Mi mujer me convirtió en voyeur (5)

Un pequeño relato de lo que ha pasado en nuestras vidas.

La vida ha seguido su curso desde la última vez que escribimos algo. Mi mujer sigue puteando, a veces estoy para ver, a veces me tengo que conformar con que ella me cuente lo sucedido. La última vez que vi algo, un martes, fue por casualidad, estaba yo de regreso a casa días antes de lo que había esperado y cuando entré a mi casa sorprendí a mi mujer y un amante nuevo, un tipo que no conocía.

El estaba parado frente a ella, desnudo completamente, ella sentada en el sofá, vestida todavía en un mini vestido que la hace ver bastante sexy, resaltando sus pezones. La polla de su amante entrando y saliendo por entre los labios de mi mujer.

No hice ruido cuando entré, y no se percataron de mi presencia hasta más tarde. Mientras me deleité viendo a mi esposa devorar la polla de su amante, como si esta fuera la última en el mundo. Es que en realidad, mi mujer es una golosa irremediable. El tipo se movía follando a cara de mi mujer. Lento, de la cintura para abajo nada mas, acariciándole a mi mujer la cara. Mi mujer lo veía a los ojos mientras se deleitaba con la verga, típica chupa pollas, una mano jalando mientras la chupaba y con la otra sobándole los testículos. Sé la nube donde el tipo andaba, mi mujer es una experta y me ha dado bastantes chupadas que enloquecen a cualquiera. Cuando cambió de táctica, agarrando al tipo por las dos nalgas, dejando que su boca hiciera el trabajo, pensé que el tipo iba a tener problemas, es la manera favorita para hacer que sus amantes se chorreen. Dicho y hecho, el tipo anunció a los pocos minutos que se chorreaba.

La escena frente a mi fue mucho mejor que las películas porno, el tipo estaba bastante bien de físico, alto, un tanto tostado al sol. Bastante evidente, era el tamaño de su polla, hasta ahora la más grande con la que haya visto a mi mujer. No tan grande, unas siete pulgadas y de buen grosor. Notablemente, mas grande que la mía. Sacó su polla y con la derecha se la jaló un par de veces, mientras que con la izquierda tomó a mi mujer del mentón, innecesariamente asegurándose que su leche fuera a parar a la cara de mi mujer, digo innecesario porque ella estaba mas que dispuesta a recibir todo lo que le echaran. El tipo gruñó un par de veces y disparó varios chisguetes de su líquido blanco. Algo fue a para en la cara y el cabello de mi esposa, algo fue a dar a la boca, ella la tomó otra ves entre sus labios y terminó de sacar lo que quedaba. El tipo se dejó caer en el sofá de dos plazas, mientras ella se levantó al aseo.

Hola cariño, me dijo mientras se agachaba para darme un beso, le olía el aliento a polla y a semen. Algo se me pegó en la mejía.

El tipo se sorprendió al verme, pero Alma lo tranquilizó explicándole quién era yo. Se sentó de nuevo a sus anchas en el sofá. Mientras ella se limpiaba la cara y no se que mas estuvo haciendo, el tipo se presentó como Tony, algo aparatoso el asunto, pues saludar a un hombre desnudo no es muy común. ¿No piensas vestirte? La verdad, estábamos empezando y estoy esperando que salga tu mujer. ¡Ah! Eso, o sea, aún hay mas. Mi mujer salió luego, vestida todavía, se acerco a Tony y lo besó en los labios. No se inmutaron en lo mínimo con mi presencia y siguieron besándose como locos. Las manos de Tony volaron sobre el cuerpo de Alma, sobándole el culo por encima del vestido. Se desprendió del chico para volverse a mí y preguntarme si quería ver como Tony se la había follado hace dos días. ¿Tu que crees?

Acto seguido, Tony levantó el vestido ligerito que se le pegaba al cuerpo. Bajo el vestido, como siempre, no había ropa interior. Acarició y apretó el culo de mi mujer, y metió un par de dedos por entre sus nalgas un varias veces.

La tumbó sobre el sofá dispuesto a comérsela a besos. El jodido se detuvo en las tetas y le chupo un buen rato los pezones. Alma adora que le chupen las tetas. Siguió luego su trayecto besando el vientre y metiendo la lengua en el ombligo, cosa que le dio cosquillas. Luego se dedicó a comerse el coño. Le pasó la lengua como si estuviera lamiendo un helado, luego pegó su boca metiendo la lengua lo más que pudo. Esto llevó a mi mujer al borde del orgasmo. Y cuando metió dos dedos, Alma explotó. Pero Tony siguió lamiendo. Alma estaba a reventar gritando como la puta que es que se la metiera. ¡Fóllame ya!!Métemela ya! Pero Tony no hacía caso. Mi mujer seguía gritando y gruñendo.

Por fin Tony se levantó, otra vez con la verga dura y se puso de rodillas entre las piernas de mi mujer, ella de espaldas en el sofá. Apuntó y despacio se la fue metiendo hasta que se enterró por completo en mi mujer. Me senté en el otro sofá para poder ver bien la acción. Tony comenzó lento, y poco a poco fue apretando el paso. Desde donde estaba pude ver bien como entraba y salía su polla con cada arremetida. Mi mujer tenía sus piernas estiradas, una en el sofá la otra estaba sobre la mesita de noche, dándole acceso total a Tony. Este estaba con una rodilla el piso y la otra en el sofá, agarrándose de las tetas de mi mujer mientras la follaba y de vez en cuando se doblaba para besarla.

Luego de un rato en esta posición y dos orgasmos, Tony se detuvo para darle la vuelta, otra vez estaba doblada sobre el sofá, una rodilla en el suelo, la otra extendida. La cara metida en el posa brazos del sofá. Tony detrás de ella, agarrando su culo mientras se la metía. El cabrón logró llevarla al orgasmo una tercera vez esta vez chorreándose al mismo tiempo que ella. Se repuso el primero, dejando que su verga se saliera por si sola, chorreando lefa en el sofá. Se fue al aseo, dejándola tumbada, pude ver bien la lefa saliéndose de mi mujer. No es necesario describir la cara de éxtasis que le dejó Tony a mi mujer.

Tony se despidió muy efusivo. Con abrazo para mi, y abrazo y besos para ella, que todavía estaba desnuda y tirada en el sofá.

Nos vimos con Tony cuatro días después, en un hotel. Repitieron la sesión del martes frente a mi: lo de siempre, chupada de verga, luego de tetas, luego de coño, luego la cojida que llevaría a mi mujer a varios orgasmos. Pero antes de poder chorrearse, Alma le pidió a Tony que se detuviera. Alma se paró para decirla a Tony que se sentara en uno de los sillones. Ella se sentó sobre él, dándole la espalda, guiando la polla a su coño, Cuando tomaron ritmo otra ves, me dijo que fuera a lamerle el coño. Titubeé un poco, pero me levanté y me dirigí a ellos, hipnotizado viendo como entraba y salía la polla. Arrimé mi cara y esperé a que ella se detuviera un poco. Cosa que no fue fácil. Por fin dejó de rebotar sobre Tony, no quiere decir que Tony dejó de moverse. El seguía afanado metiendo y sacando su polla. Lamí a mi mujer por varios minutos mientras Tony la follaba, y finalmente dejó ir unos gruñidos que francamente jamás había escuchado. Estaba poseída la puta de mi mujer, entre Tony metiéndosela y yo lamiéndole el coño, se chorreó como jamás lo había hecho, gritando, temblando. Me levanté, la verdad traía la verga durísima, ella se dejó caer a un lado, mientras Tony se quedó sin saber que hacer. Le provocamos un intenso orgasmo y nos dejó a los dos boquiabiertos. Se tumbó a la cama jadeante y nos dijo que esperáramos. Tony, otra vez desnudo y con la verga parada, yo vestido y también con la polla a reventar.

No tardó mucho, mi mujer dejó de jadear y dijo que esta vez fue la chorreada mas intensa que jamás haya tenido. Inmediatamente fue con Tony y sola agarró la polla entra sus labios y se la chupó hasta que Tony descargó toda su leche. Como siempre, mi mujer se tragó todo lo que pudo. Luego se me acercó y procedió a hacerme lo mismo. Obviamente, tardé poco tiempo y le propiné la segunda chorreada en su boca. Tony hizo el comentario después, algo humorístico, que sintió que mi mujer le iba a sacar los riñones por la verga, es que chupa tan bien…. Dijo.

Alma dijo que tenía sed y fui a comprar unas cervezas. Cuando regresé, estaba ya otra vez el jodido de Tony arriba de mi mujer follándola. Me senté a verla gozar, observando lo bien que el Tony la trataba. No dejaba detalle fuera. Le manoseaba las tetas, la besaba, metiendo la lengua lo más que pudiera. Le apretaba las nalgas, y la polla no dejaba de entrar y salir. Otra ves se chorreó el cabrón y dejó a mi mujer tumbada en la cama, lefa escurriéndose. La cara de felicidad no se la hubiéramos poder quitado, ni bajo amenaza de muerte. Se quedó tirada ahí y nos quedamos toda la noche. A la mañana siguiente, me dio una mamada sensacional, pero no me dejó que la follara hasta dos días después. Todavía le dolía el coñito.

¿Les cuento más?

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