Mi mejor amiga 7

¿Qué serán de las cosas entre Lisa y Pamela después de tan dramático final? ¿Habrá valido la pena o el drama apenas comienza?

Regresé a mi recámara después de la conversación con mis padres, me recosté sobre la cama y sin razón aparente comencé a llorar. Me sentía abrumada por todo lo que había pasado, a pesar de que la respuesta de mi papá había sido positiva, la reacción de mi mamá seguía muy presente y temía que las cosas no pudieran ser como antes. Por otro lado sabía que tenía que hablar con Daniela para decirle las cosas en persona.

Mi llanto cesó y una mezcla emocional de tristeza, decepción y enojo recorrió mi cuerpo cuando pensé en Pamela. Nunca imaginé que pudiera ser tan desconsiderada con mis sentimientos y los de mis padres con tal de lograr lo que quería. ¿A caso esta es la verdadera Pamela? No puedo decir con certeza que la conozco, tan solo llevamos conociéndonos un poco más de un mes y por más que no quisiera, tengo que aceptar la posibilidad de que así sea ella.

Me di un baño rápido para relajarme y prepararme para dormir. Me metí a la cama y prendí la televisión, quería distraerme para no pensar en nada. Avanzaba el tiempo mientras veía mi serie de doctores favorita y sin darme cuenta caí dormida.

Me desperté al sonido de mi alarma y me preparé para mi rutina diaria: gimnasio y trabajo. Todo el día estuve distraída y dispersa, afortunadamente mi jefe no se percató de esto, pues podría poner en riesgo la posibilidad de que me promoviera.

Salí un poco más tarde de lo usual de trabajar y mientras caminaba en el estacionamiento, las ideas y emociones comenzaron a regresar a mi después de haberlas logrado ignorar durante el día.

Pamela no me había llamado o escrito, no intentó disculparse por su comportamiento del día anterior y eso me llenaba de furia.

De pronto entró una llamada a mi celular de un número que no tenía registrado.

L: ¿Hola?

M: ¡Qué hay tía!

L: Hola Manuel, que gusto escuchar de ti.

M: El gusto es mío, cariño. Estoy de visita en México y me encantaría verte, ¿tenéis planes para hoy en la noche?

L: No, de hecho voy saliendo de trabajar. ¿En qué hotel te estás quedando?

M: Estoy quedándome en el Hilton, cerca del aeropuerto. Pero ahora me encuentro por tu rumbos. Podemos reunirnos por aquí, ¿qué os parece, cari?

L: Excelente, nos podemos ver en el bar que están cerca de mi casa, ¿recuerdas dónde vivo?

M: Cómo no recordarlo, viví ahí un par de semanas, tía.

L: Claro. Reí. Llego en unos 15 minutos.

M: Nos iré pidiendo un par de chupitos, que no hay manera de que esté aquí y no enfiestemos.

Manuel era un amigo de Madrid que conocí en la universidad, él vino de intercambio y cuando ya estaba por concluir sus estudios se tuvo que salir del apartamento donde vivía por lo que yo lo invité a quedarse en mi casa por el tiempo que le faltaba para regresarse a España.

Llegué al restaurante y me dirigí a donde estaba Manuel. Pedimos algo de comer para compartir algo mientras bebíamos algo. Estábamos conversando muy a gusto cuando Manuel interrumpió lo que decía.

M: Pero mira que maja está esa tía.

L: Voltee pero no vi a nadie. No la veo, perodeberías ir a hablarle, yo ya pronto debo irme.

M: Está detrás del grupo grande junto a la barra, esperaré a que os vayáis e intentaré hablarle. Pero aún no te marches, bebamos un chupito más.

L: De acuerdo, el último, mañana debo trabajar.

Nos trajeron otra ronda y continuamos nuestra conversación, recordando viejas anécdotas.

M: ¡Coño! La tía es bollera, mejor ni gasto mis energías.

L: ¿Bollera?

M: Es una mujer que le molan las tías. Qué desperdicio.

Decidí voltear de nuevo para intentar ver a quien había llamado la atención de Manuel. De pronto me di cuenta de que la chica de la que hablaba era Pamela. Estaba abrazada de una muchacha morena no muy atractiva pero con un cuerpo espectacular. La mano de Pamela estaba sobre su cintura pero la mano de la muchacha estaba sobre sus nalgas y a Pamela no parecía incomodarle en lo más mínimo.

Acabé mi bebida de un solo trago y le dije a Manuel que debía marcharme, estaba realmente herida y no quería quedarme ni un minuto más. Pagué mi mitad de la cuenta y cuando iba de salida tuve que pasar muy cerca de donde estaban e intenté no llamar su atención pues no quería más dramas con ella. Pude notar que Pamela miraba hacia donde yo estaba pero salí antes de que pudiera averiguar si había logrado verme.

Llegué a mi casa, me fui a mi cuarto y me solté en llanto, no podía creer que a Pamela no le hubiera importando arreglar las cosas y que siguiera su vida sin dificultad alguna.

Al día siguiente fui a trabajar y tuve un par de juntas que me tuvieron ocupada. Al terminar el día, tan pronto me subí a mi coche comencé a llorar de nuevo. Regresó a mi memoria la imagen de Pamela con la morena y entre la tristeza y enojo, tomé mi celular y mandé el siguiente mensaje: “Necesito verte.”

En lo que arranqué el auto y me dirigía a la salida recibí respuesta: “¿Mi casa? Estoy sola.” Le respondí: “Llego en 20 min.”

Arranqué mi auto y comencé a manejar, llegué a mi destino y toqué el timbre. Abrió la puerta, sin decir nada entré con determinación, comencé a besarla y cerré la puerta.

Mis besos eran desesperados y sentía como mis ojos comenzaban a llenarse de lágrimas, la tenía presionada contra la puerta y después de unos segundos se separó. Con su pulgar limpió las lágrimas que recorrían mi rostro y me dijo: “¿Estás bien?”. “No, necesito a mi mejor amiga.” Abracé fuertemente a Jimena.

J: Vayamos a mi cuarto, ahí podemos hablar. Me tomó de la mano y dejé que me guiara a pesar de que yo sabía perfectamente dónde era.

Llegamos a su cuarto, cerró la puerta y nos sentamos sobre su cama. No podía evitar soltar pequeños sollozos y mientras me abrazaba me dijo al oído:

J: ¿Qué sucede?

L: No quiero hablar de ello ahora, solo quería verte.

Colocó su mano sobre mi mejilla y dijo: “Tranquila, aquí estoy.” Me dio un pequeño beso en los labios y me miró a los ojos mientras nuestras frentes se tocaban.

Comencé a besarla de nuevo y Jimena correspondía mis besos mientras acariciaba delicadamente mi brazo, yo comencé a recorrer una de mis manos desde su muslo hacía su cintura pasando por debajo de su ropa.

J: ¿Estás segura de que esto es lo que quieres?

Yo sólo asentí y dejé que mis manos comenzaran a recorrerla libremente. Removí su blusa y comencé a besar su pecho, podía sentir sus corazón latir acelerado y pasé a besar su cuello.

Me quité la playera y el brasier y Jimena me ayudó a retirar mis pantalones, me recostó sobre su cama y mientras seguía la sesión de besos una de sus manos se dirigió a mis senos, sin embargo la intercepté y la guie hacía adentro de mi ropa interior.

Una vez que Jimena comprendió lo que quería, comenzó frotar mi sexo, primero lentamente e iba incrementando la velocidad. Mi respiración se aceleró y soltaba pequeños gemidos de placer, a los pocos segundos sentí cómo mi cuerpo se tensaba y una explosión de placer recorrió mi cuerpo.

Se recostó a mi lado y con su dedo índice me hacía cariñitos por todo el cuerpo. Jimena me conocía mejor que nadie, no necesité decirle que me encantaban las caricias que me hacía, ella sabía lo que me gustaba aunque nunca se lo hubiera dicho.

J: En algún momento me tendrás que decir que sucede.

L: Lo sé. Me senté sobre la orilla de la cama dándole la espalda.

Jimena se puso detrás de mí y comenzó a darme un masaje acompañado de vez en cuando por un beso. Mientras ella hacía eso, comencé a hablar.

L: Mis papás saben que me gustan las mujeres, se enteraron ayer.

Jimena paró el masaje y se asomó por mi lado izquierdo para ver mi rostro.

J: ¿Lo tomaron mal?

L: No tanto, mi papá fue bastante comprensivo pero mi mamá se veía sumamente confundida y desilusionada. Jimena prosiguió con el masaje. El problema fue cómo se enteraron. La amiga de Julieta y yo hemos estado saliendo, como te lo dije la última vez que nos vimos. Tuvimos un desacuerdo cuando por error les dije a mis papás que Gerardo y yo éramos novios.

J: ¿Y por qué les dijiste eso? Se sentó a mi lado y tomó mi mano.

L: Me sentía muy presionada por mi familia y para quitármelos de encima puse esa excusa, fue algo que hice sin pensar. A pesar de que solucionamos eso, mientras estábamos en mi cuarto, mi mamá fue a decirme algo y Pamela me besó para que ella lo viera. No sabes la expresión de su rostro cuando nos descubrió, estaba realmente impactada.

J: No puedo creer que hiciera eso.

L: Lo peor es que de alguna manera lo hizo para vengarse por lo que hice con Gerardo, me echó en cara que si yo actuaba sin pensar ella también podía hacerlo.

J: ¡Maldita! Me las va a pagar.

L: Para colmo, creo que todo el disgusto para mis padres creo que será en vano, pues no sé si las cosas con Pamela seguirán. Desde que sucedió esto no me ha contactado y ayer la vi en un bar abrazada de otra mujer, lo que me da a entender que no le importo y que no le interesa arreglar nada.

J: No me interesa ayudar a esa perra, pero estoy segura que no es estúpida para darse cuenta de lo valiosa que eres. Probablemente esta avergonzada de lo que hizo y no sabe cómo repararlo.

L: Quizás tengas razón. Comencé a vestirme.

J: En caso necesario yo te puedo ayudar a olvidarla. Besó mi cuello.

Terminé de vestirme y Jimena me acompañó a la puerta.

J: Si necesitas algo no dudes en hablarme.

L: Gracias Jime, te quiero. La abracé fuertemente.

Me subí a mi coche y me dirigí a mi casa. Una vez que llegué, encontré a mi papá en la sala de televisión viendo un partido de futbol.

L: Hola pa, ¿dónde está mi mamá?

Papá: Ya está en la recámara, estaba algo cansada y se fue a dormir temprano.

L: De acuerdo, buenas noches a ambos.

Papá: Descansa.

Me puse la pijama y me metí a la cama, antes de dormir revisé mi celular con la esperanza de haber omitido accidentalmente algún mensaje de Pamela pero no había sido así. Dejé mi celular en mi mesa de noche y me di la vuelta para acomodarme para dormir.

Sonó mi alarma y mi día empezó como de costumbre, llegué a la oficina y me encontré sobre mi escritorio con un enorme arreglo de rosas. Todos observaban con curiosidad mi regalo y me percaté de unas cuantas miradas envidiosas de algunas de mis colegas.

Tomé el pequeño sobre que se encontraba entre las flores, lo abrí y leí la nota: “Lo siento tanto. P.”

Guardé la nota en mi bolso y sin poderlo evitar, una pequeña sonrisa se dibujó en mi rostro. Un par de compañeras se acercaron a preguntarme sobre las flores y bromeando les respondí que se trataba de un admirador secreto que tenía.

Antes de la hora de la comida se acercó Ignacio, mi jefe.

I: Vaya, qué bonito arreglo de flores. Pero me parece que se adelantaron a la felicitación.

L: ¿A qué te refieres?

I: Normalmente se envía el regalo después de la buena noticia, no antes. Lo que quiero decir es que a partir de mañana empezarás tu nuevo trabajo en la posición en la que te ascenderé.

L: ¿En verdad? ¡Gracias!

I: No me lo agradezcas, te lo ganaste. Lástima de las flores, si hubieran llegado después de la noticia, me podría haber robado el crédito de haberlas enviado yo. Dijo bromeando.

Ambos nos reímos y salimos para ir a almorzar. En la entrada del edificio se acercó a mí el portero y me dijo: “Señorita, alguien dejó este paquete para usted.”

Le agradecí y me retiré con la pequeña bolsa que me había entregado.

I: Vaya Lisa, ¿estas celebrando algún aniversario o a qué se debe que tu enamorado te deje tantos regalos?

L: ¿Las personas no pueden ser detallistas? Dije jugando.

I: Claro que pueden, pero me sorprendería si así lo fuera, ya que la bolsa que tienes ahí es de una joyería bastante costosa. En fin, ¿no lo abrirás?

L: Lo haré después de comer, mis flores ya llamaron bastante la atención.

Comimos y regresamos a trabajar. Antes de retirarme de la oficina, tomé la bolsa de papel y retiré el contenido. Era un estuche de terciopelo negro, al abrirlo me encontré con un hermoso collar que tenía una esmeralda y unos aretes que le hacían juego.

Dentro del estuche había otra nota: “Exactamente del color de tus ojos, aunque tus ojos son más hermosos. Me encantaría vértelos puestos hoy en la cena en el lugar de nuestra primera cita. Estaré ahí a las 8:00 p.m., entiendo si no te presentas. Te quiero, P.”

Cerré el estuche y lo guardé en mi bolso. Me dirigí hacía mi casa y durante el camino venía reflexionando sobre la cena que me esperaba. Decidí que si iría pues Pamela se merecía la oportunidad de explicarme por qué había actuado como lo había hecho.

Llegué a mi casa y estaban mis papás cenando, sin embrago cuando mi mamá me vio rápidamente se puso de pie y se dirigió a la cocina. Claramente mi madre me estaba evitando y eso me parecía extremadamente doloroso, sin embargo decidí darle su espacio pues sabía que las cosas no eran fáciles para ella.

L: Saldré a cenar, no estoy segura de la hora a la que regresaré, así que no se preocupen.

Papá: De acuerdo, buenas noches.

Era obvio para mis papás con quién iría a cenar pero para evitar incomodidades nadie dijo nada.

Fui a mi cuarto para arreglarme, me puse un vestido negro con un escote en el cual encajaba perfectamente mi nuevo collar, sin embargo no me lo puse pues primero quería hablar con Pamela antes de aceptar el obsequio.

Llegué puntual al restaurante, pero me quedé unos minutos afuera pues me sentía muy nerviosa. Dejé que el aire fresco me relajara y entré.

Recepcionista: Buenas noches señorita, ¿cuenta con una reservación?

L: Si, aunque no se a nombre de quién estará.

Recepcionista: ¿Cuál es su nombre?

L: Lisa

Recepcionista: Por supuesto, ya la están esperando. Si me puede seguir por favor.

Recorrimos todo el restaurante y vi que la señorita se dirigía al jardín. Me llevó hacia un quiosco que no había visto la vez pasada que estuve ahí. Al parecer era un lugar que se reservaba para ocasiones especiales y no estaba disponible para la mayoría de los clientes.

Pamela estaba sentada en la mesa y cuando vio que me acercaba se puso de pie para recibirme. Agradecí a la recepcionista y me senté.

P: Gracias por haber venido. Veo que no traes el collar ni los aretes que te regalé, ¿no fueron de tu agrado? Dijo decepcionada.

L: Son muy hermosos, pero no estoy aquí por todos los regalos que me diste, estoy aquí porque quiero escuchar lo que tengas que decir sobre lo que sucedió la última vez que nos vimos. Puse el estuche de terciopelo sobre la mesa.

P: Me siento fatal por la forma en la que actué. Estoy muy arrepentida de haberte lastimado a ti y a tu familia. ¿Cómo lo tomaron?

L: Eso no me parece relevante discutirlo ahora, quiero saber en qué carajos pensabas cuando se te ocurrió besarme frente a mi madre y quién es la morena de la que ayer estabas tan abrazada. Dije molesta.

P: Se sorprendió al verme usar ese vocabulario. No pensé, ese fue el problema, únicamente reaccioné. Sé que no es excusa, pero antes de ti estuve en una relación muy toxica en la que era una constante lucha de poder. Si una se ponía celosa, el siguiente paso era celar aún más a la otra. Si alguien hacía algo que lastimara a la otra, en vez de hablar o resolverlo, buscábamos la manera de hacer aún más daño. Al parecer ese viejo patrón apareció cuando discutimos sobre lo de Gerardo.

L: ¿Entonces? ¿Debo suponer que cada vez que haya algún malentendido así serán las cosas? Lo siento, pero yo no puedo estar en una relación así.

P: ¡No! Yo tampoco quiero eso, lo último que quiero es volver a lastimarte. Me has demostrado ser una mujer extraordinaria y más allá de quien fui en el pasado, quiero ser la mejor versión de mi misma contigo.

L: Quisiera creerte, pero la confianza ciega que tenía en ti se ha dañado y aún no me has dado ninguna explicación sobre la mujer con la que estabas ayer.

P: Ayer salí con un grupo de amigos y uno de ellos llevó a Sandra, quien intentó coquetear conmigo. Debo aceptar que le seguí la corriente por un momento, pero cuando me robó el beso la rechacé, mi corazón seguía contigo y se detuvo cuando te vi salir del bar.

L: No estaba segura si me habías visto. ¿Cómo sé que no fue por eso que te detuviste?

P: Si te vi, pero no fue por eso que la detuve, frené sus avances porque sabía que ella no me interesaba en lo más mínimo. Es en ti en quien pienso todos los días. Solamente te pido la oportunidad de volver a ganarme tu confianza, por favor. Sus ojos se llenaron de lágrimas. Quiero ser parte de tu vida.

L: Quiero decir que sí, pero antes de que acepte también debo confesarte algo. Si vamos a darnos una nueva oportunidad me parece justo que yo también sea honesta contigo.

P: De acuerdo, ¿qué es lo que tienes que decirme?

L: Después de todo lo que sucedió, lo de mi casa y el haberte visto en el bar, estaba realmente devastada de no haber tenido noticias de ti. Pensé que dabas por terminadas las cosas y busqué a una amiga para que me consolara y al hacer eso terminé acostándome con ella. Pamela estaba sin expresión alguna, sin embargo sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas nuevamente. No sé qué fue lo que me pasó, nunca había sido del tipo de persona que se involucraba con alguien por venganza o despecho.

P: Lo que te pasó, fui yo. Yo te orillé a hacer eso al no comunicarme contigo. Por más que me duela saber que estuviste con alguien más, te perdono así como espero tú me puedas perdonar por lo que hice y lo que te hice hacer.

L: Tomé su mano. No puedes aceptar la culpa por lo que yo te hice, pero te agradezco me hayas perdonado. Espero podamos seguir como si nada de esto hubiera sucedido.

P: Nada me gustaría más, guapa. Ahora que sé que aceptas mis disculpas, ¿puedes aceptar también mi regalo?

L: ¿Después de lo que te acabo de contar aun así me quieres dar ese lujoso regalo? No lo merezco.

P: Sin duda, lo mereces por ser una mujer increíble y que como yo cometió un error. Podemos usarlo como recordatorio de la pareja que queremos ser. Asentí y esta vez fueron mis ojos los que se volvieron cristalinos por las lágrimas.

En lo que se levantó de la mesa, me puse los aretes. Se paró detrás de mí para ponerme el collar, moví mi cabello a un lado y lo colocó, al final sentí un pequeño y delicado beso sobre mi cuello.

Se sentó de nuevo en su lugar, me miró y dijo: “Perfecta.”

Terminamos la romántica cena y antes de retirarnos del restaurante, revivimos la escena de nuestra primera cita y nos sentamos en una de las bancas del jardín. Sin embargo ésta al estar cerca del quiosco estaba apartada de las demás y teníamos más privacidad.

Comenzamos a besarnos delicadamente, hicimos una pausa y nos sumergimos en un fuerte abrazo. Nos quedamos así por unos segundos, ninguna de atrevía a soltar a la otra. Aún abrazadas, Pamela susurró en mi oído:

P: ¿Quieres pasar la noche conmigo?

L: Sabes que me encantaría, pero creo que debemos de posponerlo y tomarnos las cosas con calma.

P: Está bien, creo que tienes razón. Lo bueno que mañana ya es viernes y podremos pasar más tiempo juntas.

L: Así es, ya mañana veremos qué pasa. Dije guiñándole un ojo.

Mientras nos dirigíamos a la salida, le coloqué a Pamela mi abrigo en la espalda pues se veía muerta de frío. Antes de que cada quién se subiera a su coche, nos despedimos un gran beso, el cual llamó la atención de algunas de las personas que también salían del restaurante.

P: Al parecer estamos haciendo una escena. Dijo bromeando y retirándose.

L: No me importa que nos vean. La jalé de nuevo hacia mí y continué besándola.

P: Buenas noches. Hablamos mañana.

L: Descansa, por favor avísame cuando llegues a tu casa.

P: Igual tú.

Cada quien se dirigió a su casa y casi al momento en el que llegaba a la mía recibí su mensaje:

“Llegué sana y salva. Estoy feliz de que tengamos esta nueva oportunidad de estar juntas, estoy segura valdrá la pena. Por favor nunca te vayas de mi lado, te quiero.”

Ya en mi recámara le respondí:

“Por siempre juntas. Te quiero, buenas noches.”

Mis queridos comentaristas: Angiehot, sasia, polo, Sofía y HombreFX espero hayan disfrutado de este capítulo, gracias por seguir leyéndome. Me llena de felicidad leer sus comentarios sabiendo que están disfrutando de la serie tanto como yo disfruto de escribirla para ustedes.

A mis demás lectores les agradezco mucho y los invito a comentar, me dará gusto saber de ustedes. Besos a todos.