Mi mujer me permite volver a casa (y IV parte)

Mi mujer se sincera conmigo y me cuenta el final de sus experiencias sin mi.

Solté las esposas de Maribel, la verdad es que no sabía como reaccionar, por un lado estaba acaramelada y excitada después de lo contado y lo follado, y por otro avergonzada por lo puta que podía llegar a ser.

Dormimos culo con culo.  Desayunamos en silencio.  Cada uno se fue por su lado a trabajar sin decir nada.  No lo hice a propósito, pero ese día llegue tarde por motivos laborales.

Llegué a casa con un par de copas de más después de cenar con un cliente manchego de buen beber.  Entré en silencio y en la habitación.  Maribel dormía profundamente.  En la mesita de noche descansaba un gran consolador negro que la muy puta ni se había molestado en ocultar después de haberlo usado.  Subí rápidamente la calefacción de la habitación y esperé un rato.  Con suavidad cogí cada una de sus manos y las espose al cabecero de la cama, Maribel seguía dormida.  Aparté las sabanas, ella dormía desnuda, despacito separé sus piernas, metí mi cabeza entre sus piernas y empecé a lamer suavemente su zona rosada.  Maribel instintivamente fue abriendo sus piernas y empezó a gemir entre sueños.

-       Roberto, por favor, méteme un dedo en el culo – gimió aun sin despertarse.

Yo me encendí al oírlo.  La muy puta me confundía con uno de sus amantes.   Metí mi lengua con violencia en su coño y empecé a lamer con fuerza.

-       Me encanta Roberto, no pares por favor.

Fue el momento de coger sus tetas desde el pilón y de ella intentar mover los brazos cuando se percató que no era Roberto quien le comía el coño, sino su marido.

Maribel no dijo nada, después de tirar un par de veces de sus muñecas y gemir por la hora, abrió aún más sus piernas y levantando un poco las caderas me dio paso a todo su manjar.

Mi mujer se corrió pidiendo compasión.  Mi polla pedía a gritos penetrarla y una vez cumplida mi misión “lenguera”,  me sequé mi cara contra su estomagó y dirigí mi polla hacía su entrada delantera.

No fue hasta que la tenía casi dentro de su coño cuando cambie de opinión y subiendo las piernas de mi sudada esposa le metí de un banderillazo mi polla en su dilatado culo.

Maribel se retorcía de gusto y a mi me ponía darle de aquella manera.

-       ¿gozaste con el consolador antes de dormir zorra?

-       No me gusta que me llames así.

-       ¿gozaste o no?

-       Como una perra

-       ¿estabas cachonda?

-       Llevaba todo el día a cien.  Necesitaba una buena polla que apagase mi fuego, llevo salida todo el día.

-       ¿Y te llegó?

-       Ahora veo que no.  Dame fuerte por el amor de dios.

-       Como te hubiera dado Roberto.

-       Con Roberto ahora mismo estaría gritando de placer.

-       Mira que eres puta.

-       Mira que eres cornudo.

-       Ósea que a Roberto te lo has estado follando incluso de nuevo casada conmigo.

-       Mi amor, hay tantas cosas que no sabes.

Sus palabras me encendieron y aceleré el ritmo hasta que creí que mi corazón iba a reventar.

-       cógeme las tetas, tira de mis pezones, me voy a correr.

Dicho y hecho.  Sin dejar el ritmo de zafarrancho de combate, agarré una teta clavando mis dedos y con la otra tiré de un pezón como si de un chicle se tratará.

Maribel se corrió como una bestia y yo le acompañé al nirvana de los recién corridos dos minutos después.

-       joder, que tarde es – me dijo mi esposa – te agradezco el polvo pero entre semana ya sabes que no me gusta porque sino luego se nos hace imposible por la mañana

-       ¿prefieres follar los sábados?, ¿no?

-       Los sábados son el día perfecto.

-       Pena que en tus videos se grabasen durante toda la semana- Maribel me miró con rabia, sin embargo sus pezones se pusieron duros como piedras.

-       Suéltame por favor, necesito dormir.

-       Los cojones, hoy te toca contar el rollo de Roberto, ya conocemos las historias de José Carlos, Raúl y Paul sin embargo no te corres gimiendo su nombre.  Hoy toca la de Roberto.

-       Eres un hijos de puta.

Maribel se relajó mientras yo fui al baño a mear.  Me encendí un cigarro, algo prohibido en nuestra habitación y le hice una seña para que empezase,

Habían pasado seis meses desde que había roto contigo, mi vida sexual era completamente alocada, para mi sorpresa cada vez que quedaba con Reme ella me contaba una nueva.  No era yo la única que había mejorado su vida sexual, Reme se estaba follando todo lo que se movía.

En una de nuestras cenas Reme me contó que se lo había hecho con el hermano de su jefe, por lo visto lo había conocido en una fiesta en casa de su jefe y después de la fiesta logró que se lo llevase a casa y la montase a pesar que le había confesado antes que su mujer estaba de viaje.

Por lo visto le había encantado, pues el chico no solo había sido una maquina en la cama follándose en todas las maneras y posturas, sino que además gastaba un pollón de infarto – desde que sentí la de su hermano, mira mi jefe de otra manera – me dijo.

Como era lógico y sabiendo que había documento grafico del asunto, pedí que me enseñase el video.

Realmente el tío estaba buenísimo y realmente jodió a Reme como si el mundo se fuese a acabar.  Como ocurría en esos visionados las dos acabamos con nuestras manos en nuestros chichis e incluso Reme llegó a chuparme las tetas mientras llegaba al orgasmo.

Pasaron un par de semanas y volvía cenar con Reme, había quedado con alguien después de cenar y estaba eléctrica.  Acabamos pronto por lo que nos dirigimos al bar donde habían quedado y teniendo tiempo decidí tomarme una copa con ella.  Roberto apareció antes de la hora, y después de los saludos y cuando me iba a ir para dejar el terreno expedito a mi amiga Roberto insistió que nos tomásemos una más.

Evidentemente de esa una pasamos a otra y de otra a otra y de otra a la de más allá.  Estábamos los tres totalmente tajados cuando Reme sacó el asunto de “esta es la amiga de que te hable”, desde ese momento la conversación derivó al sexo y no había pasado ni una hora cuando ya en casa de Reme esta de rodillas le comía la polla a su amante y yo a su vez desnuda y con un vibrador en el coño devoraba el sexo de mi amiga.

Esa noche ambas fuimos el juguete sexual de Roberto.  Nos jodió sin prisa pero sin pausa.  El tío no acababa de correrse pero aquel apéndice tampoco se bajaba, lo cual nos dio la oportunidad de disfrutar como dos locas de sus atenciones.

Roberto nos dejó a las 7 de la mañana desnudas y rendidas sobre la cama, el tenía que pasar por casa a ducharse e ir al aeropuerto a recoger a su mujer que llegaba de Boston.

Casi me olvidé de Roberto hasta que un par de semanas después y acompañada de un amigo acudí a Encuentros, un club por la zona de Francisco Silvela.  Fer, el tío que me acompañaba no me gustaba mucho, pero he de reconocer que era un buen compañero para ir a clubs de intercambios.  Morboso, nada celoso y con buen aguante en el sexo, además de comer coños como nadie.  Habíamos picado algo por la zona de Prosperidad, tomamos una copa en el Garaje Hermético y nos dirigimos al club.  Yo estaba deseosa de ser poseída, pero al día siguiente por la mañana había quedado con mi madre  pronto y no me podía pasar.

En el club lo de siempre, dos besos a la relaciones, saludo a los conocidos, una copita y pa’ dentro.

Aun era muy pronto por lo que me senté en uno de los apartados, abrí mis piernas y le exigí a mi acompañante que me comiese la almeja, la espacialidad de la casa.  El tío era un genio y en menos de 10 minutos me tenía arañando su calva y sacudiendo mi cuerpo victima de un maravilloso orgasmo.   Fer quería su parte y aunque ese día tenía el día tonto y quería una polla en mi culo, el chico insistió en que me subiese sobre su polla y luego ya veríamos.

El cambió tampoco estaba mal.  De un golpe me incrusté la polla de Fer en mis entrañas.  No tenía una mala polla, más grande que tú, desde luego.   Con Fer sentado, me agarré a su cuello y empecé un placentero vayviene en el que lentamente sacaba su polla de mi cueva y despacio me la volvía a meter.  Por alguna razón aquella noche estaba super sensible y sentía cada milímetro de su pene profanar lo más intimo de mi ser.  Llevábamos 20 minutos controlando el polvo, ya que la polla de Fer es de un solo disparo, cuando alguien entró en la habitación.  Habíamos dejado la puerta abierta por lo que invitábamos a la gente a entrar.  El recién llegado debió hacer algún gesto a Fer y Fer al recién llegado que yo no vi, pero de repente noté como un dedo empezaba a invadir mi hambriento culo.  En otras ocasiones hubiese mirado, pero simplemente me dejé hacer.  Mi ano estaba completamente dilatado y en pocos minutos no era uno sino tres los dedos que entraban fuertemente en mis intestinos.  Noté como una polla se abría camino en él y cuando me sentí completamente invadida, note como otras manos que no eran las de mi acompañante enganchaban mis tetas y las apretaban.

Fer aceleró su carencia en bombeo, el invasor se puso a su ritmo y yo empecé a ir de un orgasmo al siguiente.   Pedí un cambio de turno, por lo que me desenganché de los dos y poniéndose Fran al borde de la cama me senté en su polla metiéndomela en mi ano.  El recién llegado estaba de espaldas cambiándose el condón y cual fue mi sorpresa cuando al darse la vuelta con la polla cubierta me quede de piedra al ver que era Roberto quien había entrado en nuestro juego.  Me perforó el coño con esa magnifica polla y el resto del polvo no pude hacer otra cosa que mirarle a los ojos mientras el lo daba todo por llevarme al infierno del placer.

Acabados los tres deje un momento a Fer y me fui a tomar una copa con Roberto, me comentó que era cliente habitual del lugar, aunque solo solía ir los jueves y pronto.  Me comentó que su mujer estaba de viaje y que se alegraba de verme.

Ni me despedí de Fer cuando salí del local rumbo a mi casa.  Tenía el coño encharcado y con ganas de volver a probar esa polla al calor de mi casa.

A Roberto le daba morbo que le chupase la polla en el garaje por lo que no tuve más remedio que hacerlo, a mi también me ponía mucho.  Él fue desnudándome mientras en una posición acrobática yo hacía ello.  Acabe en pelotas y con la boca llena de lefa.  Roberto me sacó del coche y me hizo subir desnuda desde el garaje a casa.  No eran ni las dos de la mañana por lo que el riesgo de ser pillada era alto.  Llegué a casa cagada de miedo pero con una ganas locas de ser empalada.  No me dio ni tiempo a mover el jarrón donde se ocultaba la cámara, aunque después de 10 minutos de envestidas salvajes logré con la excusa de tomar agua hacerme con el mando a distancia y ponernos a follar enfrente del encuadre.

Roberto me folló toda la noche y parte de la mañana.  No paró un segundo de darme por todos mis agujeros y de chupar cada centímetro de mi piel.  Aún estaba limpiándome la boca de la última corrida de Roberto cuando mi madre me llamó disgustada por que llevaba en la puerta del Corte Ingles una hora esperándome.  Me excusé como pude y dejé que Roberto me follase por el culo una última vez.

Pasé el sábado sola y dolorida pues Roberto salió a media mañana rumbo a Barajas a recoger a su mujer.

Tuve duda sobre contar o no a Reme que había usado uno de sus chicos, me pareció lo más honesto llamarla y comentárselo para evitar que se enterase por él.  Reme no es que diese botes de alegría pero entendió la situación.  Haber sido sodomizada aquel sábado por un negro de Lavapiés creo que disminuyo el problema.

El lunes en la oficina me esperaba un gran ramo de rosas con una nota “el jueves se va mi mujer a Bruselas”.  Me corrí en mis bragas de pensar lo que eso significaba aquello.

Y ahora suéltame que es tarde y mañana te cuento lo que sigue…

Llegue a la oficina y después de dos reuniones volví a mi despacho, revise el correo electrónico y ahí vi un mail de mi mujer.

… Como tanto te interesaba lo que pasó con Roberto, agárrate los machos por qué vas a saber todo lo que pasó con él.

Acordándome de las flores, el jueves avisé que el viernes no trabajaba y después de arreglarme, a las 21 horas entraba en Ten con Ten, restaurante extremadamente pijo, de moda y caro del centro de Madrid.  Roberto me esperaba ya en la mesa.  Cenamos, nos tomamos unas copas y sin preguntar mi parecer me llevó a su casa.

Era más que obvio que a su mujer le debía de ir la marcha pues su habitación estaba más que preparada para el sexo.  Un espejo en el techo, dos pequeñas argollas muy discretas colgaba de lo alto de una pared, cuatro argollas en cada esquina de la cama y para mi sorpresa dos cajones del armario llenas de juguetes.

Con suavidad soltó los tirantes de mi vestido y lo dejó caer.  Yo estaba excitadísima, con unas tijeras cortó los tirantes de mi sujetador, me quedé cortada y más cuando con esa misma tijera corto la parte de atrás y el suti cayó sobre mis pies.  Ni me tocó pero mi piel se erizó y mis pezones se pusieron duros como piedras.  Si hubiese tenido que hablar en ese momento hubiese tartamudeado.  Cortó el hilo dental de mi tanga quedándose los restos colgando de mi cintura.  Ni me planteaba el pastón que costaba aquel conjuntito, solo que quería ser tomada.

Yo no me movía simplemente esperaba.  Roberto se agachó y uno a uno fue atando mis tobillos a dos largas cuerdas, subió y agarró una a una mis muñecas colgando dos cuerdas similares.  Yo seguía sin moverme cuando hizo que levantase mis brazos.  Una cuerda pasó por debajo de mis pechos, la cuerda dio la vuelta sobre mi tronco y volvió a pasar esta vez por encima de mis tetas.  Después de un par de vueltas, mis tetas quedaron atenazadas entre las cuerdas.  Aun no me había tocado y mi coño chorreaba, pero chorreaba de verdad.  Sentía el flujo caer por mis piernas.

Roberto me tumbó en su cama, pasó las correas por las argollas de las esquinas de la cama y las tensó.  Quedé totalmente abierta y amarrada.  No digo un poco abierta ni un poco amarrada, digo completamente abierta y totalmente amarrada.  MI coño era un charco y mis pezones estaban que reventaban.

Me introdujo un vibrador enorme que llenó mi coño.  Con una arnés sujetó el bicho a mis piernas quedando totalmente encajado.  Accionó el aparato y juro por dios que en mi vida, jamás, en mi vida había visto un vibrador con semejante fuerza de motor.  Me gustó al segundo y me empezó a provocar escalofríos a los dos segundos.

Roberto se fue de la habitación.  Me dejó sola más de media hora en la que grité, le insulté, me convulsioné y sobre todo me corrí una y otras vez.

Sencillamente no podía ni enfocar la vista cuando Roberto entró en la habitación.  Me quitó el arnés y me penetró sin más.  No me dirigió la palabra hasta que se corrió en mi coño.

Esperaba que me desatase, pero no lo hizo.  Me mantuvo atada y expuesta durante más de cuatro horas.  Roberto me follaba, descargaba en mi coño, se fumaba un cigarro, se bebía una copa y volvía a la carga.  Fue mi dolor de tetas y no las ganas de follar de Roberto quien acabó con nuestra noche.

Follé con Roberto hasta poco después de volver a verte.  Desde luego he repetido con muchos, pero sin duda Roberto ha sido el mejor y más constante de mis amantes.  Roberto me ha compartido con sus amigos, con sus amigas, me exhibido en lugares públicos, me ha hecho chupársela en la calle. Se ha corrido más veces en mi culo que nadie y me ha hecho llegar a los mejores orgasmos.  Su mujer era más que consciente que cuando ella no estaba en Madrid, Roberto saltaba de cama en cama, incluso supo de mi existencia y hasta le comí el coño en una ocasión en un club aunque ella, pienso, que nunca supo quien le había arrancado un orgasmo con su lengua.  Por motivos laborales Roberto se ha ido a vivir a Shangai y no volverá en un par de años.  Desde luego no descarto en volver a tenerlo entre mis piernas o rompiéndome el culo, es más estoy segura que repetiremos.

Te preguntaras por que volví contigo.  Sería fácil decir que me cansé de ser follada salvajemente, o que necesitaba estabilidad, o yo que sé pero lo cierto bobo mío es que te he echado mucho de menos. A través del sexo me he dado cuenta de lo aburrida y frustrante que ha debido de ser tu vida durante todos estos años.  Desde que siendo novios no te dejé tocarme las tetas, hasta los sábado que te castigaba sin descansar.

La verdad es que ni me planteé volver a verte, pero fuiste tan amable en el funeral de papa que no pude más que volver a quedar contigo.  Esa cena me hizo ver que necesitaba volver a tenerte cerca.  No quise follarte como me gusta para no asustarte, pero aun así necesito buenas pollas en mi agujeros y no me he privado de ellas.  La verdad es que ni me he planteado si lo que hago es serte infiel.

-       Las cosas son así.  Al principio pensé en simplemente follar de vez en cuando como a mi me gusta y tenerte a ti de amoroso marido, follar los sábados y envejecer juntos, pero ahora que sabes la verdad eres tu el que vas a elegir.  O bien esta noche pasas por casa coges tus cosas y te largas de mi vida o bien aguantas que cuando me apetezca yo viva mi sexualidad como me gusta vivirla contigo como mero espectador y con todo lo que ello conlleva…

Aquella noche monté a mi mujer como un poseso, realmente la amaba, me ponía a cien saber que otros la ponían mirando a Toledo, que otros usaban su cuerpo hasta hacerla enloquecer pero que en el fondo siempre volvía a mi, su amor de verdad.

Han pasado los años, Maribel sale una o dos veces a la semana sin darme explicaciones.  A veces no vuelve a dormir a casa y otras llega muy tarde con un intenso dolor a sexo impregnado en su cuerpo.

Me excita verla desnudarse cuando llega a casa a la luz de la mesita de noche y ver en su cuerpo los mordiscos, moratones, marcas de cuerdas o incluso lefa cayendo por sus piernas.  A veces mientras la montó los sábados me narra sus escarceos sexuales y yo la jodo con gran esfuerzo para intentar ponerme a la altura de esos desconocidos que la montan.  Reconozco que es vejatorio saber que mi mujer es follado por otro mientras yo trato de enfocar mis ojos en el libro de turno, o llegar a casa tarde de trabajar y encontrarme una nota en la entrada en la que me pide que duerma en la habitación de invitados mientras proveniente de nuestra habitación oigo el somier crujir, el cabecero de la cama golpear la pared y a mi mujer gritar presa del placer.  Yo me masturbo en mi cuarto hasta quedarme dormido, nunca después de que Maribel acabe son su placentera serenata de berridos

FIN