al caminar, era espectacular. Mi marido la miraba excitado, y yo casi que también. Si él seguía mirandola así seguro que le echaba otro polvo, pero esta vez en la mesa del comedor.

Carmen tomo el mando de la cocina, diciendo que iba a hacer los solomillos y si queríamos salsa de mostaza o de roquefort. Nos decidimos por la mostaza. Envió a Juli al super, pues no habiamos comprado cervezas ni colas y casi no quedaban. Yo, seguía sin poder hacer mi merluza a la vizcaina. Y sin comer ni lechuga ni nada verde que es lo que suelo tomar cada dia de primer plato.

Después de comer los solomillos, con su correspondiente botella y media de rioja, nos sentamos los tres en el sofá a ver algo de televisión. Juli, que estaba sentado entre las dos, se puso juguetón y nos empezo a acariciar las tetas con los brazos detras nuestro. Nos puso cardiacas. Ella y yo nos miramos y cogiendo al juguetón cada una de una mano, lo llevamos a la habitación. Nosotras nos sacamos la unica prenda que llevabamos, cuando él nos miró y nos pidió unos minutos. A los tres o cuatro minutos volvió a aparecer con unas pinzas para la ropa, ( pensaba que él no sabía ni donde estaban) que nos colocó en los pezones. ¡Joder como dolía!

  • Esto duele demasiado, me las quito -dijo Carmen.

Juli la cogió de la mano y sentandose en la cama la puso sobre sus rodillas, empezando a darle azotes en el culo blanco y desnudo, diciendo que no quería que lo contradijeran. Ella solo se quejó con el primer azote. Al septimo se corrió como una cerda, poniendo perdida una pierna de mi marido, y mi querida alfombrilla. Azorada de cara y de culo, pues los tenía rojos ambos, se puso de pié pidiendo perdón, que no sabía lo que le habia pasado. Mientras Juli iba al baño a asearse, y mientras yo le pasaba a ella unas toallitas humedas, le dije:

  • No seas tonta, no tienes que pedir perdón. Que suerte tienes de tener esas corridas, -le dije para darle ánimo- y por cierto,¿por que nunca te has corrido así conmigo en la residencia y si aquí en casa?

  • No lo se, solo me había pasado un par de veces y hace muchos años.

  • Estoy alucinada. No puedes disimular que te gusta todo esto.

  • Me encanta, pero estas pinzas siguen doliendo una barbaridad.

  • Si, pero poco a poco parece que va mejorando. Parecemos actrices porno.

Entonces recordé la previsión que teniamos de filmar a Carmen para eludir el chantaje y que se fué al traste al llegar ella tan pronto. La saque de un cajón donde la tenia preparada y la puse en grabación enfocando la cama.Al menos serviría de recuerdo. En eso que llegó Juli y le dijo a Carmen que se pusiera el arnés. Colocó las almohadas en medio de la cama y se tumbó colocando el culo encima de ellas. Mirandome a la cara, dijo:

  • Bete... - no pudo continuar.

  • ¿Por que se ha de ir? - le preguntó Carmen.

  • No, disculpa. No le digo que se vaya, es el nombre cariñoso que tiene que no es mas, que la abreviatura de su apellido. Perdona que no te lo hayamos dicho. Además es con B no con V. Mi dicción no es muy buena,jeje. Vega mozas, que hoy si que haremos un auténtico sandwich. Bete, ponte encima mio, y tu Carmen con ayuda de la vaselina me la sodomizas a tu antojo. Tendras el honor de estrenar ese orificio, pues a mi nunca me ha dejado, y esto se acaba hoy.

Lo miré un poco asustada, pero cualquiera le llevaba la contraria recordando la azotaina. Asi que lo cabalgué esperando lo mismo en mi puerta trasera. Note como me entraba un dedo fino, untado en vaselina paseando a su alrededor como si estuviera engrasando el molde para hacer tartas. Luego otro mas grueso y finalmente el pulgar.Joder habia mas vaselina en mi culo que en el tarro.

Se me escapó un pedo.

Carmen me dió un azote y apuntó el dildo a mi entrada de servicio, haciendolo entrar poco a poco. Dolía pero también daba gustito, entrandolo hasta el final. Se quedó quieta unos segundos para que me acostumbrara y empezó el vaiven. Cada vez dolía menos y me gustaba mas, me tomo de las caderas y empezó a darle fuerte al consolador y a darme azotitos. Que cosas me había perdido por tonta. Miré a la camara y puse cara de viciosa, si es que no la llevaba ya de fábrica estas últimas semanas. Me corrí varias veces hasta que noté que mi Juli tambien se iba, y que ya no daba la talla.

Desmontamos el festival y nos fuimos a lavar por turnos, permitiendo nuestro sherpa, que nos quitaramos las pinzas. Dado el estado tan mojado de las piernas de Carmen, deduje que se había corrido también pero silenciosamente o en mi ajetreo, no la había oido. Apagué la cámara de video.

Después de asearnos y en pelotas por el piso -esto ya era un despiporre, sin pudor ni verguenza- nos dirijimos a la cocina a merendar algo para rehacernos. Al pasar por el comedor, cerré la televisón que se había quedado encendida. En que estariamos pensando.

Abrimos las ostras, pusimos el marisco que quedaba de la noche anterior y junto con una botella de cava, no dejamos ni las migas. Como si no hubieramos comido. Al parecer la merienda nos hizo coger sed, asi que ni corto ni perezoso, Juli abrió un albariño bien fresquito y nos lo sirvió en unas copitas. También cayó.

Carmen y yo, estabamos mareadas como sopas y ¿que hay mejor para el mareo? Pues estirarse un rato en la cama, así que alli que nos fuimos. Como Juli no venía y para no quedarnos dormidas, nos dedicamos a masturbarnos mutuamente. Nos corrimos, y otra vez me puso las sábanas perdidas. No quise cambiarlas, así parecía mas guarro el ambiente.

Como nuestro caballero de la armadura ausente, no aparecía, me levanté para ir a buscarlo, encontrandolo en la cocina con una cervecita y unas galletitas saladas, como si fuera la hora del té.

  • ¿Que haces que no vienes? Y tomando cerveza. Luego dices que no sabes por que te estas engordando.

  • Tengo que reponerme, que no soy el Nacho Vidal.

  • No sabía que la cerveza era el metodo afrodisíaco definitivo.

  • Es para pasar el tiempo.

  • Hay quien hace crucigramas o sudokus.

  • Necesito liquidos.

  • Hace mas de 24 horas que no probamos el agua. Sería un buen momento para retomar ese vicio.

Abrí la nevera, y me serví un vaso, yo no bebía a morro como mi vecino en la cocina. Nos dirigimos hacia  la habitación llevandolo de la mano como si fuera su primer día de colegio. Carmen estaba dormida boca arriba con las tetas tocando la cama, cada una a un lado de su cuerpo, y con los brazos en cruz.

  • Dejala dormir un rato, así me dais mas tiempo de reponerme.

Le hice caso, y sin vestirme para nada, aproveche para poner una lavadora de sabanas. Mientras tanto, Juli se volvió a la cocina no quise saber si volvería a emular a Homer Simpson con sus cervezas. Cuando acabé de poner el jabon y el suavizante, la conecté y me fuí a hacer compañía a Carmen.