Mi mujer me convirtió en voyeur (3)
Esta es la historia de como se convierte mi marido en voyeur.
Mi esposo es un hombre excelente. Tiene un sentido del humor increíble, es un optimista irremediable que a todo le busca el lado bueno. Siempre ha sido muy trabajador y siempre nos ha dado todo lo que necesitamos y más. El es alto, como seis pies, guapo, al menos siempre me pareció bastante guapo, aunque esté perdiendo el cabello y esté subiendo de peso. Pero los que lo conocen dicen que el lleva su peso bien y no lo consideran obeso en lo absoluto.
Nuestra relación es bastante fuerte, el, como ya saben, empezó a viajar mucho, y yo la verdad nunca me preocupé por el, o sea, yo siempre supe que el me era fiel.
Al principio tomé las noticias de su promoción con exceptisismo, pero una amiga a la que le confío cosas, me hizo ver la situación de diferente manera. Ella sabía la falta de sexo en nuestra relación, y me dijo que si algo sucedería era que la distancia nos iba a ayudar. Se me hizo lógico, pero
Cuando mi esposo regresaba de sus viajes, de una o dos semanas a la vez, los niños lo acaparaban, luego los vecinos querían celebrarlo y para cuando llegaba a la cama, llegaba con unas cuantas cervezas de más. Yo seguía insatisfecha.
Claro que no siempre era así, una vez lo visité en uno de sus viajes y nos dimos una buena fiesta. Antes de irse, casi siempre, lográbamos hacer el amor, pero siempre me quedaba echándole de menos y queriendo mas sexo.
Uno de sus amigos, o ex -amigo, Kevin, llegó un día a mi casa y se dio cuenta de mi situación por accidente, algún comentario que hice, no se, pero sabía de mi situación apremiante. Cuando le veía en calle, por lo regular a la hora de la comida en el restaurante, el siempre se hacía disponible y hablábamos de muchas cosas, y como siempre, terminábamos hablando de sexo. La plática casi siempre sobre relaciones y mas y mas se adentraba al tema de la infidelidad. También durante nuestras pláticas, Kevin siempre encontraba manera de halagarme y de decirme cosas, a manera de comentarios, sobre mi cuerpo. Por ejemplo, me preguntó una vez si hacía jogging. Le dije que si y luego me hizo una pregunta, aparentemente inocente o sin malas intenciones y disculpándose de antemano por la misma, que si me dolían los pechos cuando corría. Le dije de los sostenes sport, y aparte que la verdad pues no tengo mucho. Kevin me dijo que yo tenía suficientes tetas y que de verdad me veía bastante sexy. Palabras halagadoras, y no se habló mas del asunto.
Un día me habló mi marido por teléfono y me sugirió ir a una reunión importante de su compañía para acompañar a Kevin. Me sugirió ir para no estar tan aburrida en la casa y además, Kevin necesitaba la compañía. Me vestí muy conservadora, pero sexy. Traía un vestido negro, corto, arriba de las rodillas, pegado al cuerpo. Todo saltaba a la vista pero nada de escándalo. La verdad me sentía bastante sexy. Durante la recepción acompañé a Kevin y todo estaba lo más normal. Los que me conocían no hicieron muecas ni malos comentarios y los que no, Kevin me presentó como su amiga y esposa de su mejor amigo. Lo más normal.
Como es de esperarse, había comida y bebida. Al final de la fiesta Kevin me invitó un trago y fuimos a un baresito cerca de su condominio. El trago se convirtió en tres luego en cinco y para cuando acordé, se me habían subido. Me sentía bastante bien, un poco mareada pero contenta, pues, a pesar de todo, Kevin es excelente compañía. Lo que si me di cuenta, que conforme pasaba el tiempo, Kevin se me acercaba, me tocaba más, y la plática subía de color. Luego me hizo confesarme sobre amantes pasados, y entre risitas le conté de experiencias con dos ex novios, los únicos dos con los que tuve relaciones antes de conocer a mi marido. Pero se me hacía tan extraño, pues fueron mas experimentos que otras cosas, Mi marido me enseñó bastante sobre el sexo y me hizo cosas que no conocía.
Kevin siguió con sus preguntas, sus jueguitos, me confesó que yo le gustaba, que le gustaba mucho mi cuerpo. Sus manos estaban ya sobre mis piernas y mi hombro. Luego, sin más, me besó.
Ni al principio ni después me resistí. Sus labios me besaron bastante bien, su lengua exploró mi boca y sus manos me recorrían mis piernas. Al principio por afuera, luego por dentro y cada vez mas se acercaba a mi vagina, mientras su otra mano seguía atrapándome contra él. El beso se prolongó, su mano dejó restregar mi vagina sobre mis bragas y despacio subió hacia mis pechos.
Nunca pensé tener la oportunidad de serle infiel a mi marido, y la verdad tampoco fue como si tuviera que tomar una decisión. Estaba tan privada, tan necesitada de sexo que no le dí mucha importancia, ni a mi marido, ni a mi matrimonio. Lo que quería era una polla caliente y entre mas dura, mejor.
Esa noche Kevin me hizo cosas que de verdad me llevaron a las nubes. Pensé que solo mi esposo podría hacer cosas así, pero Kevin también resultó ser bueno para el sexo oral. Antes de empezar a desnudarse el, me había provocado ya un orgasmo intenso.
Me lamió mi rajita por un rato, largo hasta que me provocó el orgasmo. Me dejé caer sobre su sofá con las piernas abiertas, con mi falta echa bolas alrededor de mi cintura y mi tanga todavía puesta. Kevin se puso de pie frente a mi para desnudarse y como si estuviera en una carrera contra reloj, se desnudó dejando su hermoso pene al aire, no estaba mas larga que la mi esposo, pero si mas gruesa, considerablemente mas gruesa, apuntando al techo. Sin tener que ofrecerlo, lo tomé entre mis manos y después de unas cuantas jaladas me lo metí en la boca. Sentir su grosor en mis manos, luego entre mis labios, mandó toques de electricidad a mi rajita. No podía dejar de chupar su verga, pero también quería que me follara. Luego de un rato de sentir su grosor, la piel suave, como satinada de su pene y como a veces sentía como se ponía mas dura y mas grande. Con una mano la jalaba y con la otra le apretaba ligeramente sus testículos, sentí como se apretaron y me di cuenta que estaba al borde de chorrearse. Apreté el paso metiendo y sacando su polla mas rápido por entre mis labios y con la otra mano jalando al mismo tiempo. Kevin me daba palabras de aliento mientras sentía como peleaba con algún impulso de chorrearse. Pero al final gané la pelea y fui recompensada con una dosis bastante grande de semen. Estaba precavida y supe, mas o menos adivinar cuando iba a explotar, a si que pude anticipar y tragarme todo su semen. Continué restregando su polla con la mano y chupando. No perdió rigidez y en poco tiempo me empujó otra vez a que acostara. Me levantó ligeramente las nalgas del sofá para quitarme la tanga y aprovechando que mis piernas estaban al aire, se puso de rodillas al borde del sofá.
Sentí su polla a la entrada y no pensé dos veces, su grosor me hizo gemir y me sentí fuera de mí. No tardó mucho, se enterró hasta la base mientras yo seguía gimiendo. Se dejó caer sobre mí, besándome, mejor dicho, metiendo su lengua en mi boca y apretó el paso entrando y saliendo, volviéndome loca. Esta vez tardó más en venirse. Me folló en varias posiciones mientras me agarraba las tetas, pellizcando mis pezones. En la última posición estaba en cuatro, Kevin detrás de mí agarrando mi culo, follándome como un desesperado a punto de chorrearse, y mi cuarto orgasmo de la noche estaba casi por llegar. Mi orgasmo llegó primero, de alguna manera me mantuve de cuatro sin desplomarme. Kevin se chorreó por segunda vez, disparando su semen, algo sobre mi espalda y culo, y me volví rápida, para pescar lo demás en mi cara y boca. Luego lamí lo más que pude limpiándolo bien, como cuando se la limpio a mi esposo.
Me quedé esa noche con el, a la mañana siguiente lo desperté chupándolo y me volvió a follar. Esta vez de espaldas yo, el arriba, besándome hundiéndose, despacio al principio.
Y al final me dejó satisfecha. Desde hacía mucho no lo estaba.
Así empezó todo. Pensé que sería cosa de una noche, pero Kevin me acosaba seguido. Yo me dejaba llevar por las sensaciones que me causaba, pensando que podía ponerle fin al asunto cuando yo quisiera. Pero Kevin no me dejaba. Incluso una vez me acosté con el aún cuando mi marido estaba en casa cuidando los niños, en una de esas raras veces que estaba en casa por mas de un mes. Y la verdad no se que me pasaba, por esas fechas (creo todavía) mi libido estaba trabajando horas extras y mis deseos de sexo no paraban. Follaba con mi marido en la mañana, luego con Kevin al mediodía y luego le sacaba lo último a mi marido otra vez en la noche. Cuando Mi esposo no estaba, solo quería follar y Kevin no se esmeraba mucho acosándome. Solo tenía que tocarme las piernas, rozar con su mano mis pechos y ya, las hormonas salían disparadas. Pero después de todo y con todo, sigo amando a mi marido, y supe desde el principio separar el sexo del amor.
Luego sucedió el incidente que comenzó estas historias a TR. Kevin me preguntó un día si me gustaba mas chuparle la polla o que me la estuviera metiendo, la verdad, me siento como una puta vulgar, no importa si es la de el o la de mi marido, cuando estoy de rodillas con la verga entre mis labios. Y me vuelve absolutamente loca de lujuria. Claro que cuando me esta follando me encanta también. Así que no supe que decirle, entonces el preguntó que si me gustaría hacer las cosas al mismo tiempo. Me intrigó la posibilidad y las implicaciones, y así fue como nació la idea de follar con dos. OK, el dinero también influyó en mi decisión pero estaba guiada más por el sexo que el dinero.
Después de ver a Mi esposo en el aparcadero, se me vino mi mundo a los pies. Pensé haber perdido a mi familia en ese momento. Todo lo que Mi esposo y yo hicimos juntos se esfumaba por mi calentura, el mejor hombre del mundo me dejaría, y todo por mi estupidez, por no poder cerrar las piernas. Pero como lo dije, es un hombre excelente.
Pues a si sucedieron las cosas, y dice mi marido que les de las gracias por sus comentarios y correos, sigan mandando.