Mi mejor amigo me pide que me acueste con su mujer
Mi mejor amigo tiene un grave problema de salud que le impide disfrutar del sexo con su mujer y como buen amigo que soy le ayudare, pero las cosas no son tan fáciles como una piensa. Esta es una historia triste pero en el que la amistad está por encima de todo.
Hay amigos a los que si te piden un favor nunca se lo puedes negar, por muy raro que te parezca.
Mi nombre es Fer y tengo 29 años me considero una persona normal: 1.76 de altura, delgado, ojos verdes (azulados)....lo que se diría una persona corriente.
Mi amistad con Carlos se remonta a los tiempos instituto.
Era un instituto público ya que mis padres no podían permitirse mandarme a un privado, en cambio Carlos venía de una familia con mucho dinero y lo que le querían enseñar era a mezclarse con gente corriente que no tenía tantos privilegios como él.
Desde el primer día conectamos a pesar de que él era un año más mayor que yo, juntos descubrimos lo que era la verdadera amistad.
Nos contábamos nuestros desengaños amorosos ( yo muchos más que él) y nuestras aventuras diarias, hasta que apareció Melissa.
Ella por extraño que fuera no desestabilizó nuestra amistad, diría que fue más como lo que nos cohesiono aún más.
Desde el primer momento vi que ella estaba coladísima por él y no solo por su dinero. Yo intenté alguna que otra vez salir con ella, pero no había feeling o eso me parecía a mí, así que decidí ser aquel amigo fiel que siempre estaría allí para lo que se necesité.
Los años fueron pasando y a pesar de que no nos viéramos tanto nuestra amistad permanecía inalterada por su parte la relación con Melissa era perfecta.
Al poco de acabar la universidad y siendo aún jóvenes los dos se casaron.
Carlos me dio el honor de ser el padrino de la boda y de ser una persona importante en aquel día en que iba sin pareja pero que acabé pasándolo la mar de bien.
Los años iban pasando y un día me llamaron para decirme que él y Melissa serían padres, aquella noticia me hacía muy feliz ya que serían unos padres muy jóvenes ya que ella tenía 26 años y el 28.
Pero todo se torció una noche de viernes del mes de julio: Carlos regresaba a casa después de un viaje de negocios de Madrid a Barcelona, cuando otro coche invadió su carril y chocó contra él, las lesiones que le provocaron tal accidente fueron dejarlo atado a una silla de ruedas durante el resto de su vida.
Lo peor de todo aquello fue que Melissa perdió el hijo que esperaban. Yo estuve a su lado en aquellos momentos tan tristes como si fuera uno más de la familia.
Pasaron un par de años y a pesar de que él continuó con sus negocios nunca vi en ellos aquella magia que tenían eran como si se hubieran muerto por dentro a pesar de que aún eran jóvenes. Durante un tiempo dejé de quedar con ellos por qué no quería que mi presencia les importunará, hasta que un viernes por la tarde me sorprendió la llamada de Carlos.
C- Fede cómo vas?
F- Bien y tú.
C- Ya sabes.
F- Que quiere mi buen amigo? - un poco de alegría no va mal-
C- Cómo lo tienes para quedar a comer el miércoles al mediodía?
F- Diría que bien tengo bastante curro pero ya me lo arreglaré.
C- Bueno dime la hora y te pasará a recoger mi chófer.
F- Si tengo coche.
C- Tu nada, no hace falta que gastes gasolina.
F- De acuerdo, te diré la hora y quedamos.
C- No me falles es muy importante
F- Ok, cuídate
C- Adiós.
Estaba sorprendido por su llamada, tenía ganas de verlo y ver como estaba hacia 6 meses que no nos veíamos.
Llegó el día y a la 1 del mediodía el chófer me vino a buscar, fuimos en dirección a un restaurante a las afueras de Barcelona que estaba situado junto al mar, llegué y en la puerta le dije a un camarero con quién había quedado, me acompaño hasta la mesa en la planta superior y allí estaba mi buen amigo Carlos, estaba igual que siempre, me acomodé y empezamos a comer. Estuvimos hablando de cosas en general de mi trabajo y cuando ya íbamos a llegar a los postres su conversación cambio a un tono que yo no me esperaba.
C- Cuantos años hace que nos conocemos?
F- Diría que casi 15 años.
C- Veo que llevas bien la cuenta y por esta razón te voy a pedir algo que te va a parecer un poco extraño, pero como eres mi mejor amigo lo entenderás.
F- Dime.
C- Te quiero pedir que te acuestes con Melissa.
Me quedé en estado de shock con lo que me dijo, lo que me estaba pidiendo era algo muy extraño y es que no lograba entender cómo podía ofrecerme semejante proposición.
F- Estas seguro de lo que me has dicho?.
C- Sí sin ninguna duda.
Fue entonces que me explicó el por qué había decidido hacerme tal proposición. Desde que tuvo el accidente, él no sentía casi placer en su polla y a veces duraba 2 o 3 minutos en estado de excitación, lo que la dejaba a ella realmente insatisfecha por mucho que ella lo negará y eso era frustrante para los dos.
Al final ella acabo por darse placer delante de él, me lo explicó con todo detalle: se ponía en la cama con un conjunto de lencería sexy y empezaba a acariciarse sus piernas y sus pechos para acto seguido empezar a jugar con un consolador que lamía mientras se acariciaba su coño y cuando estaba lo suficientemente excitada se lo empezaba a meter de manera lenta y aumentando el ritmo de la penetración hasta que llegaba al orgasmo, él me dijo que ella disfrutaba pero que no sabía el tiempo que ella podría estar así.
Cómo bien entenderéis mi polla ante tal relato empezó a tomar vida propia, era normal que me excitará pero no era para tomárselo a broma, es más yo no sabía que contestarle.
F- Pero ella te quiere y piensa que no creo que se fuera con otro hombre.
C- Lo sé, pero ahora yo ya no soy el mismo y ella aún es joven y su mayor sacrificio es estar a mi lado, por esto te lo pido aunque si me dices que no lo entenderé.
Las dudas me atormentaban no sabía que decir, Melissa me había gustado pero era la mujer de mi mejor amigo y fue entonces que le dije:
F- Ella estaría de acuerdo en esto o qué?.
C- Aún no se lo he comentado ya que primero tenía que saber si tú estabas dispuesto a aceptar esta proposición.
F- Yo te digo que sí pero después no quiero malos rollos y que nuestra amistad se vaya al traste.
C- Si por algo te lo pido es por nuestra amistad y por qué creo que serías tú el único qué la haría sentirse bien ante tal situación.
F- No sé si me arrepentiré.
C- Tú no te preocupes si ella me dice que no aquí no pasa nada, si la respuesta es positiva te llamaré.
F- Ok, por cierto muy buena la comida.
C- Proposiciones así no se pueden hacer con la barriga vacía.
Los dos nos reímos aunque la proposición no era para tomársela a broma.
Después de la comida su chófer me acompaño al trabajo, durante el resto del día no me pude sacar de la cabeza aquella proposición. No lo podía negar Melissa era una mujer de los pies a la cabeza: rubia, 1.81 de altura y sus medidas no se sí aún serían las mismas pero eran de 91-62-91, lo sabía por qué para sacarse un poco de dinero posaba como modelo y siempre hablaba de sus medidas.
El Viernes por la tarde me llamó Carlos y había dos opciones: Si o no.
F- Dime
C- Mañana ven elegante que vendrás a cenar a casa, estaremos los 3 solos.
F- Pero ella que te ha dicho?
C- Me dijo que ella no era una puta y que ella estaba conmigo por amor que ella se sacrificaría por él toda su vida o el tiempo que estuviéramos juntos, montó en cólera y me mando a la mierda.
Hoy se lo volví a comentar y le dije que la persona que había elegido no la defraudaría y qué si cuando la viera no la quería ni ver esta se iría. Esta era la condición.
F- No nos arrepentiremos de esto?
C- Ella está de acuerdo y por mucho que lo niegue yo no le puedo dar ciertas cosas.
F- Los dos sois demasiado buenos.
C- Mañana a las 9 de la noche te espero.
Aquella noche casi no pude pegar ojo pensando en lo qué podía ocurrir, era la mujer de mi mejor amigo y estas cosas por mucho que digan nunca acaban bien.
Así llegamos al sábado por la noche.
Llegué a su casa y llamé al timbre para que me abrieran era un chalet en una urbanización de lujo, aparqué mi coche junto a la entrada, que daba a una amplia zona vallada con mucha vegetación.
Llamé al timbre y se abrió la puerta, apareció Carlos perfectamente vestido para la ocasión llevaba un traje como si fuera un día de cena de gala.
Subimos al ascensor y se notaba que la casa estaba habilitada para él, llegamos al comedor que era muy amplio y que no tenía ningún tipo de barrera arquitectónica, cruzamos aquel enorme comedor y nos situamos justo en el umbral de la puerta de la cocina donde pude observar a Melissa, en aquellos momentos mi corazón palpitaba al doscientos por cien una parte de mí quería largarse.
Cuando nos vio se quedó perpleja, ante aquella situación y fue en aquel momento a Carlos le dijo.
C- Quieres que nuestra visita se vaya o no?.
M- Que sepas que me disgusta lo que me has pedido, pero esto no quiere decir que me acueste contigo Fede y no quiero que te lo tomes a mal.
F- Ningún problema, yo soy el primero que se siente extraño ante esta situación.
M- Veo que alguien no ha perdido la cordura en esta situación.
C- Venga va, vamos a comer que hace tiempo que no nos reunimos los tres.
Observé a Melissa y los años no pasaban por ella estaba espectacular: Su pelo rubio perfecto con un recogido al lado, el vestido azul brillante con encaje de pedrería por encima de la rodilla y unos zapatos de Loboutin que remataban un conjunto maravilloso, si hubiera sido una chica cualquiera que conocía en algún sitio me la habría follado allí mismo pero la carga emocional que tenía aquella cena era algo que lo hacía totalmente diferente.
Nos sentamos en la mesa quedando Melissa justo delante de mí, yo estaba nerviosa y ella parecía no encontrarse a gusto pero Carlos sabía cómo empezar una conversación y quitar la tensión necesaria a momentos bastante peliagudos haciendo que la noche fuera avanzando de la mejor manera posible.
Por extraño que fuera intentamos recordar todos los buenos momentos que habíamos pasado juntos: cuando se casaron y la borrachera que él se pilló o cuando estábamos en el instituto haciendo gamberradas, éramos una piña los tres y esto no queríamos que cambiará.
La cena estaba deliciosa: un entrante a base de foie, de plato principal salmón y de postre un mouse de frutos del bosque, todo ello regado con un buen vino (creo que el alcohol nos ayudó a sentirnos algo menos tensos).
Carlos se dirigió a nosotros y nos dijo.
C- Chicos id hacía el sofá que yo mientras iré a buscar una botella de champagne que tengo guardada en mi despacho, las copas ya están en la mesilla, tenemos que celebrar que no nos habíamos reunido en mucho tiempo.
Fuimos hacía el sofá y noté que a Melissa estaba un pelín chisposa por culpa del alcohol, entre los 3 habíamos vaciado dos botellas de vino.
Nos sentamos en el sofá que era de piel, delante nuestro estaba una mesa con unas copas para el champagne, era el primer momento en que estábamos solos y que podríamos decirnos a la cara lo que pensaba el uno del otro.
F- Melissa estas guapísima esta noche y no lo voy a negar me pones y mucho pero no sé si esto está bien y no quiero que haya malos rollos entre vosotros por lo que vamos a hacer.
M- Yo no soy una cualquiera, pero veo que él padece por mí y me da miedo entregarme a otro hombre, pero cuando he visto que eras tú he pensado que tú realmente comprendías nuestra situación, si sabes tratarme bien esto no tiene que ser un mal trago ni para tú ni para mí y dejemos que las cosas surjan.
F- Estoy de acuerdo y si en algún momento te quieres tirar atrás me lo dices.
M- De acuerdo.
En esas apareció Carlos con la botella de champagne que era un Bollinger Rd con semejante botella sí que era algo muy especial.
Abrí la botella y llené las copas primero la de Melissa y por último la última la mía. Carlos encendió el reproductor de dvd y empezó a poner videos que habíamos grabado durante nuestra juventud, nos habíamos hecho mayores.
La botella se estaba empezando a vaciar y sin hacerlo adrede sucedió que posé mi mano encima del muslo de ella, al principio lo hice sin querer, pero como vi que no decía nada empecé a acariciar su pierna de manera lenta y con mucho cuidado.
Así pasamos un buen rato hasta que con su mano empezó a sobarme la entrepierna provocando un bulto en mi pantalón de un tamaño considerable.
C- Me parece que te aprieta un poco el pantalón, porque no te lo desabrochas?.
El no participaba pero sabía cómo calentar el ambiente y en esas Melissa me desabrocho el pantalón y mi polla salió disparada del slip, mi punta ya empezaba a brillar por la excitación que tenía, con su mano la sacó de mi prisión y empezó a acariciarla lentamente, lo hacía con delicadeza y muy lentamente yo me moría por besarla pero no sabía que hacer así que lentamente empecé a mordisquearle el cuello ella emitía unos leves gemidos, ahora había cambiado aquellas caricias en mi polla por una leve masturbación, era delicioso como lo hacía y fue en aquel momento que ella se fue hacía mi oído y me dijo.
M- Te gustaría que la probara?.
F- Si por favor..
No faltó decir nada más, vi cómo se alejaba de mi rostro y se iba directamente hacia mi polla: primero empezó a pasarme la lengua por toda mi punta, dando unos lametones por todo mi tronco que me estaban enloqueciendo, ahora ya no había vuelta atrás quería notar toda mi polla dentro de su boca. En unos segundos noté como mi mástil se perdía dentro de aquella deliciosa boca, aquello era realmente celestial, iba cambiando el ritmo continuamente, con una mano acompañaba su cabeza mientras con la otra le estaba acariciando el culo suavemente.
C- Te gusta lo que te hace Melissa?
F- Oh sí, me encanta como lo hace...oohh dios mío que no pare.
Me estaba chupando mi polla de una manera única ya que sólo le faltaba meterse mis huevos dentro de la boca.
Carlos estaba de espectador ante nosotros: una parte de mí se sentía realmente mal por lo que estábamos haciendo, pero yo quería sentir mi polla dentro del cuerpo de Melissa.
Al cabo de unos minutos de estar chupando mi mástil, noté como iba lentamente bajando el ritmo hasta que paró y me dijo.
M- Vamónos a la habitación que allí estaremos más cómodos.
La seguí y dejé a Carlos en el comedor y es que los tres sabíamos lo que iba a suceder y es ahora tenía sentimientos contradictorios: por una parte veía a mi amigo allí en el comedor pero por otro lado deseaba hacer el amor a Melissa.
Llegamos a una habitación que estaba casi a oscuras, había una luz muy tenue, yo me fui quitando la ropa hasta quedar totalmente desnudo ante ella y con mi polla realmente tiesa.
Ella lentamente se desabrocho el vestido, llevaba unas braguitas a juego con el vestido y un sujetador con inscrustaciones de Svaroski, se lo quité lentamente por detrás y empecé a masajear sus pechos lentamente mientras la besaba en el cuello, aunque estaba muy caliente y deseaba metérsela hasta el fondo de su cuerpo también quería que para ella fuera algo realmente especial.
Con una mano masajeaba sus pezones mientras con la otra empezaba a acariciar su coño donde noté una fina capa de pelos, fue así que empecé a poner mis dedos dentro de sus bragas, cada vez emitía gemidos más sonoros, ella notaba mi polla en su trasero mientras yo no paraba de acariciar sus labios vaginales con un masaje que la estaba excitando y dejé escapar un dedo dentro de aquel coño que parecía desear algo más que un simple dedo, con lo excitada que estaba me imaginé que estaba a punto de caramelo y le dijé algo que la dejo descolocada pero quería que supiera.
F- No te lo tomes a mal pero querría hacerlo con preservativo contigo.
M- No tienes que padecer, creo que nunca me podré a volver a quedar embarazada, pero si tú quieres no tengo ninguna problema.
Saqué de mi pantalón un preservativo, casi se me resbala de las manos al abrirlo de lo nervioso que estaba, pero ella me ayudo con gran delicadeza a colocármelo y es que los dos estábamos nerviosos pero ninguno se atrevía a decir nada.
Quería tener sexo con ella pero no sabía qué posición deseaba ella, no soy de tomar mucho la iniciativa en cuanto a la posición y viendo que no decía nada fue ella la que decidió.
Se quitó sus bragas, se tumbó en la cama y me miró a los ojos. No hizo falta decir más. Me fui hacia ella con mi polla toda tiesa, primero acaricié su clítoris de manera lenta con mis dedos y acto seguido comencé a poner mi punta lentamente, la miré fijamente a los ojos y vi en ella una mezcla de deseo pero a la vez de tristeza por lo que estábamos haciendo los dos, yo quería que ella disfrutará y sin más preámbulos empecé a introducir mi pene muy lentamente dentro de aquel delicioso coño, noté como poco a poco y sin ningún problema entraba dentro de ella hasta que noté que había llegado al fondo y fue entonces la miré a la cara y empecé a marcar un ritmo creciente con mi polla bombeando su coño mientras que le acariciaba las tetas, vi como de sus ojos se escapaban unas pequeñas lágrimas, no sabía si continuar o dejarlo allí cuando me dijo.
M- Así así, chúpame las tetas porfavor....ohhh.
Yo también la entendía, lo disfrutaba y mucho pero algo en ella sabía que aquello era como una pequeña traición.
La continué penetrando ahora de manera más lenta y empecé a lamer aquellos maravillosos pezones que estaban muy duros, mientras notaba que ella no paraba de gemir, pude notar cómo su cuerpo había llegado al orgasmo al menos en un par de ocasiones.
F- Te gusta Melissa?
M- Si por favor...si házmelo a cuatro patas, por favor.
Saqué lentamente mi polla de dentro de ella y vi que todos sus flujos rebosan encima de mi condón, ella se levantó y puso su culo en pompa y de cara a la puerta, quedándose casi al borde de la cama.
Me preparé nuevamente y cuando pillé la posición empecé a penetrarla y es que ahora lo estaba haciendo de una manera más salvaje y era algo que parecía que a ella no le disgustaba y es que sus gemidos iban en aumento cada vez que mi polla llegaba al fondo de su coño..
M- Si joder...me encanta Fede...continúa así, me encanta hazlo así...sí.
F- Lo quieres así?
M- Si así, me encanta no pares por favor.
Perdí la noción del tiempo en que estuve clavando mi polla dentro de ella, mientras ella no paraba de gemir por la manera en que gemir, seguro que se había corrido ya al menos un par de veces, realmente los dos estábamos disfrutando.
Yo ya estaba empezando a notar que mi polla no tardaría en explotar y es que Melissa era como me la imaginaba realmente. Nunca en vida habría pensado tener sexo con ella en semejante situación y fue así que apurando hasta el último embiste, noté que ya no podría más.
F- Me voy a correr.
M- Si dios....córrete.
Y noté cómo mi preservativo se llenaba de semen con una fuerza inaudita, ella se quedó totalmente tumbada y recostando su cabeza en el colchón, no era por quedar mal pero se notaba que hacía tiempo que no recibía una buena sesión de sexo y en parte me sentía mal, pero lo que había sucedido ya no tenía vuelta atrás.
Saqué mi pene que ya empezaba a estar algo flácido y me fijé en que estaba lleno hasta la bandera de semen, ella se levantó y se fue hacia la puerta y entonces vi que se encendió la luz.
Allí en la silla de ruedas estaba Carlos, él lo había observado todo y fue entonces que vi que ella se acercaba hacia él y le decía algo a la oreja que no logré escuchar, acto seguido le dio un beso en los labios de cariño.
Yo me quede en shock durante unos segundos y es que pensaba que estábamos solos, ahora empezaba a entender el por qué la oscuridad de la habitación.
M- Amor me voy a dar una ducha, estoy rendida.
C- Después nos vemos.
Entonces vi como Carlos venía hacía mí en su silla de ruedas, imaginareis mi aspecto: sudado, con el condón en mi pene y totalmente desnudo. Estaba acojonado a ver que me diría.
C- Sabía que eras la persona adecuada desde el momento que te lo propuse.
F- No sé... no te lo voy a negar y es que nunca pude imaginar que Melissa fuera tan ardiente y que disfrutará tanto del sexo, pero ella te quiere y esto creo que a lo mejor puede afectar a nuestra amistad.
C- Yo sé que ella me es fiel, pero sé que hay cosas que nunca le podré dar y tu esta noche se las has dado, además no sé los años que viviré.
F- Que tonterías dices hombre- con tono de risa-.
C- Verdad... ah por cierto arréglate un poco que he pedido que nos trajeran churros y vamos a coger fuerzas por qué estaréis rendidos.
Nunca en mi vida, vi una persona con tal entereza ante aquella situación, yo no sé si hubiera podido aguantar que mi pareja disfrutara en los brazos de otro, pero por un amigo se hace lo que haga falta.
Me fui al baño y me asee un poco, me mire al espejo y es que no acaba de creer lo que había pasado.
Después como si no hubiera pasado nada fui a la cocina a comer con ellos churros con chocolate como hacíamos cuando éramos jóvenes, allí estábamos los tres ella con una bata de seda que dejaba entrever aquel cuerpo que hacía un rato había podido tener entre mis brazos, me fijé en los dos y vi como si una nueva chispa se encendiera entre ellos y que aquella tristeza que les había acompañado durante los últimos años de su vida empezará a desaparecer o eso pensaba yo.
Sobre las 4 de la mañana me despedí de ellos siendo Melissa la que me vino a acompañar a la puerta.
M- Muchas gracias por tu compañía en esta noche, para mí ha sido muy especial y no quiero que la amistad de los tres se rompa por nada, eres un cielo por cómo me has tratado, gracias.
Me quedé casi sin palabras, ella lo imaginó.
F- Gracias a ti y a Carlos por dejarme ser vuestro amigo en lo bueno y en lo malo.
M- Envía un mensaje cuando llegues a casa, así ni Carlos ni yo vamos a padecer.
F- De acuerdo.
Y me despedí de ella con un par de besos en la mejilla, después volvimos a quedar nuevamente pero esto ya os lo explicaré más adelante.