Mi mujer, mi secretaria y un viaje a Alicante
Se cierra la trilogia empezada en Sept de 2015.
Cierro con este relato la trilogía compuesta por “ Mi jefe, su mujer y un viaje a Alicante ” y ” Mi marido, su secretaria y un viaje a Alicante ” que no es más que contar la misma historia desde el punto de vista de los tres protagonistas. Esta tercera parte la tenía olvidada en el disco duro, en su día pensé que contar tres veces lo mismo era un poco demasiado. Ayer la releí y creo que es el momento para que vea la luz. Ojo, una vez releídas las primeras dos partes, creo que vale la pensa hacerles unas visitas.
De aquellas yo era el figura de mi clase. Guapo, alto, simpático, amigo de todo el mundo, buenas notas y además me follaba a todas las que más o menos se ponían a tiro.
Aquella tarde me había follado toda la tarde a Geno, una tetuda de 5º curso quien venia beneficiándome desde el año anterior. Habíamos estado dando duro desde la hora de comer hasta las 9 de la noche. Sinceramente estaba muerto y cuando llegó la hora de ir a la fiesta en la que había quedado estaba que me caía. Dudé bastante pero finalmente acudí.
Me sorprendió mucho que Marta, la pija de la clase se me lanzase al cuello en cuanto entré por la puerta. Evidentemente llevaba bastante tiempo en la fiesta y por lo que se veía la tía estaba desinhibida por el alcohol. Era divertido ver a la más estirada de clase comportarse como una pequeña zorra delante de todo el mundo. Aunque sabía que la cosa no iba a pasar de ahí, me dediqué a meterle mano toda la noche sin ninguna esperanza de follármela. La verdad es que la situación me daba mucho morbo.
La tarde del domingo me la pasé con mis colegas tomando cervezas, fumando porros y comentando la jugada cuando Pascual, el típico cabroncete, empezó a putearme por el rollo con Marta.
- Joder que cabrón, casi te follas a la monja
- No me jodas, a esa me la follo cuando quiera – contesté con mi habitual chulería.
- ¿cuándo quieras?
- Si, cuando me salga de los cojones.
- Te juego 10.000 pesetas a que no te la follas – eran otros tiempos.
- ¿en que plazo?, ¿no pensaras que es llamarla y que se me abra de patas?
- Te doy un mes.
- Vete preparando la pasta – dije con confianza.
No es que la tía estuviese mal, todo lo contrario, sino que en condiciones normales no perdería un mes de mi tiempo en trabajarme a una estrecha para luego un polvo guarro.
Bese en los labios a Marta en cuanto la vi en la facultad, era una manera de dejarle claro que lo del sábado tenía continuación. A ella se le iluminó la cara.
El viernes fuimos a otra fiesta universitaria, durante toda la noche le fui metiendo mano poco a poco delante de todo el mundo. La tía se ponía recta como una vela cada vez que notaba mis dedos en su pezón, pero iba calentándose poco a poco y salió de allí hecha una fiera deseosa de sexo. Jamás nadie la había visto así.
La llevé a casa de mis padres el fin de semana siguiente, mis viejos estaban en la sierra y toda iba a ser para mi. Por primera vez en su vida la mojigata sintió como un dedo le entraba en su coño y como la palma de mi mano frotaba su hinchado clítoris hasta hacerle gemir de placer. La muy inútil se conformaba con estar con la falda levantada, las bragas por los tobillos y el coño al aire, ni se le había ocurrido tocarme la polla por lo que tuve que sacarla y ponerle su mano sobre ella. Fue peor paja que nunca me han hecho. Me corrí sobre su cuerpo embadurnárselo de lefa todo lo que pude para darle una lección. Marta no puso mala cara, alguien le debía haber de previsto que eso iba a ocurrir.
Yo seguía follándome a mis fijas discontinuas. Una cosa es una apuesta y otra muy distinta convertir mi vida en un apostolado falto de sexo.
El siguiente fin de semana volvimos a ir a casa de mis padres. Le comí el coño sin cuartel, me apetecía mucho comer un coño esa tarde y evidentemente a esta pijita no le hizo ningún mal. Se corrió en mi boca entre gritos de placer. La tía se veía y no se reconocía.
Había llegado el día, solo me quedaban unos días para ganar mi apuesta y sencillamente había decidido ganarla. Llevé a Marta a mi casa. La desnude antes de que pudiese ponerse cariñosa. Le senté en el sofá, le tapé los ojos, le abrí las piernas y le embadurné su coño con espuma de afeitar. Le dediqué más de 10 minutos en rasurarle en coño con sumo cuidado. Al principio se resistió entre risas, pero poco a poco fue cediendo y abriendo las piernas a tope. Marta empezó a gemir, evidentemente le estaba poniendo mucho la situación. Esa noche me la follé. Marta lloraba de emoción mientras yo me quitaba el condón. Me prometió amor eterno.
Casi nos caemos de risa cuando les puse a mis amigos el video del polvo, teníamos la puta manía de grabar nuestros polvos y verlos en grupo, aún hoy de vez en cuando veo algún polvo de esa temporada y me descojono cuando veo a zorras de esa época y ahora respetadísimas y estiradísimas señoras de, recibir mi polla por todos sus agujeros. En fin, nos reímos mucho, bebimos mucho y recibí mi pasta religiosamente.
La idea era mandarla a tomar por el culo, pero he de reconocer que Marta se esmeró mucho durante los siguientes meses y se fue convirtiendo en un terremoto en la cama. Evidentemente yo seguía follándome todo lo que podía, pero siempre tenía un rato para descargar en el coño de Marta.
De vuelta del verano de 4º mis padres se arruinaron. A tomar por el culo todos mis planes profesionales y bienvenidos a la incertidumbre del resto de mis compañeros en los referente de que hacer una vez acabado la carrera. En esos días tuve en mi vida la primera conversación madura con mi padre. Papa me aconsejó no dejar escapar a Marta. Evidentemente la tía era un bombón, educada y con una familia con mucha pasta. Lo medité un tiempo y decidí que Marta me ofrecía la seguridad económica que mi familia ya no podía.
Me seguí follando a muchas, pero con Marta empecé a hacer una vida más familiar. La hija de puta me propuso matrimonio el fin de semana posterior a acabar la carrera, y yo, pobre de mi, le dije que si.
La boda fue una pasada. Mi familia política puso toda la carne en el asador y se dejaron mucha pasta. Marta me dio un espectáculo sexual aquella noche, y para ser sincero el resto de las noches.
La familia de Marta me colocó en una empresa en la que la familia tenía intereses. Rápidamente pase de ejecutivo a subdirector general, y de ahí a director general.
La vida con Marta era maravillosa, una mujer educada, cariñosa, enamorada de mi y sobre todo una autentica zorra en la cama.
Con la excepción de las chicas de mi empresa, yo seguía follándome todo lo que se ponía a tiro. Desde luego a Marta nunca la deje sin su ración, a la chica me la follaba mucho más de lo que podía querer, que era mucho. Y por temas de sexo nunca se quejó de falta de polla. Me encantaba verla en las reuniones familiares soltando opiniones ultra conservadoras, por mi cabeza pasaban escenas de sexo pasadas y las que estaban por llegar, ella siempre estaba dispuesta a dar un paso más.
Con mis fijas discontinuas cada vez el sexo era más duro, era sorprendente ver cuanta zorra gustaba ser atada y sometida en nuestros encuentros sexuales. A mi me ponía bastante por lo que no era raro que Marta sufriese en sus carnes las novedades.
Fantaseábamos con la idea de meter una tercera persona a nuestra cama, mientras yo en otros foros ya lo había hecho, aún así, me ponía mucho oír a la virginal Marta, abierta de piernas e inundada de mi polla, gemir pidiendo una segunda polla en algún lugar.
El presidente de la empresa me llamó un día su despacho.
- Raúl, a ver macho, tenemos que hablar.
- Tu me dirás José Luis – dije yo.
- No sonrías mamón esto es serio - a mi me cambió la cara – aunque en su día te metieron en esta empresa con calzador, he de reconocer que has hecho muy bien tu trabajo.
- Gracias José Luis.
- Ni gracias ni hostias gilipollas. Te explico idiota. Esta es una empresa conservadora. Tu familia política es conservadora. La razón por la que esta empresa funciona es por el apoyo de tu suegro, y tu eres tan gilipollas de quedar con tías en la puerta de la oficina, llevarte de viaje de negocios a amiguitas y dar el cante.
- Pero…
- Ni pero ni hostias, te voy a explicar. A tu edad yo era como tu, pero me dí cuenta que follarme a las zorras que me follaba no solo iba a afectar a mi familia sino que iba a afectar a mi carrera profesional. Exactamente te pasa eso a ti. Te lo voy a explicar clarito. Si me vuelvo a enterar que te vuelves a follar a otra. Y piensa que lo sabré inmediatamente. No solo lo voy a saber yo, sino que tu mujer y tu suegro por lo que ella te pondrá la maleta en la calle y yo en la cola del paro. ¿De acuerdo?
Y joder, como para no estarlo. Le di mil vueltas al asunto. Marta representaba estabilidad, dinero y posición. Las zorras solo sexo.
Empecé a frecuentar locales e intercambio con Marta. La verdad es que solo follábamos entre nosotros, pero los dos salíamos como motos. Evidentemente los dos queríamos más y en honor a la verdad, Marta se derretía pidiendo un paso más cada vez que follábamos.
Un día en casa para celebrar mi cumpleaños puse en pelotas a Marta en el medio de nuestro salón. Abrí sus piernas y empecé a tocar su chocho. Se quedó de piedra cuando desde la habitación de invitados salió un joven desnudo perfectamente musculado con una polla que era sinceramente un escandalo. Marta estaba con la boca abierta.
- Este es tu regalo de cumpleaños mi amor - le dije.
- ¡No pretenderás compartirme! – dijo subiendo la voz. Sencillamente le metí mi polla inhiesta en su boca. No pudo hacer otra cosa que empezar a chupármela. El chico se la clavó sin preguntar en todo su coño. Aquella fue una noche memorable. El chico y yo nos la follamos hasta el amanecer por todos sus agujeros. Por primera vez recibió una muy increíble doble penetración. Desde ese día se volvió una adicta. Desde ese día si no había otra polla a mano exigía un vibrador en el culo cuando penetraba su chumino. Había encontrado el camino. Mi mujer era una zorra en la cama y desde ese momento cada que vez que quisiese follarme a una tía, sencillamente le haría con mi mujer ayudándome o simplemente mirando.
La verdad es que estaba encantado con mi nueva vida. Follaba como nunca, mi carrera profesional iba viento en popa, no nos faltaba dinero y para ser sincero vivía mucho más tranquilo.
Mi mujer disfrutaba del sexo como una loca, y ante mi sorpresa empezó a molarle verse en la tele follando después de que grabásemos nuestros encuentros. Yo siempre lo había hecho con mis amantes, pero nunca pensé hacerlo con mi mujer. Marta disfrutaba viéndose ella, ponía el ordenador, o encendía la tele y se masturbaba en el salón a gritos mientras yo la miraba con deseo. En ningún momento la muy zorra se cortaba, pero también es cierto que cada vez que esto se producía, yo me la follaba con dureza esa misma noche.
Gemma entró a trabajar para mi después de un largo proceso de selección. Lo cierto es que mi amigo Nicolás de recursos humanos seleccionó la más tetuda entre las candidatas. Gemma era una chica de provincias, simpática, trabajadora y una cara de puta que echaba para atrás, a pesar de su juventud.
Con Gemma la verdad es que todo iba fenomenal, la tía trabajaba duro, era responsable y muy agradable. Me imagino que un tiempo antes me la hubiese follado si la hubiese conocido fuera de aquellas paredes, pero las cosas habían cambiado sencillamente me tenía que acoger a aquello de donde tengas la olla…
Habíamos quedado para una orgía. La verdad es que la cosa era sencilla. Vamos al club de intercambio, yo aporto a mi mujer dejando que se la follen sin cuartel y a cambio recibo a las mujeres de todos los que se follan a mi parienta.
Era el cumpleaños de Marta, la idea era cenar en un restaurante de moda y después acudir al club. No podía creerme ver allí sentada a Gemma con un chico, la verdad es que la tía estaba de infarto. Nos presentamos, cenamos en nuestra mesa y acabamos la velada tomándonos una copa con Gemma y su amigo, muy simpático por cierto. Los despedimos en la puerta después de un par de copas y nos dirigimos hacia el club.
Por el camino fuimos bromeando sobre el polvo que esos dos tortolitos iban a echar en poco tiempo.
Es realmente excitante estar dando por el culo a una morena mientras en el otro lado de la sala tu mujer es fornicada por tres hombres a la vez llenando todos sus agujeros. Sinceramente adoro follarme a mujeres que no me pertenecen pero si eso además lo combinas con la visión de ver a tu mujer bañada en sudor gritando de placer la cosa no tiene comparación. En este tipo de fiestas ambos lo damos todo. Seguramente si fuera por mi nos retiraríamos antes, pero Marta es una maquina de follar en grupo, nunca tiene suficiente. Cuando uno de sus amante se corre y se retira de uno de sus accesos, ella en seguida hace gestos para que otro ocupe su puesto y la marcha no acabe. Su coño, culo y boca tienen un aguante como nunca antes vi y desde luego nunca esperé. Yo por mi parte debo de tomar una pastilla azul para poder aguantar el ritmo de la chica. Esa noche ya en casa Marta me follo como una bestia. La hija de puta en esas ocasiones siempre empieza los polvos despacio y con besitos, pero no tarda ni 5 minutos en explotar y querer caña.
Estaba sodomizándola cuando en medio de un orgasmo Marta empezó a bramar:
- ¿Te hubiera gustado follarte hoy a Gemma eh cabrón? – me dijo.
- Creo que a ella le hubiese gustada más follarme a mi. – le dije yo.
- Desde luego tal y como te miraba no me extrañaría.
- Se quedaría de piedra si nos hubiese visto hoy. La tía es muy joven
- Esa zorrita sabe latín.
- Lo sé.
- Seguro que ahora esta siendo montada pensando en ti.
Llovía a mares y tenía el coche en el taller, pedí a Gemma que me acercase a casa. Estoy seguro que la chica cambió sus planes por poder llevarme, a la tía se le notaba en la mirada que si hubiese sacado a polla ahí mismo se hubiera lanzado como una fiera sobre ella.
Fue llegar a casa y darme cuenta que necesitaba un archivo del ordenador, ni lo pensé. Simplemente llamé a Gemma y le pedí que entrase en mi portátil y me hiciese llegar un archivo allí alojado.
- Joder no sé si he hecho bien - le dije preocupado a mi mujer.
- ¿Qué te pasa mi amor? – me contestó
- Pues me ha traído Gemma a casa por qué llovía. Me dejé el portátil en su coche y le he pedido que me mandase un archivo que necesitaba.
- ¿y?
- Pues que le he dado mi password.
- ¿Y?
- El ordenador esta repleto de videos nuestros follando.
- Joder, no se va a poner a cotillear.
- Es mujer… - y me quedé callado.
Entre por la puerta de la oficina. Gemma ya estaba en su mesa y mi ordenador en la mía. Ni me tomé café, simplemente abrí mi ordenador y me dirigí al historial – me cago en la leche, pensé – la muy hija de puta había visto uno de nuestros videos y se había copiado absolutamente todos nuestros videos grabados durante los últimos años. Dude sobre despedirla en el momento o esperar a ver que decía Marta. Estaba seguro que me iba a montar un dios por poner en peligro que su imagen aparezca en videos porno amateurs por todo internet.
- ¿Qué te pasa cielo? - me dijo Marta en cuanto entré por la puerta.
- Gemma no solo ha visto uno de nuestros videos sino que se ha copiado el resto - le contesté sin pensarlo demasiado y tras haber estado todo el día pensando la manera..
- ¿Y como lo sabes?
- Tengo un programa que me dice el historia de mi ordenador y lo decía claramente. La tía ha cotilleado todo el disco duro y cuando llego a lo sabroso la hija de puta se lo copio.
- Es una cría, no le des importancia. Los verá y acabara cansada. La tía te aprecia no creo que se juegue su trabajo por tener la boca demasiado grande.
Esa noche me la follé con dureza, con mucha dureza. La muy hija de puta reventó de placer. Pocas veces la había visto tan fuera de si, cada una de mis penetraciones provocaban en ella un torrente de placer. La zorra se dedicó a provocarme indicándome que seguro que Gemma se estaría masturbando mientras veía nuestros videos. Cada comentario de Marta era un descarga de adrenalina lo cual su coño y culo agradecieron. Creí que la mataba de placer.
Nos volvimos a encontrar a Gemma en un restaurante. Esta vez el tío era un autentico gilipollas, el típico que se les veía a leguas que solo se veían para follar. De nuevo nos tomamos unas copas y de nuevo nos despedimos en la puerta de restaurante.
Alguien estaba sodomizando a mi mujer mientras yo le atizaba con mi polla en su coño cuando Marta envuelta en sudor, lefa y placer empezó a suspirar cual eran sus intenciones para con Gemma:
- déjale de nuevo el portátil, que se baje los nuevos videos.
Me quedé sorprendido por su petición, pero viniendo de mi mujer no pude ni discutirlo.
El primer día que llovió tuve mi gran oportunidad. De nuevo pedí a Gemma que me llevase a casa, de nuevo volví a dejarme el ordenador. Y de nuevo me follé a Marta fantaseando sobre que estaría pasando con nuestros videos. Follamos como locos, le di por todos lados y nos corrimos juntos más de una vez, tal y como a ambos nos gustaba.
- me molaría follármela – gemía mientras se corría victima de mi dura polla
Ya recuperados, retomé la conversación.
- Ósea que te gustaría follarte a Gemma – le pregunté a mi mujer aún jadeando.
- Si, me gustaría dominarla en la cama, me gustaría ver como se comporta. ¿crees que seríamos capaces? – me contestó.
- Solo hay que mover una ficha. Es muy fácil. Dime cuando.
Mi relación con Gemma era sinceramente buena, Me gustaba mucho como trabajaba, era una tía leal que no se metía a cotillear ni malmeter de su jefe y además la tenía rendida a mis pies.
- Gemma, el jueves necesito que me acompañes a Alicante - le dije a mi secretaria.
- ¿Por lo del simposium? – ella contesto.
- Si, quiero supervisar, el hotel, el restaurante, la comida y la sala de congresos.
- ¿salimos por la mañana temprano?
- No salimos por la tarde. Cenamos en el hotel mismo, y por la mañana vamos a ver el resto. Por la mañana no puedo pues tengo que ver al presidente.
- Como digas – y concluimos la conversación.
El día del viaje trabajamos durante la mañana. Cogimos el AVE en Atocha y después de un agradable viaje pasamos por el hotel donde nos cambiamos y nos dispusimos para probar la cena que se iba a dar durante la conferencia.
Había pedido una habitación Premium pues quería calzarme a Gemma con toda la pompa posible.
Cenamos en el restaurante del hotel, pedimos el mismo menú que tomarían todos los participantes en el seminario. Durante la cena Gemma y yo hablamos un poco de negocios y algo de arte siguiendo la conversación del tren. Aunque habíamos bebido bastante pedimos una ronda de copas y empezamos a hablar ya más informalmente y como suele pasar en estas ocasiones acabamos hablando de sexo. Ella me contaba cosas que yo no debía saber y yo a ella cosas que definitivamente no debería saber:
- Juguemos a los chinos – le dije sabiendo lo que iba a venir después.
- Nunca he jugado dije yo - me contestó..
- Yo te explico.
- Adelante
- Es muy fácil, tu tienes tres monedas, yo otras tres. Eliges las monedas que quieras y yo las que yo quiera. Sin enseñarme las que llevas extiendes las tuyas con el puño cerrado. Por turnos debes de adivinar las que suman los dos puños.
- Parece fácil
- Es muy fácil
- Probemos.
- Cinco – dije
- Cuatro – abrimos y era tres, dos yo y una él - ¿ves?, es muy fácil
- Si, tirado. ¿qué nos jugamos? - me dijo toda picará.
- ¿qué nos jugamos? - pregunté haciéndome el sorprendido.
- Si, algo tenemos que jugarnos.
- Bien, jugamos a tres aciertos, al primero que llegue se acaba. Cada vez que uno gane puede preguntar al otro lo que quiera. Hay que ser sinceros.
- Me parece bien. ¿Pero se puede preguntar cualquier cosa?
- Desde luego – dije yo envalentonada.
- Cero – dijo
- Cuatro – dije, abrimos y eran dos.
- Tres – dijo
- Cinco – eran tres. Dos míos y uno suyo. Bueno… primera pregunta.
- Dime
- En la cama te gusta ser modosita o el sexo creativo.
- Ummmm – se quedó un poco cortada, ella había abierto la caja de pandora – la verdad es que me gusta el sexo imaginativo, duro diría yo – dijo la chica.
- Tenias pinta, me lo imaginaba - me dijo mientras yo le daba con la servilleta con la cara un poco roja. - Cero – dije.
- Tres – abrimos y eran dos,
- Tres – abrimos y eran tres. La tía se dio cuenta que yo tenía cero por para que ella se confiase en que yo no tenía ninguna y así cambiar el turno y tener ventaja. La tía iba a reaccionar - ¿Cuándo ha sido la última vez que te has masturbado? - pregunté.
- Bueno, masturbarme, hace dos días.
- ¿Y te gusto?
- Esas son dos preguntas.
- Cero – dije
- Tres – dijo y acertó. La miré divertido.- A ver, ¿cómo te gusta follar?
- La verdad es que me gusta follar duro - dije
- No tienes pinta.
- Ja ja, no me cuentes batallas, estoy seguro que hasta lo sabías.
- Cuatro –dijo
- Cinco – dije. Ella había vuelto a acertar.
- ¿Eres fiel?
- Depende de lo que llames fiel – le dije mientras ella se recolocaba en la silla como poniendo su coño en posición. Pedimos una nueva ronda – bueno dos a dos. El último que gane finaliza la partida.
- Esta bien. Seis – dijo.
- Ja ja ja, se nota que es tu primera vez. Tres, las tuyas por que yo no tengo ninguna – abrimos las manos y efectivamente – Bueno, preparada para la última pregunta.
- Que remedió.
- Pues ahí vamos. ¿Qué es lo que más te gusta hacer en la cama?
- Joooo – dijo a modo de protesta – ummmm. Me gusta el sexo anal – dijo todo lo rápido y bajo que pudo.
- ¿Cómo?
- Me gusta el sexo anal – volvió a decir rápido y bajo
- ¿Cómo?
- Me gusta que me den por el culo, joder, a cuatro patas, sin piedad, que me rompan el culo, que me la saquen por la boca. Que me reviente y se corran en mis intestinos – soltó sin siquiera pensar.
- Vale, vale, vale. ¿Y eso es desde hace mucho?
- Desde la primera vez que lo probé. Me encanta y casi siempre lo exijo. No sé por que te cuento esto. Malditas copas.
Dimos por levantada la sesión y nos dirigimos al ascensor. Gemma iba con la risa tonta y seguramente con la certeza que se iba a masturbar en mi honor toda la noche, se quedó con una increíble sonrisa en la boca cuando le susurré al oído “vente a tomar la última a mi habitación”
No habíamos pasado de la puerta cuando suavemente le solté los tirantes de su vestido. Este cayó lentamente al suelo dejando las tetas de la chica aprisionadas por un sujetador de encaje y su coño cubierto por una micro bragas a juego. Con una mano le cogí un pezón metiéndosela dentro de su lencería y apartando la braga con la otra mano empecé a tocarle el coño mientras le besaba en el cuello. Gemma era una marioneta en mis manos. Le arranqué sus bragas, le solté el sostén y la puse a cuatro patas sobre mi cama. Estaba realmente atractiva, tenía un culo precioso y dos maravillosas tetas que se balanceaban ante mis envistes. Sencillamente se la clavé hasta los huevos y ella respondió con un largo suspiro.
La chica empezó a berrear según iba dándole de lo lindo. Le estaba encantando y a mi hacerlo, aunque estaba pendiente de la puerta pues en unos segundos la puesta en escena iba a cambiar más que un libro de Vázquez Figueroa.
Gemma ladraba de placer cuando se quedó paralizada al ver entrar a Marta con una gabardina. Mi mujer nos miró toda seria, no dijo nada. Se puso a dos metros nuestra y dejó caer su abrigo. Se dio la vuelta, encendió la cámara de video y levantando la pierna ordeno a una incrédula Gemma que le lamiese el coño. Yo no había parado de darle duro en su coño, pero estaba a la espera de lo que pudiese pasar con la reacción de Gemma.
Ante mi sorpresa Gemma lamió y aunque según me iba comentando mi mujer no tenía mucha experiencia se la veía que estaba disfrutando como si el mundo se fuese a acabar.
Marta llevaba la batuta aunque se derretía con la lengua de mi secretaria. Fue correrse y hacerme gestos para que tumbase a la mocosa abierta de piernas en la cama, cosa que desde luego hice.
Marta acomodó su cara en las piernas abiertas de mi ayudante. Evidentemente Marta lleva muchos años con pepitillas en la boca y desde luego después de 10 minutos chupando Gemma era más que consciente de ello.
Yo viendo el culo dilatado de mi mujer no pude más que de un estacazo.
- joder por el culo. Que gusto – la había enculado.
- No querrás que solo sodomice a esta mocosa.
- Dame, pero dame duro. Le voy a dar una comida que no va a olvidar.
MI chica gozaba como una perra y Gemma se moría de gusto con la lengua de mi mujer.
- ¿Te gusta Gemma? - me interesé.
- Me esta matando.
- ¿Le digo que pare a Marta?
- De gusto, me esta matando de gusto.
Me corrí en el culo de Marta que reaccionó sacándose mi polla del culo y metiéndosela a Gemma en la boca donde acabé de correrme.
Marta y Gemma me la chuparon al unísono hasta que el rabo se me volvió a poner como un tótem. Creo que era la primera vez que Gemmita chupaba una polla a la limón. Marta dejó a Gemma chupar cuando se subió a besarme suavemente mientras mi secretaria realizaba su nuevo trabajo.
Tumbé a Gemma en la cama, cosa que Marta aprovechó para cubrirse sobre su cara plantándole el chocho en la boca. Yo subí las piernas de mi asistente y de un golpe de cadera le penetré el culo con saña. La chica dio un bote, no por daño como cualquiera supondría sino por gusto. El culo de Gemma era un pozo dilatado, se notaba a las leguas con solo verlo que su culo era un paso disponible para cualquier que quisiera meter el churro en su coño.
Marta se corrió con un alarido de placer, se bajó de la cara de nuestra amante y se dirigió a un sillón auxiliar en el lateral de la cama. Lo que al principio era un lugar de descanso, acabó siendo un lugar de placer pues Marta empezó a torturarse el coño con su dedo y palma.
Gemma y yo nos corrimos a la vez entre gritos. Le había destrozado el culo durante más de media hora y desde luego había sido toda una experiencia. Marta se corrió arqueando su espalda sobre el sillón sin poder separar su mano de su coño.
Todos acabamos destrozados tumbados más de 20 minutos sin decirnos una palabra, al fin logré articular palabra.
- Gemma, cielo. Ve a tu habitación que mañana tenemos mucho trabajo y Marta y yo tenemos que dormir algo– ella se bajó de la cama, recogió su vestido y se lo puso. Con los zapatos y bolso en una mano nos saludó a Marta quien a duras penas pudo despedirse con un gesto con la mano. Con las prisas Gemma se dejó las bragas y sujetador tirados en el suelo. Se las devolví días después en el curro.
Dormimos pocas horas, tenía que acompañar a Marta a la estación de tren. A la vuelta me encontré a Gemma desayunando aunque no hablamos del tema hasta llegar a Madrid.