Mí mejor día de navidad

Mi chica, me miró sonriéndome y se puso sobre mi, para hacer un 69. Se acercó a mi sexo y empezó a jugar con mi clítoris en su boca, pero se había puesto de tal forma, que yo no podía llegar a su sexo.

RELATO ESPECIAL: UN AÑITO DE VIDA DEL BLOG!

GRACIAS A TODOS, Y FELIZ NAVIDAD

http://bolleramolamasquelesbiana.blogspot.com.es/

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Era el día de navidad, y después de comer, mis padres y mi hermana se iban y no volvían hasta la madrugada. Llamé a mi chica:

-Cariño, voy a estar sola en casa hasta la madrugada, ¿voy a por ti, te quedas a dormir, y te llevo mañana a la estación?

-Mmm... No.

-¿Cómo que no? Tssss.

-No, porque si no, mañana no querre irme de tu cama, y no llegaré a la estación.

-JAJAJAJA te juro que llegarás a la estación, mi vida.

-Bueno, entonces haré el esfuerzo e iré a dormir contigo.

-Tsss... Idiota.

-Te quiero, mi chica.

-Y yo a ti, mi niña.

Cogí el coche y fui a recoger a mi chica que comía con su familia, y antes de venir a mi casa, pasamos por la suya para que acabara de hacer las maletas y las cogiera, ya que al día siguiente se marchaba a Barcelona a ver a su familia.

Estábamos solas en su casa, ya que el resto seguía en la comida familiar. Entramos a su habitación, y mientras ella acababa con las maletas, yo me puse a cotillear y enredar con sus cosas. Cuando fui a abrir un cajón, vino corriendo y lo cerró:

-¿No puedo mirar dentro?

-No.

-¿Por qué? ¿Qué guardas ahí dentro, viciosilla?

-JAJAJAJA que mal pensada eres, por dios. No guardo nada raro, sólo algo que no puedes ver.

-Pero… pero... pero.. ¡QUIERO VERLO!

-Lo verás, pero ¡no seas impaciente!

-Jooooo, ¡¡¡pero quiero verlo ahora!!!

-¡Tranquila! ¡Esta noche lo verás! Es tu regalo de navidad.

Ya dejé de insistir, porque ella es más cabezota que yo, y no iba a conseguir que me lo enseñara hasta la noche. La cogí entre mis brazos y la besé. Ella sonrió, y seguimos haciendo sus maletas.

Cuando por fin terminó, cogimos las maletas, las bajamos al coche, y nos fuimos a mi casa. No solté su mano en todo el camino. Se iba pocos días, pero no quería que mi niña se fuera.

A lo tonto llegamos a mi casa sobre las siete de la tarde. Dejamos las maletas en mi habitación, y nos fuimos al comedor a ver Nemo. Nos tumbamos en el sofá, tapándonos con una manta, mientras la abrazaba y le daba besos en la cabecita. A ella, que le interesaba poco la película, se giró y se puso de cara a mi, empezando a comerme a besos, mientras con mis brazos la acercaba más y más a mi, para que no nos separara ni un milímetro.

Al ratito, cuando acabó la película, me levanté para hacer la cena, y la dejé tapadita en el sofá.

-¿Donde vas, amor?

-Voy a hacer la cena. Tú quédate ahí, cariño.

-Pero... ¿no puedo ser yo tu cena? me dijo ella, con esa vocecita mimosa que pone cuando quiere, y que hace me me muera de amor y de ganas de todo con ella.

La miré desde la puerta, sonriendo. Me acerqué a ella, sentándome a su lado y entre besos, le dije:

-Tú vas a ser mi postre, mi vida.

Y antes de que pudiera cogerme para que no me fuera del sofá, me levanté y fui a la cocina a preparar una cena romántica para mi chica. Mi bicho, se quedó refunfuñando en el sofá.

Empecé a hacer la cena, y vi a mi chica ir a mi habitación y cerrar la puerta. Me acerqué, y cuando fui a abrir me dijo, que no abriera, que no podía entrar a mi cuarto hasta que ella me lo dijera, así que, volví a la cocina.

Tenía la radio puesta y mientras que cocinaba, estaba bailando y cantando. De repente, mi chica me abrazó por detrás, dándome besitos por la espalda, paseando sus manos por mi cuerpo. Cogiendome por la cintura empezamos a bailar. Ella seguía dándome besos por la espalda, subiendo por mi cuello, hasta morder mi oreja. Acercó su boca y me susurró:

-Tengo ganas de ti. Te necesito.

Estoy acostumbrada a que me diga este tipo de cosas, pero siempre consigue despertar esas mariposas en el estómago. Cuando me giré para besarla y la ví, sonriéndome, con esa preciosa sonrisa, con cara de pícara, tan preciosa y tan perfecta como es ella, empecé a perderme en su mirada, y por un momento, hizo que mi corazón se parara un instante.

Cuando conseguí por fin que alguna palabra saliera de mi boca, le dije:

-Te quiero.

Ella, sonrió y me besó. Muy despacio, mientras su lengua iba entrando y se entrelazaba con la mía. Después de ese momento tan mágico, me separe de mi chica.

-¡Sal de la cocina por favor! ¡Así no voy a terminar la cena nunca! le dije entre risas.

Ella, mientras tanto, fue al comedor a poner la mesa, y prepararlo todo para cenar. Cuando entré con la cena, ví que había puesto un par de velas, y un pequeño jarrón con rosas que había en la entrada. Dejé los platos sobre la mesa y fui a besarla. Estaba perfecto.

Cenamos tranquilamente, hablando de nuestras cosas. Cuando acabamos, recogimos, y pusimos los platos en el lavaplatos. Volvimos al comedor, y me tumbé boca arriba en el sofá, bostezando. Mi chica, que venia detras de mi, se echó encima mía de un salto, con una pierna a cada lado, cogiendome la cara con las manos, y entre besos y riendose me dijo:

-Cristina, ni se te ocurra dormirte ya!

-JAJAJAJA no me voy a dormir, cariño, pero quizás un masaje, me ayudaría…

Ella interrumpiendo mi frase, soltó:

-¡NO, QUE TE DUERMES! Que ya nos conocemos, amor.

Me puse a jugar con ella, dándole besos y haciéndole cosquillas hasta que acabamos dando vueltas en el suelo. Con tanto movimiento en el sofá, apretamos todos los botones del mando a distancia de la tele, y se puso un canal de música, donde estaba sonando una canción preciosa.

Me levanté de un salto, y le tendí la mano para ayudarla a levantarse del suelo.

-No voy a bailar. Me dijo

Yo sonriendole, la levanté y la abracé contra mi, empezando a “bailar” muy despacio por el comedor, con una mano rodeando su cintura, y otra cogiendo su mano, entre otras, para que no pudiera huir. Ella, que se había resignado, tenía su cabeza apoyada en mi hombro.

-Cariño.

-Dime, mi vida.

- Quiero decirte, que desde que te conocí, soy la persona más feliz del mundo. Que si estás a mi lado, no necesito nada más. Desde aquel maravilloso día treinta, supe que eras especial, y que no debía dejarte marchar. Eres la mujer de mi vida, y quiero pasar mi vida contigo. Te quiero.

-Te quiero tanto. Eres increible, y si tú me dejas, me harías la persona más feliz del mundo, si me dejarás pasar el resto de mi vida a tu lado. Te quiero mucho, Cristina.

Nos fundimos en un beso increíble que jamás podré olvidar. Y poco a poco, sin separarnos ni un milímetro, nos dirigimos hacía mi habitación.

Nos paramos delante de la puerta aún cerrada. Se puso detrás de mi, tapandome los ojos con sus manos, y me mandó abrir la puerta.

Una vez dentro, por fin pude ver lo que mi chica había estado tramando por la tarde en mi habitación. Encima de la cama, había dejado sobre pétalos de rosa, una cinta para vendarme los ojos, otra cinta más larga, y una pluma muy grande.

Me puso de espaldas a  la cama, de cara a ella. Me miró con esa carita preciosa que tiene, y se acercó a mi cuello, besándolo, lamiendolo y llenándolo de chupetones, mientras sus manos iban desabrochando mi camisa, hasta quitarla por completo, dejando al descubierto mi sujetador negro de encaje.

Con sus besos, fue bajando por mi pecho y mi barriguita hasta llegar a mis vaqueros. Los desabrochó, y en un abrir y cerrar de ojos, estaba con mi conjunto de encaje negro en frente de la mujer de mi vida.

Mi corazón latía más rápido que un colibrí bate sus alas. Me iba a dar algo. Esa noche, estaba más espectacular que nunca.

Me sentó en la cama y se alejó. Sin dejar de mirarme directamente a los ojos, en ningún momento, empezó a quitarse la ropa lentamente, hasta quedarse también el ropa interior.

Se puso delante de mí, y se sentó encima mía riendo. Sus tetas quedaban a la altura de mi boca, y cuando se acercó para coger una de las cosas que había sobre la cama, me fue imposible resistirme y darle un par de mordiscos inocentes.

Cogió la venda, y me tapó los ojos.

-No te muevas, amor. Espera un momento y no te quites la venda hasta que yo te lo diga.

Por una vez en mi vida, obedecí, y permanecí quieta, escuchando a ver que tramaba.

-Amor, ¿qué haces? ¿Puedo mirar?

Ella solo se reía mientras yo estiraba los brazos para intentar traerla a la cama.

-Amoooooooooor, hazme caso, jo. Mi chica me ha abandonado!

Después de unos cinco minutos con los ojos vendados, sin saber lo que pasaba a mi alrededor, ella se acercó poniendo sus manos sobre las mías, para que no pudiera tocar, y entre picos, me dijo:

-Aqui tienes tu regalo de navidad. Espero que sea justo lo que querías. Y ya puedes quitarte la venda, mi amor.

Ella se volvió a alejar, mientras yo me quitaba la venda, y cuando abrí los ojos, allí estaba, delante de mí.Totalmente desnuda, y con un gran lazo rojo, que tapaba lo justo y necesario.

Me cogí la cara, porque no me podía creer, que después de darle la vara con el maldito lazo rojo, me hubiera hecho caso. La quiero con locura. Me levanté y me acerqué a ella, para besarla.

-Eres justo lo que quería para navidades, mi vida.

La hice girar sobre sí misma para ver “el lazo” desde todos los ángulos posibles.

-Te sienta tan bien.. deberías ir siempre así por mi casa.

-Creo que tus padres y tu hermana, se asustarán un poco.

-JAJAJAJA, por mi casa cuando estemos solas, quería decir, idiota.

La besé, y fui bajando por su pecho con mis manos y mi boca, para quitarle el lazo, dejando chupetones allá por donde pasaba. Cuando se lo quité, la tumbé sobre la cama, le puse la venda en los ojos, y cogí la pluma.

Primero, y para incordiarla un poco, se la pasé por la cara, y con sus reflejos de ninja, llegó a pegarme, y eso que estaba en el suelo y no en la cama.

Después empecé a deslizarla por su cuerpo viendo como su piel se erizaba con el paso de la pluma. Acabé dejando la pluma a un lado. No podía resistir las ganas que tenía de ella, viéndola tumbada, toda inocente con los ojos tapados y desnuda sobre mi cama.

Acabé de desnudarme, subí a la cama, me puse sobre ella juntando nuestros cuerpos desnudos, y acerqué mi boca a su oreja.

-Te quiero , le susurré mientras empezaba a besar con calma todo su cuerpo una y otra vez.

Ella, se quitó la venda y empezó a besar mi cuerpo, dejándome boca arriba.

-Ponte en mi boca, necesito comerte, amor. Le dije.

Mi chica, me miró sonriéndome y se puso sobre mi, para hacer un 69. Se acercó a mi sexo y empezó a jugar con mi clitorís en su boca, pero se había puesto de tal forma, que yo no podía llegar a su sexo. Intenté quejarme, pero estaba disfrutando de que ella controlara la situación mientras me hacía llegar a la gloria una y otra vez con su boca, su lengua y sus dedos jugando por mi sexo.

Tenía la pluma cerca de mi cabeza, la cogí y la pasé sutilmente por su sexo. Eso la sobresaltó e hizo que cambiara la posición, y por fin conseguí llegar al sexo de mi chica.

Pasé mi lengua por su sexo, y la metí directamente. Estaba totalmente empapada. Ella subía y bajaba mientras mi lengua entraba y salía de ella. A poco, empezó a jadear y decidí pasarme a su clitorís, para hacerla disfrutar más. Sabía que no tardaría en correrse la primera vez.

Puse mis manos sobre sus caderas y la acerque totalmente a mi boca, y juguetee con su clitorís de todas las maneras posibles hasta que al poco tiempo, su respiración se agitó, separó su cabeza de mi sexo levantándose y sentándose por completo sobre mi.

Al momento, sentí toda su humedad en mi boca, y metí mi lengua dentro de ella, para saborearla por completo.

Después de eso, ella se tumbó sobre mí, con su cabeza en mi pecho, dándome pequeños besos y tomando un poco de aire. Le levanté la barbilla para que me mirará:

-Amor, no te duermas que este tan solo es el primero de una noche perfecta con la chica de mi vida.

Ella me miró, sonrió, me besó y empezó a bajar hacia mis piernas.