Mi mejor amiga 15

Las cosas toman un giro inesperado.

El maravilloso fin de semana que había vivido me había brindado mucha energía para empezar la semana con el pie de derecho y la mejor manera de hacerlo sería manteniéndome fuerte y saludable en el gimnasio.

Me sentía llena de vigor y eso se reflejó cuando superé mi mejor tiempo de la caminadora y con el resto de mi rutina me sentía más fuerte que nunca. Recibí un par de cumplidos sobre mi desempeño y recalcaron la presencia de “cierto brillo” que irradiaba.

Si al llegar me sentía de maravilla, al terminar mi ejercicio me sentía aún mejor. Después de un placentero baño, comencé a vestirme y de pronto escuché una voz a mis espaldas.

M: ¡Por Dios, Lisa! ¿Qué te ha sucedido en la espalda? Dijo sumamente sorprendida.

Había intentado ser discreta sobre las marcas de mi espalda al haber usado una playera de media manga en vez de mi tradicional top deportivo. Durante mi baño no tenía nada de qué preocuparme y no había nadie cerca de mí mientras me vestía por lo que no me esperaba que alguien se fuera a percatar de mis lesiones.

Únicamente vistiendo mi ropa interior, voltee a ver a Manola, quien tenía sus ojos sumamente abiertos.

L: Hola, Manola. Dije sonrojada. No te vi en el gimnasio. Intenté cambiar de tema.

Sin mayor aviso, Manola se acercó a mí y se colocó detrás de mi e inesperadamente sentí su mano sobre mi espalda. La recorrió lentamente y aún conmocionada me dijo:

M: ¿Cómo te has hecho estas marcas?

L: ¿Realmente quieres saber? Mi tono de voz fue involuntariamente seductor.

Sin embargo, eso fue único que Manola necesitó para caer en cuenta de la razón de mis heridas de pasión.

M: Wow, debe haber sido una experiencia… intensa. Esa última palabra salió con dificultad de su boca.

L: Sin duda lo fue. Reí mientras terminaba de vestirme.

M: ¿Te duelen?

L: Ya no, ayer habían algunas que todavía estaban algo sensibles.

M: ¿Te molesta si pregunto con qué te las hicieron?

L: Con una fusta. Es la vara como con la que golpean a los caballos. Elaboré mi respuesta pues la vi sumamente confundida. Aunque los más profundos son rasguños.

Tomé mis cosas, coloqué mi mano sobre el hombro de Manola, le dije: “Nos vemos mañana” y me marché dejándola atónita y asimilando lo que acababa de escuchar y ver.

Mi buen humor se mantuvo durante mi día laboral, lo que hizo que el tiempo transcurriera rápidamente y al darme cuenta ya iba de regreso a mi casa y aproveché a llamar a Pamela.

P: Hola, amor.

L: ¿Cómo estás, hermosa?

P: Yo estoy de maravilla, aunque las cosas aquí en la oficina no tanto.

L: ¿Por qué lo dices?

P: Mi jefa me tiene trabajando en un unos análisis, que la muy idiota, (Dijo esto último en voz baja) olvidó que tenemos que presentar el miércoles. Además decidió que era mi culpa pues la confundí al no haber ido el viernes. ¿Puedes creer la excusa tan ridícula?

L: No lo puedo creer, lo siento, hermosa. ¿Entonces hoy saldrás tarde de trabajar?

P: Ya no la aguanto y así es, lamentablemente. No me puedo ir hasta que acabe.

L: Espero acabes pronto, por favor avísame cuando salgas y llegues a tu casa.

P: Si, mi amor. Gracias, te amo.

L: Yo a ti.

Al llegar a mi casa, llamé a Gerardo para ver si quería ir a cenar y ponernos al corriente. Esta noche estaba ocupado, pero nos organizamos para al día siguiente.

Cené en mi casa con mis padres y me preparé para dormir. Vi un momento la TV mientras esperaba a que Pamela me avisara que ya había salido de trabajar, sin embargo, caí dormida.

Al día siguiente, vi los mensajes de Pamela y le respondí con un mensaje de buenos días. Mi día no fue muy diferente al anterior, a excepción de que mi jefe, Ignacio, me comentó que tendría que seguir viajando esporádicamente a Los Ángeles para dar seguimiento a nuestro proyecto.

No me desagradaba en lo absoluto viajar de vez en cuando, aún si era por razones laborales, había disfrutado mi visita anterior y estaba segura de que nuevamente podría aprovechar las próximas visitas.

Saliendo de trabajar me dirigí al restaurante donde cenaría con Gerardo, al llegar, ya me estaba esperando. Lo saludé y antes de que me sentara, me sostuvo por los hombros y movió ligeramente el cuello de mi camisa.

G: ¿¡Eso es un chupetón!? Gritó emocionado.

L: Puedes bajar la voz. Me arreglé el cuello para cubrirlo nuevamente.

Ya que había sido descubierta, le conté sobre mi fin de semana. Lo hubiera hecho de todos modos, ya que Gerardo y yo no nos guardábamos secretos y contábamos con nuestra absoluta confianza.

G: Me has dejado sin palabras. ¿Quién eres y qué has hecho con Lisa?

L: No es para tanto. Dije sonrojándome.

G: ¿No es para tanto? Hace unos meses eras una pequeña bicuriosa y ahora eres toda una lesbiana experienciada.

L: Sabes que no me gustan las etiquetas. Dije seriamente. Pero… Fui interrumpida por mi celular sonando.

L: ¿Hola?

P: Hola, guapa. ¿Qué tal la cena con Gerardo?

L: Muy bien, mi amor, apenas ordenamos. ¿Tu qué tal?

P: Salúdalo de mi parte. Bien, ya saliendo de la oficina. Se escuchaba cansada.

L: También te manda saludos. Que llegues bien a tu casa.

P: Gracias. Hizo una pausa. Antes de que se me olvide, estamos invitadas el sábado al cumpleaños de Olivia. Se hizo silencio. No tenemos que ir si no quieres. Agregó.

L: ¿Tú quieres ir?

P: Si me gustaría. Aunque ya se aclaró todo, sé que puede ser incómodo para ti y si es así, no me importa faltar.

L: Suspiré. Vamos, veamos cómo se dan las cosas y si se ponen tensas nos vamos. ¿Qué te parece?

P: Trato. Disfruta tu cena, hablamos mañana.

L: Te amo, buenas noches.

P: Yo más.

Le platiqué a Gerardo sobre la invitación del fin de semana y reaccionó de la misma manera que yo lo hice.

G: Aunque ya se aclaró todo, no me da buena espina esa pelirroja.

L: A mí tampoco, pero no se me haría justo con Pamela que no fuéramos y aún menos la dejaría ir sola, debo de ver por mis propios ojos que Olivia se comporte de ahora en adelante.

G: Tienes razón.

Terminamos de cenar y ya nos habíamos puesto al día sobre lo que había sucedido desde la última vez que nos vimos. Pagamos la cuenta y cada quien se marchó a su casa. Cuando llegué, le envié un mensaje a Pamela y rápidamente caí dormida.

Al día siguiente, la rutina del gimnasio fue la misma de siempre, cerrando con una amigable conversación con Manola.

L: No te vi ayer, por un momento pensé que te había espantado y ya no te vería. Bromeé.

M: No me espantaste, solo me sorprendí, no te conozco muy bien pero no me dabas la impresión de ser alguien que le gustara el sexo rudo. Rio mientras se sonrojaba. Pero no fue por eso que no vine.

L: Me alegra no haberte espantado. Sonreí . ¿A ti te gusta?

M: ¿Qué? Preguntó confundida.

L: El sexo rudo.

M: Oh… No te sabría decir, no tengo mucha experiencia en esa área. Dijo apenada. Pero sin duda lo probaría alguna vez, con la mujer correcta, claro.

Me quedé en silencio por un momento, Manola nunca había dicho explícitamente sus preferencias sexuales y por más que lo suponía, fue interesante tener confirmación a la sospecha.

M: ¿El gato te comió la lengua? Bromeó.

L: Lo siento, me distraje por un momento. ¿En qué área te falta experiencia? ¿Las mujeres o el sexo rudo? Traté de disimular mi curiosidad.

M: El segundo. En el área de las mujeres, debo aceptar que tengo bastante práctica. Me miró de manera pícara.

La conversación estaba empezando a subir de nivel y me pareció pertinente detener ahí mismo las cosas, antes de que pudiera haber algún malentendido. No querría que Manola pensara que estaba coqueteando con ella, cuando sólo estaba teniendo una conversación con ella.

Sin saber qué responder, tomé mis cosas y le dije:

L: Nos vemos mañana, Manola. Un gusto conversar contigo.

M: Igualmente, aunque no nos veremos mañana ni el resto de la semana, no podré venir. Antes de que pudiera responder algo, siguió. No me extrañes demasiado. Beso mi mejilla y salió de los casilleros.

En la noche, mientras cenaba en el departamento de Pamela, le conté lo sucedido con Manola.

P: Vaya, parece que la inocente Manola no es tan inofensiva como creíamos. Dijo sorprendida.

L: Lo sé, aunque aun así no creo que vaya a cruzar ningún límite conmigo, de todos modos no lo permitiría.

P: Eso no lo dudo, mi amor. Me dio un pico en los labios. Estoy exhausta y adolorida de estar tanto tiempo sentada durante el día. Dijo esto seguido de un bostezo.

L: Será mejor que me vaya, para que puedas descansar.

P: Pero tampoco quiero que te vayas. Dijo a manera de puchero.

L: ¿Qué te parece si te hago un masaje y después ya me voy?

Pamela lanzó una mirada escéptica ante mi propuesta.

L: Solo masaje, lo prometo. Sonreí. Sino esto se puede alargar mucho y yo también debo regresar temprano a casa.

P: De acuerdo.

Nos dirigimos hacia su recámara, Pamela retiró su ropa y se recostó desnuda a excepción de su tanga, sobre su cama.

Puse un poco de aceite sobre su espalda y comencé a frotar lenta y firmemente. Mientras realizaba el masaje, Pamela soltaba pequeños suspiros y gemidos de placer.

L: Por cierto, ¿qué ha sido de Mónica y Octavio?

P: Mismo drama, aún no se han visto para hablar las cosas, se están dando un momento para pensar las cosas.

L: Pobre Mónica. Hablando de ella, ¿dónde está?

P: Salió a cenar con una amiga, no creo que tarde en regresar.

Mis manos recorrieron todo el cuerpo de Pamela y al ver que se hacía tarde decidí que era hora de terminar el masaje.

P: Deja me pongo la pijama y te acompaño a la puerta.

L: No es necesario, yo puedo salir sola, tu quédate recostada.

P: Quiero hacerlo, conejita. Dame un momento.

Pamela se puso de pie y sacó de un cajón un pantalón de pijama y una playera. Tardé unos segundos en reaccionar a lo que veía.

L: ¿Acaso esa es mi playera? Exclamé sorprendida.

El rostro de Pamela se iluminó por una sonrisa tan traviesa y tierna que no pude seguir con mi reclamo.

P: Si. Dijo besándome. Es mi pijama favorita. Sonrió.

L: Eres una pequeña ladrona. La aventé sobre su cama, me senté sobre ella y le hice cosquillas.

P: Tenía que quedármela, olía a ti y quería tener algo tuyo.

Aún sentada sobre Pamela, la besé con cariño durante unos segundos y me separé.

L: Eres muy linda. Dije mirándola a los ojos. Aunque pudiste habérmela pedido. Reí.

P: Lo sé, pero no podía arriesgarme a que te negaras. Me gustó demasiado.

L: No hay nada que te pueda negar. Continué besándola.

Después de unos minutos de besos, abrazos y caricias, llegó el momento de que regresara a mi casa y dejara a Pamela descansar.

El resto de la semana transcurrió rápidamente pero sin ninguna novedad. Ya era viernes por la noche y estaba llegando a su departamento para recogerla e irnos a cenar con mi amiga Karina y su novio.

Karina había estado insistiendo en una cita doble desde que se enteró que salía con Pamela, ambas al estar muy ocupadas no habíamos podido coincidir en una fecha para vernos.

Karina es una muy buena amiga de la carrera, en aquel entonces, hacíamos casi todos los trabajos en equipo juntas. Éramos muy compatibles en ese aspecto, sin embargo no podíamos ser más diferentes. Yo soy una persona muy social y extrovertida, Karina por el otro lado es sumamente reservada. Lo que para mí era deporte y vida saludable, para ella era excesos de alcohol, cigarros, comida chatarra y cero actividad física.

En fin, podría seguir con las comparaciones, pero lo importante de nosotras era que a pesar de esas diferencias nos respetábamos y eso generó una gran amistad.

Usualmente me podría caracterizar como una persona muy puntual, sin embargo esta vez llegamos un poco tarde pues tuvimos un contratiempo y con contratiempo me refiero a un rapidín en el coche.

Tan pronto nos habíamos subido al coche, Pamela había comenzado a tentarme frotando su mano sobre mi pantalón. Como era de esperarse, las cosas no se quedaron sobre la ropa y la excitación había aumentado en ambas, por lo que tuve que orillarme y saciar nuestra necesidades.

Ambas en el asiento trasero comenzamos a besarnos apasionadamente. Pamela sentada sobre mí, había facilitado todo al estar usando una falda, yo por el otro lado, fue más sencillo que me quitara los pantalones y con éstos mi ropa interior.

Pamela frotó su coño contra el mío, ella aún estaba usando su tanga, la tela agregaba fricción a los movimientos y nos estimulaba enormemente. Aceleró sus movimientos y ambas comenzamos a gemir fuertemente.

Pocos segundos después tuve un fuerte orgasmo mientras que Pamela continuaba montándome, gritando y gimiendo, no fue mucho después que culminó y se recostó sobre mí.

Después de un momento para reponernos, mientras nos arreglamos para llegar a nuestra cita, me dijo:

P: Hicimos un desastre. Decía mientras limpiaba con un pañuelo el asiento que tenía marcas de nuestros jugos y sudor. Mi tanga está empapada.

L: Lástima, tendrás que estar sin ella. Dije con ironía.

Terminamos de arreglarnos y llegamos al restaurante 20 minutos tarde. Saludamos a Karina y a su novio que ya tenían bebidas en la mesa y nos sentamos.

L: Disculpen la tardanza.

K: No te preocupes, lo importante es que están aquí. Él es mi novio Eric.

L: Mucho gusto.

E: Igualmente.

Conversamos y tuvimos una agradable velada. Compartimos anécdotas de la universidad y conversamos sobre nuestros trabajos.

K: ¿A qué te dedicas, Pamela?

P: Soy analista de operaciones en una empresa farmacéutica.

K: Que curioso, yo también trabajo en una empresa farmacéutica, creo que es un área muy interesante, ¿no lo crees?

P: Lo es, pero creo que no estaré ahí mucho tiempo. Mi jefa me está volviendo loca, prácticamente hago su trabajo y el mío.

K: Puedo investigar si donde trabajo hay alguna vacante, estoy segura de que estarán felices de tener a alguien como tu trabajando ahí, más si cuentas con experiencia en el área.

P: Te lo agradecería mucho. Dijo animada.

Terminamos de cenar, nos despedimos y me dirigí al departamento de Pamela para regresarla. Durante el trayecto, pregunté:

L: ¿Cómo está el plan de mañana?

P: El plan es tomar unas copas en casa de Olivia y después salir a un antro.

L: ¿A qué hora quieres llegar?

P: Citó a las 7, pero podemos llegar después de las 8. Podemos cenar en mi casa, de ahí irnos y te puedes quedar a dormir.

L: Perfecto, entonces llego a tu casa a las 7, a menos que quieras venir a comer mañana conmigo y mi familia.

P: No veo por qué no, avísame mañana en qué quedas con tus papás.

Dejé a Pamela en su casa y regresé a la mía. Saludé a mi papá, quien estaba en la sala de TV y me fui a dormir.

Al día siguiente, Pamela llegó a mi casa para comer conmigo y mis papás. Daniela y René no nos acompañaron pues tenían un compromiso, así que solo fuimos nosotros 4.

Mi mamá y Pamela estaban formando un lindo vínculo y era muy agradable poder compartir con ellas esos momentos. Mi papá por otro lado, al ser más serio no era muy expresivo, pero aun podía notar el cariño que había desarrollado por Pamela.

Al terminar de comer, Pamela y yo regresamos a mi casa para ir por mi ropa para la noche, mientras que mis papás se fueron al cine.

Estábamos en mi cuarto y Pamela me estaba ayudando a hacer mi maleta.

P: Te propongo algo. Dijo pensativa .

L: Dime.

P: Yo escogeré tu ropa para hoy y tú puedes escoger la mía.

L: Tenemos un trato. Sonreí.

Me quedé recostada sobre la cama mientras Pamela husmeaba mi armario. De pronto, sacó una sudadera y la echó a mi maleta.

L: Creí que iríamos de antro, no que sería algo tan casual. Dije con una risa.

P: Tengo otros planes para esa sudadera, no te preocupes.

Pamela había sacado dos posibles atuendos: Un vestido pegado de color rojo con negro o unos leggings con una ombliguera dorada, ambos con zapatos de tacón negros.

P: Hmmm, no estoy segura. Decía mientras contemplaba las dos opciones. Siempre te ves hermosa de vestido, pero me encanta que presumas tu cuerpo, especialmente tu abdomen.

L: A mí me gustan ambas opciones, conoces bien mi estilo.

P: Será la segunda opción. Uno nunca sabe cuándo surjan los body shots y no quiero perderme oportunidad de tomarlo de tu cuerpo.

Se recostó junto a mí y una vez que preparamos el resto de la maleta nos marchamos a su casa.

Una vez que llegamos a su casa, nos encontramos con Mónica.

M: Hola, chicas.

L: ¿Qué hay, Moni? ¿Cómo va todo?

M: Todo bien. Dijo sin convicción. ¿Listas para la noche?

P: Si, vamos a cenar algo, ¿nos quieres acompañar?

M: No, gracias. Tengo que terminar de arreglarme, Octavio pasará por mí para que cenemos algo.

L: ¿Qué ha pasado entre ustedes? Pregunté con curiosidad.

M: No hemos hablado mucho, pero las cosas se han tranquilizado. Hoy no es momento para tener ese tipo de conversaciones, quiero disfrutar del evento, tal vez mañana sea el momento de aclarar las cosas de una vez por todas. Se dirigió a su cuarto. Nos vemos al rato. Cerró la puerta.

L: ¿Qué te parece si yo caliento la cena mientras tú te bañas?

P: Me parece bien, mi amor, gracias.

Mientras Pamela se metía a la regadera, fui a la cocina a dejar todo listo, después me dirigí a su cuarto y escogí su atuendo para la noche. Escogí un vestido de un hombro de color negro con plateado.

Estaba por empezar a desvestirme, cuando escuché que Pamela salía de la regadera y se me acercaba vistiendo únicamente su toalla.

P: Déjame ayudarte. Dijo seductoramente.

Se colocó frente a mí y sus manos se dirigieron al botón de mi pantalón. Pude oler su shampoo de coco pues su cabeza se encontraba a la altura de mi nariz, era un aroma muy agradable.

Bajó el cierre y descendió lentamente mis pantalones hasta mis tobillos, ella se quedó hincada, mirándome. Estaba esperando el momento en el que llevaría su boca hacia mi entrepierna, pero se levantó nuevamente.

Tomó mi blusa de los bordes y la retiró con delicadeza a través de mi cabeza. Colocó sus manos sobre mi abdomen y suavemente lo acarició. Llevó una de sus manos hacia mi cuello y me plantó un gran beso.

Se puso de puntillas para que su boca quedara a la altura de mi oído, susurró: “Lista” y besó mi mejilla.

Sentía como caía una cascada entre mis piernas, la sensualidad con la que Pamela me había desvestido, me había excitado al punto en el que pensaba que podría tener un orgasmo en ese preciso momento.

L: Eres terrible. Exhalé fuertemente.

P: Te prometo que después de la fiesta te lo compensaré.

L: Más te vale. Tomé su mano y la metí en mi ropa interior. Porque no me puedes dejar así.

P:¡Mi amor! Dijo sorprendida ante la humedad que sintió de mi coño.

L: ¿¡Qué te sorprende!? Esto es obra tuya.

P: Ya me dio hambre. Se llevó los dedos húmedos a la boca. Vamos a cenar.

Se puso una diminuta bata azul que apenas cubría su trasero y se dirigió a la cocina. Yo volví a colocarme mis pantalones e hice uso de la sudadera que Pamela había empacado.

Cenamos y regresamos a vestirnos. Una vez listas, tomamos un taxi hacia casa de Olivia. Tocamos el timbre y ella salió a recibirnos, en una primera instancia se hizo un momento de silencio incómodo.

P: Feliz cumpleaños, Liv. Le dio un abrazo.

O: Gracias, Pame.

L: Muchas felicidades. Dije secamente.

O: Gracias, qué bueno que vinieron. Hizo una pausa. Quería disculparme con las dos, a pesar de que ya hablé con Pamela, estoy algo avergonzada por cómo me comporte y… La interrumpí.

L: Dejemos las cosas en el pasado. Dije firmemente. Agradezco tu disculpa, pero hoy es tu cumpleaños y se trata de que disfrutes. Sonreí y sentí que Pamela apretaba ligeramente mi mano.

O: Gracias, Lisa. Pasen, por favor y sírvanse algo de tomar.

P: Gracias, mi amor. Susurró en mi oído.

Seguíamos tomadas de la mano cuando comenzamos a caminar entre la gente, mientras saludábamos y nos dirigíamos a donde estaban las bebidas. De pronto, Pamela se se detuvo súbitamente, soltó mi mano y dijo: “Carajo.”

L: ¿Qué pasa, hermosa?

P: Mi ex está aquí. Dijo preocupada.

Seguí la mirada de Pamela y no fue difícil identificarla, estaba sentada en un sillón con una chica a cada lado que la miraban con asombro, como si fuera una celebridad.

Su nombre es Sara y debo aceptar que es muy atractiva. Al igual que Pamela, tiene el cabello rubio, sin embargo ella lo tiene lacio y corto, en una especie de corte de hombre con el pelo alborotado, pero de ninguna manera se veía masculina. Sus ojos son cafés, tiene una nariz respingada y labios delgados.

También tiene buen cuerpo, medirá unos 5 cm menos que yo (165 cm) es delgada aunque no de una manera atlética, senos pequeños pero bien formados y un pequeño trasero redondo. Vestía un pantalón negro y una camisa blanca que ligeramente revelaba la ausencia de un brasier.

Más allá de su apariencia, lo que le distinguía era la manera en la que se comportaba, se notaba segura de sí misma y e irradiaba una confianza que atraía a las personas hacia ella y le encantaba la atención que recibía.

Antes de que Sara pudiera ver a Pamela, ésta rápidamente me jaló hacia la mesa de las bebidas y se preparó algo de tomar. De pronto llegó Mónica a saludarnos.

P: ¡Wey! ¿Por qué no me dijiste que estaba Sara?

M: Si lo hice, te envié un mensaje. Dijo confundida.

P: ¿Qué? Comenzó a hurgar en su bolsa. Carajo, debí haberlo olvidado.

L: Tranquila, amor. Puse mi mano sobre su hombro y la giré hacia mí. Mírame.

Pamela no me miraba a los ojos y seguía sumamente nerviosa, debo aceptar que no me agradaba nada verla en ese estado, especialmente cuando era provocado por su ex.

L: Mírame, Pame. Dije con firmeza. Se lo que ella representa para ti, pero no puedes ponerte en este estado. Ella es pasado, hoy estás conmigo y sea lo que sea que te tiene así, no permitiré que te pase nada.

P: Lo sé, mi amor. No sé qué es lo que me sucede, pero tienes razón. ¿Podemos ir afuera?

Salimos al jardín y nos sentamos en una mesa con Mónica, Octavio y Tere. Comenzamos a conversar y Pamela cada vez se notaba más tranquila y relajada. Me ofrecí a ir a rellenar los vasos para evitar que Pamela volviera a ver a Sara.

Regresé y seguimos conversando todos juntos. De pronto, todo sentido de calma se vio interrumpido cuando vi que Sara salía al jardín a fumarse un cigarro, vio a Pamela y se acercó.

S: Vaya, vaya. ¿A quién tenemos por aquí?

Sorprendentemente la Pamela nerviosa y evasiva de momentos atrás, no se presentó, en cambio una postura algo engreída y segura apareció.

P: Ah, Sara. No te había visto. Dijo apenas mirándola.

S: Yo creo que si lo hiciste. Dijo de manera arrogante. ¿Puedo conversar contigo?

P: Lo siento, estoy con mis amigos y mi novia.

Rápidamente la mirada de Sara se fijó en mí, que estaba tomada de la mano de Pamela. Pensando que haría un comentario petulante, se acercó a mí y me estrechó la mano.

S: Sara, mucho gusto.

L: Lisa. Estreché su mano.

S: En otro momento será. Levantó su vaso a manera de brindis y se retiró.

Momentos después la mayoría de las personas se encontraban en el jardín, Sara y sus fanáticas incluidas.

Después de varios intentos, Pamela finalmente accedió a hablar con Sara, con la condición de que fueran “5 minutos y ni uno más.” Se movieron a un lugar más privado para hablar y la perdí de mi vista. Pasados más de 5 minutos, regresó Pamela.

Le pregunté qué es lo que había sucedido y si estaba bien, ella respondió evasivamente y me dijo que en otro momento lo hablaríamos. Sin embargo, a partir de ese momento, Pamela comenzó a beber demasiado y rápidamente se había emborrachado.

Pamela podía ver al resto de las personas, yo por el otro lado, únicamente tenía a la vista a Pamela y a la pared sobre la que estaba recargada. Estaba tratando de convencerla de que dejara de tomar puesto que no estaba en un buen estado, a la mitad de mi enunciado, Pamela comenzó a besarme.

No fue un beso tierno, fue muy avorazado y para nada el estilo de expresiones de afecto a las que estábamos acostumbradas a hacer en público. Nos separé y noté que la mirada de Pamela estaba en otro lado, miré a mi espalda y me percaté que miraba hacia donde estaba Sara.

L: ¿Es en serio, Pamela? Dije algo molesta.

Sin responder, reingresó a la casa y cuando llegué a donde estaba, la vi tomándose un shot de tequila.

Salí de nuevo al jardín y me quedé recargada en la pared en la que Pamela había estado. Minutos después, Pamela salió a buscarme, tomó mi mano y se acercó a mí.

P: Ya, mi amor, dame un beso.

Pensando en que Pamela quería dejar bien las cosas entre nosotras, accedí y le di un pico en los labios.

P: Un beso de verdad.

Pamela se acercó de nuevo y comenzó a besarme, primero tiernamente y sin aviso, las cosas se tornaron bruscas de nuevo. Su mano comenzó rápidamente a recorrer mi cuerpo, tocaba mi abdomen y estaba por meterse debajo de mi ombliguera mientras que la otra detenía su trago.

L: Para. La palabra apenas salió de mi pues la lengua de Pamela estaba invadiendo mi boca.

Intentaba separarla, pero era muy insistente.

L: ¡Basta, Pamela! Dije en voz alta. ¿¡Qué carajos!?

Logre distanciarla dándole un pequeño empujón. De pronto, Pamela me arrojó su trago encima, vi sus ojos llenos de arrepentimiento pero se fue velozmente.

Entre las personas que observaron la escena, estaba Sara mirándonos y cuando Pamela pasó junto a ella, le dijo “¡No has cambiado nada, Pamelita!” Posteriormente me miró y se encogió de hombros.

Ingresé a la casa, tome mi bolsa y cuando me dirigía a la salida le dije a Mónica: “Cuídala, por favor”, salí rápidamente y esperé a que mi taxi llegara por mí.

Una vez en el trayecto, le envié un mensaje a mi papá para avisarle que iba camino a casa. Al llegar, mi padre me estaba esperando despierto.

Papá: ¿Estás bien, hija? Preguntó al ver mi ropa mojada.

L: Si. Mentí.

Papá: ¿Qué pasó? Pensé que hoy te quedarías con Pamela.

L: No quiero hablar del tema, papá. Dije decaída.

P: Entiendo, aquí estaré cuando estés lista. Me dio un abrazo.

L: Gracias. Contuve mis lágrimas.

Me quité la ropa, me puse la pijama y mientras estaba recostada, comenzaron a brotar lágrimas de mis ojos. Me sentía terrible por haberme ido, pero era lo mejor que podía hacer para evitar empeorar la situación.

Quería entender a Pamela, pero no lograba (y me dolía) pensar que su ex todavía tuviera tanto poder sobre ella. Quería pensar que nuestra relación era tan fuerte que nada se interpondría entre nosotras, pero no parecía ser el caso.

Mientras mis pensamientos deambulaban, empezó a sonar mi celular, vi la pantalla y era Mónica.

L: ¿Hola?

M: ¿¡Lisa!? Gritaba pues se escuchaba música fuerte de fondo.

L: ¿Qué pasa, Moni? ¿Está bien Pamela?

M: Perdón que te llame, pero no sabemos qué más hacer.

L: ¿Qué pasa? Tengo problemas para escucharte.

M: Aguarda. Hizo una pausa y después de unos segundos se escuchaba más tenue la música. ¿Me escuchas mejor?

L: Si, ¿está todo bien?

M: Pamela está muy mal, está encerrada en un baño en el antro y se niega a salir. Está pidiendo por ti, hemos intentado de todo pero no sabemos qué hacer.

L: ¿En qué antro están? Suspiré con desgana.

M: Estamos en Love. Se hizo una pausa. ¿Lisa?

L: Llego en 30.

Me vestí rápidamente y avisé a mi papá que saldría, le dije que no me esperara y no se preocupara.

Cuando llegué al lugar, Mónica ya estaba esperándome en la entrada y convenció a los cadeneros de dejarme pasar. Me guio hasta el baño y vi que Tere estaba ahí tratando de convencer a Pamela de que saliera.

Me acerqué y toqué la puerta.

L: Pame, soy yo, abre la puerta. Dije con seriedad.

P: ¿Lisa?

L: Si, vamos, sal de ahí.

La puerta del baño se abrió lentamente y vi a Pamela sentada en el interior, su maquillaje corrido y sus ojos rojos del llanto.

Se lanzó a mí, me pedía perdón repetidamente y sin más se derrumbó mis brazos. Con ayuda de Mónica, la sacamos del lugar y la llevé hacia mi auto.

M: Voy contigo.

L: Gracias, Moni.

La recosté en el asiento trasero, Mónica se fue con ella y manejé hasta su departamento. Al llegar, la cargué en mis brazos y la llevé hasta su recámara, la recosté sobre su cama, le quité los zapatos y la cubrí con la colcha.

Cuando iba hacia la salida, Mónica me interceptó.

M: ¿Estás bien? Dijo preocupada.

L: No lo sé. Dije con los ojos llenos de lágrimas.

M: Lo siento tanto, Lisa. Me dio un abrazo. No sé qué le sucedió, intenté detenerla pero…

L: Hiciste lo que pudiste, gracias por llamarme y por cuidarla. Me dirigí a la puerta.

M: ¿No te quieres quedar? Pueden hablar las cosas cuando se despierte.

L: No sé si puedo hablar ahora.

M: Lo entiendo. Hizo una pausa. Ella te ama. Añadió.

L: Yo también la amo, pero en estos momentos estoy rebasada por todo. Le di un beso en la mejilla. Adiós, de nuevo gracias por cuidarla. Salí por la puerta.

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Angiehot, me alegra tanto que hayas disfrutado de la entrega anterior y espero ésta también te haya gustado. Una sonrisa se dibuja en mi rostro cada vez que leo tu comentario en mis relatos, gracias por siempre escribir. ¡Muchos besos y abrazos!

Sasia, contestando a tu pregunta, considero que en cualquier relación ya sea hetero/homosexual se presentan tentaciones, al final somos humanos la belleza nos atrae, sin embargo, creo que lo que demuestra la fortaleza de una relación es el poder abstenerte de actuar ante esas provocaciones. ¿Qué opinas? Espero te haya gustado esta entrega. Un fuerte abrazo.

HombreFX, me gusta como piensas, cupido haha. Sin embargo, tengo otros planes para Manola, de los cuales pronto te enterarás. Te mando un abrazo y espero leerte pronto en los comentarios.

Coriosidad, nuevamente quiero agradecer las lindas palabras con las que te expresas sobre mi escritura, me alegra saber que sigues disfrutando de mis entregas y espero ésta te siga manteniendo interesado en la historia. ¡Besos! P.d. saludos a tu ex, espero que pronto se comunique.

Tifoxigotox, me alegra te haya gustado ese excitante capítulo, espero este capítulo también sea de tu agrado. Me pone muy contenta leerte en los comentarios. Un abrazo.

Eros, mi nuevo comentarista, gracias por tu extenso comentario, me emociona mucho saber todas sus opiniones sobre lo que escribo. Como mencionas, llegué a considerar el cambio de título pues sabía que el foco de atención de mis relatos se estaba desviando de Jimena, la mejor amiga. Debo aceptar que esto se debió a la parte de la realidad que está presente en mis relatos, Pamela se convirtió en la prioridad. Sin embargo no lo cambié pues no quería perder la continuidad y confundir a mis lectores. Por favor sigue comentando y expresando tus opiniones, te mando un fuerte abrazo.

Polo, me alegra sigas disfrutando de esta serie y espero seguir manteniendo tu interés en la historia, se vienen cosas buenas. ¡Saludos y besos!

Luis, mi otro nuevo comentarista, gracias por escribirme y me alegra mucho saber que te gustan mis relatos. Espero los sigas disfrutando y hazme saber de nuevo tu opinión, un abrazo.

Fabiola, aunque comentaste en el otro relato no quiero dejar de responderte pues me hace muy feliz leerte en los comentarios. Me alegra que disfrutes de esta serie y como dices, se avecinan más cosas, las cuales espero también disfrutes. Besos y abrazos.

A todos mis lectores y comentaristas, gracias por sus comentarios y valoraciones, sobre todo soy yo la que está agradecida de que continúen leyendo mis relatos. Debo aceptar que por un momento temí que al hacer tan extensa esta serie perderían el interés en lo que escribía, pero sus comentarios positivos me mantienen motivada para seguir haciendo entregas de calidad que todos ustedes disfruten. ¡Besos!