Mi mujer hizo lo que no debía
Mi recién estrenada esposa y yo nos trasladamos a USA expatriados...
Conocí a Ana en una reunión de trabajo. Ella era la asistente de mi interlocutor y la verdad es que me quedé prendado de su belleza. La tía habló poco, pero cuando lo hizo la verdad es que se la notaba muy maja.
Digamos que me olvidé de ella cuando salí de la reunión, simplemente era otra mujer guapa que se cruzaba por mi vida. Volví a mi empresa y la cosa quedó ahí.
Dos semanas después tomándome una copa con unos amigos unas manos taparon mis ojos desde detrás.
- ¿Quién soy? – me preguntó una voz que me sonaba.
- Ni idea, la verdad – contesté.
Las manos se separaron de mis ojos y al darme la vuelta allí estaba ella con una sonrisa de oreja a oreja. Nos saludamos con dos besos, hablamos un poco y cuando yo pensé que me diría adiós, me pidió que la invitase a una copa.
Esa noche hablamos mucho y nos reímos un montón. La cosa quedó en el aire hasta que dos días después ella me llamó y volvimos a quedar, esta vez a cenar.
Los dos estuvimos muy cómodos y más con el paso de los días. Durante dos meses quedamos unas dos veces por semana sin que pasase nada reseñable. Fue un jueves lluvioso cuando después de cenar y unas copas. Le había acompañado en coche a su casa, cuando la estaba dejando en el portal de su casa Ana me invitó a subir a su apartamento a tomar la última. Era la primera vez que lo hacía.
Ni siquiera puso la copa, sencillamente nos besamos como críos y acabamos en su desecha cama follando con la torpeza que lo hacen los recién estrenados. Me encantó verla desnuda, me encantó penetrarla, pero me pareció un poco parada y muy reacia a cosas como que le comiese el coño o que ella me la comiese a mi.
Follé con Ana tres o cuatro veces más en las siguientes semanas, la cosa era muy rara con ella en la cama. Generalmente era muy recatada, casi de luz apagada, pero en ocasiones algo estallaba dentro de ella y se volvia una maquina de follar. Me dejaba de piedra verla mover mu pubis con fuerza mientras se tiraba de los pezones, eso duraba un par de minutos hasta se recomponía y seguía follando como siempre.
Me encantaba estar con ella pero sencillamente no sabía en que situación estábamos.
Un día ella sacó el tema, me planteó que estaba bien eso de acostarnos pero ella se estaba enganchando de mi y quería algo más serio.
- creo que es obvio que me gustas Ana, sino no estaría aquí.
- Bueno, estoy seguro que si no te gustase también estarías aquí. Eres un chico y ya sabemos lo que los chicos buscan
- Bueno, ¿me vas a decir que pretendes que me declare?
- No, no va a hacer falta, simplemente quiero saber si esto es algo pasajero o quieres intentarlo.
- Yo por mi lo intentaría.
- Pues tendré que dejar a mi novio, anda ven – y cogiéndome la polla y abriéndose de piernas se la metió hasta el fondo para a continuación abrazarme.
Había otro y yo no lo sabía, he de confesar que me puso un poco saber que la dulce Ana tenía novio y lo iba a cambiar por mi. La follé con fuerza y ternura a la vez hasta que ambos nos corrimos a la vez, ella me arañó un poco la espalda.
Ana me explicó que lo suyo no era un novio al uso, era un chico, vecino de la calle que no llegaba a los 18 años y que desde que en un día de bajón se lo llevó a la cama después de conocerlo en un bar cercano. Llevaba follándo con él más de seis meses. Me confesó que le ponía la fuerza y aguante de un cuerpo joven y que aunque la relación no iba a ningún lado, a nivel sexual ella estaba encantada, el chico se la follába sin preguntas, incluso sin tener que cenar o tomarse unas copas antes, y luego se iba a casa.
No volví a saber nada del vecino imberbe.
Nuestro noviazgo duró un año hasta que mi empresa decidió mandarme expatriado a Ohio. A nivel profesional era una oportunidad única, pero a nivel personal no las tenía yo todas conmigo. Cuando se lo conté a Ana puso pucheros y sencillamente me dijo que o lo dejábamos o nos casábamos y nos íbamos juntos. No quería una relación a distancia.
Nos casamos en pocas semanas y después de una luna de miel corta, empaquetamos nuestras cosas y nos fuimos rumbo a USA.
Columbus era una ciudad maravillosa, el trabajo era increíble y Ana además consiguió trabajo de profesora de español desempolvando su titulo de magisterio que nuca pensó que iba a utilizar. La vida iba viento en popa.
Llevábamos ya un año viviendo en Ohio cuando decidí llevarme a Ana a cenar para celebrarlo, mi idea era que se pasase con el vino una vez en casa follármela variando un poco el monótono misionero al que me tenía acostumbrado. Quería ver si con unas copas sacaba de ella la zorra que sabía que llevaba dentro.
La velada fue fantástica, nos reímos, comimos y nos prometimos amor eterno. Tenía la polla dura cuando le ayudé a ponerse su abrigo para salir a buscar nuestro coche. Todo fue muy rápido. Dos policías nos encañonaron, un tercero me apartó un cuarto hizo caer a mi mujer al suelo esposándola en menos que canta un gallo. Yo intenté protestar pero el policía que me sujetaba me disuadió de ello.
Flipé al ver a mi mujer esposada y arrastrada hasta un coche patrulla que apareció de la nada y a donde fue literalmente arrojada.
Fue una noche larga. A través de Brian, el abogado de la empresa me, enteré que estaba acusada de violación. Según dos estudiantes de su high school, Ana se había estado acostando con ambos durante al menos seis meses. No daba crédito.
Después de 48 horas en custodia policial, volví a ver a mi mujer entrando en el juzgado vestida de rojo y esposada de pies y manos. Una cadena alrededor de su cintura evitaban sus movimientos. En su manos llevaba una carpeta que su abogado entrego al juez.
Se leyeron los cargos. Violación de dos alumnos. 20 años de cárcel por cada uno de los cargos. Por lo visto la madre de uno de los chicos había visto unos whatsapp subidos de tono de mi mujer y después de interrogar a la vieja usanza a su hijo, se descubrió el pastel. El juez dicto una fianza de medio millón de euros y la apertura de juicio para seis semanas después.
Ana permaneció en prisión durante seis días hasta que logré hacerme con esa cantidad de dinero. Su salida de la cárcel fue tumultuosa con gran cantidad de prensa esperándola. Nuestra casa estaba rodeada igualmente de prensa. La historia de profesora se folla alumno en Estados Unidos da mucho morbo, y la prensa lo demostraba.
Fueron seis semana duras. Ana me prometió que nada había pasado, que si, que era dos chicos con los que tenía mucha confianza y que se había pasado con algún whatsapp, pero nada que en España escandalizase a nadie.
El día del juicio, el juzgado parecía una feria. Todo el mundo quería ver a la profesora española acusada de violación. Yo alucinaba. Ana estaba espectacular con un traje de chaqueta. Llevábamos seis semanas sin follar, pero me la hubiese follado allí mismo.
Gracias a dios, los chicos titubearon y fueron inexactos en sus declaraciones, me imagino que la presión mediática pudo con ellos y no pudieron explayarse en sus mentiras. Lo único que tenía la fiscalía eran los mensajes del móvil, muy fuera de tono desde luego, pero al menos en España tendrían muchas lecturas. Fueron dos días de juicio en que atacaron a mi mujer desde todos los puntos. Yo estaba abochornado, Ana mantenía muy bien el físico.
La última noche en casa antes de la lectura de la sentencia le hice el amor a mi mujer despacio, ella me dijo que lo necesitaba. Nos corrimos juntos por primera vez en meses.
La sala del juzgado era todo expectación. La sala volvía a estar llena de curiosos y periodistas, que al fin de cuentas eran la misma cosa. Ana parecía nerviosa, pero me sonrió.
El juez dictó dos años de prisión por los delitos de perversión de menores, no se pudo probar la violación. Personalmente me parecía una gran injusticia.
Dos alguaciles esposaron a mi mujer. Mientras una le encadenaba los tobillos, la otra corría una cadena alrededor de su cintura y esposa sus muñecas a la cadena. A pesar del shock me puso mucho ver a mi mujer atada y sometida.
Con pasos cortos, Ana fue conducida fuera de la sala. Yo me quedé de piedra y con la polla como un roble, por alguna razón me excitaba ver a mi mujer sometida, aunque rápidamente la excitación pasó a desesperanza.
Ana fue conducida a una prisión de mediana seguridad, trate de ir a verla cada vez que podía. Mi empresa se lo tomó muy bien, bueno más bien hizo como que no se enteraba del tema. Yo insistía en su inocencia en cada foro que podía.
No se como pasó pero un día después de una larga de trabajo acabé tomando copas en un bar de moda de la ciudad con mis compañeros de curro. A mi nadie me esperaba pues mi mujer estaba disfrutando de su retiro a costa de las gentes del Gran Estado de Ohio, a la mayoría si, pero parecía como si no. Y digo que no se como pasó pero acabe a las doce de la noche (una hora extremadamente tardía en USA) dándole a cuatro patas a la directora de Informática de la empresa. No se como acabé ahí, pero cuando me di cuenta, solo veía un culo en pompa, mi polla entrando en un coño con cuatro pelos rubios y una espalda tatuada que gemía a cada envite.
Rose y yo empezamos a follar con frecuencia, lo habíamos hablado, era solo vicio, ese tipo de vicio del que nunca nadie se debía enterar. Jefe y subordinada, un clásico. Quedamos que nunca folláriamos más allá de la salida de la cárcel de mi mujer o del momento en el que ella empezase una relación. Parecía una coña, pero a Rose le gustaba dejar la cosas claras antes de hacer nada, lo cual incluía el sexo.
Ana y Rose eran como la noche y el día. Ana modosita en la cama, Rose un torbellino que no paraba de pedir cosas, bueno de pedirlas y de hacerlas. Probé con ella por primera vez en mi vida el sexo anal. Aquello fue una sorpresa, ya que fue ella la que agarró mi polla mientras salía de su coño y se lo introdujo en su puerta trasera. Le llené los intestinos de leche en menos de cinco minutos.
Aunque no dejé de visitar a Ana todos los fines de semana, lo normal es que fuese a verla desde la casa de Rose o ella me estuviese esperando en la mía a mi vuelta. O ambas cosas.
Creo que el sexo con Rose fue el mejor sexo que he tenido en mi vida. Me encantaba como retorcía su tatuado cuerpo cuando llegaba a un orgasmo o como tiraba de sus perforados pezones cuando gemía de placer estando a las puertas del orgasmo.
Me acaba de correr cuando como por inercia, apartando un poco la cabeza de Rose de mi hombro me dirigí al baño con el iphone en la mano. Me senté en la taza, apoye el móvil en la cisterna un segundo y cuando me di cuanta el teléfono buceaba en el inodoro.
- mierda, joder.
- ¿qué pasa José? – dijo Rose corriendo desnuda hacía el baño pensando que me había pasado algo.
- Nada coño, se me ha caído el teléfono al wáter.
- Olvídate de él.
- joder pues hasta el lunes no me van a dar otro en la oficina y realmente lo necesito.
- Pues chico, pues como no tengas otro, de aquí al lunes incomunicado.
- Nada, aparte del Apple submarino solo tengo el Iphone de Ana del que no me sé la clave.
- Bueno, eso se puede arreglar.
- ¿el que?
- Lo de la clave
- ¿Con un iphone?, ¿no sabes que son inviolables.?
- Tu estas poco al día, tráelo y veras.
Acabé de cagar, me limpie, me levanté y me acerqué hasta al armario donde mi mujer guardaba sus cosas, la verdad es que no lo había abierto desde que ella se “fue”. Su teléfono estaba en una bolsa que me había entregado la policía cuando ingresó en prisión.
Lo cogí, se lo entregué a Rose, esta lo conectó a su ordenador y espero. La chica estaba supersexy en pelotas haciendo su trabajo, me encantaba ver como los piercing de sus pezones se movían al teclear el ordenador La dejé hacer.
Medía hora después simplemente comentó que me lo había dejado desbloqueado en la mesita de noche y que esa noche me recogería a las ocho para ir a cenar. Salió por la puerta con una sonrisa en sus labios.
Pensé en borrar el teléfono y tomarlo como mío, pero luego pensé que Ana debía de querer conservar las fotos, contactos y demás. Simplemente metí mi tarjeta e hice un par de llamadas.
La noche con Rose fue increíble. Copas, cena, más copas y el polvo del milenio. La verdad es que Rose como amante era la bomba, pero como post amante aun era mejor. Se quedaba dormida al momento.
Yo no tenía sueño por lo que me puse a leer el periódico en el teléfono. La falta de sueño se convirtió en insomnio. Creo que debí haber despertado a Rose y follarmela hasta caer rendido, las cosas hubieran ido mejor, o peor, ¿quién sabe?. En vez de esto empecé a ver las fotos de Ana.
Las primeras fotos eran de España, seguramente venían ya desde iphones antiguos, las ultimas eran de USA. Me quedé de piedra al pasar rápidamente por los cientos de fotos cuando vi en una de ellas a Ana desnuda. Volví sobre mis pasos y me fijé más detenidamente. La teléfono estaba repleto de videos cuya imagen de presentación eran borrosas, pero al darles al play se veía a mi mujer desnuda realizando distintas actividades.
En el primero que vi, Ana se la chupaba a alguien, alguien lo grababa mientras mi mujer lamia y no precisamente al que grababa la escena.
Mi mujer lamía aquel tronco rubio mientras unas manos jóvenes cogían su cabeza y guiaban la velocidad. En el segundo video Ana disfrutaba de una polla en su coño mientras el cámara metía su polla en la expuesta boca de mi mujer.
Sentí arcadas, uno puede saber la infidelidad de su mujer, pero en ningún caso verlo en video… casi me desmayo.
Estaba escandalizado, primero por saberme cornudo, eso no tenía mucha importancia dado que aun tenía mi polla llena de flujo de mi subordinada. Segundo por saber que la hija de puta si se había follado a esos jóvenes y tercero por ver lo ver lo inconsciente que se podía ser no habiendo borrado aquellos videos. No es que yo fuese el súmmum de la moral, pero ver aquellos imberbes dándole caña a Ana me dejaba muerto.
Finalmente eran más de 37 videos en la que los dos mocosos se follaban a una desconocida Ana de todas las formas y maneras. La mujer del video era evidentemente Ana, pero no la Ana que yo conocía. En los videos, litros de lefa corrían por su cara, pollas la penetraban POR TODOS SUS AGUJEROS. Mamaba pollas a pares e incluso en un par de ellos era atada a la cama y fornicada con dureza por esos dos chicos que parecían no tener limite.
Aunque los dos angelitos no era ningunos inocentes, en todos los videos Ana era la que llevaba la voz cantante. Utilizaba a los críos a su antojo y estos respondían con todo el furor que la edad les daba. Como digo no era la Ana que yo conocía sino una cerda sedienta de sexo y placer que incluso atada de pies y manos exigía a uno y al otro como se la debían de follar.
Me pasé unos días indignado. Rose “lo pagó”, me la follé cada día con más fuerza que la anterior. Me sentía traicionado, asqueado, sorprendido y mil y una cosas más. Rose estaba encantada y recibía cada uno de mis castigos de una manera más excitada
Aún faltaba más de 10 meses para su puesta en libertad por lo que no sabía que hacer.
La vida continuó. Seguí con mi trabajo, seguí follándome a Rose y en un momento dado empecé a ver los videos de Ana con mayor continuidad.
He de reconocer que me ponía ver a mi mujer siendo follada a lo bestia como nunca yo había hecho. Me encantaba sentir sus risas y sus gritos de placer mientras los dos chavales la molían a pollazos.
Fueron meses extraños. A Ana no le comenté nada en mis visitas, visitas por cierto que hacía con poca gana. A Rose me la seguí follándo salvo un mes que según me dijo se hecho un novio, novio que no tardó de dejar y de volver a mi cama. Al final después de muchas pajas dejé aparcados los videos de Ana y dediqué a Rose mi polla en exclusiva.
Había quedado con Rose para que cenase en mi casa, estaba a punto de salir de la oficina cuando Brian me llamó al móvil.
- José tengo buenas noticias.
- ¿Nos ha tocado la lotería?
- No seas bobo.
- A ver.
- He recibido una llamada del juzgado, por lo visto tienen la cárcel hasta los topes y teniendo en cuenta que le quedan seis meses de prisión, le pueden cambiar la condena para un arresto domiciliario.
- ¿Cómo es eso?
- Pues lo típico, la sacan de la cárcel y te la llevan a casa. De ahí no puede salir en lo que le queda de condena. El estado gana espacio y se ahorra la alimentación entre otras cosas.
- ¿Y no puedo irla a buscar?
- No te la llevan, ya sabes hasta que entre por la puerta de tu casa es responsabilidad suya. Desde ese momento tuya. Te tienes que hacer responsable de que no huya.
- Bueno, tengo que salir, pero mañana lo hablamos.
Estaba metiendo mi dura polla en el culo de Rose aquella noche mientras contemplaba su sudada espalda tatuada con tres gansos volando. Me encantaba follarme a aquella mujer. Rose disfrutaba como una loca, pero yo no podía quitarme de la cabeza la que se me venia encima. ¿qué hacer?. Ni siquiera que Rose se metiese un vibrador en el coño y el chocar dentro de su cuerpo del mismo contra mi polla hicieron que me metiese demasiado en el polvo. Me corrí por inercia.
- hoy creo que hemos estado tres en la cama – me dijo Rose mientras me tocaba la espalda.
- ¿Por qué lo dices?
- Jamás me has hecho tan poco caso, ni siquiera cuando hemos estado hasta arriba de problemas en la ofi.
- Ya.
- Cuéntame anda, ¿qué te pasa?
- El lunes sueltan a Ana – y le conté la historia del arresto domiciliario con sus detalles.
- Ósea que el domingo follaremos por última vez.
- Parece ser.
- No te preocupes, esto tenía que llegar, lo hemos pasado muy bien estos meses, pero sabíamos que iba a llegar – la verdad era que a pesar del obvio cariño de mi compañera de trabajo hacía mi, era una mujer de palabra y consecuente con sus acuerdos.
Estuve dándole vueltas a la situación todo el fin de semana. Solo el año y el ano de Rose me hacían olvidar la situación.
La última noche fue de traca. Rose me preparó una esplendida cena en su casa, me puso unas copas y me pidió 5 minutos antes de que fuera a la habitación.
Cuando entré en la habitación Rose había encendido decenas de velas y me esperaba desnuda, abierta en la cama con un vibrador en el culo y los pearcing que le había regalado traspasándole los pezones. El objeto vibratorio en su ano ya estaba habiendo sus fechorías y ella cerraba los ojos disfrutando del momento. Le comí el coño como si no hubiese un mañana. Rose se corrí entre espasmos. Su ano expulsó el vibrador cuando mi polla entró en su coño, ella se tiraba de los pezones mientras entre jadeos me animaba a darle con fuerza. Fueron dos horas de sexo de los más guarro coronado por una larga eyaculación en su culo que creo que nos llenó a los dos.
Ana llegaría a las 10 de la mañana, había pedido a Brian un favor.
Rose se fue a las 7:30 para llegar a las 8:30 a la oficina, yo me había cogido el día libre. Lo coloqué todo.
Como era de esperar, aunque yo no lo hiciese cuando Ana llegó había en la puerta no menos de diez cámaras de televisión e infinidad de fotógrafos. Los vecinos tampoco se cortaban. Desde la venta de la casa pude ver como mi mujer era bajada de una van del departamento de prisiones. Iba sin maquillar, con una coleta, el traje rojo de presidiarios. Las cadenas en sus tobillos y el tener que llevar una bolsa de deporte con sus pertenencias con las manos esposadas a una cadena alrededor de su cintura hacían de su corto viaje del vehículo a mi casa un espectáculo dantesco.
Un alguacil llamó a la puerta y la hizo entrar, yo la esperaba en el salón de entrada. Los alguaciles me hicieron firmar unos papeles y se dirigieron a la puerta.
- ¿Y no me sueltan las cadenas? – dijo mi mujer dirigiéndose a ellos.
- Ah perdone, señor Fernández, me olvidaba – y me dio una llave – vendré a recogerla mañana. Su marido quiere hablar con usted antes – dijo dirigiéndose a Ana.
Ana me miraba alucinada, todavía no habíamos intercambiado una palabra. Me acerqué a ella, Ana relajó el rostro, la verdad es que la tía era guapísima.
La agarré del codo y tiré de ella. Ana empezó a protestar preguntándome que hacía. La llevé hasta una mesa alta, la empujé hacía ella haciendo que su tronco se apoyase en la misma. De un tirón bajé su rojo pantalón y cogiendo con mis dos manos las bragas de monja las rasgué dejando su aún perfecto culo a la vista.
- cariño suéltame y lo haremos, yo también lo necesito pero no así. Vamos a la cama – yo ni la contestaba.
Toqué su coño y vi que estaba encharcado, ni me lo pensé, Saqué mi polla y metí mi duro nabo hasta el fondo de su coño. Ana dio un grito entre el dolor y el placer.
- no sabes las noches en la puta cárcel que he deseado esto – y sin miramientos le metí un dedo en el culo – por dios José, por ahí no saca el dedo que sabes que no me gusta – yo me la seguí follándo.
Ana protestaba el dedo y se cabreó de verdad cuando el segundo y el tercero entraron en su recto.
- para hijo de puta, me estas violando – y yo seguía.
Sus quejas se convirtieron en gritos cuando saqué mi polla de su mal depilado coño y sin mediar palabra lo clavé en el fondo de su recto.
- hijo de puta, por ahí nooooooo
Yo con mis manos le daba cachetes en su culo.
- para ahora mismo cabrón para, se va a enterar todo el mundo de esto, me estas violando.
Cogí el mando de la tele que teníamos enfrente y dándole al play apareció en la pantalla Ana atada con una polla juvenil en su boca y otra con la misma lozanía perforando su culo.
Vi desde detrás como Ana se quedaba paralizada con las imagines en la pantalla. Yo seguía dándole sin parar.
Ana emitió un alto gemido, todos los poros de su piel se erizaron. Empezó a mover su culo con fuerza como buscando que mi polla perforase a fondo su abierto ano. No paraba de gemir, se corría a cada rato tensando sus músculos pero sin perder de vista la pantalla donde una y otra vez en esos cortos videos que yo había montado, sus exalumnos la montaban a ella.
Fueron dos horas de sexo y video en bucle. Cuando vacié mi polla en su recto me aparté de ella y la dejé aun encadenada tirada encima de la mesa.
Desde el sofá en el que me tumbé podía ver a mi mujer con el culo abierto, los pantalones por lo tobillos y sin moverse. Mi polla se volvió a poner dura como el hormigón.
Me levanté y la agarré la empujé hasta la cama y la tiré allí. Subí sus piernas dejando las cadenas a la altura de mi pecho y metí mi polla en coño de un tirón. Ana volvió a dar otro gemido de placer. Con una navaja le rasgué todo su uniforme carcelario. Ana estaba fuera de si no apartando su vista de la pantalla de la tele de la habitación donde el video en bucle se repetía. Ana se masturbaba con sus manos esposadas mientras yo magreaba sus duras tetas y perforaba su enrojecido coño.
- ¿Te gusta que te follén jovencitos zorra? – yo le decía mientras ella solo escuchaba – ¿te gusta la carne joven?, ¿te gusta que los chavales te den lo que deseas? – hice preguntas sin parar de follármela hasta que ella estalló en un tremendo orgasmo.
- Me vuelve loca Jose, me siento la reina del mundo, me siento el centro del universo. Siempre me ha encantado follarme yogurines, siempre me ha gustado que me jodiesen con sus incansable pollas, siempre lo he disfrutado.
- Y supongo que tu vecino nunca dejaste de verlo.
- Nunca, no sabes las de veces que me folló antes de que llegases a recogerme no sabes las comidas de coño que me daba, como me daba por el culo y como se corría en mi cara después de horas de montarme – Ana estaba excitadísima. Me corrí en su coño con la poca lefa que me quedaba en las pelotas.
Una hora después la desaté. Ella intentó hablar pero yo lo rehuí.
Cenamos en silencio y a la hora de acostarnos la volví a esposar con las esposas del estado y le di por el culo durante largo rato. Ana gemía como una loca y más gimió cuando le metí un consolador rígido en el culo e invadí su coño con mi polla de un solo golpe.
-¿Así te daban tus alumnos zorra? – le pregunté entre jadeos
- Si, pero la polla del coño era tan dura como el culo y no como ahora – me contestó arrogante pero sin dejar de gemir.
Me estaba poniendo a tope ver como su peludo coño recibía mi durísima polla, Ana apretaba sus muñecas a cada una de mis penetraciones, arqueba su cuerpo, soltaba obscenidades, se corría una y otra vez.
- ah que ganas de follar tenía, necesito que me follés mucho los próximos días para recuperar tantos meses sin nada que meterme.
Me la follé durante horas hasta que caímos rendidos. No me costó nada conciliar el sueño.
Me desperté el pasadas las nueves, entre sueños vi como Ana se levantaba de la cama desnuda mostrándome su deseable cuerpo, dormí un poco más.
Ana estaba vestida con unos vaqueros y una camiseta cuando me trajo el desayuno a la cama, le di las gracias e hice una llamada de teléfono.
Acabé de desayunar me puse unos shorts y salí al salón donde Ana leía una revista.
- me tengo que poner al día – me dijo con su increíble sonrisa cuando sonó la puerta de la calle.
- Abre tu.
- ¿Y si son periodistas?
- Que abras tu
Ana se levantó y se dirigió hacía la puerta, cuando abrió la puerta un policía vestido de Rambo la tiró contra a pared y seguidamente contra el suelo poniendo su rodilla en la espalda. Cogió una de sus muñecas y después la otra esposándola. La cachearon rápidamente.
- tiene que haber un error, estoy en arresto domiciliario y no he salido de casa.
- Queda detenida por violación – dijo un policía a la espalda de que la había esposado.
- Imposible, no puedo ser juzgada dos veces por el mismo delito – contesto mi en ese momento vulnerable Ana.
- No por el mismo delito no, pero gracias a su marido tenemos el video de sus actos sexuales con un tercer joven del que no sabíamos nada y por ese si puede ser juzgada
Ana fue sacada de nuevo de la casa ante la expectación de los vecinos. Me llamó de todo desde el momento en que la sacaban por la puerta hasta que fue empujada dentro del furgón policial
La condena fue de 20 años de cárcel la cual aun cumple, creo, en el penal de alta seguridad de Ohio en Youngtown.
Rose y yo hace unos años que vivimos en España, nos casamos después de conseguir el divorcio de Ana y desde entonces cada día adoró más ver como mi polla entra ese estrecho ano mientras esa espalda tatuada se balancea con mis envites.