Mi morbosa preñez (Parte 3)
Continuando con el relato anterior
M i morbosa preñez (Parte 3)
Continuando con el relato anterior………
A los cinco o seis meses de mi embarazo, mi esposo tenía que viajar por unos días, por motivos de trabajo, así que me propuso, decirle a Ana si podría venir a acompañarme, dado que mi otra hija se la pasaba bastante tiempo en la casa de sus abuelos, hacia que no me quedase tanto tiempo sola. En un primer momento le dije que no hacía falta, pero me insistió, diciéndome que se quedaba más tranquilo si había alguna persona que me acompañase. Lo pensé, y no tardé mucho tiempo en aceptar su propuesta.
Estaba algo inquieta y como un cosquilleo al saber de la llegada de Ana en menos de un mes, eso me llevo a crear una fantasía muy voluptuosa con ella con ella, al punto de haberme masturbado ante esa imaginación. Ana llego algo antes de lo previsto, así que durante tres días, no paso nada, hasta la ida de mi esposo, si bien estaba con bastantes expectativas, no me animaba directamente a iniciar lo que había quedado pendiente.
Mil cosas me venían a la cabeza, planificando nuestro posible encuentro, pero por lo general cuando sucede, ocurre de la manera menos inesperada.
Después de un par de días, de haberse ido mi esposo, no aconteció nada, o algo que me diese pie, por un lado me alegraba y por otro no. Decidí no ponerme sostén, para ver si me pidiese acariciar mi abdomen, dándole la oportunidad de llegar a mis senos liberados, pero nada de eso existió.
Al quedarnos totalmente solas, charlamos, mirábamos televisión y ese tipo de entretenimiento, fue lo cotidiano. Le propuse dormir juntas, pero prefirió seguir en su alcoba. Supuse que ya había perdido el interés o no querría involucrarse en algo que podría ser rechazado.
Trate de descartar la idea, hasta que una mañana me pregunto si podía acariciar mi panza, le dije que sí, pero lamentablemente me había puesto el corpiño porque saldríamos mas tarde. Decidí dejarla sin poner límites, le entregaba mi cuerpo para obtener sus caricias, hasta ver a donde llegaría. Me senté en el sofá grande para tener mejor comodidad, y me levante la blusa. Al sentir su cálida mano, me erizo la piel con su contacto, mis pulsaciones se aceleraron, me baje algo la falda como para quedar toda mi panza a su alcance, llegaba de la parte inferior de mis senos hasta cerca de mi pelvis, no me anime a darle o insinuarle para que fuese más allá me beso la panza y ahí finalizo todo.
Realmente estaba bastante molesta y hasta llegue a contestarle mal en una oportunidad, disculpándome que al no tener a mi esposo estaba algo nerviosa.
Una tarde estábamos preparándonos para dar un paseo, yo estaba casi lista, pero Ana recién salía de la ducha, envuelta con la toalla, como para acelerar nuestra salida le sugerí, que le secaría el cabello.
Se sentó al borde de mi cama, e inicie el secado, note que la parte superior de su pecho estaña aun húmedo, le dije que se secara para acortar tiempo, se desato la toalla, y comenzó a pasarla por sus pechos. En ese instante algo me sacudió, sentí como un escalofrió al ver sus senos bastante más desarrollados,
Le dije que se volcara sobre la cama que la secaría totalmente, sin ninguna objeción, se volcó boca abajo sobre la cama, cubierta solo por el toallón. Inicie secando su espalda, bajando la toalla hasta la cintura, además lo fui levantando hasta quedar solamente cubierto sus posaderas.
Continúe friccionando su espalda, pero antes de eso traje una crema para el cuerpo, el contacto de mi mano sobre su jovial piel me estimulaba progresivamente, suavemente corrí algo la toalla, dejando partes de sus deliciosos y blancos glúteos, al descubierto.. Con algo de delicadeza friccione sus cachetes, mientras sus piernas se fueron separando, permitiendo ver algo de su sexo.
Cambie de zona y mis mano se dirigieron a su entrepierna, estaba bastante nerviosa y a su vez un agitación se iba apoderando de mi cuerpo.
Mis poros segregaban un sudor que comenzó a bañar mi piel, mis hormonas aumentaban cada vez que incursionaba más, sobre su desnudo cuerpo, apenas cubierto por la toalla. Con el dorso de mi mano rozaba su grieta, bastante húmeda, fui oprimiendo mi mano sobre su sexo, separando mas sus piernas, como para aumentar el contacto..
Me atrajo la idea de besar sus nalgas, y así lo hice, me exaltaba hacerlo, intensifique mis besos y caricias, al punto que separe sus cachetes hasta dejar a la vista su acceso anal, pequeño y rosado, me tentó, jugué sobre sus bordes con la yema de mi dedo, comencé a oprimir su esfínter, mientras sus manos se asían al borde de la cama.
Sus dejos de placer, eran más intensos y deliciosos, al igual que mi excitación, continúe con mi dedo hasta introducirlo apenas en su orificio, eso aumentaba mas su alteración. Seguí manteniendo separas sus nalgas, sin pensarlo, mi lengua comenzó a lamerla, su culo se elevaba, como ofreciéndolo totalmente, sentía como su cuerpo se convulsionaba, por efecto de mi acoso. Le quité la toalla, dejándola totalmente desnuda, me subyugaba su cuerpo, su tersa y jovial piel, la giré para seguir apreciándola, me seducía verla así, como indefensa, entregándome su cuerpo para gozar, en lo que, le estaba proveyendo.
Después de girarla mi lengua busco su clítoris, y mis manos se posaron sobre sus senos oprimiendo sus pezones rígidos, estimulados, por mi accionar, mientras su cuerpo no dejaba de convulsionarse. Con gemidos y gritos la lleve a un estaxis total, finalizando con un fuerte orgasmo, la abrace sintiendo que aun su cuerpo continuaba vibrando.
La bese preguntándole si estaba bien, a lo que me contestó que no me detuviese, mis labios, exploraron todo su cuerpo desde su boca hasta llegar a su entrepierna, iniciando una devoradora succión, un sabor algo acido, pero a su vez atractivo, mezcla entre su flujo y su orín, hizo que me sumergiese más intensamente en su sexo, introduciendo mi lengua en tan delicioso lugar.
Me sentía algo extraña y a su vez bastante excitada, a pesar de eso, le dije que se vistiese ya que teníamos planeado salir, en nuestro paseo no se toco el tema, solamente notaba como se comportaba, la veía muy radiante y feliz. Mientras mis pensamientos mantenían latente el momento vivido.
Llegamos a la hora de cenar, prepare algo rápido, para ir a ver televisión, mientras preparaba unos bocaditos, Ana se me acercó y me beso en los labios. Si bien me atrajo su aptitud, preferí cortar con lo que sucedió, así que sin darle mayor importancia lo hice, mientras acariciaba su larga cabellera.
Después de comer frente al televisor Ana se levanto un momento para regresar con un camisón bastante transparente, que al pasar frente a la lámpara se notaba que carecía de ropa bajo su prenda. Se sentó a mi lado acurrucándose junto a mí, su contacto me atraía de sobremanera.
En un momento me dejo totalmente confundida, al pedirme que por favor, la dejara amantar, si bien no le conteste de inmediato, sentí que me estaba humedeciendo. La mire de manera sorprendida pero a la vez con una expresión de aprobación, que fue suficiente para comenzar a desabrochar mi blusa, hasta quedar totalmente abierta, levanto mi sostén y se recostó sobre mi regazo, como una beba, la palma de su mano fricciono la punta de mis pechos hasta adquirir suficiente rigidez, su boca se conectó a mi pezón, succionando mis pechos hasta llevarme a un estado de enajenación, oprimía mis pezones muy erectos. Su mano acariciaba mi voluminoso abdomen, llevando su mano a mi monte de Venus, hasta introducirla dentro de mis bragas, sus dedos rozaban mi vagina, que ya había adquirido un estado bastante húmedo.
Sus succiones eran delicadas y a su vez, llenas de sexualidad, sus dientes mordían mis pezones que estaban totalmente alzados, mis pechos parecían haber aumentado su volumen. En ese instante Ana se quito su prenda y totalmente desnuda, continuo mamándome, me estaba llevando a un estado de estimulación, difícil de controlar, mientras su boca se iba alimentando de mi leche.
Mientras continuaba adsorbiendo mi néctar, su mano acariciaba mi panza, me quito la blusa conjuntamente con mi sostén, para continuar con mi otro pecho. Su mano iba deslizándose a través de mi falda, a lo que trate de detener, pero sus succiones eran tan intensas que me entregue a su juego sexual. Termino quitándome la pollera, y su mano fricciono con más intensidad mi sexo.
Su mano la deslizaba sobre mi vagina a través de mis bragas, me había llevado a un estado de total paroxismo, que me fui entregando a su total acometimiento.
Continuo hasta que fue desplazando mi última intima prenda, hasta quitármela totalmente, me sentí algo avergonzada al encontrarme desnuda y cambiado mi cuerpo por el embarazo, pero a ella le parecía muy sensual y voluptuoso. En escasos minutos estaba totalmente desnuda, antes los ojos de Ana, seguía algo ruborizada, al punto de tratar de cubrirme mis partes con mis manos. Me las quito, llevándolas sobre mi cabeza para ver mi cuerpo desarropado.
Me lamio mi sexo hasta sentir como sus dedos se introducían en mi interior, ya no pensaba, estaba sumida en ese lujurioso acoso. Un dedo lo introdujo en mi recto, mientras no paraba de lamer mi intimidad. Al introducir sus dedos en mi vagina, comenzó a entrarlos y sacarlos con bastante rapidez, elevándolos hacia las paredes de mi matriz., generándome una seguidilla de orgasmos. Mi clítoris rígido, sentía el roce de su lengua, sumado a una leve presión de sus dedos. No paró hasta lograr llevarme a una serie de convulsiones, haciéndome gemir y gritar sin reparo, dejándome totalmente extenuada.
Realmente por su edad podría decir que era una experta, a la que a partir de ese momento tanto ella como yo, no tuvimos reparos en hacernos todo lo que pudiese estar a nuestro alcance.
Nuestra relación se fue haciendo cada día más intensa, no sé quien a quien había enviciado más. Ana se había trasformado en una niña, le encantaba que la amantara, me enloquecía con sus succiones largas y espaciadas, mientras ella se masturbaba.
Me encantaba andar por la casa casi desnuda, y tentarla con mi panza y mis tetas al aire, ya no sentía vergüenza frente a ella.
Dormíamos juntas teniendo relaciones al acostarnos y al despertar.
La última semana juntas, tuvimos un intenso encuentro, una vez que la desnudé, tenía deseos de hacerle de todo, la besaba, lamia su sexo, introducía mis dedos en su ano, mientras ella intentaba quitarme mi ropa, parecía que era la primera vez que estábamos juntas. Deseaba ser hombre en ese momento para penetrarla totalmente y en todas sus aberturas.
Bull nuestro perro aun no había participado en nuestros enardecidos encuentros, hasta ese momento no era mi intención. Pero una mañana mientras dormíamos plácidamente, Ana abrazada a mi cuerpo prácticamente desnudo, el hocico de mi perro se hizo presente, oliéndonos y hasta pretender entrar bajo las sabanas. Ana se despertó y tratando de alejarse, se cubría con las sabanas, me dejo prácticamente destapada. Mi mascota aprovecho la oportunidad metiendo su hocico entre mis piernas, cosa que lo hacía algo frecuente.
Estuve a punto de sacarlo cuando vi a Ana, observar de manera perpleja dejo caer la sabana que la resguardaba, dejando sus pechos a la vista. Bajó mis bragas para ofrecerle mi vagina, disfrutando intensamente de sus lamidas, eso pareció excitar bastante a Ana, que terminando de quitar las sabanas, comenzó a mamar de mis pechos, con tanta vehemencia que logro sacar algo de mi leche materna. Eso despertó en Bull la necesidad de lamer mis senos y panza, al cubrirse con mi líquido.
Mientras mi prima, introducía la mano entre su tanga, para obtener una mayor estimulación, abrí bien mis piernas para gozar con mayor plenitud. Bull parecía beber de mi vagina, que ante cada lamida, afloraba más de mi flujo.
Trate de proteger mi abdomen, hasta que empezó a llevarme a un éxtasis, que fui perdiendo la noción. Comencé a tocarme mientras el perro continuaba hasta hacerme obtener un prolongado orgasmo.
Mientras Ana arrodillada a mi lado continuaba prendida a mis pezones. Aproveche para bajar su tanga y hacerla acostar boca arriba, abriendo sus piernas, algo temerosa lo hizo, llevé la cabeza del perro a su sexo, para hacerla sentir por vez primera, sus agudas lamidas. Me provocaba hacerle cosas, al percibir como se estimulaba, traje algo de yogur y unte en su cuerpo, el perro comenzó a lamer los sectores impregnados, le coloque bastante en sus pechos, lugar que la incitaba considerablemente. Abrí sus piernas para lamer su sexo, que emanaba bastante flujo, entre el perro y yo, la llevamos a un punto de enajenación total.
Estaba gozando plenamente ambas lenguas, veía como se erizaban sus pezones, lo que mi calentura se hacía más evidente. Mi sexo casi pegado a su boca, comenzó a ser lamido por Ana. Parecía desenfrenada por sus gemidos y exclamaciones, a los que intensifique al chupar sus pezones, besarla y hasta introducir la totalidad de mi dedo en su recto, mientras el perro seguía entusiasmado pasando la lengua por su vagina. Ana se arqueaba por la intensidad de sus agitaciones, hasta que un fuerte orgasmo pareció aplacarla. Bull a partir de ese momento se había convertido en el tercer integrante de nuestra actividad sexual.
En una oportunidad estábamos con Ana en la cocina, comenzó a besarme a lo que no pude resistirme, al sentir su contacto dejaba lo que estaba haciendo, confiriéndome a su acercamiento. Mientras sus labios se ponían en contacto con los míos, su lengua accedía en mi boca de una manera impetuosa, sus manos buscaron mis abultados pechos, fue quitando mi camisa, para continuar sacando mí sostén, a pesar de haberlo hecho varias veces, me sentía algo cohibida. Se prendió a mis pezones de una manera insaciable, succionándolos hasta lograr extraer parte de mi leche, su mano bajaba hacia mi sexo, hasta hallar mi abertura empapada por su accionar, bajándome mi falda conjuntamente con mis bragas. La ventana de la cocina daba a la calle, cualquiera que se asomase podía ver lo que estábamos haciendo, creo que eso me estimulaba aun mas..
Ya desnuda me hizo acostar sobre la mesa, quedando mis piernas colgando, abrió mis piernas para comenzar a besar mi vagina, incrustando sus dedos en mi orificio trasero, enloqueciéndome de satisfacción. Estaba tan compenetrada en su asedio que no presté atención que entraba mi perro, acercándome a mi raja para comenzar a lamerla. Si bien ya lo habíamos hecho, traté de sacarlo, pero Ana lo tomo del collar para acercarlo más a mi vagina, después de lamerme durante un rato, me puso en un estado libidinoso. Al subir sus patas sobre la mesa, mi pie desnudo quedo cerca de su bulto, instintivamente comencé a rosarlo, hasta hacer que se asiera a mi pierna, iniciando su habitual agitación. Sabía que hacía días no tenía ningún tipo de desahogo, así que continúe, hasta sentir crecer su verga por efecto del constante refregón.
Ana quedó algo atónita, ante esta nueva sorpresa, chupando con mayor vehemencia de mis pezones, e introduciendo su mano más profundamente en mi vagina. Mi estado lascivo no me llevaba a pensar, consentía lo que me hacían, el perro aferrado a mi pierna y Ana besándome, lamiendo e introduciéndose en mis partes íntimas..
Entre gemidos y clamores, me produjeron varios orgasmos, pero al percibir, el esperma eyaculado en mi pierna sentí una fuerte convulsión, sentí su lengua limpiar su semen, mientras Ana se masturbaba ante el espectáculo brindado.
Me levante de la mesa, algo avergonzada por lo realizado para ir a bañarme, cuando Ana que se estaba iniciando en la zoofilia, a lo que no estaba en mi mente involucrarla, me pregunto algo temerosa, pero a su vez fascinada, si alguna vez había tenido sexo con mi mascota, a lo que negué rotundamente.
Los pocos días que quedaban para irse continuamos con las practicas, que no pasaron de ser un mero sexo oral y algunas masturbaciones a Bull.
Días después Ana regreso a su hogar, quedándome un vacio bastante grande, mientras los encuentros permanecían en m mente.