Mi mejor amiga 11

Otro relato extenso. Comienzan los festejos de cumpleaños de Pamela.

Otro relato extenso, espero no sea muy cansado de leer, pero no podía/quería dividir el relato pues es el conjunto de experiencias de un maravilloso fin de semana. No se si seguiré haciendo relatos tan largos, háganmelo saber su opinión en los comentarios.

Espero lo disfruten. Besos.


Desperté y eran casi las 12, había dormido mucho a pesar de que el día anterior no me había desvelado tanto. Probablemente aún tenía algo del cansancio acumulado de la semana.

Me levanté apurada pues tenía muchas cosas que hacer, quería ir a comprar unas cosas para el cumpleaños de Pamela pues en la semana me sería imposible con el trabajo. Me di cuenta de que mi celular estaba muerto ya que no lo había dejado cargando en la noche, lo conecté a la corriente y me metí a bañar rápidamente.

Cuando salí de bañar vi que tenía 3 mensajes de Pamela:

“Buenos días conejita guapa, espero hayas descansado. ¿Tienes algún plan hoy? Mónica nos está invitado a desayunar, ¿quieres ir?”

El segundo mensaje únicamente era un signo de interrogación y el tercer mensaje decía: “Ya que no tuve respuesta tuya me fui a desayunar con ella, ¿acaso todavía estas dormida, floja? Llámame, no te entran mis llamadas. Te quiero.”

Les avisé a mis papás que saldría a hacer unos pendientes y que los vería después. Me preparé algo que pudiera desayunar en el coche y antes de arrancar el auto, llame a Pamela.

P: Buenos días, bella durmiente. Dijo riendo.

L: Hola, hermosa. Perdón que no contesté tus mensajes, tal como dices, seguía dormida y se descargó mi celular.

P: No te preocupes.

L: ¿Qué haces?

P: Terminando de desayunar, Mónica te manda saludos.

L: Dile que igual.

P: ¿Tu?

L: Acostada en mi cama desayunando. Mentí.

P: ¿Nos vemos hoy para comer?

L: Lo siento, pero comeré con mis papás ya que ayer no pude. Volví a mentir.

P: Qué lástima, pero lo entiendo. ¿Entonces, después de comer?

L: ¿Te puedo ir avisando? La verdad no sé a qué hora acabemos y si haremos algo después.

P: Está bien. Dijo algo inconforme.

L: Sabes que si fuera por mí pasaría cada segundo contigo.

P: Lo sé. Dijo con un tono más contento.

L:Te quiero, te hablo al rato.

P: Yo más, adiós.

Tan pronto colgué, arranqué el coche, no quería que se diera cuenta de que estaba en el auto y que le había mentido.

La primer parada que hice fue en una tienda de regalos, donde tenían todo tipo de cosas para fiestas. Adquirí una caja grande de 1 metro de altura y de ancho, confeti, serpentinas, los dulces favoritos de Pamela, globos y un pequeño tanque de helio.

Después me dirigí a una tienda de artículos de oficina, compré cartulinas, plumones, imprimí algunas fotografías y un álbum.

Mi siguiente destino fue a una tienda de ropa donde había visto el vestido perfecto para Pamela. Era un vestido corto, de color dorado y tenía un escote que haría relucir sus hermosos senos. Era ideal, ya que sin duda se vería hermosa, además sería llamativo y aunque ella sería la festejada, aseguraría ser el centro de atención.

Al pedirle a la encargada el vestido, me dijo que no contaban con la talla que necesitaba, que podría esperar hasta la próxima semana que les resurtieran inventario, pero sería demasiado tarde para entonces.

Sin embargo, la señorita fue muy amable y me ayudó a localizar el vestido en otra sucursal. Desafortunadamente, era una tienda algo lejana y eso perjudicaba mis planes que ya estaban retrasados por mi tardía hora de levantarme.

Me puse en marcha y esperé que me diera tiempo de llegar a mi último destino, el cuál era el más importante. Llegué a la tienda, conseguí el vestido y rápidamente me dirigí al último lugar.

Eran las 3:50 y la joyería a la que debía llegar cerraría a las 4, cuando llegué al establecimiento, el dueño de la tienda estaba preparando todo para cerrar.

L: ¡Por favor no cierre! Dije agitada pues había corrido para llegar.

*: Lo siento señorita, ya estoy por cerrar. Puede venir mañana, abrimos de 10 de la mañana a las 6 de la tarde.

L: Por favor, sólo vengo a recoger algo. Le mostré la nota. Me es imposible venir otro día y realmente necesito lo que pedí.

El señor hizo una cara de desgana, pero accedió. Entramos a la joyería y abrió un cajón con llave, dentro del cual había una dos cajas negras. Al abrir la primera vi un collar de oro que decía “Pamela” en letra cursiva. La segunda eran dos collares plateados, uno de una llave y el otro de un corazón con una cerradura.

L: Están perfectos, gracias. Disculpe las molestias.

*: No hay de qué, buena tarde.

Decidí regresar a mi casa para comenzar la labor manual de mis regalos y aprovechar el tiempo, pues sería el único momento que tendría para hacer todo.

Pedí sushi para comer mientras hacía mis manualidades. Coloqué las fotos en el álbum, hice varios letreros, guardé los dulces, el confeti, las serpentinas y el álbum en la caja grande.

Cuando terminé de hacer todo, eran pasadas las 7, consideraba que aún no era demasiado tarde para ver a Pamela un momento. Me fui hacia su casa y pensé en sorprenderla, llegando a su departamento la llamé.

P: Hola, conejita.

L: ¿Qué hay, hermosa?

P: Nada, guapa. Viendo la tele. Sonaba aburrida. ¿Tu? Hoy estuviste muy ocupada.

L: Lo sé, me gustaría verte.

P: A mí también me gustaría.

L: ¿Ah sí? ¿Entonces por qué no me abres la puerta?

P: ¿Qué dices?

L: Estoy en la entrada de tu edificio. Solté una risa. ¿Me abres?

P: ¡Claro!

Escuché el zumbido de la entrada principal y abrí, llegué a su puerta, toque un par de veces y a los pocos segundos Pamela abrió la puerta.

Sin decir ningún saludo, me recibió con un tierno beso en los labios.

P: Qué linda sorpresa. Me abrazó. Me da gusto que vinieras, aunque es lo mínimo que debías hacer al tenerme abandonada todo el día. Dijo bromeando y haciendo cara de puchero.

L: No haga berrinche, conejita. Bromeé. Yo también sufro de no estar contigo.

Nos sentamos en el sofá de la sala de TV y la abracé.

P: Te detesto. Dijo seriamente.

L: ¿Qué dijiste? Dije confundida.

P: Te detesto. Repitió.

L: ¿A qué se debe esto? Dejé de abrazarla y la miré fijamente.

P: Se debe a que me has hecho adicta a ti y necesito de ti todos los días y eso no me gusta nada. Comenzó a reírse y me di cuenta que era una broma.

L: Eres una tonta, me has sacado un gran susto. Soltó una carcajada.

P: Lo siento, no me pude contener. Continuaba riendo. Aunque hay algo de verdad en eso, nunca me ha gustado depender de nadie, me da miedo.

L: ¿Por qué te da miedo?

P: La última vez que me apegué tanto a alguien, fue en la horrible relación que te conté y eso me cegó a ver en la terrible persona que me convertía.

Volví a abrazarla y besé su frente.

L: Yo sé que esa relación fue muy difícil para ti, pero quiero que intentes dejarla atrás. La persona que dices ser en ese entonces no existe para mí, para mí sólo existe la maravillosa persona que eres hoy. Hice una pausa y la miré a los ojos. Quiero que dependas de mí porque yo también dependo de ti y esta “necesidad” que tenemos la una por la otra me parece positiva pues está llena de amor, no de celos ni enojo.

P: Tienes toda la razón y es justo por lo que me dices que se que eres la mejor persona para hacerlo. Confío plenamente en ti. Me dio un pico en los labios.

Nos quedamos abrazadas viendo la TV un momento y le dije:

L: Antes de que lo olvide, espero me disculpes, pero me he tomado la libertad de organizar tu agenda para el fin de semana.

P: ¿Ah sí? Por favor, infórmame de mis planes. Rio. Aunque espero no tengas nada organizado para el sábado en la mañana, mi papá me invitó a desayunar.

L: No te preocupes, el desayuno con tu papá es intocable, los planes que te tengo son más nocturnos y no te puedo dar muchos detalles pues se arruinarían las sorpresas. El viernes iremos a cenar y el sábado serás mía desde la hora de la comida y ya después será tu festejo del party bus.

P: ¿Y si alguien más me quiere festejar qué debo decir? ¿Que mi novia es una envidiosa que sólo me quiere para ella? Bromeo.

L: Me parece una respuesta bastante acertada. Le sonreí.

P: ¿Cómo voy a saber qué haremos, o qué tipo de atuendo usar?

L: No te preocupes, yo te haré saber la información que necesites, todo está perfectamente planeado.

P: Estoy muy emocionada, será un gran cumpleaños.

L: El mejor, de eso me encargo yo.

Terminamos de ver el programa de televisión y me retiré pues las dos tendríamos que levantarnos temprano para ir a trabajar. Llegué a mi casa y me preparé para dormir.

Para mi fortuna, la semana transcurría rápidamente y sin darme cuenta ya era jueves. Tenía una cita en una empresa y terminar aproveché que estaría fuera de la oficina para pasar a dejar el regalo de Pamela al party bus.

Me recibió Carlos, el encargado que nos atendió la vez anterior que estuvimos ahí.

C: Buenas tardes, señorita Lisa.

L: Hola Carlos, gracias por tu ayuda.

C: Para servirle.

Le entregué la caja y le pedí que la colocara en el centro del tráiler para que cuando entrara Pamela fuera lo primero que viera. Agradecí nuevamente su ayuda y me retiré a la oficina para terminar las labores del día.

Mientras regresaba, llamé a Pamela para saludarla. Durante la semana no nos habíamos podido ver más que para cena brevemente el martes.

P: ¿Hola?

L: Hola, hermosa. ¿Estás ocupada?

P: Algo, pero no te preocupes, me da gusto que llamaras. ¿Dónde estás? Se escucha como si estuvieras en el coche. Preguntó con curiosidad.

L: Así es, vengo saliendo de una junta con un cliente y voy de regreso a la oficina. ¿Tú?

P: Lo mismo de siempre, caos en la oficina.

L: Suerte con eso, no te quito más tiempo, sólo quería escuchar tu voz y saludarte.

P: Gracias. Te quiero, conejita. Dijo en tono bajo.

L: ¿Qué dijiste? No te escuché. Me burlé pues sabía que probablemente estaba con su equipo de trabajo y no querría decirlo en voz alta.

P: Me escuchaste perfectamente. Rio. ¿Acaso quieres que sea el hazmerreír de la oficina si escuchan nuestro apodo?

L: Reí. Sería algo bastante cómico, pero está bien, permitiré que mantengas tu impecable reputación.

P: Gracias. Dijo en tono sarcástico. Adiós.

L: Adiós.

Volví a la oficina y trabajé hasta las 8:30 p.m., regresé a mi casa y para cuando llegué mis papás ya habían cenado y estaban listos para dormir. Preparé algo de cenar y me lo llevé a mi cuarto para cenar mientras estaba acostada con la pijama puesta. Le envié un mensaje a Pamela:

“Buenas noches, conejita. Mañana comienzan las sorpresas, así que prepárate. Tenemos una reservación para ir a cenar a nuestro restaurante a las 8:00 p.m. Paso por ti a las 7:30 p.m. Te quiero.”

A los pocos minutos respondió: “Estoy muy emocionada, no puedo esperar a que sea mañana. Te quiero más. Descansa.”

Era viernes por la mañana, antes de ir a trabajar, le dejé su primer sorpresa a Pamela. Llegué temprano a la oficina para asegurarme de acabar mis deberes y salir a tiempo. Tan pronto me senté entró un mensaje de Pamela.

“Buenos días, conejita. Gracias por mi café y mi muffin de arándanos, se ve que me conoces a la perfección, son mis favoritos. Lástima que no estaba la mensajera para darle las gracias.”

“A mí también me hubiera encantado dártelos en persona, pero tuve que venir temprano a la oficina. Sin embrago, nos veremos en la noche. Que tengas un excelente viernes.”

Me puse a trabajar, pero mi mente estaba distraída por la emoción del increíble fin de semana que me esperaba. Estaba nerviosa porque todo saliera como lo había planeado y sobre todo esperaba que a Pamela le gustara todo lo que había hecho para ella.

El tiempo transcurría lentamente y mi trabajo se acumulaba en mi escritorio, me di cuenta de que no estaba haciendo nada productivo y estaba desaprovechando el tiempo, a lo que decidí separar el trabajo en lo que era urgente para ese día y el resto lo haría el lunes.

Terminé mis labores y salí a las 6 en punto, me fui a mi casa y me arreglé para después ir por Pamela. Llegué a las 7:25, toqué el timbre y escuché a Pamela a través del intercomunicador: “¡Que puntual! Bajo enseguida, solo estoy poniendo mi bolso.”

Pasaron un par de minutos, se abrió la puerta principal del edificio y vi a Pamela salir. Traía un vestido a la rodilla de color azul rey, sus zapatos, bolsa y accesorios eran plateados y combinaban a la perfección.

Comenzó a bajar los escalones de la entrada y yo estaba embobada admirando su belleza.

P: ¿Puedes dejar de mirarme así? Dijo sonrojada y apenada.

L: ¿Así, cómo?

P: Con ojos de cachorrito. Bromeó.

L: No puedo evitarlo. Pensarías que ya estaría acostumbrada a tu belleza pero cada día me sigues sorprendiendo. Pamela se sonrojó aún más y me dio un beso en la mejilla.

P: Eres demasiado tierna… y romántica.

Abrí la puerta del copiloto para que Pamela entrara y nos pusimos en marcha hacia el restaurante. Llegamos y la recepcionista nos llevó a nuestra mesa.

Ordenamos la comida y mientras esperábamos, tomábamos una copa de vino. Manteníamos una amena conversación y estábamos disfrutando de una magnífica velada.

A excepción de cuando comíamos, nuestras manos se mantuvieron unidas y de vez en cuando nos dábamos un pequeño beso. No nos gustaba hacer demostraciones de afecto en público pues la gente se incomodaba o usualmente había un par de mirones que se emocionaban al ver a dos mujeres besándose.

Estábamos por terminar de cenar cuando Pamela hizo una observación:

P: Qué coincidencia, nos dieron la misma mesa de nuestra primera cita.

L: Tienes razón, eres muy observadora. Sonreí. ¿Qué te parece si vamos al jardín?

P: Vayamos.

Nos pusimos a caminar y llegamos de nuevo a la fuente que tenía unas pequeñas bancas alrededor. Guíe a Pamela hacia una banca y le pedí que me esperara un momento, cuando regresé le di una rosa que había cortado del jardín.

P: Esta cita me está pareciendo demasiado familiar. Sonrió. Hiciste lo mismo cuando vinimos la primera vez.

L: De nuevo, eres muy observadora. Le di un pico en los labios. Aunque aún no es tu cumpleaños, me pareció apropiado recrear nuestra primera cita para darte tu primer regalo. Le entregué una de las cajas negras de la joyería.

Al abrirla había un pequeño papel que decía: “Quieres ser mi novia?” y debajo de éste estaba el collar de la llave.

L: Me parecía que era momento de formalizar las cosas. ¿Qué dices?

P: Nuestra relación es más que formal, pero con gusto te respondo que sí. Me dio un abrazo. El collar es muy lindo, gracias.

L: Obsérvalo detenidamente.

Pamela volteó la llave y notó que tenía una “L”.

L: ¿De dónde crees que sea esa llave?

P: Eres demasiado cursi si la respuesta es tu corazón.

L: Reí. Lo soy, pero estoy hablando en un sentido literal. Señalé mi cuello y le mostré el collar de corazón que hacía juego a la llave. Lo volteé para que Pamela viera la P en el reverso.

Pamela me miró y sus ojos brillaban por las lágrimas que tenía, estaba realmente conmovida por el detalle.

P: Es uno de los mejores regalos que he recibido. Tomó mi mano. Sabía que eras romántica pero esto es otro nivel, no sé qué decirte.

L: No tienes que decir nada, esto es solo un recordatorio de lo que eres para mí: la dueña de mi corazón.

Pamela derramó una lágrima y con delicadeza la limpié de su rostro. Me abrazó fuertemente y me dijo al oído: “No te merezco.” Le respondí con ternura “Claro que sí.”

Nos quedamos abrazadas un momento y antes de regresar al restaurante para retirarnos me pidió que le pusiera el collar de la llave. Pamela levantó su cabello para dejar descubierto su cuello, lo coloqué y le di un dulce beso.

Nos retiramos del restaurante y antes de subir al auto, me dijo:

P: ¿Vamos a mi casa? Me dijo sensualmente.

L: Aún hay otra sorpresa para esta noche. Pamela se veía sorprendida.

P: ¿A dónde vamos?

L: ¿Qué te parece si vamos por unos tragos?

P: De acuerdo.

No tuvimos que manejar mucho pues nuestro destino estaba cerca del restaurante. Llegamos a un bar que estaba en la terraza de un edificio. El lugar tenía mesas y sillones lounge, estaba lleno de luces de colores y se escuchaba música house que daba un ambiente acogedor y moderno.

Di mi nombre para la reservación y nos llevaron a la zona VIP, la cual tenía vista a la mejor parte de la ciudad. Nos sentamos y pedimos algo de beber mientras admirábamos la vista.

El tiempo transcurría y dieron las 12 de la noche, de pronto se apareció un mesero con una botella de champaña con una luz de bengala. Pamela se sorprendió y una gran sonrisa se dibujó en su rostro.

L: Oficialmente, feliz cumpleaños, hermosa. La abracé.

P: ¡Wow! ¿Cuántas sorpresas más hay? Dijo sorprendida.

L: Aún te faltan varias por descubrir. Saqué la segunda caja de la joyería. Este es tu primer regalo oficial de cumpleaños, te lo quería dar en el bus pero me parece mejor dártelo aquí pues mañana se puede perder.

Abrió la caja y vio el collar de su nombre.

P: Está precioso, siempre quise uno así.

L: Lo sé, por eso te lo quise regalar.

P: De verdad te lo agradezco, pero ya has gastado demasiado. No puedo aceptarlo.

L: Puedes y lo harás, no conozco a otra Pamela como para regalárselo. Bromee. Quiero que sepas que todo lo que estoy haciendo está dentro de mis posibilidades económicas, mi nueva oficina no fue la única ventaja de mi ascenso en el trabajo, también vino con un considerable aumento de sueldo y quiero compartirlo contigo.

P: Me alegro por eso, pero por más grande que haya sido el aumento, ya has invertido demasiado en mí.

L: Lo siento, pero la única que puede tomar esa decisión soy yo. Así que, por favor, acepta mis regalos pues no quiero estar discutiendo contigo cada vez que haga algo así, como te dije, aún faltan varias sorpresas y sólo quiero que las disfrutes.

P: Solo puedo decirte gracias. Todo ha sido increíble y mi cumpleaños apenas comienza, no sé qué más esperar, pero te estás luciendo.

L: Estoy feliz de que te agraden tus regalos. Disfrútalos.

Nos quedamos bebiendo champaña en la terraza y al terminarnos la botella entre las dos, nos retiramos.

La llevé a su casa, estacioné el coche y Pamela esperó a que bajara del coche, pero no lo hice.

P: ¿No vas a entrar?

L: No, hermosa. Pamela reingresó al auto y cerró la puerta. Creo que será mejor guardar energías para mañana pues nos espera un gran día, además, ya tenemos planes para que me quede a dormir y ahí podremos aprovechar el tiempo para estar juntas. ¿Estás de acuerdo?

P: Tienes razón, amor. Sonreí al escuchar esa última palabra.

L: Me encanta que me digas así.

P: Sonrió también. Te queda muy bien.

Pamela se acercó a mí, comenzó a besarme apasionadamente y mis manos empezaron a jugar con sus senos por encima de ropa. Ella pasó a besar mi cuello, pues sabía que era mi debilidad, la intensidad de las cosas subía y me moría por entrar con ella para hacerla mía, sin embargo, logré detenerme.

L: Sabes cuál es mi punto débil, pero tendré que parar aquí, no creo lograr controlarme si seguimos haciendo esto y quiero que estés descansada para mañana. Además, tienes el desayuno con tu papá.

P: Resopló. Está bien, pero mañana continuamos.

L: Sin duda.

P: Buenas noches, amor. Gracias por una excelente velada, nos vemos mañana.

L: No hay nada que agradecer hermosa, te quiero. Descansa.

Regresé a mi casa y antes de dormir le escribí a Pamela: “Buenas noches, espero disfrutes mucho mañana el desayuno con tu papá. Te quiero.” No supe si Pamela me había respondido pues caí dormida rápidamente.

Al día siguiente me levanté y vi dos mensajes suyos. El primero era respuesta al mensaje de la noche anterior; “Gracias, mi amor. Te escribo mañana antes de irme, te quiero. Pasa una excelente noche.” El otro mensaje lo había recibido tan solo 10 minutos atrás. “Ya me voy a desayunar con mi papá, guapa. Te aviso cuando salga para ver que procede en nuestros planes.”

Al llegar a la cocina, mi mamá estaba preparando huevos revueltos con tocino. Me senté con ellos a desayunar y mi papá me preguntó:

Papá: ¿Qué planes tienes para hoy, hija?

L: Iré a comer con Pamela, hoy es su cumpleaños. En la noche festejaremos y pensaba quedarme con ella pues terminaremos muy tarde. Dije con cautela, a pesar de que ya habíamos llegado a un acuerdo sobre eso.

Papá: ¿No festejará con su familia?

L: Ahorita está desayunando con su papá y su mamá no podrá verla, de todos modos no son muy cercanas. Aclaré.

Mamá: Qué lástima, días como estos se deben de pasar en familia.

L: Lo sé. Se hizo un gran silencio.

Mamá: ¿Y por qué no la invitas a comer con nosotros? Ya me dijo tu hermana que ya la conoce. Podemos ir los 6 a celebrarla.

Mi papá y yo nos quedamos atónitos ante la propuesta de mi madre. Nos miramos confundidos pues no creíamos que ella sería la que tomaría la iniciativa de conocerla.

Papá: ¿Estás segura? Dijo con desconfianza.

Mamá: Si. Como dije antes, estas fechas se deben de pasar en familia y Lisa al ser su… pareja ( dijo con dificultad) nosotros somos lo que más se acerca.

L: No lo sé, mamá. Te agradezco mucho la invitación pero no sé qué opine Pamela de festejar su cumpleaños con ustedes, pues no los conoce. Tendría que preguntárselo.

Mamá: ¿Acaso ella es la única que me puede sorprender a mí? Rio fuertemente.

Estaba realmente impactada con mi mamá por su propuesta y por haber hecho referencia a la vez que nos descubrió besándonos. Todos nos quedamos en silencio.

Mamá: Bueno, considéralo y nos avisas tu decisión.

Terminamos de desayunar y me dirigí a mi cuarto, llamé a mi hermana para decirle lo que había sucedido con mi mamá y necesitaba que me diera su opinión sobre lo que debía hacer.

D: ¡Vaya! Es una situación fuera de lo común. Pero entiendo el por qué propuso la invitación, sabes que mamá es una mujer con valores muy familiares.

L: Lo sé y agradezco su invitación pero debo pensar que será lo mejor para Pamela, no quiero que esté incómoda en su cumpleaños.

D: Tienes razón en eso, pero también debes considerar que mamá está haciendo un gran esfuerzo al proponerte eso, sería algo difícil para ella que la rechaces cuando ella se está acercando a ti y a Pamela.

L: No me gustaría lastimar sus sentimientos. Hice una pausa . ¿Por qué tiene que ser en su cumpleaños? Dije exasperada.

D: Te encuentras en un aprieto, hermanita. ¿Qué harás?

L: Creo que aceptaré la invitación, lo único que no sé, es si debo decirle a Pamela.

D: René está escuchando la conversación y opina que no le digas, pues dice que se predispondrá y llegará más incómoda de lo que debería.

L: Creo que tiene razón, siento que me matará cuando se enteré.

D: Rio. No te preocupes, Lisa. Estaremos ahí para ayudar a aliviar la tensión y ayudarte a controlar a mis papás.

L: Gracias, nos vemos al rato. Deséenme suerte.

Fui a la recámara de mis papás para comunicarles mi decisión.

L: He decidido que si iremos Pamela y yo a comer con ustedes. Solamente les quiero pedir un favor.

Papá: ¿Cuál?

L: Intenten no ser muy intensos con ella.

Mamá: ¿A que te refieres con “intensos”?

L: A que no le hagan demasiadas preguntas y la hagan sentir abrumada. De por sí es algo importante conocer a tus suegros y aún más sin saber que lo harás en tu cumpleaños.

Papá: Claro, lo último que queremos es incomodarla. Tranquila, hija, confía en nosotros.

L: Gracias a los dos.

Estaba a punto de retirarme y agregué:

L: Una cosa más.

Papá: Dinos.

L: ¿Están seguros de que están listos? Es importante para mí que Pamela disfrute su cumpleaños, pero también es importante que ustedes estén bien pues será algo nuevo para todos.

Mamá: Estamos listos. Hizo una sonrisa tranquilizadora.

Llamé a Pamela, quien ya había terminado de desayunar y le comuniqué el restaurante a donde iríamos a comer y la hora a la que pasaría por ella.

Llegó la hora y recogí a Pamela, se subió al auto y comenzó a contarme sobre el desayuno con su papá.

P: Fue bastante agradable verlo, desayunamos muy rico y nos pusimos al corriente de muchas cosas.

L: Me da gusto que la hayas pasado bien.

P: Así fue, aunque no todo fue como lo imaginé.

L: ¿Por qué lo dices?

P: A pesar de que conversamos, habían muchos silencios incómodos y en momentos no sabíamos de qué hablar. Creo que eso es lo que sucede cuando no mantienes una relación cercana con alguien.

L: ¿No hay manera de que se frecuenten más?

P: No estoy segura de que él quiera eso y yo tampoco. Llega un punto en el que ya te acostumbras a que las cosas sean así.

Seguimos hablando durante el camino y llegamos al restaurante. Nos estaban guiando a nuestra mesa cuando Pamela se percató que en la mesa estaban Daniela y René. Se paró en seco y tomó mi mano nerviosa.

P: Lisa, acaso esos son… Se puso blanca como si hubiera visto un fantasma.

L: ¿Sorpresa? Dije nerviosa y sin saber que más decir.

P: Por qué no me dijiste que… Las palabras no encontraban forma de salir de su boca.

L: Porque no lo había planeado así, fue idea de ellos o más bien de mi mamá querer comer contigo. No te lo dije pues no quería que te pusieras nerviosa.

Pamela seguía paralizada mirando la mesa y agarrando mi mano con fuerza. Inhaló y exhaló con fuerza y me dijo:

P: Bueno, es algo que sucedería eventualmente. Dijo nerviosa.

L: Así es. Te prometo que no será como te lo imaginas, tienen toda la disposición de conocerte. Asintió.

Nos acercamos a la mesa y mi papá rápidamente se puso de pie para saludar a Pamela.

L: Mamá, papá, les presento a Pamela. Dije con voz temblorosa.

Papá: Mucho gusto. Dijo cordialmente y se saludaron con un beso en la mejilla.

Se acercó a mi mamá y también se puso de pie para saludarla.

Mamá: Muchas felicidades. Se dieron un beso en la mejilla.

P: Muchas gracias, señora.

Después saludó a Daniela y a René y tomamos asiento. Al principio se hizo un incómodo silencio, hasta que Daniela rompió el hielo. La conversación comenzó a fluir y todos empezamos a participar excepto mi mamá, las aportaciones de Pamela eran breves, sin embargo se notaba que estaba haciendo un esfuerzo por integrarse y disminuir su ansiedad.

Acerqué mi mano bajo la mesa para tomar la mano de Pamela y ésta al sentir mi contacto rápidamente la retiró. Claramente estaba nerviosa de que nos fueran a ver mis padres, a lo que volví a intentarlo y la sujeté con fuerza, quería hacerle sentir seguridad y tranquilidad.

Poco a poco comencé a sentir a Pamela más tranquila y desenvuelta en la conversación. Mientras comíamos, mi mamá se puso de pie sin decir nada, a lo que supusimos necesitaba un momento para asimilar todo. Regresó y continuó comiendo como si nada.

Ya habíamos terminado de comer y antes de que nos ofrecieran la carta de postres, llegaron todos los meseros cantando “Las mañanitas” y le pusieron enfrente a Pamela un pastel con una vela.

Al terminar de cantar, Pamela sopló su vela y todos aplaudimos.

P: Muchas gracias. Me dijo en voz baja.

L: No he sido yo quién pidió tu pastel. Dije mirando a mi mamá.

Ahí nos percatamos que había eso es lo había hecho cuando se había parado anteriormente.

P: Muchas gracias por el pastel señora.

Mamá: No hay nada que agradecer, no es un festejo de cumpleaños sin pastel Sonrió.

Pedimos cafés y entre todos compartimos el pastel de Pamela pues estábamos satisfechos por la comida. Al terminar, nos pusimos de pie y nos dirigimos a la salida.

Todos comenzamos a despedirnos y las últimas en despedirse fueron mi mamá y Pamela, Pamela se acercó a mi mamá y lo que parecía que sería una incómoda y corta despedida se convirtió en un afectuoso abrazo que mi mamá le dio a Pamela.

Mamá: Felicidades Pamela, disfruta tu festejo y cuídense mucho, por favor.

P: Gracias, señora. Mi mamá le dio unas pequeñas palmadas en su brazo.

Me acerqué de nuevo a mi mamá y le di un fuerte abrazo. “Gracias ma, te amo.” Le dije al oído. Mi mamá colocó su mano en mi mejilla y me dijo: “ Me alegro que estés feliz.”

Cada quien se subió a sus respectivos coches y cuando ya estábamos en el auto, noté que Pamela estaba muy callada.

L: ¿Estás bien?

P: Si amor, la pasé muy bien, gracias. Dijo algo decaída.

Continué manejando y llegamos a su edificio. Una vez en su departamento me acerqué a ella y de nuevo le pregunté:

L: ¿Qué te pasa, conejita?

P: Nada, es una tontería.

L: Dime por favor, lamento si fue demasiado presentarte hoy a mis papás.

P: No es eso, fueron encantadores y me agradó al fin conocerlos.

L: ¿Entonces?

P: Dirás que es una estupidez.

L: Eso nunca.

P: Me di cuenta que esta es la primera vez que siento que paso un cumpleaños en familia desde que mis padres se separaron. Lágrimas comenzaron a correr en su rostro. Y lo peor es que no es mi familia.

L: No es una tontería, mi amor. La abracé. Entiendo que esto haya tocado una fibra sensible, pero me encanta que hayas sentido que estuviste en familia, porque así fue. De ahora en adelante lo mío es tuyo y eso incluye a mi familia.

P: No me canso de decirlo, eres increíble. Nunca me había sentido tan amada y tan feliz.

Nos fuimos a su habitación, nos recostamos y nos quedamos abrazadas por un largo tiempo. No decíamos nada, sólo sentíamos el contacto de nuestros cuerpos y el calor de nuestra compañía.

Al poco tiempo, regresó Mónica de comer y decidimos ir con ella a la sala para pasar el rato en lo que nos teníamos que arreglar para la fiesta. Estuvimos platicando y bromeando y rápidamente Pamela se animó después de haber estado decaida.

Llegó la hora de arreglarnos y cada quién se retiró a su cuarto.

P: ¿Te quieres meter a bañar tu primero?

L: Métete tú, hermosa. Yo debo bajar al auto por mi maleta, olvidé subirla hace rato.

P: Está bien, y después me ayudas a elegir lo que me pondré, tengo en mente un par de opciones.

L: Claro que sí.

Mientras Pamela se bañaba, bajé por mis cosas y por el vestido que le había comprado. Lo extendí sobre la cama para que lo viera al salir del baño. Escuché que cerraba la regadera y a los pocos segundos abrió la puerta.

P: ¿Qué es esto? Gritó emocionada. ¡Está precioso!

L: Decidí ayudarte a escoger tu atuendo, creo haber hecho una buena elección.

P: ¡Me encanta, gracias, mi amor!

L: Anda, pruébatelo. La animé. Quiero vértelo puesto, para ver si como me imaginé que te verías concuerda con la realidad.

Se acercó a su cajón de ropa interior y mientras elegía, tiró la toalla, dejando a la vista su cuerpo desnudo y se percató de que la estaba mirando con lujuria.

P: Tranquila, conejita. Rio. Esto será tuyo después.

Me acerqué a ella y besé su espalda.

L: Me prendo de sólo verte.

Se dio la vuelta y me beso apasionadamente. Sentía su cuerpo desnudo y lo único que pensaba era en arrancarme la ropa para sentir su piel contra la mía.

Se puso su tanga y brasier y se probó el vestido.

P: ¿Qué dices, es como lo imaginabas?

L: No. Dije seriamente. Es mil veces mejor, te ves despampanante. Se sonrojó.

P: Anda, métete a bañar que me estas chiveando. Bromeó.

L: Me encanta cuando te pones así. Reí y me metí al baño.

Salí de bañarme y Pamela ya estaba casi lista. Se había ondulado el pelo, lo cual hacía que se le viera una hermosa melena rubia. Su maquillaje resaltaba sus preciosos ojos y únicamente le faltaba ponerse labial y sus accesorios.

Mientras me vestía escuché que sonaba el timbre, probablemente sería Octavio pues habíamos acordado de irnos los cuatro juntos al punto de encuentro del party bus.

Yo vestía de un vestido negro corto abierto por la espalda y en la parte de enfrente colgaban unas pequeñas cadenas a manera de collar. Afortunadamente mi cabello al ser naturalmente lacio no era necesario peinar demasiado. Comencé a maquillarme mientras Pamela recogía su cuarto pues había un pequeño desastre y quería dejar todo libre para que cuando llegáramos no tuviéramos que hacer nada.

Terminé de arreglarme y justo ella había acabado de recoger todo, salimos para encontrar a Octavio y a Mónica en la sala.

M: Wow, te ves muy bien, Pamela.

P: Gracias, Moni. Se sonrojó y sonrió. Lisa se encargó del vestido.

O: ¡Eres la chica dorada! Rio. Te ves muy bien y por cierto, felicidades.

P: Gracias, Octavio.

M: Una excelente elección, Lisa.

L: Gracias, concuerdo en que se ve preciosa.

P: Pues, es hora de irnos. ¿Están listos?

Todos asentimos y nos dirigimos a la salida. Octavio nos hizo favor de contratar a un chofer que nos llevaría a donde estaba el camión y nos regresaría de nuevo a la casa.

Llegamos al centro comercial y en medio del estacionamiento había un enorme tráiler con las puertas abiertas donde se podían ver luces de colores. Nos acercamos con el conductor para que nos diera las indicaciones finales.

R: Buenas noches, señoritas. Mi nombre es Ramón y seré su conductor esta noche. Permítanme hacerles los últimos comentarios antes de que disfruten de su paseo.

P: Buenas noches, claro que sí, díganos.

R: Primero que nada contamos con dos botones de seguridad que están localizados en la entrada y al fondo del camión, cualquier emergencia, por favor presionen el botón rojo y de esta manera se me alertará y detendré el autobús. Además hay una ventanilla al final de la caja por la que nos podemos comunicar. Por otro lado, se me indicó que a las 2 de la mañana regresaremos aquí para hacer una parada para los invitados que desean retirarse, después de esto continuaremos el recorrido hasta las 5 a.m. ¿Tienen alguna duda?

P: Si, ¿cuándo debo hacer el pago final?

R: Según mis registros no hay ningún adeudo, señorita. Su cuenta ya ha sido pagada.

Pamela me volteó a ver y yo fingí que alguien me hablaba para voltearme. Me tomó de la mano y me acercó a ella. Me plantó un gran beso y me dijo:

P: ¿Acaso soy novia de una millonaria y no me lo ha dicho?

L: En realidad soy narco, todo lo pagué con dinero sucio. Solté una carcajada.

P: No me importa de cuánto haya sido tu aumento, ya has pagado suficiente.

L: ¿Qué te dije, hermosa? No voy a discutir de esto contigo, te quiero y es un gusto para mí por hacer todo esto para tu cumpleaños.

P: Gracias. Me dio un beso en la mejilla.

Comenzaron a llegar los invitados y entre ellos, llegó Gerardo junto con dos amigos. Pamela me había pedido que lo invitara, pues por él habíamos conseguido el bus y nos habían tratado muy bien gracias a él.

G: ¡Lisa Mona Lisa! Me gritó y se acercó a donde estábamos. ¿Quién es esta preciosura?

L: Ger, te presento a Pamela.

G: ¡Vaya! Pero qué mujer tan hermosa te has conseguido amiga, con alguien así consideraría regresar a la heterosexualidad. Bromeó y todos reímos fuertemente.

P: Muchas gracias, es un gusto conocerte. Y también gracias por tu ayuda con el camión.

G: El gusto es mío, Lisa me ha hablado muchísimo de ti.

P: ¿Ah sí?¿“Muchísimo”?

G: La tienes vuelta loca.

L: ¡Gerardo! Le grité ruborizada y todos rieron.

Eran casi las 9:50 y ya estaban todos los invitados presentes, así que decidimos comenzar a ingresar al camión. Dejamos que todos pasaran primero para asegurarnos de no dejar a nadie y finalmente entramos Pamela y yo.

Tan pronto subió y vio la decoración, se emocionó demasiado. Vio que había unos globos metálicos de deletreaban su nombre y otros globos de helio flotaban por todo el camión.

Después de observar la decoración, detectó la caja en el centro del camión. Se acercó a abrirla, pero antes de hacerlo se proyectó en las pantallas un video informativo y nos pareció pertinente esperar para que todos prestaran atención.

Una vez terminó el video, Pamela abrió la caja y un montón de globos de helio salieron volando. Todos aplaudieron y Pamela miró el interior donde encontró sus dulces y el álbum de fotos que le había hecho.

Pamela muy agradecida, se acercó a mí me dio un gran beso, todos los que estaban alrededor gritaron en celebración. Tan pronto nos separamos, empezó la música y el camión comenzó a moverse.

La gente se fue a la barra a que les sirvieran algo de beber y otros se acercaban a saludar y a felicitar a Pamela. De pronto vi una cara conocida.

Ju: ¡Vaya sorpresa que me han dado! ¿Ustedes dos juntas? Me saludó con un abrazo.

P: Hola, Julieta. La abrazó. Si y todo gracias a ti.

Ju: Eso explica por qué Lisa tiene tan abandonadas a todas sus amistades, anda de mandilona contigo. Rio. Tu y yo tenemos una conversación pendiente, Lisa, hablamos al rato.

L: Claro, Juls.

Me dirigí a la barra y pedí una copa de champaña para Pamela y para mí, la champaña estaba reservada únicamente para nosotras y algunos invitados que elegimos como VIP. Le llevé su trago y comenzamos a bailar con sus amigas y amigos. En ocasiones el tráiler hacía movimientos que le agregaban diversión a la fiesta, pues tenías que estar al pendiente de no caerte y agarrarte de los barandales.

La fiesta era estupenda, en vez de los 40 invitados planeados, terminaron siendo 60 y todos estaban bailando, bebiendo y divirtiéndose.

Dejé a Pamela un momento para buscar a Julieta y charlar con ella.

L: Salud, Juls. Choqué su vaso con el mío.

Ju: ¡Eres una desgraciada, eres lesbiana, bisexual o yo que sé y no me lo dijiste! Me reclamó a manera de broma.

L: Lo sé, créeme que no fue fácil para mi llegar a este momento, ni yo estaba segura de serlo, pero al conocer a Pamela en tu fiesta me enamoré de inmediato. Pero no fue hasta hace poco que salí oficialmente del closet. Reí.

Ju: No me lo imaginé de ti. Pero te ves contenta con Pamela y eso me da mucho gusto.

L: Gracias, Julieta. Sí, estoy verdaderamente feliz, ella es increíble.

Ju: Espero me inviten a la boda. Rio. Hasta debería de ser madrina ya que yo las presenté.

L: Te prometo que lo serás.

Seguimos platicando y riendo, cuando de pronto sentí que alguien tocaba mi hombro. Era Pamela diciéndonos que fuéramos a la barra a tomar un shot. Fuimos a tomarlo y nos quedamos bailando un momento.

Ya se acercaba la hora de la parada de la mitad del trayecto y todos estaban gozando de la fiesta, ya había muchas personas borrachas pero no noté a ningún invitado que fuera problemático o que necesitara asistencia.

De pronto empezó la canción de “El Baño” de Enrique Iglesias, la cual dice: “Vámonos pal' baño. Que nadie nos está viendo. Si no me conoces, nos vamos conociendo. Sé que suena loco, pero me gusta tanto.” Me acerqué a Pamela y la tomé de la mano, la llevé hasta donde estaba la cabina del WC y sin que nadie se diera cuenta nos metimos y comenzamos a besarnos.

Mientras nos besuqueábamos, nuestros cuerpos se movían al ritmo de la música y nuestras manos comenzaron a recorrer nuestros cuerpos. Le levanté el vestido y comencé a tocar sus coño por encima de la tanga, intenté introducir un dedo pero Pamela no me lo permitió.

P: Espera, mi amor. Ya estamos por hacer la parada.

L: Nos apuramos, por favor, hermosa.

De pronto sentimos como el tráiler se detenía. Pamela me dio un último beso y antes de salir de la cabina me dijo:

P: Luego seguimos, conejita. Me guiño el ojo y se acomodó el vestido para salir.

Esperé un momento para salir, para que no fuera obvio que estábamos las dos dentro. Salí y ayudé a Pamela a despedir a sus invitados. Sorprendentemente solo bajaron pocos invitados, la mayoría quería seguir la fiesta.

Tan pronto avanzó de nuevo el tráiler, continuó la fiesta como si nunca se hubiera interrumpido.

Estaba bailando y platicando un rato con Gerardo cuando noté que Pamela estaba con una persona con cabellera pelirroja, Olivia. Vi que le daba un shot a Pamela y siguieron bailando con el resto de sus amigas.

Me contuve de ir a dónde estaban pues no quería hacer ninguna escena, era el cumpleaños de Pamela y no haría nada que lo arruinara. Gerardo me vio mirándola y le conté lo que había sucedido.

Cuando vi que Olivia se iba, me acerqué a Pamela para bailar un rato con ella. Se acercó a mi oído y me dijo:

P: Quiero pedirte otro regalo de cumpleaños.

L: Lo que quieras.

P: Señaló uno de los tubos. Quiero que me hagas un baile.

Solté una carcajada pero noté que Pamela lo decía en serio.

L: No estoy lo suficientemente borracha para hacerlo.

P: Entonces vamos por otro shot.

Me tomó de la mano y me llevó hasta la barra, pidió dos shots de tequila y los tomamos.

P: ¿Cuántos shots más necesitas para hacerme mi baile?

L: Como 3. Reí.

P: Pidamos otro.

L: Pediré el mío, pero creo que tu no debes tomar más por ahora, ya se te está subiendo y aún queda mucho tiempo de fiesta.

P: Estoy bien. Pidió dos shots más y los bebimos. Te voy a dar 20 minutos más, cuando vaya por ti, borracha o no, me harás mi baile.

Regresó con sus amigas y yo regresé con Gerardo y sus amigos. Seguimos bebiendo y sin darme cuenta de cuánto tiempo había pasado se acercó Pamela y me dijo al oído: “Es hora.”

Pamela se sentó en un pequeño sillón justo enfrente del tubo, casi nadie estaba prestando atención así que comencé el baile. Daba vueltas alrededor del tubo, me acercaba a ella y la provocaba como si la fuera a besar y hacía los movimientos más sensuales que sabía. Cuando estaba colgada en el tubo sentí como el alcohol surtía su efecto y me dejé llevar por la música e ignoré todo lo demás. Cuando terminé, noté que la mayoría de la gente estaba observándome y comenzaron a chiflar y aplaudir.

Me sonrojé y Pamela me acercó a ella, me sentó en sus piernas y me dijo:

P: Me tienes mojadísima.

Disimuladamente metí mi mano entre sus piernas para comprobar lo que decía, y era verdad, pues aún a través de su tanga podía sentir la humedad de su coño.

Antes de que le pudiera proponer ir al baño a terminar lo que habíamos dejado inconcluso, me vi interrumpida por Julieta, quien se acercó a platicar de nuevo con nosotras.

De pronto, varias invitadas se acercaron al tubo y comenzaron a seguir mis pasos haciendo bailes muy eróticos. El ambiente se había tornado algo caliente, entre los bailes en los tubos y muchas parejas coqueteando y besándose.

Fui de nuevo a la barra por otra copa de champaña, cuando de repente sentí un hielo en mi espala descubierta, intenté voltearme pero Pamela me lo impidió, comenzó a descender el hielo por mi espalda y llegó tanto como el vestido se lo permitió.

Había provocado una sensación muy excitante y me moría por poder hacerlo con ella, era evidente que ambas estábamos muy calientes, pero Pamela al ser la festejada, se la pasaba rodeada de personas y apenas habíamos podido pasar unos momentos sólo ella y yo.

Pamela le pidió a Mónica que se acercara a donde estábamos y nos dijo a las dos:

P: Por favor ya no me dejen tomar más, no quiero acabar muy mal. Decía arrastrando las palabras.

M: No te preocupes, nosotras te cuidamos. Le pedí un vaso con agua para que se le bajara un poco la borrachera.

Me distraje un momento y cuando volteé a ver a Pamela, vi que Olivia estaba con ella.

O: ¡No puedes estar tomando agua! Hoy es tu cumpleaños y deberías de beber tanto como quieras. Le quito el vaso, lo dejó en una mesa y le dio un shot.

Afortunadamente Mónica estaba con ella y se lo quitó antes de que se lo tomara.

Todavía quedaban dos de horas del trayecto, el alcohol seguía fluyendo y las cosas se estaban empezando a descontrolar un poco. Había un invitado dormido en uno de los sillones, una amiga de Pamela estaba vomitando en el baño y una pareja estaba discutiendo al fondo del tráiler. Afortunadamente nada de eso era fuera de lo común en eventos de este tipo, sin embargo era importante estar monitoreando para evitar que empeoraran las situaciones.

De pronto escuché a un grupo de personas vitoreando y haciendo bullicio, me subí a uno de los sillones para ver de qué se trataba y vi a Olivia empinándole una botella de tequila a Pamela, quien le hacía señas con las manos para que parara pero no lo hacía, se logró mover y el chorro de tequila le cayó encima, rápidamente Olivia lamió a Pamela donde se había mojado de la bebida.

Salí furiosa hacia donde estaban pero Gerardo me detuvo.

G: No hagas nada de lo que te vayas a arrepentir, amiga. Yo encargo de sacarla de ahí, pero no pierdas la cabeza y arruines el cumpleaños de tu amada.

Noté como Gerardo se acercaba al grupo de personas y sacaba a Pamela abrazada, ya que apenas podía caminar. Me hervía la sangre de ver a Olivia riéndose orgullosa de su labor, cuando Pamela claramente ya no estaba en estado de seguir bebiendo.

Se dispersó el grupo y Olivia fue a la barra a devolver la botella de tequila casi vacía. Intenté contenerme pero no lo logré, me acerqué a ella y con fuerza la empujé hacia la pared metálica y la sostuve de manera amenazante.

L: No voy a hacer una escena pues no pienso arruinarle el cumpleaños a mi novia, pero te juro que si te vuelvo a ver dándole una gota de alcohol o poniéndole un dedo encima te voy a partir la madre, ¿entendiste?

Olivia asintió asustada y se alejó rápidamente. Afortunadamente los únicos que presenciaron mi encuentro con Olivia habían sido los meseros de la barra y Gerardo.

G: Así es como se deben de abordar estas situaciones. Hiciste bien en contenerte frente a Pamela.

L: No me hubiera controlado de no haber sido por ti, gracias.

G: No hay nada que agradecer y no te preocupes por Pamela, pronto se le bajará la borrachera, ya le di un suero.

La hora restante del trayecto la pasé cuidando a Pamela, quien estaba recuperando poco a poco la compostura a pesar de seguir bastante alcoholizada. Llegamos al final del recorrido e increíblemente Pamela se encontraba mucho mejor de lo que esperaba. Caminaba en línea recta sin apoyo de nadie, aunque se tambaleaba un poco por los tacones, ya no tenía náuseas y estaba muy activa.

Despidió a todos sus invitados y al terminar, nos subimos al auto con el chofer que Octavio había contratado. Íbamos de regreso al departamento y Mónica y Octavio se venían quedando dormidos, yo iba recargada en el hombro de Pamela, quien iba cantando y de vez en cuando me daba un par de besos.

Me daba mucha gracia verla en ese estado, pues horas atrás era un pequeño desastre y pensaba que iba a tener que cargarla hasta su departamento. Llegamos a la casa, Mónica y Octavio se despidieron, se metieron su cuarto a descansar y Pamela y yo nos fuimos a su recámara.

Paradas a la mitad de su habitación, Pamela me tomó las manos y me miró a los ojos.

P: Gracias por el mejor cumpleaños.

L: No hay nada que agradecer, mi amor. Me alegra que la hayas pasado bien.

P: ¿Sabes qué es lo que quiero para cerrar este cumpleaños con broche de oro, cierto? Dijo de manera seductora.

L: ¿Estás segura? ¿No estás demasiado cansada o… borracha? Bromeé.

P: Lo único que estoy, es excitada por ti desde ese baile que me hiciste. ¿Acaso vas a dejar que me quede caliente? Sonrió de manera pícara.

Antes de acercarme a ella, conecté mi celular a la bocina que había en su cuarto y puse una canción que me parecía perfecta para la ocasión. No elevé mucho el volumen para evitar despertar a Mónica y Octavio, pero lo puse a nivel suficiente para ambientar el momento. Se comenzó a escuchar “Versace on the floor” de Bruno Mars.

Ambas estábamos de pie besándonos tierna y delicadamente, le di la vuelta y lentamente empecé a bajar el cierre del vestido. Conforme su espalda se iba descubriendo, mis labios la recorrían suavemente.

Su vestido cayó al suelo y entonces Pamela comenzó a retirar el mío. Una vez que estábamos en nuestra ropa interior, nos recostamos en la cama y continuamos besándonos.

Pamela se puso sobre mí y retiró su brasier dejando sus pechos al aire. Me levanté y me llevé uno de sus senos a la boca, lo mamaba como un bebé en búsqueda de leche. Después con la punta de mi lengua hice círculos alrededor de su pezón y escuchaba a Pamela gemir de placer.

Terminamos de retirar el resto de nuestras prendas, Pamela dirigió su boca a mi sexo y colocó su coño sobre la mía. Estábamos realizando un 69 delicioso, mientras ella succionaba mis labios vaginales, yo lamía con fuerza su vagina y mis manos abrían sus nalgas para facilitarme la entrada.

Comenzó a frotar con su mano para complementar las lamidas a mi coño y yo hice lo mismo, la velocidad de nuestras manos y lenguas aumentó y ambas gemíamos fuertemente.

Pamela llegó al orgasmo y soltó un fuerte suspiro, pero se mantuvo en posición hasta que yo también culminé. Se dio la vuelta y aún encima de mí, me dio un pico en los labios.

P: Quiero más, mi amor. ¿Me das más? Decía con la respiración acelerada.

L: Lo que quieras y cuantas veces quieras.

De pronto, Pamela acercó su coño a mi boca y se sentó sobre mi rostro. Comenzó a mover sus caderas hacía adelante y atrás y mi lengua estaba en contacto con su sexo, sin embargo, no requería de mucho esfuerzo de mi parte pues los movimientos por sí solos estimulaban a Pamela.

Pamela sostuvo mi cabeza para acercarla más a su coño y sus movimientos se aceleraron mientras mi cara estaba hundida en el sexo. Pausó un momento para permitir a mi lengua hacer su trabajo y cuando se sintió cerca de correrse, comenzó de nuevo a moverse. Sus movimientos eran algo bruscos y fuertes, pero claramente era lo que necesitaba para estimularse y llegar al clímax.

Soltó un pequeño grito y con eso me hizo saber que ya había acabado. Comencé a mover lentamente mi lengua para limpiar los fluidos que salían de ella. Besé su monte de venus y cayó rendida a mi lado.

P: Ahora sí puedo decir que tuve el cumpleaños perfecto.

Me dio la espalda y me jaló hacia ella para que la abrazara por detrás. Nuestros cuerpos encajaban perfectamente como piezas de rompecabezas, me puse a acariciarla y a los pocos minutos caímos dormidas las dos.

Querida Angiehot, agradezco tus lindas palabras y el que te mantengas siempre presente en los comentarios. Me hace feliz saber que sigues disfrutando de esta historia.

HombreFX, aun no sabremos hasta donde llegará Olivia, pero Lisa y Pamela se mantienen más unidas que nunca. Gracias por todos tus comentarios, ¡un abrazo!

Mi muy estimado sasia, gracias por tu comentario tan encantador, espero esta entrega extensa haya sido de tu agradado. Yo también soy adicta a sus comentarios y a escribir para ustedes, me encanta saber que disfrutan de esta historia.

polo, me pone muy contenta saber que te gustan mis relatos, gracias por siempre estar presente en los comentarios.

Anonymus, estoy al pendiente de mis comentaristas y me alegra mucho volver a leerte. Agradezco tus comentarios, no dejes de hacerlo. Un abrazo.

A mis comentaristas de relatos anteriores: Sofía, piscis y Fabiola, espero me sigan leyendo y me encantará leer comentarios de ustedes, no se desaparezcan.

¡Besos a todos!