Mi mejor amiga 16
El drama continua y es difícil saber hasta donde llegará.
Me desperté al día siguiente y pensé que me encontraría con cientos de llamadas y mensajes de Pamela, sin embrago sólo había un mensaje. “Lo siento tanto.”
Dejé el celular en la mesa junto a mi cama, me quedé recostada y cubrí mi rostro. El día anterior había sucedido, no había sido una pesadilla o producto de mi imaginación, lamentablemente.
Me rehusaba a salir de mi cuarto, estaba segura que al ver a mis padres me preguntarían sobre lo que había pasado y por qué había pasado la noche en casa, honestamente, no estaba de ánimos para tener esa conversación.
El tiempo transcurría y yo seguía mirando el techo de mi cuarto, de pronto escuché que alguien tocaba suavemente mi puerta.
L: Pasa.
Papá: Buenos días, hija. Besó mi frente haciéndome sentir como si tuviera 10 años de nuevo, sin embargo era justo lo que necesitaba.
L: Hola, pa.
Papá: No quiero presionarte a hablar si no estás lista, pero ¿estás bien? De por sí me habías preocupado ayer que regresaste a la casa y me dejaste muy agobiado cuando te volviste a ir.
L: Lamento haberte preocupado, tenía que resolver algo.
Papá: ¿Problemas con Pamela?
L: Si. Dije con un nudo en la garganta.
Papá: ¿Terminaron su relación?
L: No, o por lo menos no creo.
Le hice un pequeño resumen sobre la situación de Pamela con su ex y comencé a llorar cuando le hablé sobre lo que había sucedido el día anterior, obviando la parte en la que me tiraba el trago encima.
Papá: Lo siento, hija. Claramente Pamela tiene ciertos asuntos inconclusos con su ex y debe ser terrible para ti como su pareja actual el verla reaccionando de esa manera. ¿Aun no sabes qué le dijo para que se pusiera a beber de esa manera?
L: No y no sé si quiero saber. Seguía llorando.
Papá: ¿Qué harás?
L: Quedarme en mi cama por toda la eternidad. Dije metiendo la cabeza bajo las sábanas.
Papá: ¡En lo absoluto! Dijo descubriéndome. Tu mamá quería que comiéramos en casa de tu abuela, pero ella se puede ir con tu hermana y René. Nosotros iremos a tu restaurante favorito y tendremos un día de padre e hija.
L: Pero…
Papá: Nada de peros.
L: ¿Y si Pamela me contacta?
Papá: Entonces, más le vale hacer un gran esfuerzo por arreglar las cosas. Hizo una pausa. Sé que la quieres hija, pero esta vez ella fue la que cometió el error y está en sus manos enmendar el daño que te hizo y averiguar qué es lo que quiere respecto a su ex.
L: Tienes razón.
Papá: Te quiero lista a las 2:30. Sonrió y salió del cuarto.
Salí de mi cuarto a las 2:30 y mi papá no estaba, mi mamá ya se había ido y vi una nota en la puerta de mi cuarto: “Regreso enseguida, papá.”
Estaba esperando en la sala de TV cuando escuché que mi papá había vuelto, al salir a verlo, me entregó un ramo de tulipanes.
Papá: Nadie merece las lágrimas de mi princesa. Lo abracé fuertemente.
Seguimos al pie de la letra el plan de mi papá, fuimos a comer a mi restaurante favorito mientras veíamos el partido de futbol y cerramos la tarde con un paseo por el parque que estaba cerca de mi casa.
Estaba pasado un día muy agradable con mi papá y para poderlo disfrutar, había dejado mi celular en casa para evitar estar agobiada por noticias de Pamela, sin embrago, al regresar, mi paz se acabó al ver dos mensajes.
“Si no te he contactado, es porque estoy tratando de hacer bien las cosas.”
“Tan bien como pueda.”
Mi corazón quería responderle, sin embargo, mi cabeza me detuvo y recordó lo que había dicho mi papá sobre dejar que ella resolviera este conflicto.
Sabiendo que esta noche no podría dormir bien, me puse a ver una serie en mi cuarto, dieron las 3:30 am cuando por fin caí dormida, sin embargo no pasaron muchas horas cuando estaba despierta de nuevo y de camino al trabajo.
El día fue terrible, el trabajo fue tedioso y me encontraba de mal humor. Mi mente me repetía constantemente que debía mantenerme firme a que Pamela me contactara, sin embargo, la espera me llenaba de agonía.
Martes… miércoles… y finalmente el jueves en la noche, recibí su llamada.
L: Hola. La palabra apenas salió de mi boca.
P: Lamento hablarte hasta ahora estoy tratando de…
L: Hacer bien las cosas. Cité sus palabras.
P: Si. Dijo con un tono avergonzado.
L: ¿Y…? Dije molesta.
La tristeza que había sentido el primer día, se había transformado en enojo, me encontraba sumamente herida por Pamela y su ausencia solamente había generado resentimiento hacia ella.
P: Deberíamos tener esta conversación en persona.
L: Estaré ocupada este fin de semana. Habló mi orgullo.
P: Por favor, Lisa. Escuchaba ligeramente su llanto.
L: De acuerdo. Dije después de varios segundos. Paso a tu casa después de trabajar.
P: Gracias.
Al día siguiente, mientras manejaba hacia el departamento de Pamela, estaba hecha un manojo de nervios. Una combinación de preocupación, tristeza y enojo me abrumaban y por primera vez, tratándose de Pamela, no sabía qué esperar.
Toqué su puerta y ésta se abrió lentamente, dejando a la vista el interior del departamento y a una apenas perceptible Pamela detrás de la misma.
Nos saludamos con un beso en la mejilla, pero nuestros ojos en ningún momento se cruzaron, Pamela miraba el piso y mis ojos rondaban ansiosos por todo el lugar.
Nos sentamos en la sala de TV y finalmente se encontraron nuestras miradas, ambas teníamos los ojos llorosos. Después de un gran suspiro, Pamela habló:
P: No tienes idea lo avergonzada que estoy ante la manera que actué contigo el sábado pasado, especialmente lo de la bebida, no mereces que te haya tratado así.
Permanecí en silencio, después de otro suspiro, continuó.
P: De ninguna manera se puede justificar mi comportamiento, pero sabes el efecto que Sara provoca en mí. Honestamente quería pensar que la había superado, pero esa había sido la primera vez que la veía desde que terminamos nuestra relación, me agarró por sorpresa y no supe cómo actuar. De por sí ya estaba inestable y cuando hablé con ella, todo se terminó de derrumbar.
L: ¿Por qué tenías que hablar con ella? Dije en un susurro.
P: ¿Disculpa? Dijo acercándose para escucharme mejor.
L: ¿Por qué tenías que hablar con ella? ¿Por qué no dejar las cosas como estaban?
P: Creía que podía con eso, o por lo menos quería comprobarme a mí misma que ella ya no tenía poder sobre mí. Claramente me equivoqué, pues lo que me dijo me sorprendió de gran manera.
L: ¿Qué te dijo?
P: Que me extrañaba, que se dio cuenta lo mucho que yo significaba para ella y que el haberme perdido le había hecho darse cuenta en las cosas que debía cambiar. Que quería regresar conmigo y había cambiado para ser alguien que mereciera mi amor. Nunca me había hecho una confesión así, cuando discutíamos, siempre hablaba desde una postura de orgullo y me decía que “nunca encontraría a alguien como ella” y cosas de ese estilo. Pero esta vez, sus sentimientos parecían genuinos y pude ver en ella arrepentimiento. Hizo una pausa mientras tomaba aire. Comencé a considerar lo que me decía y…
L: ¿¡Qué!? Dije abruptamente mientras asimilaba lo que acababa de escuchar. ¿Me estás diciendo que consideraste regresar con ella? ¿Me estás jodiendo? Dije enfurecida.
P: Yo… Lo que pasa… No lograba enunciar correctamente y estaba sollozando. Ese fue el problema, mi amor.
L: No me digas “mi amor”. Dije hostilmente y eso provocó que Pamela derramara más lágrimas.
P: El problema fue ese… Continuó. Cuando me di cuenta de que estaba considerando lo que me decía, fue cuando todo se derrumbó para mí. No podía creer que lo estuviera haciendo y sentí que te estaba traicionando. Traté de demostrarme a mí y a ella que no era cierto y fue cuando comencé a abalanzarme sobre ti, pero eso solo me hizo alejarte. Cuando te fuiste estaba hecha un desastre, pensé que si salía con las chicas me distraería y olvidaría lo que había pasado, pero solo me daba cuenta que cada acción que hacía me estaba alejando más de ti. Estaba en un estado del cual no me siento nada orgullosa y cuando Mónica me dijo que fuiste por mí al antro, me sentí aun peor pues sé que no te merezco. Aún con lo que te había hecho, estabas ahí para mí.
Hizo una larga pausa y se puso de pie para agarrar una caja de pañuelos que estaba sobre la mesa y limpió sus abundantes lágrimas.
P: No te contacté pues sabía que tenía que aclarar mi mente antes de poder hablar contigo. Te prometo no voy a regresar con ella, sé que no es la persona para mí, pero me di cuenta de que yo tampoco soy la persona para ti. Quiero serlo. Añadió rápidamente. Pero hoy por hoy, sé que no lo soy. Suspiró. Tal vez fue un error que empezara esta relación contigo cuando aún no había superado a Sara, pero me enamoré de ti desde el primer momento que te vi.
L: ¿Cómo puedes decir que esto es un error? Dije dolida. ¿Y yo no tengo decir en este asunto? Dije llorando molesta. Tu eres la persona para mí, ¿cómo puedes decir lo contrario?
P: Eso es lo que hace todo esto tan difícil, eres tan linda que estás dispuesta a aceptarme como soy, incapaz de darte mi todo y aun así es suficiente para ti. Pero yo no puedo vivir con eso, sé lo que te mereces y aun si tu no lo ves, no puedo permitir que te conformes por menos, aun viniendo de mí.
L: No Pamela, no me hagas esto. Berreaba con fuerza.
P: No puedo pedirte que me esperes, así como no puedo pedirte que sigamos juntas mientras resuelvo esto. Tengo que hacerlo, tengo que liberar esa parte de mí que está todavía envuelta en el tormento de Sara para poder ser total y plenamente tuya, si es que tú me aceptas para ese entonces. Dijo desanimada. Estoy dispuesta a arriesgarme a que nunca me perdones y a que no volvamos a estar juntas con tal de tener una posibilidad real de que pueda entregarme 100% a ti sin ningún residuo tóxico de mi relación, sin ninguna reserva, sin ninguna limitación.
L: No entiendo por qué tenemos que terminar por algo así, déjame ayudarte. Pensé que me amabas.
P: Te amo, Lisa, no hay duda de eso. Esa es justo la razón por la que estoy haciendo esto, es terrible para mi saber que tú te estas entregando totalmente a mí y yo aun sabiendo que hay una parte de mí que está bloqueada siga contigo. No espero que lo entiendas, es algo que solo yo puedo saber y sentir.
L: Déjame ayudarte. Repetí.
P: Ya lo has hecho, amor. Dijo con reserva, continuó al no ver objeción de mi parte por haberme llamado así. Me ayudaste a ver el tipo de persona que quiero ser, para ti y por mí.
Nos quedamos unos minutos en silencio, tratando de contener las lágrimas que brotaban sin cesar. Mi mente trataba de asimilar todo lo que Pamela me había dicho, pero tenía razón, no lograba entenderla. Me encontraba sumamente dolida y ese sufrimiento comenzó a nublar mi juicio.
Durante nuestra conversación estábamos sentadas en lugares opuestos del sillón, me acerqué a Pamela y me volteó a ver confundida. Tomé su rostro con mis dos manos y comencé a besarla desenfrenadamente, ambas seguíamos llorando.
Me quité mi blusa y rápidamente retiré la suya, mientras la besaba, desabotonaba su pantalón.
P: Lisa… por favor. Dijo entre sollozos y gemidos.
Ignoré su súplica y continué desvistiéndola, ambas estábamos desnudas y comencé a frotar mi cuerpo contra el suyo. Mi rostro estaba clavado en su cuello, me rehusaba a mirarla a los ojos, a esos ojos que tenían la habilidad de enamorarme y simultáneamente romperme el corazón.
Después de varias embestidas, me puse de pie, me coloqué mi pantalón y blusa, con zapatos en la mano y sin decir una palabra, me dirigí a la salida. En la puerta estaba la maleta que había dejado días atrás, la tomé y me marché. Dejando a Pamela desnuda y llorando, sin saber si alguna de las dos habíamos culminado, mi mente y cuerpo estaban completamente insensibles a lo que estaba sucediendo en esos momentos.
Llegué a mi casa, levanté la mano para saludar a mis papás y me fui a mi cuarto. Me recosté boca abajo sobre la cama y dejé que mi almohada amortiguara el sonido de mi llanto.
De tanto llorar, me había agotado y sin darme cuenta había caído dormida. Me desperté y vi el reloj de mi celular, era de madrugada y me percaté que tenía un mensaje.
“No espero que entiendas que lo que hice es para darte lo que te mereces. Solo espero que si llegas a perdonarme, ese día pueda ser quien quiero ser para ti y volvamos a estar juntas. Entiendo si esto te aleja de mí, no puedo pedirte que me esperes ni que dejes de vivir tu vida, sólo te pido no me borres de tu corazón, sé que es mucho pedir, pero yo jamás podría borrarte del mío. Te amo e independientemente de cómo resulten las cosas, siempre seré tuya.”
Adjunto al mensaje, estaba la canción de “Slow Dancing in a Burning Room – John Mayer.” Comencé a escuchar la canción.
It's not a silly little moment,
It's not the storm before the calm.
This is the deep and dying breath of
This love that we've been working on.
Can't seem to hold you like I want to
So I can feel you in my arms.
…
We're going down,
And you know that we're doomed.
My dear,
We're slow dancing in a burning room.
I was the one you always dreamed of,
You were the one I tried to draw.
How dare you say it's nothing to me?
Baby, you're the only light I ever saw.
Esa última línea fue un golpe directo a mi corazón, independientemente del dolor que me estaba ocasionando, sabía que yo era alguien importante para Pamela.
I'll make the most of all the sadness,
You'll be a bitch because you can.
You try to hit me just to hurt me
So you leave me feeling dirty
'Cause you can't understand.
Era la descripción perfecta de cómo me había marchado horas atrás, y tal cual decía, no lo entendía.
Terminé de escuchar la canción y el llanto había regresado, el dolor que sentía era insoportable y no sabía qué hacer. ¿Debía luchar por nuestra relación? ¿Debería dejarla y esperar que algún día volviéramos a estar juntas? ¿Podría volver con ella después de esto?
Al día siguiente, le hablé a la única persona que podría ayudarme a descifrar esta situación, Gerardo. Lo invité a comer algo a mi casa pues no quería terminar llorando en un lugar público. Tenía planes, pero los canceló pues sabía que era un momento en el que realmente lo necesitaba.
Le conté todo y estaba realmente sorprendido.
G: Lisa, no sé qué decirte. Lo siento tanto, sé que la amas pero esto está de otro mundo. Nunca me hubiera imaginado que les pasaría algo así.
L: ¿Qué hago? ¿Lucho por mi relación?
G: Probablemente esto no sea lo que quieres escuchar, pero no creo que debas hacerlo. Pamela debe de tener un asunto sumamente grande que resolver, sino no creo que hubiera terminado contigo. Si luchas y logras regresar con ella, probablemente te involucres en una relación con asuntos inconclusos que las alcanzarán eventualmente y las llevarán a un punto oscuro. Hizo una pausa. Pero independientemente de lo que yo diga, ¿tú que quieres, qué sientes?
L: No lo sé, siento demasiadas cosas. Estoy triste por todo, pero también estoy muy enojada.
G: No creo que sea saludable buscar a Pamela cuando sientes enojo, Lisa. Tal vez y debas darte tiempo para sanar estas heridas y quién sabe, tal vez y Pamela tomó la decisión correcta y para cuando las dos hayan superado esta situación puedan volver.
L: ¿Qué debo hacer mientras? No sé cuándo Pamela resuelva la situación de su ex y yo no sé cuándo la perdone.
G: La vida sigue, Lisa Mona Lisa, vas a tener que continuar tu vida sin ella hasta que se reencuentren sus caminos o te lleve en otra dirección hacia alguien más.
Eso último me generó un gran conflicto interior, ¿de verdad podría encontrar a alguien más? Traté de evadir ese pensamiento pues me asustaba pensar de esa manera.
G: Date la oportunidad de seguir adelante, me encantaría decirte que esperes a que Pamela regrese a ti, pero no hay manera de saber cuándo eso será y no es justo para ti vivir de esa manera.
L: No puedo creer que me haya hecho esto. Dije molesta.
G: Es bueno que estés enojada, por lo menos de esa manera te motivas a seguir adelante, de otra manera te quedas lamentándote y sufriendo. Usa ese enojo para seguir y esperemos que Pamela te alcance algún día y si no es así, por lo menos habrás seguido con tu vida.
L: Por más enojada que estoy, no sé si estoy lista para eso.
G: Tranquila, no estoy diciendo que salgas con alguien más, solo estoy diciendo trates de llevar tu vida lo más normalmente posible.
L: Tienes razón.
Estaba sumamente agradecida de tener a alguien como Gerardo en mi vida, su consejo y el haberme escuchado me habían ayudado mucho. Después de que se fue, hablé con mis papás sobre lo que sucedía, no quería ocultarles lo que estaba pasando y también me pareció la mejor idea para evitar que me estuvieran preguntando todos los días.
Ambos fueron muy comprensivos y a pesar de que obviamente estaban de mi lado, no dijeron nada negativo sobre Pamela, cosa que agradecí pues no quería que se quedaran con una idea negativa de ella en caso de que regresáramos algún día.
El lunes me fui directo a trabajar, no me encontraba con ánimos de hacer ejercicio. Al llegar, Ignacio me llamó a su oficina y me avisó que el último fin de semana del mes tendría que ir a Los Ángeles para darle seguimiento a nuestro proyecto.
I: ¿Algún problema? Dijo al final de su explicación.
L: No, lo que pasa es que ese fin de semana es mi cumpleaños. Dije con una risa nerviosa.
I: Es cierto, lo había olvidado. Lo lamento por eso, espero no tuvieras nada planeado.
L: Para nada, de hecho me alivia no pasar aquí mi cumpleaños. Dije desanimada.
I: ¿Y eso? Preguntó extrañado.
No me gustaba involucrar mi vida personal con la profesional, pero Ignacio además de ser mi jefe, podía ser considerado un buen amigo.
L: Terminé con mi novia, así que ese tipo de planes me ayudarán a distraerme.
I: Lamento escuchar eso, Lisa. Ánimo y si hay algo que pueda hacer por ti, no dudes en decirme.
L: Gracias.
Trabajé hasta tarde pues no tenía muchas ganas de regresar a casa, cuando llegué, me percaté que estaba llamando a Pamela. Colgué rápidamente con la esperanza de que no se registrara la llamada, estaba tan acostumbrara a avisarle cuando llegaba a mi hogar que de manera instintiva le había marcado.
Mi corazón se paralizó unos segundos esperando que apareciera una llamada de Pamela, sin embrago ésta nunca llegó. Cené algo y rápidamente me metí a la cama.
Al día siguiente llegué al gimnasio y Manola ya iba de salida de los vestidores.
M: ¡Hola, Lisa! Dijo dándome un beso en la mejilla.
L: Hola, Manola.
M: ¿Qué está pasando con nuestros horarios? Ya tenía varios días que no nos veíamos. Dijo con una tierna sonrisa.
L: Así es, me da gusto que hoy hayamos coincidido. Dije amablemente.
M: ¿Extrañándome o qué? Bromeó.
L: Claramente. Bromeé de vuelta.
M: Me iré adelantando, date prisa o no me podrás seguir el ritmo. Guiñó su ojo.
L: ¿Qué apuestas a qué te gano?
M: ¡Un café! Grito desde el pasillo.
Tomé la caminadora que estaba al lado de la de Manola, comencé a trotar y aumenté la velocidad rápidamente pues quería alcanzarla, ya me llevaba casi 2 km de ventaja. Cuando comencé a correr, Manola también aceleró el paso, y seguía aumentando la distancia que recorría.
No decíamos ni una palabra pero en momentos soltábamos pequeñas risas ante nuestra competencia. Manola bajó un poco la velocidad pues se estaba empezando a cansar, ese fue mi momento para subir un poco más la velocidad y finalmente alcanzar su distancia, saqué una ventaja de 500 m y desaceleré.
M: Competitiva eh. Dijo de manera provocadora.
L: Claramente. Dije con una risa.
Alcancé la distancia final y casi un minuto después, Manola la cumplió también. En el área de pesas nos separamos pues cada quien trabajaría algo diferente, sin embargo en ocasiones la volteaba a ver y me lanzaba una sonrisa o un guiño.
Mientras regresaba a los vestidores, me sorprendí a mí misma sonriendo, sin embrago, en vez de aceptar la sensación, me invadió un inmenso sentimiento de culpa.
Mi mente me castigaba por sentirme alegre cuando debía seguir el luto de mi relación con Pamela, pero eso no fue lo peor, ¿Acaso estaba coqueteando con Manola? ¿Quería coquetear con ella?
¡Despierta! Me dije a mi misma, ¿cómo es posible que estés pensando en esto? Me apresuré a arreglarme y me marché sin despedirme de Manola, de pronto me había sentido muy abrumada por todo.
El resto de la semana fui al gimnasio en las tardes, para de esa manera evitar encontrarme a Manola. Los días habían sido un suplicio, todo el tiempo pensaba en Pamela y en cuánto la extrañaba, a pesar de todo.
El viernes me había invitado Gerardo a salir a cenar con él y unos amigos suyos, decliné la invitación pues no me sentía de ánimos.
Eran pocos minutos antes de las 8:00 p.m. y no pude contenerme más, tomé mi celular y llamé a Pamela. Después de varios tonos, contestó.
P: ¿Lisa? Dijo con voz extrañada.
L: Hola, Pame. Dije con la voz entrecortada.
P: ¿Estás bien?
L: Solo… solo quería escuchar tu voz.
Pamela se quedó en silencio y eso me permitió escuchar el ruido de fondo, claramente estaba fuera, probablemente se encontraba en un restaurante o bar. De pronto escuché una voz femenina que no logré reconocer “¿Quién es Pam?”
L: Te escuchas ocupada, lamento haberte interrumpido. Dije avergonzada.
P: Lisa, espera. Corté la llamada.
Si antes me sentía mal, esto me había hecho sentirme peor, el haberme ridiculizado de esa manera era demasiado. Era una tonta al pensar que Pamela también estaría sufriendo y lamentándose como yo lo estaba haciendo.
Boté mi celular entre las sábanas y me cambié por ropa deportiva, normalmente el hacer ejercicio me ayudaba a relajarme y al no tener ánimos para salir era el mejor plan que se me ocurría.
Mamá: ¿Vas a salir a correr ahora? Preguntó sorprendida.
L: Si, regreso como en una hora.
Mamá: Pero es viernes por la noche, Lisa. ¿Estás segura?
L: Si, mamá. Necesito tomar aire.
M: De acuerdo, ten cuidado por favor.
Me puse mis audífonos y comencé a trotar sin rumbo, dejé que mis piernas tomaran vida propia y me llevaran por la ciudad. Me desconecté totalmente de la realidad y cuando regresé a mi misma, me di cuenta de que estaba corriendo en dirección a el departamento de Pamela.
“¡Carajo!” Grité desesperada sin que me importara si alguien me escuchaba o veía. Odiaba que todo lo que hacía me llevara hacia ella, como un imán que me atraía con fuerza, no parecía poderme alejar de ella.
Me senté en los escalones de su edificio, tomé aire para recuperarme y regresar a casa. Este era el momento en las películas en el que Pamela llegaría a casa, nos encontraríamos y nos fundiríamos en un apasionado beso de reconciliación. Pero ese momento nunca llegó, vi mi reloj y ya llevaba más de 10 minutos sentada fantaseando con reencontrarme con ella. Me puse de pie y comencé a correr de regreso.
Sabía que no era culpa de Pamela el no haberse aparecido como mi fantasía lo deseaba, pero aun así me encontraba decepcionada de ella.
Llegué a mi casa y tomé un baño caliente para relajarme, me recosté sobre mi cama y me quedé inmóvil mirando el techo, no estaba dormida ni despierta, simplemente estaba fuera de mí.
De pronto vi que entraba luz por mi ventana y ya era de día, si había dormido algo, mi cuerpo no lo había registrado y me sentía extremadamente cansada. Fui a la cocina para prepararme un café, salí al pequeño jardín trasero que teníamos y me senté a contemplar todo.
Me abrumó el pensamiento de lo fugaz que era la vida, hace dos semanas estaba viviendo uno de los mejores días de mi vida y en el lapso de una semana todo se había derrumbado, era impresionante cómo las cosas cambiaron de un momento a otro.
Estaba perdida en mis pensamientos cuando de pronto sentí una mano sobre mi hombro y salté sorprendida.
Mamá: ¿Qué haces aquí a estas horas, Lisa? Preguntó preocupada.
L: Me desperté y ya no pude volver a dormir.
Mamá: Apenas son las 7:00 a.m.
L: No sabía qué hora era. Dije con la mirada perdida en el jardín.
Mamá: Estoy muy preocupada por ti. No eres tú misma últimamente. Hizo una pausa y me giró para mirarme a los ojos. Sé que estas triste por lo de Pamela, pero me duele mucho verte así.
L: No sé qué hacer, mamá. Mi voz se entrecortó, pero mis ojos estaban secos, al parecer había llorado tanto últimamente que ya no había más lagrimas que llorar.
Mi mamá me sujetó fuertemente por varios minutos hasta que me separé de ella. Entramos a la casa y la ayudé a preparar el desayuno en silencio.
En la tarde recibí una llamada de Gerardo invitándome nuevamente a salir, esta vez no me dejó rechazarlo y me dijo que pasaría por mí a las 8 para ir a un bar.
Al llegar al bar, nos sentamos con unos amigos suyos y me presentó al muchacho con el que estaba saliendo, se llamaba Javier. Me pareció agradable, sin embargo no estaba convencida de él, no tenía ninguna razón válida para desaprobarlo más que mi propia amargura ante las relaciones amorosas.
Todos conversábamos animadamente cuando de pronto vi a alguien conocido entrar al bar, dudosa sobre si acércame a saludar, tomé coraje y me aproximé a donde estaba.
L: Hola. Dije tocando su hombro.
M: ¡Lisa! ¡Hola! ¿Cómo estás? Dijo animadamente.
L: Bien, gracias. ¿Y tú, Manola?
M: Todo en orden. Hizo una pausa. ¿Dónde has estado toda la semana? ¿Volviste a salir de viaje?
L: No, lo que pasa es que… Me interrumpió.
M: ¿Quieres ir afuera? Podemos hablar mejor sin tanto ruido. Asentí y la seguí.
Una vez afuera del bar, reanudamos nuestra conversación.
M: ¿Fumas? Me ofreció un cigarro de la cajetilla.
L: No, gracias.
M: ¿Te molesta si yo fumo mientras?
L: Para nada. Dije con una sonrisa.
M: Entonces, ¿me dirás por qué te desapareciste toda la semana? Dijo mientras prendía el cigarro.
L: No quiero mentirte, la verdad es que te estaba evitando pues me abrumé un poco el día que nos vimos. Me dio la impresión de que estábamos coqueteando y no supe cómo reaccionar.
M: Me lo sospechaba.
L: ¿En serio? Dije sorprendida.
M: Si, debo aceptar que si estaba coqueteando contigo, la pasé muy bien ese día. Y pensé que tú me estabas correspondiendo pero luego pensé que solo estabas siendo amable pues tú tienes una relación con Pamela y me sentí fatal por eso.
L: Creo que si te estaba correspondiendo y eso fue lo que me asustó. Miraba el cigarro que se consumía.
M: ¿Segura no quieres uno? Dijo al percatarse de que miraba su cigarro y yo negué con la cabeza. ¿De alguna manera crees que le estabas siendo infiel a Pamela?
L: No, no podía serle infiel a Pamela pues ya no estamos juntas. Manola mostró gran sorpresa al escuchar eso. El problema fue que todo sucedió demasiado pronto y no estaba lista, estoy lista para involucrarme con nadie más. Temblaba mientras decía esto. Creo que si te aceptaré un cigarro. Necesitaba algo para tranquilizarme.
M: Te entiendo, he pasado por una situación similar. Dijo mientras encendía mi cigarrillo.
L: ¿Qué hiciste para salir adelante? Pregunté con un tono de desesperación.
M: ¿Honestamente? Me acosté con cuantas pude. Eso me distraía de pensar en mi ex.
Casi me atraganto con el humo y empecé a toser, me quedé sorprendida ante la respuesta de la “inocente” Manola, en ningún momento me imaginé que me diría eso, pero sobre todo me asombró la seguridad con lo que lo dijo.
L: No sé si yo podría hacer eso. Dije insegura y recuperando la compostura tras mi ahogamiento.
M: Si algún día te animas a probarlo no dudes en llamarme. Guiño su ojo. Tienes mi número y tenemos un café pendiente, podemos cambiar el café por algo más divertido. Dijo seductoramente.
L: No podría usarte de esa manera, no querría lastimarte.
M: No me estarías usando si yo me ofrezco. Dijo acercándose más a mí. Además, no te dejes guiar por las apariencias, podré verme tierna a inocente, pero puedo cuidar de mi misma.
L: No lo dudo.
Terminamos los cigarros y cada quien regresó a su respectiva mesa. Estaba sentada en un banco alto, bebiendo mi cerveza y platicando con una amiga de Gerardo, cuando vi que Manola y sus amigas se preparaban para irse del bar y se acercó a despedirse.
M: Mis amigas quieren ir a un antro cerca de aquí, ¿quieres acompañarnos? O podemos ir a tomar ese café a mi casa, tengo casa sola. Se colocó entre mis piernas y habló en un tono cautivador .
L: Gracias, Manola, pero no creo que deba. Tal vez otro día.
M: Espero que así sea, ya llevo esperando tiempo, puedo esperar más. Dijo colocando su mano sobre mi pierna, instintivamente mi mano se colocó en su cintura. Sabes cómo contactarme si cambias de opinión.
Al despedirse me dio un beso cerca de la comisura de los labios y yo me quedé sentada sin saber cómo responder. Gerardo al ver esto, alzó una ceja y me mostró un pulgar para arriba.
L: No es lo que crees. Le dije mientras me acercaba a donde estaba.
G: ¿Ah no? Porque a mí me pareció ver a una chica muy linda coquetear contigo. ¿Acaso mi mirada me falla?
L: No, pero no estoy interesada.
G: Eso puedes pensar, pero tu cuerpo me dice otra cosa. Colocaste tu mano en su cintura y tu boca estuvo a punto de responder a ese beso. Tal vez no te diste cuenta, pero te estoy diciendo lo que vi.
Me quedé en silencio tratando de recrear el momento en mi cabeza, con el fin de recordar si hice lo que Gerardo decía y tenía razón.
L: Puede ser, pero aun así no siento nada por ella.
G: Si sientes algo por ella, se llama atracción. No tienes que enamorarte o tener una relación con cada persona que te guste, Lisa. A veces solamente hay atracción física y debes darte la oportunidad de dejarte llevar. Antes, en varias ocasiones, llegaste a besar a un hombre que conocías en un antro y sólo era diversión, con las mujeres es igual, no todas buscan una relación sino también diversión de una noche.
L: Sé que tienes razón y considero a Manola una chica muy bonita, pero no estoy lista para involucrarme con nadie, ni siquiera físicamente. Necesito más tiempo.
G: Tómate tu tiempo, tú sabrás cuando estés lista, solamente no te reprimas a actuar si llegas a sentir algo.
L: ¿Cuándo te volviste tan sabio? Bromeé.
G: Siempre he sido sabio, solo que antes no necesitabas de mi consejo, normalmente era yo el que necesitaba de ti. Dijo con una sonrisa.
L: Gracias por todo. Le di un abrazo.
J: Cuidado con esas manos, ese hombre es mío. Bromeó.
Regresé a mi casa y por primera vez desde que todo había terminado con Pamela, mi mente me dio un momento de paz y me permitió dormir tranquila. Mi cuerpo necesitaba el descanso y el domingo me levanté casi a la 1 de la tarde, comí en casa y descansé el resto del día.
Preparé mis cosas para el día siguiente y antes de dormir me prometí a mí misma que haría el esfuerzo de sacar a Pamela de mis pensamientos y seguir adelante, por más difícil que pudiera ser.
Angiehot, muchas gracias por tu comentario. Espero sigas disfrutando de esta historia tanto como siempre. ¡Besos y abrazos!
Weter0, me alegra saber que la espera haya valido la pena. Creo que con este capítulo te darás cuenta de los planes que comentaba para Manola. En cuanto a por qué Sara tiene ese efecto en Pamela, creo que se debe a que hay personas que marcan nuestra vida, lamentablemente no todas las veces es de una manera positiva y el daño que nos hacen es difícil de dejar atrás. ¿Qué opinas de eso? Un beso.
HombreFX Muy acertado tu comentario anterior, a veces cuando se presentan estas situaciones es mejor dar un tiempo para meditar, aunque en este caso no fue Lisa la que tomó la decisión. Gracias por tus comentarios y te mando un fuerte abrazo.
Sasia, es un gusto para mi comunicarme con ustedes a través de los comentarios, especialmente con comentaristas recurrentes como tú. Llenan de alegría mis días cuando veo que tienen algo que decirme. Espero sigas disfrutando de esta historia, muchos abrazos para ti.
Polo, solo el tiempo dirá si esta situación se solucionará. Lamentablemente no todo es color de rosa y me parece importante también narrarles esta parte de la relación que ustedes tanto han llegado a conocer y apreciar. Saludos y un beso.
Sofía, no te preocupes por el olvido, sólo espero no vuelva a pasar pues me gusta mucho leer tus comentarios. Muchos besos y abrazos para ti, nos estamos leyendo.
Fabiola, me alegra mucho saber que esta historia tiene un impacto tan grande y positivo para ti. Como dices, a pesar del sufrimiento de Lisa, es imposible odiar a Pamela, pues todo viene desde una situación muy difícil para ella y finalmente ella quiere lo mejor para Lisa. No me gusta poner "spoilers" así que solo te diré que muy pronto volverás a saber de Jimena. ¡Te mando muchos abrazos!
Anonymus, ¿dónde estás? Extrañando tus comentarios, al igual que los de coriosidad, tifoxigotox y mis demás nuevos comentaristas. Espero saber de ustedes en esta entrega. Igualmente quiero motivar a mis lectores que aún no comentan a que lo hagan, me encanta saber sus comentarios y opiniones. Besos a todos.