Mi mujer, la lencería, mi regreso de fin de se.Fin

Después de la confesión de mi mujer, de como ha entrado de lleno en el mundo del sexo y como ha planeado todo para embaucarme en su aventura, regreso a mi casa para que me explique todo lo ocurrido.

A las diez de la mañana Nacho despertó a Sara. Le dijo que la esperaba en el salón. Tenían que seguir hablando. Nacho no pudo casi dormir. Era sábado y al día siguiente tenia que tomar de nuevo un avión hacia Sudamérica.

A los pocos minutos apareció Sara. Llevaba una bata corta que atada a la cintura. Dejaba ver sus hermosas piernas y marcaba su figura. Sus grandes tetas estaban imponentes. Nacho se la quedó mirando. La rabia le llenó de repente. No podía creer que estuviesen en esta situación.

Sara se paró frente a Nacho. Le pregunto si quería un café. Nacho asintió con la cabeza. Se fue del salón con la mirada de Nacho en el cuerpo de Sara. Volvía una y otra vez a dar vueltas a su cabeza la misma pregunta: “¿Por qué hemos llegado a esta situación?”. Sara le dio el café a Nacho y se sentó frente a el.

“Te escucho” dijo Nacho.

Durante unas semanas me negué a quedar con cualquiera de ellos. Diariamente me preguntaban y me pedían citas en el apartamento de Manolo, pero yo me negaba a ir. Después de la primera semana de solo mensajes, comenzaron a mandarme videos donde se veía a mujeres con grandes pechos como yo disfrutando con dos o tres hombres a la vez. Los vídeos cada vez eran más subidos de tono. Lo videos que en un principio duraban uno o dos minutos comenzaron a durar mas de 20. Me excitaba muchísimo verlos, incluso llegaba a pajearme. Yo no les contestaba.

Los vídeos fueron subiendo de tono, los que mandaban comenzaban a tener hombres de color e incluso juguetes enormes. Cada vez eran mas sucios. A mí me excitaban de sobremanera.

Durante un mes no paraban de mandarme mensajes y videos los tres. A ninguno contesté.

Una tarde que estaba sola en casa y a los niños los recogía tu hermana y los llevaría a su casa hasta la hora de la cena, me empezó a rondar por la cabeza el apartamento de Manolo. Estaba claro que era un picadero. Tenia una imagen de como era en la cabeza, pero ya no recordaba ciertos detalles. Me acordaba de la cama, no recordaba el salón, ni el baño. ¿La cocina se usaría? Me entro la curiosidad. Tenia una llave que me dieron. Eran las cinco de la tarde y no creo que hubiese nadie allí. ¿Y si lo había? Podría decir que se me perdió un pendiente, no era raro con todas las vueltas y revolcones que me dieron.

Sin pensarlo, me vestí con unos vaqueros y una camisa. Cogí el coche y puse dirección al apartamento. Dejé el coche a un par de calles del portal. Subí y llamé a la puerta. No abría nadie. Insistí llamando y nada, no abrían, así que utilicé mi llave y entré. Estaba vacío, no había nadie. Me pude a inspeccionar el baño, la cocina y el salón. Los armarios estaban casi vacíos, solo algunas prendas de cama y algo de ropa, pero nada mas. Cuando estaba abriendo uno de los armarios cercanos a la cama escuche voces en la puerta. Me asusté y entré en el armario. Era lo suficientemente grande como para estar sin problemas. Tenían puertas correderas que cerré.

Alguien entro en el apartamento. Había más de una persona. Desde dentro del armario no distinguía las voces. Por fin asocié una voz, era la de Ana, la mujer de Pedro. Muy despacio abrí un poco una de las puertas correderas y pude ver a las tres personas. Casi me caigo al reconocerlas. Era Ana, Manolo y tu hermano Miguel.

“Mi hermano”, contesto Nacho, ¿estas seguras que era mi hermano Miguel?

Si, era tu hermano, estaban los tres en el salón, de repente Ana se quedo desnuda y se agacho delante de Manolo y de Miguel y comenzó a desabrochar sus pantalones. Ellos estaban de espaldas a mi, vi como caían sus pantalones y como Ana empezó a realizar sonidos extraños con la boca. Parecía que se las estaba chupando. Se la escuchaba decir “Estas dos son hoy solo para mi, hoy no las comparto”. Eso significaba que ya habían estado juntos con alguien mas. No daba crédito a lo que escuchaba.

Después de un buen rato haciéndoles una felación, o eso parecía, Ana se levanto, lo agarro de las pollas y se los llevó a la cama. Se terminaron de desnudar y entonces vi la polla de tu hermano. Si la de Manolo es grande, la de tu hermano no es normal, debía de medir unos 26 centímetros y era algo mas gruesa aún que la de Manolo. Eso debía de destrozar a cualquier mujer, o eso pensé.

Se tumbaron los tres en la cama, Manolo se dedico a comer la rajita de Ana, mientras que Miguel se dedicaba a sus tetas. Ana tiene unas buenas tetas, no tan grandes como las mías, pero muy bien puestas. Disfrutaba y gritaba con la comida que la estaban haciendo. Yo empecé a calentarme. No podía, ni debía salir de donde estaba.

“Follarme ya, follarme ya”, gritaba Ana desatada. Ana agarro a tu hermano de los pelos y le obligo a tumbarse en la cama. Se subió a horcajadas encima de el, agarro su polla y comenzó a metérsela por su rajita. Era imposible que eso entrara por ese agujerito. Poco a poco la rajita de Ana fue engullendo la polla de Miguel. Ana intentaba gritar, pero solo salían pequeños sonidos de su boca. Tenia los ojos en blanco, la cabeza levantada y la boca completamente abierta. Consiguió insertar completamente la polla. Se mantuvo quieta durante unos segundos y comenzó a subir y bajar por aquel mástil. Con cada bajada era un grito de placer: “me matas, me matas” decía. Cuando se acostumbro a la polla de Miguel, se volvió hacia Manolo y le dijo: “Vamos, reviéntame el culo”.

En esos momentos di un pequeño grito que silencié con mi mano en mi boca. No podía creerme que Ana fuese tan puta. Querida tener dos pollas enormes dentro de ella. Manolo se acercó por detrás, primero con un dedo, y luego con dos fue haciéndose hueco en el culito de Ana. Se untó la polla con un líquido y lo echo también por el culito de Ana. Acerco su capullo al ano y empujo poco a poco. Aquella polla de 22 centímetros estaba entrando en el culo. Ana gritaba y les insultaba “¡Cabrones!, ¡me vais a matar!, ¡me estáis partiendo!”. Los gritos fueron aflojando cuando la polla de Manolo llegó al final. Ya no entraba mas. Tenia dos pollas enormes insertadas en sus dos agujeros.

Permanecieron los tres quietos durante un buen rato. Miguel le decía: “Que puta eres, como noto que están apretante con tu coño mi polla, parece que me quieras exprimir”.

De repente Ana comenzó a moverse hacia delante y hacia detrás. Miguel y Manolo permanecían quietos. Ana les estaba follando. Empezó de nuevo a gritar. Su cuerpo temblaba y se convulsionaba. Se estaba corriendo. Le había llegado el primer orgasmo nada mas empezar a moverse. No paraba de moverse ni de gritar, un segundo, tercer y …. no se cuantos mas pudo tener. Estuvieron mas de 10 minutos en esa posición. Ocurrió algo que nunca había visto. Los gritos se incrementaron, parecía que la estaban matando y de repente, comenzó a orinarse con las dos pollas dentro de ellas. El liquido empapaba las piernas de los tres y la cama. Su cuerpo comenzó con convulsiones y su cara se quedó con una mueca de placer que no se quitaba de su cara. Parecía en otro mundo. Ya no gritaba. Estaba como drogada, viviendo un orgasmo permanente.

Volvió en si a los pocos minutos, gritando de nuevo. Manolo y Miguel ya estaban a punto y así se lo hicieron saber. Ana gritaba: ”¡Dentro, correos dentro!. Los dos empujaron con sus riñones y gemían. Se estaban corriendo dentro de Ana. Ella grito mas alto todavía. El placer de sentir el semen en su interior la estaba matando de placer.  Se quedaron los tres en la misma posición, con sus cuerpos pegados haciendo un sándwich a Ana.

Manolo fue el primero en levantarse y sacar su polla del culo de Ana. Un liquido café con leche comenzó a salir de sus entrañas, Miguel la movió hacia un lado dejando a Ana tumbada boca arriba. Su rajita parecía un túnel, se podía ver perfectamente dentro de su conchita. La cantidad de liquido blanquecino que salía era impresionante. Todo eso no podía haber salido de Miguel.

Ana, tumbada en la cama seguía jadeando. Manolo y Miguel se levantaron y mirando a Ana la dijeron: “Vamos, recupérate pronto que todavía no hemos terminado, ahora tenemos que cambiar de agujerito”. Ana, ni se inmutó, levanto un poco la mano y les saco el dedo corazón.

Pasó mas de un cuarto de hora hasta que Ana se levanto y fue al baño. Tenia un caminar extraño y todavía escurría liquido por sus piernas.

Cuando salió del baño volvía medio vestida, se tomó de un trago media copa de vino y les dijo: “Nos vamos, ya es tarde”. Miguel y Manolo que ya estaban vestidos dejaron los vasos en la pila y esperaron a que terminara de vestirse. Los escuche comentar que la semana siguiente repetirían. Salieron del apartamento dejándome a oscuras.

No podía creer lo que había visto. Como una mujer puede tener esas pollas en sus agujeritos a la vez. Yo no podría, era imposible. Salí del armario, encendí una pequeña lámpara y eché un vistazo a la cama. Estaba llena de líquidos. No se por que lo hice, pero me desnudé y me tumbé rebozándome con las corridas y la meada de Ana. Poco a poco fui acercando mi mano a mi rajita masturbándome. Me corrí varias veces oliendo y también saboreando los líquidos que había en la cama. Con todo mi cuerpo lleno de líquidos me vestí y fui para casa. No se las pajas que me hice esa noche. El haber visto así a Ana era una imagen constante en mi cabeza. Por la noche me desperté sudada y teniendo un orgasmo. Había soñado que en el lugar de Ana estaba yo. Tenia que volver a verlo. Necesitaba volver a verlo. A la semana siguiente iría el mismo día, seguro que los encontraba a los tres.

Pasaron los días y mi calentura iba en aumento. Solo veía videos que me mandaban Marcos, Manolo y Pedro si tenían dobles penetraciones. Seguían mandado diariamente uno cada uno, pero yo no les contestaba. La semana fue tranquila. El día se acercaba y tu estarías en casa y te podías quedar con los niños, eso me permitía volver a ir al apartamento con tiempo.

Así lo hice, esta vez coloqué dentro del armario una pequeña banqueta para estar cómoda. Me senté en ella y esperé a que llegara Ana, Manolo y Miguel. El tiempo no pasaba. ¿Y si ese no era el día? ¿Y si no vendría nadie? Ya empezaba a estar preocupada cuando escuché alguien intentando abrir la puerta. Quien fuera no hacia ruido. Le escuchaba caminar por el apartamento, pero no podía ver quien era. Por lo menos uno de ellos ya había llegado. La espera se hizo tensa. Pensé que pasaría el tiempo en el armario sin mas.

Por fin, el timbre sonó. Se escuchaban mas personas. No distinguía quienes, pero había mas de dos. Esperé y cuando la conversación de ellos subió de tono, abrí un poquito la puerta. Estaba Manolo, pero los otros no eran Ana y Miguel. Allí estaba Manolo (marido de Eva), Pedro (marido de Ana), María (la mujer de Marcos) y tu cuñada Tere, la mujer que tu hermano Miguel.

Se sirvieron una copa y charlaban amigablemente. Manolo se levantó, poniéndose delante de tu cuñada Tere, se bajo los pantalones y los calzoncillos, apareciendo su enorme polla flácida. Tere la miraba sin decir nada. Se la veía nerviosa. Entonces Manolo dijo: “Vamos, alguna vez tendría que ser la primera con dos a la vez, tu marido nos ha dicho que lo estas deseando”. Tere con la mirada en los ojos de Manolo comenzó a menearle la polla. Subía y bajaba hasta que la metió en su boca. Pedro, se puso al otro lado de Tere desnudándose. Pedro cogió la mano de Tere y la llevó a su polla. Esta. Al sentirla, empezó a chupar simultáneamente a los dos. Me sorprendió María, estaba con el móvil grabándolo todo. Una vez las dos pollas tiesas, Manolo se separó, pidiendo a Tere que los acompañara a la cama. María les seguía de cerca con el móvil. Tere se quedo mirando a la cámara y dijo: “Cariño, espero que disfrutes de mi doble cuando veas esto”. ¡Lo estaban grabando para tu cuñado Miguel!

No entendía nada, todos se acostaban con todos y lo sabían. Manolo dijo a la cámara: “Miguel, el miércoles después del partido veremos este vídeo, bueno …… si no viene tu cuñada Sara a casa, que cambiaremos de planes y además no podrás venir” ¿Qué? ¿Todos sabían lo que había pasado conmigo? ¿También lo sabían mis cuñados? ¿Esto que era, una secta? No podía creer que cuando dejaba a los niños a mi cuñada sabía por que era y que ocurriría. Por eso insistía en que se quedaran a dormir, para darme tiempo. No lo podía creer, estaban todos compinchados.

Manolo y Pedro se tumbaron en al cama y Tere se dedicó a chupar sus pollas. Una vez las puso duras, se subió sobre Manolo insertando su polla. Entró con suma facilidad, estaba claro que estaba acostumbrada a la polla de Miguel, su marido. Empezó a cabalgar sobre Manolo, subiendo y bajando. Pedro, sin esperar, se colocó detrás de Tere y comenzó a masajear su ano, metiendo un dedo y después otro. Cogió un pequeño bote de la mesilla y se lo restregó en su polla y en el ano de Tere. Puso la punta de su capullo en y comenzó a empujar. También entró con facilidad. Estaba claro que Tere usaba sus dos agujeros y parecía que de manera habitual. Desde luego si era su marido quien los utilizaba, estaban bien dados de sí.

Una vez con las dos pollas dentro comenzó a cabalgar dando gritos de placer e insultando a su marido, le decía “Cabrón, ya tienes lo que querías, ya estoy insertada por mis dos agujeros. Solo me falta otra polla y haríamos un completo. ¡Que placer, dios!

María no perdía detalle y acercaba el teléfono para grabar primeros planos de la follada. Tere se cabalgaba cada vez mas rápido y no paraba de decir “¡Me corro otra vez, otra vez!”. Tanto Pedro como Manolo tenían aguante. Estuvieron mas de veinte minutos follando a Tere quien gritaba “¡Correos! ¡No aguanto mas! ¡Por favor, correos!”.

A los pocos segundo Pedro pregunto “Donde nos corremos, donde quieres que nos corramos”, a lo que Tere contesto: “En mi boca, en mi boca”. Manolo y Pedro sacaron sus pollas, se pusieron delante de la cara de Tere pajeándose. Los dos se vinieron a la vez, llenando la cara y boca de Tere que relamía cada uno de los chorros de semen que llegaban a su cara y boca. Les limpio a los dos sus pollas y quedo tumbada en la cama. Estaba completamente exhausta. Mientras Tere se levantaba y caminaba hacia el baño, María se había desnudado diciendo que ahora le tocaba a ella. Subió a la cama y comenzó a chupar la polla de Manolo y Pedro. Lo mismo que hicieron con Tere, se lo hicieron a María. Yo estaba muy caliente, y mientras lo tres cabalgaban, yo me masturbaba dentro del armario.

Cuando terminaron de follar, no tardaron en irse. Yo, como la vez anterior, me desnudé y me revolqué en las sabanas llenas de semen y corridas de Tere y María, mientras me masturbaba.

Cuando llegué a casa, acostamos a los niños, y estuve insinuándome y buscándote para hacer el amor. Me dijiste que estabas muy cansado y que querías dormir. Los demás follaban como locos y nosotros lo hacíamos contadas veces. Estaba claro que algo no funciona. Esa noche, después de tu negativa tomé la decisión de que quería pertenecer al grupo de amigos con todas las consecuencias.

Los chicos me seguían mandado mensajes diarios a los que no contestaba. Los videos cada vez eran mas subidos de tono. Manolo me pidió que fuese el miércoles siguiente al apartamento. Había futbol. Es el único mensaje que contesté, diciéndole que no. Llamé a mi cuñada preguntándole si me invitaba a cenar el día del partido, tu estarías de viaje y me quedaba sola con los niños.

Llegó el miércoles y fui a su casa. Tu hermano Miguel no estaba. Me dijo Tere que había salido a ver con unos amigos el Futbol. Estuvimos charlando de vaguedades, dimos de cenar a los niños y se fueron a su cuarto a jugar todos juntos. Nos quedamos Tere y yo solas en el salón. La comenté que estaba preocupada por la falta de interés tuyo en el sexo, nuestra relación funcionaba de manera monótona y siempre siguiendo una rutina. Me estuvo diciendo que no me preocupara, que había etapas y que tuviese paciencia. Durante la charla me pregunto algo que me dejo helada, diciendo “¿alguna vez le has puesto los cuernos a Nacho? ¿Te has acostado con otros hombres?”. Ella y yo sabíamos la respuesta. Las dos nos quedamos calladas mirándonos a los ojos. Seguidamente pregunto: “¿Y te has acostado con alguna mujer?”. La pregunta me hizo poner cara de extrañada. Y respondí con un rotundo “No”. Tere me cogió la mano y mirándome fijamente dijo “Con mujeres no, pero con hombres si, ¿esa es tu respuesta?”

No sabia que contestar, mi silencio me delataba. De mi boca salió un “si” casi imperceptible. Tere sin soltar mi mano y mirando fijamente a mis ojos comento que no se lo diría a nadie, que confiara en ella. Yo también lo he hecho, dijo. La pregunté si le ocurría lo mismo que a mí, que el sexo era monótono en casa, a lo que riendo contestó “al contrario, si por Miguel fuera estabamos todo el día cogiendo”.

¿Entonces, por qué lo haces? La pregunté. “Sencillo”, respondió, “El amor que tengo a Miguel no tienen que ver nada con poder disfrutar del sexo. En casa estoy llena, pero a veces el poder tener algún que otro escarceo le da ese punto de morbo a mi vida que permite que disfrute mucho mas con Miguel, esos pequeños secretos que hacen de la vida algo bello y que te alientan a disfrutarla. Miguel y yo somos muy felices en familia, pero esas pequeñas aventuras nos dan un plus, sobre todo cuando nos las contamos”.

“¿Qué?” pregunte, “¿os las contáis?”

“Si”, contestó, “Eso nos da ese punto de morbo que hace que cuando follamos todo se multiplique. No nos engañamos, tenemos sexo fuera de casa y los dos lo sabemos y compartimos. Es mas, en algunos casos, hemos compartido también esos momentos.”

Nacho, después de lo que me dijo Tere, pensé en contarte lo ocurrido y hacerte comprender que solo era eso, sexo, nada más y que los dos podríamos disfrutar de ello. Tuvimos una conversación sobre las relaciones extramatrimoniales y contestaste que no podrías soportarlo si ocurriera. En ese punto se cerraron todas las posibilidades de hacerte una propuesta.

Era tarde para los niños, deberíamos de salir de casa de nuestros cuñados y estar a tiempo en nuestra casa para acostarlos. Los fuimos a buscar a la habitación de juegos y allí estaban los cuatro. Como siempre protestaron por que no querían irse, querían quedar se a dormir. Preguntaban a Tere si la importaba que se quedasen a dormir, pero yo insistía en irnos. Tere se acercó a mi oído y me dijo susurrando “Si os quedáis esta noche podremos jugar un rato entre nosotras y ya veremos si dejamos a Miguel que nos acompañe”. Mis ojos se abrieron como platos y me quede mirando a Tere completamente embobada. “¿Qué?” le pregunté. Repitió lo mismo a la vez que metía su lengua en mi oído provocándome un escalofrío. De mi boca salió un débil “vale” al que ella respondió dándome un cachete en el culo y diciendo a los chicos que se quedaban a dormir.

Cenamos todos juntos, Tere estaba a mi lado y de vez en cuando llevaba su mano a mi pierna dándome pequeños apretones. Llevamos a todos los chicos a dormir y nos fuimos al salón. Tere me dijo que esperáramos un rato a que se durmieran. Mientras tanto, preparó dos gin tonic de los cuales dimos buena cuenta. Yo estaba nerviosa, muy nerviosa y Tere lo notaba. “Ven, vamos a mi cuarto” me dijo dándome la mano. Me llevó hasta su cama, se paró frente a mi y acerco sus labios a los míos. No me tocaba los labios, pero estaban a unos pocos milímetros. Yo instintivamente, acerque los míos a los suyos fundiéndonos en un beso. Mientras nuestras lenguas se fundían, comenzó a tocarme por la espalda, los hombros hasta llegar a mis tetas. Se recreo en ellas diciéndome “Que ganas tenia de tocarlas y estrujarlas”. Me estaba calentando y comencé también a tocarla por su cuerpo.  Desabrochó mi blusa dejando libre la entrada hacia mi piel. Ella se despojó también de su blusa, sus tetas estaban al aire. Desabrocho mi sujetador, tirándolo al suelo. Nuestros pechos se unieron piel con piel. En ese momento, tuve mi primer orgasmo. Nos besábamos y acariciábamos como si de dos jóvenes se tratara, como si nos fuera la vida en ello. Desabrochó mi falda dejándola caer al suelo. Yo hice lo mismo con ellas. Nos bajamos las bragas y nos lanzamos a tocar nuestras rajitas, cada una la de la otra.

Nos tumbamos en un perfecto 69, una al lado de otra, donde cada una comía, lamia y degustaba la rajita de la otra, Los orgasmos comenzaron al llegar, su lengua en mi clítoris y las succiones que me daba me producían un torrente de placer inimaginable. Desde luego sabia como comer un coño. Yo intentaba hacer los mismos movimientos que ella, notando en mi boca los líquidos de sus corridas. Se comenzó a mover colocándose debajo y dejándome a mi encima. Los dedos comenzaron a entrar en mi rajita. Primero uno, luego dos, y un tercero y cuarto también debieron entrar. Yo estaba en la gloria y me dejaba hacer. Saco sus dedos y noté como algo muy grueso intentaba entrar en mi rajita, era grande y caliente. Me giré para mirar y allí estaba Miguel, intentando penetrarme con su gran polla. Empecé a suplicar que fuera despacio, aquello era enorme y nunca había tenido nada igual dentro de mi. Centímetro a centímetro fue entrando, estaba llegando a sitios que nunca nadie había llegado. Había una mezcla de dolor y de placer. Noté que estaba toda dentro cuando sus huevos chocaron con mi pelvis. Se quedo quieto durante un momento y comienzo lentamente a sacarla, muy despacio. Cuando estaba casi toda fuera, volvía a meterla. Mis orgasmos eran ya continuos, ese tamaño y los movimientos me estaban haciendo gozar cada vez mas. Acelero el ritmo y es cuando no pude mas y algo que nunca me había pasado surgió, empecé como a orinar, no podía parar de echar a presión liquido que salía de mi y que empapaba la cara de Tere. Ella se reía mientras el liquido fluía. Yo estaba con un placer tan inmenso que me daba lo mismo todo. Miguel no paraba de moverse, no paraba de penetrarme. Noté como me llenaba de su leche. Ese fue el momento donde perdí el conocimiento del placer que me daba. Debió de durar unos segundos donde no me acuerdo de absolutamente nada, solo a Tere dándome palmaditas en la cara y diciéndome que despertara.

Esa noche casi no dormimos, cuando no era Tere, era Miguel quien me daba placer. Por la mañana, cuando desperté estaba sola en la cama. Tere y Miguel se habían despertado, en la casa se oían los niños jugar. Me duché y me puse un chándal que encontré en una silla. Salí hacia la cocina y allí estaban ellos. Me acerqué y les di un beso en la boca dándoles las gracias por la noche que me habían hecho pasar. A partir de ese día, en cuanto podía o bien con Miguel o bien con Tere teníamos encuentros en su casa o en la nuestra, y cada vez que te marchabas de viaje, me iba a su casa a dormir y los tres dormíamos en la misma cama.

Han pasado mas de ocho meses desde entonces. Hemos seguido igual durante todo este tiempo, principalmente los tres juntos, aunque en alguna ocasión, alguno mas se ha sumado a nuestro grupo.

Nacho, contigo no tengo lo que he encontrado con ellos. Una vez que lo pruebas no puedes parar. Es un placer distinto al que tenemos y es desinhibirte de todo y ante todos. Es el mero hecho de disfrutar y ver como los demás también disfrutan. Quería que te unieras con nosotros y no vi mejor manera que como lo hice, mandando esos videos y esas fotos. Esperaba tu reacción y aquí estas. Ahora tienes la oportunidad de participar como todos y de disfrutar.

Nacho se quedo mirando a Sara. Su amor por ella era inmenso, pero su desasosiego y el daño que sentía lo vencían. Con la vista clavada en los ojos de Sara la preguntó “¿Y solo lo has hecho con nuestro grupo de amigos y con mi hermano y cuñada? ¿Hay alguien mas?

Sara agacho la cabeza y contestó con un tímido “si”. “¿Con quien?” preguntó Nacho y “¿Cuándo?” En ese momento sonó el timbre de la puerta. Eran los niños, Nacho no los había visto desde que llegó y tenia que coger un avión al día siguiente.

Nacho pidió a Sara que esa noche si no le importaba durmiese fuera de casa, quería disfrutar a solas de sus hijos, saldría a cenar con ellos y no quería que ella estuviese en casa a su vuelta. Necesitaba estar solo con ellos.

Así lo hicieron, Nacho se fue a cenar con los niños y Sara se fue a casa de sus cuñados. Al día siguiente Sara volvió sobre las diez de la mañana y Nacho estaba preparando las maletas. El equipaje que llevaba era mucho mayor que el que traía. Sara lo miró sorprendida, había tres maletas grandes.

Nacho sin mirar a Sara la dijo. “Me vuelvo a Sudamérica, no se cuando volveré, es más, no se si volveré. De los niños tendremos que hablar, quiero que estén también conmigo. No les voy a pedir que estén de aquí para allá, pero si que me gustaría que pasaran el verano conmigo. No tengo pensado volver. Esta no es la relación que yo quiero ni es la vida que quiero llevar. Llamare los martes y jueves a las ocho de la noche. Me gustaría que descolgasen el teléfono los niños. No tengo nada que hablar contigo. Buscaré un abogado que pacte los términos de nuestra convivencia a partir de ahora. Sería bueno que buscaras también un abogado”

Sara comenzó a llorar desesperadamente. No podía creer que Nacho no comprendiera lo que había pasado. Ella fue victima de las circunstancias y de los acontecimientos. Nacho no podía dejarla, no sabría que hacer. Llamaron a la puerta. Era el taxi que venia a buscar a Nacho para llevarle al aeropuerto. Sin mirarla, cogió las maletas y salió de la casa. La vida de Nacho y Sara había cambiado, pero esa será otra historia ……….

FIN