Mi mejor amiga 5
Mucha pasión y al parecer, el comienzo de una relación.
Era miércoles por la mañana, voltee a ver mi reloj y vi que era tardísimo. Me había quedado dormida y apenas me iba a dar tiempo de llegar al trabajo. Por lo que me vestí rápidamente, tomé una barra energética de la alacena y me dirigí a mi auto para llegar a la oficina.
Llegué 30 minutos tarde, me puse a trabajar y al medio día recibí un mensaje de Pamela: “Hola guapa, espero estés teniendo un excelente día. Al rato tengo una cita cerca de tu oficina, te gustaría que nos viéramos para comer?”
No estaba segura si debía ver a Pamela después de lo que había sucedido el día anterior con Jimena, sin embargo le contesté que sí y el lugar donde podríamos vernos. Llegada la hora me fui caminando desde mi oficina y la encontré ya sentada en el restaurante.
Desde afuera del restaurante, observé a Pamela que estaba entretenida en su celular mientras me esperaba. En un instante la culpa comenzó a invadirme, pensé en cómo se sentiría si le dijera lo que había sucedido pero de pronto hicieron eco las palabras de Jimena: “es muy poco tiempo para saber si lo que tienen es exclusivo…”
Respiré profundamente y decidí que no preocuparía por eso, probablemente lo que sucedió con Jimena fue un evento único e irrepetible. No le veía caso en lastimar a Pamela con algo así cuando nuestra relación no había comenzado.
Mis ideas me reconfortaron y era momento que entrara al restaurante. Caminé hasta la mesa donde estaba Pamela, me coloqué detrás de ella sin que me viera y delicadamente cubrí sus ojos y le dije al oído:
L: ¿Adivina quién?
P: Mmm no estoy segura. Sujetó mis manos. Juzgando por estas manos puedo suponer que eres alguien muy atractiva, pero si no eres quien creo, me meteré en grandes problemas con mi cita. Dijo bromeando.
L: No quiero meterte en problemas, o por lo menos no ahora. Dije esto mientras descubría sus ojos y le daba un beso en la mejilla.
P: Hola guapa, que gusto verte.
L: El gusto es todo mío. Qué tal te fue en tu cita?
P: Muy bien, aunque eso hace que mi semana se vuelva más complicada y llena de pendientes. Creo que me será realmente imposible verte hasta el fin de semana.
L: No me gusta pensar que no te veré, pero me da gusto que te esté yendo bien el trabajo. Y no te preocupes, ya repondremos el tiempo que no nos veamos.
P: De hecho el viernes en la noche se va a festejar el cumpleaños de Octavio, vamos?
L: Me parece excelente.
La conversación seguía mientras comíamos y ya que terminamos de comer Pamela se ofreció a llevarme en su auto a mi trabajo, aunque éste no se encontraba muy lejos de ahí. Sin embargo accedí para estar con ella unos minutos más.
Íbamos caminando en el estacionamiento dirigiéndonos a su coche cuando Pamela decidió correr entre los coches intentando esconderse de mí. Empecé a perseguirla, ambas nos reíamos fuertemente y estábamos muy divertidas.
Entonces decidí que yo sería la que me escondería y me coloqué detrás de una columna de concreto. Podía escucharla gritar mi nombre pero no parecía saber dónde estaba oculta. Cuando vi que estaba cerca de mi localización, sigilosamente me moví entre los coches y aparecí detrás de ella.
La cargué y di un par de vueltas mientras ella gritaba emocionada, la tomé de su mano y continuamos nuestro camino hacia su auto. Una vez ahí me pidió que la ayudara a pasar unas carpetas del trabajo que tenía en el asiento del copiloto al asiento trasero.
Mientras Pamela estaba en el asiento de atrás recibiendo las cosas que le pasaba, me dirigí hacia la puerta que estaba abierta. Tiré las carpetas al piso del auto y antes de que me reclamara por desordenar lo que estaba organizando comencé a besarla.
La recosté en el asiento y puse mi cuerpo entre sus piernas, éstas estaban flexionadas ya que el pequeño espacio del auto no nos permitía estar completamente acostadas.
Los besos comenzaron a volverse más apasionados y nuestras respiraciones se aceleraban. Intenté retirar su blusa, pero Pamela me detuvo.
P: No creo que tengamos tiempo para esto, tu tiempo de comida está por acabarse y aunque yo todavía tengo 30 minutos más debo volver a mi oficina. Decía esto mientras continuaba besando mi cuello lentamente, a pesar de haberme detenido ella también quería seguir.
L: Es tiempo suficiente para que disfrutes y llegues a tiempo, no te preocupes por mí.
No necesitó que le insistiera, pues ya estábamos nuevamente besándonos y esta vez me dejó quitarle su blusa. Comencé a tocar sus pechos, bajé por su abdomen y llegué hasta el botón y cierre de su falda. Pamela arqueó su pelvis para que fuera más fácil retirar su prenda.
Mientras con una mano me recargaba en el asiento para estar sobre Pamela, bajé la otra mano hasta su sexo y comencé a frotar su clítoris rápidamente en movimientos circulares. Pamela comenzó a gemir fuertemente y pude sentir como sus jugos comenzaban a lubricar la entrada de su coño, facilitando la entrada de dos de mis dedos. Su cuerpo se movía arriba y abajo, acompañando de esta manera la penetración de mis dedos dentro de su sexo.
Cualquier persona que estuviera pasando por ahí se podría dar cuenta de lo que pasaba, pues el auto se movía por todo lo que sucedía dentro.
Pamela comenzó a gemir más rápido y sabía que se encontraba cerca del orgasmo, pero no permití que esto sucediera hasta que pude introducir un tercer dedo dentro de ella. Mis dedos entraban y salían velozmente de su coño y de manera explosiva llegó al orgasmo.
Mientras Pamela se recuperaba y regulaba su respiración, tomó mi mano y comenzó a meterse a la boca y a succionar cada uno de mis dedos que habían estado dentro de ella.
Nos besamos un momento más y empezó a vestirse, sin embargo tomé su pequeña tanga negra que traía puesta y la guardé en mi bolso.
P: Dame eso pequeña pervertida. Dijo bromeando.
L: No, no. Me llevaré esto conmigo para que tu estés todo el día descubierta pensando en mí.
P: No necesitas hacer eso para que piense en ti, todos los días ya lo hago. Pero haz lo que quieras. Sonrió
Pamela se terminó de vestir y se pasó al asiento del conductor y yo me fui al del copiloto. Me dejó en mi oficina y apenas arrancó el motor le grité: “¡El marcador ya va 2-0!” Ella solo asomó su mano despidiéndose.
A los pocos minutos que me senté en mi escritorio se acercó mi jefe, Ignacio.
I: Buenas noches señorita. Dijo seriamente.
L: Hola Ignacio. Dije apenada.
I: No pude evitar percatarme que hoy has llegado tarde en dos ocasiones.
L: Lo sé, lo siento mucho. Lo que sucede es que…
Me interrumpió antes de que pudiera decir algo más.
I: No te preocupes, siempre has sido muy puntual y cumples correctamente con tus deberes. Dijo amablemente. Todos lo hacemos alguna vez, solamente te hago el comentario para que sepas que te estoy observando pues tengo que estar al pendiente de todos los candidatos a promoción.
L: En serio? No lo sabía, gracias por la oportunidad. Prometo no defraudarte.
I: Sigue trabajando como lo haces y probablemente ese ascenso será tuyo, solo no descuides tu puntualidad.
L: No lo haré, nuevamente gracias.
Se retiró de mi escritorio y regresó a su oficina.
Seguí trabajando y al paso de una hora recibí un mensaje en mi celular y al abrirlo me llevé una gran sorpresa. Era una fotografía de Pamela, estaba sentada en su escritorio, únicamente se veía de la cintura para abajo y estaba con las piernas abiertas. Dejando a la vista ese coño perfectamente depilado con el cual había tenido un encuentro minutos atrás. La foto tenía un mensaje: “Pensando en ti.”
Desde que había estado con Pamela me había quedado caliente, pero la fotografía hizo que mi excitación se disparara hasta las nubes. Podía sentir que ya estaba húmeda y tenía que hacer algo para saciar ese sentimiento.
Tomé mi celular y me dirigí al baño, ya estando dentro de uno de los cubículos le escribí a Pamela.
L: Me ha encantado la imagen que enviaste, me tiene muy cachonda. Ya veo que si estás pensando en mí, pero quiero saber qué más estás haciendo. Dímelo con todo detalle.
Pasó un minuto y recibí respuesta de Pamela.
P: Me estoy imaginando que estás aquí conmigo, besando mis labios… pero no los de mi boca. Estas debajo del escritorio haciéndome disfrutar y todo es más intenso porque alguien puede entrar a mi oficina y descubrirnos.
L: Mmmm. ¿Qué más hermosa? Dime, te estás tocando?
P: Si guapa, no puedo parar. Pensar en ti me vuelve loca, necesito verte otra vez para que me hagas tuya.
Mientras leía los mensajes y me imaginaba todo lo que Pamela decía, yo me estaba masturbando intensamente. Llegué al orgasmo y solté un pequeño suspiro pues temía que alguien entrara al baño y me fuera a escuchar.
Cuando tomé mi celular para responderle, vi un mensaje que no me había percatado que había recibido.
P: Acabo de tener un orgasmo en la oficina gracias a ti. Eres terrible, necesito cada vez más de ti. Vas a la delantera 3-0
L: De hecho vamos 3-1, creías que podría resistirme a tu fotografía y tus mensajes? Estuve a punto de correrme con sólo ver la imagen. Me encantas.
P: Que bueno que me lo dices, tal vez te enviaré fotos más seguido para marcar más puntos. O tal vez un video, depende que tan traviesa me sienta.
L: Me estas prendiendo otra vez solo de pensar en eso. ¡Basta! Tengo que seguir trabajando hahaha.
P: Ya retomaremos esta conversación, yo también debo trabajar.
L: Llámame cuando salgas de la oficina.
P: De acuerdo.
El día laboral terminó como de costumbre y regresé a mi casa para la cena. Ya eran casi las 10:30 y no tenía noticia de Pamela, por lo que le envié un mensaje. “Hola hermosa, sigues en la oficina? Yo ya estoy por dormirme, pero envíame un mensaje cuando llegues a tu casa por favor. Buenas noches.”
Me quedé recostada viendo la televisión un momento más y a los pocos minutos de haberla apagado caí dormida.
Al día siguiente me levanté y vi mi celular, Pamela había contestado el mensaje casi a las 12 de la noche. “Guapa, apenas voy llegando a mi casa, tardamos mucho tiempo en acabar la presentación que necesitábamos. Estoy agotada y mañana será un día igual de pesado. Ojalá estuvieras conmigo para hacer todo más fácil. Buenas noches, espero que ya estés soñando conmigo.”
Le llamé por teléfono pero no tuve respuesta, así que comencé mi día como de costumbre. Fui al gimnasio y de ahí a trabajar, durante el día apenas intercambie un par de mensajes con Pamela. Se notaba que estaba muy ocupada y yo no quería interrumpirla así que no era muy insistente.
En la noche cuando le avisé que ya había llegado a mi casa, me mandó un mensaje: “Guapísima, espero tengas dulces sueños, no puedo esperar a que sea mañana para que nos veamos. Mañana saliendo de trabajar te llamo para ponernos de acuerdo sobre el cumpleaños de Octavio. Descansa.”
Al fin era viernes y estaba muy emocionada pues podría estar con Pamela mucho tiempo, sin embargo el día no pudo haberse pasado más lento. Entre juntas aburridas y papeleo, yo estaba desesperada por irme. Los minutos parecía horas pero finalmente dieron las 6:00 p.m. y era libre.
Pareciera como si Pamela también estuviera cronometrando su tiempo de salida, ya que de camino a mi auto entró su llamada.
P: Hola guapa, que tal tu día?
L: Un día muy lento y aburrido, pero sé que se pondrá mejor ya que te veré en poco tiempo.
P: Yo también ya te quiero ver.
L: Cómo está el plan de la noche?
P: La fiesta será en casa de Octavio a las 9:00 p.m. pensaba que podíamos ir un rato y después te podías quedar a dormir conmigo, qué opinas?
L: Me parece un excelente plan, a qué hora quieres que pase por ti?
P: Qué tal si llegas a mi casa a las 8:30 y de ahí nos vamos juntas en taxi para que no llevemos coche por si queremos beber.
L: De acuerdo, ya voy camino a mi casa para arreglarme e irme a tu casa. Nos vemos en breve.
P: Besos guapa, hasta pronto.
Llegué a mi casa y me fui a cambiar de ropa. Me puse unos jeans, tacones y una ombliguera negra para lucir mi cuerpo escultural de gimnasio. Me maquillé de manera natural aunque quise resaltar mis ojos verdes con delineador y rímel. Una vez lista me dirigí hacia casa de Pamela.
Arribé a las 8:35 y toqué el timbre. “¿Quién?” dijo a través del intercomunicador. “Soy Lisa, hermosa.” Se escuchó un zumbido y pude abrir la puerta de la entrada del edificio. Me dirigí hacia su departamento y Pamela ya me estaba esperando, al verme corrió feliz y saltó sobre de mí. Como si fuera un pequeño koala se quedó colgada a mí besándome y yo con mis manos la sujetaba de su trasero y aproveché a darle unas nalgaditas, aun cargándola entramos a su departamento.
P: Sé que nos vimos el miércoles pero ya te extrañaba y estoy muy feliz de verte. Hoy nos divertiremos mucho.
L: Yo también estoy muy feliz. La bajé al suelo y le di un pico en los labios.
P: No hubo problema con tus papás de que te quedaras aquí?
L: No, les dije que dormiría en casa de una amiga y no parecieron tener problema con eso.
P: ¿Amiga? Besas a todas tus “amigas” como a mí? Se acercó a mi oído. Te coges a tus “amigas” como a mí? Decía esto con una sonrisa pícara.
L: Sabes que eres más que eso, pero mis papás aun no lo saben.
P: Estoy jugando contigo, no me importa la excusa que hayas dado con tal de que te quedes conmigo. Hizo una pausa. Ya casi estoy lista, solo debo cambiarme por una blusa y poner mi bolsa.
L: Con gusto te ayudo a cambiarte. Dije de manera seductora.
P: Puedes hacerlo, pero solo eso. Debemos llegar puntuales al evento pues Mónica me encargó unas cosas que necesita para la fiesta.
L: De acuerdo. Dije refunfuñando.
Nos movimos a su cuarto y me senté en su cama.
P: ¿Y bueno? ¿No que me ibas a ayudar?
Se acercó a mí y lentamente empecé a abrir los botones de su camisa, al estar completamente abierta sus pechos quedaban justo a la altura de mis ojos. No pude aguantarme y sumergí mi cara entre sus senos y los comencé a besar mientras la mano de Pamela acariciaba mi cabello.
Me levanté de la cama e intenté desabrochar su brasier, pero Pamela no me lo permitió.
P: Acuérdate que te dije que solo me ibas a ayudar a desvestir. Vas a tener que aguantar unas horas antes de que pase algo más.
L: De acuerdo, pero regresando yo me encargo nuevamente de desvestirte.
Pamela terminó de arreglarse, se veía tan hermosa como siempre, ella vestía también unos jeans más claros que los míos, una blusa de lentejuelas dorada y unos zapatos de tacón beige.
Tomamos las botellas y refrescos que le habían encargado a Pamela y nos bajamos al taxi que nos estaba esperando para llevarnos a la fiesta.
Llegamos a casa de Octavio, aún era temprano por lo que solo habían 6 personas: Octavio, su hermano mayor Santiago, su novia, Mónica y dos amigos más de Octavio. Saludamos a todos, nos preparamos algo de tomar y Mónica se acercó a platicar con nosotras.
M: ¿Qué hay chicas, listas para una noche loca?
L: ¿Loca? Tu novio no me pinta como alguien que se aloque mucho. Dije bromeando.
M: No lo subestimes por su look nerd hahaha le gusta mucho la fiesta y junto a su hermano hacen una tremenda combinación.
P: Así es, mejor ni te platicamos para que no te vayas a espantar hahaha.
L: Vaya, espero empiece pronto la fiesta pues me han dejado muy intrigada con lo que puede pasar esta noche.
La fiesta era en el patio/jardín y sin darnos cuenta comenzaron a llegar cada vez más personas, subieron el volumen de la música y nosotras la estábamos pasando muy bien.
Ya era la media noche y habían unas 60 personas, apenas había capacidad para tantos en el lugar. Un grupo grande de personas estábamos bailando al ritmo de música electrónica y otros se mantenían cerca de la barra bebiendo.
De pronto perdí a Pamela en la multitud y cuando la encontré tenía unos shots de tequila en la mano.
P: A seguir bebiendo guapa, que la noche apenas empieza.
L: Salud! Dije chocando su vaso.
P: Salud. Me guiñó un ojo y ambas bebimos de golpe el tequila.
Probablemente vio la reacción de mi cara al tomarme el trago y me preguntó al oído:
P: ¿Quieres un limón para que pase más suave el trago?
L: Si, por favor.
Entonces Pamela me besó y pude sentir como tenía un limón en la boca. Continuamos unos segundos besándonos y para cuando terminamos yo ya tenía el gajo de limón.
Seguimos bailando y empezaron a poner música de bachata, la cual es muy sensual de danzar. Instantáneamente nuestros cuerpos se pegaron y comenzamos a bailar de una manera un tanto erótica. No nos importaba quién nos viera, estábamos disfrutando la una de la otra y la temperatura comenzó a subir entre nosotras.
De pronto apareció el hermano de Octavio, bajó un poco la música y gritó: “Body shoooots”
Se formó un círculo de gente alrededor de una mesa larga y Pamela y yo nos acercamos para ver. Estaba la novia de Santiago recostada con su playera doblada a la mitad dejando su abdomen descubierto.
S: ¡De acuerdo, escuchen todos! Las reglas son las siguientes: Para tomarse el shot deberán de lamer la sal del abdomen de la persona que está en la mesa, después tomar el shot y finalmente tomar el limón de la boca de la persona acostada. ¡El beso es opcional! Todos rieron .
Pamela me dijo al oído: “Creo que eso del limón en la boca ya lo tenemos practicado” Y beso disimuladamente mi cuello.
Vimos como el hermano de Octavio tomaba el shot con su novia y las personas comenzaron a unirse a la actividad. Ya habían pasado unas 4 parejas cuando le digo a Pamela:
L: Vamos a tomarnos un shot.
P: De acuerdo, pero tu primero en la mesa.
L: Está bien.
Nos acercamos a la mesa, me recosté y gracias a la ombliguera que traía puesta mi abdomen ya estaba descubierto. Pamela echó un poco de sal y yo mientras detenía entre mis dientes la rodaja de limón.
De pronto sentí como su lengua recorría lentamente mi vientre, tomó el tequila y se acercó a mi boca por el limón. Lo tomó con sus dientes pero aun así nuestros labios se juntaron en un pequeño beso.
La gente alrededor de la mesa gritaba y chiflaba pues habíamos sido la primer pareja de mujeres y a todos les había gustado lo que veían. Pamela me ayudó a bajar de la mesa, se recostó y colocó el limón en su boca, levanté su blusa y comencé a colocar la sal. Comencé a lamer su abdomen, tomé el trago y tomé el limón con mi boca.
Nuevamente la gente comenzó a hacer escándalo y de pronto apareció Mónica y riendo nos dijo:
M: ¿Por qué no me sorprende que este alboroto lo estén causando ustedes? Todas reímos. Acostadas sobre la mesa, mejor ya consíganse un cuarto, cachondas.
P: ¿Podemos? Respondió rápidamente.
M: Ay Pamelita, que voy a hacer contigo. Rio. En el piso de arriba, el último cuarto de la izquierda es el de visitas.
Pamela tomó mi mano y antes de que nos fuéramos nos dijo:
M: Pero no se tarden mucho, que Octavio me pidió que nadie fuera al piso de arriba.
Nos dirigimos tomadas de la mano hacia las escaleras y nos aseguramos que nadie se percatara de a dónde íbamos. Una vez en el cuarto, cerramos la puerta con seguro y con las luces apagadas comenzamos a desvestirnos una a la otra.
Nos quitamos la ropa a una velocidad increíble y estábamos únicamente en lencería. Pamela traía un brasier de leopardo que hacía juego a su tanga, yo por el otro lado tenía un juego de encaje negro. Nos miramos por unos segundos con lujuria y comenzamos a besarnos desenfrenadamente.
Pamela me aventó a la cama y comenzó a estimular mi clítoris, mi coño ya estaba húmedo y ella se dio cuenta de eso.
P: Parece que ya estás lista para mí.
Inmediatamente metió su dedo medio y comenzó a meterlo y sacarlo con rapidez, yo comencé a jadear cuando de pronto escuchamos pasos por el pasillo. Pamela en vez de detenerse siguió con lo que hacía pero con su mano izquierda cubrió mi boca para evitar que hiciera cualquier sonido.
Me costaba respirar, pero la excitación era mayor así que seguí disfrutando. Pudimos escuchar como alguien intentaba abrir la puerta pero al estar cerrada se fueron. Después de eso no tarde mucho en tener un magnífico orgasmo.
Me quedé acostada en la cama y vi que Pamela iba a comenzar a vestirse.
L: Estás loca si crees que esto ha terminado.
P: Escuchaste lo que dijo Mónica, nos pidió que no nos tardemos.
L: Entonces más vale que me esfuerce por hacerte acabar rápidamente.
Pamela al no regresar a la cama me obligó a pararme donde estaba ella y someterla contra la pared. Como un reflejo, Pamela me abrazó con sus piernas tal como me había recibido en su departamento horas atrás.
Mientras la tenía colgada, también estaba recargada a la pared. Logré acomodarla para que una de mis manos la sujetara y la otra quedara en la entrada de su rajita. Comencé a penetrarla y ella se retorcía de placer, me pedía que lo hiciera más rápido y quién era yo para negárselo.
La penetración de mi dedo comenzó a acelerarse, al igual que los gemidos de Pamela.
P: ¡Ya casi, ya casi llego! ¡No pares, guapa! ¡Dame más!
Movía mi mano tan rápido como podía y a los segundos estalló el orgasmo. Sus piernas perdieron la fuerza con la que se sujetaban a mí, por lo que la llevé hasta la cama.
Nos besamos delicadamente mientras nos recuperábamos. Pamela me miró a los ojos y me dijo:
P: No sé qué me has hecho, pero soy adicta a ti. No me canso de cogerte y aún menos de pensarte.
L: Eres demasiado tierna al decir eso. Tú también me encantas, nunca pensé que estaría en esta situación y estoy feliz de que sea con alguien como tú. Eres perfecta.
Nos dimos un último beso y nos comenzamos a vestir. Ya habíamos estado mucho tiempo arriba y no queríamos ocasionarle problemas a Mónica por habernos dejado subir.
Nos reincorporamos a la fiesta y todo parecía seguir como lo habíamos dejado, aunque claramente con menos personas ya que eran las 3 de la mañana.
P: ¿Qué te parece si nos tomamos una última copa y nos vamos?
L: A la hora que tú digas, por mi esta perfecto.
Nos servimos nuestra bebida y nos acercamos al grupo de personas en donde se encontraban Mónica y Octavio. Pamela se puso frente a mí, tomó mi mano, la pasó frente a su pecho y descansándola sobre su hombro, de esta manera quedaba abrazándola por detrás.
Mientras estábamos conversando con los demás, pude notar como Pamela pegó sus nalgas a mi pelvis y bailaba lentamente, como si estuviera siguiendo el ritmo de la música pero yo sabía que lo hacía para excitarme.
Le dije al oído: “¿Nos vamos?” Pamela asintió y empezó a despedirse de todos. Agradecimos a Mónica y Octavio por todo y nos marchamos.
Veníamos tranquilas en el taxi de regreso a su casa pues no queríamos hacerle un espectáculo al chofer. Pero íbamos tomadas de la mano y Pamela recargada en mi hombro me iba haciendo cariñitos en mi brazo.
Llegamos a su departamento y Pamela me pidió que la esperara sentada en una silla que estaba en la sala de TV, pues me tenía una sorpresa. Pasaron unos minutos y se empezó a escuchar una música muy sensual.
Pamela entró a la sala con un corsé, una tanga, sus tacones y un liguero con medias, todo de color negro. Se veía despampanante, me quedé con la boca abierta admirándola.
Se acercó a mí bailando de una manera tan sexy que sentía como me había humedecido en un instante.
P: Vas a disfrutar de este baile que preparé para ti, pero no puedes tocarme a menos de que yo te lo diga. Si lo haces, tendré que detenerme y dudo que quieras que eso pase. ¿De acuerdo?
Yo solo asentí pues seguía hipnotizada por ella. Su cuerpo era fenomenal, sus ojos azules que tanto me gustaban y esa cabellera dorada la hacían ver como una diosa. Suspiré pues me di cuenta que era muy afortunada ya que tenía solo para mí a una de las mujeres más hermosas que había visto en mi vida.
Comenzó el baile erótico y Pamela bailaba sola al ritmo de la música. De pronto se acercó a mí dándome la espalda e hizo como si fuera una reverencia dejando frente a mi rostro su trasero. Siguió bailando y se sentó encima de mí, sus pechos rozaban con mi cuerpo y los acercaba a mi cara.
Mis manos temblaban pues querían tener a Pamela en su posesión, pero usaba todas mis fuerzas para contenerme. “Puedes besarme” Dijo Pamela.
Comenzamos a besarnos mientras ella continuaba su baile, pero por reflejo del beso sujete su cuello con mis manos. Pamela inmediatamente se puso de pie y detuvo lo que hacíamos.
P: ¿Dije que podías tocarme? Dijo seria y retadora.
L: No, lo siento. Por favor sigamos.
P: Tienes que pagar el precio de tu error.
Pamela regresó a bailar sola por un momento. “Espero estés lista para retomar donde nos quedamos, solamente me puedes besar, recuérdalo”
Se volvió a sentar sobre de mí y continuamos besándonos. Ella comenzó a retirar mi blusa y la usó como parte del baile, le daba vueltas y me la arrojó. Con la misma sensualidad que hacía el baile, se agachó y se puso de rodillas para retirar mi pantalón. Pero me estaba tentando, únicamente abrió el botón y me dejó en espera de abrir el cierre para poderlo retirar.
P: Puedes quitarte el pantalón.
Sin esperar a que me lo dijera dos veces me lo quité velozmente.
P: No te preocupes, pronto podrás usar tus manos. Paciencia.
Estaba sentada en mi ropa interior y Pamela seguía bailando a mi alrededor. Se puso detrás de mí y comenzó a tocar mis pechos, yo comencé a hacer pequeños suspiros y le dije en voz baja: “Ya, por favor.”
Pamela aun detrás de mí me dijo al oído: “Pronto…” y comenzó a besar mi cuello, mordía mi oreja de manera juguetona y volvió a sentarse sobre mí. Comenzamos a besarnos nuevamente y después de unos segundos se retiró de la sala y regresó con algo en la mano que me resultó muy familiar.
P: Ahora sí, quítame este corsé y hazme tuya. Me dio el arnés y el consolador que traía en la mano. Espero ahora si te acuerdes como ponerte el arnés.
L: Claro que sí, pero mejor vámonos a tu cuarto.
Fuimos a prisa a su cuarto y dejé sobre la cama el arnés con el consolador y empecé a quitarle el corsé desesperadamente. Una vez que la liberé, retiré su tanga y el liguero con las medias. La deje recostada totalmente desnuda, retiré mis prendas restantes y me coloqué el arnés.
L: Vamos a coger hasta que salga el sol.
P: Todo el tiempo que quieras.
Abrí de piernas a Pamela y de una sola embestida la penetré con todo el consolador y comencé a meter y sacar el dildo a una buena velocidad. Afortunadamente los roces del consolador con mi sexo también lo estimulaban y gracias a la calentada que me dio Pamela con su baile sabía que no tardaría en tener un orgasmo.
Seguía con los movimientos y cada vez sentía más cerca la explosión de placer, apresuré un poco el paso y de pronto solté un fuerte gemido. Continué penetrándola hasta que ella también soltó un grito de placer.
P: ¡Sigue!
Obedecí a Pamela pues sabía que tenía en espera otro orgasmo. Sujetaba sus pechos mientras la seguía cogiendo, cambié el ritmo y comencé a moverme lentamente y vi como disfrutaba de esos cambios así que volví a penetrarla rápidamente y con estos últimos movimientos llegó el segundo orgasmo.
Nos recostamos sobre la cama y antes de decir algo nos dimos cuenta de que el sol iba saliendo.
L: Cumplimos lo que dijimos de coger hasta el amanecer.
P: Así es guapísima, ¿qué te parece si ya nos dormimos?
L: Creo que es una buena idea.
Me retiré el arnés y aun desnudas las dos nos abrazamos para dormir. Estábamos cuchareando y me encantaba sentir su cuerpo con el mío. Pasaron unos minutos y hablé:
L: Hermosa, ¿sigues despierta?
P: Si guapísima, que pasa? Se volteó para verme de frente.
L: Te quiero.
P: Yo también te quiero… y mucho.
Muchas gracias a piscis por sus comentarios, tomo muy en cuenta todo lo que me escribes y espero este relato siga siendo de tu agrado. Por otro lado agradezco como siempre a HombreFX y a mis nuevos comentaristas, Anonymus y polo, por darse el tiempo de leer y disfrutar de mis relatos. Querida Angiehot, ojalá te guste este capítulo, un saludo muy especial para ti.
Y a todos mis lectores les mando un beso y siempre estoy en espera de sus comentarios. Lisa.