Mi mujer, la peluquera
Mi mujer y un cliente en su peluquería
Mi mujer es peluquera y los viernes no cierra a medio día. se queda en la pelu a comer y cuando no tiene clientes cierra la puerta y come tranquila. cuando yo llego llamo y me abre. Suelo llegar sobre las 5.
Ese viernes llegue un poco antes y estaba cerrado, como de costumbre. Cuando llamé tardó un poco en abrir y me dijo que estaba en la zona de estética con un cliente haciendo la cera. Le besé y me dijo que tenía que continuar a lo que asentí y me senté en la recepción con el ordenador.
Oía cuchicheos provenientes del gabinete, pero no le di importancia. Éstos no cesaban así que, sin hacer ruido me acerqué a la puerta, que no estaba cerrada del todo. Me asomé y lo que vi me puso el corazón a mil: mi mujer le hacía la cera a un joven en la zona púbica y el cabrón estaba totalmente empalmado. El chaval calzaba un pedazo de polla de campeonato. Mi mujer la sujetaba con la mano mientras ponía cera y la quitaba. de vez en cuando le bajaba un poco la piel y se la subía. Yo estaba alucinando, no esperaba que mi mujer fuera así, pero me gustó.
El chico se animó y empezó a acariciar el culo de mi mujer, ésta se agachó y empezó a chuparle polla. Yo estaba súper excitado y comencé a acariciarme por encima del pantalón viendo la escena.
Mi mujer se incorporó, se bajó los pantalones y las bragas y se subió a la camilla para introducirse ese palo de carne. Bajó lentamente, disfrutando de cada centímetro de piel que rozaba su interior. Supuse que el hecho de que yo estuviera allí sin "enterarme de nada" la excitaba sobremanera.
Luego de un rato de silenciosa e intensa cabalgada, bajaron de la camilla. Mi mujer apoyó su pecho en la camilla ofreciendo su culo al desconocido. Éste, sin pensárselo dos veces, aceptó el ofrecimiento y puso la punta en el agujero. Lentamente vi desaparecer la vara de placer. Luego observé como incrementaba el ritmo hasta que pensé que le iba a hacer daño de lo fuerte que le daba. En esa estaba cuando vi como el chico se quedaba casi petrificado después una embestida y supe que se había corrido. Los dejé así y me volví a la recepción, pensando en que por la noche, en casa, íbamos a pasarlo en grande recordando el polvazo del gabinete, como así fue.