Mi mejor amiga 2
Tras una increíble fiesta, mi mente estaba dividida entre dos mujeres, qué es lo que haré en esta situación?
La fiesta de Julieta había terminado y yo iba de regreso a mi casa en un taxi pues había bebido demasiado. Me quedé dormida en el trayecto hasta que escuché la voz del taxista avisando que habíamos llegado al destino. Le pagué y me fui tambaleando hasta la entrada, me apresuré a mi habitación para que mis padres no se dieran cuenta del estado en el que estaba y me tiré en mi cama sin cambiarme de ropa.
A la mañana siguiente me desperté y mis recuerdos de la noche anterior eran algo confusos. ¿Realmente habían sucedido esos recuerdos con Pamela y ese último beso de Jimena? O me lo había inventado todo en un sueño húmedo y borracho?
La única manera de estar segura fue registrar mi bolsa donde efectivamente estaba servilleta con la nota de Pamela.
Miré el pedazo de papel por unos segundos mientras descifraba que hacer con él. Sin animarme a hacer algo, lo guardé en el cajón de mi tocador y me dirigí al baño para darme una ducha. A pesar de estar helada el agua, podía sentir mi cuerpo hirviendo, probablemente por la calentura que me había dejado el baile con Pamela; para aliviar esa sensación, mientras enjabonaba mi cuerpo dirigí mis dedos a mis labios vaginales y comencé a frotarlos lentamente mientras recordaba escenas de la noche anterior. Pamela frotándose contra mi pierna, gimiendo lentamente en mi oído, Jimena besando delicadamente la orilla de mis labios. Al pensar en esto comencé a mover cada vez más rápido mis dedos. Entre mis jugos y el agua con jabón fue muy fácil que introdujera dos dedos dentro de mí. Estaba tan caliente que comencé a masturbarme frenéticamente hasta que llegué a un orgasmo tan explosivo que mis piernas se debilitaron y no tuve opción más que sentarme en el piso de la regadera.
Una vez que recobré mis fuerzas, salí de la regadera y me vestí con ropa deportiva ya que no tenía planeado salir a ningún lado. Me recosté en el sillón de la sala de la TV y comencé a ver una película. Mientras estaba echada en el sillón comenzó a vibrar mi celular, pausé la película y contesté.
L: Hola?
Ju: Qué hay Lisa!? Cómo estás? Que tal la pasaste ayer?
L: Muy bien y tu Julieta? Como siempre tus cumpleaños son un éxito.
Ju: De eso se tratan, que todos la pasemos bien! Dijo animada.
Ju: Que estás haciendo? Un grupo de amigos estamos pensando en ir a comer para seguir mis festejos, que dices?
L: A comer o a beber? Dije de manera bromista
Ju: Quién dice que solo puede ser una o la otra hahaha.
L: Gracias Juls pero justo ordené comida china a domicilio y estoy esperando a que me entreguen.
Ju: Anda! Desde cuando tu rechazas una oportunidad para salir a divertirte?
L: Hagamos esto: comeré en casa y terminando te escribo para ver en dónde estás y los alcanzo, qué opinas?
Ju: Me parece perfecto, nos hablamos al rato.
Y antes de que Julieta colgara el teléfono me apresuré a gritarle
L: Hey! Juls!
Ju: Que pasa Lisa?
L: Emmm va alguien que conozca? Pregunté con mucha curiosidad pues mi corazón se aceleraba con solo pensar que podía encontrarme con Pamela o Jimena.
Ju: Creo que sí, le dije a algunas personas de ayer en la fiesta, así que probablemente vaya alguien que conozcas. En fin ya verás cuando llegues al rato.
L: Vale, nos vemos. Adiós.
En lo que llegaba mi comida me dirigí a mi recámara para cambiarme y salir en cuanto terminara de comer. Me puse unos pantalones negros rasgados que hacían lucir mi espectacular trasero, unas botas de tacón, una playera pegada de color blanca y una chamarra de piel negra. Mi estilo no era masculino pero si era algo rockero, lo que me hacía sentir poderosa y sensual.
Al poco tiempo llegó mi comida y me apresuré a devorarla, los nervios de tener la posibilidad de ver a alguna de las dos mujeres que tenían saturados mis pensamientos me tenía muy emocionada.
Le escribí a Julieta y ella me respondió en un mensaje la dirección de donde estaban y me dirigí de inmediato hacia allá.
Al llegar pude notar que ya habían comenzado a beber, ya que eran la única mesa ambientada pues todos estaban gritando y algunos hasta bailando. Me uní rápidamente al grupo, saludé a Julieta y empecé a analizar los rostros de quienes estaban ahí con la esperanza de ver una cara conocida. Pero no fue así, algo desanimada me senté junto a Julieta y empezamos a beber y a platicar.
Al pasar una hora, con el rabillo del ojo pude ver como entraba Jimena al restaurante y se dirigía hacia donde estaba. Nos saludó a Julieta y a mí y de inmediato se fue a sentar hasta el otro extremo de la mesa. Dejé pasar unos minutos y me acerqué a hablar con ella.
L: Hola Jime, que gusto verte por acá! No sabía que vendrías.
Ji: Me avisó Julieta y pensé venir a darme una vuelta antes de irme a otro compromiso que tengo. Respondió de manera fría.
L: Pues qué bueno que lo hiciste, ayer dijimos que debíamos vernos más seguido y aquí estas. Que suerte la mía de verte dos días seguidos. Trate de sonar lo más natural posible al decir esas últimas palabras.
Ji: Hahaha. Rió Jimena sin convicción
L: Qué tienes Jime? Te noto extraña.
Ji: No es nada. Dijo sin mirarme a los ojos.
L: Anda, dime que tienes. No me puedes engañar, sabes que te conozco a la perfección.
Ji: Bueno. Está bien. Ayer discutí con mi novio y hoy seguimos peleados, se puso celoso de que me la pasé con quién sabe qué mujer y jura que estábamos coqueteando.
L: Ah sí? Y con quien estuviste? Pregunté intrigada.
J: Con nadie! Respondió molesta. Tu viste que solo estuve contigo y otro grupo de amigas. Ayer te lo dije, tiene problemas con que soy bisexual y cada vez que me ve hablando con una mujer, el inseguro se inventa cosas que no son reales. Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas.
L: Ya veo, pero tu tranquila. No le hagas caso. No vale la pena que te pongas así por alguien que es tan inseguro como para no valorar que tiene a una mujer maravillosa a su lado. Y sobre todo no vale la pena que esos hermosos ojos estén llenos de lágrimas. Las palabras salieron de mi boca casi sin pensarlas y temía que mis cursilerías se notaran demasiado.
Ji: Siempre has sabido que decir para hacerme sentir mejor, eres la mejor amiga que pudiera tener. Dijo esto y a continuación me abrazó.
Le respondí el abrazo y a los pocos segundos nos separamos. Hablamos por unos minutos más y me dijo que debía irse, pero que estaba muy emocionada de vernos el próximo viernes para ir a cenar.
Mientras Julieta y su grupo se preparaban para irse a seguir la fiesta a otro lado yo decidí irme a casa. No tenía ánimos para salir y estaba pensando en Jimena. Una vez que llegué me encerré en mi cuarto y me puse a analizar lo que había sucedido en los últimos dos días.
Ver a Jimena tan triste por la pelea con su novio me hizo pensar si el beso de despedida que me dio significó algo para ella, o si simplemente el alcohol la había rebasado y no lo había hecho con intención alguna.
Mientras, mi mente divagaba por las diferentes teorías y explicaciones del comportamiento de Jimena. ¿Acaso yo era la razón por la que su novio se había puesto celoso? No recordaba que Jimena hubiera estado a solas con otra mujer que no hubiera sido yo, pero por otro lado hubo un buen rato de la fiesta que no la vi. De pronto mi celular sonó al recibir un mensaje de Julieta.
Al abrirlo pude ver una foto de ella y Pamela, con una nota debajo que decía: “Hubieras venido, besos”.
Inmediatamente me arrepentí de no haber ido pues me hubiera encantado ver a Pamela, sin embargo solo les contesté: “Síganse divirtiendo y tómense una por mí”. Me di la vuelta sobre la cama y me quedé dormida.
Pasaron rápidamente los días de la semana y ya era jueves. No había sabido nada de Jimena sobre si nos veríamos para cenar y por otro lado la servilleta con el teléfono de Pamela seguía arrumbada en mi cajón.
Tomé mi teléfono y llame a mi mejor amigo Gerardo. Él es un hombre alto de 185 de altura, cuerpo marcado por el gimnasio, ojos cafés, cabello castaño y una barba algo pelirroja. En realidad era alguien bastante atractivo y durante la preparatoria salimos unos meses, sin embargo lo nuestro funcionaba mejor como una amistad y fue al poco tiempo que reconoció ser gay.
Él era el único que conocía completamente mi vida, en cuanto a familia, amigos/as, a novios, problemas, etc. Es la persona que mejor me conoce y al único que le comenté sobre mis dudas de mi sexualidad. Porque, como les comenté en el relato anterior, yo nunca había tenido ninguna experiencia lésbica. Al contrario, me podría definir como heterosexual si no fuera por mis constantes fantasías con otras mujeres, sin embargo era algo que yo nunca esperé hacer realidad.
G: ¡Heeeeeey Lisa Mona Lisa! Que gustó que me llamas, cómo estás?
L: Muy bien y tu Gerry?
G: Bien muñeca, que hay de nuevo?
L: Tienes planes en la tarde? Me gustaría que fuéramos por un café a platicar.
G: Uuuuu me suena a problemas amorosos, me equivoco?
L: Algo así, ya te platicaré con detalle cuando te vea.
G: Me parece perfecto, nos vemos en nuestro café de siempre a las 6?
L: Cerrado, nos vemos al rato.
G: Ciao.
Llegamos al café y después de ponernos al corriente sobre cosas más triviales comenzamos la conversación que nos había llevado ahí y le hablé sobre todo lo que había pasado el fin anterior.
G: Wow Lisa, ahora si realmente me sorprendiste. Y qué es lo que vas a hacer?
L: No lo sé Gerry, en cuanto a Jimena, todo esto podría ser un malentendido y yo me podría estar haciendo ideas. Aunque una parte de mi me dice que no es así.
L: Y Pamela es otra historia, estoy en una posición que nunca en mi vida me imaginé estar. Esa faceta de mi vida siempre estuvo hecha a base de fantasías y esto es muy real, honestamente me da un poco de miedo.
G: Claro amiga, te entiendo, pero piensa que eres joven y puedes darte el lujo de experienciar algo que toda tu vida has querido. Tu problema es que siempre has pensado demasiado las cosas, por una vez deja las cosas fluir.
L: Tienes razón, me esforzaré por hacerlo porque no puedo estar así, me terminaría volviendo loca.
G: Me agrada escuchar eso y no dudes en mantenerme informado, que este chisme está que arde.
Terminamos nuestro café y cada quien se fue para su casa pues nuestra charla fue más larga de lo esperado y ya eran casi las 11 de la noche.
Al día siguiente le mandé un mensaje a Jimena: “Hola Jime, sólo para reconfirmar si iremos a cenar hoy como quedamos en la fiesta la semana pasada”
Pasados unos 20 minutos me contestó: “Lisa, te confirmo antes de las 5 pues tengo que arreglar unos pendientes”.
Pasaron las 5, las 6 y ya eran las 7 y no sabía nada sobre ella. Estaba molesta con ella por no haberme escrito pero sobre todo estaba enojada conmigo misma por haberme ilusionado. Pensé que el hecho de que fuera bisexual me estaba dando la oportunidad que siempre desee, pero finalmente mi historia con Jimena siempre sería la misma, yo imaginándome cosas y ella manteniéndome en el rincón de la amistad.
Sin pensar mucho tomé la servilleta de mi cajón y llamé a Pamela.
P: Hola?
L: Hola Pamela, soy Lisa. De la fiesta de Julieta el viernes pasado, me recuerdas? Mis palabras sonaron algo temblorosas por los nervios.
P: Cómo no te voy a recordar. Es más yo fui la que pensó que te habías olvidado de mí.
L: Cómo crees, lo que pasa es que tuve una semana muy ocupada. Mentí.
P: Pues me alegra que me hayas llamado.
L: Tienes algún plan en la noche? Dije de manera apresurada.
P: No realmente, a dónde me vas a invitar?
L: Quieres ir a cenar a algún lado? Hay un nuevo restaurante de comida italiana que he querido ir a probar, se te apetece?
P: Suena delicioso.
L: Te parece que cenemos a las 9?
P: Mejor digamos 8:30 pues vas a pasar por mí, guapa. Dijo de manera coqueta.
L: Solté una pequeña risa. Perfecto, paso por ti a las 8:30.
P: No puedo esperar, te escribo mi dirección enseguida.
L: Te veo en un rato.
P: Sale guapa, adiós.
Mi corazón seguía palpitando a mil por hora, estaba nerviosa y emocionada. Corrí a mi closet para escoger mi atuendo para la noche. Tras probarme la mitad de mi ropa opté por un vestido verde esmeralda que combinaba y resaltaba mis ojos.
Tomé las llaves de mi auto y me dirigí a la dirección que me había escrito. Vivía cerca de mí pues solo tarde 15 minutos en llegar hasta el edificio donde estaba su departamento. Toqué el timbre y escuché su voz a través del intercomunicador: “Bajo en seguida”. Esperé en las escaleras y quedé sorprendida, pues se veía aún más guapa de lo que la recordaba en la fiesta. Bajó con un vestido negro ajustado y un escote que sacaba a relucir sus grandes y bellos senos.
Me sonrió y mientras besaba mi mejilla para saludarme, podía sentir su mano recorrer lentamente mi espalda.
Nos subimos al auto y nos dirigimos al restaurante para llegar a nuestra reservación.
Al llegar al lugar me percaté que era más romántico de lo que pensaba. Tenía luces tenues, velas en las mesas y estaba repleto de parejas. Por otro lado sentí un alivio de haber hecho la reservación pues había una larga fila de espera.
Nos llevaron hacia nuestra mesa que tenía vista a un lindo jardín lleno de rosales y una fuente al centro. Podíamos ver algunas personas que paseaban por el jardín tomadas de la mano.
P: Wow, tu si sabes cómo sorprender a una chica.
L: Me agrada que te guste el lugar. Dije tímidamente.
Me encontraba realmente nerviosa pues no esperaba que el lugar fuera así, me esperaba algo más casual. Sin embargo, lo que más me tenía tensa fue el darme cuenta que estaba en mi primer cita con una mujer.
Pero Pamela hacía las cosas fáciles, era sencillo hablar con ella por lo que la conversación fluía tan bien como la noche que la conocí. En ocasiones tocaba mi mano y la sujetaba unos segundos.
Comimos una deliciosa cena acompañada de una botella de vino que nos acabamos entre las dos. Ligeramente mareadas, decidimos ir a caminar un momento al jardín en lo que llegaba nuestro postre.
Se sentó en una de las bancas que estaban junto a la fuente, pero yo no la acompañé. Me dirigí a uno de los rosales, arranqué una bella rosa, le quité las espinas que pude y al sentarme con ella se la di. Pamela solo sonrió y me dio un beso en la mejilla, pero yo me voltee y bese tiernamente sus labios.
Nos dimos cuenta de que probablemente nuestro postre llevaba una eternidad en la mesa por lo que decidimos regresar al restaurante tomadas de las manos. Comimos una exquisita bomba de chocolate acompañada de helado, pagué la cuenta y nos retiramos.
Una vez en mi carro logré ver que tenía una pequeña mancha de chocolate encima de mis labios y bromistamente le reclamé a Pamela por no haberme dicho nada.
L: Por qué no me dijiste nada Pame? La mitad del restaurante seguramente me vio. Dije sonriendo
P: Te juro no me había dado cuenta. Dijo entre risas
Antes de que pudiera limpiarme, detuvo mis manos y dijo: “Déjame ayudarte”. A lo que empezó a besarme intensamente. Después de unos segundos volteó a verme y dijo “Listo” soltando una carcajada.
Ya en el coche acordamos que iríamos a su departamento a tomar unas copas, y durante el trayecto mi calentura iba subiendo. íbamos tomadas de la mano pero la solté para postrar mi mano en su muslo, la cual inicialmente tocaba únicamente su vestido. Empecé a bajarla hasta que toqué su rodilla y empecé a subir de nuevo por su pierna pero ahora por debajo del vestido. A manera traviesa empecé a hacer como si mis dedos estuvieran caminando entre sus piernas, acercándome y alejándome de sus partes íntimas. Podía sentir como Pamela deseaba que mis dedos por fin hicieran contacto con su sexo pero los retiré.
P: Nada más me estás alborotando, eh traviesa. Dijo excitada. Pero acuérdate que te dije en la nota que te iba a tocar a ti disfrutar.
Yo le sonreí y aprovechando el rojo del semáforo la besé.
Llegamos a su departamento, abrió otra botella de vino y nos sentamos en su sofá. En una de las mesas vi una fotografía de una chica desconocida abrazada de un muchacho a lo que le pregunté quién era.
P: Es mi compañera de cuarto, rentamos entre las dos el depa. Se llama Mónica.
L: Vaya, no sabía que vivías con alguien más. En dónde está?
P: Seguramente con su novio y probablemente como todos los fines se quedará a dormir con él. Así que no te preocupes, nadie nos va a interrumpir.
Dicho esto comenzó a besarme apasionadamente, yo empecé a frotar sus senos mientras ella comenzaba a descender hacia mis piernas. Pamela terminó hincada en el piso mientras iba besando mis piernas. El hecho de traer vestido le dio un acceso directo hasta mi sexo, el cual ya estaba húmedo.
Retiró mi tanga y puse mis piernas en sus hombros, a lo que ella empezó a realizarme sexo oral. Su lengua jugaba con mis labios vaginales mientras con un dedo estimulaba mi clítoris, el placer que sentía era increíble. Podía sentir su lengua por todos lados, haciendo círculos y presionando contra mi vagina como si buscara entar. Comencé a sentir como iba a explotar mi orgasmo a lo que enterré con fuerza la cara de Pamela a mi entrepierna y comenzaron a fluir mis jugos, los cuales Pame complacida recibía todos en su boca.
Ahora era mi turno de satisfacer a Pamela, así que comencé a besarla aun saboreando mis jugos en ella. Antes de que pudiera empezar a tocar sus partes me pidió que esperara. Se puso rápidamente de pie y corrió a su habitación, cuando regresó ya se había quitado el vestido y regresó únicamente en ropa interior y en sus manos traía un consolador, lubricante y un arnés.
Reanudamos nuestra sesión de besos y me dijo al oído: “Quiero que me cojas y me hagas tuya”. A lo que asentí y rápidamente me quité el vestido y toda mi ropa interior, me coloque el arnés con el consolador que tenía la forma y color de un pene normal aunque de gran tamaño.
No fue necesario usar lubricante pues esta tan húmeda que casi podía ver su ropa interior gotear. Le quité su tanga y abrí sus piernas mientras estaba recostada sobre el sillón.
No estaba segura de lo que hacía pues nunca en mi vida había utilizado un consolador, claro, en alguien más. Por lo que el arnés era difícil de acomodar y Pamela desesperada por que comenzara a cogerla me ayudo a poner todo en su lugar. Se metió el dildo a la boca como si me estuviera haciendo una felación, pero sabía que ella necesitaba más, así que la recosté y lentamente introduje el consolador, Pamela gimió de placer.
Sus caderas se movían al ritmo de mis embestidas, las cuales se fueron haciendo cada vez más rápidas hasta que soltó un gran gemido, estaba segura que todo el edificio la había escuchado.
Pero ahí no habíamos terminado, Pamela se había puesto en sus cuatro y entendí lo que me pedía y esta vez no había nada ni nadie que nos interrumpiera. Puse un poco de lubricante en el dildo y lo introduje en su puerta trasera, la respiración de Pame seguía acelerada pero aún tenía las fuerzas para el round dos. Comencé de nuevo a penetrarla y entre cada movimiento podía sentir como el consolador también frotaba mis partes. Ambas comenzamos a gemir y en perfecta sincronía llegamos al orgasmo.
Nos quedamos acostadas en el sillón un momento y nos abrazamos mientras nos besábamos dulcemente. Aún desnudas tomamos una cobija y nos cubrimos, las dos nos quedamos dormidas y de pronto empezamos a escuchar las llaves en la cerradura de su puerta y ambas rápidamente nos levantamos.
Afortunadamente Pamela había puesto un pasador que le impidó a Mónica entrar y encontrarnos desnudas. Comenzamos a buscar nuestros vestidos y escuchamos un grito: “Hey Pame! Esta puesto el pasador!”. Nos vestimos y disimuladamente, me senté en la mesa del comedor donde habíamos dejado nuestras copas de vino.
Pamela abrió y recibió a su “roomie”.
M: ¿Por qué pusiste el pasador wey?
Antes de que pudiera contestar, Mónica me vió.
M: Disculpa, no sabía que tenías visitas.
P: Te presento a Lisa y eh bueno supuse que te ibas a quedar con tu novio y puse el pasador por seguridad.
M: Mucho gusto Lisa. Le sonreí y me puse de pie para ir a saludarla. Claro, la seguridad primero.
No pude detectar si lo había dicho en serio o si había sido sarcasmo, hasta que vi que su mirada estaba clavada sobre el arnés con el consolador, a lo que rio y entro a su casa. Entonces supe que estaba siendo sarcástica.
Saludé a Mónica con un beso en la mejilla y mientras estábamos paradas frente a la puerta le dije a Pamela:
L: Creo que es hora de que yo me vaya
P: Segura? No te quieres quedar?
L: Estoy segura, además ya es demasiado tarde y tú debes estar agotada. Le dije guiñándole un ojo.
P: Si lo estoy pero todavía podría seguir. Dijo esto mientras tocaba disimuladamente mis nalgas.
L: Bese su frente. Otro día continuamos, eso tenlo por seguro.
P: Se acercó a mi oído para que Mónica no la fuera a escuchar. Coges delicioso, quiero que me des otro orgasmo.
L: Si no mal recuerdo, esta noche me iba a tocar a mi disfrutar. Y aunque lo hice, tú sigues teniendo más puntos en tu marcador.
P: Entonces vamos a contar con marcador eh? Soy muy competitiva y voy a buscar más puntos entonces.
Ambas nos reímos, nos besamos por un momento y me marché.
Muchas gracias por leer la segunda parte de esta historia, agradezco sus comentarios y espero sigan disfrutando. Besos.