Mi mejor amigo 1

Carlos, mi mejor amigo, se muda conmigo y descubro su secreto

Carlos es mi mejor amigo desde la infancia, nos conocimos en la primaria y desde entonces hemos sido inseparables. A pesar de las diferencias nos llevamos bastante bien, él era reservado y tímido, yo todo lo contrario extrovertido y energético. Como somos de un pueblo pequeño tenemos que salir a las ciudades para seguir estudiando. Yo me metí a una ingeniería en la universidad más prestigiosa del país, Carlos por su parte al salir de la preparatoria decidió tomarse un año libre.

Parecía que no quería seguir estudiando pero sus padres finalmente lo convencieron de seguir estudiando, él se inscribió a filosofía, como él no sabía andar por la ciudad le dije a él y a sus padres que podríamos vivir juntos en la ciudad en un piso, con el dinero de los dos podríamos pagarlo perfectamente y además él no estaría sólo. Todos aceptaron y al comenzar el semestre los dos ya viviamos juntos. Él al ser de primer año tenía un horario bastante normal, entraba a las 7 y salía a la 1 de la tarde, yo por mi lado tomaba los horarios que podía, por lo que algunas clases las tomaba bastante temprano o bastante tarde, incluso llegando a salir a las 8 de la tarde, por esto me la pasaba bastante tiempo fuera de casa, me la pasaba en la facultad o dando una vuelta por los alrededores para pasar las horas muertas.

Carlos por su parte al tener su horario y por su forma de ser, al terminar las clases el inmediatamente regresaba a casa, aunque viviéramos juntos sólo nos veíamos las tardes y los fines de semana, seguíamos siendo amigos pero nos ibamos distanciando poco a poco, pero eso cambió un viernes.

En principio era un viernes como cualquier otro, ese día no tuve algunas clases por lo que decidí regresar temprano a mi casa, llegue sin hacer mucho ruido, fui a la sala y deje mi mochila en el suelo y me recoste en el sofá, estaba un poco cansado por lo que decidí no prender la tele ni nada.

Estaba muy tranquilo cuando vi a Carlos salir de su habitación e ir a la sala vestido con unas bragas blancas y un sostén a juego. Cuándo me vio los dos nos quedamos pasmados, nos veíamos directamente a los ojos y él tenía una expresión casi de terror. Ninguno de los dos dijo nada pero él salió corriendo inmediatamente a su habitación.

Yo no sabía qué hacer, era mi mejor amigo desde la infancia y llevábamos meses viviendo juntos y nunca hubiera imaginado que a él le gustará vestirse de mujer. Pensé que lo mejor seria hablar con él inmediatamente pero no estaba seguro por lo que decidí no hacerlo así que mejor seguí con mi día como si nada, fuí a la cocina, me prepare una botana y unas bebidas y regresé a la sala, esta vez sí prendí la tele y puse un partido de fútbol, aunque no era fan del fútbol realmente no me desagrada, además prefería ver eso a pensar en lo que acababa de suceder.

Pasados unos minutos Carlos regresó a la sala, tenía una expresión de vergüenza en su cara pero trataba de actuar normal.

-Quién está jugando. Me preguntó Carlos.

-No sé, sólo no quería aburrirme. Le contesté.

Él se sentó y tomó una bebida, se puso a ver el partido conmigo a pesar de que el ambiente estaba bastante tenso, los dos teníamos algo que decir pero ninguno de los dos se animaba.

En el medio tiempo fue a la cocina por más cervezas, él no solía tomar pero llevábamos cuatro latas cada uno, saque todas las quedaban, serían como unas diez, y las puse en la mesita de la sala.

Seguimos un poco más hasta que ya un poco menos nervioso me decidí a preguntarle sobre lo que ví antes.

-No sé cómo hablar de esto. Dije aún algo nervioso. Carlos ¿Estás bien?, bueno… lo que pasó antes.

Él se quedó mirando el suelo un momento. Perdón no sabía que ya habías llegado.

-¿Pero tú eres travesti o algo así?

-S… sí, me gusta vestirme de chica y sentirme como una. Me contestó tímidamente y rompió a llorar.

Me senté a su lado y pase mi brazo sobre él, él rápidamente me abrazó.

-La verdad no sé qué decir, no, nunca… eres mi mejor amigo y sabes que siempre estaré aquí para tí. Le dije tratando de recomfortarló.

Por todo lo sucedido pasó el tiempo y era algo tarde, además los dos estábamos algo borrachos por lo que le dije que fuéramos a descansar y al día siguiente hablaríamos más.

Me desperté a las once de la mañana, era sábado por lo que no me preocupó levantarme tarde, fui a la cocina por un vaso de agua y ahí estaba Carlos desayunando como si nada, como él no está acostumbrado a tomar dijo que le dolía la cabeza.

-En un rato se te pasa, toma agua si no. Le dije.

-¿Vas a salir hoy? Me preguntó.

-No sé, tengo algo que hacer primero. Le dije y me puse frente a él. Tenemos que hablar.

-No quiero hablar sobre eso. Me dijo mientras trataba de evitar mi mirada.

-No, lo que te dije ayer era verdad, quiero apoyarte pero primero necesito saber bien qué te pasa. Se supone que somos mejores amigos y siento que no te conozco.

-Bien, sí, me gusta vestirme de mujer desde hace años, nunca me he sentido como un chico.

-No lo sabía, ¿Cómo no me he dado cuenta antes?

-Siempre me visto en secreto, como tú sales más tarde que yo me visto cuándo no estás, en mi casa también lo hacía cuando no estaban mis padres.

-¿Y de dónde sacaste la ropa?

-Algunas cosas son de mi hermana o de mi mamá, otras me las he comprado yo.

No sabía qué más decir, quedamos unos momentos en silencio hasta que finalmente hable. -Bueno, te seré sincero, no me siento del todo cómodo con esto, pero eres mi amigo. Voy a intentarlo por tí, si a tí de verdad te gusta puedes vestirte como quieras.

-¿En serio?. Me preguntó con entusiasmo.

-Sí, lo voy a intentar por tí.

Él rápidamente se levantó y me abrazó. -Eres mi mejor amigo. Me dijo.

Todos los sábados acostumbro salir al centro a darme un paseo y tomarme algo, ese día fue igual, primero le pregunté a Carlos si quería ir pero se negó, entonces me despedí de él y salí. Fue un día bastante normal así que ya en la tarde decidí regresar al piso. Al llegar ví a Carlos con un vestido de verano color amarillo. Al verme entrar se puso bastante rojo y salió corriendo a su cuarto, esta vez decidí seguirlo.

Había cerrado su puerta así que toqué como no contestó a la primera, entonces insistí un poco más, seguía igual, finalmente decidí entrar. Estaba sentando en su cama llorando. Me acerqué a él y lo abracé.

-¿Estás bien?. Le pregunté.

-No, no me siento seguro, no sé qué me pasa. Me contestó sollozando.

-Todo va a estar bien, te lo dije en la mañana. Confía en mí. Le dije para tranquilizarlo. Vamos a ver una película. Me dijo que estaba bien, que se iba a cambiar y en un momento salia de su cuarto. Le dije que no y lo llevé directamente a la sala.

Al finalizar la película se le veía bastante más tranquilo, nos levantamos al mismo tiempo y él me abrazó.

-Gracias. Me dijo y se retiró a dormir.

Lo siguientes días pasaron más tranquilos, al principio nos poniamos nerviosos e incómodos pero después de algunas semanas nos acostumbramos, la verdad no se veía tan mal, Carlos nunca fue muy masculino, era delgado con piel pálida, sus ojos y su cabello eran castaños oscuros, tenía el pelo corto pero se lo fue dejando crecer, no tenía mucho vello corporal, medía 1.70 tenía rasgos bastante finos. Sólo vistiéndose ya parecía una chica bastante atractiva y cuando se maquillaba estaba irreconocible. Yo era el único que sabía su secreto, para los demás seguía siendo el mismo de siempre.

Carlos era bastante introvertido pero cuando se vestía cambiaba bastante, se veía un poco más seguro, aunque sólo lo veía así en nuestro piso me alegraba por verlo así. De vez en cuando tenía crisis como la del primer día pero siempre estaba ahí para apoyarlo.

Una noche en la madrugada al ir al baño, escuché ruidos extraños viniendo de su habitación, su puerta estaba entreabierta, la curiosidad me mataba así que decidí asomarme, ahí lo vi vestido sólo con unas medias de rayas blancas y negras en su cama con el culo en pompa, tenía un dildo de unos 15 centímetros entrando y saliendo de él, tenía los ojos cerrados, se notaba que no quería hacer ruído pues al gemir trataba de hacerlo levemente pero se le salía de vez en cuando uno más fuerte. Pasaron así unos pocos minutos hasta que finalmente se corrió, ví como un chorro de semen salía de su pequeño pene y se deslizaba por sus muslos y sus piernas.

En ese momento reaccione y me fue corriendo a mi habitación, al llegar a mi cama noté que estaba bastante excitado, la tenía bastante parada y el boxer incluso tenía ya una pequeña mancha de presemen, no resití más y saqué mi verga, me acosté sobre mi cama y me masturbe frenéticamente, no podía dejar de imaginarme a Carlos, su culo a pesar de no ser grande me parecía bastante lindo, recordaba la escena que acababa de ver e imaginaba que el dildo era mi polla penetrandolo una y otra vez. Cuando me vine los chorros salieron con bastante potencia y cubrieron todo mi pecho y abdomen, estaba agitadisimo pero también cansado así que me quedé dormido así tal como estaba.