Mi mejor amiga 8

¿Habrán regresado a la normalidad las cosas con Pamela?

Era viernes y todo transcurría con tranquilidad, el hecho de haber arreglado todo con Pamela me hacía sentir ligera y mi día lo reflejaba. Antes de salir de trabajar, se acercó mi jefe a hablar conmigo.

I: Lisa, que bueno que aun sigues aquí, pensé que ya te habías ido.

L: Solo estoy terminando unos pendientes que tenía.

I: Como sabes, el lunes comienzas en tu nueva posición y quiero afinar unos detalles contigo.

L: De acuerdo. Comenzó a sonar mi teléfono. ¿Te molesta si tomo esta llamada y al finalizar te busco para que me expliques todo? Es un cliente.

I: Claro, estaré en mi oficina.

La realidad es que no era ningún cliente, era Pamela, pero deseaba tomar su llamada para organizar nuestros planes para la noche.

L: Hola hermosa, ¿cómo estás?

P: Hola guapa, todo muy bien gracias. ¿Ya saliste de trabajar?

L: Aún no, estaba por salir pero mi jefe me pidió que me quedara para ver unas cosas.

P: ¿Tardarás mucho? Muero por verte.

L: Yo espero que no, ¿tenemos algún plan para la noche?

P: No por ahora, ¿qué te parece si cuando salgas te vienes directo a mi departamento?

L: Me parece bien, te mando un mensaje cuando vaya a salir de aquí.

P: Nos vemos pronto.

L: Te mando un beso, hermosa.

P: Mejor me lo das ahorita que nos veamos. Dijo de manera coqueta.

L: Sin duda, adiós.

Me dirigí a la oficina de Ignacio y antes de entrar me interceptó y me llevó hacia otra oficina que estaba cerca de la suya.

I: Esta nueva oficina es tuya, aquí es donde estará mi nueva coordinadora de mercadotecnia.

L: Wow, es una gran oficina, muchas gracias.

I: Te necesito más cerca pues tendremos muchos proyectos que realizar juntos y es importante que los demás empleados vean cómo los esfuerzos son recompensados. Eres la persona más joven en ocupar un puesto así, no me hagas arrepentirme, muchas personas con más experiencia y años en la empresa creían que este puesto sería suyo, pero veo en ti gran potencial.

L: No te arrepentirás, daré mi máximo.

I: El lunes en la mañana ve por las cosas de tu cubículo y tráelas a tu nueva oficina, después de eso tendremos junta con los socios. Tienes que pensar en nuevas estrategias para posicionarnos en el mercado, esta será tu oportunidad para demostrar tu valor a los altos mandos y el que tomé la decisión correcta en ascenderte.

L: Perfecto, tendré un par de ideas listas.

I: Excelente, Lisa. Puedes irte, disfruta tu fin de semana.

L: Igualmente.

Le envié un mensaje a Pamela diciéndole que iba de salida y me dirigí a su departamento. Al llegar a su puerta me recibió con un cálido abrazo y me invitó a pasar.

P: ¿Qué tal terminó tu día? ¿Qué quería tu jefe que no te dejó salir a tiempo?

L: Muy bien, de hecho tengo buenas noticias que compartirte.

P: ¿Cuáles son las noticias? Dijo intrigada.

L: Me ascendieron en el trabajo, me detuvo mi jefe pues me estaba enseñando mi nueva oficina.

P: ¡Felicidades! Eres increíble, te lo mereces.

L: Gracias. Dije sonrojada.

P: Esto merece que celebremos. Se dirigió a su cocina y regresó con una botella de champaña y dos copas. La había estado guardando para una ocasión especial y creo que esta noticia la amerita.

Abrí la botella y serví nuestras copas, brindamos y le dimos un sorbo.

L: Algo huele muy bien, ¿estás cocinando algo?

P: Lasaña, tu favorita. Pensé que al no tener ningún plan para salir podíamos quedarnos aquí y disfrutar de nuestra compañía, ¿qué opinas?

L: Me parece una excelente idea.

Dejé mi copa sobre la mesa y Pamela se recostó sobre de mí. Mis brazos la rodearon y nos quedamos abrazadas sobre el sillón. El silencio que nos rodeaba era acogedor, sin embargo había una parte de mí que se sentía incómoda.

Después de unos minutos, Pamela se puso de pie para sacar la lasaña del horno y pasamos al comedor para cenar. Mantuvimos una conversación cordial, pero los sentimientos y la química que teníamos una por la otra no parecían estar presentes.

Terminamos de cenar y me ofrecí a lavar los platos sucios. Mientras yo lavaba, Pamela recogía el resto de las cosas. Acabé de limpiar los trastes y me quedé frente al lavabo observando la ventana, con la mirada perdida.

Pamela me abrazó por la espalda.

P: ¿Qué nos está pasando? Dijo con su mejilla pegada a mi espalda.

L: No lo sé, hermosa. Me quedé mirando la ventana, mi cuerpo no me permitía darme la vuelta y verla a la cara.

P: Pensé que todo estaría bien entre nosotras.

L: Yo también lo pensé, pero hay algo que simplemente no nos permite regresar a la normalidad.

Pamela me seguía sujetando y sentí cómo me abrazaba con más fuerza, como si tuviera miedo a soltarme. Logré darme la vuelta y la abracé, besé su cabeza y me volteó a ver. Sus ojos estaban llenos de lágrimas, por primera vez desde que la conocí, sus ojos azules se veían sin luz.

Nos quedamos abrazadas por un momento que pareció una eternidad y me di cuenta que era hora de irme.

L: Gracias por todo, pero creo que será mejor que me marche.

La mirada de Pamela me pedía que me quedara, sin embargo ella respondió:

P: Creo que sí, que llegues bien a tu casa. Dijo fríamente.

Me dirigí a la puerta, Pamela me acompaño y al despedirnos nos dimos un insípido beso en los labios. Me fui sin decir más, subí a mi auto y comencé a manejar de regreso a mi casa.

Pamela no me pidió que le avisara cuando llegara y no lo hice. Llegué a mi casa y al pasar por el cuarto de mis padres noté que ya estaban dormidos. Me acosté sobre mi cama y mientras veía el techo, esperaba que llegaran a mi respuestas y sentimientos, pero solo había un vacío.

Al día siguiente no tuve noticias sobre Pamela, ya era la hora de la comida y decidí quedarme en casa mientras mis papás se iban a comer con mi hermana y su esposo.

Papá: ¿Segura no vendrás a comer, Lisa?

L: Si papá, no me siento muy bien.

Papá: De acuerdo, que te mejores.

Antes de que mi papá se fuera, lo llamé.

L: ¿Papá?

Papá: Dime, hija. Dijo asomándose de nuevo por la puerta.

L: Por favor no le digan nada a Daniela, hablaré con ella un día de estos.

Papá: De acuerdo, pero hazlo pronto. A pesar de que a tu mamá no le gusta hablar del tema, se ve que tiene algo y probablemente Daniela lo notará.

L: Lo sé. Gracias.

Mis padres se fueron y yo me quedé en mi casa viendo la televisión y ordené una pizza para comer. Pasaron un par de horas y vi que era mi padre llamándome.

L: Hola pa, ¿qué pasa?

Papá: Hemos terminado de comer y tu hermana y René irán a la casa a tomar café, pensé en prevenirte.

L: Gracias por el aviso.

A los 20 minutos llegaron a la casa y Daniela se dirigió a mi habitación, tocó la puerta.

L: Adelante.

D: Hola, me dijo papá que te sentías mal, ¿cómo sigues?

L: Mejor gracias.

D: ¿De qué estas enferma?

L: No estoy enferma, simplemente no me siento bien.

D: ¿Me vas a decir qué sucede? Mamá está actuando muy extraña y no es común en ti que te quedes en casa simplemente porque no te sientes de ganas.

Me quedé en silencio e invité a Daniela a sentarse en la cama.

L: No sé por dónde empezar.

D: Sabes que me puedes contar lo que sea.

L: Respiré hondo. La razón por la que mamá está actuando así es porque se enteró que estoy saliendo con una mujer.

Esperé que se sorprendiera y su respuesta fuera escandalosa, pero se quedó en silencio observándome con ternura. Seguí hablando.

L: Y la razón por la que yo estoy así es porque discutí con la chava con la que estoy saliendo y a pesar de que ya nos arreglamos, las cosas no han regresado a la normalidad y temo que no lo vuelvan a ser.

Daniela seguía sin decir una palabra.

L: Bueno, ¿vas a decir algo? Me estas poniendo nerviosa.

D: ¿Qué quieres que te diga? ¿Qué ya me lo esperaba? Pues no, nunca me imaginé que dirías algo así, pero tampoco te juzgo, eres mi hermana y solo quiero que seas feliz. Aunque debo aceptar que me duele que no te hayas acercado a mí.

L: Lo sé, lo siento. Nunca quise lastimarte, fue algo muy confuso para mí y no sabía cómo actuar.

D: ¿Así que todo lo de Gerardo fue una mentira?

L: Si, lo hice para ocultar la verdad sobre con quién salía.

D: Lisa, sabes que puedes contar conmigo para lo que sea, ¿por qué ocultarlo?

L: No se trataba de ustedes, el problema era que yo no estaba segura de mí misma y lo que haría.

D: Entiendo. ¿Qué fue lo que sucedió con…?

L: Su nombre es Pamela.

D ¿Qué sucedió con Pamela?

L: Un pequeño resumen de la historia es: Al mentir sobre Gerardo, ella reaccionó muy mal, me besó frente a mamá para que descubriera que salía con ella, se alejó y estuvo coqueteando con alguien más. Eso me dolió mucho y me involucré con alguien más por despecho y hace unos días nos vimos y arreglamos todo, pero ayer que la vi todo fue muy incómodo y nos hemos hablado desde entonces.

D: Vaya, por lo menos ahora entiendo porque mamá está actuando así. Y de lo demás, creo que deben darse la oportunidad de recuperar la confianza una de la otra, no pueden actuar como si nada hubiera pasado. Es un nuevo comienzo y deben de empezar casi desde cero.

L: Tienes razón, gracias. La abracé y pensé en lo afortunada que era por poder contar con el apoyo de mi hermana. Y gracias por no hacer un alboroto sobre todo esto.

D: Eres mi hermanita y te quiero sobre todas las cosas, no lo olvides. Siempre estaré para ti. Normalmente mis consejos eran sobre hombres pero creo que aun así te puedo ayudar en el área del amor. Dijo bromeando.

Nos abrazamos y Daniela se retiró para ir con los demás.

D: ¿Vienes?

L: No creo, llamaré a Pamela. Intentaré verla más tarde.

D: De acuerdo, buena suerte con eso.

Llamé al celular de Pamela y una voz distante contestó.

P: Hola

L: Hola, ¿qué tal te va?

P: Todo bien. Dijo cortante.

L: ¿Te puedo ver?

P: Estoy en el departamento con Mónica y dos amigas, eres bienvenida si quieres.

L: Llego en un momento. Accedí a ir a pesar de que no notaba convencida a Pamela.

Me cambié la ropa deportiva por unos jeans, una playera casual y tenis, salí de mi cuarto y desde lejos me despedí de todos. Llegué al departamento y al tocar el timbre me contestó Mónica por el intercomunicador.

M: ¿Quién?

L: Lisa.

M: Un momento.

Zumbó la puerta y la abrí, me dirigí hacía su departamento y toqué la puerta. Nuevamente Mónica me abrió la puerta.

M: Hola Lisa, adelante.

L: Gracias Moni.

Me llevó a la sala donde estaban Pamela y sus dos amigas.

M: Te presento a Tere y a Olivia. Dijo señalando a cada una respectivamente.

L: Mucho gusto.

P: Hola. Dijo indiferente.

Pamela no dijo una palabra más y se quedó sentada entre las dos amigas.

M: ¿Te puedo ofrecer algo de tomar?

L: Agradecería un vaso con agua. Dije nerviosa e incómoda.

Tere y Olivia me observaban con intriga, lo que me dio a entender que probablemente estaban al tanto de la situación entre Pamela y yo.

Me senté juntó a Olivia, quien estaba del lado derecho de Pamela. Era una una pelirroja con cabello rizado descontrolado, tez blanca con pecas y ojos verdosos, no podía considerarla muy bella pero tenía cierto atractivo.

Por otro lado Tere era muy similar a Mónica, cabello café, ojos almendrados y usaba unos lentes delgados, calculaba que era de la estatura de Mónica, pero su complexión al ser un poco más robusta hacía que se viera más pequeña.

Regresó Mónica con mi vaso con agua, se sentó junto a Tere y reanudó la conversación para desaparecer el momento incómodo que ocasionó mi llegada. Pamela seguía sin dirigirme la palabra pero frecuentemente me miraba.

Hablaban sobre la ruptura de una pareja que ellas conocían y lo sorprendente que había sido la noticia pues todos pensaban que terminarían casados. Yo no comentaba nada pues no conocía a las personas de las que hablaban.

Me di cuenta que Pamela le hacía una señal a Olivia y ambas se pusieron de pie y fueron hacia la cocina.

L: Moni, ¿puedo pasar a tu baño?

M: Claro, sabes dónde está.

L: Gracias.

Sin embargo no fui al baño, traté de acercarme sigilosamente a la cocina con la intención de escuchar lo que Pamela y Olivia decían.

O: Wey, esto está demasiado incómodo, no sé por qué le dijiste que viniera.

P: Ya se, tal vez no debí hacerlo. Sentí una fuerte punzada en mi corazón tras escuchar sus palabras.

O: ¿Qué vas a hacer?

P: No sé… Trazos de confusión y tristeza se escuchaban en su voz.

O: Si las cosas siguen así, probablemente se termine yendo.

Pamela no respondió nada, escuché que se movían y rápidamente me fui de ahí y me dirigí al baño. Dejé que pasaran unos segundos más antes de salir.

Cuando regresé a la sala Pamela estaba sentada en la orilla, a lo que me senté junto a ella. A pesar de estar sentadas relativamente cerca, la distancia entre nosotras era kilométrica.

Continuaron hablando sobre temas que yo desconocía y cada vez me sentía más fuera de lugar, consideré marcharme pero una parte de mí se encendió y decidí que no me iba a rendir. La razón por la que estaba ahí era para recuperar mi relación con Pamela y no me iba a ir sin siquiera intentarlo.

Me acerqué a su oído y sutilmente sin que las demás se dieran cuenta, susurré:

L: ¿Podemos hablar? ¿A solas?

Pamela asintió y se puso de pie, yo la seguí y noté el silencio de las demás al ver que nos retirábamos.

Pamela me llevó a su recámara y cerró la puerta.

L: Yo sé que las cosas entre nosotras están un poco extrañas, pero eso no quiere decir que me voy a rendir. ¿Tú lo harás?

Pamela negó con la cabeza, parecía imposible sacar una palabra de su boca. Me acerqué, tome sus manos e hice que nos sentáramos en la cama.

L: No podemos actuar como si no hubiera pasado nada malo, pero tampoco podemos actuar como si no hubieran pasado cosas buenas. Creo que es más importante que nos enfoquemos esas cosas y partir de eso. Hice una pausa. Cierra tus ojos, ¿recuerdas la noche que nos conocimos?

Pamela con los ojos cerrados, seguía sujetando mis manos y respondió: “Si.”

L: ¿Recuerdas cómo nos sentíamos cuando hablábamos en la terraza? Hablamos como si nos conociéramos de toda la vida, hicimos una conexión inmediata. Esos sentimientos no los podemos borrar, siguen aquí. Las manos se Pamela comenzaron a temblar. Además de esa conexión también sentimos química, nuestros cuerpos se entendían a la perfección y en este momento tu cuerpo lo está sintiendo y sé que tú también.

Solté sus manos y con una de mis manos acaricié su mejilla.

L: Si no estás sintiendo nada de lo que te estoy diciendo, lo entenderé y te daré el tiempo y espacio que necesitas.

Pamela abrió sus ojos y pude ver de nuevo esa luz que tanto me gustaba de su mirada.

P: Claro que siento todo eso, ya te lo había dicho, eres la primer persona por la que siento tanto en tan poco tiempo.

Dicho esto se acercó a mí y me plantó un beso apasionado. Esta vez sentía mi mundo dar vueltas y respondí al beso con entusiasmo. Al terminar el beso, Pamela sonrió y al ver esa sonrisa supe que la tenía de vuelta, que estábamos regresando a la normalidad. Afortunadamente, nuestra normalidad estaba llena de pasión, diversión y muchos sentimientos positivos y explosivos.

Le di un beso en la frente y la abracé con fuerza.

L: Creo que debemos de regresar con tus amigas, se deben estar preguntando lo que está pasando.

P: Tienes razón, ya llevamos un buen rato aquí.

Pamela me tomó de la mano y nos fuimos a la sala. Sus amigas notaron nuestras manos unidas, Tere y Mónica se veían contentas por nosotras (o por lo menos por Pamela), sin embrago noté que Olivia desviaba la mirada y hacía una cara de desagrado.

Nos sentamos y Pamela rápidamente se unió a la conversación, en esta ocasión hacía lo posible por incluirme y hacerme comentar algo. Lo que minutos antes era una situación incómoda, se había convertido en una amena conversación entre amigas, nos reíamos y platicábamos contentas.

Tere recibió una llamada de un amigo invitándola a ella y a nosotras a una fiesta, sin embargo Pamela declinó la invitación, por lo que yo también rechacé la propuesta.

Las demás se fueron al cuarto de Mónica a arreglar mientras Pamela y yo nos quedamos en la sala. Pamela cambió de posición y se sentó sobre mis piernas, estábamos abrazadas, nuestros rostros muy cerca una de la otra y mientras continuábamos nuestra charla, de vez en cuando complementábamos la plática con unos tiernos besos.

De pronto, mientras estábamos besándonos, llegaron las muchachas para despedirse antes de irse a la fiesta. Nuevamente noté que Olivia se veía disgustada al vernos, no estaba segura si se debía a que no le agradaban las parejas del mismo sexo o si eran celos los que percibía de su parte.

Se fueron a la fiesta y nosotras decidimos ver una película pues nos apetecía un plan más tranquilo. Preparamos palomitas y llevamos unas golosinas para comer durante la película.

Pamela nuevamente se acomodó en una postura muy cercana a mí, su cabeza estaba recargada en mi hombro mientras mi brazo la rodeaba. Me encantaba la sensación que generaba en mí el sentir que la estaba protegiendo y el que ella se sintiera segura en mis brazos.

Pamela sostenía el bol de las palomitas mientras veíamos la película, yo no tenía necesidad de tomarlas pues Pamela me alimentaba cada vez que le pedía. En una ocasión que me daba una palomita, a manera de juego mordí uno de sus dedos, soltó un pequeño grito y me aventó un puño de palomitas.

Comenzamos a juguetear y Pamela terminó sentada sobre mí intentando que me comiera un puñado de palomitas, sin embargo yo al ser más fuerte que ella logré inmovilizarla y aproveché a besarla desenfrenadamente.

Mordía con fuerza su labio inferior y Pamela soltaba pequeños suspiros, seguimos besándonos y posteriormente, sin mucho esfuerzo, le quité su blusa y ella retiró mi playera.

La recosté sobre el sillón y todas las palomitas se cayeron, podía escucharlas crujir debajo de Pamela. Habíamos hecho un desastre, los chocolates estaban en el piso, habían palomitas por doquier, inclusive habían unas cuantas su cabello.

Decidimos pasarnos a su recámara para evitar hacer más cochinero y poder proseguir con lo que hacíamos sin interrupciones. Mientras le quitaba su brasier me di cuenta que Pamela tenía un poco de chocolate derretido en su espalda, casi a la altura de su hombro. Comencé a lamerla para quitárselo y le hice unos pequeños chupetones, como si la estuviera marcando como mía.

Le retiré su pantalón con todo y ropa interior y ella terminó de quitarme el resto de mi ropa, recosté a Pamela y ambas completamente desnudas comenzamos a frotar nuestros cuerpos a un ritmo lento. Nuestros clítoris se rozaban y el placer se comenzó a acumular en nuestros cuerpos, Pamela gemía en mi oído y me decía:

P: ¡No pares! ¡Sigue! ¡Ya casi llego! Cada frase se veía interrumpida por un gemido o suspiro.

Yo también sentía como mi orgasmo estaba a punto de explotar a lo que comencé a moverme con mayor velocidad y casi simultáneamente llegamos al clímax. Sentí cómo el cuerpo de Pamela se relajaba tras haber culminado. Comencé a besar todo su cuerpo y me enfoqué en sus pechos por un momento, mordisqueaba y lamía sus duros pezones. Regresé a su boca y nos continuamos besando por un momento más.

Pamela me dio la vuela y se sentó sobre mí, pero no hizo nada, solo se quedó observándome.

L: ¿Qué pasa?

P: Solo quiero contemplarte, cada centímetro de tu cuerpo, de tu rostro y de tus partes. Al decir lo último, hizo una pequeña caricia sobre mi sexo que hizo que se me enchinara la piel. Me encanta que todo sea mío.

L: Tuya y de nadie más.

Sus manos recorrieron desde mi costado, hacia mis pechos y terminaron levantando mis brazos y tomándonos de las manos nos fundimos en un beso. Nos recostamos y nos quedamos dormidas, cuando me levanté me di cuenta de que ya era de madrugada.

Eran casi las 3 a.m. le di un beso a Pamela para despedirme y comencé a vestirme. Únicamente me faltaba ponerme mi playera, pero cuando llegue a la sala por ella me di cuenta de que Tere y Olivia estaban ahí dormidas. Entré sigilosamente para no despertarlas, pero no logré encontrarla.

Regresé al cuarto de Pamela y tomé prestada una sudadera para poderme ir a mi casa. Al llegar a mi hogar me fui directo a mi cuarto, me puse el pantalón de la pijama y me dormí con la sudadera de Pamela, el olor de su perfume estaba impregnado y era como tenerla ahí conmigo.

Estimados HombreFX, Angiehot, sasia, polo y Anonymus: me esforcé en esta entrega para no tenerlos esperando tanto tiempo, espero la disfruten. Gracias por sus comentarios. Besos.