Mi mejor agradecimiento en un tren ardiente

Una noche calurosa de verano, dos hombres en un tren descubrieron lo bien que se agradecer los favores.

Mi Mejor Agradecimiento en un Tren Ardiente

El concierto había acabado a las 12 de la noche y había sido un completo éxito. En mis oídos aun podía sentir las pulsaciones de los bajos , y el sudor de mi cuerpo, de aquella noche de verano era fruto del calor del éxtasis de haber disfrutado como nunca escuchando música en directo.

Iba sentada en un vagón con cuatro personas tras coger un par de líneas más para ir a mi casa, una pareja y dos hombres que debían de ir juntos.

Me acomodé en el asiento y observé mi relejo en el cristal del metro. Mi melena larga y negra, estaba algo erizada por el calor, mis mejillas rojas contrastaban con la blancura de mi piel. Unos labios carnosos y rojizos se movían mientras masticaba un chicle de fresa. No podía ver bien mis ojos negros por lo tenue de la luz.

Esa noche me vestí con una minifalda negra con un cinturón de pinchos, botas de cuero negro y una camiseta ajustada y escotada por los cortes de una tijera maestra para ajustar bien una camiseta ancha del grupo al cual había acudido a ver.

Me quedaban unas cuantas paradas aun en aquel vagón cuando la pareja entre risas de alguna conversación banal se levantaron y se bajaron.

Acto seguido empecé a observar que aquellos dos hombres no dejaban de mirarme. Tímidamente les miré de soslayo.

Debían tener entre 30 y 35 años. Uno de ellos era fornido como si en sus mejores tiempos hubiese sido portero de alguna discoteca. Tenía el pelo cortado a cepillo, patillas largas e iba de negro. El otro debía de ser de otro país por su aspecto, y cuando habló algo a su colega, entreoí un acento semejante al cubano. Tenía el pelo largo en una coleta y vestía ancho con colores oscuros dejando ver músculos bronceados.

Alguna vez me han tachado de descarada, pero en general no suelo prestar atención a desconocidos, pero mi joven mente sintió una morbosa sensación. Estar con dos hombres sola en un vagón de metro siendo cerca de la una de la madrugada era una locura peligrosa y a la vez cargada de morbo.

Perdida en mis pensamientos, mirándoles a ambos, no observé que esa curiosidad se había despertado en ellos.

Hasta que unas palabras de el hombre más fornido no llegaron a mis oídos no salí de mi ensimismamiento.

Tienes hora?

Vaya manera más típica de entablar una conversación con una joven...Pero haciendo gala de mi buena educación de barrio obrero, saqué el móvil y le dije:

-La 1 y cuarto van a ser en dos minutos.

-Gracias, guapa.

Y ahí acabó la conversación. Extrañamente me decepcionó el echo de que no siguiesen dándome conversación con claras intenciones poco puritanas, pero me encogí de hombros y seguí rememorando el concierto.

En la siguiente parada un chico de unos veintimuchos años se subió, y no dudó en sentarse enfrente mío. Por su caminar y su modo de hablar cuando me dijo arrastrando las palabras un "hola guapa", estaba borracho.

Le ignoré olímpicamente, mirando hacia otro lado, pero empezó a ponerse muy pesado. Acabó por levantarse y apoyarse en la barra de mi lado.

-Que pasa guapa... ¿no me dices nada? Vamos... quieres que te invite a algo?, mira...-se agarró el paquete- tengo una buena... polla... y está cargada de rica....leche caliente..¿.no te apetece?

Le dí un empujón cuando hizo el intento de echarse encima mía. Me había puesto en alerta y de pie. Aunque para mi sorpresa no solo yo estaba de pie, mis dos acompañantes estaban a mi lado. Le cogieron de los brazos al chaval y le empujaron hacia la puerta.

-Largate, chico, no busques problemas.- le dijo el hombre, que definitivamente debía de ser cubano.

  • No sois nadie... para decirme lo que...he de hacer... cabrones de mierda...!- dijo intentando cargar con su compañero. Éste como un experto segurata, le cogió inmovilizándole, y cuando el metro paró en otra estación le expulsó del vagón y esperó a que se cerrara la puerta, evitando que volviese a entrar. El chico no dejó hasta el último momento de soltar improperios y tacos, maldiciéndonos a todos.

Pero nos volvimos a poner en marcha tras cerrarse la puerta.

-Muchas gracias- le dije sonriendo aliviada. Aunque había que reconocer, que si hubiese estado sola, habría sido muy desagradable, pero en el estado en el que iba aquel chaval, no hubiese sido muy difícil deshacerme de el.

Un placer- dijo el cubano- pero jovencitas como tu no deberían de salir tan tarde, y menos en el metro.

Soy una jovencita muy dura- le dije sonriendo y levantando el brazo graciosamente mientras hacía fuerza. – Pero estoy muy agradecida a los dos.

¿No hay problema, quieres que nos quedemos hasta que te bajes del tren en tu parada?- preguntó amablemente el otro hombre.

No os quisiera molestar..

No hay problema, nosotros nos bajamos en la última parada, ¿tu?

En la anterior- dije sonriéndoles y agradecida por la suerte.

Nos sentamos los tres juntos y empezamos a hablar de cosas banales. No me había equivocado, el hombre con apariencia de portero de discoteca, efectivamente lo había sido, de una en las playas de levante, pero ahora trabajaba de segurata en un banco. Se llamaba Jon y era gallego. El otro se llamaba Charlie y era de Cuba. Había inmigrado en busca de nuevas oportunidades, y al final habían acabado siendo compañeros de piso y muy buenos amigos. Yo me presenté también y se sorprendieron de que tuviese 21 años. Decían que aparentaba muchos menos , pero eso hizo que me riese divertida, pues era rara la persona que me echaba más de 18 años.

Durante unas pocas paradas empecé a darme cuenta que ambos me miraban con bastante interés, y tenía que reconocer, que estar allí, muy cerca de esos músculos y estas grandes y fuertes manos tenía mucho morbo.

Bueno... y cómo podría recompensaros todo esto? No quiero ser una desagradecida.- les dije recostándome en el asiento mirándoles.

Ambos sonrieron con perversión pero debían de ser unos hombres muy educados y respetuosos que simplemente dijeron que no hacía falta.

Era una noche de calor, esos dos hombres me daban mucho morbo, había salido del mejor concierto de mi vida y a demás me habían ahorrado un disgusto...¿Qué más se podía pedir?

Me levanté y me senté al lado de Charlie.

-Insisto en recompensaros...-dije poniendo mi mano en la pierna de el suavemente.

Nena, no hace falta... pero sería... gratificante poder disfrutar de tu compañía un rato- dijo Jon sonriendo más abiertamente.

Si, niña, no se tiene la oportunidad de estar con una joven tan guapa como tu, en un vagón como este...

Me reí por el símil, y me incliné un poco más.

-Entonces.. ¿será nuestro día de suerte?

Jon sin decir nada se levantó y se puso a mi lado. Con gesto suave me apartó el pelo de los hombros y empezó a darme besos, mientras su mano jugueteaba en mi muslo.

Charlie, buscó mi boca y me besó con presteza acariciando mi vientre. Yo les rodee los hombros, abriéndome para ellos.

Las caricias eran suaves, tratándome como una muñeca bonita, pero lo que no sabían era que de muñeca tenía poco, y me encantaba que me dieran duro. Me encantaba explorar mi sexualidad, y más desde que estuve hará unos 4 años con mi primer chico. Desde entonces todo ha ido a más, poco a poco, pero a más, y el hacer un trio con dos hombres siempre fue una fantasía sexual para mí, hasta entonces sin cumplir.

Charlie empezó a bajar su mano hasta levantar mi falda y acariciar mi sexo por encima del tanga negro. Jon levantó la suya y la posó en mis grandes pechos.

Las manos se me fueron solas, lo puedo jurar, pero acabaron en el paquete de ambos, buscando las cremalleras de sus pantalones.

¡ Cómo me estaba gustando la situación! ¡ Lo caliente que mi cuerpo se estaba poniendo!

Cada centímetro de mi cuerpo gritaba ¡SEXO! ¡SEXO!

Conseguí mi ansiado objetivo, y esto hizo que ellos se creyesen por fin que esto iba en serio. Les metí la mano en el paquete, les bajé un poco los boxers y se las saqué para empezar a masturbarles con ambas manos.

La de Charlie era grande...pero bastante. Era larga y estaba dura, aunque sospechaba que se podía poner mucho más en cuando le estimulase de otra forma...

Jon en cambio era un poco más corta, pero...oh dios mio! Que gorda!

Vaya dos arietes que tenia en cada mano...

Me subieron la camiseta y me bajaron el sujetador, quedando al aire mis dos tetas, con los pezones totalmente duros de excitación. Cada uno empezó a succionar el suyo con ansia. Jon me lo mordisqueaba y apretaba con bastante fuerza, pero me encantaba. Cada vez que lo movía con sus dientes me ponía aún más ardiente, y yo aumentaba la rapidez de mis manos en sus pollas.

Charlie me cogía mi pecho con su mano y apretándolo succionaba mi pezón como si bebiese de el. Era lo más excitante que me había pasado jamás.

Sus manos se colaron por debajo de mi falda y se metieron en mi tanga. Dos manos de dos personas diferentes colándose por mi sexo, el cual empapó el tanga y empezaba a hacer lo mismo con sus manos.

No se de quien sería la mano, pero una frotaba y jugueteaba con sus dedos mi clítoris, dándole pequeños tirones de vez en cuando y retorciéndolo suavemente entre los dedos. Otra mano, colaba un par de dedos con fuerza pero sin ir muy rápido.

Mis jadeos y mis gemidos se ahogaban en sus bocas, alternándome entre uno y otro para besarles...

Estuvimos así una estación y pico, hasta que me aparté un poco de ellos, me arrodillé frente a ellos y empecé a chupársela a ambos. Primero uno y luego otro, ensalivándolas bien.

Empecé con la de Jon. Me costó un poco abarcar toda su anchura.. pero al final con la saliva y un poco de maña logré metérmela hasta el final de su polla en la boca.

Subía y bajaba suavemente, recorriéndola con mi lengua, sacándola y lamiéndolo como si fuera el helado más delicioso que había probado nunca en un día como este de calor.

-Oh.. dios, nena... pero que bien haces las mamadas...-oí decir a Jon con sus manos en mi cabeza acariciándome el pelo.

soy una experta en limpiar sables..-bromeé cuando cambié a por la de Charlie sin dejar de stimular la de Jon con la mano.

La de Charlie no me cabía en la boca de larga , pero el estaba sumamente excitado, así que hizo un movimiento y tuve que relajar toda la garganta para poder pasarla. Era enorme! ¡Tenía una polla enorme pasando por mi garganta!

Mi saboreo acompañaba los movimientos pélvicos de Charlie, que se mordía el labio de gusto.

-Vamos a hacer una cosa...-dijo Jon, colorado por la excitación. – Chúpalas a la vez.

Las junté, y aunque no podía metérmelas en la boca a la vez, las lamía y medio metía en mi boquita al tiempo que las estimulaba con las manos.

-Joder... yo no puedo aguantar mas...-digo Charlie, al tiempo que me cogió de la cabeza y metió su enorme verga en mi garganta. Empezó a hacer gestos cada vez más rápidos, y al final se corrió. Y cómo se corrió! No se cuanto tiempo debía de estar en abstinencia este hombre, pero vamos, no pude tragarlo todo, y empezó a salirse por las comisuras de mis labios, cayéndose en mis pechos . Incluso cuando la saqué de l boca, un chorro de su leche cayó entre mis tetas caliente y espeso.

  • Dios... ha sido genial...- me dijo sonriendo y sudando.

  • Tranquilo, te la voy a limpiar...-dije acercándome de nuevo y lamiendo lo que quedaba de semen en su enorme polla.

-Te gusta... eh, cachonda?- me dice Charlie riéndose un poco, y acariciándome la cabeza.- Pero ahora te toca a ti- dijo levantándose. Me sentó en el asiento, y me abrió de piernas, todo esto sin soltar la polla de Jon de la mano.

Colocó cada pierna en sus hombros y empezó a lamerme todo el sexo. Primero despacio, pequeñas lametadas, y luego metiendo la lengua húmeda y caliente en mis entrañas.

Yo miré a Jon, y él entendiéndome se acercó un poco y me la metí en la boca.

¡Estaba muy excitada! La lengua de Charlie hacía cosas que jamás ninguna otra lengua me había hecho. De vez en cuando mordisqueaba mi clítoris y lo hacía girar un poco, me lo succionaba. Sus manos acariciaban mis húmedos muslos.

  • Sigue... o Dios... sigue!-grité arqueando el cuerpo sacándome la polla de Jon un momento de la boca, para luego reanudar con mi trabajo.

Me empecé a acelerar cuando notaba que el orgasmo estaba por llegar a lo que Jon dijo:

Sigue haciéndolo así, y te voy a llenar la boca entera de mi leche, preciosa...

Entonces... no tendré que cenar esta noche...- le dije entre lametones.

Charlie metió dos dedos en mi rajita y empezó a moverlos con ritmos lentos pro profundos. Según mi estado de excitación le cogí con la mano que me quedaba libre la cabeza y apretándole levemente le indiqué que quería más, y así se lo hice saber hablando con la verga de Jon en mi boca.

Charlie aceleró y yo a la vez también. Jon se empezó a correr llenándome ambos carrillos de su esencia, desbordándose y cayendo de nuevo en mis tetas, y finalmente tuve mi ansiado orgasmo a manos, y nunca mejor dicho de Charlie, ahogando mis gemidos en la polla que estaba dentro de mi boca.

Me separé de Jon , y éste se sentó.

-Nena... eres una auténtica fiera- me dice apoyándose en el respaldo del metro.

Me reí limpiándome la boca.

Charlie se levantó y miró la línea de metro de la pared.

-Aun quedan 8 estaciones...- comentó.- y mi polla aún está pidiendo más guerra.- se señaló su enorme y largo ariete, que seguía duro y brillante.

-Curiosamente, mi polla tampoco quiere descansar..-dijo Jon tocándosela y ambos me miraron. Sonreí con picardía.

Sin decir nada Charlie me puso a cuatro patas en el suelo del metro y empezó a pasarme la polla por mi culo.

-¿Te gustaría?

-Metemela- le dije moviendo el culito.

  • No.. vamos a hacer, que nos pida que lo hagamos...- dijo con una sonrisa siniestra Jon, que hacía prometer muchas cosas.

Él se arrodilló delante mía y me levantó un poco para empezar a comerme las tetas. Las cogía con ambas manos, y se alternaba los pezones en su boca. Las juntaba y las lamía a la vez, me mordía, o me chupaba.

Mientras a mi espalda, con el enorme tronco de Charlie presionándome por detrás, me abrazaba y metía sus manos en mi sexo, jugueteando con mi sensible clítoris.

Empecé a gemir sin mucho pudor, hasta que el deseo de ser atravesada por ambas pollas me supero y susurré entre gemidos:

-Metérmela.

-¿Cómo?- dijo Charlie- No te oigo.

-¡Que me la meta alguien!

-¿El qué quieres que te metamos?- preguntó Jon, alejando su boca un poco de mis pechos ensalivados y brillantes.

-Vuestras pollas, quiero que me follen y que me llenen entera, quiero sentirlas dentro- dije con mucha ansia.

Ambos se sonrieron.

Jon se sentó y me colocó encima de el. Charlie hizo un poco de fuerza hacia abajo y empecé a notar como la gorda verga de Jon empezaba a meterse dentro. Mi sexo empezaba a tragarse aquel pene tan grueso. Me hacía un poco de daño, hasta que me acostumbre y los músculos se relajaron. A continuación empezó a moverse arriba y abajo, ensartándome. Empecé a gemir como una loca, hasta que noté que la polla de Charlie me daba en los labios y empecé a succionar. Otro par de paradas después Jon se levantó y me puso a cuatro patas sin dejar la polla de Charlie lejos de mi garganta.

Ahí se intercambiaron los papeles, y tras sacar la de Charlie de mi boca, se metió la de Jon, mientras que noté como Charlie empezaba a juguetear con la abertura de mi rajita .

Me la metía cinco centímetros, me la sacaba, me la metía me la sacaba... hasta que me la metió de golpe, sacando un grito de mi garganta. Era enorme!! No me cabía entera.

-No te cabe del todo eh....-dijo Charlie dándome una palmada en el cachete- verdad culito precioso?? Pero a lo mejor te cabe por el otro sitio...

Me aparté de Jon y le dije.

-Es que.. nadie...-murmuré algo avergonzada.

-¿No, nada ha entrado por ahi? Pues te lo voy a desvirgar bonita, por que quiero que nos recuerdes siempre.

Siempre me ha dado mucho morbo el sexo anal, pero por falta de personal y porque era algo que en cierto sentido me daba algo de miedo , no lo había probado. Pero la sensación ellos dos era extraña, sabía que si me negaba, se contentarían con otra cosa, no eran de la clase de tios dominantes que hacían las cosas a la fuerza. Por lo que moví mi cadera contra el y dije:

-Todo tuyo.

Charlie sonrió con lujuria. Primero se ensalivó un dedo y me y luego lo indrodujo poco a poco por el culo. Fue una sensación de lo más excitante. Una sensación diferente al sexo vaginal.

Poco a poco iba metiendo más dedos para dilatarme mi trasero al tiempo que me follaba.

-Espera Charlie..-dijo Jon. Se separó de mi boca y se volvió a tumbar.- Vamos a probar una cosa...

No caí en qué sería pero parecía que Charlie si. Me colocó de nuevo encima de Jon y me la metió hasta el fondo, entraba como la seda por lo lubricada que estaba por mi saliva. Charlie me empujo suavemente por la espalda hasta que me tumbé encima de Jon. Éste aprovechó para coger mis pechos y juguetear con ellos como bien sabía hacer. Charlie seguía jugueteando con mi ano, introduciendo más dedos, hasta dejarlo bien dilatado... y me dijo que había llegado la hora.

Poco a poco empecé a notar como algo me hacía presión... y mi culito cedía. Fue doloroso, no lo voy a negar, la doble penetración acabó siendo una de las imágenes mentales más utilizadas por mí cuando me toco en la soledad de mi bañera, pero al principio dolió, aunque Charlie lo hacía cuidadosamente. Poco a poco mi culito tragó toda la enorme polla de el y se quedó quieto unos minutos para que me acostumbrase a el.

El dolor remitió, y cuando se lo hice saber, empezaron a moverse dentro de mí. Que sensación!! Los gemidos se escapaban sin control de mi boca. Mis partes se tragaban aquellos dos falos enormes, sintiéndome llena.

-Joder.... joder... como me pones...-me decía Charlie- Me voy a correr dentro de tu culito en breve...-y dicho esto empezó a acelerarse. Sus embestidas hacían que la polla de Jon se clavase más rápido y fuerte en el otro agujero, por lo que Jon también empezó a gemir y apretándome las tetas contra su boca, era obvio que se estaba corriendo.

Esto hizo que lo poco que me quedase para llegar a mi propio placer, se acortase de golpe y zas! Orgasmo tremendo.

Los tres, gritamos y gemimos como locos. Charlie bombeaba por detrás dándome algún que otro cachete en el culo, y Jon mordía mis pezones ahogando sus gemidos en ellos.

Era un poco doloroso pero eso aumentaba mi excitación, y la intensidad del orgasmo.

Cuando acabamos nos quedamos quietos, resollando y empapados en sudor.

Ha sido impresionante...-dijo Jon desde el suelo respirando profundamente.- ¿Quién nos iba a decir que esta noche que prometía ser aburrida acabaría así?

Y que lo digas...-dijo Charlie respirando.

La cogió cuidadosamente y me la sacó. A continuación me erguí y saque la de Jon poco. Me puse el tanga y me senté en el asiento.

Chicos... mañana voy a tener serios problemas para moverme...- dije frotándome las ingles un poco antes de bajarme la falta.

Ambos se rieron y se sentaron enfrente mía.

-La siguiente es tu parada, preciosa.-me dijo Charlie mirándome las tetas aun fuera.

Me percaté de ello y me coloqué toda la ropa.

Luego me levanté y les dí un par de besos a cada uno.

-Ha sido un enorme placer...-y dicho esto me bajé a la estación con una sonrisa de oreja a oreja, cansada, algo dolorida y alegre.