Mi mujer no era como yo creia

En una fiesta de disfraces descubro que mi joven esposa no era tan inocente como yo pensaba.

Mi mujer no era como yo creía

Con mi mujer llevábamos dos años de casados. Ella, 1.65 de estatura, delgada pero con unos senos preciosos, no muy grandes pero redonditos y muy bien puestos, una colita espectacular, no muy grande pero bien paradita, con una cintura esbelta y una carita bastante infantil a pesar de sus 21 años ya cumplidos, pelo largo castaño claro, algunas pecas en la cara, hacían que no representara ni 18 años.

Yo, un tipo bastante normal, 23 años, 1.76 de estatura y 80 kg de peso, algo macizo pero no gordo, con cara bastante agradable pero al parecer con una mirada algo ingenua… y no solo la mirada al parecer, como verán en mi relato. En resumen, un tipo del montón, agradecido por la beldad que me había tocado desposar.

Ambos estábamos de vacaciones en una playa cercana a la ciudad donde vivíamos y donde yo estudiaba en la Universidad y trabajaba todo el año, por lo que decidí aprovechar al máximo esas dos escuálidas semanas de vacaciones y hacer en ellas todo lo que no podíamos hacer durante el resto del año. A veces notaba que mi esposa se sentía un poquitin sola, dado que el tiempo que yo disponía para ella era bastante escaso, entre mis estudios y el trabajo, pero que esperaba poder resarcir en un futuro próximo cuando ya recibiera mi titulo profesional.

Sin embargo, nuestra vida sexual era bastante satisfactoria (o por lo menos así lo creía yo), pues como aun no teníamos hijos, usábamos el método "ahí te pillo, ahí te mato", en nuestras relaciones…. Y cada vez que la pillaba…jeje. En donde fuera… y en el minuto que tuviéramos disponible, follábamos como condenados. La verdad, a ambos nos gustaba bastante el sexo. Eso si, hasta ese momento, en forma bastante convencional.

Volvamos al relato. Estando en esa playa, a la cual por supuesto íbamos invitados a la casa de un tío que nos apreciaba mucho, dado que en esa época no contábamos con muchos recursos económicos, igual que muchas parejitas jóvenes, recibimos una invitación, dada las relaciones sociales de nuestro tío, para asistir a un baile de disfraces en el elegante club de yates de esa localidad. En un comienzo, dudé en asistir, dado que era bastante difícil para nosotros contar con un disfraz adecuado para la ocasión, pero viendo la carita de pena de mi mujer, decidimos improvisar algo.

Ella decidió un disfraz bastante adecuado para ella…vestirse de colegiala. La verdad es que con una pequeña minifalda tableada a cuadros, que apenas le tapaba los calzoncitos blancos y destacaba su colita parada, una camisita blanca anudada a la cintura, sin sostén (ya que no lo necesitaba, la ley de gravedad aun no la afectaba), dos preciosas trenzas en el pelo y unos calcetines blancos y zapatillas., no representaba mas de 16 años. Se veía exquisita, como una seductora lolita. La verdad que al verla así me salieron variados instintos pedófilos y estuve apunto de recurrir nuevamente al "ahí te pillo", pero ella me sugirió amablemente que lo dejáramos para después de la fiesta, a la que a ella le daba mucha ilusión asistir.

Yo opte por disfrazarme de vampiro… con unos dientes postizos, una chaqueta y pantalones negros, camisa blanca con lazo y una capa que fabricamos sobre la marcha con una tela negra que no se de donde salió. Peinado con gomina y la cara teñida de blanco con los labios pintados rojos, daba bastante el aspecto de un vampiro algo despistado.

Una vez caracterizados en nuestros personajes, tomamos rumbo a la fiesta en el Club de Yates, que estaba solo a tres cuadras de la casa de mi tío. Por el camino mi esposa me sugirió, con algo de sorpresa de mi parte, que nos divirtiéramos un poco fingiendo que no éramos pareja, ya que en esa fiesta nadie nos conocía y podíamos jugar un rato con los otros participantes y después hacer creer que nos emparejábamos allí. Aunque la idea me pareció algo extraña, me excitó un poco el hecho que ella pudiera flirtear libremente con los otros varones de la fiesta, aunque yo mantendría una discreta vigilancia, ya que mi mujer es bastante coqueta, y vestida como iba, mas de alguno querría llegar a más. Y después yo aprovecharía la natural excitación para follármela mas a gusto.

Llegando a la fiesta, inmediatamente noté que las miradas de muchos varones y más de alguna mujer se recreaban con el aspecto de mi mujercita. Las miradas distaban bastante de ser tiernas por su aspecto infantil. La verdad, más de alguno la follaba con la mirada, especialmente algunos treintones que la miraban con cara de lobos feroces.

Ella se notaba muy contenta, moviéndose y contoneádose como una adolescente algo depravada. Nos separamos apenas llegar y yo fui a buscar algunas copas al bar libre, mientras ella era asediada ya por algunos adolescentes que la rodaban sin disimulo. Me reí para mis adentro al darme cuenta que esos muchachos de 16 o 17 años pensaban que mi mujer era de su edad o menor que ellos y me despreocupé un poco ya que no vi peligro alguno en esos niños. En ese momento me encontré con un compañero de facultad, acompañado de su novia, el cual me saludó alegremente y empezamos a charlar. Me presento a su novia, una preciosa rubia de unos 20 años, con un cuerpo espectacular disfrazada de odalisca. Mi compañero no conocía a mi mujer, pero sabía que yo era casado y me preguntó por ella. Le dije que andaba por ahí y que cuando la viera se la presentaba.

Seguimos conversando animadamente de nuestros asuntos estudiantiles y la verdad yo estaba bastante distraído con el disfraz de la novia de mi amigo, ya que mostraba más que lo que tapaba… y la verdad tenía bastante para mostrar. Uno senos preciosos, bastante grandes apenas tapados por un corpiño de odalisca, una estrecha cinturita totalmente descubierta y una falda larga de tul transparente que dejaba ver una pequeña tanga debajo. Estaba para comérsela también. Conversando y tomándonos unos tragos, paso un buen rato y de pronto recordé a mi adorada mujercita, a la cual debía vigilar supuestamente. Y no estaba muy equivocado.

Empecé a mirar entre los que bailaban y no podía ver a mi esposa. De pronto, en medio de un grupo de jovencitos que bailaban, la vi. Con una copa en la mano, bailaba sugestivamente con dos niñatos de no más de 16 años, los que se pegaban a ella uno por delante y otro muy junto a su colita, frotando su paquete contra ella. Y ella se veía encantada de la vida y además se notaba que estaba algo achispada. Eso me preocupó. Mi mujer con unas copitas se pone demasiado cariñosa. Y los jóvenes ya se habían dado cuenta de esa debilidad y ya sin disimulo sobaban con ansia los cachetes del culo y los senos de mi mujer, por encima de la ropa aun, afortunadamente. Ella se veía bastante caliente y se dejaba hacer sin mayores problemas.

CONTINUARA.