Mi mujer, la lencería, mi regreso de fin de semana
Después de la confesión de mi mujer, de como ha entrado de lleno en el mundo del sexo y como ha planeado todo para embaucarme en su aventura, regreso a mi casa para que me explique todo lo ocurrido.
Nota: Puede leerse como relato independiente, aunque es continuación de “Mi mujer, la lencería, las fotos”.
Soy Nacho. En el viaje de regreso a mi casa, con mas de diez horas de vuelo por delante no hago mas que dar vueltas a mi cabeza de lo ocurrido mientras he estado fuera del país. Sara, mi esposa, ha confesado como tenia todo planeado antes de mi partida hace ya cuatro semanas.
Me hizo creer que a través de fotos eróticas vestida con lencería, en la lejanía, me servían para tenerla en mis pensamientos, sobre todo en los más lujuriosos. Creía que todo esto lo había comenzado yo y que ella era una victima de mis peticiones. Que lejos de la realidad y como de engañado me había tenido. Además, para sus fines involucro a nuestros amigos. He llegado en momentos a odiarlos.
Diez horas eternas de vuelo sin dormir, ensimismado en mis pensamientos y enfadado sobre todo conmigo.
Por fin tomamos tierra. Eran las 12:30 del medio día hora de España. Por delante tenia un día y medio. El domingo por la noche tendría que coger un vuelo de vuelta. Bajamos del avión, recogí el poco equipaje que llevaba y me dirigí a la salida.
Allí estaba Sara. Es rubia, ojos azules, 1,68m con un cuerpo de muy buen ver para una mujer de 45 años. Grandes pechos, aunque algo caídos por los tres niños que ha criado, con una cintura no tan marcada como quisiera y un culete redondito, le encanta correr y hace algo de ejercicio todos los días, pero no en gimnasio.
Me miraba inexpresiva, esperando a una reacción mía que no llegaba. Mientas me acercaba a ella pude comprobar lo espectacular que era. Estaba con una blusa de seda suelta que permitía imaginar los grandes atributos que se escondían, un pantalón blanco muy ajustado que marcaba su cintura y su increíble culo, y esos zapatos de tacón de aguja que la hacían las piernas larguísimas. Comprobé que no solo era el centro de mis miradas, también lo era de los que estaban a su alrededor.
Una vez a su lado la salude con un “hola” muy seco, a lo que ella contesto con una sonrisa forzada. La situación era tensa. Nos dirigimos al coche mientas me preguntaba por mi estancia en Sudamérica y por el viaje. Yo contestaba con frases muy cortas.
Me dio las llaves del coche y nos subimos. Antes de arrancar dijo que debía escucharla antes de tomar ninguna decisión, no debía de precipitarme en mi decisión o en sacar conclusiones. Me lo pidió entre sollozos. No la conteste.
Pregunté por los niños, los había dejado con mi hermano en su casa. Comeríamos juntos el domingo, así podríamos tener el resto del tiempo para estar solos y poner en claro nuestro futuro
Durante el trayecto estuvimos muy callados. En un par de ocasiones me intento dar la mano, yo aparte la mía. Llegamos a casa y me fui directo a nuestra habitación, me quité la ropa y me metí en el baño. Cerré la puerta con pestillo. No quería que entrara.
No sabia que hacer. ¿Debía de coger de nuevo mi maleta y marcharme? ¿debía de escucharla? o simplemente debía de echarla de casa. Mientras me secaba noté como intentaban abrir la puerta, no hice caso. Tarde más de lo normal en salir de baño. Sara estaba sentada en nuestra cama. No se había cambiado de ropa y tenia lagrimas en los ojos. Mirándola fijamente dije que la lagrimas se evitan si evitas los actos. Agacho la mirada y comento que la escuchara. Fuimos al salón, me senté en el sillón de uno y la indiqué que tenia toda mi atención, que cuando quisiera comenzara.
Lo primero que dijo es que no era lo que parecía, tenia que escucharla para tener una opinión. Dije que de momento lo que parecía es que había follado mas en cuatro semanas que en toda la vida de casados. Lo único que faltaba es que dijera que también se había follado a mi hermano y a su mujer.
Miro con ojos de culpabilidad. No me lo podía creer. ¡Lo había hecho! Se había follado también a mi hermano. Me levante del sillón diciendo que había cosas que no se podían explicar por mucho que quisiera. Mis amigos me habían hecho un cornudo, pero con mi hermano, eso no tenia perdón.
Imploró que escuchara y que no sacara conclusiones precipitadas. Me volví a sentar y pedí que empezara.
Hace ya un año, Eva, mi jefa pidió que si podía el miércoles quedarme el día completo en la tienda. Sabes que solo me gusta trabajar por la mañana para poder estar luego con los niños, pero como debía salir de viaje comente que lo haría. Cuando cerrara a las 21:00 vendría su marido, Manolo a recoger las llaves por que al día siguiente a las 08:00 llevarían genero.
Tu, Nacho, ese miércoles te fuiste también de viaje y regresando el jueves por la noche. Además, la mujer de tu hermano insistió en quedarse con los niños así yo no estaría pendiente de tener que ir a recogerlos cuando saliese de la tienda.
Sobre las 20:00 de día en cuestión me llamó Manolo para pedirme que si podía acercarle las llaves a su casa. Había Champion League y tendría invitados. Como su casa está a cinco minutos de la tienda y no tenia niños que recoger le dije que no me importaba.
Algo mas tarde llamó Eva quejándose de la cara de su Marido por no ir a la tienda. Los invitados eran amigos comunes, Marcos y Pedro, con los que tenia la suficiente confianza como para dejarles solos y acercarse a la tienda. Pidió que, a parte de las llaves, llevara la caja recaudada en el día y una bolsa que había en el almacén que ponía “Llevar a Casa”.
A las 21:00 cerré la tienda y paseando fui a casa de Manolo y Eva. Llamé al interfono del portal y abrió indicándome que subiera. Cuando llegue, la puerta de la casa estaba abierta y se oía la televisión. Cerré y entré en el salón. Como dijo Eva, estaban Marcos y Pedro con Manolo.
Me pidieron sentarme en un sofá, entre Marcos y Pedro. Los tres estaban atontados con el futbol y no hacían mas que gritas y protestar. Manolo se levanto y trajo un vaso con bebida. Me lo dio diciendo “cuando hay futbol tomamos Gin-Tonic, ahora en el descanso ponemos algo de picar”. Le dije que me iba a casa, pero no me hizo ningún caso.
Me acomodé y me tomé el Gin-Tonic. La verdad es que tenia sed y estaba muy rico.
En descanso del partido fue una desconexión para ellos. A mi llegada no me hicieron ningún caso, pero una vez pito el arbitro el descanso, los tres me agasajaron. Estaban el chándal, contaron que esos días de futbol no paraba de moverse y saltar, que les perdonara, pero era la ropa mas cómoda para estas ocasiones. Manolo me ofreció cambiarme si estaba incomoda con a lo que yo le indique que estaba bien así. La verdad es que llevaba todo el día con la ropa y esos malditos zapatos de tacón que a esas horas se dejaban notar.
Fueron a la cocina y trajeron distintos platos con comida y unas botellas de vino. Yo dije que me iba a casa, que estaba cansada, a lo que contestaron que sabían que estaba sola y tendría que hacerme cena, allí estaba todo ya puesto. Además, después del partido o Pedro o Marcos me acercarían a casa.
Comenzamos a picar y sirvieron vino. Parece que iba ganado su equipo y no hacían mas que brindar. Yo empezaba a sentirme un poco chispada así que decidí parar de tomar más vino. Empezó de nuevo el partido y Manolo trajo cuatro Gin-Tonics, uno para cada uno. Le indique que no quería mas, pero no me hizo caso.
Cada buena jugada era un brindis al que hacían sumarme. No llevaba la mitad del segundo tiempo y las bebidas estaba casi acabadas. Me increparon a que la terminara para traer otra. Les dije que no quería mas y contestaron que el día del futbol todos o ninguno. Me terminé la bebida y al instante ya teníamos otros cuatro Gin-tonic en la mesa.
Me encontraba algo mareada y acalorada. Llevaba puesto un traje de chaqueta beige. La falda era a mitad de muslo, por lo que tenia que tener cuidado al sentarme, sobre todo por que se podían ver las parte de arriba de los pantis. Con el calor que tenia, lo mejor era quitarme la chaqueta, pero debajo de esta llevaba una camiseta de tirantes muy pegada, que, al llevar la chaqueta, no se notaba que era camiseta y parecía un top.
No podía mas con el calor, y decidí quitarme la chaqueta. Tenia que haberme puesto mas cómoda como me dijo Manolo. Tonta de no haberlo hecho. Una vez quitada la chaqueta, mis grandes pechos se marcaban perfectamente por la camiseta, fue Marcos quien dijo “Joder Sara, se acabo el futbol”, a lo que todos reímos. Pedí perdón y al unísono comentaron que no pasaba nada, pero que ahora tenían dos sitios donde mirar.
Necesitaba ir al baño, pero no quería levantarme, me daba vergüenza que me vieran marcando tetas. No tuve más remedio y opté por ir, no aguantaba. Me levanté excusándome y los tres al unísono clavaron sus ojos en mis tetas.
Dirigiéndome a mi marido dije: “Nacho, tu sabes que es algo que no me gustaba, por eso siempre vestía con ropa ancha que no dejara entrever mis grandes tetas.”
Mientras salía del salón podía sentir sus miradas en mi culo. Antes de salir, y no se por que lo hice, paré y agachándome sin doblar las piernas, les di una visión mucho mejor de mi trasero. La falda, al no ser muy larga, seguro que les dejo ver algo mas de la cuenta, sobre todo el inicio de mis piernas.
Al llegar al baño no podía creer lo que había hecho. Hice mis necesidades y al mirarme en el espejo pude ver como mis pezones se marcaban en la camiseta. El sujetador que llevaba era de media copa por debajo de los pezones, tapando estos una fina tela que dejaba ver como se marcaban. No podía salir así, se darían cuenta. Cada vez que lo pensaba, mas duros se ponían. No se que pasaba, pude que fuese el alcohol, o puede que la situación.
“Nacho, sabes que nunca me ha gustado exhibirme”.
Esperé un poco, pero no bajaba la dureza. No tuve mas remedio que ir hacia el salón esperando que con el futbol no se dieran cuenta. Nada mas entrar, los tres clavaron sus miradas en mis tetas. Lo mas rápido que pude me volví a sentar cruzando mis brazos sobre mis pechos. Ellos no hacían mas que ofrecerme comida y bebida para que quitara los brazos.
Por fin termino el futbol. Los tres estaban contentos por que había ganado su equipo. Para celebrarlo pusieron un Gin-Tonic mas. Dije que no quería y no quisieron respetar mi decisión. Pregunte si tardaríamos mucho en irnos a lo que contestaron que en cuanto nos tomáramos el Gin.
Hablaban del partido y Manolo comentó que era una pena que a Nacho, mi marido, no le gustara el futbol. Solían verlo los tres juntos y a veces se sumaban las mujeres si era en fin de semana. Así aprovechaban para verse y estar juntos.
Entonces la conversación paso del futbol a mi. Comentaban que era normal que a Nacho no le gustara el futbol con la mujer que tenia en casa. A ellos les pasaría lo mismo. Estarían todo el día follando como conejos. Rieron, y entre las risas, no se por que dije “Pues ni futbol ni follar”. Las risas se cortaron de golpe y se hizo un silencio en la habitación. Manolo rompió el hielo diciendo “Venga ya, te estas quedando con nosotros. Si tuviese una mujer como tu aprovecharía cualquier momento.” Los demás asintieron.
Pedro pregunto: “¿Vosotros donde es el sitio mas raro donde lo habéis hecho? ¿Dónde fue la situación mas rara y con mas morbo?”
Marcos enseguida comento que el sitio con mas morbo fue con su mujer María en los baños de un avión, sobre todo por que la azafata golpeaba la puerta llamándoles la atención por el ruido que estaban haciendo. Cuando salimos del baño todo el pasaje nos estaba mirando. Todos nos reímos.
Pedro indico que estando de vacaciones en la playa con su mujer, en Lanzarote, a Ana y a le les entraron unas ganas locas de follar. Se fueron detrás de unas dunas, extendieron una toalla y se pusieron los dos como locos. Cuando estaban en plena faena, aparecieron por las dunas un guía y un grupo de turistas. Algunos se pusieron a aplaudir. Parece que nos pusimos en una zona donde pasaban excursiones viendo las dunas. Las carcajadas de los cuatro fueron sonoras.
Manolo contó que con Eva un año de vacaciones en un chalé alquilado con su hermano, la mujer de este y los niños, después de un día de playa agotador terminaron de comer y les tocaba a ellos recoger la mesa. Los demás fueron a echar la siesta. Mientras recogían se metían mano el uno a otro y el grado de calentura era muy alto. Una vez terminaron de recoger subieron a las habitaciones sin dejar de abrazarse y besarse. Entraron en la habitación que estaba a oscuras, se desnudaron, Eva apoyo sus manos en un baúl a los pies de la cama y empezaron a follar como locos. Cuando los ojos se hicieron a la oscuridad de la habitación, encontraron a su hermano y su mujer, tumbados en la cama mirándolos. Se habían equivocado de habitación. Todos reímos con la historia.
Te toca Sara, cual es tu historia, indico Manolo. Quede paralizada, no tenia ninguna historia que contar. Nacho, eso me preocupo, el sexo que tenemos tu y yo es siempre en casa y de lo mas tradicional, siempre en la cama y como mucho dos veces por semana.
No tengo anécdotas como las vuestras, les comenté. Venga, algo tendrás que contar indico Marcos, aunque sea algún escarceo sin tu marido, Nacho.
Sara: La verdad es que no, ni tengo anécdotas ni he tenido nunca ningún escarceo. Solo he estado con dos hombres en mi vida, con un novio que tuve durante un año y con Nacho, mi marido, nada mas. No hacemos las cosas que habéis hecho vosotros.
Los tres se quedaron callados escuchando a Sara. Ninguno se podía creer que esa hembra tan monumental tuviese escasez de sexo. Marcos preguntó “¿Y ni siquiera en los probadores de una tienda o unos grandes almacenes? Por el morbo que genera todos lo hemos hecho allí, ¿Vosotros no?”
Manolo y Pedro asintieron, incluso indicando que lo habían hecho repetidas veces. Yo, negué con la cabeza.
Pare de contar y pregunté en ese momento a Nacho ahora que estábamos sincerándonos. Me llama la atención que todas mis amagas y todos tus amigos, hayan tenido experiencias sexuales morbosas, y nosotros nunca. ¿Por qué?
No sabia que contestar. Sara tenia razón, nunca habíamos estado en situaciones límite. La miré a los ojos y dije: “Cada uno tiene formas y maneras de hacer el amor. No hay que tener situaciones limite para disfrutar de ello. No lo hemos hecho por que nosotros disfrutamos a nuestra manera y es la que nos gusta. Continúa contando”
Sara retomó la narración. Ninguno de los tres podía creer lo que les contaba. Empezaron a subir de tono sus comentarios y a mi me llamó la atención que me alagaban, aunque lo hicieran de manera soez. Dijeron cosas como que si ellos fueran mi marido me comerían las tetas en cualquier lugar, y si había gente mejor para dar envidia. Que ese culo no pasaría hambre en ningún probador de esta ciudad, y así, un montón de salvajadas más que me hicieron reír.
Manolo pregunto de nuevo “¿Y cual seria vuestra fantasía? ¿Qué os gustaría hacer?
Pedro enseguida dijo: “Un Gang Bang inverso. Yo con 6 o 7 mujeres dándome placer por cada poro de mi cuerpo”. Marcos comentó: “A mi me gustaría hacerlo en el tren AVE, pero en los asientos y con el vagón lleno.”
Manolo me preguntó, ”¿Sara, cual es la tuya?” No supe que contestar, la verdad es que nunca me había planteado ninguna fantasía y así se lo dije. Ninguno me creyó y así me lo dijeron. Tuve que insistir para convencerles de que era verdad.
“Y tu Manolo? Pregunté. Pues la mía es muy sencilla y a la vez muy complicada. Mi fantasía eres tu, Sara.
Se hizo un silencio en el salón que rompió Marcos y Pedro diciendo que ellos cambiaban de fantasía, se apuntaban a la de Manolo. En ese momento me puse colorada y alagada a la vez. Estaba chispada y solo se me ocurrió decirles “pues pedir permiso a Nacho”. A los pocos segundos vi mi error, con mi contestación parecía que yo si que quería y eso posiblemente les dio pie a seguir.
Manolo dirigiéndose a Marcos y a Pedro comentó “Chicos, si Nacho la tiene como su hermano, no creo que nosotros podamos dar el mismo placer a Sara”.
“¿El hermano de Nacho? ¿Cómo la tiene su hermano?” les pregunté.
-Manolo: “Pues dicen de buena fuente que mide unos 23 centímetros”. Yo me reí y creo que por el nivel de alcohol le contesté “Nooo, la de Nacho no debe de pasar de los 14 centímetros”: Acto seguido me llevé la mano a la boca en señal de haber hablado demasiado. “¿14?” Preguntaron al unísono. “Entonces tenemos aún oportunidad de nuestra fantasía” y todos rieron.
Yo dije que no se cumpliría su fantasía, entonces Manolo, sentándose a mi lado y agarrando mi mano me dijo: “Sara, me imagino que cumplir nuestra fantasía es muy difícil, podrías por lo menos darnos algo que nos permita seguir soñando. Sería algo que no te compromete, de lo que no tendrás que arrepentirte y que a nosotros nos haría muy felices”.
“¿Qué es lo que puedo hacer por vosotros?” les pregunté.
-Manolo: “Verás, todos hemos estado juntos en la playa con nuestras familias. Te hemos visto en bañador unas cuantas veces. Y lo mismo que el bañador es la ropa interior. Nos encantaría poder verte en ropa interior. Simplemente eso”.
-Sara: “Uff, eso no es lo mismo, no tapa lo mismo un bikini o un bañador que la ropa interior. Y no es lo mismo estar todos en la playa que los cuatro solos en tu casa. Además, no tengo nada que ponerme.”
-Manolo: “Bueno, Aquí siempre hay lencería que trae Eva de la tienda. De eso sabes mucho al trabajar con ella. Quizás encontremos algo. La verdad que harías felices a tres pobres hombres.”
No sabia que hacer. Mis pensamientos por el alcohol estaban confusos. Solo pensar en la situación me excitaba. Además, solo era ropa interior, algo parecido a un bikini.
Sara: “Bueno, pero solo si encontramos algo que pueda ponerme y no sea excesivamente picante”
Nos levantamos los cuatro y fuimos a buscar por la casa. Casualidad que la bolsa que llevé de la tienda contenía precisamente ropa interior. Alguno de los modelos de la bolsa eran de mi talla. Me fui a una habitación a cambiarme.
-Manolo: Una petición mas, podrías ponerte la lencería y salir vestida con la ropa de calle. Me gustaría que te la quitases delante de nosotros”.
-Sara: “Oye, eso es un estriptis, me estas pidiendo mucho. Eso no lo haré”.
-Manolo: “Venga mujer, que mas te da salir con la lencería que quitarte la ropa delante de nosotros. Al final el resultado es lo mismo”.
Dije que no y me fui a cambiar. Abrí la bolsa y saqué todos los modelos. La mayoría estaban completos con liguero y medias. Solo había dos modelos de mi talla y a cuál mas picante. El resto eran mas normales, pero estos dos dejaban muy poco a la imaginación. Los dos los conocía de la tienda e incluso uno de ellos me lo había probado.
Decidí ponerme el que conocía. El otro modelo se veía mas pequeño y dejaba enseñar mucho mas, era mas transparente en el sujetador y en el tanga. Me miré al espejo y el sujetador de media copa permitía que mis pezones se vieran a través de parte de la tela muy calada del sujetador. Y el tanga tapaba poco por delante y nada por detrás. Me coloqué mis zapatos de tacón y me volví a mirar. Estaba estupenda. La situación me excitaba y comencé a sentirme algo mojada. Era la primera vez que sentía un cosquilleo en el estomago por el morbo que producía. Mostrarme ante tres hombres en ropa interior. Para mi forma de ser y mi educación era toda una aventura.
El grado de alcohol dejo paso a mi conciencia y esta me decía que no debía salir así, esto no era un bikini. Estuve a punto de dar marcha atrás, pero podía mas mi calentura y el morbo que me producía por primera vez en mi vida. Al final decidí vestirme con la ropa que traía añadiendo una blusa de Eva y no salir así directamente. Me tendría que pasear menos mostrando mi culito.
Regrese al salón y estaban los tres sentados en el sillón grande. En ese momento me sentí deseada. Sus miradas recorrían todo mi cuerpo. Estaba de pie delante de ellos completamente cortada. Todo era silencio. No podía hacerlo.
Manolo se levantó a poner música. Por lo menos rompió el silencio. Comenzaron a decir halagos como “Eres preciosa. Eres el sueño de cualquier hombre”, todo eso me dio fuerzas para empezar a moverme lentamente. Empecé a desabrochar el botón de arriba de la blusa y Manolo me paró pidiendo por favor, primero súbete lentamente la falda hasta que tu quieras, luego te la quitas y lo último la blusa.
Así lo hice, comencé a subir mi falda lentamente. Cada milímetro de mi muslo se iba viendo. Llegue hasta que ya no había mas medias y se comenzaba a ver las tiras del liguero. Pare justo antes de que se pudiese ver el tanga. Los tres miraban sin perder detalle. Lentamente fui dando la vuelta para que me viesen por detrás. No se por que, me di un pequeño cachete en mi nalga. Los tres a la vez se llevaron la mano a su paquete y enseguida la quitaron, creo que lo estaban colocando.
De espaldas, empecé a bajar muy lentamente la cremallera de la falda. Desabroche el botón y la deje caer al suelo. Mi blusa me tapaba justo por debajo de mi culito, por lo que solo tenían visión de mis piernas.
En ese momento me sentía la mujer mas deseada del mundo. Tenía la sensación de ser el centro del universo y todo ello me agradaba.
Me puse de frente a ellos y desabroché cada uno de los botones de la blusa. Intentaba que no se viese nada. Con el último botón sujete la blusa por abajo para que no se abriese. Me gire dando la espalda. Giré mi cabeza para ver su reacción cuando bajara la blusa, cosa que hice despacio, dejando ver primero mi espalda y parando a mitad de mi culo. Me movía al son de la música. Deseaba hacerles sufrir. Estuve a punto de parar y marcharme, no se por que había algo dentro de mi que me empujaba a continuar.
Deje caer la blusa al suelo enseñando mi culito, Sabia que ni la tira del tanga se veía. Los tres se echaron para adelante en el sillón. Sus miradas hacia mi culo eran lujuriosas. Me pidieron que me diese la vuelta, que no les hiciera sufrir mas. Así lo hice, mostrándome de frente a ellos. Los halagos subieron de tono. Alguno llegó a ser soez, pero no me importo. Sabía que estaban viendo mis pezones completamente duros que se marcaba en el sujetador. El tanga al ser tupido no dejaba ver la fina línea de vello que tenia en mi pubis. Me sentía mojada.
Me agache a recoger mi ropa, tapándome con ella. Los tres me pidieron insistentemente por favor, que me pusiera otro conjunto. Yo sabia que con el otro conjunto enseñaría demasiado y me negué. Ya habían tenido lo que querían y el otro conjunto era enseñar demasiado.
Me fui a la habitación escuchando los ruegos de los tres. Cerré la puerta y comencé a quitarme el conjunto de lencería. Estando desnuda llevé mi mano a mi rajita y comprobé que estaba empapada. Al tocarme un calambrazo recorrió todo mi cuerpo. No entendía como esta situación me tenia así. Me había puesto a cien.
Cogí mi ropa interior, pero cuando estaba empezando a ponérmela algo me decía en mi interior que saliese con el otro conjunto. Me quedé parada y me puse el otro conjunto, diciéndo que si enseñaba mucho no saldría.
Me miré al espejo y me vi arrebatadora. El sujetador de color negro tenia casi toda la tela de encaje dejando transparentar perfectamente mis grandes pechos. El tanga, mucho más pequeño que el otro, tapaba con dificultad y su transparencia permitía ver perfectamente mi pequeña línea de vello y sobre todo, dejaba ver mi rajita. Este conjunto no dejaba nada a la imaginación. Era casi como ir desnuda.
Seguía escuchando los ruegos de los tres. Había dos Saras en mi, la que me decía que no saliese así y la que me empujaba a salir. En la bolsa de los modelos de lencería había también una pequeña bata negra de seda. Me la puse y tapé todo el conjunto. Llegaba justo por debajo de mi culito, dejando ver el liguero.
Salí al salón con el pensamiento de abrir la bata y cerrarla, dando tiempo a que viesen el conjunto, pero no a que se deleitaran con mi cuerpo. Delante de ellos, la excitación era enorme. Sabia que lo que estaba haciendo no era lo correcto, pero algo me impulsaba a estar allí de pie, frente a tres hombres que, aunque conocidos, nunca habían visto mi cuerpo con tanto detalle.
Abrí lentamente la bata dejando ver mi cuerpo. La intención era cerrarla, pero algo en mi hizo dejarla caer al suelo. Allí estaba, delante de ellos mostrándome. Los comentarios me ruborizaron a la vez que me excitaron mas. Los pezones estaban a punto de estallar de lo duros que los tenía y, creo que los fluidos de mi rajita se dejaban ver entre lo poco que tapaba el tanga.
Sin que ellos lo pidieran, me di la vuelta mostrando mi culo, sacándolo un poco para que ellos pudiesen contemplarlo en detalle. Estuve unos segundos y volví a ponerme frente a ellos. Manolo me pidió que pusiera mis manos en mis pechos y los amasara lentamente. Me quedé paralizada con la petición. Algo en mi me obligaba ha hacerlo. Agarre mis pechos y suavemente los amase. Mis pezones estaban muy sensibles. Es una de las partes de mi cuerpo donde mas sensibilidad tengo y simplemente rozarlos me estaba encendiendo. Dirigí mis dedos hacia mis pezones y los apreté. La sensación era indescriptible. Empecé a tener un pequeño orgasmo. Creo que lo notaron. Mire a su entrepierna y podía ver grandes bultos que denotaban también su excitación.
Paré de tocarme, cogí la bata y me la puse. Desde luego, esa no era yo. Nunca se me hubiese ocurrido hacer este tipo de cosas. Las sensaciones eran contradictorias. Si alguno de ellos me hubiese pedido que me quitara el sujetador, no se si lo habría echo.
Sin decir mas, me fui a la habitación a vestirme. Ellos se quedaron callados mirándome. Entré en la habitación y dejé la puerta entornada. No se por que lo hice. Desde el salón se podía ver que no estaba cerrada. Encendí una pequeña lamparita de la habitación y apagué el resto de las luces. Me puse de espaldas a la puerta y comencé a quitarme el conjunto de lencería. Podía ver a través de un espejo de la habitación que había sombras en la puerta. Debían estar los tres mirando por el poco espacio que había entre la puerta y el marco. Me quite lentamente el liguero y las medias, recreándome en cada una de mis piernas. Me baje el tanga y por ultimo, me quité el sujetador. Me fijé en la puerta y estaba un poco mas abierta. Ahora lo tenia claro, estaban mirando.
Solo me podían ver de espaldas, giré un poco para que pudiesen contemplar la silueta de mis pechos, pero sin llegar a ponerme ni siquiera de lado hacia ellos. Con la luz que había y dándoles la espalda su imaginación tendría que ponerse en marcha para adivinar que se escondía en mi desnudez. Me puse mis braguitas, cogí el sujetador y cuando lo tenia justo para ponérmelo, lo dejé caer. Me agache sin doblar las piernas. Ellos podían ver mi culito y brevemente tuvieron que ver como mis pechos colgaban. Me coloqué el sujetador y terminé deponerme la ropa. Estaba mas mojada que al principio de vestirme.
Salí al salón y los tres estaban sentados, disimulando que hablaban del partido. Yo sabia que habían visto como me vestía. Dije que me tenia que marchar y Pedro se ofreció a llevarme. Nos despedimos con un beso en la mejilla dándome las gracias por el día de hoy.
Durante el trayecto a casa hablamos de los niños. Al llegar, Pedro me acompañó hasta la puerta, abrí y acercándose a mi oído dijo “Gracias, no voy a poder dejar de pensar en tí en esta noche”. Me dio un beso cerca de mis labios y se marchó.
Entre en casa, fui a nuestra habitación, me desnudé tirándome en la cama. Comencé a pensar en lo que había pasado, en cada momento de esta tarde-noche. Me excitaba con cada recuerdo y comencé a masturbarme. Cada orgasmo iba seguido de otro más, no podía parar y los recuerdos se amontonaban. Después de encadenar un orgasmo que duro mas de diez minutos terminé rendida. Tal y como estaba, quedé dormida. Antes de amanecer, me desperté y estaba muy mojada. Mi rajita estaba empapada y era por el sueño que había tenido. En el, tres hombres me follaban de todas las maneras posibles. No se iba de mi cabeza. Intentaba dormir, era imposible, le daba vueltas a lo mismo.
Por fin quede dormida y me despertó la luz del sol al entrar por la ventana. Otra vez esos pensamientos me rondaban, no podía quitármelos de la cabeza. Empezaba a pensar en como seria la situación, en como me gustaría que fuese la situación. No llegaba a ni siquiera a definir el principio, me excitaba y volvían mis pensamientos al inicio. Solo tenia en la cabeza un momento, yo rodeada de tres hombres que no conocía. Estaba claro, tenia una fantasía, era la primera que tenia una en mi vida y además relacionada con el sexo.
Pare la explicación y me quedé en silencio mirando a Nacho. Estaba con los ojos como platos. No se podía creer lo que le estaba contando.
-Nacho: “Y por que no me dijiste nada, por que no me pediste a mi, tu marido, que teníamos que cambiar respecto al sexo”.
-Sara: “Lo hice, a mi manera lo hice, pero no reaccionabas y solo querías lo tradicional, incluso intenté chupártela un par de veces y me paraste. Los pensamientos que tenia cuando estaba contigo me llevaban a mi fantasía, a pensar que estaba con otro”.
-Nacho: “¿Y todo esto provoco esta situación que tenemos? ¿Esto es lo que provoco que te acostaras con todos nuestros amigos y amigas?”
Sara miro a Nacho pidiendo compasión y diciéndole que no, que ese fue solo el principio de todo pero que tenia que seguir escuchándola para poder valorar realmente lo que ha ocurrido y no tomar decisiones erróneas.