Mi mejor amiga 18
Regalos pre-cumpleaños.
El domingo fue día familiar, fui a casa de mi abuela y vi a mis tíos y primos que tenía mucho tiempo sin ver. Fue una manera agradable de cerrar la semana y prepararme para reanudar la rutina de trabajo el lunes.
Al día siguiente, al llegar al gimnasio, lo primero que hice fue buscar a Manola. No fue difícil encontrarla pues era la única en los vestidores además de mí. Estar solas en los vestidores era algo complicado pues de un momento a otro se podía llenar de gente o las personas de limpieza podrían llegar sin aviso. Razón por la cual tenía que actuar rápidamente.
Ya traía sus audífonos puestos y mientras estaba distraída guardando sus cosas en el casillero, me acerqué sigilosamente detrás de ella y la besé en su cuello.
M: ¡Lisa! Me espantaste. Dijo exaltada.
Sin decir nada, coloqué mi dedo sobre mis labios para indicarle que guardara silencio. Siendo cuidadosa de no tocarla, tal como me había indicado las veces anteriores, comencé a acercarme a ella. Mi firme lenguaje corporal fue suficiente para hacerla dar unos pasos hacia atrás y dejarla recargada contra los casilleros, coloqué mis manos a sus lados para arrinconarla y la besé desenfrenadamente.
Manola rápidamente respondió al beso y nuestras respiraciones comenzaron a acelerarse por la pasión con la que devorábamos nuestras bocas. Cerré mis puños con fuerza contra los casilleros, con el fin de evitar la tentación de tocarla.
Unos segundos después, escuchamos que se acercaban un grupo de voces de mujeres, por lo que tuvimos que separarnos. A pesar de la excitación logré mantener la compostura y asentí con la cabeza para saludar a las señoras que estaban entrando al vestidor. Manola, por el otro lado, estaba sumamente ruborizada y su respiración aún seguía algo apresurada, por lo que evitó mirarlas y rápidamente salió del vestidor.
Salí tras ella y al alcanzarla, me dio un afectuoso abrazo y susurré en su oído:
L: Me quedé con ganas de más. Dije de manera seductora .
M: Cuando quieras te doy más. Hizo una pausa. Besos. Aclaró.
L: ¿Sólo besos?
M: Por ahora sí.
L: Lo que digas, pequeña. Dije con ternura.
M: Me gusta que me digas pequeña. Dijo con una enorme sonrisa.
Hicimos nuestra rutina y al despedirnos, Manola me dijo:
M: ¿Qué te parece si mañana nos ponemos de acuerdo para ver cuándo festejaremos tu cumpleaños?
L: Me parece bien, pequeña. Sonreí al verla ruborizarse por el apodo.
Al despedirme le di un beso muy cerca de la comisura de los labios y me marché.
Antes de ir al trabajo, fui a una cafetería para comprarle un café a Denisse, la directora de recursos humanos, una señora que lleva toda su vida en la empresa y que conoce a todos de una manera personal y amistosa. Al llegar, fui directo a su oficina para ver los detalles de mi viaje.
D: Hola, Lisa, buenos días.
L: Buenos días, Denisse. Te traje un café . Dije con una sonrisa. ¿Qué tienes para mí?
D: ¡Muchas gracias! Te tengo buenas noticias. El vuelo y hospedaje será igual que la vez anterior, o sea, categoría business y suite para ti. Ignacio nos dijo que es tu cumpleaños este fin de semana, así que podemos acomodar que te vayas el jueves temprano y regreses el lunes para que tengas 3 días de descanso, pero si tienes que regresar para festejar con tus amigos y familia podemos moverlo al domingo. Independientemente de tu regreso, el lunes está contemplado para que faltes sin que afecte en tu paga, cortesía de la empresa.
L: Sí que son buenas noticias. Dije animada. Está perfecto regresar el lunes, gracias.
D: Ignacio y todos en la empresa te tenemos mucho estima, Lisa. Y no porque nos traigas café. Rio. Es lo menos que podemos hacer para que sigas feliz trabajando con nosotros, dicen por ahí que tienes potencial para llegar muy alto.
L: ¿Ah sí? ¿Quién lo dice, si se puede saber? Dije con curiosidad.
D: Tengo mis fuentes. Dijo con una sonrisa. Sólo te puedo decir que el ascenso que tuviste hace poco, es sólo el principio para ti.
L: Gracias, Denisse, eres muy amable en decirlo.
D: Pasa de nuevo a mi oficina antes de irte para que te de los documentos necesarios para el viaje.
L: Lo haré, gracias.
D: Gracias por el café.
L: No le digas a nadie que eres mi consentida de recursos humanos. Le guiñé un ojo.
D: ¿Sólo de recursos humanos? Pensé que yo era tu consentida de toda la empresa. Fingió indignación.
L: Lo eres, pero Ignacio no puede saber eso. Reí y me despedí de ella.
Salí un poco tarde, por lo que Denisse ya no estaba, pero había dejado los papeles sobre su escritorio. Cuando iba camino a mi casa, recibí una llamada.
L: ¿Hola?
K: ¡Hola, Lisa! ¿Cómo estás?
L: ¿Bien y tú, Kari?
K: Todo bien. Sólo quería darte las gracias por darme los datos de Pamela. Mis jefes están muy contentos y no pueden esperar a que entre a trabajar con nosotros.
L: Me da gusto eso, ¿ya le avisaron a Pamela que la contratarán?
K: Claro, el viernes le dimos oficialmente la noticia y vino a firmar contrato, ¿por qué lo dices?
L: Oh. Hice una pausa. Quedó en avisarme cuando tuviera noticias, pero no lo hizo.
K: ¿Estás hablando nuevamente con ella?
L: No, sólo fue por lo del trabajo que intercambiamos mensajes.
K: Seguramente olvidó decirte. Se quedó callada.
L: ¿Sigues ahí?
K: Si… No sé si debería decirte esto, Lisa. Dijo dudosa.
L: ¿Qué pasa?
K: El viernes, después de la contratación, hablé con ella un momento y no pude aguantar las ganas de preguntarle por ti y cómo iban las cosas.
L: ¿Y? ¿Qué te dijo?
K: No profundizamos mucho, ya que ahora que vamos a trabajar en el mismo lugar, quiero mantener las cosas cordiales y neutrales con ella, a pesar de que siempre serás mi amiga ante todo.
L: Por favor dime qué te dijo. Dije con un tono desesperado.
K: Me dijo que te extrañaba mucho y que a pesar de que ella tomó la decisión, estas últimas semanas han sido muy difíciles para ella.
Mi corazón se encogió un poco al escuchar esas palabras y no pude evitar sentir lástima al saber que no era la única que la estaba pasando mal, sino que ella también estaba sufriendo.
K: ¿Sigues ahí?
L: Si, gracias por decirme, Kari. Debo colgar, ¿te llamo en la semana, si?
K: De acuerdo, besos.
Tomé el primer retorno que encontré y me dirigí hacia un puesto de flores que se encontraba cerca de casa de Pamela, afortunadamente seguía abierto, compré una docena de rosas y me dirigí a su departamento.
Una fuerte emoción me recorrió al terminar de hablar con Karina. Si tanto Pamela como yo estábamos sufriendo por no estar juntas, ¿por qué no hacíamos el intento de regresar? Me parecía que si había un momento para luchar por nuestra relación, éste lo era.
Estacioné mi auto, caminé hacia la entrada y justo cuando iba a tocar el timbre, vi a Pamela saliendo por la puerta, abrazada por la cintura por Sara.
P: ¿¡Lisa!? ¿Qué haces aquí? Dijo sumamente sorprendida al verme y rápidamente liberándose de Sara.
L: Felicidades por tu nuevo trabajo. Dejé caer las flores al suelo y me di la vuelta hacia mi auto.
P: ¡Lisa! ¡Espera! Gritaba atrás de mí.
Apresuré el paso y Pamela se iba quedando atrás pues no podía correr por los tacones que traía puestos. Antes de arrancar el auto, Pamela golpeaba la ventana del copiloto pidiéndome que esperara y no me marchara. Encendí la ignición, pisé el acelerador y me fui.
Manejé rápidamente hacia mi casa, mientras las lágrimas recorrían mi rostro. Al llegar, apagué el coche y me quedé sentada con mi frente recargada sobre el volante por unos minutos. Me encontraba en completo silencio a excepción de mis sollozos y el sonido de mi corazón romperse en mil pedazos.
Salí de mi auto, tomé aire y me dije a mi misma que esta sería la última vez que lloraría por Pamela. Al parecer ella estaba siguiendo con su vida y yo seguiría con la mía, tal vez había sido una estupidez el haber ido tras ella, pero verla con Sara fue lo que necesitaba para cortar cualquier lazo restante que me uniera a ella y pudiera finalmente liberarme.
Limpié mis lágrimas, entré a mi casa y saludé a mis papás desde lejos con el fin de evitar que notaran que había llorado. Tomé de la cocina una barra de granola y una manzana y me retiré a mi cuarto.
Sentada sobre mis cama mientras comía mi manzana viendo la TV, comenzó a sonar mi celular y vi una llamada entrante de Pamela, sin embrago, la ignoré y dejé que el vacío que sentía me consumiera hasta caer dormida.
Al día siguiente, al llegar al gimnasio, Manola estaba en la entrada esperándome.
L: Espero no hayas estado mucho tiempo esperándome. Dije en un tono cautivador.
M: Tranquila, vi tu auto entrar al estacionamiento y decidí esperarte, no es como que todas las mañanas espero tu llegada. Dijo sarcásticamente y ambas reímos.
Lamentablemente los vestidores estaban llenos y no tuvimos oportunidad de saludarnos como hubiéramos querido, por lo que hicimos nuestra rutina de ejercicio y al terminar, mientras estábamos en el estacionamiento, la guie entre algunos coches y comencé a besarla.
Manola abrazaba mi cuello y de pronto mis manos se postraron en su cintura, una comenzó a descender hacia su trasero y Manola me interrumpió sujetando mis manos.
M: Pensé que ya te sabías las reglas. Habló con un susurro directo a mi boca, permitiéndome sentir su cálido aliento.
L: Me las sé.
La miré fijamente, y volví a colocar mis manos sobre ella, Manola comprendió de inmediato lo que eso significaba.
M: ¿Estás segura?
L: Asentí. Te quiero de regalo de cumpleaños.
M: ¿Cuándo quieres tu regalo? Presionó su cuerpo contra el mío.
L: Cuanto antes, lamentablemente me voy el jueves a Los Ángeles, lo que nos deja poco tiempo para festejar. Comencé a besar su cuello.
M: Mmmmm. No lo sé, hoy y mañana salgo tarde de clases.
L: No vayas. Comencé a descender desde su cuello hacia sus pechos mientras abría los primeros botones de su camisa.
M: No lo sé, ¿a dónde iremos?
L: Donde sea. Dije desabrochando el botón de su pantalón, pero me detuvo con firmeza.
M: No soy ninguna prostituta para que me lleves a un motel, te lo advierto. Dijo seriamente.
L: Eso nunca, pequeña. Acaricié su rostro y besé su frente. No lo dije de esa manera. Me refería a que no me importaba dónde fuera con tal de que pudiera hacerte mía. Pero a este paso, si no nos decidimos, tendré que abrir ahora mismo mi regalo.
M: Me dio un pico en los labios. Tal vez podamos ir a mi casa, antes de que regresen mis papás de trabajar. Hizo una pausa. Olvídalo, estarás en el trabajo…
L: Si tú vas a faltar a tus clases, yo veré la manera de faltar al trabajo en la tarde. Tu déjamelo a mí. Dime a qué hora te veo en tu casa.
M: Mis papás siempre van a casa a comer y regresan a sus trabajos al terminar, así que llega a las 4, pero no toques el timbre, avísame cuando llegues para ver si mis papás ya se fueron.
L: Trato.
Al llegar al trabajo, me dirigí a mi oficina para empezar mis labores y hacer lo más que pudiera con el fin de escaparme temprano. Afortunadamente, no tenía muchos pendientes, pues la mayoría de mis actividades estaban enfocadas al proyecto de Los Ángeles y todo ya estaba listo.
A la hora de la comida, hablé con Ignacio.
L: Ignacio, estoy por terminar mis pendientes, ¿habría un problema si salgo antes de trabajar?
I: ¿Qué compromiso tienes? Si ya terminaste no veo porque no, pero ten tu computadora a la mano por si hay algo que debas hacer de última hora.
L: Mi hermana quiere festejar conmigo puesto que no la veré el fin de semana. Mentí.
I: Disfruta tu festejo, nos vemos mañana.
L: Sí que lo haré. Dije con una sonrisa. Gracias.
Subí a mi auto, me dirigí a la casa de Manola y le envié un mensaje al llegar. Vibró mi celular y vi su mensaje. “Espera.”
Inmediatamente de que vi el mensaje, vi como un coche salía de su garaje y pude ver a una mujer, que indiscutiblemente era la madre de Manola, ya que tenían los mismos enormes ojos.
Después de unos minutos, recibí otro mensaje. “Listo, puedes entrar, he dejado la puerta abierta.”
Salí de mi auto, entré a su casa y cerré la puerta tras de mí.
L: ¿Dónde estás, pequeña?
M: ¡Cocina! Gritó desde la lejanía.
Al llegar a la cocina, la encontré parada esperándome con un cupcake con una vela.
M: Feliz cumpleaños adelantado. Dijo con una tierna sonrisa. Pide un deseo.
Me acerqué y suavemente soplé la vela. Manola me miraba con una enorme sonrisa, retiré la vela y le di una pequeña mordida.
L: Mmmm, está delicioso. Gracias. Tomé el cupcake y lo dejé sobre la mesa de la cocina. Si no hay problema, lo dejaré para después, ahorita hay otra cosa que me quiero comer.
Los ojos de Manola se llenaron de lujuria y comenzó a besarme. Estaba por preguntarle dónde estaba su cuarto, cuando de pronto se me ocurrió una idea. Gracias a su pequeña complexión, no me requirió mucho esfuerzo levantarla y sentarla sobre la mesa de la cocina.
Manola de inmediato abrazó mi cintura con sus piernas y mis manos se dirigieron rápidamente hacia su blusa para retirarla al igual que su brasier, comencé a besar sus pequeños pechos y descendí rápidamente mientras desabrochaba su pantalón.
Al abrir el botón y el cierre, Manola se recargó sobre sus brazos, arqueó su espalda, miró hacia el techo y levantó sus caderas unos centímetros para ayudarme a quitarlo con facilidad, tomando el elástico de su ropa interior, retiré ambas prendas en un solo movimiento.
Lancé la ropa a un lado y por error tiré mi pastelillo.
L: Lo siento tanto. Dije apenada viendo el suelo donde estaba el cupcake embarrado en el piso.
M: ¡Déjalo! Hay más en el horno. ¡Regresa aquí! Decía desesperada y colocó su mano sobre mi mejilla para que la volteara a ver de nuevo.
Rápidamente obedecí y admiré el coño que tenía frente a mí, estaba perfectamente depilado a excepción de una pequeña línea vertical de vello que parecía indicar el camino al que debía dirigirme. Mis manos comenzaron a recorrer el exterior de sus muslos mientras besaba el interior. Al llegar a mi premio, lo lamí con toda la extensión de mi lengua y sentí a Manola temblar de placer.
Mis movimientos comenzaron lentos, pero empecé a aumentar la velocidad y a succionar sus labios con más fuerza.
M: ¡Diooooos! ¡Si! Gritaba excitada. ¡Más! ¡Por favor, más!
Atendiendo su petición, introduje dos de mis dedos dentro de ella y comencé a moverlos lentamente mientras continuaba el trabajo con mi lengua.
Después de unos segundos, retiré mi rostro de entre sus piernas y observé a Manola recostada sobre la mesa recibiendo el placer que le otorgaban mis dedos dentro de ella.
M: Liiiii. El placer interrumpía sus palabras.
L: Vamos, di mi nombre. Dije mientras mis dedos entraban y salían de su coño.
M: ¡Liiii! ¡Ahhhh!
Aceleré mis movimientos y de pronto sentí como Manola se tensaba en mis dedos.
M: ¡Lisaaaaa!
Pequeños espasmos recorrieron su cuerpo y se quedó recostada por unos segundos. Mientras se recuperaba, comencé a besar sus piernas y a subir hacia su abdomen.
M: Wow, Lisa. Una sonrisa pícara se dibujó en mi rostro.
Se bajó de la mesa, tomó mi mano y me guio hacia su recámara. Lentamente comenzó a retirar mi ropa y al tenerme completamente desnuda, me recostó sobre su cama.
Se acostó sobre mi mientras besaba mi cuello y descendía por el resto de mi cuerpo. Al llegar a mi sexo, separó mis labios vaginales con sus dedos, colocó su boca cerca de mi coño y pude sentir sentir su honda respiración.
Rápidamente sumergió su cara y comenzó a lamer, coloqué una de mis manos sobre su cabeza sujetando su cabello y la otra sujetaba la colcha de la cama con fuerza.
Mientras gemía durante sus lamidas desenfrenadas, logré hablar.
L: Te quiero dentro.
M: Tengo algo mejor, aguarda.
Se puso de pie y abrió el cajón junto a su cama. Mientras buscaba, yo continuaba tocándome y finalmente vi que sacaba un dildo y lo lubricaba abundantemente.
Colocó la punta en la entrada de mi coño y lentamente lo introdujo. Lo dejó dentro unos segundos y comenzó a meterlo y sacarlo pausadamente. Comencé a mover mis caderas y Manola aumento la velocidad.
Mientras con una mano usaba el dildo, su otra mano estaba sobre uno de mis senos, masajeándolo con fuerza y jugando con mi pezón. Sentí la onda de placer acumularse y rápidamente explotó un enorme orgasmo en mi interior.
Manola retiró el consolador y se recostó a mi lado, su dedo índice jugaba a hacer círculos alrededor de mi pezón mientras yo acariciaba su cabello.
M: Espero te haya gustado tu regalo.
L: ¿Bromeas? Me encantó. Besé su frente. Valió la pena toda la espera.
M: Ni que lo digas. Dijo con una pequeña risa.
L: ¿A qué hora regresan tus papás?
M: Pronto, lamentablemente. Soltó un pequeño gruñido. No quiero que te vayas, quiero quedarme más tiempo así contigo.
L: Yo también, pequeña. Para la próxima lo planearemos con más tiempo y le dedicamos mucho tiempo a acurrucarnos, ¿si?
M: Si, por favor. Dijo tiernamente.
Volví a besar su frente y me puse de pie para comenzar a vestirme. Al terminar, Manola me acompañó a la puerta y me dio una pequeña caja con 4 cupcakes dentro.
M: Esta vez no los vayas a tirar, por favor. Bromeó.
L: No creo que vayan a llegar con vida a mi casa, los devoraré en el camino.
Le di un beso en los labios y me dirigí a mi coche. Me subí al auto y puse la caja en el asiento del copiloto, tomé mi celular y me sorprendí al ver dos llamadas de Pamela y otra de Jimena. Antes de encender el motor, hice la llamada que más anhelaba.
Ji: ¡Hola, Lisa!
L: Hola, Jime. Acabo de ver tu llamada.
Ji: Supuse que estabas ocupada.
L: Si, algo así. Sonreí para mí misma. ¿Cómo has estado?
Ji: Bien, aunque esa pregunta te queda mejor a ti.
L: Sé por qué lo dices. Reí. Pero estoy bien, gracias.
Ji: ¿Segura? ¿Quieres hablar de ello?
L: No realmente.
Ji: Entonces quieres hablar sobre ¿por qué no me ha llegado ningún mensaje o invitación para celebrar tu cumpleaños?
L: No habrá celebración. Reí. Estaré fuera de México por trabajo.
Ji: Qué lástima, yo quería festejarte. Dijo decepcionada.
L: Puedes hacerlo otro día. Dije sugestivamente.
Ji: Hmmm, otro día… Hizo una pausa. ¿Estás haciendo algo ahorita?
L: Miré mi reloj y vi que aún era temprano. No, justo me acabo de desocupar. ¿Qué tienes en mente?
Ji: ¿Quieres venir a mi casa a averiguarlo?
L: Voy en camino.
Al llegar su casa, toqué el timbre y Jimena me recibió con un abrazo.
Ji: ¿Cómo éstas?
L: ¿Bien y tú?
Ji: Bien, te he extrañado, ya tenía tiempo sin verte. Dijo cálidamente guiándome hacia la sala.
L: ¿Están tus papás? Dije sin rodeos.
Ji: Sabes que no, sino no te hubiera invitado a venir aquí.
Eso era lo que necesitaba escuchar para tomar iniciativa. Ambas seguíamos de pie, así que me acerqué, la miré fijamente a los ojos y coloqué una de mis manos sobre su cintura, la otra acariciaba suavemente su frente mientras colocaba un mechón de cabello detrás de su oreja.
Ji: ¿Quieres hablarme sobre lo que pasó con tu novia?
L: No. Planté un pequeño beso en sus labios.
Ji: ¿Estás segura de que deberías estar haciendo esto? Dijo vacilante.
L: Podría preguntarte lo mismo, yo no soy la que tiene pareja. Dije con dureza.
Ji: Sólo quiero ser una buena amiga y asegurarme de que estás bien. Dijo herida por mi comentario anterior.
L: Estoy bien. Dije mientras jalaba su cuerpo hacia el mío.
Ji: Hay algo diferente en ti. Dijo aun insegura.
L: Diferente ¿bueno o malo? Susurré en su oído.
Ji: Sólo diferente, aunque debo aceptar me gusta esta Lisa dominante.
L: Entonces te va a encantar esto.
La recosté sobre el sillón, me coloqué sobre ella y situé mi rodilla entre sus piernas, ejerciendo un poco de presión en su zona. Retiré mi blusa y la suya y coloqué sus manos sobre su cabeza, sosteniéndolas con fuerza.
Continuamos besábamos apasionadamente y mientras una mano sujetaba sus muñecas, lamí mis dedos y los metí dentro de sus pantalones, rápidamente entrando en contacto con su sexo. Comencé a deslizar mi dedo medio en su rajita, preparándola para ser penetrada por él.
Al introducirlo, Jimena soltó un pequeño suspiro, el cual silencié con un beso. Vi en su rostro el esfuerzo por liberarse pero no se lo permití, a lo que sonreí con picardía.
Ji: Por favor, déjame tocarte. Dijo entre suspiros.
L: Acaba para mí y te dejaré hacer lo que quieras. Dije en su oído y mordiendo ligeramente su cuello.
Su cuerpo comenzó a retorcerse debajo de mí, a lo que introduje otro dedo y aumenté la velocidad. Pocos segundos después, Jimena soltó un fuerte gemido y arqueó ligeramente su espalda al sentir el orgasmo recorrer su cuerpo.
Al sentirla relajarse, solté sus manos y las colocó en mi espalda para abrazarme. Me miró a los ojos y vi en su mirada tranquilidad y ternura, a pesar de que no se lo había dicho al llegar, yo también la extrañaba.
Ji: Ven, vamos a mi cuarto. Es mi turno. Dijo con una sonrisa.
Recogió su ropa y tomó mi mano para llevarme hacia su recámara. Al llegar, me recostó sobre su cama y cuando pensé que iba a desvestirme, comenzó a hacerme un ataque de cosquillas.
Inmediatamente le respondí y ambas comenzamos a carcajearnos y a juguetear. Se colocó encima de mí mientras me hacía cosquillas bajo los brazos y en mis costados, logré darle la vuelta y sometiéndola logré tomar su pierna y le hice cosquillas en la planta del pie.
Jimena reía eufórica, sabía que ese era su punto débil, pues durante nuestros años de amistad, tuvimos incontables guerras de cosquillas como esta.
L: ¿Te rindes? Dije entre risas.
Jimena seguía riendo y continué las cosquillas hasta que logró hablar.
Ji: ¡Me rindo! Lloraba de la risa. ¡Ya, por favor! Suplicó.
Nos miramos de nuevo, ambas con una gran sonrisa en nuestros rostros.
Ji: Ahí está la Lisa que conozco. Dijo tiernamente.
Me acerqué a ella y la abracé con fuerza. Nuestros ojos se encontraron y nos besamos con cariño.
Ji: ¿En qué momento te volviste tan fuerte? Preguntó sorprendida.
L: Llevo ya varios años en el gimnasio. Y bromeando de manera engreída mostré mis bíceps.
Ji: Con razón no logré liberarme de ti ahorita ni en el sillón. Rio. Ahora… ¿en dónde me había quedado?
Comenzó a acariciar mi brazos y empezó a retirar mi ropa con lentitud y sensualidad. Mi cuerpo pedía que arrancara mis prendas y comenzara la acción, sin embrago, Jimena se tomó su tiempo.
Al estar completamente desnuda, Jimena besaba con delicadeza cada centímetro de mi cuerpo, acercándose cada vez más a mi zona íntima. Al momento de sentir sus boca en mis labios, comenzó a succionarlos y yo suspiré densamente.
La lengua de Jimena jugaba por todos lados, de pronto, sentí como se presionaba con fuerza en la entrada de mi vagina, penetrándola ligera y placenteramente. Acompañado a su lengua, uno de sus dedos estimulaba mi clítoris.
Después de un momento, sentí como mi cuerpo se tensaba y se preparaba para recibir el orgasmo.
L: ¡Si, Jime! Gemí. Estoy tan cerca.
Jimena tomó esto como una señal alentadora, aumentó ligeramente la velocidad y de esa manera llegué al clímax junto con un sensual gruñido. Se quedó entre mis piernas recibiendo mis jugos y lamiendo hasta la última gota.
Al terminar, me abrazó y me besó, pudiendo saborear mi propia esencia de su boca.
Ji: Sabes, me encanta ese gruñido que haces. Es muy sexy.
Dijo eso mientras mordía su labio inferior y yo gruñí de nuevo, mirándola fijamente a los ojos.
Ji: ¡Basta! Me estás excitando de nuevo. Dijo sonrojándose y ambas nos reímos.
L: Lamento lo que te dije hace rato sobre tu novio, estuve fuera de lugar. Dije después de unos segundos de silencio.
Ji: Está bien, de alguna manera tienes razón, pero debo confesarte algo.
L: ¿Qué pasa?
Ji: Tu eres la única persona con la que le he sido infiel. Al tratarse de ti no puedo contenerme, por eso me alejé desde la última vez que nos vimos.
L: Me siento terrible por eso, no sé qué decirte. Dije confundida y con un toque de culpa.
Ji: No es culpa tuya, es mi decisión. Sé que debería sentirme culpable y aunque de alguna manera si lo siento, la conexión que tengo contigo, lo que me haces sentir, hace que valga la pena y quiero que vuelva a pasar. Confesó.
L: A mí también me encanta la conexión que tenemos y en este momento estoy disponible para estar con quien quiera y me gustaría seguirte viendo, pero no creo que esto deba repetirse. No quiero ser la razón por la que eres infiel y te meta en problemas con tu novio, me equivoqué al venir así hoy.
Ji: Por favor, Lisa, no lo dije por eso. Sólo quería hacerte saber lo que significas para mí y estoy dispuesta a afrontar las consecuencias de lo que esto pueda traer, pero no quiero dejar de vernos. Hizo una pausa. Entiendo si no te quieres involucrar conmigo de esta manera.
L: Déjame pensarlo ¿si? Prácticamente me estás diciendo que sea tu amante y no sé si puedo con eso. Dije con un toque de humor, pero era cierto lo que decía.
Ji: Se escucha muy crudo cuando lo pones así, pero te entiendo. Besó la punta de mi nariz. Velo mejor como dos buenas amigas que se divierten una con la otra, el resto déjamelo a mí, finalmente es mi responsabilidad.
L: De acuerdo, pensaré bien las cosas. Miré mi reloj. Debería irme, ya se está haciendo tarde y tengo que preparar mi maleta para el jueves. Comencé a vestirme.
Ji: ¿Cuándo regresas?
L: El lunes.
Ji: Si para ese día ya tomaste una decisión, me encantaría verte.
L: En cuanto me decida, te aviso. Hice una pausa. Gracias por hoy, como siempre me encantó verte.
Ji: Te quiero.
L: Yo a ti. Me acerqué a ella y besé su mejilla.
Salí de su casa y me dirigí a la mía. Mientras manejaba, chequé mi celular y otra vez tenía una llamada de Pamela, la cual ignoré de nuevo. No quería escuchar lo que tuviera que decir, no me interesaba saber sobre ella y Sara, fuera lo que fuera que estuviera pasando entre ellas.
Llegué a mi casa, saludé y cené con mis papás y preparé mi maleta para el jueves. El miércoles fue un día tranquilo, lamentablemente no vi a Manola en el gimnasio y el trabajo fue aburrido y rutinario.
El jueves en la mañana, tomé un taxi al aeropuerto y sin darme cuenta ya estaba volando hacia Los Ángeles, miré una película y dormí un rato. Al aterrizar, pasé migración y recogí mi maleta.
Al salir, me encontré con John, mi conductor de la vez anterior.
J: Buenos días, señorita. Un gusto tenerla de vuelta. Saludó con cortesía.
L: Gracias, John, un placer verte de nuevo.
J: Igualmente. Espero su estancia en Los Ángeles sea muy placentera.
L: No dudo que así será, John. Sonreí maliciosamente.
HombreFX, gracias por tu comentario. Espero te esté gustando el giro que están dando las cosas. Como siempre, me alegra mucho leerte en los comentarios de mis relatos, ¡un fuerte abrazo!
Querida Angiehot, agradezco muchísimo este y todos tus comentarios, no fallan en sacarme una gran sonrisa. Espero sigas disfrutando de estos relatos. ¡Besos y abrazos, linda!
Estimado sasia, tienes toda la razón, el amor es algo que llena nuestras vidas en todos los sentidos y en ocasiones como esta, es también impredecible. Solo el tiempo nos dirá que será de la relación de Pamela y Lisa. Te mando muchos besos.
Anonymus, espero que hayas tenido la oportunidad de leer los demás relatos y la historia tenga más sentido para ti. Como siempre, me encantará saber tu opinión, gracias por tus palabras de aliento. ¡Besos y abrazos!
Yasiymari, claro que recuerdo sobre ti y tu amiga, me alegra muchísimo recibir un comentario tuyo. Les mando un saludo especial a ti y a tu grupo de whatsapp, espero este capítulo y los que vengan sean de su agrado y les den mucho de qué hablar. Yo sé que a veces es difícil dedicarle tiempo a los comentarios, por lo que agradezco que te hayas tomado el tiempo para hacerlo y dile a tu amiga que si algún día tiene el tiempo de comentar mis demás relatos, los leeré gustosamente y responderé a cada uno de ellos al igual que a tus comentarios. No hay que disculparse, me encantan los comentarios extensos y los respondo de igual manera. ¡Muchos besos y abrazos para ti y tus amigas!
Zap, me alegra mucho que te después de tiempo de leer mis relatos, te hayas animado a comentar. Espero este y mis demás relatos, sigan siendo de tu agrado, la diversión apenas comienza. Te mando un fuerte abrazo.
Julia, me encuentro sumamente halagada por tu comentario. El hecho de que consideres mis relatos a ese estándar, me motiva a seguir entregándoles relatos de calidad y que disfruten mucho, espero seguir haciéndolo. ¡Besos!
Laurita, me hizo muy feliz tu comentario, me da gusto que hayas leído y disfrutado tanto mis relatos. Me auto-impondré el reto de lograr que mis relatos te mojen más que “un poco”, hahaha espero lograrlo en esta y futuras ocasiones. Besos y abrazos desde la CDMX hasta Guadalajara.
Prince29, gracias por comentar. Creo que sólo el tiempo dirá si el destino de Lisa y Pamela es estar juntas, espero mantenerte interesada hasta que lo descubras. Te mando un abrazo.
Drizz, me hace sumamente feliz saber que mis relatos generan ese gran interés en ustedes, me esforzaré por seguir manteniéndolos enganchados en esta historia. Trato de no demorar en publicar mis relatos, pero debo aceptar que me me sacan un par de sonrisas cuando me piden por ellos, pues me hace saber que los desean y disfrutan. ¡Muchos besos!
Primero que nada, quiero agradecer a todos mis nuevos comentaristas por haberme escrito, me encanta saber de ustedes y espero continuar leyéndolos en futuros relatos.
Por otra parte a mis comentaristas “veteranos” y frecuentes, no puedo dejar de agradecerles por estar presentes en cada uno de mis relatos, ya se ha vuelto parte de mi rutina anhelar saber de ustedes.
Hay algunos otros comentaristas que no estuvieron presentes, espero aun así hayan disfrutado de esta entrega y sepa de ustedes en el futuro.
Como recordatorio, les pido paciencia para la entrega del spin off, prometo hacer que valga la pena y está muy cerca de ser publicada, sólo falta un poco más.
¡Besos a todos!