Mi mujer no era como yo creia (3)

Siguen las aventuras de mi mujercita, ahora a bordo del yate.. y con su cornudo esposo como espectador... y con un final algo extraño.

Mi mujer no era como yo creía (3)

Con la indecisión fija en mi mente, seguí observando, mientras automáticamente llevaba mi mano derecha a mis genitales. La escena se veía claramente por la claraboya del yate. Yo podía verlos, pero ellos al parecer no podían verme por la oscuridad exterior.

Mi dulce esposa seguía cabalgando sobre las piernas del jovencito, mientras el otro parecía ya repuesto de la sublime mamada que le había hecho recién la mujer que se suponía compartiría mi vida para siempre. Su verga, de morcillona ya empezaba a erguirse nuevamente y mi mujer la empezó a mirar con cara de golosa. ¡Qué energía la de la juventud!

Algo se dijeron entre los dos jóvenes que yo no pude escuchar bien, pero en seguida mi mujer se levantó, dándose vuelta y poniéndose con las piernas abiertas sobre las extremidades extendidas de su sodomizador, se introdujo el pene de este en su vagina, lentamente. Ahí pude observar que el pene de ese jovencito era de dimensiones mas que generosas, con mucha pena debí reconocer que era mas grueso y largo que el mio, y eso que el de su servidor es bastante adecuado. (ya se que en estas historias todos los protagonistas tienen grandes penes, inmensos mástiles que hacen delirar a las mujeres que los prueban. No es mi caso. El mío mide sus 16 cm en erección y unos 5 cm de diámetro) . Pero el pene del muchachito no media menos de 20 cm y unos 8 de diámetro. ¿Qué comen estos niños hoy día?.

Mi mujer, en todo caso, no hizo ningún gesto que demostrara incomodidad o molestia y se fue introduciendo los 20 cm en su almejita, lentamente y sin pausa. En esta posición, quedó con su colita levantada y sus cachetes del culo bastante abiertos. El segundo participante se acercó por atrás, meneando su verga con la mano y sin siquiera lubricarla, la introdujo en el hermoso culito de mi querida esposa. Ella levantó la cabeza un momento, la sacudió un poco… y se dejo llevar por el par de púberes en un ritmo de mete y saca que parecía ensayado por lo eficiente que resultaba. Una doble penetración en todo su esplendor.

Ni un gesto de dolor. Ni una expresión de molestia. Solo la mirada extraviada, con sus ojos nublados por el placer.

Mi conciencia me decía que debía hacer algo, no seguir observando como un estúpido cornudo… y voyerista, además.

Pero mis piernas no me respondían. Estaba descubriendo facetas de mi esposa que ni en el escaso tiempo que llevábamos casados ni en el periodo previo de noviazgo jamas habría soñado que tenía. Era una perfecta puta follando. Y pensar que yo jamas quise insistir en el sexo oral o anal por miedo a ofenderla.

Ahí estaba, sometida por dos muchachitos que tenían por lo menos 4 años menos que ella, sin pudor… y lo peor… al parecer se había olvidado hasta que yo existía y la andaría buscando.

Estaba observando aun cuando note de pronto que ella miraba fijamente a la claraboya donde estaba yo… noté que me estaba viendo… y me guiñó un ojo y saco la lengua con un gesto de picardía.

Casi me caigo de cubierta. Ella sabía que yo la estaba observando… y continuaba follando como si nada. Ahí si que se me doblaron las rodillas y, aunque parezca extraño, eyaculé en mis pantalones sin siquiera tocarme. Mientras sentía correr el semen por mis calzoncillos, trataba de explicarme que estaba ocurriendo., pero mi mente no me permitía hilar ningún pensamiento lógico.

En ese momento, pude notar que los tres llegaban a un orgasmo simultáneo y ahí si escuché los gritos de mi mujer, unos gritos que jamás había lanzado conmigo. Y allí mismo descubrí que mi mujer necesitaba más de un hombre para satisfacerse.

Ese sería mi destino. Ya jamas sería igual nuestra relación.

Pero… después de todo… si ella podía hacer con esos muchachos lo que hizo… ahora no podría negarse a hacer lo mismo conmigo. Era para pensarlo. Quizás no fuera tan mala idea

FIN