Mi mejor amiga 17
Trás haber terminado con Pamela, Lisa intenta seguir adelante con su vida.
Mi semana transcurrió mejor de lo que esperaba, realmente me estaba esforzando por seguir adelante con mi vida y en general lo estaba logrando, aunque siendo honesta, Pamela se seguía apareciendo en mis pensamientos algunas veces al día. Aun así, logré controlarlos y evitar que me hundieran en la tristeza nuevamente.
¿Era feliz? Probablemente no, mi corazón seguía dolido y esa parte de mi vida que tanta felicidad me aportaba, no existía. Era como si una vela que daba luz a mi vida, se hubiera apagado, dejando un rastro de oscuridad.
El trabajo era útil pues me mantenía ocupada, por otro lado ir al gimnasio también ayudaba pues me distraía y debo aceptar que la presencia de Manola hacía las cosas un poco mejor. Desde que le dije que no salía con Pamela, fue más explícita con su coqueteo y aunque yo no lo respondía, la atención era muy agradable.
El viernes por la mañana empecé mi rutina de ejercicio y Manola no se veía por ningún lado, ligeramente decepcionada, seguí haciendo mis ejercicios. Me encontraba recostada levantando una barra de pesas, mi mirada clavada al techo cuando de pronto, una melena café y unos ojos enormes se cruzaron mi camino.
M: Veo que empezaste sin mí.
L: No sabía si vendrías. Coloqué la barra en su lugar y me levanté. ¿Dónde estabas?
M: Me quedé dormida. Dijo con una tierna sonrisa.
Manola tomó la toalla que traía colgada en el hombro y lentamente limpió las gotas de sudor que corrían por mi frente. A pesar de estar abochornada por el ejercicio, sentí como mi rostro se enrojecía aún más.
M: Me gusta cuando te hago sonrojar. Dijo suavemente. En fin, estaba por decidirme a faltar pero no quería dejar de verte, ya que te veré hasta el lunes. A menos…
L: ¿A menos? Dije sorprendida.
M: A menos que aceptes a salir conmigo mañana.
L: Manola, yo… No creo que sea lo mejor. Dije vacilante.
M: Vamos, Lisa. Podemos salir como amigas, te prometo que no haré nada. Me mantuve en silencio. ¿Acaso me tienes miedo? Bromeó. Podemos ir por el café que te debo. Agregó.
L: Miedo no, simplemente no te subestimo. Reí. Ya veo que de inocente, solo tienes la cara.
M: Haces bien al no subestimarme. Dijo con un tono seductor. Pero aun así prometo comportarme, no creo que sea bueno que estés sola en estos momentos y me gustaría estar para ti.
L: De acuerdo, pero solo un café.
M: Solo un café, a menos de que tú quieras algo más.
L: Manola… Dije con un tono desafiante.
M: Broma, solo era una broma. Rio. Te dejo continuar con tu rutina, yo solo haré un poco de cardio y me marcharé.
Al despedirse, besó mi mejilla y su mano se colocó suavemente sobre mi abdomen. La sensación de su mano sobre mi piel fue muy agradable. De pronto recordé cómo le gustaba a Pamela recorrer mi abdomen descubierto y el tiempo que había pasado desde la última vez que había sentido un contacto así.
Perdiendo así todo deseo de seguir ejercitándome, me puse de pie y me dirigí hacía los vestidores. Viendo desde lejos a Manola correr, me fui sin que me viera.
Llegando a trabajar, me sentí algo culpable por haberme ido sin despedirme de Manola, tomé mi celular y le envié un mensaje.
“Lamento haberme ido sin despedir, ¿te queda bien que nos veamos mañana a las 5:00 p.m. en el café que está a dos cuadras del gimnasio? Que tengas un excelente viernes.”
A los pocos minutos llegó su respuesta: “Me parece bien, no puedo esperar a que sea mañana. Te mando un beso.”
Seguí trabajando y acabé mis pendientes temprano, así que me dirigí a mi casa para descansar. En el camino, decidí llamar a mi amiga Karina.
K: ¡Hola, Lisa! Dijo animadamente.
L: ¿Cómo estás, Kari?
K: ¿Todo bien y tú?
L: Bien también. Dije sin convicción. ¿Qué planes tienes para hoy?
K: En la noche es el cumpleaños de un amigo de mi novio. ¿Por qué? ¿Qué plan tienes para nosotras?
L: Quería ver si íbamos a cenar, pero si estas ocupada… Me interrumpió.
K: El plan es muy tarde, podemos ir a cenar y después iré al antro, aunque no me agradan mucho. Rio. Eres bienvenida a ir también.
L: No sé si vaya al antro, pero me alegra que nos veamos.
K: ¿Irá Pamela?
L: No. Me limité a esa respuesta pues no quería hablar de ello por teléfono, prefería contárselo en persona.
K: Qué bueno. Rio. Eric estará con sus amigos desde temprano, así que podremos estar nosotras dos solas y platicar sin nuestras parejas.
L: De acuerdo. ¿Te parece bien a las 8:00 p.m.?
K: Si, ¿ya fuiste al restaurante de comida china en la plaza que está por tu casa?
L: No. ¿Tú ya?
K: Si, está delicioso, deberíamos ir para que lo pruebes.
L: Tenemos una cita. Reí. Nos vemos ahí a las 8:00, Kari.
K: Besos, hasta al rato.
Llegué a mi casa y descansé un rato mientras veía la televisión con mi mamá. Después me cambié de atuendo, aunque no pensaba salir al antro, quería quitarme la ropa de oficina y usar algo que me hiciera ver bien.
Llegué al restaurante y después de esperar un par de minutos, llegó Karina. Nos saludamos afectuosamente y pedimos una copa de vino cada quien.
K: Olvidé preguntarte por qué no vino Pamela.
L: Me alegra que no lo hayas hecho, no me hubiera gustado decírtelo por teléfono, Pamela y yo terminamos.
K: ¿Qué? Dijo atónita. ¿Qué sucedió?
Le conté toda la historia y se quedó muda por unos segundos.
K: Se veían muy felices, lamento que eso haya sucedido, Lisa.
L: Gracias, honestamente ha sido difícil.
K: Me imagino. Hizo una pausa. Oh rayos.
L: ¿Qué sucede?
K: ¿Recuerdas que la vez anterior le dije a Pamela que buscaría una vacante en mi empresa? Pues se abrió una y le conseguí una gran oferta, pero no sabía que ustedes habían terminado.
L: Eso es independiente, eso es trabajo. Si quieres te puedo dar su número y ponte en contacto con ella.
K: ¿No te importa?
L: En lo absoluto. Me alegra le hayas encontrado algo, estaba siendo miserable en su trabajo actual, me da gusto que sea algo bueno para ella.
K: Eres demasiado buena, Lisa. Pamela es una tonta por dejarte ir.
Mis ojos se llenaron de lágrimas, cogí mi copa de vino y tomé un gran sorbo, logré contenerme y suspiré.
K: Ahora con más razón saldrás conmigo en la noche, necesitas distraerte y no me puedes dejar ir sola a ese lugar. Dijo con cara de puchero.
L: No lo creo Kari, traigo coche y estoy algo cansada. Además no irás sola, vas con tu novio, chantajista. Sonreí.
K: Bla, bla, bla. ¡Excusas! Estamos a unas cuadras de tu casa, pasamos a dejar el coche y nos vamos en taxi. Ya tendrás mucho tiempo para descansar el sábado.
L: Está bien, me convenciste. Respondí después de unos segundos.
Terminamos de cenar, fuimos a dejar mi auto a mi casa y nos dirigimos al antro. Al llegar, el novio de Karina y sus amigos ya estaban instalados en una mesa con varias botellas y refrescos.
Habían unas 10 personas en la mesa y me percaté que todos eran hombres a excepción de una chica. Saludamos a todos e inmediatamente nos sirvieron algo de beber.
R: ¡Qué bueno que ya llegaron más mujeres! Estaba empezando a volverme loca.
K: Hemos llegado al rescate. Bromeó. Te presento a mi amiga Lisa. Lisa, ella es Raquel, la novia de Pedro. Señaló a un muchacho junto a Eric.
L: Mucho gusto.
Continuamos platicando y bebiendo, entonces decidimos ir a la pista de baile. Algunos de los muchachos de la mesa vinieron con nosotras, sin embrago la mayoría se dispersaron para buscar chicas con la que pudieran coquetear y probar su suerte.
Uno de ellos, un chico llamado Jaime, se quedó con nosotras y comenzó a acercarse más a mí. Mientras bailábamos, manteníamos una pequeña conversación.
Jaime era un hombre apuesto, era más alto que yo (aprox. 180), cuerpo fornido, tenía el cabello café, ojos café claro y una barba completa no muy larga. Sin duda era el más atractivo de los amigos de Eric y me sentía muy halagada por haber captado su atención.
Se acercó más mientras bailábamos y aunque no me desagradaba la sensación que provocaba en mí, tampoco estaba interesada. Sujetó mi cuerpo contra el suyo y mi barbilla quedó recargada sobre su hombro, mis manos en su espalda y una de sus piernas entre las mías.
Antes de que me dejara llevar por el momento y el baile, vi a la lejanía una hermosa melena rubia. Sin pensarlo, me separé de él y me moví entre la multitud para llegar hasta donde estaba, toqué su hombro y al voltearse mi rostro se llenó de sorpresa, no era Pamela.
L: Disculpa, te confundí con alguien. Sin decir nada, se dio la vuelta.
Regresé a la mesa y me senté por un momento. Mi mente y el alcohol me estaban jugando trucos y no parecía capaz de poner mi cabeza en orden. Esperé unos minutos mientras tomaba un poco de agua y después de despedirme de todos, me marché a mi casa.
Eran casi las 3:00 a.m. cuando llegué a mi hogar, me recosté de lado sobre mi cama, tome mi celular y me metí a la conversación de Pamela donde me puse a leer antiguos mensajes que habíamos intercambiado.
Comenzaron a brotar lágrimas de mis ojos y antes de que dejara el celular, en la parte superior de la pantalla apareció: “Pamela está escribiendo.” Limpié mis lágrimas con el fin de aclarar mi visión y asegurarme de que lo que estaba leyendo no era otro truco de mi imaginación.
Después de un par de minutos, que parecieron horas, el anuncio desapareció. Pamela ya no estaba escribiendo y no recibí ningún mensaje. Cubrí mi rostro con desesperación, sujeté el celular con fuerza y las lágrimas llegaron de nuevo.
Al despertar, traté de sacudirme la tristeza que había sentido en la madrugada. Me mentalicé a tratar de dejar todo atrás, me arreglé y fui a comer con mis papás, terminando me dirigí a la cafetería donde me encontraría con Manola. No estaba muy animada pues la noche anterior me había dejado algo decaída. Al llegar, ya se encontraba ahí, esperándome en una mesa de la terraza.
L: Hola, Manola. ¿Cómo estás?
M: Muy bien gracias y tú?
L: Bien también. Dije sin convicción.
M: No lo pareces . Manola vio mi rostro resentido por su comentario. Lo siento, no quería molestarte, pero estoy diciendo la verdad. No te ves tan animada como te he visto los últimos días. ¿Sucedió algo con Pamela?
L: No ha sucedido nada, supongo que hay días buenos y malos. Dije irritada. Honestamente no quiero hablar de ello, mejor cuéntame que hiciste ayer.
Me contó sobre su salida con sus amigas la noche anterior y la plática fluyo sin problemas. A pesar de que nuestras conversaciones en el gimnasio eran muy breves, Manola y yo nos entendíamos muy bien y sin darme cuenta, su compañía había hecho que mi humor mejorara considerablemente.
Al tiempo voló y cuando Manola vio su reloj se dio cuenta de que eran casi las nueve de la noche.
M: ¡Vaya! ¿Esta es la hora?
L: El tiempo transcurrió demasiado rápido, ¿tienes otro lugar a donde ir? Espero no haberte detenido mucho tiempo.
M: No lo digo por eso, Lisa. La estoy pasando muy bien contigo. Dijo con una sonrisa y colocó su mano sobre la mía. El tiempo vuela cuando te diviertes. Añadió tiernamente.
Mi primer instinto fue el de retirar mi mano, pero luche contra él y volteé mi mano para sujetar la suya y con mi pulgar comencé a hacer pequeñas caricias. Manola no dijo nada, pero sus enormes ojos cafés se clavaron sobre los míos tratando de descifrar lo que estaba haciendo.
Decidí restarle importancia y continué la conversación aun sujetando su mano.
L: Si no tienes otro lugar donde estar, podemos pedir otro café o tal vez tomar algo más fuerte.
M: Me encantaría, pero en vez de beber podría comer, muero de hambre.
L: Bien pensado, yo también estoy algo hambrienta. ¿A dónde se te antoja ir?
M: Se me ocurre otra idea, dame un momento. Se puso de pie, hizo una llamada en su celular y al terminar regresó. ¿Qué dices si nos hago de cenar? Mis papás están por salir, por lo que no habrá nadie que nos moleste.
L: No lo sé, Manola. Dije vacilante.
M: Vamos, Lisa. Me he comportado toda la tarde, confía en mí.
Lo que Manola no sabía era que era en mí quien desconfiaba. Desde que había sujetado su mano, en varias ocasiones me había encontrado mirando sus labios, pensando en besarlos.
L: De acuerdo.
M: Solo tengo que pasar a comprar un par de cosas, ¿te veo en mi casa a las 10?
L: Si, ¿no quieres que te acompañe a comprar lo que necesitas?
M: No, prefiero que sea sorpresa. Lo que puedes hacer es traer una botella de vino blanco. O dos.
L: Está bien. Dije con una risa. Mándame tu dirección y llego en un rato.
Al llegar, toqué el timbre de la casa de Manola, al abrirse la puerta, percibí un delicioso aroma que provenía de la cocina.
M: Adelante. Ya está casi todo listo.
L: Me hubieras dejado ayudarte.
M: No hice nada muy elaborado, además ya tenía tiempo que quería hacer esto para ti. Se sonrojó.
Dejamos las botellas sobre la mesa, Manola me indicó que me sentara y regresó a la cocina.
M: ¿Puedes ir abriendo una de las botellas? Gritó desde la cocina.
Minutos después llegó con dos platos y colocó uno frente a mí.
M: Tagliatelle con alcachofas y setas.
L: Se ve delicioso.
M: Buon appetito. Dijo con una sonrisa.
Mientras cenábamos, bebimos vino y continuamos nuestra conversación. Me habló sobre gastronomía y sus planes al terminar la carrera. Al parecer quería irse a Italia para aprender de uno de los chefs más importantes del medio.
Al terminar la cena, me ofrecí a lavar los platos, era lo mínimo que podía hacer después de la deliciosa cena que había preparado. Cuando acabamos de recoger y limpiar, nos pasamos a su sala, donde reanudamos nuestra conversación y seguimos bebiendo vino.
Nos sentamos de lado sobre el sillón a manera de que nos veíamos de frente, mi brazo estaba extendido sobre la parte superior del sofá, lo que me hubiera permitido rozar su cabello, si así lo deseaba.
Me percaté que sobre una de las mesas de la sala habían unos álbumes de fotos.
L: ¿De qué son esos álbumes?
M: A mi mamá le encanta hacer álbumes familiares, esos son de cuando era pequeña.
L: ¿Podría mirarlos?
M: Claro.
Se puso de pie, tomó uno y se sentó junto a mí. Su hombro y el mío se tocaban ligeramente y nuestros rostros se encontraban a una corta distancia uno del otro, sin embargo mantuve mi mirada clavada sobre las fotografías.
M: Estas fotos son de mi cumpleaños número 5. Estaba obsesionada con las princesas de Disney, así que mi mamá hizo toda la decoración y llevaron a personas que se disfrazaron como ellas.
Miré las fotografías e inmediatamente reconocí a Manola. Esos enormes ojos cafés eran imposibles de confundir. Pasó la página y vi una fotografía en la que estaba vestida como Blanca Nieves.
L: Te ves adorable. Dije con ternura.
Manola volteó a verme y su rostro sonrojado estaba a tan sólo unos centímetros del mío. Cuando se estaba volteando, mis dedos índice y pulgar sujetaron suavemente su barbilla y la giré nuevamente hacia mí. Me acerqué lentamente y la besé.
Mi mano pasó de su barbilla hacia su cuello, donde la sujetaba delicadamente mientras sentía la suavidad de sus labios contra los míos. De pronto, sentí su boca abrirse para darle paso a su lengua, imitando sus movimientos, abrí la mía, nuestras lenguas se encontraron y jugaron entre ellas.
Estos besos aunque eran placenteros, eran extraños, pues al venir de Manola, eran algo nuevo, algo que mi cuerpo no reconocía. Los disfrutaba y anhelaba más, sin embargo no pude evitar comparar con los besos de Pamela, los cuales ya conocía a la perfección y tanto ella como yo sabíamos lo que le gustaba a la otra. Con Manola, por el otro lado, podían llegar a ser descuidados y algo torpes, sin embargo eran disfrutables y agradables.
Nos separamos para recuperar nuestro aliento, Manola cerró el álbum y lo dejó caer sobre nuestros pies cuando continuó besándome, esta vez de una manera más apasionada. De repente sentí como Manola se movía y una de sus piernas se cruzaba para dejarla sentada sobre mí.
Mientras mis manos estaban sobre su cintura, una de sus manos bajó hacia mi blusa y cuando sentí que estaba por retirarla, la detuve.
M: Por favor. Suplicó mientras besaba mi cuello.
Sus caderas comenzaron a moverse, la fricción de sus movimientos comenzó a excitarme, sin embargo sabía que esto era más de lo que podía manejar en estos momentos.
L: Lo siento. Dije mientras la quitaba de encima de mí y cubría mi rostro con ambas manos.
M: Está bien, entiendo. Dijo frotando suavemente mi espalda.
L: Quiero, de verdad quiero. La volteé a ver. Pero…
M: No estás lista. Dijo decepcionada y desvió la mirada.
L: Discúlpame. Tomé su mano. No era mi intención hacerte sentir así. Es mi culpa, no debí besarte sabiendo que no podía darte más.
M: Escucha, Lisa. Me gustas y mucho, pero tampoco te estoy pidiendo que empecemos una relación, me gustaría que dejaras de pensar tanto las cosas. Dijo con un toque de irritación.
L: Lo sé, dame tiempo, por favor.
M: Tienes todo el tiempo que quieras. Dijo pacientemente. No me debes nada, honestamente solo quiero pasar un buen rato contigo. Ya sea en una cita o algo más, me gusta pasar tiempo contigo, ojalá tú lo vieras de la misma manera.
L: A mí también me gusta estar contigo.
M: Entonces disfrutemos, no le des demasiado peso a las cosas.
L: Lo intentaré, lo prometo.
Manola se acercó a mí y me dio un pico en los labios y esperó a ver mi reacción. Al no ver oposición de mi parte, me volvió a besar. “No lo pienses demasiado” susurró en mi oído y volvió a sentarse sobre mí.
Mis manos se postraron sobre sus muslos y empezaron a subir hasta su cadera. Esta vez fue Manola la que me detuvo y colocó mis manos detrás de mi cabeza.
M: Mi cuerpo será tuyo cuando estés lista, mientras tanto, fuera manos. Dijo seductoramente.
Colocó sus manos sobre mis hombros y continuó besándome. No sabía si Manola lo había hecho con intención, pero el no poder tocarla me hacía desearla cada vez más.
Después de besarnos por un momento, Manola se retiró de encima de mí y me dijo:
M: Esta vez te has comportado mejor. Dijo de manera pícara. Pero esta historia tendrá que continuar en otro momento, no creo que tarden en regresar mis papás y dudo que quieras estar aquí para recibirlos. Bromeó.
L: Gracias por la cena. ¿Te veo el lunes en el gimnasio?
M: Claro, no quiero que me extrañes demasiado.
Una vez en la puerta, nos dimos un último beso y me marché a mi casa.
El domingo fue un día tranquilo, me quedé en casa descansando y viendo series mientras intercambiaba durante el día algunos mensajes con Manola.
Al día siguiente en el gimnasio, estuve platicando con ella e hicimos cardio juntas, al terminar nuestras rutinas, nos retiramos a los vestidores. Manola se aseguró de que no hubiera nadie y me besó, instintivamente mis manos se colocaron sobre ella y ésta las retiró rápidamente.
M: Recuerda lo que te dije, no me puedes tocar hasta que estés lista.
L: Solté un pequeño gruñido y mordí ligeramente su cuello . Está bien.
Nos separamos, terminamos de arreglarnos y cada quien tomó su camino. En el trabajo, el día se convirtió en un caos pues un compañero del área de mercadotecnia faltó y tuve que realizar su trabajo además del mío.
Cuando vi sus archivos, me sorprendí del poco avance que tenía hasta ese momento, así que prácticamente tuve que empezar de cero. Cuando terminé de trabajar eran pasadas las 9, al no haber salido a comer y estar todo el día trabajando, haciendo citas y documentos, terminé exhausta y sólo quería llegar a mi casa a descansar.
Al llegar a casa, me cambié por mi pijama y sin cenar, me metí a la cama. Cuando estaba por cerrar mis ojos, sonó mi celular. Lo había dejado dentro de mi bolsa y el cansancio me impidió levantarme a contestar. Un minuto después de que dejó de sonar, entró un mensaje. Curiosa por saber de quién se trataba a esas horas, me puse de pie y tomé el celular.
Al tomar el celular vi una llamada perdida y un mensaje de Pamela, abrí el mensaje que decía:
“Hola, Lisa. Disculpa que te haya llamado, entiendo si no quieres hablar, solamente te quería agradecer por darle mis datos a Karina. Tendré mi entrevista final el miércoles y estoy muy nerviosa pues es una gran oportunidad. Espero estés bien, buenas noches.”
Todo el sueño y cansancio que sentía segundos atrás se había desaparecido y una intensa sensación de inquietud me desbordaba. ¿Qué debía responderle? ¿Debía explicarle que no fue mi intención no contestarle?
Tenía tantas ganas de hablar con ella, de preguntarle cómo estaba, simplemente quería escuchar su voz. Sin embargo, la parte de mí que se seguía sintiendo herida por ella, le escribió una breve respuesta.
“No hay nada que agradecer, te deseo mucha suerte en tu entrevista.”
El día siguiente no fue muy diferente al anterior, con Manola se estaba generando la costumbre de jugar a besarnos sin tocarla y a pesar de haberme contenido, las ganas continuaban aumentando. No sé si eso significaba que estaba lista para pasar a un siguiente nivel o si solo era mi calentura hablando.
Siendo honesta, desde que terminaron las cosas con Pamela no había tenido ningún contacto íntimo con nadie y tampoco conmigo misma. Cada vez que mi cuerpo me pedía desahogo y comenzaba a tocarme, Pamela llegaba a mi mente y me impedía seguir. Intentaba fantasear con otras personas y hasta vi pornografía, pero nada conseguía sacármela de la cabeza.
Podrá sonar muy ridículo pero Pamela no sólo era dueña de mi corazón, también lo era de mi cuerpo. La conexión que teníamos hacía que cada uno de nuestros encuentros sexuales fueran magníficos y habían puesto un estándar muy alto. Tal vez eso era lo que me impedía llegar a más con Manola.
El miércoles antes de ir al gimnasio, tomé mi celular y le escribí a Pamela un mensaje. “Suerte en tu entrevista, no que la necesites, te irá excelente. Te amo.”
De pronto me di cuenta de lo que escribí y eliminé las últimas dos palabras.
Lamentablemente, al llegar al gimnasio, no vi a Manola por lo que hice mi rutina y me fui a trabajar. A la hora de la comida, llegó un mensaje: “Siento que me fue bien, pero no me dijeron si me quedo con la posición, tendré la respuesta en unos días.”
Le respondí: “Avísame en cuanto sepas algo.” A pesar de ser pequeños mensajes sobre su entrevista, me gustaba hablar con Pamela, me hacían sentir cerca de ella.
Era como dar un paso hacia adelante y dos para atrás, pues a pesar de gozar de hablar con ella eso me hacía extrañarla de nuevo y volver a resentirla por alejarse de mí.
El jueves en el gimnasio me topé con Manola en los vestidores, lamentablemente habían muchas personas para poder besarla, por lo que la salude cordialmente con un beso en la mejilla.
L: ¿Por qué no viniste ayer?
M: ¿Me extrañaste?
L: Tal vez un poco. Dije sonrojándome.
M: Me desvelé la noche anterior y no me quise levantar temprano pues también me habían cancelado mi clase de la mañana.
L: ¿Y te parece bien haberme dejado sola ayer? Hice cara de puchero.
M: No, honestamente consideré venir solo para verte pero necesitaba el descanso. Prometo compensártelo. Acarició mi brazo antes de subir a la caminadora.
L: ¿Qué te parece si me lo compensas el viernes en la noche? Podemos ir a cenar o a un bar.
M: El viernes no puedo, tengo una cita.
L: ¿Con que una cita eh?
M: No es nada serio, es como cuando salgo contigo. Dijo sin preocupación.
L: ¿Debería ponerme celosa? Bromeé.
M: No me gusta tanto como tú, pero es muy guapa y besa bien.
L: ¿No te importaría compartir? Dije con una carcajada.
M: ¡Lisa! Dijo sorprendida y dando un pequeño tropiezo. Claro que no comparto. Dijo mientras recuperaba el paso.
L: ¿Qué? Dije aun riendo por su reacción. ¿A quién no quieres compartir? ¿A ella o a mí? Dije de manera pícara.
M: Me abstengo de contestar esa pregunta. Dijo sonrojada. Deja de hablar y ponte a correr. Dijo con seriedad mientras se le escapaba una pequeña sonrisa.
Al terminar nuestro ejercicio, antes de irnos del gimnasio, Manola me dijo:
M: ¿Qué tal si nos vemos el sábado?
L: No puedo, tengo una cita . Dije con seriedad .
M: ¿En serio? Dijo desconcertada.
L: No. Reí. Quedé de ver a mi mejor amigo, lo siento. ¿Tal vez en la semana?
M: Tal vez. Bromeó con un tono indignado.
L: Oh, vamos. Tenemos que vernos algún día. Tenemos que celebrar mi cumpleaños.
M: ¿Cuándo es tu cumpleaños?
L: El próximo viernes.
M: ¿Y por qué no festejamos ese día?
L: Estaré de nuevo en Los Ángeles por trabajo.
M: Mmm está bien, nos vemos en la semana, sólo porque será tu cumpleaños.
L: Gracias. Besé su mejilla. Nos estamos hablando.
El viernes fui invitada a ser el mal tercio de mi hermana y René y fuimos al cine. Ambos habían sido un gran apoyo con todo lo de Pamela y no me presionaban a hablar del tema.
El sábado en la tarde fui a un bar con Gerardo con la promesa de ir más tarde a una fiesta.
G: ¿Cómo va todo?
L: Mejor. He seguido tu consejo.
G: ¿Ah sí? Cuéntamelo todo. Dijo intrigado.
L: ¿Recuerdas a Manola? La chica que viste cuando fuimos al bar la otra vez.
G: Claro.
L: Pues salimos la otra vez y nos hemos besado un par de veces.
G: Lo sabía. ¿No ha pasado nada más?
L: No, cuando estábamos por subir de nivel, me eché para atrás. Desde esa vez, Manola me ha puesto en mi lugar y dice que no pasará nada hasta que esté lista.
G: Una chica inteligente. Dijo con una pequeña risa. ¿Te gusta?
L: Si, la paso muy bien con ella y es muy bonita, pero no creo que las cosas puedan ser algo más serio.
G: ¿Por qué lo dices?
L: Me dijo que ayer tenía una cita con alguien más y honestamente no me afectó. No es que ella no me importe, ha sido muy linda y me gusta pasar tiempo con ella, pero eso es todo.
G: Me agrada saber que te estás dando la oportunidad de salir adelante y divertirte. ¿De Pamela no has sabido nada?
L: Si, le di a Karina sus datos para una entrevista de trabajo y me ha mantenido al tanto, pero nada más. ¿Y tú? ¿Cómo va todo con Javier?
G: Todo va bien, lento pero seguro. La otra vez conocí a su mamá ya su hermana.
L: Que bien, al parecer ya todo es bastante formal.
G: Así es, debo aceptar que me está costando trabajo adecuarme a la vida en pareja, estaba acostumbrado a mi vida de soltero y a no tener que rendirle cuentas a nadie. Pero Javier vale el esfuerzo. Sonó su celular. Hablando del rey de Roma. Se puso de pie para contestar la llamada.
G: Javier te manda saludos y hay una mala noticia, la fiesta a la que íbamos se canceló.
L: ¡No! ¿por qué? Dije decepcionada.
G: Al parecer mi amigo, el cumpleañero, decidió jugar con sus regalos de cumpleaños y su novia lo cachó. Y con regalo de cumpleaños me refiero a su amante. Soltó una risa irónica. La fiesta iba a ser en casa de su novia, así que el resto es historia.
L: Qué lástima, tenía ganas de hacer algo más.
G: ¿Mi compañía no te es suficiente? Fingió indignación.
L: Claro que sí, dramático.
Estábamos por irnos cada quien a su casa cuando Gerardo interrumpió nuestra despedida.
G: ¡Casi lo olvido! Adivina a quién me encontré ayer que preguntó por ti.
L: No lo sé. Dime.
G: Eres una aguafiestas, ni si quiera intentaste adivinar.
L: Mmm. ¿Julieta?
G: No.
L: Oh por favor, Gerardo, sólo dime. Dije harta de su juego.
G: A Jimena. Me preguntó cómo estabas y si seguías con tu novia.
L: ¿Qué le respondiste? Dije intrigada.
G: No negué ni acepté nada, sólo le dije que sería mejor que ustedes hablaran para ponerse al corriente. Aunque eso debió ser suficiente para que supiera la respuesta. Así que no me sorprendería que uno de estos días sepas algo de ella.
Nos despedimos y mientras iba camino a mi casa, me puse a pensar cuándo sería el día que Jimena se pondría en contacto conmigo. Francamente me emocionaba la idea de saber de ella.
Sofía, como he aceptado anteriormente, si hay verdad detrás de esta historia. Por ahora creo que ninguna de las involucradas lee TR, pues si fueran a hacerlo las partes verídicas serían fáciles de detectar. Si hay algún cambio en esa situación se los haré saber. Gracias por reconocer la valentía que toma el abrirse de esta manera, al principio estaba un poco nerviosa pero ahora me agrada saber que ustedes disfrutan de mi historia. Muchos besos y abrazos para ti.
HombreFx me encanta que eres muy intuitivo sobre lo que sucederá en la historia, quiero pensar que he podido transmitir correctamente a los personajes y que de alguna manera has llegado a conocerlos y de esta manera poder “predecir” parte de lo que sucederá. ¡Te mando un fuerte abrazo!
Sasia, gracias por tu lindo comentario. Uno de mis objetivos al escribir esta historia, era plasmar situaciones reales con los que los lectores se pudieran identificar, me alegra mucho saber que si se perciben de esta manera. Otro gran saludo para ti, un beso.
Angiehot, me siento muy halagada por tu comentario, te lo agradezco mucho. Espero sigas disfrutando de la serie y que el drama y demás experiencias que están por presentarse te mantengan interesada en esta historia. ¡Besos y abrazos afectuosos!
Anonymus, lo siento mucho por tu pérdida, espero las cosas estén mejor contigo y tus familiares. Te mando un abrazo reconfortante y agradezco que te hayas tomado el tiempo para comentar dada la situación. Un abrazo y ánimo.
Eros, consideraré tu petición sobre el correo para facilitarles a mis comentaristas que me expresen sus opiniones. Independientemente de el inconveniente de comentar por este medio, te agradezco mucho que lo hayas hecho. Tienes razón al comentar que esto está basado en hechos reales. Tal como dices, Lisa tiene la oportunidad de involucrarse con más personas, veremos si las aprovecha. ¡Besos!
Weter0, coincido con la opinión que plasmaste en el comentario anterior. Estoy considerando seriamente hacer una serie de spin off desde las perspectivas de otros de los personajes, únicamente estoy buscando el momento correcto para hacerlo. Si la serie sigue como lo estoy planeando, ese capítulo llegará muy pronto. No hay nada que disculparse, me encanta que me escriban (mucho) y plasmen todas sus opiniones y comentarios. Muchos abrazos para ti.
Tifoxigotox, coincido contigo, Pamela es un personaje al que creo muchos hemos llegado a apreciar. Independientemente del dolor que le ha causado a Lisa, sus intenciones eran buenas y esperemos eso sea suficiente para ver la posibilidad de un futuro juntas. Espero tu salud mental no sufra mucho con este capítulo y los que vendrán hahaha. Te mando un beso.
Luis, como mencionas, una situación desafortunada le ha abierto las puertas a Lisa para explorar otras opciones. Espero este capítulo también haya sido de tu agrado y agradezco tu comentario. Un abrazo.
A todos mis comentaristas y lectores, les agradezco el constante apoyo y retroalimentación. Quiero hacerles saber a todos que está en puerta un capítulo spin off, sin embargo les hare esperar todavía un poco más, pues quiero introducirlo en el momento correcto para evitar confusiones y dejar cualquiera de las dos historias al aire. Les agradezco su paciencia en ese aspecto y nos leeremos en los comentarios. ¡Saludos y besos!