Mi mejor amiga 14
Lisa recibe su recompensa tras haber ganado su apuesta con Pamela.
El domingo fui a comer con mi familia, invité a Pamela, pero me dijo que tenía unas cosas que hacer así que nos veríamos más tarde. Casi a las 7 de la noche, recibí un mensaje de Pamela pidiéndome que la viera en su departamento.
Al llegar, me recibió con un cálido abrazo y me llevó hacia su recámara. No decía mucho, pero la notaba sumamente emocionada por algo.
L: ¿Me vas a decir qué te ocurre? Dije mientras me sentaba en la orilla de su cama.
P: Te tengo una sorpresa. Dijo con una enorme sonrisa en su rostro.
L: ¿Cuál? Dije intrigada.
P: Primero que nada, dime que no tienes planes para el fin de semana.
L: No lo creo, ¿podrías decirme ya de qué se trata? Dije desesperada. Me tienes muerta de curiosidad.
P: Conseguí una pequeña casa fuera de la ciudad para que pasemos juntas el fin de semana.
L: ¡Qué excelente noticia! Dije emocionada.
P: ¿Crees que haya manera de que salgas temprano de trabajar el viernes?
L: Puedo hablarlo con Ignacio, no veo por qué no.
P: Excelente, sería ideal para que podamos disfrutar más tiempo.
L: Que linda sorpresa, mi amor, gracias. La tomé de las manos y la acerqué a mí para darle un tierno beso.
Pamela se sentó sobre mí, mis manos sujetaban su trasero mientras nos besábamos afectuosamente. Su rubio cabello había caído sobre nuestros rostros y con una tierna risa, Pamela lo retiró y se separó de nuestro beso para mirarme profundamente a los ojos.
P: No hay nada que no haría por ti, ¿lo sabes?
Sus ojos azules brillaban con fuerza y yo estaba totalmente perdida en ellos.
De pronto, una pequeña risa rompió mi trance.
P: ¿A dónde te fuiste, amor? Acarició mi rostro.
La besé de nuevo y le contesté:
L: Yo también daría todo por ti.
Nos recostamos sobre la cama, mientras yo jugaba con su cabello, Pamela acariciaba suavemente mi brazo, ella sabía que era algo que me encantaba.
Nos quedamos acostadas por un largo momento y de pronto escuchamos que alguien tocaba la puerta de cuarto. Se empezó a abrir lentamente y antes de que el rostro de Mónica se asomara por la abertura, escuchamos:
M: ¿Se puede? Dijo en voz baja.
P: Si, pasa Moni. Dijo mientras se levantaba para sentarse recargada en la cabecera.
Entró Mónica con los ojos llorosos y se dirigió hacia Pamela, en cuanto la abrazó, se soltó en un llanto desconsolado.
P: ¿Qué pasa, Mónica? Dijo preocupada.
L: Creo que será mejor que me vaya, no quiero incomodar.
M: Está bien, quédate por favor. Podría usar también tu consejo. Dijo entre sollozos.
Después de un momento, Mónica recuperó la compostura y empezó a hablar.
M: He tenido una terrible discusión con Octavio, tan fuerte que no se si este es el fin de nuestra relación.
P: ¿Qué sucedió?
M: Estábamos solos en su casa viendo una película y comencé a besarlo, intentando que algo más sucediera. Pero prácticamente me hizo a un lado y me dijo que parecía adolescente hormonal, me sentí terrible. Sollozó. Hace una semana tuvimos relaciones, cuando me las encontré aquí, pero antes de eso tenía meses que no pasaba nada. Le dije que sentía que ya no le atraía, que nuestra vida sexual era inexistente y él solo me ignoró y me dijo que estaba loca, que eso no era cierto.
P: Lo siento tanto, Moni, ¿qué más te dijo?
M: Me dijo que había cosas más importantes en la relación que el sexo, estoy de acuerdo con eso, pero no entiendo por qué ya no lo hacemos en lo absoluto, le pregunté si había alguien más y cínicamente se rio de mí.
P: No lo puedo creer, jamás me esperé que Octavio actuara así.
M: Le pregunté por qué ya no estábamos teniendo momentos íntimos y me dijo que eso es lo que pasa en una relación tan monótona como la de nosotros. Pero yo no quiero que sea así, le dije que observara la relación que ustedes tenían, que no se pueden quitar las manos de encima pero también hay otras cosas y me contestó que si lo que quería era una relación como la suya que entonces me buscara a una mujer de novia. Que desde que se me metió a la cabeza su relación, no hago nada más que comprar la nuestra con la de ustedes y eso no es cierto, debo aceptar si envidiaba un poco su relación, pero solo porque quería algo así con Octavio.
P: Lo siento tanto Moni, no se ni qué decirte. Pamela me dio un codazo para que dijera algo.
L: Creo que está siendo un idiota, cualquiera querría estar con una chica como tú. Tal vez deban darse un momento y hablar las cosas con calma. Explícale cómo te hace sentir el que no esté teniendo relaciones contigo y que es algo que buscas para complementar su relación.
M: Gracias por escucharme chicas, lamento haberlas interrumpido.
P: No interrumpiste nada, solo estábamos descansando. Quédate con nosotras, veamos una película y para que veas que buena amiga soy, te presto a mi novia para que te recargues en ella, es sumamente cómoda. Rio. Solo cuidado con esas manos eh. Soltamos con una carcajada.
Preparamos palomitas y nos acostamos en la cama, yo estaba en medio de las dos y sin mayor aviso, sentí como Mónica recargaba ligeramente su cabeza sobre mi hombro, claramente tenía la necesidad de sentir el contacto con alguien más y quién era yo para negárselo y más si mi novia lo había permitido.
Al poco tiempo, Mónica cambió de posición y Pamela me rodeó con su brazo. Terminamos de ver la película y me regresé a mi casa.
El día siguiente, en el gimnasio, me topé con Manola, a quien tenía tiempo de no ver.
M: Hola, Lisa. Mucho tiempo sin verte. Dijo amablemente mientras caminábamos al área de cardio.
L: ¡Hola! Sí, no vine la semana pasada pues salí al extranjero por trabajo.
M: Que interesante, ¿a dónde fuiste?
L: A Los Ángeles.
M: Qué bueno, espero te haya ido muy bien.
L: Así fue, gracias. ¿Tú que tal?
M: Lo mismo de siempre, ir a la universidad y salir un poco.
L: ¿Qué estudias?
M: Gastronomía.
L: Que delicia, ¿alguna especialidad?
M: Comida italiana.
L: ¡Mi favorita!
M: Me encantaría cocinarte algo. Hizo una pausa incómoda. Digo a ti a Pamela, si quieren. Se sonrojó.
L: Gracias, eres muy linda en ofrecer.
Cada quien tomó sus respectivos caminos y antes de alejarme, noté que Manola movía su cabeza de un lado a otro y cubría su rostro con sus manos. Me pareció muy tierna la escena de verla tan avergonzada por la situación.
Al llegar al trabajo, me dirigí inmediatamente con Ignacio para hablar sobre el viaje a Los Ángeles. Después de una extensa junta, donde le di todos los detalles y el me dio mi retroalimentación por parte de la empresa, me dirigí a mi oficina, pero antes de marcharme le pregunté:
L: Oye Ignacio, quería ver la opción de trabajar únicamente medio día el viernes, tengo un emmm compromiso fuera de la ciudad y sería ideal salir antes.
I: No veo porque no, siempre y cuando acabes tus pendientes, hasta puedes pedir el día si no tienes trabajo. Estamos muy contentos con tu desempeño y queremos demostrártelo como podamos.
L: Muchas gracias, Ignacio.
Me puse a trabajar con velocidad pues estaba determinada a terminar todo para poder faltar todo el viernes. Al salir, llamé a Pamela para contarle sobre la posibilidad de tener más tiempo para disfrutar fuera.
La semana transcurrió con lentitud pues estaba muy apresurada con el trabajo, Pamela aceptó el sacrificio de no vernos tanto entre semana para que pudiera acabar todo lo necesario. Únicamente nos vimos el miércoles para cenar y acordamos que pasaría por ella el viernes a las 9:00 a.m.
Llegó el viernes, estaba esperando abajo del edificio de Pamela para que bajara y al verla salir, venía cargando dos maletas muy grandes.
L: Pensé que sólo nos iríamos el fin de semana, no que nos mudaríamos. Reí mientras me acercaba para ayudarle con una de las maletas.
P: No, esa no. Ayúdame con esta. Me entregó una maleta.
L: ¿Qué tanto traes? Pregunté extrañada por las maletas tan pesadas.
P: Sorpresas, yo puedo con esta, gracias.
Cerré la cajuela y emprendimos nuestro viaje en carretera para llegar a una amplia casa con alberca. El clima era ideal pues estaba soleado y hacía calor, metí mi mano y el agua estaba a la temperatura perfecta.
L: ¿Qué dices si nos metemos un rato a nadar? Después terminamos de desempacar.
P: De acuerdo, toma tu maleta y vete a cambiar, te alcanzo enseguida.
L: ¿Segura no quieres ayuda?
P: Me molestaría que por tu caballerosidad descubras tus sorpresas. Bromeó. Me las arreglaré, no tardaré, te veo en la alberca, amor. Me dio un pico en los labios.
Llevaba ya un rato en la alberca y Pamela no aparecía, escuchaba que hacía ruidos en el interior de la casa, pero no identificaba lo que hacía. Después de unos minutos, Pamela apareció con un bikini azul que combinaba a la perfección con sus ojos.
L: ¡Ya era hora! Grité alegremente.
Pamela sonrió y corrió a la alberca saltando de un chapuzón, al emerger del agua me echó un chorro de agua con la boca. Comenzamos a aventarnos agua y a perseguirnos dentro de la alberca.
Logré pescarla por su tobillo y la jalé hacia mí, la arrinconé en la esquina y comencé a besarla. Mis manos comenzaron a recorrer su cuerpo bajo el agua y empecé a desanudar la parte de arriba de su bikini.
L: No sé por qué nos molestamos en ponernos traje de baño, no hay nadie más.
P: Siguiendo tu lógica, tampoco debimos haber traído ropa para el fin de semana.
L: No me molestaría en lo absoluto verte así todos los días. Retiré su parte de abajo y aventé ambas prendas fuera de la alberca.
P: Ahora vas tú. Retiró mi bikini negro y lo lanzó junto al suyo.
El agua generaba una sensación muy placentera en nuestros cuerpos desnudos. Comenzamos a besarnos apasionadamente, Pamela se colgó de mí, sus pechos estaban presionados contra los míos mientras caminaba hacia la parte de las escaleras.
La coloqué en las escaleras y me senté sobre ella, Pamela comenzó a besar mi cuello y bajó hasta mis senos, sus manos comenzaron a recorrer el interior de mis muslos. La excitación iba aumentado y estaba lista para que Pamela hiciera contacto con mi sexo, sin embargo me movió y puso su pierna entre las mías. Con la ayuda del agua, le facilitó guiar mis movimientos para que mi coño se frotara con su pierna y empecé a moverme cada vez más rápido hasta que explotó el orgasmo en mi interior.
Me senté a su lado en la alberca mientras me recuperaba, cuando de pronto vi que Pamela se salía de la alberca, se secó un poco con la toalla y tomó nuestros trajes de baño.
P: Ven a la recámara, es hora de que te muestre tu sorpresa.
Vi como el cuerpo desnudo Pamela se adentraba en la casa y rápidamente la seguí.
Al llegar al cuarto, vi dos corsés negros sobre la cama junto con una inmensa cantidad de juguetes sexuales, entre los cuales había esposas, mordazas, un látigo, vibradores y un par de cosas más.
Me quedé boquiabierta ante las sorpresas que Pamela había preparado para mí.
P: ¿Qué opinas? Es hora de recibir tu premio, campeona. Dijo seductoramente.
L: Wow. Fue el único sonido que salió de mi boca.
P: Me alegra que te guste, ahora solo queda definir quién dominará primero.
L: Tu decide.
P: ¿Qué te parece si lo dejamos al azar? Águila empiezas tú, sol empiezo yo.
Lanzó la moneda al aire y al caer, vi una diabólica sonrisa dibujándose en el rostro de Pamela.
P: Yo empiezo. Me hizo un guiño. Debemos establecer las reglas, en el lugar donde compré todo me explicaron lo básico. Yo únicamente asentía, estaba paralizada de la excitación. Debemos definir nuestra palabra de seguridad, cuando alguien ya no pueda más deberá de decir la palabra y sólo con esa palabra la otra se detendrá, ¿de acuerdo?
L: ¿Cuál será tu palabra? Pregunté con curiosidad.
P: Aún no lo sé, ¿qué se te ocurre?
L: Mmm, la mía será esmeralda.
P: Muy preciso. Dijo mirando mis ojos de ese color. Entonces la mía será turquesa. Hizo una pausa. Empezaremos poco a poco, si en algún momento te sientes insegura di la palabra, pero te prometo que todo lo que haré es para tu placer, intenta no contenerte.
Mis ojos recorrían maravillados todo lo que había en la cama.
P: ¿Alguna duda, amor?
L: ¿Qué es esto? Levanté una pequeña bolsa transparente con unas pastillas.
P: Son una droga para intensificar el acto sexual, la vendedora de la sex shop me las dio de regalo por todo lo que compré. Podemos omitirlas si no te sientes cómoda, pero quería darte todas las opciones.
L: Tal vez en otro momento.
P: De acuerdo, mi amor. Empecemos entonces, colócate esta ropa interior mientras me cambio.
Pamela se retiró al baño y mientras yo deslizaba la ropa interior, mi cuerpo estaba abrumado por una sensación de miedo y excitación que apenas podía contener. El brasier que me puse era prácticamente transparente, por otro lado las pequeñas bragas eran apretadas y tenían algo dentro que estaba en contacto con mi sexo.
Inmediatamente sentí una fuerte vibración en mi coño (casi como un choque eléctrico), solté grito y vi a Pamela reír en la puerta del baño.
Pamela vestía uno de los corsés negros, el cual resaltaba enormemente sus pechos y le hacía ver una figura excepcional, usaba mayas de red negras y unos zapatos de tacón sumamente altos y puntiagudos.
P: Esto sí que será divertido. Sonrió de manera pícara. Las bragas que estas usando, tienen dos funciones: premiar o castigar, que es lo que acabas de sentir. Me mostró el aparato con el que lo controlaba . De ahora en adelante me llamaras ama, de no hacerlo ya sabes lo que pasara. ¿Entendiste?
L: Si.
De nuevo sentí un choque entre mis piernas.
L: Si, ama. Corregí.
P: Ahora, iremos a la alberca a que me recueste y me hagas un masaje de pies.
L: Si, ama.
P: Buena chica. Presionó el botón de premio y sentí una suave vibración que me llenó de placer. Ah y antes de que lo olvide… Tomó un collar de cuero y me lo colocó junto con su correa. Me moría de ganas por una mascota. Rio cínicamente. Caminarás en 4 a menos de que te indique lo contrario.
L: Si, ama.
Pamela jaló la correa y me llevó hasta la orilla de la alberca, se recostó y comencé a hacer un masaje de pies.
P: Tráeme un gin con agua tónica para beber. Tienes dos minutos.
Comencé a gatear hacia la cocina a toda velocidad, lo preparé y al venir de regreso sentí otro fuerte choque. “Ahhh.” Grité con fuerza.
P: Nunca dije que podías regresar caminando. Regresa hasta la cocina y vuelve como debes hacerlo.
Gatear con 3 manos mientras con la otra sostenía la bebida era más difícil de lo que creía. Estaba por salir, cuando escuché a Pamela contar de manera regresiva desde 10, se estaba agotando mi tiempo y aún estaba muy lejos. No logré llegar antes del cero, sin embargo no hubo castigo.
Le entregué a Pamela su bebida y tan pronto lo hice, sentí otro choque aún más extenso y doloroso, lo que hizo que cayera rendida al suelo.
P: No llegaste a tiempo, pero tampoco iba a permitir que tiraras mi bebida. ¿Tienes algo que decir?
L: Lo siento, ama.
P: Buena chica, que no se vuelva a repetir.
Cada vez que Pamela me hablaba como mascota me hacía mojar mis bragas, toda la situación me parecía totalmente excitante, desde la humillación hasta los castigos.
Me llevó hasta la cocina y comenzamos a preparar la comida, cada que tenía oportunidad, Pamela me castigaba o premiaba según determinaba.
Sentadas en la mesa, no pude evitar dejar escapar una pequeña sonrisa hacia Pamela sobre lo que estábamos haciendo, esperando que fuera a ser castigada por ello, me regresó una la sonrisa con un guiño. Claramente estaba disfrutando de la situación tanto como yo.
Terminamos de comer, lavé los platos mientras Pamela descansaba y al regresar a su lado, me dijo:
P: Lo has hecho muy bien, creo que es momento de pasar al siguiente nivel.
Me llevó hacia el cuarto y me hizo esperar en la puerta, tomó un par de cosas y las guardó en una bolsa para evitar que las viera. Me guio hacia la última recámara del pasillo y lo que mis ojos vieron fue difícil de creer.
Habían unas cadenas colgadas de una de las vigas del techo y otras dos amarradas a las patas de una cama. Pamela retiró mi collar y brasier y de pronto sentí cómo colocaba la mordaza sobre mi boca.
P: No queremos espantar a ningún vecino, así que eso te ayudará a estar en silencio.
Me acercó a las cadenas y en los extremos habían unos amarres de piel, colocó mis manos y los cerró con firmeza, estaba flotando unos centímetros sobre el suelo y posteriormente amarró mis pies a las cadenas para evitar que las cerrara.
Estaba colgada en forma de “X”, totalmente inmovilizada, amordazada y desnuda a excepción de mis bragas.
P: Veamos. Dijo seriamente.
Presionó el botón de castigo, mi boca emitió un fuerte grito que fue mitigado por mi mordaza y mi cuerpo se retorció de dolor generando que las cadenas resonaran. Pamela se acercó a mí y retiró la mordaza.
P: ¿Algo que quieras decir? Esperó unos segundos por si diría mi palabra de seguridad.
L: Jadeando por el dolor, respondí. No, ama.
Pamela mostró una gran sonrisa de satisfacción y placer y recolocó la mordaza.
P: Muy bien, entonces te quedarás ahí mientras regreso.
Con mis ojos bien abiertos observé como Pamela se iba y me dejaba ahí colgada. Pasaron minutos que parecían una eternidad y mis extremidades comenzaban a cansarse y a acalambrarse, de pronto regresó Pamela.
P: ¿Cansada? Asentí. Bien. Dijo con malicia.
Enseguida presionó el botón de premio y comencé a sentir una placentera vibración por mi cuerpo. Mi respiración comenzó a acelerarse y después de la estimulación que había recibido mi sexo durante el día, sabía que solo me tomaría unos segundos correrme para Pamela.
Sin embargo, Pamela detuvo las vibraciones, dejándome en el borde del orgasmo.
P: ¿Te acuerdas de cuando te provoqué por mucho tiempo? Asentí con lágrimas en los ojos.
Mi cuerpo me pedía descargar la excitación acumulada y no había nada que podía hacer para lograrlo, la sensación rayaba en el umbral del dolor y mi mente buscaba la manera de liberarla.
De pronto, otro choque largo y violento recorrió mi cuerpo. Mi visión se volvió negra y estaba segura de que me había desmayado por unos segundos. Al recuperar conciencia, me comencé a mover alarmada.
Pamela se acercó a mí y antes de retirar la mordaza me dijo con calma:
P: Tranquila, amor. ¿Estás bien?
L: Si, ¿qué fue lo que sucedió? Dije aun un poco alterada.
P: Es algo perfectamente normal, me dijeron que esto podía pasar, es una manera en la que el cuerpo reacciona ante el shock. ¿Quieres parar? La mano de Pamela tocaba mi abdomen y me transmitía sensación de tranquilidad, sabía que ella no permitiría que nada malo me sucediera.
L: Sigamos, estoy bien.
Pamela me dio un beso en los labios y continuamos donde nos habíamos quedado. Con la mordaza de nuevo en mi boca, gemí de placer al sentir las agradables vibraciones de nuevo.
P: Te mereces un premio después de todo.
Pamela se retiró y dejó mis bragas vibrando, estaba segura de que esta vez sí me dejaría acabar. Mi respiración comenzó a acelerarse de nuevo y estaba resoplando tanto como la mordaza me lo permitía.
Pamela llegó justo a tiempo para verme culminar épicamente.
P: Me agrada no habérmelo perdido.
Mi cuerpo goteaba de sudor y Pamela se acercó lentamente a lamerlo de entre mis pechos.
Mientras me recuperaba, Pamela se colocó detrás de mí y ZAZ , sentí un fuerte golpe en mi trasero. Pamela se asomó para ver mi reacción y sorprendentemente para ambas, había sido una clara expresión de placer.
Pamela comenzó a recorrer mi cuerpo con la fusta de cuero y sin aviso, golpeó esta vez mi espalda. Mi cuerpo se retorcía tras el golpe pero pedía más. Me golpeó en los muslos, mis nalgas, espalda y hombros.
Comenzó a desatarme y al caer, Pamela me sujetó con fuerza y me llevó a la cama. Mis extremidades carecían de fuerza tras haber estado colgada tanto tiempo y no podía moverlas.
P: Recupérate, cuando estés lista ven a buscarme. Me dio un profundo beso.
Me quedé recostada moviendo ligeramente mis dedos de los pies sintiendo como la movilidad regresaba lentamente hacia ellos. Mis muñecas estaban marcadas por los amarres y mis manos estaban rojas por la falta de circulación.
Después de unos minutos, me puse de pie y fui en busca de Pamela, la encontré recostaba sobre la cama en una posición sumamente provocadora. Cuando me acerqué a ella, besó las marcas sobre mis muñecas y colocó un par de esposas afelpadas.
Me recostó sobre la cama y colocó las esposas en los barrotes de la cabecera. La fusta comenzó a recorrer nuevamente mi cuerpo, la sensación del cuero contra mi piel era muy excitante. Comenzó a hacer círculos alrededor de mis pezones y al bajar a mi abdomen, golpeó con fuerza.
P: Por más que estoy disfrutando de esto, es mi turno de sentir placer.
Se sentó sobre mí y comenzó a acercar su sexo hacia mi rostro.
P: Veamos qué tal lo haces, dependiendo de eso será lo que sigue.
Se sentó sobre mi cara y sentí sus labios sobra mi boca. “¡Empieza!” golpeó mi abdomen con la fusta. Era como si estuviera montando a caballo, cada vez que quería más me golpeaba y yo con gusto la complacía.
Mi boca succionaba tanto como podía y Pamela gemía de placer mientras cabalgaba mi rostro. Tomó mi cabello con fuerza y lo jaló para que mi cara estuviera sumergida entre sus piernas. Respiraba con dificultad, pero conociendo a la perfección el cuerpo de Pamela, sabía que estaba por culminar en cualquier momento y podría tomar aire de nuevo.
Tal como lo había anticipado, Pamela soltó un fuerte grito y sentí un pequeño temblor en sus piernas.
Aun sujetando mi cabello, lo jaló hacia atrás para que pudiera verla a la cara.
P: Más te vale que me dejes perfectamente limpia.
Antes de poderle responder, Pamela volvió a colocar mi rostro en contacto con su coño y comencé a lamer lentamente cada centímetro de ella.
Al terminar, Pamela se tumbó en la cama junto a mí.
P: ¿Qué voy a hacer ahora contigo? Creo que aún puedo disfrutar un poco más de ti.
Pamela sonrió para sí misma y rápidamente se puso de pie para dirigirse a donde estaban todos los juguetes.
P: Por poco lo olvido. Sonrió con picardía. Date la vuelta.
Mis manos estaban cruzadas deteniéndose de los barrotes y mi trasero quedó al aire. Apenas podía ver lo que hacía, pero pude ver que abrió una pequeña caja con dos balas pequeñas plateadas, tomó una y le colocó lubricante. Se colocó detrás de mí, me dio un par de nalgadas y después de un delicado beso sobre mi ano, sentí como lentamente introducía la bala que emitía una pequeña vibración.
L: Ahhhhh. Gemí de placer.
El placer recorría mi cuerpo y era algo que nunca en mi vida había sentido. Tenía los ojos cerrados tratando de contenerme de no explotar ahí mismo, cuando otra sorpresa llegó a mi organismo.
Un dildo delgado fue introducido en mi vagina, mi cuerpo apenas podía con lo que sentía, por lo que solo fueron necesarias un par de penetraciones para hacerme acabar con el grito más fuerte que pude hacer con mi débil cuerpo.
Quedé recostada boca abajo sobre la cama y sentí como Pamela retiraba ambos elementos. Mientras recobraba mis fuerzas, Pamela retiró las esposas y me dejó en libertad.
L: No puedo creer todo lo que me has hecho. Dije con la respiración aun acelerada.
P: Espero lo hayas disfrutado amor, no puedo esperar a mañana para ver que me harás. Dijo mientras mordía el lóbulo de mi oreja.
Se recostó a mi lado y nos cubrió con la sábana. En cuestión de segundos, caí profundamente dormida en los brazos de Pamela.
A la mañana siguiente, me desperté cuando sentí que Pamela se movía para levantarse de la cama, giré para verla con mis ojos aun adormilados.
P: Buenos días, guapa. Besó mi frente. ¿Cómo dormiste?
L: Como una roca, estaba tan cansada que no recuerdo cuando caí dormida. ¿Tú?
P: Excelente, me encanta dormir a tu lado. Sonrió. Pensaba traerte el desayuno a la cama, pero ya que te despertaste, ¿quieres que desayunemos en el jardín?
L: Me parece bien.
Mientras Pamela sacaba los ingredientes para cocinar, yo preparaba la cafetera. Una vez todo listo, lo llevamos afuera y nos sentarnos en unas cómodas sillas de mimbre.
El clima era perfecto, se sentía el calor del día pero el aire fresco equilibraba la temperatura. Era muy agradable estar fuera del bullicio de la ciudad, se escuchaba el movimiento de los arboles con el aire y pequeños pájaros, pero lo mejor de todo, era la sensación de paz y tranquilidad.
La mayor parte del desayuno lo pasamos en silencio y continuamos así mientras recogíamos y lavábamos las cosas. Ninguna de las dos se atrevía a hablar sobre lo que había pasado el día anterior o lo que pasaría en unos momentos.
Ambas estábamos anticipando lo que vendría en tan solo unos momentos, pero ninguna tenía idea de cómo empezar lo que tanto deseábamos.
Mientras Pamela terminaba de lavar los trastes, me fui a poner el corsé y por una venda para los ojos. Al regresar, Pamela seguía frente al lavabo, la abracé por detrás y besé su cuello con ternura.
L: ¿Estás lista? Le dije al oído.
P: Me preguntaba cuándo tomarías la iniciativa. Rio. Estoy más que lista.
L: Veamos si es cierto lo que dices. Dije de manera seductora.
Metí mi mano a los calzones de Pamela para examinar su coño, el cual ya se estaba humedeciendo.
Pamela soltó un pequeño gemido pero retiré rápidamente mi mano y le coloqué la venda en los ojos. La tomé de la mano y la guie hacia el cuarto donde la recosté sobre la cama. Retiré todas sus prendas y únicamente le coloqué sus bragas vibradoras.
La llevé hasta la puerta del amplio jardín y le dije:
L: Encuéntrame. Dije firmemente.
P: ¿Cómo esperas que te encuentre si no te veo?
L: No te preocupes, tendrás pistas para saber qué camino seguir.
Me alejé y Pamela comenzó a avanzar lentamente por el jardín. Dejé que caminara unos pasos más y me coloqué al extremo opuesto del jardín al que ella se encontraba.
Liberé una choque en sus bragas para hacerle saber que se movía en la dirección incorrecta. Pamela soltó un fuerte grito y colocó su mano sobre su coño para contener la sensación.
Comenzó a caminar hacia mi dirección y la premié con un poco de placer, Pamela al sentirlo, liberó un delicado gemido. Iba caminando directo hacia mi cuando decidí moverme de lugar.
Cuando Pamela llegó al punto donde me encontraba anteriormente, la castigué y volvió a gritar. Dio unos pasos hacia otra dirección y volví a castigar.
Los gritos de Pamela me parecían sumamente excitantes y no podía evitar querer volver a castigarla, sin embargo se dirigió en la dirección correcta y tuve que premiarla.
Después de tenerla varios minutos deambulando por todo el jardín prácticamente desnuda, decidí que era momento de permitirle que me hallara. Cuando se encontraba a unos centímetros de mí, presioné el botón de premio y tras recibir deliciosas vibraciones por varios segundos, Pamela no aguantó más y cayó de rodillas al pasto.
Estaba muy cerca de llegar al orgasmo, cuando detuve la recompensa.
P: ¿Dónde estás? Preguntó aun en el suelo.
Sin decir una palabra sujeté su brazo y la ayude a levantarse.
P: ¿Ya me puedo quitar la venda?
L: Aun no, hermosa.
La guie al interior de la casa y la llevé al cuarto con las cadenas. La amarré tal como ella lo había hecho conmigo, la dejé elevada por un momento y regresé con toda utilería que usaría.
Mientras Pamela estaba colgada aun vendada, le coloqué la mordaza. Me percaté de que estaba temblando nerviosa y eso me excitó de sobremanera, verla indefensa, generaba en mí una intensa sensación que no lograba explicar.
Sin previo aviso, coloqué una pinza en el pezón de Pamela y liberó un fuerte quejido, pero éste fue enmudecido por la mordaza. Coloqué la otra y le quité la venda, quería que viera lo que estaba por hacerle.
Pamela miró las pinzas en sus pezones, lanzó la cabeza hacia atrás protestando y al hacer esto, yo detuve su cabello con fuerza, obligándola a quedarse mirando el techo y le di una fuerte nalgada.
Tomé la fusta y comencé a recorrer lentamente su cuerpo y cuando menos se los esperaba, le daba un golpe. La fuerza y la ubicación de los golpes comenzaron a elevarse y podía ver los ojos de Pamela llenos de lágrimas, sin embargo cuando nos veíamos no había ningún indicio en su mirada de que quisiera que me detuviera.
Tras dejar su hermoso cuerpo lleno de marcas rojas, me retiré a la cocina y regresé con un vaso lleno de hielos. Tomé uno y al ponerlo en contacto con su cuerpo, noté como se le erizaba la piel.
Lo coloqué en su cuello y comencé a descender por sus pechos, retiré las pinzas y coloqué el hielo para darle un poco de alivio, aunque probablemente no sentiría mucho pues sus pezones estaban entumidos y duros como una roca.
Bajé a su abdomen y llegué hasta su monte de venus, Pamela miraba con deseo que el hielo descendiera a su sexo, sin embargo me fui hacia su espalda y comencé a recorrerla lentamente. Al llegar hasta su trasero, pasé el hielo por su raja y desde ahí lo llevé hasta su coño.
Pamela se agitó al sentir el hielo y lo que yo hice fue comenzar a moverlo hacia adelante y para atrás. Con el calor de su coño, el hielo no tardó mucho en derretirse.
Para finalizar la tortura de las cadenas, lubriqué la pequeña bala plateada, abrí las nalgas de Pamela y la introduje con fuerza. A pesar de estar lubricada, no tuve cuidado de meterla lentamente, en este punto estaba tan excitada por el dolor que le había estado infringiendo a Pamela, que no me importaba si le causaba malestar.
La dejé colgada con las vibraciones y me fui a nuestra recámara para preparar lo que seguía. Preparé el arnés doble que Pamela había comprado, el dildo que la penetraría era grande y grueso, cosa que me había dejado realmente sorprendida pues no me esperaba que Pamela escogiera algo de ese tamaño. Fui al baño para refrescarme y vi las pastillas que le habían regalado en la sex shop. Sin pensarlo mucho, tomé una y la tragué con un poco de agua.
Cuando regresé, Pamela se estaba retorciendo de placer. Le retiré la mordaza y le pregunté:
L: ¿Cuántos orgasmos has tenido desde que me fui?
P: Dos. Dijo en un susurro.
Retiré la bala y la sujeté fuertemente para poderla bajar de las cadenas, la recosté sobre la cama y le di un poco de agua.
Mientras Pamela se recuperaba, yo acariciaba suavemente su cuerpo. Después de algunos momentos, comenzó a besarme apasionadamente, claramente quería seguir con lo que hacíamos. Era eso, o la pastilla que había diluido en el agua estaba surtiendo efecto.
La cargué y la llevé a nuestro cuarto. Continuamos besándonos desenfrenadamente y mientras Pamela besaba mis senos, sutilmente la guie hacia la zona que realmente deseaba que estuviera en contacto con sus labios.
Pamela comía mi coño como si no hubiera mañana y lo estaba disfrutando como nunca. Introdujo un dedo para complementar su labor y yo coloqué mi mano sobre su cabeza para mantenerla ahí cuanto pudiera.
Pamela estaba haciendo una labor estelar y las sensaciones que se generaban en mí eran algo que nunca había sentido y debía agradecer a la pastilla por eso. Solté un orgasmo explosivo y en vez de descansar, jalé a Pamela hacía mí y la recosté sobre la cama.
Sentía como poco a poco perdía el control de mi cuerpo ante la intensa necesidad de llegar a otro orgasmo. Rápidamente me coloqué el arnés, un pequeño consolador me penetró, mientras que el de tamaño grande se posicionaba en la entrada del coño de Pamela, quien estaba abierta de piernas lista para recibirlo.
Comencé a embestirla con fuerza y Pamela soltaba unos gritos que nunca en mi vida esperé escuchar de ella. Sentía como si mi corazón fuera a explotar en mi pecho, estaba sumamente acelerada y mi cabeza estaba fuera de sí.
No puedo explicar son certeza lo que Pamela sentía, pero sus gritos de placer me hacían saber que estaba disfrutando de sobremanera esa cogida.
Mis caderas se movían tan rápido como podían, mientras que Pamela me sujetaba con fuerza contra su cuerpo. Podía sentir sus uñas enterradas en mi piel, sin embrago, estaba tan enfocada en el placer que sentía que no percibí dolor alguno.
Solté un fuerte rugido al sentir que llegaba al orgasmo, pero continué hasta que Pamela llegó al suyo. Caí rendida sobre Pamela, quien me seguía sujetando con fuerza.
Pensé que ese sería el fin de nuestra sesión de sexo, pero mi cuerpo me seguía pidiendo más, no sabía si Pamela estaría dispuesta a seguir, cuando de pronto confirmó lo que me preguntaba al decirme con la respiración acelerada: “Cógeme más, por favor, necesito más.”
Pensando que me había quedado sin fuerza y energía, me levanté y de un movimiento voltee a Pamela boca abajo, se colocó en sus cuatro y empezamos de nuevo.
Nuestros cuerpos no nos daban la oportunidad de hacerlo con delicadeza, mis movimientos eran rápidos y bruscos, sin embargo, no había queja alguna por parte de Pamela.
Mientras con una mano sostenía la cadera de Pamela, la otra le daba fuertes nalgadas a las cuales ella respondía con fuertes gemidos de satisfacción. El placer se acumuló rápidamente en mi zona íntima y explotó otro orgasmo.
De pronto abrí mis ojos y vi los pies de Pamela cerca de mi rostro, al parecer había dormido en sentido contrario y mis pies estaban en la cabecera. Mi cabeza me daba vueltas y me paré al baño para mojar mi rostro, al verme en el espejo, vi mis ojos con las pupilas sumamente dilatadas, el verde de mis ojos era casi imperceptible y una mirada negra me veía a través del reflejo.
Mientras me observaba en el espejo, giré para mirar mi espalda, la cual estaba llena de marcas y rasguños sumamente profundos con pequeños rastros de sangre.
¿¡Qué es lo que había sucedido!? Continué inspeccionando mi cuerpo… ¿acaso eso eran marcas de dientes? Al parecer tenía una mordida de Pamela sobre mi hombro y un par de chupetones cerca de mi cuello.
Mis ojos no creían lo que veían pues no tenía sensación alguna de dolor por todas las marcas que tenía. Decidí volver a la cama e intentar dormir para recuperar la cordura y mis sentidos.
Al meterme en la cama, vi que la espalda de Pamela también tenía algunas marcas, sin embargo no tantas como la mía, lo que llamaba más la atención en Pamela, era su trasero enrojecido por los golpes y nalgadas que le había proporcionado.
Cubrí mi rostro mientras intentaba evocar el último recuerdo que tenía de lo sucedido, sólo podía recordar a Pamela de perrito y yo llegando al orgasmo, sin embargo no recordaba nada después de ese punto.
Sería cosa de ver si Pamela recordaba más cosas, se lo preguntaría en la mañana cuando despertara. Una parte de mí se seguía sintiendo excitada, sin embargo no era una necesidad como la que había sentido momentos atrás. Ignoré la calentura y volví a dormirme.
Cuando me desperté, Pamela ya se había levantado y estaba en la regadera. Me puse mi ropa interior estilo bóxer y una playera blanca prácticamente transparente. Fui a la cocina para empezar a preparar el desayuno, cuando estaba terminando, escuché a Pamela hablar desde el pasillo.
P: ¡Algo huele delicioso!
Llegó Pamela vestida con unos shorts de mezclilla y la parte de arriba de su bikini. Al llegar frente a mí, me dio un tierno beso y me abrazó con ternura.
P: ¡Qué noche la de ayer!
Me quedé en silencio por un momento hasta que respondí.
L: Vaya que lo fue. Hablando de eso… ¿qué fue lo último que sucedió?
P: ¿Te refieres al 69?
Mi rostro se llenó de consternación y Pamela lo notó.
P: ¿Qué sucede?
L: No tengo recuerdo alguno de eso. Dije preocupada.
P: Vaya, esas pastillas pueden ser sumamente peligrosas.
L: Ni que lo digas.
P: Fueron maravillosas, pero peligrosas aun así. Aunque sigo dudando de cuando me diste la mía.
L: Después de colgarte, la diluí en el agua.
P: Claro, sospeché que había sido en ese momento. Hizo una pausa. ¿Qué es lo último que recuerdas?
L: Cuando estabas de perrito. El rostro de Pamela se llenó de sorpresa.
P: Wow, tienes una laguna de más de 30 minutos. Me sorprende, pues tu seguías muy activa.
L: ¿Estás bien? ¿No hice nada que te lastimara? Dije agobiada, temía que al estar fuera de mí le hubiera hecho algo a Pamela.
P: Tranquila, guapa. Colocó su mano sobre mi mejilla. Todo fue muy intenso y algo brusco, pero no hiciste nada malo, no te preocupes.
Pamela comenzó a relatarme lo que había sucedido y al terminar, me senté un momento en lo que asimilaba lo que Pamela me había dicho.
L: ¿Quieres decir, que desde lo del perrito, te perseguí por la casa, casi nos aviento a la alberca y que cuando te atrapé te llevé al cuarto y terminamos haciendo un 69?
P: Básicamente. Rio.
L: Wow, qué noche. Dije sorprendida.
P: Qué fin de semana, más bien.
L: Tienes toda la razón. La abracé y la llevé hasta la mesa del desayunador. Comamos antes de que se enfríe, muero de hambre.
Durante el desayuno, acordamos que nos regresaríamos hasta la noche para poder disfrutar del último día y tomar las cosas con calma.
Mientras Pamela se lavaba los dientes, yo me ponía mi traje de baño. Pamela miró mi espalda y lentamente empezó a recorrer su dedo con delicadeza. En algunas de las marcas, sentía un pequeño ardor y mi cuerpo reaccionaba ante eso.
P: ¿Te duele mucho? Dijo besando mi espalda.
L: No mucho, solo hay algunas marcas que están algo sensibles, como esta. Señalé la mordida en mi hombro y Pamela de inmediato se sonrojó.
P: Lo siento tanto, mi amor. Apenas recuerdo cuando lo hice, no pensé que lo hubiera hecho con tanta fuerza.
L: No te preocupes. Solté una fuerte risa. Ya se pasará y la ropa lo cubrirá, los que me preocupan un poco, son esos chupetones que se asoman de mi cuello, tendré que ver la manera de esconderlos. Lástima que no estamos en invierno para usar cuello de tortuga. Reí nuevamente.
Nos metimos a la alberca y la frescura del agua aliviaba las heridas de mi espalda. Mientras Pamela flotaba en un inflable, yo la paseaba por toda la alberca.
L: Gracias por todo. Ha sido de los mejores fines de semana de mi vida. Besé su mano.
P: Me alegra que lo hayas disfrutado, pues yo también lo hice. Gracias a ti por compartirme tu fantasía, si de por sí pensé que cogías de maravilla, este fin ha llevado las cosas a otro nivel. Ambas reímos .
Entonces decidí que era momento de que me acompañara en el agua y la hundí inesperadamente.
Toda la intensidad y rudeza de los dos días anteriores había desaparecido, estábamos sumamente cariñosas e irradiábamos amor por la otra.
El haber compartido una experiencia que requería de nuestra absoluta confianza, había fortalecido la ya increíble relación que teníamos y eso hacía que nos sintiéramos más cercanas que nunca.
Nos recostamos en un camastro envueltas en una toalla, a pesar del calor, el contacto de nuestros cuerpos se sentía perfectamente natural y era una sensación magnífica.
El resto del día transcurrió lleno de besos, abrazos y caricias. Nos preparamos de comer, dejamos listas las maletas y mientras estábamos recostadas sobre el pasto viendo las nubes pasar, Pamela dijo inesperadamente:
P: ¿Y si lo hacemos una última vez antes de irnos? Sorprendida por la propuesta, me levanté para mirarla a los ojos y tenía dibujada la sonrisa más pícara que le había conocido.
Sin decir nada, comencé a besarla lentamente. Nos revolcamos en el pasto y después de un momento nos pusimos de pie, retiramos nuestra ropa y nos acostamos en uno de los camastros.
Tenía la piernas abiertas y a Pamela entre ellas, comenzó a frotarse lentamente contra mí y nuestros labios vaginales se rozaban con suavidad. Mis manos recorrían su cuerpo mientras ella besaba con delicadeza la marca de sus dientes y subía por mi cuello hasta llegar a el lóbulo de mi oreja y lo mordisqueó suavemente.
Pamela presionaba sus caderas para que nuestros labios se tocaran y se estimularan mutuamente. Sus movimientos eran gentiles pero el placer que provocaban era grandioso. Comenzó a moverse con más velocidad y eso provocó que ambas culmináramos simultáneamente.
Sujeté a Pamela en mis brazos y cuando ésta me miró, retiré un mechón de su cabello que atravesaba su rostro y la miré a los ojos.
L: Te amo.
Una enorme sonrisa se formó en la boca de Pamela y plantó un gran beso en mis labios.
P: Yo también te amo.
Nos quedamos abrazadas por un momento y finalmente Pamela rompió el silencio.
P: ¿Lista para irnos?
L: No. Dije a manera de puchero. Desearía quedarme aquí por siempre contigo.
P: Yo también, mi amor.
Tras aceptar que eso no sucedería, nos pusimos de pie y subimos las cosas al auto y esta vez Pamela me permitió ayudarle con su pesada maleta llena de cadenas y juguetes sexuales.
Nos subimos al auto y nos pusimos en marcha hacia la ciudad, durante el camino seguimos conversando.
P: Espero pronto tengamos otra apuesta, esta vez estoy segura de que ganaré.
L: Al parecer alguien ya tiene en mente lo que quiere de premio. La vi de reojo mientras manejaba.
P: Puede ser… Dijo de manera pícara.
L: Puedes sentirte muy confiada, pero créeme que no te lo voy a poner fácil. Fantasías no me faltan y quiero seguir de campeona. Dije de manera provocadora.
P: De acuerdo, “campeona”, ya veremos que será de nuestra siguiente competencia. Acarició mi mejilla y su mano descansó sobre mi hombro.
Dejé a Pamela en su departamento y me dirigí a mi casa. Al llegar saludé a mis papás y éstos me preguntaron cómo me había ido, obviamente no les diría lo que habíamos hecho, así que me limité a decirles que habíamos descansado, nadado y tomado el sol.
Antes de dormir, eché un último vistazo a las marcas de mi espalda y sonreí tras recordar el increíble fin de semana que había vivido. Me coloqué la playera de la pijama y me acosté en mi cama.
Tomé mi celular y me puse a ver las fotos que nos habíamos tomado el fin de semana, claramente no era nada explícito, eran fotos de nosotras en la alberca, acostadas en los camastros, etc.
Al ver mi sonrisa en cada una de las imágenes, me di cuenta que eso era lo más feliz que me había sentido en mi vida. Le envié a Pamela la fotografía en donde nos estábamos besando con un mensaje “Te amo, soy la más feliz a tu lado.”
Casi inmediatamente recibí respuesta: “Te amo, te amo, te amo. Gracias por ser parte de mi vida. Descansa, mi amor.” Tras leer el mensaje, cerré los ojos y caí plácidamente dormida.
Anonymus, espero este capítulo haya saciado tu curiosidad sobre el tema de dominación/sumisión. Un fuerte abrazo y gracias por siempre estar presente en los comentarios.
Polo, es un placer seguir compartiendo mis relatos contigo, espero esta entrega haya sido de tu agrado. Besos y espero seguirte leyendo como siempre.
Tifoxigotox, me alegra saber de un nuevo comentarista y me hace muy feliz que disfrutes de mis relatos y la manera en la que los narro. Espero sigas disfrutando y continúes comentando. Besos.
HombreFX, se presentaron muchas tentaciones y dudo que sean las primeras y últimas, espero tampoco sucumba ante ellas. Gracias por mantenerte presente en los comentarios y espero te haya gustado esta entrega. Un fuerte abrazo.
Sasia, gracias por tus lindas palabras. Es difícil resistirse a la tentación, sin embargo es lo correcto, como dije en el comentario anterior, espero ser igual de fuerte si se presentan futuras ocasiones. ¡Besos y abrazos!
Sofía, en lo absoluto tomo tu comentario anterior como algo negativo, al contrario, me siento sumamente halagada de que veas en mí el potencial de ser novelista. Ciertamente consideraré tu propuesta y como dices, podrá no ser mañana pero puede ser algo que haga en el futuro. Gracias por tus comentarios y te mando afectuosos abrazos.
Angiehot, me encanta que en varias ocasiones te has podido relacionar a manera personal con lo que relato, me gusta pensar que tengo una conexión con mis lectores y el hecho de haya situaciones en común refuerza ese vínculo. Muchos besos para ti.
Coriosidad/Iker001, me agrada mucho saber que disfrutas de mis relatos. Nunca los dejaré en medio de esta historia, mientras siga recibiendo esta increíble retroalimentación de ustedes, mis lectores, seguiré escribiendo tanto como me sea posible. Saludos a ti y a tu ex, espero pronto saber de ella.
Weter0, me hace muy feliz saber que sigues enganchado en lo que se ha convirtiendo en una larga serie. Espero pronto pueda presentar otra historia de este universo. Respondiendo a tu duda: mis personajes principales si están basados en personas reales y debo aceptar que he compartido más detalles verídicos de lo que me atrevo a decir. Te mando un fuerte abrazo.