Mi mujer (4)
Fin de la historia. Final feliz ¿Quien quiere uno igual?
Capítulo CUATRO
Al cabo de unos días llamé al número de teléfono que me había dado la chica. Se alegró mucho al oírme, se llamaba Bea, y era promotora artística, concretamente de arte erótico.
Por lo que se vé apadrinaba a un artista moderno que necesitaba un travestí que se prestara a un trabajo de unas 7 horas por el que recibiría una buena pasta. Sólo se trataba de estar inmóvil como una estatua en una especie de espectáculo erótico.
La verdad es que no me lo explicaron muy bien, pero al oír la cifra acepté sin siquiera decírselo a Sara.
Cuando se lo conté a Sara se enfadó, diciéndome que los tratos eran cosa suya, se mosqueó y me dijo que hiciera lo que quisiese, pero cuidadín con luego quejarme.
La cita fue al jueves siguiente. Me mandaron presentarme en un edificio del centro a las 18.00 h.
Al llegar una chica en minifalda me hizo pasar a una sala donde había un tío muy estrafalario y un montón de maquilladores, sastres y similares, además de un montón de esculturas subidas de tono, pinturas y fotos inmensas de chicos y chicas en distintas posiciones muy sugerentes.
Enseguida empezaron conmigo. Repetí el negro. Bragas con agujero, sostén, ligueros y medias. Encima un minivestido de cuero brillante que no me tapaba nada y unos mega zapatos de tacón inacabable con plataforma. Peluca negra lisa y un montón de avalorios en dedos, cuello y orejas. Me maquilaron en tonos azules oscuros y pintaron mis labios en negro.
Casi no podía andar, me condujeron a una sala grandisima donde estaban colocando cuadros y esculturas.
En el centro, había una especie de sillón de ginecólogo en acero inoxidable colocado encima de una tarima con una alfombra negra.
Me asusté al pensar que ese iba a ser mi sitio, pero no me dio tiempo a pensarlo. Me cogieron entre cuatro maromos y me acostaron en esa especie de potro. Ataron mis muñecas a los reposabrazos y me sujetaron las piernas. La chica de la minifalda se acerco a mi entrepierna y sin escuchar mis protestas, sacó mi pene y lo enfundó en una especie de cinturón de castidad para tíos, (creo que se llama chastity belt) que impedía que mi pene creciese y pudiese eyacular. Para que no protestase, me puso un una bola en la boca sujeta al cuello (gag-ball o algo así), con lo que ya se acabó mi resistencia. Sujetaron mis piernas a sus soportes y me colocaron el vestido, ajustaron mis medias y dieron el último toque a mi maquillaje y peinado.
Habían pasado ya dos horas, supuse que el espectáculo empezaría a las 20.00 h. A mi alrededor estaba ya preparado todo. La mayoría a mí alrededor me ignoraba excepto la chica de la minifalda que me estuvo tranquilizando y me secó el sudor de la frente provocado por el miedo.
Alguien dio la orden final. La minifaldera se acercó a mi entrepierna mientras los demás desaparecían. Con un diestro movimiento y pillándome de sorpresa, saco un consolador de cuero negro de una caja y me lo endiño sin miramientos. Estaba lubricado, pero era enorme. De su base salían unos cables que bajaban al suelo y se escondían bajo la alfombra negra.
Se despidió con un guiño y se alejo. Al cabo de un par de minutos todo se iluminó. Encima de mí había un gran foco de luz azul que me iluminaba por completo dejando un círculo de unos cinco metros de diámetro en penumbra.
Enseguida comenzó a entrar gente, yo no podía mover apenas la cabeza, pero intuía que se aproximaban. El murmullo inicial se convirtió en rumor, Empecé a ver personas mirando los cuadros y estatuas. Una pareja se acercó tímidamente hacia dónde yo estaba, pero se alejó entre risas.
No tardó en acercarse una pareja de chicas, Se dirigieron hacia mí y pisaron la alfombra circular negra.
En ese momento sonó un zumbido y sentí moverse algo no , no, no. Sí sí, sí el enorme consolador dentro de mi culo estaba vibrando, comencé a retorcerme y de pronto se paró.
Lo comprendí de inmediato, las dos chicas habían retrocedido y estaban fuera de la alfombra, se rieron y me miraron, volvieron a pisar la alfombra, y el consolador comenzó a vibrar. Rieron a dúo, y su risa atrajo a más gente. No lo podía creer, iban a encender el consolador a su voluntad, no ellas, sino todo el público.
Estuve a punto de desmayarme sólo de pensar lo que me esperaba.
Gentes de todo tipo pasaron por la alfombra, parejas, mujeres entraditas en años, gays, jovencitas en minifalda, abuelitos modernos, todos hicieron funcionar varias veces el consolador entre risas y comentarios. Me observaban retorcerme ante la vibración y apostaban si me correría o no. Yo no aguantaba más, mi pene estaba hinchado hasta dónde le dejaba el arnés de castidad, pero una anilla en la base me impedía eyacular, me sentía toda una zorra exhibicionista. Me dio por pensar que pasaría si alguna persona me reconociese, pero gracias a Dios no fue así. Un viejo verde se quedo veinte minutos sin moverse a mi lado mientras se tocaba la polla a través del bolsillo del pantalón.
Fueron casi cinco horas de constantes convulsiones, hacia las 10.00 h, la chica de la mini se acercó me quitó la bola de la boca y me dio un sorbo de agua. Me retocó el maquillaje y me peinó y me dijo que lo estaba haciendo muy bien.
El público atendía también otras obras, poniendo especial atención en las esculturas, pero era mi posición la más visitada. No en vano estaba en el centro de la sala e iluminada de manera diferente.
No tuve un momento de tregua, cuando parecía que no se iba a acercar nadie y el consolador se detenía, aparecía algún grupito de rezagados y lo hacía funcionar de nuevo. Sólo el enorme tamaño que tenía este impidió que se saliese de mi culo, ya que al cabo de un par de horas mi agujerito se había triplicado de tamaño.
A eso de la una de la madrugada, las luces empezaron a apagarse y la gente a desaparecer. Media hora mas tarde todo estaba vació. Pensé que se olvidaban de mí cuando oí unos tacones. A duras penas busqué su procedencia y vi acercarse una silueta femenina. Llevaba una gabardina negra hasta los tobillos y unas gafas de sol.
Cuando oí la voz la reconocí.
HOLA ESTELA, YA VEO QUE LO HAS PASADO BIEN. NO ME HICISTE CASO Y ACEPTASTE EL TRABAJO.
Era Sara, estaba preciosa, intenté hablar pero sólo me puse más en evidencia babeando a través de la bola en mi boca.
NO INTENTES EXPLICARTE, YA SE QUE ESTO TE GUSTA MUCHO. PERO YO SIGO NECESITANDO UN HOMBRE, Y TU NO TIENES MUCHA PINTA, MAS BIEN PARECES UNA ESCLAVA SEXUAL. HE DECIDIDO DARTE UNA OPORTUNIDAD, AHORA MISMO TE VOY A QUITAR ESE ARTEFACTO QUE BLOQUEA TU POLLITA. Y QUIERO QUE ANTES DE CINCO MUNUTOS ME HAGAS TENER UN BUEN ORGASMO. SINCERAMENTE CREO QUE NO VAS A PODER, SOLO HAY QUE VER EL TAMAÑO QUE TIENE, AHORA BIEN, SI NO LO CONSIGUES, SALDREMOS DIRECTAMENTE A UN HOSPITAL QUE TENGO PREPARADO YA PARA QUE TE HAGAN UNA CASTRACION EN TODA REGLA. QUIZA INCLUSO APROVECHEMOS EL QUIROFANO Y TE PONGAMOS UN CHOCHITO. ASI PODRE PEDIR MAS DINERO POR TUS SERVICIOS, QUE SERAN LOS DE UNA PUTITA DE LUJO.
Me quede helada por el miedo, Sara hablaba en serio. Desconecto el consolador y me lo saco de un tirón, estaba manchado se sangre.
SI ERES UN HOMBRE NO NECESITARAS EL CONSOLADOR PARA EXCITARTE. CREO QUE TIENES LA REGLA PORQUE ESTA MANCHADO DE SANGRE.
Se volvió y buscó algo en su bolso. Saco un tampax y lo puso en mi dilatado y dolorido culo.
ASI NO ME MANCHARAS
Se quito la gabardina, debajo lucía esplendida con una falda de colegiala roja muy cortita, blusa blanca semitransparente, ligueros y medias blancas y zapatos negros de tacón.
Trepó encima del artefacto dónde yo yacía amarrada y se levanto la falda, no llevaba bragas, e intento meterse mi miembro en su vagina.
Fue inútil, mi pene estaba flácido y pequeño.
VETE ESPABILANDO QUE ESTO TIENE QUE MEJORAR, YA TE HE DICHO QUE TIENES CINCO MINUTOS
Intenté concentrarme al máximo, pero después de más de seis horas en tensión, mi pene no daba señales de vida.
Al cabo de un par de minutos de intentarlo sin éxito, comprendí lo único que podía hacer. Si no conseguía excitarme como hombre, lo haría como mujer.
Con las pocas fuerzas que me quedaban, comencé a imaginar Estaba en una iglesia, vestido de novia, un precioso vestido blanco con velo, entallado y con escote de palabra de honor, preciosos zapatitos blancos, sentía la lencería de seda en mi interior, tanguita, y un body con liguero y medias blancas.
Tenía un ramo de flores entre las manos, miré a mi alrededor, solo había hombres en la iglesia. Comencé a andar por el pasillo, todos se volvieron a mirarme, el cura esperaba en el altar, cuando llegué se aceraron dos hombres, me cogieron de las manos y me llevaron hacia la inmensa piedra horizontal, tiraron de mí y me apoyaron en la piedra.
Note que se aproximaba otro hombre, me subió el vestido y dejo al descubierto mis nalgas, arrancó el tanga y en un abrir y cerrar de ojos me hincó su miembro.
Sentí que mi pene empezaba a desperezarse, Sara lo notó y empezó a moverse.
BIEN CARIÑO, PARECE QUE NO ERES TAN MARICON COMO CREÍA
Ella no imaginaba que la erección era a causa de mi imaginación.
Tras embestirme con fuerza durante un buen rato, el primer hombre se retiró dando paso a otro, me golpeó en las nalgas y me empaló. Sentí mi ano crujir, miré hacia atrás a duras penas y por encima de mi hombro pude ver al hombre cabalgarme como si yo fuese una mujer de verdad. Me horroricé con lo que vi, detrás de el había una larga fila, todos esperaban su turno para violarme. Uno tras otro fueron pasando, mientras alguno de ellos se acercaba por delante y me la metía en la boca. Estaba siendo perforada por delante y por detrás. Un par de ellos sujetaban mis piernas mientras me penetraba otro. El semen caía por mis muslos manchando mis medias blancas.
Mi polla estaba ya a pleno rendimiento, Sara se movía como poseída. Yo intentaba empujar, pero atada a la silla poco podía hacer.
El último se acerco a mí, y me dio la vuelta, poniendo mi espalda en el altar, subió mis piernas cociéndolas por los tobillos y la separo con fuerza dejando mi agujerito completamente desprotegido. Y en un segundo, con un movimiento brutal, metió su inmenso miembro hasta el fondo. Grité, y me desmaye mientras varios de ellos se pajeaban encima de mi cara.
En mi imaginación todo terminó, pero en la realidad quedaba por hacer, miré a Sara, sus pechos casi se salían del sujetador del movimiento, todavía cabalgo encima de mí durante unos instantes hasta que por fin tuvimos un orgasmo simultáneo. Cayó encima de mí y pasó un buen rato hasta que se movió. Se bajo y comenzó a desatarme. Al ponerme de pié tuvo que ayudarme. Me dio un beso en la mejilla
ERES UNA GRANDISIMA PUTA. GANARE MUCHO DINERO CONTIGO.
Nos pusimos los abrigos y salimos. Al llegar a casa nos dimos un baño juntas, nos pusimos un camisón y unas braguitas y dormimos abrazadas. Las dos nenas descansaban juntas.
Eso es todo. Por favor decirme vuestra opinión . estelabound@ozu.es