Mi mejor amiga 12

La historia continúa después de la fiesta de Pamela.

Me desperté al día siguiente y Pamela seguía dormida, así que me levanté con cautela para dejarla descansar, me puse algo de ropa y me dirigí a la cocina por algo para desayunar pues estaba sumamente hambrienta.

Mónica y Octavio también habían despertado y estaban desayunando, me senté con ellos y nos pusimos a platicar sobre la noche anterior.

O: Fue una gran fiesta, me sorprendió que la mayoría de las personas se quedaron hasta el final.

M: Yo también la pasé muy bien. Aunque fue cumpleaños de Pamela, creo que también debemos agradecerte por todo, Lisa.

L: No hay nada que agradecer, me alegra que la hayan pasado bien, de eso de trataba.

Continuamos compartiendo anécdotas de la fiesta y le pregunté a Mónica:

L: Oye Moni, no quiero ponerte en medio ni nada por el estilo, pero me gustaría saber qué pasa con Olivia. Entiendo lo que me contaste sobre ella sintiendo algo por Pamela, pero pensé que después del altercado de la vez pasada se controlaría.

M: Estoy tan sorprendida como tú. Olivia no suele ser así, por lo que no sé por qué actúa así, pero al igual que tú, noté cómo se comportó ayer y no me pareció en lo absoluto.

O: ¿Qué hizo ayer?

M: Se la pasó tratando de emborrachar a Pamela y en una ocasión trató de besarla. Respondió.

L: Me quedé paralizada. ¿¡Qué!?

M: ¿No lo sabías? Pensé que te había dicho Pamela. Dijo desconcertada.

L: ¡No! Yo solo vi fue cuando la lamió después de que le derramó el tequila encima. De haber sabido, habría sido más severa cuando la confronté.

M: ¿En qué momento la confrontaste?

O: ¿Acaso estuvieron en el mismo evento? ¿Cómo es que apenas se enteran de estas cosas? Bromeó.

L: Poco antes de acabar la fiesta, antes de que me quedara con Pamela.

M: ¿Qué le hiciste? Dijo sorprendida.

L: Nada, bueno, la empujé contra la pared y la amenacé sobre si se volvía a acercar a Pamela o le daba de beber. Eso fue todo.

M: Eso explica porque se fue sin despedir.

L: Lo siento Moni, sé que es tu amiga pero no podía permitir que siguiera así y menos después de lo que me dices.

M: No te preocupes, lo entiendo, a mí tampoco me parece correcta la manera en la que está actuando. Hablaré con ella, antes de que esto crezca a un problema mayor.

L: Te lo agradezco, porque realmente no creo poder aguantarle otra.

Nos quedamos callados pues llegó Pamela con una apariencia de zombi. A pesar de que todos estábamos cansados, la resaca de Pamela le hacía ver más desgastada.

L: Buenos días, ¿quieres algo de desayunar?

P: No, gracias. No me siento muy bien. No volveré a beber jamás. Dijo a manera de broma aunque había una pizca de arrepentimiento en su enunciado.

M: Creo que hay un Gatorade en el refrigerador, tómatelo, te caerá bien para la resaca.

Regresó de la cocina con su bebida y se sentó sobre mis piernas.

P: ¿De qué hablaban?

O: De lo bien que la pasamos ayer, fue una excelente fiesta.

P: Así es, gracias por todo, mi amor.

L: De nada. Le di un beso en la mejilla.

M: Será mejor que nosotros nos vayamos a arreglar pues tenemos una comida con la familia de Octavio.

M: De acuerdo, que les vaya bien.

P: ¿Regresamos al cuarto? Quiero recostarme y quedarme en cama el resto del día. Asentí.

Nos metimos a la cama y nos sentamos recargadas en la cabecera, Pamela apoyaba su cabeza en mi pecho mientras mi brazo la rodeaba.

P: La pasé increíble ayer, lamento no haber podido estar contigo más tiempo. Todos me dijeron que mi vestido estaba hermoso.

L: Tú estabas hermosa, no el vestido y no te preocupes, eras la festejada y debías estar con todos tus invitados. ¿Sucedió algo interesante ayer que me haya perdido? Dije con intención de que Pamela me contara lo sucedido con Olivia.

P: No realmente, aunque a Tere le gustó tu amigo Gerardo y se llevó una gran decepción cuando se enteró de que era gay. Rio.

Me sorprendió que Pamela no mencionara nada y no sabía si debía hablar del tema. Decidí no mencionarlo y no darle importancia, aunque me quedé con una extraña sensación al respecto.

Pasamos el resto del día descansando y cuando me estaba arreglando para marcharme a casa, no pude evitar sacar el tema.

L: ¿Por qué no me dijiste que Olivia intentó besarte? Dije mientras me amarraba los tenis, sin mirarla a los ojos.

Pamela se quedó atónita, probablemente no se esperaba que yo supiera lo que había pasado.

P: No me pareció relevante. Dijo sin convicción.

L: ¿No te parecía importante decirme que la mujer con la tuve un altercado intentó besarte? Dije con ironía.

P: No te lo dije porque sabía que te podrías así.

L: ¿Y cómo más quieres que reaccione, Pame? Es una falta de respeto.

P: Siempre te he respetado. Dijo ásperamente.

L: No estoy hablando de ti, me refiero a ella. No entiendo por qué no puede comprender y respetar que estás en una relación conmigo.

P: Si lo entiende.

L: Si lo entendiera, la zorra no hubiera estado buscando cada momento en el que no estaba contigo para acercarse a ti e intentar algo.

P: No la llames así. Dijo fríamente.

L: ¿¡Por qué la defiendes!? Dije exasperada.

P: Porque es mi culpa.

L: ¿Qué es tu culpa? ¿Acaso tú la incitaste? Dije sorprendida.

P: Es mi culpa porque antes de estar contigo, yo la estuve alentando, a pesar de que no tenía ningún interés por ella. Si salía con alguien más, seguía coqueteando con Olivia pues no me interesaba tener nada con nadie, sólo jugaba con la gente. Creo que ella piensa que es el mismo caso, que las cosas contigo no son serias y que ella puede seguir coqueteando conmigo.

Mi mente daba vueltas pues no me imaginé que Pamela me diría algo así. No me gustó nada saber que Pamela había jugado así con Olivia (a pesar de que no me agradaba en lo más mínimo) y con otras personas, sin embargo, yo le había hecho una promesa de que nunca usaría su pasado en su contra y era algo que pensaba cumplir.

L: No sé qué decirte, pero no pueden seguir así las cosas. Ella tiene que comprender que estamos en una relación comprometida y que no puede actuar así, no puedo con eso.

P: Tienes razón. Lamento que todo esto te haya afectado, no sé qué haría si viera a alguien más coqueteando contigo, enloquecería. Te prometo que hablaré con ella, le dejaré las cosas claras y la dejaré de ver.

L: No te pido que la dejes de ver, sé que a pesar de todo, es tu amiga. Con que ella respete nuestra relación no tengo problema con que la veas, confío plenamente en ti y en que no pasará nada, es en ella de quien no me fío.

P: Gracias, mi amor. Me dio un pico en los labios. Hablaré con ella.

L: Debo pedirte algo más.

P: Lo que sea.

L: No me vuelvas a ocultar algo así. Dije seriamente. Tal como yo confío en ti, necesito que tu confíes en mi de que me puedes contar lo que sea.

P: Tienes razón, creo que los viejos hábitos tardan en morir, pero me esforzaré para que no vuelva a suceder.

Me terminé de arreglar, me despedí de Pamela y me fui a mi casa pues se estaba haciendo tarde y quería estar descansada para el día siguiente en el trabajo.

Era lunes por la mañana y empecé mi día como de costumbre, yendo al gimnasio. Estaba en los vestidores y junto a mí había una chica teniendo problemas con la combinación de su casillero.

*: Disculpa, ¿me podrías ayudar? Soy nueva en el gimnasio y no comprendo cómo configurar la combinación.

L: Claro, debes poner tu combinación de cuatro dígitos y después presionar el botón del candado. Cuando lo quieras abrir debes presionar el asterisco y después los cuatro dígitos. Siguió mis instrucciones y pudo configurar su casillero.

*: Muchas gracias, me llamo Manola, por cierto.

L: No hay de qué, yo soy Lisa. Nos vemos por ahí. Sonreí amablemente y me marché para comenzar mi rutina de ejercicio.

Manola era una chica muy pequeña, tanto de estatura como de complexión, calculaba que sería algunos años menor que yo, tal vez tendría unos 20 años. Tenía la piel blanca como la leche y su pelo era negro. No presté atención a otros detalles pues había sido muy fugaz el momento que interactuamos.

Mientras corría en la caminadora, notaba que Manola miraba en ocasiones hacia donde estaba, sin embargo no presté mucha atención y me dediqué a hacer ejercicio. Al terminar subí a las regaderas y me vestí para ir a trabajar, cuando iba de salida me topé con Manola, quien iba regresando a los vestidores.

M: Nos vemos, Lisa. Gracias por tu ayuda.

L: De nada. Sonreí y me marché.

Esta vez fui más observadora de su apariencia y me llamaron la atención sus ojos, eran de un café tan oscuro que se podía confundir con negro. Manola parecía una pequeña muñeca y en general tenía una apariencia muy tierna.

Mi día laboral fue bastante tedioso, pues tenía que terminar los pendientes que había dejado el viernes, más las labores del día. Durante el día intercambié algunos mensajes con Pamela, pero fue hasta que terminé de trabajar que la llamé para saludarla.

P: Hola, amor. ¿Qué tal tu día?

L: Bien conejita, algo cansado pero por suerte ya voy a mi casa a descansar, ¿tu?

P: Yo ya hasta estoy en pijama. Rio. Me alegra que ya vayas a reposar, te lo mereces.

Seguimos hablando de nuestro día y de pronto Pamela me dijo:

P: Por cierto, mañana iré a cenar con Olivia para hablar con ella. Dijo vacilante.

L: Oh, de acuerdo. Dije algo distante.

P: ¿Hay algún problema?

L: En lo absoluto, solo…

P: ¿Solo qué? Preguntó intrigada.

L: Nada, confío en ti. Gracias por ir a aclarar las cosas con ella.

P: No tienes que agradecer nada, es lo correcto.

L: Vale, hermosa. Ya llegué a mi casa, hablamos mañana. Te quiero.

P: Yo más. Descansa.

Saludé a mis papás, cené, me metí a la cama y a los pocos minutos caí dormida. Al día siguiente me volví a encontrar con Manola en el gimnasio y nos saludamos cordialmente.

Mi jornada laboral no fue muy diferente a la del día anterior, sin embrago, conforme se acercaba la hora de la salida, me ponía más nerviosa pues no estaba muy contenta de saber que Pamela iría a cenar con Olivia, independientemente de que sería para dejarle las cosas claras.

Le envié un mensaje a Pamela: “Hermosa, por favor avísame cuando vayas a cenar y llámame cuando termines, no importa la hora. Te quiero.”

De inmediato recibí respuesta: “Yo te aviso, aunque no es necesario que me estés monitoreando.”

Percibí cierta hostilidad en el mensaje de Pamela, sin embargo no le contesté nada pues no quería que pensara que la estaba hostigando.

Casi a las 8:00 p.m. me envió un mensaje: “Ya llegué a cenar.” Le respondí: “Provecho, yo apenas voy saliendo de la oficina, espero tu llamada.”

Llegué a mi hogar y después de haber cenado y puesto la pijama, me puse a ver una película para pasar el tiempo en lo que llamaba Pamela. Dieron las 11:00 p.m. y no recibía ninguna llamada, fue hasta la media noche que me llamó.

L: Hola, amor. Dije algo adormilada pues ya tenía sueño.

P: Hola, pensé que ya estarías dormida, pensaba dejarte la llamada perdida para que la vieras en la mañana.

L: Te dije que esperaría tu llamada sin importar la hora, aunque no me imaginé que sería tan tarde. Dije algo fastidiada.

P: No sabía que tenía hora de llegada. Dijo aún más molesta.

No tenía ganas de discutir con ella y no entendía por qué estaba reaccionando de esa manera.

L: Da igual, ¿cómo te fue?

P: Bien, ya se aclaró todo y no volverá a actuar así.

L: Me da gusto. Dije de manera seca. ¿Ya llegaste a tu casa?

P: Ya, me estoy estacionando.

L: Qué bueno que llegaste bien, hablamos mañana, buenas noches.

Pamela no respondió nada y colgó. Estaba acostada en mi cama y me sentía muy molesta por la manera en la que nos habíamos comunicado. Dormí intranquila pues una parte de mí seguía pensando en la conversación que había tenido con Pamela.

El día siguiente, me seguía sintiendo irritada y no estaba de muy bien humor, llegué al gimnasio y nuevamente me encontré con Manola. Suele ser común encontrarse a la misma gente en los gimnasios, pues normalmente es parte la rutina diaria y se hace en el mismo horario.

M: Hola, Lisa. Buenos días.

L: Hola Manola. Dije secamente.

M: ¿Te encuentras bien? Te ves algo extraña.

L: Si, solamente no dormí muy bien que digamos. No profundicé más en el tema.

M: Y aun así estas aquí tan temprano, se ve que eres muy constante. Con razón tienes ese cuerpazo. Dijo ruborizándose.

L: Gracias, eres muy amable en decirlo. Sonreí.

M: Bueno, pues manos a la obra. Se dirigió hacia la salida de los vestidores.

Ambas caminamos juntas hasta llegar al área de cardio y nos separamos cuando Manola se montó en una elíptica y yo a mi usual caminadora. Terminé mi rutina y antes de entrar a las regaderas vi una llamada entrante de Pamela, decidí ignorarla y la llamaría cuando fuera camino al trabajo.

Al salir de bañarme vi un mensaje que acompañaba la llamada perdida de Pamela: “Bueno días, mi amor. Supongo sigues en el gym, por favor llámame o escríbeme cuando puedas.”

Mientras manejaba hacia el trabajo, la llamé:

P: Hola, guapa.

L: Buenos días.

P: ¿Ya de camino al trabajo?

L: Si, ¿tu?

P: También.

Se hizo un silencio en nuestra incómoda conversación.

P: ¿Saldrás temprano hoy?

L: No lo sé, todo depende del trabajo de hoy. ¿Por?

P: ¿Crees poder pasar a verme cuando salgas?

L: Haré lo que pueda, te aviso saliendo y si es una hora prudente paso a tu casa un momento.

P: Hablamos al rato.

L: Que tengas buen día.

Afortunadamente el trabajo del día no fue bastante moderado por lo que salí a buena hora de trabajar, eran pocos minutos después de las 6:00 p.m. y llamé a Pamela.

P: ¿Hola?

L: Hola, vengo saliendo de trabajar. ¿Paso a tu casa?

P: Si, yo también estoy saliendo en este momento.

L: Vale, nos vemos en breve.

Me estacioné frente a su edificio y casi al mismo tiempo, vi el coche de Pamela entrar al garaje. Me abrió la puerta del edificio, nos saludamos con un beso en la mejilla y pasé con ella a su departamento.

P: ¿Quieres algo de beber o de cenar?

L: Estoy bien, gracias.

Nos sentamos en la sala y Pamela rompió el silencio.

P: Lo siento, amor. Sé que ayer fui grosera contigo. ¿Me perdonas?

L: Te perdono, pero me gustaría saber por qué actuaste de esa manera.

P: Me sentía muy incómoda de tener que hablar con Olivia, pues estábamos en esa situación por mi culpa. Cuando me pediste que te avisara cuando llegara y me fuera, sentí como si no confiaras en mí y que tenías que estarme supervisando.

L: Tú sabes que siempre te pido que me avises cuando llegas o vas a algún lugar, lo hago porque me interesa saber que estás bien, no por estarte vigilando. Por otra parte claramente te dije que confiaba en ti y nunca te culpé de nada, por lo que no entiendo por qué te sentiste de esa manera.

P: No tenías que culparme, yo sé que no te agradó en lo absoluto cuando te conté que estuve jugando con ella. Te disgustó descubrir otra terrible faceta mía de mi pasado.

L: Pamela, amor, no sé cuántas veces debo decirte que no te juzgo por tu pasado, te prometí que nunca lo haría, pero me lo pones muy difícil cuando eres tú misma la que se juzga por ello.

P: No puedo borrar quien fui, por más que lo odie.

L: No te pido que lo hagas, es gracias a esa Pamela que hoy en día eres una mejor persona. Y no quiero que me ocultes lo que sucedía antes, pues como dices, no lo puedes borrar, pero el pasado tiene diferentes maneras de presentarse y quiero poderte ayudar, pero para hacerlo debo entenderlo.

P: ¿No te cansas de escuchar que tienes la razón? Bromeó.

L: No realmente. Bromeé de vuelta.

Nos abrazamos por un momento y le dije que debía regresar a mi casa. A pesar de que preferiría quedarme con ella, no me gustaba desvelarme demasiado entre semana.

P: Por lo menos quédate a cenar y así podemos estar un rato más juntas.

L: De acuerdo, ¿qué preparamos?

Nos dirigimos a la cocina para ver que prepararíamos de cenar cuando llegó Mónica.

M: ¡Hola! ¿Cómo están?

PyL: ¿Muy bien y tú? Respondimos simultáneamente.

M: Todo bien, ¿puedo cenar con ustedes? Muero de hambre.

P: Claro.

Preparamos la cena y mientras comíamos nos pusimos a platicar.

P: Por cierto, Moni, ayer hablé con Olivia. Sé que estabas un poco preocupada por lo que estaba pasando y ya se aclaró todo.

M: Qué bueno que lo dices, ¿todo está bien entre ustedes?

P: A pesar de que no lo tomó muy bien, lo entendió.

M: ¿Por qué lo dices?

P: Me reclamó el que jugué con ella y sus sentimientos. Dijo avergonzada. Me disculpé miles de veces.

M: Dale tiempo para que asimile las cosas. Dijo de manera reconfortante.

Terminamos de cenar y Pamela me acompañó a la puerta.

P: Avísame cuando llegues a tu casa, guapa.

L: ¿Acaso me estas vigilando? Bromeé y Pamela me dio un pequeño golpe jugando.

Pamela puso sus brazos alrededor de mi cuello y me besó delicadamente. Nos quedamos besándonos por un momento y al terminar, nos miramos fijamente a los ojos. Pamela me miraba con un toque de devoción y estaba segura de que mis ojos reflejaban lo mismo.

Me despedí de ella y comencé a caminar por el pasillo, tan pronto escuché que la puerta se cerraba tras de mí, regresé y toqué de nuevo. Pamela abrió y me preguntó “¿Olvidaste algo?” sin responderle, la besé de nuevo y le dije: “Uno para el camino.” Y me fui.

Al día siguiente, llegué al gimnasio y Manola ya se encontraba en los vestidores.

L: Hola, Manola. ¿Cómo estás? Dije alegremente.

M: Hola, Lisa. Bien gracias, ¿tú qué tal? Te ves sumamente contenta hoy, a diferencia de ayer. Bromeó aunque estaba algo ruborizada pues no estaba segura de cómo tomaría el comentario.

L: Lo sé. Reí. La diferencia que hace una buena noche de descanso.

Caminamos juntas de nuevo hacia la zona de cardio y antes de que cada quien se fuera a su máquina, me preguntó:

M: Oye Lisa, no sé si sea mucha molestia, pero… ¿me podrías compartir algunos ejercicios de tu rutina?

L: Claro, sin ningún problema, aunque en las mañanas tengo algo limitado el tiempo, ¿vienes también los fines de semana?

M: Los sábados si, los domingos son mi día de descanso.

L: ¿Qué te parece si el sábado te muestro la rutina? Planeo venir a las 10 a.m. a menos que salga el viernes en la noche y me levante tarde.

M: Muchas gracias. Nos vemos el sábado, tal vez.

Cada quien se puso a hacer sus ejercicios y cuando iba de salida, noté que Manola ya se había ido, cuando abrí mi casillero encontré un papel que decía:

“En caso de que haya algún cambio de planes el sábado” la nota tenía un teléfono anotado y estaba firmada por Manola.

El trabajo fue extremadamente fastidioso, preparé los documentos de unas propuestas para dos clientes y eso consumió todo mi día. Para cuando terminé ya se habían ido todos y eso significaba que al día siguiente debería llegar temprano para dárselas a Ignacio.

De regreso a mi casa hablé con Pamela, me invitó nuevamente a su casa pero rechacé la oferta ya que estaba agotada, durante la llamada hicimos planes para vernos al día siguiente.

Decidí que no iría al gimnasio pues tendría que llegar temprano a trabajar, la ventaja de esto sería que probablemente me desocuparía antes y también saldría temprano de la oficina.

Sonó el teléfono de mi oficina.

L: ¿Diga?

I: ¿Podrías venir un momento a mi oficina, Lisa?

L: Enseguida voy.

Llegué a la oficia de Ignacio y al entrar me invitó a sentarme.

I: Me han gustado mucho las propuestas que realizaste, normalmente yo me encargo de presentárselas a los clientes, pero en esta ocasión necesitaré que tu presentes una de ellas.

L: Con gusto, ¿cuándo sería la cita?

I: Será la próxima semana, pero si te diste cuenta, estos clientes son de cuenta extranjera por lo que tendrás que ir a presentarlo fuera. Ve a recursos humanos para avisar de tus faltas y para que te preparen todo para el viaje. Cuando termines ya puedes irte, buen trabajo.

L: Gracias, Ignacio. Nos vemos el lunes.

Recogí mis cosas y me dirigí al piso de abajo, donde se encontraban las oficinas de recursos humanos. Les comenté sobre el viaje y me dijeron que ellos se encargarían de todo.

Salí de trabajar antes de la hora de la comida, así que me fui a mi casa para comer con mi familia y descansar un poco antes de ver a Pamela. Dormí una deliciosa siesta y cuando me levanté era casi la hora en la que vería a Pamela.

Me cambié de ropa y me fui hacia su casa para recogerla. La llamé cuando llegue y a los pocos minutos bajó y se subió a mi auto.

P: Hola, mi amor. Me dio un pico en los labios.

L: Hola, hermosa.

Fuimos platicando durante el trayecto y finalmente llegamos a nuestro destino, era un bar al cual nos había invitado una amiga de Pamela que trabajaba ahí.

Nos sentamos a beber y a comer algo mientras la amiga de Pamela se desocupaba para estar con nosotras un momento. Mientras nosotras seguíamos hablando.

P: ¿Qué hacemos mañana? Tengo ganas de hacer un plan diferente.

L: Hmmm. ¿Tienes algo en mente?

P: No realmente, tu eres la creativa en ese aspecto.

De pronto llegó a mí una idea con la que podía matar dos pájaros de un tiro.

L: ¿Qué te parece si hacemos un día saludable?

P: Suena interesante, ¿pero a qué te refieres con eso?

L: Puedes ir conmigo al gimnasio y terminando podemos ir a uno de esos restaurantes orgánicos que tanto querías probar y en la tarde/noche no se me ocurre nada, dejaremos que el viento nos guíe. Sonreí.

P: Sin duda es un plan diferente, aunque me preocupa no poder seguir tu ritmo en el gimnasio.

L: No te preocupes, te pondré la rutina sencilla que le compartiré a una amiga del gimnasio.

P: ¿Quién es esta nueva amiga, de la que no me habías hablado?

L: ¿Son celos los que detecto? Bromeé.

Le conté sobre cómo había conocido a Manola y cómo me había pedido ayuda con la rutina.

L: Es una niña bastante tierna, creo que te caerá bien.

P: Me parece bien, entonces ya tenemos nuestro plan para mañana. Sujetó mi mano.

Llegó Mariana, la amiga de Pamela, nos regaló unos tragos y conversamos un momento antes de que regresara a trabajar pues era una noche bastante ocupada.

Ya que terminamos nuestras bebidas, nos despedimos de Mariana y nos retiramos.

Llegamos al departamento de Pamela y tan pronto abrió la puerta, comenzó a besarme apasionadamente. Las cosas se estaban calentando entre nosotras, cuando de pronto escuchamos ruidos provenientes del cuarto de Mónica.

Detuvimos lo que hacíamos y nos dimos cuenta de que Mónica y Octavio estaban teniendo relaciones. Tomé a Pamela de la mano para irnos a la sala y darles privacidad, pero no se movió y comenzó a besarme de nuevo.

L: ¿Qué haces? Dije entre besos.

P: ¿No te prende escuchar lo que hacen? Dijo en voz baja y con la respiración entrecortada.

Debía aceptar que si me excitaba un poco la situación, pero lo que me tenía altamente estimulada, era la reacción de Pamela.

Nos quitamos nuestras blusas y continuamos besándonos frente a la puerta del cuarto mientras escuchábamos los gritos y gemidos de la pareja y el golpeteo de su cabecera contra la pared.

Metí mi mano en el pantalón de Pamela y al estar en contacto con su sexo, noté que estaba muy mojada, lo que hizo que mi dedo la penetrara con facilidad. Pamela por otro lado, al meter su mano a mi pantalón, movía sus dedos en círculos y estimulaba mi clítoris.

Nuestras respiraciones comenzaron a acelerarse, intentábamos no hacer ruido para que Mónica y Octavio no nos descubrieran.

Yo fui la primera en culminar y segundos después Pamela llegó al orgasmo, cubrí su boca para evitar que gritara y únicamente una profunda exhalación salió de su nariz.

Inmediatamente, escuchamos que la pareja estaba terminando su labor, así que nos vestimos y fuimos rápidamente a la sala de TV. Nos reíamos como un par de niñas pequeñas que acaban de realizar una travesura, aunque en cierta forma lo habíamos hecho.

Minutos después, escuchamos que se abría la puerta de la recámara y nos topamos con Mónica usando únicamente la sábana como vestimenta.

M: ¡Ahh! G ritó asustada, sujetando fuertemente la sabana . ¿Desde cuándo están aquí?

P: Un rato… Dijo tratando de contener la carcajada. Supongo que vas por algo para que se hidraten para el round 2 o 3. Rio.

Mónica estaba avergonzada y su rostro estaba rojo como tomate, sin responderle a Pamela regresó a su cuarto. Ambas reímos fuertemente.

L: Eres terrible, pobre Mónica.

M: Ya se le pasará. Además me da gusto por ella, creo que las cosas entre ellos no estaban muy bien en el dormitorio, espero hayan hecho algo excéntrico.

L: Pequeña pervertida. Le di un beso en la mejilla y la abracé.

Al día siguiente recogí a Pamela y nos dirigimos al gimnasio. Ambas vestíamos de licras, yo traía un top deportivo y Pamela una playera sin mangas. Cuando llegamos, Manola ya se encontraba lista en los vestidores.

L: Hola, Manola. ¿Cómo estás?

M: Bien gracias, ¿y tú?

L: Bien también. Te quiero presentar a Pamela, mi novia.

Ambas se saludaron y seguido a eso, las tres nos dirigimos al área de cardio para calentar antes de comenzar con la rutina. Al terminar, fuimos al área de pesas.

L: Hoy haremos una rutina general, conforme te vayas fortaleciendo Manola, será ideal que cada día te enfoques a una sola parte del cuerpo, pero esta rutina es muy amigable para empezar. Cualquier duda me avisan y estaré al pendiente de que hagan correctamente los ejercicios.

Comenzamos con tres ejercicios de pecho/espalda. Mientras Pamela hacía remo en una máquina, Manola estaba recostada en el banco press levantando una barra sin mucho peso y también hacían elevación frontal de mancuernas, se iban intercambiando al terminar series.

Me paseaba entre las dos para supervisarlas y si veía que no necesitaban asistencia, realizaba unas cuantas secuencias para yo también ejercitarme. Sin embargo estaba enfocada ellas, en una par de ocasiones ayudé a Manola a levantar la barra cuando la notaba con dificultad, pero en general ambas realizaban correctamente los ejercicios.

Siguieron los ejercicios de pierna, hacían sentadillas, trabajaban en el abductor y la prensa de piernas.

Pamela estaba sentada en la máquina de abductores, me acerqué a ella a pesar de que no necesitaba ayuda, coloqué una de mis manos en el interior de su muslo mientras abría y cerraba las piernas.

L: Lo estás haciendo muy bien, solo recuerda cerrar lentamente las piernas para que no te gane el peso. Al decir esto recorrí mi mano más arriba, tocando ligeramente su sexo.

M: Gracias, instructora. Dijo casi en un susurro, claramente se había excitado del contacto de mi mano.

Le di un pico en los labios y fui a ver cómo iba Manola.

Para finalizar hicimos abdominales, al terminar nos dirigimos nuevamente a los vestidores. Una vez ahí, Manola nos dijo:

M: Olvidé mi botella de agua, enseguida regreso.

L: De acuerdo, nosotras iremos entrando al vapor. Manola asintió y se retiró.

P: Me encanta como te ves así vestida. Sentí su mano recorrer mi abdomen descubierto.

L: Tu tampoco te ves nada mal. Le di una nalgada.

P: ¡Lisa! Rio avergonzada.

L: ¿Qué? Nadie nos está viendo. Le di un tierno beso.

Nos desvestimos y entramos al vapor para relajar nuestros músculos después del ejercicio. Al poco tiempo, entró Manola vistiendo únicamente su toalla al igual que nosotras. Se sentó al otro extremo de la cámara de donde nosotras estábamos y comenzamos a conversar.

El abundante vapor dificultaba nuestra visión, así que solo veíamos la silueta de Manola mientras hablábamos, por ende ella tampoco podía vernos a nosotras. Pamela se aprovechó de eso y metió su mano bajo mi toalla, tocó mis senos, descendió a mi abdomen y llegó hasta mi coño.

Nos quedamos las tres en silencio mientras disfrutábamos del relajante vapor y Pamela continuaba frotando lentamente mi sexo, comencé a sentir que la excitación aumentaba y detuve a Pamela, sabía que no me podría contener y no quería que Manola nos descubriera.

P: Aguafiestas. Susurró en mi oído.

Ambas reímos disimuladamente y Pamela habló de nuevo.

P: Lo único que me falta para terminar de relajarme es un masaje, ¿me harías un poco, mi amor?

Antes de que pudiera responderle, se puso de pie, retiró su toalla, la extendió y se recostó boca abajo sobre de ella. Tomé una toalla pequeña y la coloqué sobre sus nalgas para cubrirlas.

Comencé a frotar la espalda de Pamela y comenzó a gemir suavemente. Manola se puso de pie y antes de abrir la puerta de la cámara de vapor me dijo:

M: Iré saliendo para bañarme. Dijo incómoda. Las veo afuera.

L: Enseguida salimos.

P: En unos minutitos más. Interrumpió.

Seguí masajeando a Pamela y esta vez pudo expresar sin restricciones su placer. Me gustaba provocarla pasando mis manos por su costado y tocando ligeramente sus senos o al recorrer sus piernas acariciaba sutilmente su coño. Sin embargo no escalé más las cosas, ya que eso tomaría más tiempo y además por miedo a ser descubiertas.

Entraron dos personas más al vapor y decidimos que era momento de retirarnos. Ayudé a Pamela a cubrirse con su toalla y salimos a bañarnos. Después, mientras nos vestíamos, vi que Manola ya estaba lista y nos esperaba.

Una vez listas, caminamos juntas hacia el lugar donde habíamos dejado nuestros autos y nos despedimos.

M: Muchas gracias por tu ayuda, Lisa.

L: No hay de qué, espero te sea útil. Dije amablemente.

M: Nos vemos el lunes, mucho gusto, Pamela.

P: Igualmente. Se despidieron con un beso en la mejilla.

M: Adiós, Lisa. Nos despedimos y me dio un pequeño abrazo .

Pamela y yo nos dirigimos al restaurante, pues moríamos de hambre, al estar esperando por nuestra comida, le pregunté:

L: ¿Qué tal te cayó Manola?

P: De lo poco que hablé con ella me pareció muy amable, además las dos tenemos algo en común.

L: ¿Ah sí? ¿Qué? Pregunté con curiosidad.

P: Que a las dos nos gusta nuestra instructora del gimnasio. Rio.

L: ¡Qué dices! Claro que no.

P: No puedes ser tan ingenua, mi amor. Es muy obvio, cada vez que estabas con ella se la pasaba sonriendo y no dejaba de verte cuando te alejabas.

Me quedé en silencio analizando las situaciones, ¿habré estado tan distraída que no me percaté de esas cosas? Pamela interrumpió mis pensamientos.

P: No me estoy quejando ni poniendo celosa, solamente estaba haciendo una observación.

L: Probablemente como estaba tan enfocada en ti, no noté lo que dices. Tomé su mano.

P: Hasta cierto punto me gusta saber que le atraes a otras personas y que eres solo mía. Dijo de manera coqueta. Además Manola se ve inofensiva.

L: Probablemente lo sea.

P: Sólo ten cuidado de no darle una impresión equivocada de las cosas, se ve muy inocente.

L: Lo haré, además creo que el que te haya conocido le indica que no estoy disponible.

P: Seguramente le quedo más que claro durante la cámara de vapor. Pobrecilla, no se sé si se estaba incomodando o excitando de vernos. Soltó una carcajada.

L: Un poco de ambos seguramente. Reí también.

P: La hubiéramos invitado a que se nos uniera. Dijo seriamente con un toque de sensualidad.

L: ¿Lo dices en serio? Pregunté sorprendida, levantando una ceja.

P: Tal vez… Dijo de manera pícara. Te mentiría si no te dijera que he pensado ampliar nuestra ya vasta vida sexual. ¿Tú qué opinas?

L: Honestamente nunca lo había considerado. Si he fantaseado con algunas experiencias que me gustaría probar contigo, pero nunca un trío.

P: Quizá en un futuro sea algo que podamos probar, si ambas estamos de acuerdo. Por lo mientras ve pensando que fantasía quieres hacer realidad, por si lo habías olvidado, tu ganaste nuestra competencia de orgasmos.

L: No hay manera de que lo olvide. Reí. Tendremos que preparar todo, tengo grandes planes para nosotras.

P: Mordió su labio inferior. Me estoy mojando de sólo pensarlo, ¿no me puedes dar una pista de qué será?

L: Aún no, conejita. Pronto.

Terminamos de comer y decidimos terminar de pasar el día en casa de Pamela pues estaba agotada y quería descansar. Estuvimos mirando series y películas y cuando se hizo tarde, me regresé a mi casa ya que al día siguiente tenía el bautizo del bebé de una de las mejores amigas de Daniela.

Ya en casa le escribí: “Buenas noches, hermosa. Pasa una excelente noche. Te quiero.” Inmediatamente recibí su respuesta: “Te quiero más, mi amor. Gracias por ser parte de mi vida, soy la más afortunada de tenerte.”

“Suertuda yo.” Envié el mensaje y caí profundamente dormida.

Lamento la tardanza para esta entrega, he estado un poco ocupada con el trabajo, espero tenerles pronto el siguiente capítulo.

Anonymus, gracias por tus felicitaciones, fue un excelente evento y agradezco tu comentario. Sin duda puedes tomar algunas ideas para tu próximo festejo y celebrar como nosotras. ¡Te mando un fuerte abrazo!

Sasia, agradezco tu bonito mensaje, me sacaste una gran sonrisa. Me hace muy feliz saber que disfrutaste del relato, espero esta entrega siga cumpliendo con las expectativas. ¡Un beso!

HombreFX, sin duda esta relación está floreciendo y creciendo en todos los aspectos. A mí me encanta que las personas sean detallistas conmigo y por lo mismo yo soy así, creo que es una gran manera de expresar el amor y cariño, más allá del componente material (tal como dices). Me alegra que hayas disfrutando este relato. ¡Besos!

Sofía, agradezco muchísimo tu cumplido sobre mi escritura y me alegró mucho leer nuevamente un comentario tuyo. ¡No te desaparezcas! Te mando un cálido abrazo.

A mi nueva comentarista y tocaya Lisa, gracias por tu comentario. Espero sigas disfrutando de la serie y me hará muy feliz seguirte leyendo por aquí. Un beso. P.D. para no ser tu idioma principal, escribiste muy bien en español.

Angiehot, gracias a ti por continuar leyéndome y disfrutando de esta historia. Te mando muchos abrazos.

Polo, no me tomo como ofensa tu comentario, al contrario, me interesa conocer sus opiniones. Tal vez pudieron ser un poco excesivos los regalos, sin embrago creo que si hay una excusa perfecta para este tipo de atenciones, son para las personas que queremos, ¿qué opinas? ¡Te mando un fuertísimo abrazo y gracias por tu comentario!

Gracias a mis demás lectores por seguir esta serie, espero sus comentarios. ¡Besos a todos!