Mi mejor amiga.
Una chica relata su primera experiencia lésbica de la mano de su mejor amiga.
Hannah era mi mejor amiga desde que entré a la universidad, nos habíamos vuelto una sola en todo este tiempo juntas. Ahora ya íbamos a pasar a nuestro cuarto semestre, así que estábamos contentas de al fin haber terminado la semana de exámenes.
Habíamos ido a una fiesta en casa de un conocido, yo hace un tiempo que no tenía novio así que mi vida sexual se basa en masturbación. Mi amiga aunque no era mucho de parejas siempre tenía con quien estar, ella es bisexual así que nunca se le hizo problema conseguir a alguien con quien coger.
Yo ya traía algunas copas encima, aunque aún estaba lo suficientemente sobria, ya me había aburrido así que quería encontrar a Hannah para decirle que nos fuéramos ya que esa noche habíamos quedado en dormir en casa de ella. Hacía un rato la había visto subir, fui checando algunas habitaciones pero no la encontré hasta que casi al fondo de un pasillo la vi a ella acorralando a una chica contra la pared. Se estaban besando de manera muy intensa, acariciándose por todos lados con fogozidad, me les quede viendo, no podía apartar la mirada pues la escena era muy caliente. Incluso si no me identifico como bisexual si me había besado con un par de chicas y jamás he descartado la posibilidad de salir con una, aunque aún no se me daba la oportunidad.
Salí de mi trance y me retiré, pensé que después de que terminaran de hacer lo suyo tal vez ya podría decirle a Hannah que quería irme. Pasó un rato y yo ya estaba fuera de la casa donde se daba la fiesta, en eso recibo un mensaje de mi amiga preguntando dónde estoy, le dije que a fuera y en unos segundos más ella estaba caminando hacía a mí, parecía algo frustrada.
– ¿Todo bien?– le pregunté. Ella hizo una mueca y respondió: –No realmente.–
–¿Qué haces aquí afuera?– yo me encogí de hombros. –Ya me aburrí.–
–Bueno... Entonces, vámonos.– me tomó de la mano y me llevo a su auto, ella parecía lo suficientemente sobria así que la deje conducir sin más.
Llegamos a su casa unos 20 minutos después, en el camino le pregunté porque parecía algo molesta, al principio no me respondió pero finalmente me dijo que se estaba besando con chica (cosa que yo ya sabía) y que cuando ya iban a algo más, la muchacha se quedó dormida dejándola toda caliente. 'Asi que era eso', pensé. Ahora estabamos en su habitación acostadas en el colchón sin decir nada, sus padres no estaban en casa entonces todo estaba silencioso.
–Estoy caliente.– soltó ella de repente, nos reíamos levemente y siguió: –En serio, hace un tiempo no tengo sexo, creí que esta noche al fin tendría y me dejaron bancada.– me reí y le dije que de algún modo la entendía. Ella sabía la razón así que sólo me sonrió un poco.
Se quedó callada un rato y luego me dió una sonrisa maliciosa. Tomó su teléfono y empezo a buscar algo en el, me volteo a ver y dijo: –Ya se que podemos hacer.– en la pantalla de su celular se encotraba una página porno, me sorprendí un poco y le pregunté que a qué se refería. –Veamos porno, nos masturbamos y punto.– lo dijo con tanta naturalidad que hasta creí que bromeaba. Pero, seleccionó un video y dejo su teléfono en medio de la cama recargado sobre una almohada, se recargo contra la cabezera y palmeo el lugar junto a ella: –Vamos, sientate para que lo veamos.– trate de salir de mi shock, así que me senté a su lado, ella parecía ir en serio. –Es lésbico, espero no te moleste.– sólo moví mi cabeza en señal de negación y le dió play al vídeo.
Ahora estabamos las dos viendo atentamente, las escenas eran tan lascivas que ya a la mitad del vídeo sentía mis brajas húmedas y respiración acelereda. Podía decir que ella estaba igual, ya que pude ver como frotaba sus piernas una contra otra. Para el final del vídeo yo tenía las piernas cruzadas y mi amiga tenía una de sus manos sobre su pecho aún cubierto. Nos volteamos a ver la una a la otra sonrojadas y nos sonreímos levemente: –No estuvo mal...– dijo ella despacio. –Si, supongo...– respondí apartando la mirada. – Tú... ¿Tú nunca los has hecho con una mujer, verdad?– me preguntó algo temerosa. –N-no, nunca...– respondí aún más sonrojada que antes. Ella se mordió el labio y dijo: –¿Y no te gustaría probar?– traje saliva ante la pregunta. –No me importaría, pero aún no se me ha dado la oportunidad con alguien.– carraspee. Ella sonrió, se acercó y puso su mano en mi muslo: –Yo podría hacerlo. – la voltee a ver con cara de shook, ¿ella no lo decía en serio o si? –Tú y yo somos amigas, no tiene que ser nada romántico. Te puedo ayudar a que tengas tu primera vez con una mujer. Además, estoy muy caliente y sé que tu también lo estás.–
No sabía que responder, mi amiga claro que era guapa pero no quería que algo como esto cambiaría nuestra amistad, realmente la apreciaba demasiado. Ella se acercó peligrosamente a mi cara, nuestros labios quedaron muy cerca los unos del otro. –Solo es sexo, vamos a seguir siendo amigas y nada va a cambiar. Lo prometo. Sera para quitarnos lo caliente, te haré sentir muy bien.– después de eso cerró la distancia entre nosotras y sus labios ahora danzaban contra los míos. Inicié sin saber que hacer pero me deje llevar, puse mis manos alrededor de su cuello para juntarla más a mi, metió su lengua a mi boca y fue ahí donde ya no hubo vuelta atrás.
Ahora me encontraba contra el colchón, nuestras bocas seguían unidas, las manos de ella acariciaban mis pechos sobre el brasier y yo apretaba su nalgas. Bajó sus labios a mi cuello, yo suspiré con deleite. Me empezó a quitar la blusa junto con la falda que traía puesta, yo también la ayude a que se quitara la ropa. Estábamos en ropa interior, una frente a la otra nos besábamos, teníamos las piernas entre cruzadas asi que nos movíamos para que nuestras intimidades se frotaran.
Con ciudado nos fuimos desaciendo de nuestras últimas prendas, Hannah acariciaba mis pechos y apretaba mis pezones, yo acariciaba su abdomen mientras mi mano descendía hasta llegar a su depilada vagina. Abrí un poco sus labios mayores con mi dedos, acaricié sus menores y me diriji a su botón enfocando todas las caricias ahí.
–D-dale más, acariciame más rápido.– decía ella entre gemidos. Aumenté la velocidad de los movientos en su clítoris, pase mis dedos por toda su vulva y note lo mojada que estaba. Introduje uno de mis dedos en su interior y lo curvee para tratar de encontrar su punto dulce, luego agregué dos dedos más y empujaba profundo con mis dedos dentro de ella, su espalda se arqueaba mientras jugaba con sus propios pezones. No me pude contener así que acerque mi boca a uno de ellos y lo mordí, gritó de placer ante la estimulación y con un par más de empujes en su feminidad se corrió sobre mis dedos manchando un poco las sábanas con su corrida.
–Dios...– suspiró. –Para no estar nunca con una chica si que me diste un buen orgasmo.– dijo de manera burlona.
–B-bueno... Creo que no es muy diferente a masturbate a ti misma, una sabe dónde tocar.– le respondí con gracia.
Ella rió levemente, luego mordió su labio y se acercó a mi: –Ahora déjame hacerte sentir bien.– tomó mi boca entre la suya y la devoró con ganas, me quedaba sin aire pero no quería parar.
Volví a quedar contra el colchón mientras nos besábamos, ella dirigió su mano a mi intimidad, yo estaba tan mojada y pude ver qué se dió cuenta ya que sonrió en medio del beso. Con su pulgar hizo círculos en mi botón mientras que metía dos dedos fácilmente dentro mío, gemí contra su boca. Hannah introdujo otro dedo y, empezó a meterlos y sacarlos con rapidez, me sentía tocando el cielo cuando sus dedos volvían a entrar en mi porque siempre daban justo en mi punto dulce. De un momento sacó sus dedos y no los volvió a meter, pero en cambio seguía acariciando mi botón, yo proteste pero ella sólo me dió una mirada llena de lujuria: –Voy a hacer que te corras en mi boca, preciosa.– dijo con una voz que hizo que me diera escalofríos.
Bajo lentamente hasta que sentí chocar su aliento contra mi feminidad, traje saliva ansiosa, su lengua lamió mis labios mayores como si estuviera tratando de limpiar los fluidos que salían de mi. Luego remplazo su pulgar con su músculo húmedo en mi clítoris, apreté las sábanas ante tal sensación, lo chupaba, lo lamía y daba leves mordidas haciéndome delirar. Su pulgar volvió a ocupar ese lugar después de un rato de esa deliciosa tortura, ahora su lengua se introducía en mi lentamente. Llegaba tan profundo y como las caricias en mi ya hinchado clítoris no se detenían me vine en un par de segundos más con un grito que estoy segura hasta sus vecinos oyeron. Ella se tragó toda mi corrida e incluso limpio mi vagina con su lengua de los residuos.
Volvió a subir por mi cuerpo hasta mis labios, dónde me beso hasta que pude sentir mi propio sabor en ella. Esa noche nos hicimos correr un par de veces más, para finalmente caer dormidas, desnudas y abrazadas, es algo que nunca olvidaré.