Mi mujer, María.
El preguntó cómo lo hacemos y yo le dije empieza tu con ella y yo miro. Sin pensarlo se quedó en bóxer y comenzó a acariciar a mi mujer. Ella se quedó inmóvil, poco a poco y con mucha maestría la fue desnudando, me miró y me dijo está de muerte.
No sé porque los hombres nos creemos que nuestro miembro es suficiente para satisfacer los deseos de nuestras mujeres. Yo tengo un pene normal y mientras penetro a mi mujer ella se masturba el clítoris para obtener placer, creo que nunca se ha corrido mientras se la meto, aunque ella finge que le gusta, el caso es que le regalé un pene muy parecido a uno de verdad, en tacto y elasticidad, es mas grueso que el mío. Cuando se lo mete después de bien lubricado, veo que grita de gusto. Se sienta sobre el y mientras me la chupa a mí se lo mete hasta dentro y se vuelve loca. Yo le digo que se imagine a otro de carne y hueso penetrándola y me pongo a cien yo también. Ella siempre fantasea con un hombre negro, por la fama que tienen de polla grande. Para consolarme me dice que con mi polla tiene bastante, pero yo sé que no es así. Me propuse comprobar si era verdad o no. Durante unas vacaciones en canarias le propuse hacer un trío y ella con ciertas dudas accedió. Contraté un hombre negro, musculado, alto y me aseguraron en la agencia que estaba bien armado, que mi mujer quedaría bien satisfecha.
Yo la preparé para el momento, ella estaba muy nerviosa y excitada. Yo también. No sabía que iba a sentir al ver a mi mujer follando con otro. Se puso un conjunto de lencería negra con medias y ligueros, estaba impresionante. Mi mujer es delgada, morena, pelo largo liso, un bombón.
Llegó el momento esperado, cuando sonó la puerta eran las 10 de la noche y yo la tenía sobre la cama tumbada y con los ojos vendados para evitar el corte que pudiera sentir en el primer momento.
Le abrí la puerta de la habitación del hotel y era impactante ver ese pedazo de negro delante de mí. Me sentí acomplejado. Pensé, como todo lo tenga igual, va a partir por la mitad a mi mujercita.
El preguntó cómo lo hacemos y yo le dije empieza tu con ella y yo miro. Sin pensarlo se quedó en bóxer y comenzó a acariciar a mi mujer. Ella se quedó inmóvil, poco a poco y con mucha maestría la fue desnudando, me miró y me dijo está de muerte.
El negro comenzó por succionarle los pezones y magrearle las tetas y ella aceleró levemente su respiración, lo tomaba por la cabeza y la apretaba contra sus pechos medianos y redondos, con los pezones en punta.
El bajo por su vientre plano lamiéndola toda, hasta su hendidura mojada y maravillosa. Con una gran lengua rosada y empapada en saliva le lamió el coño por todos lados, ella se dejaba hacer.
Me levanté del sillón desde donde miraba con atención todo lo que allí pasaba y quité el vendaje de los ojos de mi mujer. Quedó impresionada al ver aquel semental, el doble de tamaño que ella.
El la sentó en la cama y sacó su polla descomunal, colocándola ante sus ojos. Mi mujer puso unos ojos como platos. La polla del negro tenía unos 6 cm de grosor y unos 24 de larga, yo miré la mía y la verdad era ridícula compararlas.
Mi mujer la tomó en sus manos y dijo cariño gracias por darme la oportunidad de sentir esto dentro de mí y con mimo la empezó a chupar y agitar mientras acariciaba los grandes testículos de aquel semental.
El negro ya no estaba tan tranquilo, se aceleraba su respiración y parecía que le iba a estallar aquel vergajo, lleno de venas. Yo también aceleraba mi ritmo y me masturbaba a más velocidad.
Ahora era ella la que lo tenía tumbado hacia atrás y encima de él como una muñequita, lo tocaba y besaba por todas partes, me decía que rico está este negro.
La escena no podía ser más morbosa, mi mujer, un negro y yo mirando. Ella toda cachonda y excitada, apoyó su sexo sobre el pollón del negro y abría las piernas todo lo que podía, para metérsela. Lo intentó varías veces, pero no le cabía. Ese tamaño le quedaba muy grande. Se puso nerviosa al ver que no conseguía su objetivo. El la apartó un momento y cogiendo de una bolsa que tenía en la mesita de noche, sacó un bote de vaselina y se roció por toda la polla y le dijo, inténtalo de nuevo. Se sentó nuevamente sobre su polla y se la fue clavando poco a poco mientras gritaba de dolor y ponía una cara desencajada, parecía como si la estuvieran matando. El negro al ver la dificultad la abrazó y la ayudó a deslizarse de arriba, abajo con mucho cuidado. Cada vez que los testículos de él chocaban con la entrada de su coño, ella se encogía y abrazaba con más fuerza a él para evitar ser dañada. Esto ocurrió varias veces, hasta que el dolor se convirtió en un gran gusto. Se veía reflejado en sus caras. Los dos disfrutaban a la vez.
Yo no me lo podía creer, le pedía a voces que la follara más rápido y el negro obedecía sin rechistar. Ahora la levantó de la cama y se sentó en un sillón al lado mío, la sentó de espaldas a él y pellizcando los pezones, la follaba desde atrás. Yo podía ver perfectamente como entraba y salía de su cueva la verga, lo cual me ponía más excitado. Me acerqué más a ellos y comencé a frotarle el clítoris a mi mujer y ella me apartó la mano y me dijo no hace falta estoy sintiendo un placer infinito, me encante cabalgar este pollón. Me acercó hacia ella y me hizo una mamada como nunca, se la metía toda en la boca, me chupaba los testículos, se untó un dedo de vaselina y me lo metió en el culo, agitándolo mientras me hacía una paja.
La escena era de traca. El negro follaba muy bien follada a mi mujer, ella gritaba de gusto que parecía no acabar nunca y a la vez ella me daba un gusto maravilloso a mí, agitando mi verga y moviendo su dedo dentro de mi culo.
Volvimos los tres a la cama, ahora yo hacía un 69 con mi mujer y el la barrenaba por detrás sin miramientos. Yo veía por encima de mi nariz, como entraban y salían aquellos 24 centímetros hasta dentro del coño empapado de mi mujer mientras ella seguía gimiendo de gusto chupándome a mí la verga.
Una de las veces el pollón salió entero del coño de María y que conste que yo no soy maricón, pero me entró unas ganas de agarrar ese vergajo para calibrar su grosor y no me corté, yo mismo lo coloqué nuevamente en la entrada de su coño. Era como un vaso de tubo, pero más largo y chorreaba líquido pre seminal.
En un momento dado, me corrí en la boca de María y ella comenzó a gritar al negro. No pares…, no pares…, fóllame más fuerte y córrete dentro de mí, cabrón, que vea mi marido el gusto que me estás dando. Yo me aparté y mirando vi como se corrían los dos. El daba unos gruñidos secos y ella unos gritos muy altos y entrecortados.
Los tres acabamos satisfechos y cansados jadeando como perros, miré el sexo de María y lo tenía irritado, rojo y abierto como nunca.
Como os dije al principio del relato, ya no se conforma con mi polla, ahora necesita verse mas llena. Este era mi temor, pero no me importa, hemos probado con otros hombres, incluso hemos probado con alguna mujer y cada vez nos gusta más a los dos esta situación.
La primera vez lo hicimos pagando, pero ya no hace falta, ahora conseguimos hacer estos tríos contactando con gente por internet.
Para algún interesado o interesada nuestro correo es loborasputin@terra.es