Mi mujer habló demasiado...

Pero además lo hizo con mi mejor amigo.Y eso puede traer ciertas consecuencias...

─ ¿Sos puto?

─ ¡Ja ja ja ja! ¡Si hay algo que siempre me gustó de vos es la repentización a la hora de sacar temas! ¿Qué te pasa? ¿Te anda haciendo falta un culo?

─ Curiosidad, sólo curiosidad. O no, no debe ser únicamente eso. Es que

─ No, no, te digo en serio, ¿Qué te anda haciendo falta?

─ Nada boludo, nada. Bueno bah, no sé….

─ ¡Aaaah! ¡Es eso! ¡Ignacio! ¡Nunca lo hubiera imaginado de vos! ¡Se me cae un ídolo!

─ ¡Bueno, ya era hora…! No…en serio…No me hace falta nada y menos un culo como el tuyo..

─ Bueno, si vas a empezar a desvalorizarme de entrada, che ¿Qué tiene mi culo?

─ Tenés otra cerveza?

─ Fijate en la heladera, no sé, anoche los muchachos le dieron lindo al chupi

─ Todavía te quedan dos latas

─ Son tuyas. Yo le doy nada más que al café

─ ¿Y? ¿No me vas a contestar?

─ Estuviste con Naim.

─ Ajá, ¿Y qué?

─ Que esa guachita te debe haber contado la novela

─ Hablamos un poco de todo, de aquí, de allá….

─ Y de más allá…. Si te la contó completa, entonces sobra tu pregunta, ¿No?

─ No te creas. Ella me contó su versión, claro, pero ¿que otra cosa me podía decir?

─ No te entiendo

─ ¿A qué mina le va a gustar admitir que se casó y vivió cuatro o cinco años con un puto?

─ No te creas, puede haber cosas peores

─ Bueno, dale Alemán, ¿me vas a contar o no?

─ ¡Pero qué pedazo de boludo que sos! ¿Me contás cómo cogés con tu mujer? ¿O es frígida, che?

─ Eso pertenece a mi ámbito privado…La Constitución dice

─ ¿Para mi no rige la Constitución?

─ Tu ámbito deja de ser privado cuando viene tu amigo del alma, va al baño y se encuentra con un primoroso slip rojo de encajes y puntillas colgado de la canilla y de ese modo le cagás la mente, que ya venía cuajada de dudas…. ¡No lo puedo creer!

─ ¡Ah! ¿Era eso?. Es de una amiga que seguramente volverá a buscarla en cualquier momento.

─ Si, claro. Y yo soy buch. O mejor Bin Laden. ¡Dale Alemán, qué desde que se fue Naim acá la única mujer que llamó a la puerta fue la evangelista aquella que no te podías sacar de encima! ¡¡Ahora me doy cuenta! ¡La mina adivinó el pecado en tus ojos! ¡Te quería salvar!

─ ¿Pecado? ¡Ja ja ja! ¡Te salió el facho de adentro!

─ ¡Cómo le escapás al tema, ¿eh?

─ ¡Nooo Viejo! ¡Pero no soy Lonstein!

─ Ni yo El Que te Dije. No se trata de curiosidad tampoco. Pero ¿Qué querés que te diga? Se me movió el piso. ¿Cuántos años hace que nos conocemos?. ¿Realmente nos conocemos?. No sé, pero de pronto es como que estoy frente a un enigma.

─ Y todo lo que no esté bien planchadito y dobladito, todo ordenadito, ¿Te jode, no?

─ Miralo así si querés, pero

─ Está bien, está bien, Nacho, te entiendo. ¿Qué tal si empezás vos por lo que te contó Naim?

─ ¡Ah nooo! ¡Yo batidor, no!

─ No es eso, Nacho. Yo sé como es ella. Y nunca me molestó la posibilidad de su indiscreción. Pero nos ahorraría vueltas.

─ Bueno…. Pero… Esteee… es que

─ Ya que sacaste la cuestión Nacho, ¡no arrugues!. ¿Qué? ¿Qué me vestía de mujer cuando cogíamos? ¿O qué no cogía bien?

─ Si. Bueno, algún que otro detalle.

─ Por supuesto que es cierto. No creo que ella haya exagerado nada. Así es, me encantaba hacer de mujer.

─ Pero entonces ¿Sos gay?

─ No lo sé, jamás me levanté un tipo y si dejamos de lado vibradores y consoladores de toda talla, además de los dedos de Naim, puedo jurar que soy absolutamente virgen.

─ Pero ella

─ ¿Qué? ¿Qué me cogía? Por supuesto. Hice la excepción. Consoladores, dije. Me faltó el detalle del arnés que ella usaba, pero no agrega nada.

─ ¡A la puta!

─ ¿Qué?. ¿Te da calor? ¿No me dirás que se te dan vuelta los ratones?

─ ¡Dejate de joder!

─ Pero te cuesta hablar de ello, te cuesta repetir las historias que Naim te habrá contado. A propósito, ¿Lo hizo en la cama?

─ ¡Estás loco! ¿Qué crees?. Nooo, vos sabés, al principio, cuando recién se fue estaba muy deprimida, iba a mi departamento, pero sólo buscaba una oreja, quería hablar. Además sus problemas con vos eran otros. Muchas veces, la sentí excitada contándome de ustedes dos…. Bueno, de ahí también el porqué de mis preguntas… Fue todo tan sorprendente….

─ Y bueno, dale, contame que te dijo. Yo confirmo o corrijo la versión, nada más.

─ La historia comenzó un día en que la acompañé a tomar un café. Estábamos frente al Shopping, sabrás cual me imagino

─ Si, dale

─ Y de pronto empezó…. "En aquel local le compré a Guille los mejores conjuntos que tuvo". Miré el local, no entendí nada. Me estaba mostrando la lencería

─ Si, ya sé, dale

─ Me quedé mirándola. Ella sonrió y siguió: "No te asombres Nacho, ¿no sabías de las preferencias de tu amigo del alma?" . "¿De qué me hablás Naim?" "De que mi marido, era dentro de casa, la más deliciosa puta que te podés imaginar. De eso. Pero lo peor, es que luego de saberlo, de recuperarme, del momento en que creí que todo se iba a la mierda y que Guille estaba loco, empecé a disfrutar. Recuerdo ese primer día aquí. Estábamos sentados en aquella mesa. Hacía una semana que no nos veíamos, luego del día en que él me habló del asunto. Nos encontramos aquí, hablamos cerca de dos horas. Yo le dije lo que me pasaba. Quería seguir con él, pero no tenía idea sobre como me podía sentir. Desde el comienzo supe que descartaba la alternativa de que él hiciera las cosas por su lado. Era para mi, como…. como…. como una infidelidad. Yo no quería competir con nada. O descubría y compartía su mundo, o nada. Y en un momento, se me ocurrió una idea. Aquel primer día, él me había mostrado la poca ropa de mujer que tenía. Poca y ordinaria. Y de pésimo gusto. Claro está, él se había limitado a comprar en ferias o cuevas de segunda mano. Entonces le pedí que cruzáramos a elegirse ropa interior. Ví como se sobresaltaba y empecé a disfrutar del juego. Le comenté que no estaba dispuesta a soportarlo con la ropa que tenía. Empecé a volarle la cabeza, describiéndole que cosas quería para él. Le hablé de un conjunto de tul de lycra con encaje, corpiño y bombacha, que querría que estrenara conmigo, algo así. Me vas a dar mucho trabajo, le dije, tengo que arreglarte todo, mirá esas cejas, mirá esas uñas, quiero que te vistas bien, quiero que me tientes, que me calientes, quiero ver como lucís para mi las cosas que encontremos y elijamos. No quería saber nada. En broma le había dicho que le iba a pedir frente a la vendedora que se probara la ropa y sabía que yo era capaz de hacerlo. Finalmente accedió. Creo que estaba muy caliente, tanto como yo. Porque te cuento Ignacio, que hablar de todo eso, describir la ropa, imaginarlo en casa luciéndola, aún sin saber que me pasaría a mi frente a todo eso, en ese momento me calentaba, hasta tal punto que sentía que me estaba humedeciendo. Cuando se lo dije a él al oído, terminó de decidirse y cruzamos al shopping. ¡Ay Ignacio, no quieras saber lo que fue ese día!. Primero fuimos a la lencería. Yo lo miraba a Guille, y ¡te juro que me enternecía comprobar como se le iban los ojos!. Yo, a propósito, me puse pesada con la vendedora, le pedía que me mostrara una y otra cosa, tomaba las prendas, las levantaba como para mirarlas bien, las extendía, cada vez que se daba la situación lo rozaba a Guille con un corpiño, o le pedía que lo tomara y me lo mostrara de algo más lejos "para verlo bien", le decía. Elegí portaligas, medias de las más finas, con puños de encaje, de pronto me fijaba en un deshabillé y comentaba cosas como para que "mi prima" estuviera cómoda durante la mañana. Yo creo que el tipo hacía esfuerzos para no acabar. Se apoyaba en las vitrinas, en el mostrador, para disimular que tenía la pija a mil, yo me daba vuelta para ver algo y me apoyaba contra él y entonces sentía en mi culo esa cosa encantadoramente dura y palpitante. No sé, pero gastamos un montón de plata. Por supuesto, aproveché y me compré también para mi. Le decía, que no soportaría ver a "mi prima" con esa ropa tan linda y yo con mi ropa de todos los días. Claro, ¿Qué iba a decir él?. Pero le gustaba y más se calentaba.

─ Recordarlo me está calentando ahora de nuevo Ignacio

─ Y claro, lo imagino… Pero bueno, no paraba de hablar. Vos sabés como es Naim cuando se suelta. Me contó cuando después fueron a comprar vestidos, en particular recordaba uno de seda arrugada, color natural, una pollera de falda muy amplia, un top espectacular, fijate como me acuerdo, ¿no?. Y bueno, se extendió porque creo que ella también estaba gozando con los recuerdos. Y me ahorro contarte su descripción de la visita al sex shop.

─ ¡Si claro! La guachita hasta me probó unas esposas que había elegido, me puso en la mano un consolador monstruoso, se probaba ella misma, sobre el pantalón, con absoluto descaro un arnés…, es cierto lo que ella te contó, yo estaba al palo y temía acabar en cualquier momento….

─ Bueno… y después la llegada al departamento de ustedes… Cuando te hizo desvestir, el trabajo que se tomó para depilarte, al parecer vos no querías saber nada.

─ Y, Nacho…, como es que se dice…, "yo estaba en el closet". Fuera de mi mundo íntimo, de mi soledad, yo era un tipo normal, no estaba preparado para salir del armario a los empujones, pero esta hermosa chica me dio vuelta la cabeza, ya no tenía voluntad… hizo todo lo que se propuso… Hasta me dibujó unas cejas que…bueno… Agradezco que en esa época te veía poco

─ Ajá… Después te hizo poner una primorosa bata, llena de puntillas, volados, y se dedicó a maquillarte

─ Hasta me abrió los lóbulos de las orejas para los aros… ¡Qué hija de puta!

─ No bien te abrochó el corpiño

─ Si… ya no aguanté, le quité el pantalón, me arrodillé y le empecé a chupar la concha abrazado a sus piernas

─ Pero no te dejó cogerla

─ No, ¿Hasta eso te contó?. Me metió un vibrador en el culo y me hizo andar así, durante un rato larguísimo.

─ Se divertía con tu equilibrio sobre los tacos

─ Imaginate. Nunca los había usado. Pero… ¡No dejó detalle de lado! ¿Te contó cuando ella se pajeó?

─ Todo. Recuerdo que por momentos no sabía si me asombraba más por lo que me hablaba de vos que por la forma en que me contaba de sus propias reacciones. Tenía la sensación de que ella misma se sorprendía por las cosas que le estaban pasando. Me contó cuanto cuidó de que vos no acabaras.

─ Quería llevarme no sé a que límites

─ Si. Me dijo que más tarde te propuso que te pusieras el vestido aquel de seda. Señaló cuanto le gustaba ese vestido, pero para ella, y como cuando te lo vió puesto sintió que una especie de morbo se apoderaba de ella. Que decidió esposarte a una manija alta del placard, y que cuando te vió así, con los brazos levantados, casi colgando de las esposas, moviéndote desesperado, totalmente caliente, para jugar con el vestido entre tus piernas, se echó en la cama y se empezó a desnudar. Que ella también se sentía hirviendo, que empezó a acariciarse las tetas, los pezones, todo su cuerpo y que ante ello, vos le suplicabas que te liberara, que no lo aguantabas, y que todo eso la excitaba aún más. Empezó a meterse los dedos en la concha, después se metió uno de los consoladores. Con mucho detenimiento, me habló de que sintió que era realmente grande y que en ese momento concibió la idea. Se paró y mientras no dejaba de toquetearse toda, se acercó a vos, te levantó el vestido y te arrancó el slip y se puso a jugar con la cabeza de esa enorme pija de plástico en la puerta de tu culo. ¡Uf, Guille, por favor seguí contando vos!

─ ¡Si! Yo estaba tan caliente que no podía más. ¡Era demasiado! ¡El movimiento del vestido, la forma en que me ajustaban los breteles del corpiño, movía la lengua y saboreaba mis labios pintados, y ella… ella Nacho. Se tomaba las tetas y se lamía sus propios pezones, se mojaba los dedos en la concha y luego se los chupaba, o se frotaba las tetas, o los ponía en mi boca para que yo también probara su jugo. Empezó a joder con el consolador en mi agujero y lentamente fue presionando. Yo le pedía que se detuviera. Por instantes tenía miedo de que se le fuera la mano y me desgarrara, pero en otros le rogaba para que me rompiera el culo. "¡Claro que te voy a dar el gusto mi puto!", me decía y en un momento, se apoyó con fuerza sobre el consolador y me lo hundió hasta la mitad. Te aseguro que grité, pero mejor no lo hubiera hecho. Estaba como sacada, dio otro envión y me dí cuenta que me lo había metido todo, incluso sentía su dedo también entrando a medias. Luego se puso a revolverlo dentro mío. ¡Aaaay! ¡¡No, no, esto es una idiotez! ¡Por qué carajo tengo que estar contándote esto y calentándome de nuevo como si ella estuviera aquí! ¡Basta!

─ ¡Tenés que seguir!

─ ¡No, no, no tengo que seguir! ¿Qué carajo te está pasando a vos? ¿Te estás calentando conmigo? ¿Querés que repita las escenas para vos?. ¡Bah! ¿Ves? ¡Ya ni sé lo que estoy diciendo, disculpame! ¡Pero terminemos con esto!

─ Voy a buscar la otra cerveza que queda

─ Nacho

─ ¿Qué?

─ ¿Te molesta si mientras me pinto las uñas?

─ Creo que me gustaría verlo. ¿Y después?

─ Bueno, después… tomarás tu cerveza… ¿Qué más? Acaso querrías que te muestre el color para los labios que me compré ayer?

─ Si… me gustará. ¿Tal vez me muestres uno de tus vestidos?

─ ¡Oh nooo!. Pero tengo una pollerita tableadita, como las que usan las chicas del colegio…¿Las conocés?. Pero a lo mejor se te hace tarde….

─ Creo que dispongo de toda la noche…. Ya vuelvo.