Mi mejor amiga 20

¿Qué tendrá que decirle Pamela a Lisa? ¿Marcará la diferencia?

Guie a Pamela hasta mi habitación y dejé mi maleta sobre mi cama.

P: Te ves bronceada, se ve que disfrutaste tu viaje. Dijo insegura, tratando de romper el hielo.

L: Si, la pasé muy bien. Dije cortante y para evitar mirarla, me puse a sacar la ropa sucia de mi maleta.

Después de unos segundos de silencio incómodo, Pamela se acercó a mí e intentó tocar mi hombro, pero me sacudí bruscamente para retirar su mano.

P: Disculpa. Dio un paso hacia atrás. ¿Podrías aunque sea mirarme? Por favor, Lisa.

Volteé a verla, sin embargo no pude sostener mi mirada más de unos segundos.

L: Estoy algo cansada por el viaje, si tienes algo que decir, dilo de una vez. Dije en un tono áspero.

P: Lo siento tanto. Dijo con la voz entrecortada.

Aun sin mirarla, sabía que había lágrimas recorriendo su rostro, a pesar de todo, seguía conociéndola a la perfección. Pasaron unos segundos de silencio.

L: ¿Eso es todo? Dije conmocionada y la miré. ¿Después de todo, me vienes a buscar y eso es lo único que me vas a decir? Creo que deberías irte. Me dirigí a la puerta y la abrí.

P: No, Lisa, espera. No sé por qué no logro sacar las palabras de mi boca.

L: Esfuérzate o márchate. Dije fríamente.

Pamela se sentó en la orilla de mi cama, limpió sus lágrimas y suspiró profundamente.

P: Cometí un terrible error al intentar descifrar las cosas con Sara, todo resultó peor de lo que alguna vez fue. Quería pensar que ella había cambiado, pero sigue siendo igual y lo único que saqué de todo esto fue que me lastimara de nuevo.

L: Qué sorpresa, tu manipuladora ex resultó ser tal como sabíamos que era. Dije sarcásticamente.

P: Lo sé. Dijo herida por mi indiferencia. Pero todo esto me sirvió para darme cuenta de que Sara no es la persona para mí, que no ha cambiado y que ya no debo aferrarme a ella, al fin pude dejar las cosas ir.

Escuchaba a Pamela hablar mientras sacaba las cosas de mi maleta, de pronto, me percaté de una tanga que sin duda no era mía. Al parecer, Ashley me había dejado un souvenir para recordarla y eso hizo que mi mente divagara.

P: ¿Lisa? Rompió mis pensamientos.

L: Lo siento, te digo que estoy algo cansada.

P: Debería irme, otro día podemos conversar.

Estábamos en la puerta de mi casa y Pamela estaba a punto de irse.

L: Sabes… Pamela se detuvo y me miró. De todo lo que me dijiste, sólo escuché razones de porque Sara no es la persona para ti, sin embargo, nunca escuché una razón por la que quisieras estar conmigo. Pamela se quedó paralizada. Irónicamente, en este preciso momento, a mí tampoco se me ocurre una razón para estar contigo. Dije con un profundo dolor.

Pamela, sin decir una palabra, se dio la vuelta y se marchó en su coche. Entré a mi casa sumamente fastidiada y se acercó mi mamá.

Mamá: ¿Estás bien? Lo lamento mucho, el viernes vino a verte por tu cumpleaños y le dije que estabas fuera, me preguntó cuándo volvías y si podía venir a verte. No supe que hacer, fue muy insistente y al verla tan deprimida me dio lástima.

L: Estoy bien, ma, no te preocupes. Le di un pequeño apretón en su hombro . Honestamente no esperé que algo fuera a cambiar.

Mamá: El viernes te trajo unas flores, las dejé en un florero en la cocina. No respondí nada. Yo pensé que te iba a convencer de que le dieras una oportunidad, con todo lo que me dijo, me sorprende que no haya sido así.

L: Pues probablemente te dijo más cosas a ti que a mí, porque a mí sólo me dio las razones por las que no quiere estar con su ex.

Mamá: Tal vez estaba muy nerviosa o algo.

L: Tal vez… Suspiré. Iré a recostarme un rato, estoy algo cansada.

Terminé de deshacer mi maleta y me recosté un momento. Tomé mi celular y le envié un mensaje a Ashley para avisarle que ya había llegado y para agradecerle por el regalo.

Al día siguiente, al llegar al gimnasio, fui recibida afectuosamente por Manola.

M: ¿Cómo te fue en Los Ángeles? Dijo animadamente.

L: Me fue excelente. Dije con una sonrisa. ¿Tu qué tal? ¿Qué hiciste durante mi ausencia?

M: Lo mismo de siempre. Mis mañanas aquí no eran tan divertidas sin ti.

L: Lo bueno es que ya estoy de vuelta, ¿te quieres divertir un poco? La miré de manera provocadora.

Manola tomó mi mano y me guio hacia un pequeño pasillo entre los vestidores y los baños, me recargó sobre la pared y comenzó besarme tiernamente. Mientras nuestras lenguas se masajeaban lentamente, mi mano se dirigió al resorte de sus pantalones deportivos y la movía lentamente haciéndole pensar que iría más adentro, sin embargo, no lo hice.

M: Eres una alborotadora, deja de provocarme. Dijo excitada mientras me daba un pequeño mordisco en el cuello.

L: Oh pequeña, apenas voy empezando, te voy a hacer rogar por ello. Retiré mi mano de su pantalón. Ahora, empecemos nuestro ejercicio, después de varios días sin venir tengo que ponerme al corriente. Besé su frente.

Después del gimnasio, me dirigí al trabajo, al llegar a mi oficina, vi que había globos con un letrero de feliz cumpleaños y varios de mis compañeros de trabajo se acercaron a felicitarme.

Siempre se me había hecho algo melosa la tradición que hay en las oficinas de decorar los espacios de trabajo de quienes cumplían años, sin embargo lo consideré un gran detalle y me hizo muy feliz.

I: Felicidades, Lisa. Me dio un abrazo . Tu pastel estuvo delicioso. Rio.

L: ¿Te comiste mi pastel, Ignacio? Pregunté sorprendida.

I: Algo así. Sonrió. El viernes, Beto (nuestro becario de mercadotecnia), te trajo un pequeño pastel pues no sabía que ibas a estar fuera. No podíamos dejar que se desperdiciara, así que nos lo comimos… a tu salud, claramente.

L: Espero lo hayan disfrutado. Ambos reímos.

I: Sí que lo hicimos. Cuando puedas pasa a mi oficina para que me pongas al tanto del proyecto.

L: Claro, enseguida voy, dame 5 minutos.

Fui al cubículo de Beto para agradecerle por el detalle que había tenido conmigo, a pesar de que no pude disfrutar de mi pastel y me dirigí hacia la oficina de Ignacio. Antes de entrar, recibí un mensaje de Jimena.

“Sé que ya estás de vuelta, pero no he sabido de ti, ¿eso quiere decir que aún no has tomado una decisión ante mi propuesta? Quiero verte .”

Le respondí de inmediato.

“¿Nos vemos el viernes en la noche? Hablemos en persona.”

“El viernes tengo que llevar a mi novio al aeropuerto, ¿sábado?”

“Trato, te llamo después para que nos pongamos de acuerdo.”

Tuve mi reunión con Ignacio, seguí trabajando y al finalizar mis pendientes, me fui a casa. Mientras cenaba con mis papás, mis ojos alcanzaban a ver las flores que estaban en la cocina. Le había pedido a mi mamá que las dejara ahí pues no quería estarlas viendo, pero tampoco me parecía correcto tirarlas.

Antes de dormir, llamé a Gerardo para saludarlo y ponerme de acuerdo con él para hacer algo el fin de semana. Acordamos vernos en su casa para beber algo y de ahí salir de antro.

Al día siguiente fui a hacer ejercicio y Manola no se presentó, a lo que le escribí un mensaje.

“¿No viniste por miedo a que te provocara de nuevo?”

Terminé de hacer mi rutina y cuando ya me encontraba en el trabajo, llegó su respuesta.

“Oh sí, estoy muerta de miedo :P Me quedé a dormir en casa de una amiga, apenas despertando.”

“¿Una amiga? ¿Me quieres poner celosa o qué?”

“¿Está funcionando?”

“Tal vez…”

“Bien. Pero si, solo es una amiga. Nos quedamos hasta tarde haciendo un recetario y por eso me quedé con ella. Te veo mañana.”

“Mañana me tendrás que compensar lo que hoy no te pude provocar.”

“Ahora sí tengo miedo.”

No hubo novedades en el trabajo y cuando me di cuenta, ya iba de camino hacia mi casa. Cené, preparé mis cosas para el día siguiente y me fui a la sala de TV a ver una película con mis papás, ya que tenía tiempo desde que hacíamos algo juntos.

Al día siguiente, llegué al gimnasio con un plan sobre cómo provocaría a Manola. Esperé en los vestidores, cuando entró, me vio y pude ver en su mirada juguetona que ella sabía lo que le esperaba.

Entró bastante confiada pues habían un par de mujeres en los casilleros y ella sabía que no podíamos hacer nada si había testigos. No era una cuestión de pudor, el reglamento del gimnasio prohibía expresiones de afecto de parejas dentro de los vestidores con el fin de no incomodar a otros miembros del club.

La saludé con normalidad, colocando el beso lo más cerca que pude de su boca.

L: Traes tus agujetas desamarradas. Mentí.

Me agaché como si estuviera atándolas y cada que podía, miraba hacia arriba, Manola estaba inmovilizada al ver que mi rostro estaba muy cerca de su entrepierna.

Al terminar de “amarrar sus agujetas”, me levanté lentamente rozando sus piernas con mis manos y me quedé parada frente a ella a tan solo unos centímetros de distancia. Después de mirar profundamente sus ojos, di un paso hacia atrás.

L: Ven, acompáñame. Extendí mi mano para que la tomara.

M: Negó con su cabeza. ¿Por qué iría voluntariamente sí sé lo que me vas a hacer?

L: Porque si no es en privado, lo haré aquí y no creo que quieras que la gente nos vea, ¿o sí? Volví a dar un paso hacia delante y me coloqué tan cerca de ella que nuestras narices se rozaban.

Manola se resignó, tomó mi mano y fuimos al mismo pasillo donde nos habíamos besado dos días antes. Antes de todo, tomé mi celular y configuré una alarma. Al llegar al pasillo, ella quedó contra la pared y comenzamos a besarnos apasionadamente.

Nuestras manos se movían inquietas sobre nuestros cuerpos, las de Manola estaban en contacto con mi piel descubierta, entre mi top deportivo y mis pantalones. Las mías, sin importarles la ropa, tocaba sus pechos sobre ésta y los apretaba con fuerza.

Bruscamente le di la vuelta e hice que estuviera de frente a la pared, comencé a besar y mordisquear su cuello y con mi pie separé las piernas de Manola. Una de mis manos se postró en su trasero y la otra frotó suavemente su sexo sobre sus licras deportivas.

Manola empezó a gemir suavemente y a mover sus caderas, ansiando cada vez más. De pronto, mi alarma comenzó a sonar.

L: Se nos acabó el tiempo, pequeña. Retiré mis manos de su cuerpo y le di un último beso en el cuello.

M: No me puedes dejar así. Se dio la vuelta y pegó su cuerpo contra el mío . Por favor. Dijo en un murmullo.

L: Después seguimos. La abracé fuertemente y me separé.

M: ¿Cuándo? Dijo desesperada.

L: Cuando menos te lo esperes.

Bajamos a hacer ejercicio y al terminar, nos metimos a las regaderas. Manola y yo estábamos en regaderas vecinas, a lo que podíamos seguir platicando mientras nos bañábamos.

Afortunadamente, nos encontrábamos en las últimas regaderas, me asomé para ver que no hubiera nadie cerca y rápidamente me pasé a donde estaba Manola.

M: ¡Lisa! Dijo asombrada.

L: Shhhh. Te dije que cuando menos te lo esperaras . Le di un beso.

Mis manos se dirigieron a su cabello y ayudaron a enjuagar el shampoo restante con un pequeño masaje, al terminar, nos besamos desenfrenadamente mientras el agua caliente caía sobre nosotras.

Mi mano se dirigió rápidamente hacia su coño y lo toqué con suavidad. Comencé a jugar con su clítoris y mis besos se encargaron de mantenerla en silencio para no llamar la atención y ser descubiertas.

Esta vez, decidí que no la torturaría más y penetré uno de mis dedos para empezar a satisfacerla. Con mi mano izquierda detuve elevada su pierna derecha, lo cual le daba mayor espacio a mi dedo medio de entrar y salir frenéticamente de Manola, mientras que ésta gemía directamente hacia mi boca.

Después de un momento, sentí pequeños temblores en el cuerpo de Manola acompañados de una respiración acelerada y supe que había llegado a su tan esperado orgasmo. Sus piernas se debilitaron un poco, sin embargo, la abracé fuertemente y no tuve problema en sostenerla.

Me encantaba sentir el contacto de sus pechos contra los míos, nuestra piel mojada se tocaba y era una sensación muy placentera.

Tomé la barra de jabón y comencé a limpiar cada centímetro de ella, dándole énfasis a sus pechos y pequeño trasero. Ella hizo lo mismo conmigo y juntas nos enjuagamos, al terminar, me asomé nuevamente de la regadera, tomé mi toalla y salí. Segundos después, Manola ya estaba conmigo y ambas compartimos una sonrisa de complicidad sobre lo que acababa de pasar.

Nuestra ducha había generado que ambas ya fuéramos tarde a nuestras respectivas ocupaciones, así que decidimos tomarnos nuestro tiempo. Al final de cuentas, Manola ya no llegaría a su clase y para mí ya sería lo mismo si llegaba 15, 30 o 45 minutos tarde, ya buscaría una excusa que dar.

Dentro del gimnasio, había un quiosco de jugos, smoothies y comida saludable. Mientras esperábamos nuestra orden para llevar, continuamos platicando.

L: ¿Qué planes tienes para el fin de semana?

M: Mañana nada, el sábado tengo un compromiso, ¿tu?

L: Mañana quedé de salir con mi amigo Gerardo, eres bienvenida, si quieres.

M: Preferiría no desvelarme, al día siguiente me levanto temprano.

L: ¿Qué harás? La miré.

M: Quedé de ir a un día de campo con… alguien. Se ruborizó y desvió la mirada.

L: ¿Alguien? Pregunté intrigada. Cuéntame, ¿quién es?

M: Se llama Natalia, llevamos ya un rato saliendo, al principio no era nada serio para ninguna de las dos, pero parece que se están empezando a formalizar las cosas.

L: Déjame adivinar, ¿la chica que besaba bien que no querías compartir? Reí.

M: La misma.

L: Qué chica tan afortunada, sin duda se lleva el premio contigo . Dije con ternura.

M: Alguien se lo tenía que llevar, aunque siempre tuve la esperanza de que terminaras siendo tú. Dijo algo avergonzada.

L: Manola, yo…

M: Tranquila, Lisa. Yo sé que no soy la chica para ti y sabía a lo que me estaba metiendo. Sujetó mi mano. Fue divertido mientras duró.

L: Así que este es el fin de nuestros encuentros. Dije desanimada.

M: Si realmente quiero que funcionen las cosas con Natalia, sí. Pero siempre podemos ser amigas, al final de cuentas eso es lo que siempre hemos sido, con derechos, claro. Rio.

L: De verdad eres una chica increíble. La abracé.

M: Oh, Lisa, no seas tan dramática. Se acercó a mi oído. Sólo vamos a dejar de coger, todo lo demás sigue igual entre nosotras. Intentó cubrir su desánimo con una sonrisa.

L: Más le vale a Natalia el tratarte bien, sino se las verá conmigo. Le dije con un guiño.

Al llegar al trabajo, traté de pasar desapercibida y rápidamente me puse a hacer mis pendientes. Afortunadamente, no hubo ningún comentario sobre mi retraso y mi día transcurrió como de costumbre. Al no tener prisa por irme, me tomé mi tiempo para adelantar el trabajo de otro proyecto que teníamos en marcha y salí de ahí un poco tarde.

El viernes en el gimnasio, las cosas con Manola estuvieron tranquilas, hicimos ejercicio y logramos contener la parte física, sin embargo, el coqueteo se mantenía presente pues se podría decir que es la manera en la que estamos acostumbradas a interactuar entre nosotras.

L: Que te vaya muy bien mañana en tu día de campo. Dije con una sonrisa.

M: Gracias, espero tu también tengas un excelente fin de semana.

Nos dimos un abrazo y cada quien tomó su camino hacia su auto. Mi día en el trabajo consistió en hacer citas con clientes para la siguiente semana y al terminar, me marché a mi casa.

Afortunadamente, los viernes son días en los que suelo salir temprano, a lo que pude llegar a comer con mis papás. El resto del día lo pasé en casa y cuando llegó la hora, me vestí de leggins de piel negros, zapatos de tacón, una camisa blanca y tomé un taxi al departamento de Gerardo.

G: ¡Lisa Mona Lisa! Te ves bien amiga. Dijo al abrir la puerta e invitarme a pasar.

L: Gracias, tu tampoco estás nada mal. Dije con una sonrisa.

Llegamos a la sala, donde estaban Javier, un chico y una chica.

G: Ya conoces a Javi y te presento a su prima Brenda y su novio Tony.

L: Un gusto. Me acerqué a cada uno y los saludé.

J: ¿Qué te sirvo de tomar? Tenemos ron o tequila.

L: Una paloma estaría bien, gracias.

G: Tu prepárasela mientras yo le sirvo un shot, ya vamos en nuestra segunda bebida cada quien y tienes que ponerte al corriente.

Tomé el shot y Javier me entregó mi bebida. Estuvimos conversando y bebiendo y cuando llegó la hora, pedimos un taxi para ir al antro. Gerardo, al trabajar en relaciones públicas, siempre conoce a personas de todos lados, especialmente tratándose de la vida nocturna. Al llegar al lugar, Gerardo se abrió camino entre las personas que estaban esperando, saludó a uno de los cadeneros e inmediatamente nos dejaron pasar.

Nos guiaron a nuestra mesa y una vez ahí, pedimos nuestras bebidas. Después de estar ahí un momento bebiendo y tratando de conversar con el alto volumen de la música, Javier se acercó a nosotros.

J: Voy a ir a la entrada a recibir a mi amigo, regreso en seguida.

G: Iré con Lisa a la pista, alcánzanos cuando regreses. Le dio un pequeño pico en los labios. ¡Vamos, me encanta esta canción!

Mientras bailábamos animados en la pista, Gerardo se acercó a mi oído.

G: Hay una chica a las nueve en punto observando para acá, pero no estoy seguro de si te está viendo a ti o mí.

Ambos soltamos una carcajada, continuamos bailando y sutilmente miré hacia donde me había dicho Gerardo e inmediatamente identifiqué a quien se refería.

Tenía el cabello oscuro y ojos ligeramente rasgados, era una chica linda, mas no era nada del otro mundo, pero sin duda estaba mejor que cualquiera de sus amigas. Lo que le hacía ver mejor, era la forma en que venía vestida, sin duda sabía cómo sacarse provecho. Usaba una falda negra y una blusa dorada de lentejuelas, accesorios y un maquillaje discreto que resaltaba sus ojos.

Al momento en el que cachó mi mirada, desvió rápidamente la suya y habló al oído de una de sus amigas.

L: Creo que me está viendo a mí. Grite en su oído.

G: No porque andes de “Don Juan” todas quieren contigo, Lisa. Rio. Creo que es a mí a quien ve.

L: Vamos a averiguarlo. El perdedor invita los shots.

G: Trato.

Caminé hacia donde se encontraba y hablé cerca de su oído para que pudiera escucharme a pesar de la música.

L: No pude evitar notar que mirabas hacia donde estaba y mi amigo y yo nos preguntábamos a quien veías, ¿a él o a mí? Dije con seguridad.

: Me alegra que hayas venido tu a preguntar, me hubiera dado pena decirle a tu amigo que no lo veía a él. Sonrió.*

L: ¿Bailamos? Dije con una sonrisa.Asintió, tomé su mano y la llevé hacia la pista.

*: ¿Cómo te llamas?

L: Lisa ¿y tú?

R: Regina.

L: Un gusto. Guiñe un ojo.

Mientras bailábamos, se acercó constantemente para hacerme preguntas (a qué me dedicaba, con quién venía, qué me gustaba hacer, etc). Me parecía muy difícil mantener una conversación con ella por la música y me estaba pareciendo algo intenso su abordaje.

L: ¿Quieres algo de tomar? Dije con esperanza de que eso la mantuviera ocupada un momento.

*: Estoy bien.

L: Iré por algo de beber a mi mesa, vuelvo enseguida.

*: Estaré con mis amigas.

Al llegar a mi mesa, me acerqué a Gerardo.

L: Paga los shots.

G: No será necesario, pedí otra botella de tequila y yo cubrí tu parte. Estamos a mano. Sirvió dos caballitos de tequila.

L: ¡Salud!

G: ¿Cómo te va con tu ligue?

L: Se podría decir que es algo… entusiasta. Se la ha pasado bombardeándome de preguntas toda la noche. Dije algo saturada.

Me quedé sentada en la mesa, bebiendo y platicando con los demás cuando de pronto llegó Regina.

R: Pensé que ya te habías olvidado de mí.

L: No, solo estaba bebiendo con mis amigos. Dije irritada.

R: ¿No me vas a presentar? Se sentó sobre mis piernas.

Para este momento, Gerardo y Javier hicieron una cara entre ellos y comprendieron a lo que me refería de Regina.

Suspiré, puse los ojos en blanco y le presenté a todos en la mesa.

R: ¿Bailamos? O si quieres nos podemos quedar aquí platicando.

L: Vamos a la pista. Dije rápidamente.

Lo menos que quería era seguir conversando, así que la llevé a la pista de baile con la esperanza de que la fuerte música dificultara su plática.

Mientras bailábamos, empezó a intentar de nuevo empezar una conversación, lo que me hizo utilizar mi último recurso. La tomé del cuello y le planté un apasionado beso.

Al separarme, pude ver en su rostro sorpresa y complacencia. Se acercó y me besó de nuevo, nos besamos por un par de segundos cuando se separó y me dijo al oído:

R: ¿Vamos al baño?

Sin esperar mi respuesta, tomó mi mano y me llevó con ella. Al llegar, vimos que estaba saturado de chicas e iba a resultar imposible meternos en un cubículo para hacer de las nuestras, internamente estaba algo aliviada.

R: Diablos, deja voy al baño y cuando salga podemos buscar otro lugar.

El momento en el que ingresó al sanitario, me recargué sobre un lavabo, la desesperación en mi rostro era evidente.

: ¿Estás bien? Dijo la chica de junto a mí.*

L: Algo así, lo que pasa es que acabo de conocer a una chica que es algo intensa y me tiene abrumada.

*: ¿Quieres que te ayude a que te deje en paz?

L: Te lo agradecería mucho. ¿Qué propones?

*: Déjala aquí y ven conmigo a la pista.

Antes de salir al ruido nuevamente, la detuve por el brazo.

L: ¿Cuál es tu nombre?

T: Tania.

L: Gracias por tu ayuda Tania, soy Lisa. Ambas nos sonreímos.

Tania era una chica de mi estatura, cabello café con luces castañas, tez blanca y ojos cafés. Traía puesto un vestido negro y zapatos de color rojo, los cuales combinaban con su bolso y el labial que traía puesto.

Una vez en la pista, comenzamos a bailar. Miré hacia la puerta del baño y pude ver salir a Regina, quien se veía algo consternada y empezó a caminar hacia donde estábamos.

L: Viene para acá. Dije en su oído.

De pronto, sentí como Tania pagaba a su cuerpo al mío y colocaba su boca muy cerca de la mía, pareciendo como si estuviera a punto de besarnos, pero no sucedió. Mis manos rodearon su cuerpo y nos movimos al ritmo de la música.

Segundos después, sentí un golpe en mi hombro y vi a Regina alejarse de donde estábamos.

T: Parece que se ha ido.

L: Eso espero. Aun sujetaba su cuerpo.

T: Mi trabajo aquí está hecho. Dijo con un sonrisa, se separó y comenzó a moverse entre la gente.

L: ¡Espera! Siguió caminando entre la gente.

Comencé a seguirla hasta que llegamos a la barra, ella estaba pidiendo algo de beber y cuando iba a sacar su cartera para pagar, rápidamente saqué mi tarjeta y se la di al cantinero.

L: Por lo menos déjame invitarte para darte las gracias. Dije con un guiño.

T: De nada y gracias por el trago. Me lanzó una sonrisa, tomó su trago y volvió a alejarse de mí.

Contrastando con la disponibilidad de Regina, la actitud de Tania podía parecer como desinteresada, pero después de la noche que estaba pasando, sin duda estaba lista para un reto.

Fui tras ella y al alcanzarla le dije:

L: ¿Siempre huyes así de las personas?

T: No estoy huyendo, voy a encontrarme con mi amiga.

L: ¿Puedo acompañarte? Se encogió de hombros.

Al llegar con su amiga, ésta estaba platicando con un chico. Al ver a Tania, la saludó, dijo algo en su oído y resumió su conversación con el muchacho.

L: Parece que tu amiga está ocupada, así que… ¿ya me podrías dar un poco de tu tiempo? Sujeté su mano.

T: Está bien, pero solo un momento. Dijo en mi oído y su rostro se quedó muy cerca del mío.

L: ¿Podemos ir a un lugar sin tanto ruido? ¿Algún lugar donde podamos hablar?

T: Te sigo.

Aun sujetando su mano la guie hacia la salida, pero antes de poder salir, un guardia de seguridad nos detuvo y nos dijo que no podíamos salir con la bebida. Su vaso estaba casi lleno, a lo que le dije:

L: ¿Mitad y mitad? Regresando te invito otra cosa de tomar.

T: Hecho.

Tania bebió un poco menos de la mitad, dejándome la mayoría a mí, bebí lo restante y salimos a la calle.

L: ¿Sueles ayudar a muchas desconocidas a alejar a otras chicas? Porque lo hiciste muy bien hace un momento, toda una experta. Dije en un tono coqueto.

T: Solamente a las que son lindas como tú. Respondió a mi coqueteo.

L: Y… ¿qué más haces con esas chicas? Me acerqué lentamente a ella.

T: Nada. Solo les brindo mi ayuda y me voy. Dio un paso hacia atrás.

Tome su mano y la guie hacia una pequeña calle a un costado del antro, en búsqueda de privacidad. La coloqué contra la pared, me volví a acercar a ella, esperé a ver su reacción y esta vez no se alejó.

Coloqué suavemente mis labios sobre los suyos y comenzamos a besarnos delicadamente. Puso sus brazos alrededor de mi cuello y yo postré los míos en su cintura.

Me dio la vuelta y me dejó contra la pared, para este momento nuestros besos eran más intensos y nuestras respiraciones comenzaban a acelerarse. Mi mano derecha descendió a su trasero y el momento en el que comencé a apretar su nalga, con su mano, tomó la mía y la reposicionó sobre su cintura.

Sus manos pasaron de estar abrazando mi cuello, al cuello de mi camisa y a descender por los botones de la misma. Comenzó a desabotonarla y al sentir sus avances, me permití volver a intentar tocar su trasero, nuevamente fue rechazada.

T: Tus manos son muy traviesas. Detuvo los besos.

L: ¿Las tuyas no? Pregunté con ironía.

T: No, las mías solo son curiosas y quieren ver lo que hay debajo. Dijo de manera seductora mientras abría el ultimo botón dejando mi camisa totalmente abierta.

L: ¿Y les gusta lo que ven?

T: Oh sí. Dijo mordiendo su labio inferior mientras sus ojos recorrían mi cuerpo descubierto.

L: Es momento de que esas manos curiosas también sean traviesas.

Tomé sus manos y las coloqué sobre mí, empezando por mis pechos sobre el brasier, las bajé lentamente hacia mi abdomen marcado y las dejé sobre la orilla de mis leggins.

T: No son tan traviesas. Me besó nuevamente.

L: Eso es una verdadera lástima. Dije entre besos. ¿Ya vas a dejar que las mías lo sean?

T: No guapa, eso no va a suceder hoy. Me miró fijamente a los ojos. Así que ni lo intentes, ¿ok?

L: Asentí y palpé mis bolsillos del pantalón. Carajo, dejé mi celular adentro. Quiero tu número.

T: Entremos, yo debo irme pronto. Colocó su dedo pulgar sobre mi labio inferior y limpió un poco de su labial rojo que me había traspasado con los besos. Te veo adentro. Comenzó a caminar de vuelta al antro.

L: Tu siempre huyendo. Le grité bromeando mientras comenzaba a abotonar mi camisa.

Antes de dar la vuelta en la esquina para regresar, me guiñó el ojo y me voló un beso. Terminé de vestirme, sacudí un poco mi cabello y al reingresar al antro, me dirigí rápidamente a mi mesa para tomar mi celular de mi bolso.

Al llegar, Gerardo me abordó rápidamente.

G: ¿Dónde estabas? Pensé que estabas con la tal Regina y hace rato llegó algo molesta a preguntarnos por ti.

L: Estaba con otra chica. Gerardo hizo una cara de sorpresa. Ahora vuelvo, debo ir a buscarla. Tomé mi celular y lo guardé en el bolsillo trasero de mi pantalón.

Me dirigí a donde habíamos buscado a su amiga anteriormente y al llegar, no se encontraba ahí. Vi al chico con el que su amiga había estado conversando y me acerqué.

L: Disculpa, ¿sabes dónde están la muchacha con la que estabas hablando y su amiga?

*: Se acaban de ir.

Rápidamente empecé a caminar hacia la salida, miraba a todos lados tratando de encontrarla pero no parecía estar en ningún lugar. Salí nuevamente a la calle, pero tampoco la encontré. Le pregunté al guardia de seguridad que estaba en la puerta, pero no fue mucha utilidad, a lo que regresé con Gerardo y los demás a la mesa.

G: Ya nos queremos ir, ¿vienes con nosotros o te vas a quedar?

L: Ya es tarde, me voy con ustedes.

Estábamos en el taxi camino a mi casa, aun algo aturdidos por la fuerte música, cuando Gerardo habló.

G: Ahora si explícame qué paso con Regina y quién es la otra chica.

L: Regina era demasiado, estuve a punto de cometer la estupidez de cogérmela.

G: Sí que hubiera sido una estupidez, si te la cogías probablemente no se te hubiera separado en toda la noche.

J: Ese tipo de niñas son las que al día siguiente ya te estarían llamando su novia. Gerardo asintió en acuerdo.

G: En fin… ¿y la otra?

L: Me ayudó a que Regina me dejara en paz y pues… nos besamos.

Con la presencia de Javier, no me sentía con tanta libertad de hablar abiertamente sobre lo que había sucedido, normalmente, a Gerardo le podía contar todo con lujo de detalles y él era igual conmigo.

G: Después de todo lo que me contaste de Los Ángeles y verte ahora acercándote a seducir chicas con la seguridad con la que lo haces, debo aceptar que me tienes sumamente sorprendido. Me alegro mucho por ti.

L: Supongo que al fin acepto lo que soy y estoy cómoda con ello. Además creo que es más fácil ligar con mujeres que con hombres. Ambos soltaron una carcajada.

G: No amiga, sin duda no es más fácil, pero tú tienes la ventaja de ser y pensar como una, entonces te sabes todos los trucos y los usas a tu favor.

J: Nosotros los hombres somos más primitivos y físicos, ustedes son seres más complejos, además de la parte física, necesitan de emoción y seducción. Todo eso al mismo tiempo. Rio.

L: Creo que en eso tienen razón, aun así para mi es más fácil. El taxi se estacionó en mi entrada . La pasé muy bien, repitámoslo pronto.

J: ¡Sin duda!

G: Descansa, Lisa Mona Lisa.

Abrí los ojos y vi que era casi la 1, había caído dormida poco antes de las 5 a.m. por lo que había dormido suficiente, sin embrago, me seguía sintiendo cansada y con un ligero dolor de cabeza.

Me levanté, tomé unas pastillas para el dolor y me preparé algo de comer, estaba sumamente hambrienta.

Mamá: Bueno días.

L: Hola, ma. Dije con la boca llena.

Mamá: ¿Apenas estás desayunando? Vamos a ir a comer con tu abuela a las dos.

L: No iré esta vez, además quede de ver a Jimena en la tarde. Noté que mi mamá hacía un gesto. ¿Por qué la cara?

Mamá: Pensé que ibas a decir que verías a Pamela. Hizo una pausa. No quiero entrometerme, es más, será la última vez que lo menciono, pero creo que deberías de darle otra oportunidad de explicarse.

L: No lo sé, ma…

Mamá: Lisa… Puso tiernamente su mano sobre la mía. No estoy diciendo que regreses con ella, pero todos nos equivocamos alguna vez y lo menos que podemos hacer es darle la oportunidad a la persona de explicarse. Si aun así decides no volver con ella, por lo menos las cosas se dejan claras y las dos pueden seguir con su vida.

L: ¿Por qué debería de darle la oportunidad si eligió a su ex sobre mí? Dije herida.

M: Porque no la eligió, Lisa, y si entendí correctamente, todo esto lo hizo siempre teniéndote a ti en mente. Tal vez no fue de la mejor manera, pero dudo que haya estado en sus intenciones lastimarte.

L: Pues lo hizo y mucho. Agradezco lo que me dices y te prometo que lo consideraré, pero no creo que vaya a cambiar de opinión.

Mamá: De acuerdo. Nos vemos al rato, dale mis saludos a Jimena, hace mucho que no la vemos por acá.

L: Yo le digo.

Cuando llegó la hora, me reuní con Jimena en un parque que solíamos visitar cuando éramos más pequeñas. Al verme, se acercó animadamente a donde estaba y me envolvió en un afectuoso abrazo.

J: Te extrañé. Dijo tiernamente.

L: ¿Ah sí? No recuerdo que haya pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos. Dije bromeando.

J: Aun así, ¿no te puedo extrañar?

L: Si puedes, soy una persona muy extrañable. Reí.

J: Tonta. Me dio un empujoncito jugando.

L: Es un día muy soleado, ¿te apetece un helado?

J:¡Sí!

Entramos a la heladería y nos compré nuestros helados, Jimena pidió un barquillo de cookies and cream y yo uno de triple chocolate. Al salir con nuestros helados, comenzamos a caminar por el parque y sin darme cuenta del momento en el que sucedió, mi brazo estaba sobre los hombros de Jimena mientras que ella abrazaba mi cintura.

Nos sentamos en una banca y mi brazo aún seguía alrededor de su cuello.

Ji: ¿Puedo probar tu helado?

L: Claro. Dije con una sonrisa.

Cuando se acercó a degustarlo, lo moví, embarrándola de helado sobre su nariz y cerca de su mejilla. Ella hizo un reclamo y yo solté una carcajada.

L: Ven, déjame limpiarte.

Me acerqué a ella y lentamente lamí el helado de junto a su boca, terminando en un delicado beso. Para su nariz, lo limpié con mi dedo índice y me lo llevé a la boca y nuevamente postré un beso en donde la había ensuciado.

Jimena, vengativamente, me embarró con su helado y comenzamos a reírnos y a forcejear para evitar que una siguiera manchando a la otra. Con nuestros rostros (y algo de nuestra ropa) manchados, entramos al baño de la heladería a limpiarnos.

Nuevamente en la banca del parque, seguimos conversando.

J: ¿Viste cómo se nos quedaron viendo todos cuando entramos todas embarradas? Dijo riendo.

L: Debieron pensar que estamos locas. Reí con ella. Por cierto, te faltó un lugar de limpiar. Removí su cabello de su cuello y lo besé lentamente.

J: Mentirosa. Me miró y plantó un pico en mis labios. No necesitas una excusa para besarme.

L: Lamentablemente siento que si la necesito. Pegué mi frente a la suya. No puedo aceptar tu propuesta. Dije en un susurro.

Nos separamos y nos miramos fijamente a los ojos. Pensé que vería tristeza en sus ojos, pero lo vi, fue comprensión.

J: Entiendo. Hizo una pausa y desvió su mirada. Demonios, honestamente una parte de mi tenía la esperanza de que si quisieras intentarlo, pero sé que no eres así.

L: No puedo ser la razón por la que seas infiel, pero aún más importantemente, la razón es que no puedo estar contigo a medias. Jimena me miró con asombro. Con cualquier otra persona puedo salir, divertirme y no involucrarme de más, pero a ti te quiero al 100%, no puedo conformarme con salir a escondidas, contigo quiero “esto”, poder salir a citas, besarte sin temor a ser descubiertas y sobre todo saber que eres solo mía.

Jimena se quedó en silencio mirándome.

L: Te quiero, no tienes idea de lo que significas para mí. Años atrás anhelaba poder besarte y hacerte mía y ahora que lo he hecho, me doy cuenta de que no es suficiente para mí, no tratándose de ti.

Jimena me abrazó con fuerza y nos quedamos así por unos largos segundos.

J: Quién sabe, tal vez en un futuro ambas estamos solteras y tendremos una oportunidad de intentarlo.

L: Puede ser. Sonreí. Independientemente de esto, sabes que cuentas con mi amistad incondicional, siempre estaré para ti.

J: Igualmente, Lisa. Te quiero.

L: Estiré mi mano. Vamos, te acompaño hasta tu auto, ya se está haciendo tarde.

Llegamos a su coche, nos miramos profundamente y la besé en los labios por última vez.


Querido HombreFX, ¿qué opinaste de esta relato? Pregunto especialmente pues sé que te gusta el personaje de Manola. Muchas gracias por tus comentarios, te mando abrazos con mucho cariño.

Weter0, lamentablemente aún no hay resolución sobre el tema de Pamela. Me alegra que te haya gustado la entrega anterior y espero esta también haya sido de tu agrado. ¡Un beso!

Estimado Anonymus, gracias por tus felicitaciones y tu comentario tan lindo. Espero te encuentres muy bien y te siga leyendo por aquí, muchos abrazos.

Jessica, lamento haberte dejado en suspenso en el relato anterior y por no darte una resolución en el tema de Pamela. Supongo, que tendrás que seguir esperando haha, gracias por tu paciencia y tu comentario. ¡Besos, linda!

Henry, me alegra saber que te sorprendí con el relato anterior, me gusta ser impredecible y dejarles a desear para los siguientes capítulos. Te mando un fuerte abrazo.

Mi apreciado sasia, no hay nada que agradecer, es un gusto para mí el compartirles esta historia y saber que disfrutan de todos los escenarios que les presento. Gracias por tus buenos deseos, felicitaciones y tan lindo comentario. Te mando muchísimos abrazos llenos de cariño.

Queridísima Angiehot, eres demasiado linda al decir eso de mis relatos, me hace feliz saber que todos te han gustado tanto. Y sobre el relato anterior, me encanta saber que logré ese efecto en ti, sin duda esa era mi intención. Muchos besos más para ti, linda.

Julia, me alegra mucho saber que te relacionas con mis relatos a ese grado y sobre todo, me entusiasma saber que te motiva a vivir más de esas experiencias ¡disfrútalas! Te mando un beso y un abrazo.

Zap, qué bueno que disfrutaste el capítulo anterior, espero este haya sido igualmente de tu agrado. Aún sigue pendiente qué tantos dolores de cabeza puede provocar Pamela haha. Te mando muchos besos.

Fabiola11, gracias por tu comentario, linda. Pronto podrás saber más sobre qué pasara con Pamela. Te mando muchos abrazos, nos seguimos leyendo.

Querida Eva, sin duda concuerdo con tu comentario anterior sobre las mujeres desenvueltas y compartidas, hacen este mundo mucho mejor. Espero también te haya agradado esta entrega, un beso enorme.

Carmen, gracias por tu comentario y tu paciencia para esta entrega, espero haya valido la pena. ¡Te mando saludos con mucho cariño!

Estimada Sofía, gracias por tu comentario sobre mi relatos, me alegra que como siempre los disfrutes. En cuanto al correo, no te preocupes por no responder, sabes que si en otro momento quieres escribirme, con gusto te leeré y responderé. ¡Besos!

Querido tifoxigotox, aprecio muchísimo tu comentario, me sacó una gran sonrisa, gracias por eso. Como mencionas, Pamela está lejos de dejar de ser un personaje importante en esta historia. Espero hayas disfrutado esta nueva entrega. ¡Te mando muchos besos y abrazos!