Mi mejor amiga 21

¿Habrá resolución entre Lisa y Pamela?

Después de despedirme de Jimena, me dirigí a mi casa, tomé mi celular y me puse a ver entre mis contactos con quién podría salir en la noche. Uno de los nombres que llamó mi atención fue el de Julieta, así que la llamé.

Ju: ¿Hola? Se escuchaba música y voces de fondo.

L: Qué onda, Juls.

Ju: ¡Miren quién resucitó de los muertos! ¿Cómo estás, Lisa? Me has tenido muy abandonada.

L: Lo sé, lo siento. Justo hablo para cambiar eso, ¿qué planes tienes para hoy?

Ju: Estoy en una comida que se prolongó, vamos para largo, vente.

L: ¿No hay problema de que vaya?

Ju: Para nada, aquí te espero, te mando la dirección. Estaba a punto de colgar, cuando habló de nuevo. ¡Lisa!

L: ¿Qué pasa?

Ju: ¿Puedes traer hielos?

L: Claro, ¿tú que estas tomando? Llevaré una botella también.

Ju: Ron.

L: Hecho, voy para allá.

Me fui tal cual estaba vestida a excepción de que me cambié por tacones. Vestía unos jeans desgarrados con una playera negra y una chamarra de piel del mismo color.

Pedí un taxi e hice una parada en un supermercado, compré dos bolsas de hielo, una botella de ron y dos refrescos para acompañarlo. Al poco tiempo, estaba llegando a la dirección que Julieta me había enviado.

La puerta de la entrada estaba abierta así que me permití entrar, escuchaba música a lo lejos y comencé a guiarme por el sonido. Baje por unas pequeñas escaleras, pasé un angosto pasillo de piedra y al terminar, me encontraba en el jardín de la casa.

Ju: ¡Lisa! Se acercó a donde estaba. Déjame ayudarte con una de esas bolsas. Me alegra que hayas venido.

L: Gracias por invitarme.

Ju: Feliz de hacerlo, tenemos mucho que ponernos al corriente.

Me guio a la mesa en la que estaba sentada y me presentó a sus amigos y amigas, nos servimos algo de tomar y nos pusimos a conversar con todos.

La noche transcurría y el alcohol fluía, aun no me sentía mareada, pero podía sentir como me iba desinhibiendo poco a poco. Alguien había traído unas cartas y propuso que jugáramos algo.

El juego que elegimos, consistía poner las cartas en el centro y cada una de ellas corresponde a un juego o reto. Mientras jugábamos, Julieta y yo platicábamos.

Ju: Es hora de hablar de lo inevitable, cómo has estado desde lo de Pamela.

L: Al principio fue difícil, pero ahora estoy mucho más tranquila y estoy siguiendo con mi vida.

Ju: Claro, es lo saludable. Me alegra estés más tranquila. Era su turno y sacó un “10”.

El 10 representaba un juego de preguntas en donde quien lo saca, debe de susurrar en el oído de alguien una pregunta respecto a las demás personas de la mesa (Por ejemplo: a quién consideras más atractivo, quién es el más divertido, quién te cae mejor, etc.) y para responderla, debe acercarse a esa persona y susurrarle otra pregunta que lo lleve a alguien más. Lo interesante del juego es que si alguien está interesado en saber cuál es la pregunta que hicieron, puede “comprarla”, para eso deberá de tomar su trago como precio y se le revelará la pregunta.

Comenzó el juego y Julieta susurró en el oído de un chico, después de tres personas, un chico se acercó a mí y susurró: “¿A quién besarías de la mesa?” Miré a todos y me acerqué a una chica bastante linda que estaba a dos sillas de distancia, irónicamente llamada Pamela. Tenía cabello arriba del hombro de color café, los ojos café claro, su cara era afilada y tenía una linda sonrisa. Vestía de jeans y una blusa rosa con flores. Antes de que pudiera susurrarle mi pregunta, Julieta intervino.

Ju: Yo compro esa pregunta. Bebió el resto de su vaso.

Me acerqué a ella y susurré la pregunta que me hicieron. Soltó una pequeña risa y dijo:

Ju: Me lo suponía. Dijo con una risa.

Me acerqué de nuevo a la chica y volví a ser interrumpida por un chico de la mesa llamado José.

Jo: Yo también la compro.

L: Paga el precio primero. Bebió su trago, me acerqué a él y al escuchar la pregunta se mostró sumamente sorprendido y probablemente algo excitado. ¿Alguien más va a comprar la pregunta? O puedo seguir con el juego. Dije bromeando.

Pa: ¿Puedo comprar la pregunta que me voy a responder? Ya me dio mucha curiosidad.

Ju: Eso no se puede, solo el resto de la mesa puede hacerlo.

Me acerqué a su oído y susurré: “¿Quién te gustaría que te hiciera un baile erótico?” Se puso de pie y se acercó a José, después de que todos habíamos respondido una pregunta, finalizamos el juego.

Era mi turno de tomar una carta, saqué una “Q”, lo que significaba que todas las mujeres debíamos de beber un trago. Siguió el juego y Julieta reanudó nuestra conversación.

Ju: Cuando me dijo que habían terminado me quedé impactada.

L: ¿La sigues viendo?

Ju: Poco, hablamos de vez en cuando por mensaje pero solamente la he visto una vez desde que se cambió de trabajo. Muchas gracias, por cierto. Dijo con sarcasmo. Por tu culpa se fue una de las pocas personas que me caían bien en el trabajo.

L: Lo siento. Dije con una pequeña risa. ¿Cuándo la viste?

Ju: Hace como dos semanas. ¿Tú la has visto?

L: Si, la vi este lunes.

Ju: ¿¡Qué!? ¿Por qué no me dijiste eso desde el principio? ¿Y…? Preguntó intrigada.

Le conté todo lo que había sucedido el lunes y Julieta estaba sumamente sorprendida. Después de un largo rato, terminamos el juego y para ese momento ya me sentía algo ebria.

Durante el trayecto de la noche, escuché en múltiples ocasiones, que llamaban a Pamela y me estaba comenzando a molestar el hecho de escuchar su nombre y esperar ver a mi Pamela, pero sabía que eso no sucedería.

De pronto, se acercó Pamela, quien también se veía bastante borracha.

Pa: ¿Ya me vas a decir qué pregunta respondiste conmigo?

L: Si quieres comprarla, debes acabarte tu bebida.

Pa: ¿Acaso me quieres emborrachar?

L: Creo que quieres decir si te quiero emborrachar más. Enfaticé la última palabra.

Pamela tomó el resto de su vaso y me lo mostró.

Pa: Listo. Ahora responde.

L: Me preguntaron a quién besaría de la mesa.

Pamela se veía sorprendida y se quedó un momento sin saber qué responder.

Pa: Me siento muy halagada, pero a mí me gustan los hombres.

L: Tranquila, solo me preguntaron a quién me gustaría besar, no dije que lo haría.

Contrario a lo que pensé, la chica se veía bastante indignada con mi respuesta. Sin decir nada, se dio la vuelta y se fue con sus amigas.

Me dirigí al baño y mientras esperaba, Pamela llegó de nuevo.

Pa: Sabes, muchos aquí me quieren besar y harían lo que pudieran para lograrlo.

L: Pues no eres a la Pamela que quiero besar. Dije con indiferencia, ella me miró con asombro y se fue.

Debido a mi estado de ebriedad, no comprendía exactamente lo que me estaba diciendo y probablemente yo no respondí muy coherentemente. Sin embargo, me sorprendí a mí misma de lo que le había dicho.

Estaba de vuelta en el jardín y se acercó un muchacho, cuyo nombre no recordé. Me sirvió algo de beber y comenzó a platicarme sobre sus planes de comprometerse con su novia, se escuchaba emocionado y la manera en la que hablaba de ella, me demostraba que la amaba mucho.

El chico seguía hablando pero dejé de prestarle atención, me sentía sumamente mareada y mis pensamientos estaban llenos de mi Pamela. Me puse a pensar en que la manera en la que ese muchacho hablaba de su novia, era muy similar a como yo acostumbraba a expresarme de ella.

De pronto, llegó Julieta a preguntarme si estaba bien e inmediatamente la abracé.

Ju: ¿Qué pasa, Lisa? Ven vamos a sentarnos. Me guio a un par de sillas y tomamos asiento .

L: Hay demasiada Pamela, está en todos lados.

Recargué mis codos sobre mis rodillas y cubrí mi rostro con las manos. Comencé a sentir mi cara sumamente caliente y sin aviso, comenzaron a brotar lágrimas de mis ojos.

Ju: ¿De qué hablas, Lisa? Preguntó preocupada.

L: No dejo de pensar en ella y no creo que ella piense en mí, ella no tenía razones.

Ju: No estoy entendiendo de qué me hablas, Lisa. Colocó su mano sobre mi espalada para reconfortarme.

L: Debo hablar con ella. Dije con urgencia.

Rápidamente me puse de pie y tambaleando llegué hasta mi bolsa, tomé mi celular y la llamé.

P: ¿Lisa? Entre la música y mi estado no escuchaba correctamente. ¿Estás bien?

L: No. Dije sollozando.

P: ¿Qué pasa? ¿Dónde estás? Su voz se escuchaba distante pero se escuchaba sumamente preocupada.

L: Las cosas no están bien así.

De repente, Julieta me arrebató el celular, me llevó a la silla y me dijo con firmeza: “Quédate aquí.” Vi como Julieta se alejaba del ruido, hablaba por mi celular y en ocasiones volteaba a verme.

Me recargué sobre mi codo en la mesa y sin aviso, me quedé dormida. Me despertó la sensación de una mano sobre mi hombro, abrí los ojos y vi a Julieta.

Ju: Es hora de irnos, te llevaré a tu casa. Colocó mi brazo sobre su hombro para ayudarme a caminar y me llevo a su auto.

L: Llévame a casa de Pamela, tengo que hablar con ella. Dije mientras Julieta abrochaba mi cinturón de seguridad.

Ju: Lisa, son casi las 2 a.m.

L: Por favor, llévame con ella. El llanto estaba por comenzar de nuevo.

Ju: Está bien, tu duerme, te aviso cuando lleguemos.

Volví a caer dormida y cuando Julieta me despertó, ya estábamos en mi casa. Me acompañó hasta la puerta y se marchó tan pronto cerré la puerta. Me dirigí a mi cuarto y con muchas complicaciones comencé a quitarme la ropa, de pronto sentí ganas de vomitar, a lo que corrí al baño, volví el estómago y sentí un poco de alivio. Terminé de desvestirme, me puse la pijama, me lavé los dientes y me tumbé en mi cama.

Todo me daba vueltas y estaba intentando recordar qué es lo que le había dicho por teléfono a Pamela, mientras tanto, volví a caer dormida.

Me desperté por la luz del sol, pues al haber llegado como lo hice, olvidé cerrar mis cortinas. La luz me causaba sensibilidad y tenía un terrible dolor de cabeza, fui a la cocina por un vaso de agua y regresé a mi cuarto a acostarme.

No podía volver a dormir, así que me metí a la regadera, esperando que un baño fresco me ayudara a sentirme mejor. Al salir, me vestí con unos pants cómodos y me puse a ver en mi celular el registro de llamadas de la noche anterior.

Comencé a escribirle a Pamela un mensaje disculpándome por mi comportamiento, pero lo borré y decidí llamarla. Cada pitido hacía que mi corazón se encogiera, temía que no me contestara, pero después de un momento, respondió.

P: Hola, Lisa. Dijo con tranquilidad.

L: Hola, Pame. Hice una pausa. Quiero disculparme por la llamada que te hice en la madrugada, estaba algo borracha y no sé qué me pasó.

P: No te preocupes, me tenías muy preocupada, nunca te había escuchado así, pensé que algo te había sucedido.

L: Lamento haberte preocupado. Se hizo silencio. Bueno, creo que eso es todo…

P: Lisa… Dijo rápidamente.

L: ¿Si?

P: Olvídalo… Dijo dudosa.

L: Dime, Pamela. Por favor, habla conmigo. Había un toque de desesperación en mi voz.

P: Escuché un suspiro. ¿Estás saliendo con alguien?

L: No.

P: Ayer te vi con alguien en un parque, por favor no me mientas.

L: No te estoy mintiendo, es más complicado de lo que crees.

P: ¿Podemos vernos? Creo que tenemos que darnos otra oportunidad de hablar.

L: Está bien. ¿Cuándo?

P: Cuanto antes mejor.

L: ¿Puedes hoy?

P: Si, ¿quieres venir a mi casa después de comer?

L: Me parece bien, estaré ahí a las 5.

P: Esta bien, nos vemos, Lisa.

L: Adiós, Pame.

Comí algo, me cambié por algo menos desarreglado y esperé a que diera la hora en la que vería a Pamela, mi corazón estaba acelerado y sentía como si me faltara aire, la espera era muy angustiante.

Cuando finalmente fue el momento para salir hacia su casa, me quedé un momento en el coche tratando de asimilar lo que estaba sucediendo. No sabía que esperar de la conversación, me preguntaba si esta vez Pamela podría expresarse y qué me podría decir, por otro lado, estaba sorprendida de que me hubiera visto con Jimena en el parque.

Después de un momento, respiré profundamente, recuperé mi compostura y me puse en marcha a su casa. Entré al edificio y toqué la puerta de su departamento, después de unos segundos, Pamela abrió la puerta.

P: Hola, Lisa.

L: Hola, Pame. La saludé con un beso en la mejilla.

P: Vamos a la sala, ¿quieres algo de tomar o de comer?

L: Estoy bien, muchas gracias. Camino a la sala, hablé de nuevo. ¿Y Mónica?

P: Se está quedando los fines de semana con sus papás, está ayudando a cuidar a su abuela que está enferma.

L: Oh, dale mis saludos cuando la veas. No supe qué más decir.

Nos sentamos en la sala y se hizo un incómodo silencio, la tensión era evidente y la distancia entre nosotras lo demostraba. Después de un momento, Pamela tomó unas hojas de papel algo arrugadas de la mesa y me las entregó.

L: ¿Qué es esto? Levanté los papeles.

P: Léela, por favor.

Era una lista, comencé a leerla.

Porque no creía que se podía llegar a sentir algo así.

Porque eres la primer persona en la que pienso al despertar y antes de dormir.

Porque sé que puedo contar contigo.

Porque me haces querer ser mejor persona.

Porque amas todas esas cosas que yo odio de mí.

Porque le das sentido a mi vida.

Porque eres cariñosa.

Porque me haces sentir segura.

Porque eres detallista.

Porque no hay nadie como tú.

La lista seguía en ambas páginas y al final decía:

Estas son algunas de las razones de por qué quiero estar contigo, pero la más importante es, porque eres el amor de mi vida.

Al terminar de leer, mis ojos estaban llenos de lágrimas, miré a Pamela y sus ojos estaban igual.

P: No podía permitirme volver a paralizarme y quedarme con todo lo que te quiero decir, así que hice esa lista para demostrarte que quiero estar contigo por quien eres, no porque no eres Sara. Mi vista seguía clavada en la suya y en ambas, las lágrimas recorrían nuestros rostros. La lista está arrugada pues ayer estuve a punto de tirarla a la basura después de que te vi con esa chica, pero me arrepentí, sabía que independientemente de que estuvieras o no con ella, esas razones seguirán existiendo pues es la manera en la que me siento. Si tú no tienes razones para estar conmigo, espero tener suficientes por las dos y así me des la oportunidad de arreglar el daño que te hice.

L: Claro que tengo razones para estar contigo, estaba herida y dije eso sin pensar. Me acerqué a ella y tomé sus manos en las mías. Mira, Pame, no te voy a mentir, me rompiste el corazón cuando terminaste conmigo y lo peor de todo, es que lo hiciste por otra persona. Si hubiera sido por algo que yo hubiera hecho o hubiéramos tenido algún problema, lo podría haber entendido, pero me hiciste sentir como que era algo desechable en tu vida y temo que lo vuelvas a hacer.

P: Entiendo que te sientas así y sé que probablemente en estos momentos mi palabra no tiene mucho peso para ti, pero te prometo que eso nunca va a suceder de nuevo y también te prometo que voy a pasar el resto de mi vida tratando de compensarte por haberte herido. Nada me duele más que saber que sufriste y aún más por culpa mía, nunca quise hacerte daño.

L: Aún si acepto lo que me dices, yo no soy la misma persona que era antes, estas últimas semanas he hecho cosas… y he cambiado.

P: Si te refieres a que te involucraste con la chica del parque, lo entiendo. Dijo algo decaída.

L: No, no lo entiendes, Pame. Fue con más de una persona con la que estuve. Pamela mostro una gran sorpresa en su rostro y algo de dolor . Cuando estábamos juntas te prometí que nunca te mentiría y no pienso hacerlo ahora. Si queremos una posibilidad de intentar estar juntas de nuevo, debo ser transparente sobre lo que he hecho y si aun así decides que quieres estar conmigo y decido que quiero estar contigo, podemos intentarlo.

P: De acuerdo. Suspiró y sentía sus manos temblar. Si vamos a hacer esto, hagámoslo de una vez . ¿Con cuántas mujeres te acostaste?

L: Con cuatro y estuve con un par más pero no llegamos a tanto.

P: ¿Alguien que conozca? Preguntó con miedo.

L: Manola, la chica del gimnasio y la de ayer del parque es amiga mía, la viste el día que te conocí. Las otras dos no las conoces, son unas muchachas que conocí en Los Ángeles.

Pamela comenzó a llorar, sabía que no le gustaba lo que estaba escuchando y la manera tan fría en la que lo relataba hacía las cosas más difíciles para ella. No lo hacía por lastimarla, pero tampoco podía mentirle y ocultarle lo que había hecho, no si queríamos una oportunidad real de volver a estar juntas.

P: Con razón se me hizo conocida. Hizo una pausa . ¿Sientes algo por alguna de ellas? ¿O fue sólo sexo?

L: No se cómo describirlo. Por quién siento algo más profundo es por Jimena, pero la mayoría de eso se debe a la amistad que tenemos, cualquier otro tipo de involucramiento sería algo platónico, sé que ella no va a dejar a su novio. Por Manola siento cariño, pero hasta ahí, es sólo una amiga y nunca tuve intenciones de que fuéramos algo más. Y una de las chicas de Los Ángeles, Ashley, es una muchacha muy linda pero entre la distancia y la forma en la que se dieron las cosas no podrían dar pie a algo más.

P: ¿Si Jimena llegara a estar soltera, buscarías algo con ella?

L: Dependería de si estoy soltera, pero honestamente no lo creo. Te digo que es algo platónico, Jimena fue mi primer amor, pero no me veo pensando en buscar un futuro con ella, es más parte de mi pasado.

P: Recuerdo que me hablaste de Ashley, la conociste cuando estábamos juntas, ¿desde ahí se dio algo? Nuevamente percibí miedo en su voz.

L: No, nunca te haría eso. Me dio su teléfono y la contacté cuando fui, antes de eso no había hablado con ella.

P: ¿Y la cuarta chica?

L: Con ella fue todo meramente físico. Hicimos una pausa. ¿Algo más que quieras saber?

P: Creo que no.

L: ¿Estás bien? ¿Necesitas tiempo para pensar las cosas? Pregunté preocupada .

Pamela tomó la lista y agregó una nueva razón: “Porque eres honesta.”

P: No necesito pensar nada, aun así quiero estar contigo. Besó mis manos . No éramos nada cuando estuviste con ellas y no tengo ningún derecho a reclamarte nada. Todo lo que me acabas de decir, no influye en mi decisión porque sé que si volvemos a estar juntas, me darás mi lugar sobre cualquier persona que se presente.

De pronto, me sentí muy conmovida por la comprensión de Pamela, si yo me encontrara en su lugar, no sé si podría aceptar el que hubiera estado con alguien más. Y entonces, mi corazón se detuvo, pues sabía que había una posibilidad de que ese fuera el caso.

L: Tengo que preguntar, tú y Sara…

P: ¡No! Dijo rápidamente. Eso nunca paso, amor. Inmediatamente me sentí aliviada.

“Amor”, escucharla llamarme así me derretía. En el pasado, algún ex novio me llegó a decir así, pero no me transmitía tanto cariño como lo hacía Pamela. Pensar eso, inmediatamente provocó que sonriera.

P: ¿A qué se debe esa sonrisa? Dijo tiernamente.

L: Extrañaba que me llamaras así. Dije algo apenada y Pamela sonrió enormemente .

P: Hay algo más que debes saber.

L: Dime.

Pamela bajó el cuello de su blusa y reveló el collar de la llave que le había regalado.

P: No hay un día que no lo uso, siempre te llevo conmigo.

Sin saber qué responder, me acerqué más a ella, la sostuve en un abrazo y besé su cabeza mientras acariciaba su cabello.

L: Intentémoslo de nuevo. Mi corazón está en tus manos, por favor no me lastimes. Le dije en su oído.

P: Nunca más, amor, lo prometo. De verdad, perdóname por todo.

La sostuve con más fuerza y nos quedamos así por un largo momento.

L: Me alegra saber que superaste toda la situación con Sara, pero creo que algún día me vas a tener que explicar qué fue lo que sucedió.

P: Si, amor, cuando quieras te lo contaré todo.

L: Gracias. Besé su frente.

Después de un momento, me puse de pie y tomé mi bolsa.

L: Creo que debería irme.

P: ¿Te puedes quedar un rato más? Dijo con ternura. Quiero estar más tiempo contigo.

L: Está bien. Dije con una sonrisa.

Me volví a sentar, Pamela rápidamente se sentó a mi lado, recargó su cabeza sobre mi hombro y me abrazó. Su respiración era profunda y tranquila, el sentir su cuerpo contra el mío era una sensación sumamente familiar, parecía como si estuviéramos hechas para encajar perfectamente una con la otra.

Nos quedamos abrazadas en silencio y después de un momento, me di cuenta de que Pamela se había quedado dormida. Miré a mi alrededor buscando alguna frazada o algo para cubrirla, pero no lo encontré, así que me puse de pie y al hacer esto, Pamela se despertó.

L: Vamos a recostarte, yo ya debo irme. P amela aún adormilada, asintió.

La llevé a su cuarto, se recostó y cuando me acerqué a despedirme de ella, nuestros rostros quedaron muy cerca uno del otro. Sin decir nada, Pamela postró un delicado beso sobre mis labios, inmediatamente cerré los ojos y me dejé llevar por la sensación de electricidad que provocaba en todo mi cuerpo.

Pamela me jaló hacia ella y me recosté a su lado, puso su mano sobre mi rostro y podía ver sus preciosos ojos azules mirándome intensamente, como si estuviera estudiando cada una de mis facciones.

Después de unos segundos, me volvió a besar, nuestros besos eran delicados e intensos al mismo tiempo, no había urgencia pero estaban llenos de pasión.

Pamela se sentó sobre la cama y se quitó su playera, cuando yo estaba por quitarme la mía, me detuvo.

P: Déjame a mí.

Tomó la orilla de mi playera, la retiró lentamente y la aventó al piso, mi brasier no tardó en acompañarla. Comenzó a colocar besos en mi cuello, bajó por mi clavícula, devoró ambos pechos y siguió bajando por mi abdomen hasta llegar a mi pantalón, lo abrió y lo retiró rápidamente.

Pamela retiró el resto de su ropa para acompañar mi desnudez y reanudó su tarea de llenar todo mi cuerpo de besos. Besó mi monte de venus y sin más, sentí el contacto de su boca con mi sexo, un fuerte gemido acompañó ese momento y comencé a suspirar fuertemente mientras que Pamela me comía lentamente.

Sus lamidas, su respiración, sus succiones y sus manos hacían el combo perfecto para el placer. No tomó mucho tiempo para que mi cuerpo se tensara y recibiera un glorioso orgasmo.

Tomé a Pamela de sus hombros y la jalé hacia mí, la besé y pude saborear mi esencia de ella. Le di la vuelta, esta vez ella quedó boca arriba y repetí el mismo proceso que ella había hecho en mí.

Después de haber besado cada centímetro de su piel, me encontraba comiendo su coño y a excepción de que ella únicamente utilizó sus dedos para estimular mi clítoris, yo tomé dos dedos y la penetré.

Mientras mis dedos entraban y salían de ella, mi boca seguía jugando con su clítoris y lo succionaba con fuerza. Seguí así por un momento hasta que Pamela arqueó su espalda y comenzó a gemir al sentir pequeños espasmos sobre su cuerpo y llegó majestuosamente al clímax.

Retiré mis dedos y seguí colocando besos en el interior de sus muslos, de repente, escuché a Pamela sollozar, me acerqué a ella y vi que estaba llorando.

L: ¿Estás bien? Dije preocupada.

P: Asintió mientras seguía llorando. Pensé que nunca iba a volver a sentirte así.

Nos fundimos en un profundo abrazo y nos quedamos dormidas en los brazos de la otra. De pronto escuché mi celular sonar y me levanté exaltada, era mi papá.

L: Papá… Comencé a hablar, pero me interrumpió.

Papá: ¿Dónde estás? Dijo molesto. ¡Es la madrugada del lunes!

L: Lo sé, lo siento, me quedé dormida. Me levanté y salí sigilosamente para no despertar a Pamela . Vine a hablar con Pamela y…

Papá: ¿Y qué? ¿No piensas ir a trabajar? ¿Por qué no nos avisas?

L: Si iré a trabajar, lamento no haberles dicho nada, no lo tenía planeado. Dije apenada. Llego en la mañana para arreglarme e irme al trabajo.

Papá: Haz lo que quieras. Colgó.

Regresé al cuarto de Pamela y me volví a meter a la cama con ella. Después de unas horas, sonó mis alarma para ir al gimnasio y Pamela también se despertó.

L: Vuelve a dormir, tengo que ir a mi casa a arreglarme para el trabajo.

P: Es demasiado temprano, quédate y te presto ropa.

L: Debo ir por mis cosas del trabajo y mis papás están algo molestos.

P: Está bien, amor. Con cuidado. Volvió a acurrucarse en su cama.

L: Te hablo en la tarde. Besé su frente y me fui.

Al llegar a mi casa, mi papá ya estaba desayunando.

L: Hola, pa. No respondió. Lamento no haberles avisado que estaría con Pamela. Dije cabizbaja.

Papá: Lisa… Suspiró. Entiendo que eres una adulta y puedes hacer lo que quieras, pero mientras vivas bajo nuestro techo debes de ser considerada con tu madre y conmigo. Esta ciudad es un peligro y nosotros no sabemos si estás con alguien o si te ha pasado algo, no necesitas pedirnos permiso, solamente avísanos que estas bien y nosotros estamos tranquilos.

L: Si, tienes razón, no se repetirá. Estaba por irme a bañar, cuando mi padre habló.

Papá: ¿Está todo bien con Pamela?

L: Parece que todo estará bien, hablamos y decidimos regresar.

Papá: Me da gusto, espero sea para lo mejor.

L: Yo también lo espero, gracias papá.

Después de bañarme y vestirme, tomé el collar de corazón que hacía juego con la llave de Pamela y me lo coloqué. Desayuné algo y me fui al trabajo, me la pasé todo el día pensando en Pamela y en cómo quería estar con ella, sentía como si tuviéramos que compensar todo el tiempo que habíamos pasado separadas.

Al terminar de trabajar, estaba por marcarle a Pamela cuando entró otra llamada.

L: Hola, Kari.

K: Con que regresaste con Pamela. Dijo con un toque de seriedad.

L: Qué rápido corre el chisme. Reí.

K: No es chisme, trabajo con ella, llegó esta mañana con una sonrisa de oreja a oreja y al preguntarle qué le sucedía, me dijo que ustedes habían vuelto.

L: Así es.

K: Si es lo que quieres me da mucho gusto por ti, Lisa. Pero… ¿no crees que se apresuraron un poco?

L: ¿Por qué lo dices?

K: No sé bien los detalles de lo que hablaron, pero lo digo porque ella te lastimó al terminar así contigo y tu hace unas semanas estabas tirándote chicas como te placía. Hizo una pausa. Me suena un poco extraño que todo eso se haya borrado y vayan a actuar como si nada hubiera sucedido.

L: No vamos a actuar como si nada hubiera pasado, hablamos las cosas y lo solucionamos. Finalmente, no hubo como tal un problema entre nosotras y la situación con su ex ya está resuelta. Dije irritada. Además, si ella puede aceptar que estuve con más mujeres, no veo por qué tengo que hacerla rogar por mi perdón. Pensé que te alegrarías por mí. Dije algo desilusionada.

K: Si lo estoy, Lisa. Si eres feliz, yo también lo soy. Solamente quería asegurarme de que hubieras considerado seriamente todo.

L: Si lo consideré, pensé que estaba bien sin ella, pero al verla, me di cuenta de la falta que me hacía y de lo feliz que me hace.

K: Si ese es el caso, me alegro por ti, Lisa.

L: Gracias. Hablamos después ¿si?, cuídate.

K: De acuerdo, tú también cuídate.

Seguido a la llamada de Karina, le marqué a Pamela y rápidamente me respondió.

P: Hola, amor.

L: ¿Cómo estás, hermosa?

P: Bien, feliz de escucharte. ¿Qué tal te fue en el trabajo?

L: Bien, aunque me la pasé pensando en ti todo el día. Dije con ternura. ¿Tú?

P: Yo tampoco paré de pensar en ti.

L: ¿Quieres salir a cenar?

P: Me encantaría, pero sigo en el trabajo, se vienen unos días difíciles.

L: Claro, no te entretengo más para que acabes pronto. Avísame cuando llegues a tu casa.

P: Gracias, guapa. Yo te aviso, te amo.

L: Yo a ti, hermosa.

Lamentablemente no pudimos vernos otro día de la semana para cenar pues Pamela tuvo una semana complicada en el trabajo y yo también salí tarde un par de días. Afortunadamente, había llegado el viernes y acordamos que me quedaría a dormir con ella y pasaríamos juntas el fin de semana.

Al llegar a su casa, toqué la puerta y al abrir, la sorprendí con un ramo de rosas.

P: ¡Mi amor! Dijo con alegría. Gracias, están preciosas. Se acercó a olerlas. ¿A qué se deben?

L: ¿Acaso necesito una razón para traerle flores a mi novia?

P: Eres demasiado linda. Me besó tiernamente. Pasa, la cena está casi lista.

L: ¿Qué cocinas? Huele delicioso.

P: Adivina… es una de tus comidas favoritas. Hablaba desde la cocina.

L: Hmmm, no creo que sea una de mis favoritas, pues cualquiera de esas “comidas” requeriría que estuvieras desnuda. Pamela soltó una carcajada.

P: ¿Vas a adivinar o no? Dijo aun riendo.

L: ¿Lasaña?

P: Adivinaste, pero esta vez es una receta diferente, espero te guste.

L: Gracias, hermosa.

Nos sentamos a cenar y todo estaba tan delicioso que estaba por servirme una segunda porción.

P: Yo que tu dejo espacio para el postre.

L: ¿Qué hay de postre?

P: Tu “comida” favorita. Dijo sensualmente.

Cuando me di cuenta, Pamela iba cargando una charola y se dirigía a su cuarto.

P: No olvides recoger los platos. Dijo desde su recámara.

Rápidamente recogí los platos sucios de la mesa y al llegar a su habitación, me encontré con Pamela sentada en la cama, recargada en la cabecera usando un negligé blanco. En la charola habían fresas, crema batida y jarabe de chocolate.

Me acerqué a donde estaba y me senté a su lado. Pamela tomó una fresa y la llevó a mi boca, al morderla, escurrió un poco de jugo y Pamela lo lamió lentamente, terminando en un beso.

Después, detuve con los dientes una de las fresas y dejé la mitad de fuera para que Pamela se acercara a comer su mitad, al morder la fruta, nuestros labios se rozaron sensualmente.

L: Vamos a quitarte eso antes de que lo ensucie.

Pamela se acercó a mí y retiré su negligé, era una pena pues se veía preciosa, sin embargo nada superaba su exquisito cuerpo desnudo. Tomé la crema batida y coloqué un poco sobre uno de sus pezones. Pamela soltó una pequeña risita.

P: Está frío. Dijo tiernamente.

Sin más, mi boca se colocó sobre su seno y comí lentamente la crema, aprovechando para succionar y mordisquear ligeramente su pezón erecto.

Antes de que me lo pidiera, comencé a retirar mi ropa y en cuestión de segundos estaba desnuda junto a ella. Pamela tomó el jarabe de chocolate y trazó una línea, empezando entre mis senos y descendiendo por mi abdomen hasta mi monte de venus.

Su lamida empezó por mi pubis y fue ascendiendo, al terminar, compartimos un delicioso beso chocolatoso. Le di la vuelta y repetí en ella lo que me había hecho con el chocolate pero desde sus nalgas hasta su espalda. Mi lengua lamía su trasero y luego recorría su columna.

La giré de nuevo, tomé la crema batida y coloque un poco en el interior de su muslo, estaba lo suficientemente cerca de su sexo, pero no estaba precisamente sobre él.

Al momento de comerla, Pamela soltó un fuerte suspiro, sujetó mi cabello y me posicionó sobre su coño. No era necesario agregar nada para disfrutar de su dulzura, mi lengua comenzó a s saborearla y Pamela gemía de placer.

Después de estar un momento lamiendo su coño, Pamela culminó explosivamente. Mientras se reponía, tomé un poco de chocolate, lo coloqué sobre su boca y la besé suavemente.

Estaba por tomar la crema batida, cuando Pamela me detuvo.

P: Me toca. Dijo sensualmente.

L: No. Dije jugando . Quiero seguir comiéndote a ti.

Tomé la crema y coloqué un poco sobre uno de sus pechos, pero a Pamela se le había ocurrido lo mismo y yo también estaba embarrada de chocolate. Sin darle importancia, comenzamos a jugar a llenarnos de dulce. Al estar sumamente cubiertas, nuestras lenguas cumplieron con la labor de limpiarnos tanto como pudieron.

P: Vamos a bañarnos, sino no te dejo meterte a mi cama. Bromeó.

L: Yo creo que me limpiaste muy bien con tu lengua. Reí.

P: Puede ser, pero no me pienso arriesgar a amanecer con hormigas en mi cama. Ambas reímos.

Nos metimos a la regadera y nos ayudamos mutuamente a limpiarnos, al quedar impecables, Pamela comenzó a besarme apasionadamente. Su mano se dirigió a mi sexo y lo frotó lentamente.

Después de estimularme por un momento, Pamela descendió lentamente y quedó hincada, su rostro a la altura de mi coño. Lo besó delicadamente y empezó a devorarlo con habilidad, con cada succión y lamida, yo soltaba un fuerte gemido pues estaba muy cerca de acabar.

Al llegar al clímax, solté ese gruñido característico de cuando alcanzaba un orgasmo asombroso. Me quedé recargada en la pared un momento y nos fuimos a la cama, donde nos abrazamos y caímos dormidas al poco tiempo.

Al día siguiente, al levantarme, Pamela no estaba en la cama y escuché ruidos y música en la cocina. Me coloqué mi ropa interior tipo bóxer, una camiseta sin manga y me acerqué sigilosamente para ver qué hacía Pamela.

Al asomarme en la cocina, vi a Pamela vistiendo un atuendo similar al mío, usaba una linda tanga rosa y una playera blanca que apenas cubría su trasero. Estaba cocinando algo en la estufa mientras sonaba la canción de “Colgando en tus manos – Carlos Baute/ Marta Sánchez” Pamela la cantaba y movía ligeramente sus caderas bailando.

Me quedé un momento admirando la perfecta escena que tenía frente a mí y después de un momento me acerqué, me coloqué detrás de ella y la abracé por la cintura. Como si Pamela esperara que me apareciera detrás de ella, no se sobresaltó por mi presencia, siguió cocinando y yo canté en su oído: “Mi corazón está colgando en tus manos.”

Esta historia continuará…


Por ahora, la historia desde la óptica de Lisa, se detendrá temporalmente. Mis siguientes relatos serán desde la perspectiva de Pamela, empezando con “El Pasado de Pamela” donde sabremos un poco más de ella, antes de conocer a Lisa.

Espero este y mis futuros relatos, sigan siendo de su agrado y cumplan con la alta expectativa que han depositado en mí. Estaré al pendiente de sus comentarios y retroalimentación.


Jessica, me alegra saber que te mantengo enganchada e interesada en esta historia. Espero te haya gustado esta entrega, te mando muchos abrazos.

Estimado HombreFX, no eres el único al que le molestó como actuó Pamela en el relato anterior, sin embargo, espero en este relato se haya podido redimir. Te mando besos y abrazos con mucho cariño.

Animapersa, ¡gracias por tu comentario! Me hace muy feliz saber que devoran mis relatos y desean más, espero hayas disfrutado de este capítulo. ¡Besos!

Querido Tifoxigotox, ¿qué tal va tu salud mental? ¿Ya mejor después de este relato? Gracias por tu comentario y te mando más abrazos y besos virtuales, los cuales te envío con el mismo cariño como si te los diera en persona.

Mi apreciada Angiehot, me encanta leer tus comentarios, sin duda me sacas una gran sonrisa. Me da gusto saber que disfrutaste de la entrega anterior y espero esta también haya sido de tu agrado. Te mando muchos besos y abrazos.

Estimado sasia, gracias por tus felicitaciones y tu comentario anterior tan encantador. Espero hayas disfrutado de este relato con el regreso de la Lisa romántica que tanto te gusta. Besos y abrazos con mucho cariño.

Fabiola11, en mi opinión, el amor siempre lo puede todo, ya sea en la realidad o en la ficción y creo que es por eso que Lisa y Pamela están de nuevo juntas. Gracias por tu comentario y espero esta nueva entrega haya sido de tu agrado. ¡Un beso!

Roberto Gamez, gracias a ti por comentar, es un gusto para mí el responder a lo que me escriben. Tu comentario y el de más lectores ha sido escuchado y pronto publicaré la versión de Pamela que tanto desean. Besos y abrazos

Estimado weter0, si se enterarán sobre lo que Pamela habló con la madre de Lisa en los capítulos que presente desde su perspectiva, los cuales publicaré próximamente. Respondiendo a tu pregunta, una paloma es una bebida que se toma en México (no sé si también en otros países) la cual consiste de tequila, refresco de toronja y en algunas ocasiones, algo de limón y una pizca de sal. Sin duda te recomiendo que la pruebes. Gracias por tu felicitación sobre mantener el interés de mis lectores tras 20 (ahora 21) capítulos, espero seguir así por mucho tiempo más, realmente temo llegar a decepcionarlos. Te mando muchos abrazos.

Carmen, gracias por tu comentario. La Lisa romántica está de vuelta y esperemos que haya regresado para quedarse. Espero hayas disfrutado del relato, te envío un beso y un abrazo con mucho cariño.

Apreciada Julia, gracias por tu comentario y la retroalimentación sobre la manera en la que presento los diálogos, comprendo por qué no te agradan, sin embrago, creo que se ha vuelto parte de mi estilo al relatar y me parecería extraño modificarlo a estas alturas. Espero que a pesar de esos detalles, sigas disfrutando de mis relatos y sin duda leeré lo que publiques, pronto sabrás de mí. Muchos besos y abrazos.