Mi mujer me permite volver a casa (II parte)
Mi mujer empieza su confesión. Me cuenta punto por punto como fue su primera y segunda salida como hombre libre.
La aceituna cayó sobre la mesa, Maribel estaba con la boca abierta con los ojos como platos no pudiendo apartar la vista de la pared donde una imagen de ella suspirando y reclamando polla se proyectaba.
- ¿se puede saber de donde has sacado eso?
- La pregunta no es de donde he sacado eso, la pregunta es ¿como has podido ser tan falsa?
- ¿Falsa? Después de follarte a esa chacha, ¿de verdad esperabas que dejase la vida pasar sin volver a catar a un hombre?
- ¿Sinceramente?, ni me lo planteé. Nunca me imagine que siendo como creía que eras. corrieses buscando polla 15 días después de yo salir por la puerta.
- ¿y que me puedes reprochar?, ya no estaba contigo
- Evidentemente de los 24 primeros videos no puedo decir nada, me joden, pero no puedo decir nada, pero los últimos seis, desde luego que si hay algo que puedo decir.
Maribel se levantó de la mesa y corriendo se encerró en nuestro cuarto mientras lloraba desconsolada.
Me levanté, me puse un whisky con hielo y tranquilamente me lo tomé pensando en mis próximos pasos.
Bajé al garaje, recogí la bolsa de los juguetes recién comprados y subí a nuestra habitación.
Maribel lloraba en la cama apoyando su cabeza en la almohada.
- Déjame en paz.
Me senté en un lateral y con suavidad empecé a tocar su pelo, ella se fue calmando poco a poco. Con suavidad cogí sus muñecas y se las puse a la espalda. Con un hábil movimiento dejé sus manos esposadas.
- ¿qué haces cabrón?
- ¿Cabrón?, vamos a ver si puedes ser tan puta con tu marido como lo eres con otro.
- Déjame, déjame, desátame hijo de puta, suéltame
Levantándole la falda agarré su tanga y con las dos manos las rasgue. Maribel gritaba e intentaba darse le vuelta. Yo sin ningún tipo de miramiento le clavé un vibrador en el coño, Maribel gritó de dolor.
- Sácame eso, sácamelo hijo de puta – yo sencillamente puse el motor a tope y empecé a moverlo con rudeza. Maribel no dejaba de gritar e insultarme negándose a lo que le hacía. No pasaron ni dos minutos cuando su coño le contradijo y empezó a emanar fluidos que poco a poco iban manchando las sabanas de la cama. No aguantó mucho y aún quejándose empezó a jadear.
Pasé mi dedo por su ojete y este entró sin problemas. No lo dudé, cogí el segundo vibrador recién comprado y sin miramiento se lo calvé en el culo. Maribel dio un respingo y mientras abría las piernas instintivamente un poco más me dijo.
- déjame por dios
Aquella fue su última queja antes de gemir largamente
- párteme en, dos cabrón – me soltó a bocajarro – hazme sentir como una diosa.
Evidentemente no pude hacer otra cosa que aumentar la velocidad de los envistes alternando ambos cacharros de manera que cuando uno entraba el otro salía. No había visto nunca a mi mujer alcanzar un orgasmo semejante en todos los años juntos. Maribel cayó reventada. Habían sido más de 20 minutos de tortura en los que había martilleado sus agujeros sin pausa ni piedad.
Le di la vuelta. Maribel tenía la cara desencajada, el pelo sudado le caía por la cara y su respiración estaba totalmente desbocada. No nos dijimos nada, cogí el tercer vibrador, un magnifico pollón con una ventosa, y lo pegue al espejo del armario. Cogí a Maribel, la puse de rodillas delante del consolador. No hizo falta decir nada. Ella movió su culo y sin ningún problema llenó su coño con aquel monstruo de látex. Su cara iba cambiado según él entraba en ella. Yo simplemente miraba. Maribel tenía su cara sobre el suelo y moviendo las caderas iba metiendo la polla en su coño. Le cogí su cara, la levanté y sin dudarlo le metí el rabo en la boca. Maribel ni lo dudó, abrió su fauces y empezó a mamar sin pausa. Se metía mi nabo en la boca y lo tragaba hasta el fondo de su garganta. Mi mujer no paraba de meterse el nabo de goma mientras con su boca me mataba de placer. Me chupaba los huevos, pasaba la lengua por mi tallo, engullía mi polla. Rasgue su camisa y metiendo mis manos en sus tetas, las saqué por encima del sujetador. Sus pezones estaban en punta.
No me quería correr pues la noche aún no había acabado. Afortunadamente Maribel sacó mi polla de su boca mientras gritaba de placer victima de su propia lujuria metiendo y sacándose el consolador encontraba un fuerte orgasmo que le paralizó el cuerpo y hizo que su piel se erizase. Cayó de nuevo rendida. La retiré, sinceramente me puso a cien notar como aquello salía del coño. Le eché sobre la cama, abrí sus nalgas y torpemente metí mi tronco en aquel culo nunca catado por mi.
- pone una almohada debajo por dios.
Le puse una almohada doblado bajo la cadera y sin pensármelo le volví a romper el culo a mi estrecha esposa. Fue una sensación muy agradable.
Nos corrimos juntos por primera vez en nuestras vida. Ambos quedamos jadeando, ella con el culo en pompa y yo rendido sobre ella con el nabo aun dentro de su ojete.
- Desátame.
- No, como no me lo cuentes todo olvídate.
- Desátame, te lo chupo, pero no me humilles contándotelo.
- Olvídate. Si quieres que te quité las esposas. Me lo tienes que contar todo con todo lujo de detalles.
Maribel tomo aire, estaba realmente sexy toda sudada y con un hilo de semen resbalando por su culo que salió en cuanto arranque mi polla de aquel culo que nunca me hubiera imaginado profanar.
- todo sucedió una semana después de que te fueses, la primera semana estaba paralizada, horrorizada, indignada, pero un martes comiendo con mi amiga Reme esta me propuso meterme en una red social y buscar algo de distracción.
- Nunca sabes chica, a lo mejor acabas revolcándote con uno y te quita las penas.
- Quita chica, quita, no quiero más hombres en mi vida. Ya he tenido suficiente.
No le hice ni caso, ni loca me metería yo en una red social de esas. A media tarde Reme me llamó a la oficina para decirme que me había apuntado ella a una y que ya me había cerrado una cita. Me resistí, pero el sábado siguiente después de que Reme me hubiese ayudado a vestirme en su casa, entraba cortada en un restaurante del centro de Madrid. El chico, Juan Carlos me esperaba ya en la mesa. Nos presentamos con dos besos, el chico la verdad es que era impresionante, tanto que decidí no contarle mis penas y aparentar ser una mujer con kilómetros.
La cena fue fenomenal, me contó que él usaba mucho el servicio de ligue online y que había hecho grandes amigas a través de eso, además ¿quién no necesita un poco de amor de vez en cuando?. Yo asentía y no le llevaba la contraria. De la cena salí un poco chispa. Unas copas en los bares del centro en la que él me hablaba suavemente al oído dándome pequeños piquitos en la oreja sin que yo le rechazase. Salí de allí como una cuba. Fuimos a una discoteca donde me solté la melena y bailé como en mi vida. Había bebido demasiado y no iba a aguantar mucho más. Juan Carlos me llevó al baño, creía que iba a cometer una locura, pero sencillamente sacó la cartera del bolsillo, saco un sobrecito, extendió unos polvos blancos sobre la misma y haciendo cuatro rayas y con un billete de 100 euros se metió dos de ellas, me pasó el billete y aunque dude un segundo me metí las dos de un golpe.
La noche cambió ya con nuevos bríos y siguió animadísima. Salimos de discoteca y por mi parte no pretendía acabar la noche ahí.
- Vamos a otro sitio – dije, supongo que otra le hubiese invitado a casa, pero yo fuera de mi zona de confort quería seguir con la juerga
- Pues ahora mismo solo se me ocurre un sitio, aunque no se lo que te va a parecer, viéndote bien, me imagino. - me dijo.
- Seguro que me encanta – contesté segura de mi misma.
En el coche nos metimos otro par de rayas. Cuando entramos en el local me sorprendió que cobrasen entrada. Dentro, la gente estaba desnuda, pero tal y como iba solo me hizo gracia, ni me ruboricé. Nos bebimos dos copas y vi hasta normal que me llevase a una habitación con casillas y me hiciese desnudar. Ni siquiera lo dudé. Me quité la ropa al igual que mi acompañante. Juan Carlos tenía un cuerpazo y una polla como nunca la había visto igual. Mi acompañante me dio un pastilla que me tomé sin preguntar, una ola de calor y sensibilidad de en mi piel recorrió mi cuerpo en pocos segundos.
Pasamos a una gran sala donde la gente bebía, follaba y hablaba. Jamás había visto a nadie follar en vivo, bueno, ni en vivo ni en pantalla. Aquello era realmente excitante. Pedimos unas copas y nos sentamos en un sofá. Al lado nuestra una pareja follaba, la verdad es que era una cría muy joven con un hombre bastante mayor lo cual me chocaba, la chica resoplaba de gusto lo cual a mi me estaba poniendo mucho. Juan Carlos me besaba y tocaba mis pechos. Mi coño se volvía agua al contacto de su piel. Sus dedos se deslizaban por mis pezones y con suavidad tocaban las copas de mis tetas
La chica de al lado nuestra se corrió, quedando sola al abandonarla su follador. Estaba jadeando y llena de sudor. Me miró y me sonrió, yo le sonreí mientras disfrutaba de los besos y caricias de mi acompañante.
Sin decir nada, la chica se bajó del sofá, se arrodilló y abriendo con suavidad mis piernas metió su cabeza entre mis piernas y pasando dulcemente mis piernas, me pasó la lengua por todo mi clítoris. Una ola de placer como nunca había sentido recorrió mi cuerpo. Juan Carlos empezó a lamer mis pezones mientras metió sus dedos en mi boca haciéndome chuparlos. La chica era una maquina chupando y me hacia ir y venir del cielo al infierno y vuelta. Juan Luis se levantó y poniéndose de pie en el sofá metió su dura polla en mi boca. Nunca lo había hecho antes, pero en un segundo me fijé como la chupaban las chicas y chicos que a mi alrededor y con lo visto y un poco de imaginación trate de imitarles. No debía de hacerlo muy mal pues enseguida Juan Carlos empezó a gemir agarrando mi cabeza y marcando con ello el ritmo. Solo dejé esa polla cuando me corrí como una bestia victima de la lengua destructora de la rubia. Estaba encendida y quería más. Juan Carlos puso mis piernas sobre sus hombros y de un solo golpe me volvió a desvirgar pero en esta ocasión con un placer nunca antes visto. Juan Carlos me estuvo follando como un loco durante más de media hora, nada que ver con los polvos de cinco minutos con los que me habías cubierto durante los años anteriores.
Mientras enlazaba orgasmos más de un chico que pasó por delante metía su polla en mi boca que yo recibía sin ningún tipo de vergüenza. No recuerdo las pollas que llegué a chupar, pero fueron muchas.
Mi sensación creció cuando Juan Carlos metió un dedo en mi inexplorado culo. Ne condiciones normales hubiera pensado que aquello era una depravación, pero estando mi cuerpo hipersensible como estaba, simplemente me volví a correr.
Cuando Juan Carlos vació su leche sobre mi cuerpo, no lo sabía o no quería saberlo, pero hubiese agradecido esa polla dentro de mi ano que había llegado a albergar hasta tres dedos.
Descansamos, nos tomamos una copa y al subir al coche sin preguntármelo me llevó a su casa. Dormí desnuda por primera vez en mi vida, no teníamos cuerpo para follar y aunque no lo hubiese rechazado, simplemente dormimos.
No nos despertamos hasta pasada la hora de comer. Pasada la locura de la noche anterior y ahí desnuda lo lógico hubiese sido que estuviese muerta de vergüenza, pero en ningún caso me arrepentía de lo vivido. Me lo había pasado fenomenal. La cena fue estupenda, jamás había bebido ni reído tanto, había bailado como nunca y encima había tenido muy buen sexo haciendo locuras nunca antes vividas.
Me imaginé acabar la tarde follando con Juan Carlos, pero me decepcioné cuando me comentó que iban a venir unos amigos para ver el partido del Madrid y que teníamos que picar algo antes de que me fuese. Lo lógico en ese momento hubiese sido buscar mis bragas, dar las gracias y despedirme, pero sinceramente aquel era mi fin de semana y lo quería vivir a tope. Le sugerí que a mi también me gustaba el Real Madrid y que no tenía nada que hacer. Mi idea era aguantar el tostón del futbol, despedir a sus amigos y volverme a sentir mujer destrozada por esa tranca.
Con lo poco que había en la nevera prepare un par de cosas y preparándome para el partido prepare un humus con una lata de garbanzos, un guacamole y encontré unas patatas y aceitunas que serví en el salón. Juan Carlos se quedó impresionado.
Me vestí antes de llegar sus amigos. Me puse las bragas, mi falda, mi camisa, dejando abiertos dos botones más de lo aconsejable. No me puse sujetador.
Los amigos de Juan Carlos eran al igual que él, chicos de muy bien ver. Lo cierto que no se cortaron un pelo, fue sentarse y las rayas y las copas empezaron a circular, incluso yo me bebí un par de copas, aunque no repetí con la coca pues no quería perder la cabeza del todo. La verdad es que el punto de la noche anterior se empezaba a repetir. Sentada al lado del dueño de la casa empezó a meterme mano por debajo de la falda. 24 horas antes le hubiese partido la cara, pero vivido lo vivido me estaba poniendo a cien. Notaba como jugaba con mi botoncillo antes poco explorado, como metía su dedo en mi vagina o como pasaba su dedo por mi culo y luego lo olía.
El Madrid ganaba tres a cero, el partido ya no tenía sentido, yo estaba a cien y creo que todos en el salón lo notaban.
Juan Carlos se levantó y cogiéndome de la mano me llevó a su habitación sin decirle nada a sus amigos. Cerró la puerta tras nosotros y subiéndole la falda y tirándome contra la pared me bajó las bragas. Estaba deseando ser penetrada cosa que no se demoró. Separó mis piernas, las apartó de la pared, inclinó mi tronco y noté como esa increíble barra de carne me rompía por dentro. Me estaba despedazando mis bajos cuando sin ningún tipo de miramientos me metió un dedo en el culo. Un golpe de placer corrió por mi espalda, volvía al ayer y de nuevo retornaba a los deseos y la lujuria del día anterior.
Un segundo dedo entró en mi ano, de nuevo este lo aceptó con gusto. Un tercer dedo entró y aunque me dolió un poco al principio, sencillamente me dio más placer que dolor pasados unos minutos.
Juan Carlos me tumbó en la cama, levantó mis piernas y escupiendo en mi ano dirigió la cabeza de su polla contra mi culete. Me salían las lagrimas cuando el chico apretaba su nabo contra mi culo y este se iba introduciendo en él. Poco a poco fue entrando aunque el dolor era insoportable yo no decía ni pio. Ese fin de semana me había soltado la coleta y me la había soltado para hasta el final.
Empecé a gritar presa del placer cuando mi culo empezó a recibir descargas electricas en una sensación maravillosa que iba incrementando según mi amante me daba lo mío. Me daba igual que los amigos se pusiesen a 100 y hasta me ponían las miraditas que debían de estar echándose entre ellos oyéndome follar.
Me quedé ojiplatica cuando dos chicos entraron desnudos en el cuarto y con su polla en la mano. Nunca me hubiera imaginado estar haciendo el amor y tener visita, pero era un fin de semana loco y que fuera lo que dios quisiera. Juan Carlos no dijo nada, solo se rió.
- Sois la hostia, ¿de verdad no podéis aguantaros?
Raúl, el más moreno sencillamente se acercó y metió su polla en mi boca, que yo acepté sin pensármelo. Sinceramente si lo hubiera pensado me hubiera ido a casa.
- organización – grito Juan Carlos riendo - o nos organizamos o esta señorita no podrá disfrutar de nuestras pollas como dios manda.
Ante mi desesperación Juan Carlos retiro su polla de mi ano. Me retiró de la cama, hizo tumbarse a Raúl, me hizo sentarme en la tercera polla que entraba en mi cuerpo en mi vida y haciéndose hueco, metió su polla en mi dilatado culo. Joder que gusto me daba sentirme totalmente llena. Juan Carlos sabía como tratar a una mujer. Pablo, el tercer hombre se puso de pie encima de Raúl y con su polla como ariete abrió mi boca y me metió la enésima polla del fin de semana en ella.
Era sencillamente maravilloso sentirse llena en todos los agujeros. Nunca lo había oído antes pero aquello era extremadamente gratificante. El placer era intenso y muy especial, me sentía como una cerda y estaba demostrando que lo era.
Me estuvieron dando de lo lindo. Me jodieron como a una experta durante toda la tarde. Ni se las veces que me corrí esa tarde. Me había corrido tantas veces ese fin de semana como todos los orgasmos alcanzados contigo en años de matrimonio. Acabamos todos bañados en semen, sudor y babas. No me encontraba extraña estando desnuda entre tres desconocidos, acariciaba a unos y otros y morreándome con el que tenía más cerca.
Los chicos se fueron uno a uno para ya entrada la noche ser llevaba por Juan Carlos a casa donde llegué molida y convertida en una nueva mujer
- Me molesta que te empalmes mientras te lo cuento
- Me estas poniendo mucho cariño.
- Eres un hijo de puta, parece que disfrutas con mi desgracia.
- Es lo que me queda, ya que soy un cornudo déjame disfrutarlo.
- Eres un cerdo. Anda desátame.
- Como no acabes de contármelo hoy duermes esposada.
Intenté contactar sin éxito con Juan Carlos durante la semana, no respondió a mis llamadas, estaba un poco decepcionada, ni me podía imaginar que después de lo vivido no iba a correr hacía mi en cuanto sonase el teléfono.
A falta de Juan Carlos llamé a Reme para salir. No lo pude evitar y durante la cena le conté sin darle demasiado detalles sobre todo lo que había pasado la semana anterior “por culpa de ella”. Reme asentía con la cabeza con la boca abierta mientras yo contaba mis aventuras.
Aquella medio confesión merecía unas copas.
Salimos a un par de bares y cuando ya las dos teníamos un pedo del ocho y después de que Reme me sonsacase los detalles más íntimos de mi noche, como por arte de magia apareció Raúl, el amigo de Juan Carlos.
Reme se revolvió en su banqueta cuando le señale al chico y le explique quien era.
- ¿Ósea que ese te ha empalado hace unos días y aquí lo tienes a pocos metros?
- Calla, leñe, que te va a oír.
Reme se emocionó más que yo cuando este dejó a sus amigos y se vino a hablar con nosotras. Raúl resultó ser un tío la mar de simpático y muy sensual.
Cambiamos de bar ya a solas con Raúl, este nos invitó a un par de rondas más.
- ¿Os apetece ir a mi casa a follar? – yo lo hubiese dado todo por que Reme cogiese las de Villadiego viendo mi interés por no dormir sola, cosa que ella no hacía. Raúl soltó la pregunta como si fuese una pregunta de lo más normal.
- Siiiiii – dijo Reme emocionada, yo no me lo podía creer lo que oía. Una cosa es que yo me hubiese vuelto loca, pero que esa locura se le hubiese propagado a Reme. Era cuando menos sorprendente.
Salimos del bar, entramos en un parking y a punto de entrar le advertí a Reme que Raúl era mío. Ella simplemente sonrió.
La casa de Raúl era elegante y para mi sorpresa tenía hasta un jacuzzi en el baño. Abrió una botella de champan y como si fuese la cosa más natural del mundo se desnudó y entró en la bañera. Reme tardó bien poco en desnudarse y seguir a nuestro macho, yo no pude ser menos y dejando mi ropa en el suelo me metí con la pareja.
Reme tiene mucha más cadera y culo que yo, pero de cintura para arriba la cosa cambia teniendo una lisa barriga y una tetas de escandalo. Para mi sorpresa tenía el pubis depilado.
Raúl iba dándonos morreos a una y otra, tocándonos los pechos y pasando sus manos entre nuestros sexos. Estábamos los tres muy calientes y más cuando Raúl nos hizo besarnos y tocarnos. Reme se me adelantó y cogiendo su polla con la mano y subiéndose encima de él, se la metió poco a poco mientras a ambos les cambiaba la cara. Yo me puse un poco celosa y entre ellos y tocaba los pechos a mi amiga y los huevos al chico. Deseaba que Raúl me metiese un dedo pero mantenía sus manos sobre las generosas caderas de mi amiga y su boca en sus tetas. Me eché sobre la otra parte del jacuzzi y abriendo mis piernas empecé a tocarme mi raja victima de la lujuria que aquellos dos me estaban provocando. Hacía años que no me masturbaba y desde luego nunca delante de otros
- Maribel, ve saliendo y espéranos en la cama a cuatro patas - me sentí un poco desplazada, pero obedecí.
No tardaron en llegar, Reme se había corrido a gritos pero a juzgar por el tamaño de la polla de Raúl, él no.
Ni se lo pensó. Metió su polla en mi boca, al fin un poco de atenciones, pensé. Reme se apoyó en la pared y abriendo sus piernas empezó a tocarse. La verdad es que una vez corrido hubiera esperado que se hubiese largado.
- Reme hija, no te quede ahí. Cómele el conejo a tu amiga – yo alucinaba y de ninguna manera esperaba que Reme metiese su cabeza en mi culo y en una alarde de habilidad empezase a lamer mis dos agujeros. No me podía creer que una de mis mejores amigas me lamiese el coño con tanta destreza y sin ninguna vergüenza.
Yo le comía la polla a Raúl como podía, pues el gusto de Reme me estaba otorgando no hacía la empresa fácil. Raúl cogió su móvil y mantuvo una conversación de texto breve.
No pasaron ni cinco minutos antes de que el móvil volviese a sonar. Dejándome a cuatro patas Raúl me dio la vuelta. A Reme la hizo ponerse en la misma posición que yo pero enfrentadas cara con cara. Cogió una tiras negras en el cajón de su mesita. Agarró las muñecas de Reme y se las ató con las tiras a la espalda, las tiras eran unas abrazaderas plásticas. Me ató de la misma forma quedando nuestras cabezas apoyadas en el colchón mirándonos la una a la otra.
Raúl salió de la habitación con la polla aún en alto. Reme y yo nos mirábamos, no sé si fue ella o yo, pero nos empezamos a besar. Reme metía su lengua en mi boca y yo le respondía con otra invasión de su boca. Estamos encendidas. Raúl abrió la puerta y enseguida volvió al cuarto y sin decir palabra metió su nabo en mi culo sin tan siquiera molestarse en dilatarlo, ni falta que le hacía.
Había pasado toda la semana con dolor anal y estaba claro que la semana siguiente la cosa iba a ser igual. Estaba disfrutando mientras Raúl me daba y Reme me besaba cuando por el rabillo del ojo vi como Juan Carlos entraba en pelotas en el cuarto y cogiendo de las caderas a mi amiga, a la que le cambió la cara, se la endiño no sé si en el culo o en la vagina. Intentamos besarnos mientras los dos amigos nos daban duro, pero entre el vaivén y el placer era realmente difícil. Era extremadamente excitante estar atada por primera vez en mi vida y recibiendo polla mientras mi amiga en la misma situación se corría una y otra vez con la lengua fuera. Jamás pensé que el sexo podía ser tan excitante, cierto que nunca me había interesado demasiado, pero cada vez creo que no hay mujeres frígidas, solo malos amantes.
Me corrí sin noticias de la corrida de Raúl el cual ante mis quejas retiró su polla de mi ano y sin molestarse en limpiarla, me apartó y se la metió a Reme en la boca. Me hubiese masturbado viendo la escena, pero mis manos apresadas me lo impedían.
Cuando Reme no dio más de si, la dejaron tirada sobre su lado de la cama y poniéndome a mi apoyada en mis rodillas Raúl me la clavo en el coño y Juan Carlos en la boca. Me ponía a mil ver al hombre que me había descubierto el sexo disfrutar con mi boca.
Nos desataron y nos hicieron hacer un excelente 69. En mi vida hubiera pensado que algún día le comería la almeja a Reme, pero oyéndola disfrutar no tenía nada que quejarme.
Una a una fueron haciéndonos una doble penetración. Yo pasé por el confesionario la primera y de verdad que vi la estrellas. Me volví a correr cuando vi como esas dos bestias reventaban a pollazos a mi buena amiga. La muy zorra tenía el culo dilatadísimo y era obvio que no era la primera vez que recibía carne por ahí., aunque lo hubiese negado durante años
A punto de amanecer Raúl se corrió copiosamente en el coño de mi amiga. Juan Carlos estaba disfrutando de mi cuerpo cuando poco después llenó mi vagina de caliente leche me provocó en mi cuerpo un último orgasmo.
Quedamos parados los cuatro, después de 15 minutos remoloneando desnudos, Juan Carlos dio una excusa vaga, se vistió y se fue. Raúl se ofreció a llevarnos a casa, pero no era horas y visto que nos invitaba a irnos, lo hicimos.
Llegamos las dos a casa de Reme, ni nos planteamos dormir separadas o con pijama. La noche no había acabado y ella me besó. Cuando menos lo esperaba me penetraba con un vibrador azul mientras me ponía uno rosa en mi mano. Los dos eran iguales en forma y modelo, solo variaban los colores. Nos follamos mutuamente mientras en la posición de 69 nos lamiamos nuestras partes rosadas y restregábamos nuestros pechos contra el cuerpo de la otra.
Reme y yo hemos vuelto a follar unas cuantas veces. En alguna ocasión solas y la mayoría de las veces en clubs o con algún chico que habíamos liado en nuestras salidas nocturnas.
CONTINUARA…