Mi mayor humillación

Un bar de ambiente, pocas esperanzas, increible recompensa.

MI MAYOR HUMILLACIÓN

Entré en aquel bar sin demasiadas esperanzas de encontrar lo que buscaba, pero aun así, estaba seguro de pasarlo bien. Siempre me ha gustado que los hombres intenten seducirme, a pesar de que normalmente sean tan directos y poco imaginativos como cabe esperar, pero el mero hecho de saber que los tienes babeando por hacerse contigo ya es suficiente para hacerme sentir muy caliente, para que pierda mis inhibiciones y que me sienta capaz de hacer diabluras.

Llevaba puestos unos pantalones vaqueros ajustados de pitillo y una camiseta negra ajustada, soy de complexión mas que delgada, bajito, 170 cm y muy delgado, yo diría que casi femenino, aunque no tengo pluma ni aparento ser la puta que me vuelvo en determinadas circunstancias.

Nada mas entrar en el local distinguí como muchas miradas se clavaban en mi, analizándome, valorándome, algunas despreciándome y otras deseándome. Me dirigí hacia el fondo de la barra donde esperé pacientemente a ser atendido mientras sin disimulo hacía mis propias prospecciones, localizando varios ejemplares dignos de mi atención, no obstante las presas solo caen en las redes de los depredadores a los que no pueden ver. Al cabo de unos minutos el camarero vino hacia mi con dos copas, ya preparadas, y cuándo iba a llamarle la atención sobre su error, éste me hizo callar y me indicó que debía llevar aquellas copas a un reservado, ello a petición del caballero que se encontraba en él. Me quedé un poco perplejo, pero verdaderamente intrigado y de inmediato decidí seguir el juego a aquel personaje, cogí las copas y me dispuse a hacer de recadero. Cuando llegué allí me encontré con un lugar oscuro e íntimo y tarde algunos segundos en distinguir a aquel hombre. Estaba vestido con un traje impecable, sin duda había ido allí directamente desde su trabajo, eso me hizo gracia e inexplicablemente me hizo sentir cierta excitación. Sin decir nada coloqué una de las copas frente a él y me deslice a su lado en aquel sofá semicircular, quedándome con la otra copa. Bebí un sorbo mientras le miraba fijamente a los ojos y entonces él sonrió. Debía tener unos 50 años, en su juventud sin duda había sido muy guapo, aún conservaba un gran atractivo y su simple mirada casi bastó para rendirme a sus pies. Me sonrió, y sin mas preámbulos me soltó que no me había dado permiso para beber de la copa, realmente no supe que decir, entonces él me hablo de la manera en que yo no esperaba, pero que tanto me gustaba:

  • Has sido una putita muy mala, tendré que castigarte.

Me quedé atónito y no supe que decir, me preguntaba cómo era posible que me hubiera descubierto en tan poco tiempo, pero eso ya no importaba, ya estábamos jugando

  • No vas muy rápido machote? Quién dice que te pertenezco para que puedas castigarme?
  • Lo dicen tus ojos y tu respiración.
  • Y si fuese verdad, que viene a continuación?

Fue decir esas palabras y el hombre mostró una expresión de total satisfacción, de una cartera que tenía a su lado, sacó un pantalón negro de lycra ajustado y unas sandalias y me las tendió.

  • Ponte esto, rápido

Dudé durante varios segundos, pero al ver su expresión me decidí, me quité mi pantalón y mis bóxers, bastante aliviado porque allí no podía verme nadie mas que él y me sentí orgulloso de la cara de sátiro que él tenía, mucho menos atractiva pero infinitamente mas excitante para mi, descubrí que entre el pantalón, además había un tanga de color verde, me vestí con esas prendas y con las sandalias, estaba terriblemente excitado y por eso me costó mucho hablar, cuando lo hice fue de manarea tan baja, que me extrañó que él me hubiese oído.

  • Satisfecho?
  • No del todo, ahora ponte esto.

Me tendía una cadena de plata, tardé un rato en comprender qué era aquello, después, a la comprensión siguió una excitación como hacía tiempo que no sentía y coloqué aquella cadena en mi tobillo izquierdo.Él nada dijo, tan solo sonrió. Entonces no pudo evitarlo y comenzó a tocar su paquete sobre el pantalón al tiempo que con la otra mano comenzó a ariciar mis piernas embutidas en aquél fino tejido, ya me había decidido a corresponder a aquellas caricias cuando sin mediar palabra cogió su copa y me la lanzó al cuerpo, mojando toda mi camiseta y mi cara, me enfadé terriblemente le miré con desprecio e iba a levantarme cuándo me propinó una bofetada.

  • Éste es tu castigo, ve a por otra copa para mi.

Le miré dudando un segundo, pero en ese momento supe que ya era suyo, aquello era superior a mis fuerzas, me levante con la copa vacía y me dirigía a la barra de esa guisa, cuándo él me agarró por un brazo, pude sentir su fuerza, entonces me acarició el culo haciendo un comentario soez sobre el mismo, y a continuación me sacó el tanga verde de manera que quedase bien a la vista. Sentí una terrible humillación cuando me dirigía a la barra, con el pantalón ajustado, poco mas que una malla, la cadena en mi tobillo realzada por llevar unas simples sandalias, el tanga a la vista de todo el mundo y mi camiseta húmeda y pegajosa al igual que mi cara. Pude ver cómo los garañones que había en el bar me miraban con mueca socarrona, algunos mezcla de deseo y lascivia, otros solo repulsión, comenzaron los silbidos y las burlas, algunos me llamaban zorrita ridícula, mientras sus amigos se reían a carcajadas. Cumplí con el trámite lo mas rápidamente que pude y regresé con mi Amo, con el que me sentía seguro, pese a haber sido él quien provocara aquella situación. Me dió un beso apasionado, su lengua hurgó toda mi boca y no quedó rincón que no llegara a conocer, entre tanto mi mano se dirigió a su verga la cual tenía un buen tamaño y ya estaba erecta y fuera del pantalón ( sin duda se había tocado viendo mi paseo por el bar) y comencé a masturbarle, comenzó a mordisquear mis orejas cada vez mas fuerte a medida que la paja que le hacía crecía en intensidad y entoces susurró a mi oído:

  • Cómetela entera

Le miré a los ojos y le sonreí antes de dirigir mi boca hacia aquel pedazo de dura carne. Besé su verga con pasión hasta que noté que se impacientaba asi que comencé con los lametones, me gusta hacer un traje de saliva a la polla de mis hombres, creo que disfrutan mas así y sus gemidos así lo confirmaban. Él mojo sus dedos en la copa y llevo su mano hacia mi trasero en esa postura buscando mi agujerito, que comenzó a acariciar en círculos alrededor, sin intentar penetrarme, aquel hombre tenía paciencia, me volvía loco, así que me tragué toda su polla notando a la vez su sorpresa y su satisfacción, comencé a subir y a bajar mi cabeza a lo largo de aquella polla, aumentando el ritmo cada vez, y entonces se oyeron unas risas a mis espaldas, dejé la mamada y miré en aquella dirección viendo a varios de los garañones del bar riendo asomados al reservado y haciendo gestos y comentarios obscenos. Sentí de nuevo aquella terrible humillación, pero esta vez superada por mi excitación. No obstante a mi Señor debió cortarle el rollo todo aquello porque guardó su polla y miro a aquellos tipos de manera poco amistosa, éstos increíblemente se debieron sentir humillados, pues poco a poco se fueron retirando y desaparecieron de nuestra vista, me sentí orgulloso de mi amo por aquel gesto de autoridad. Era el macho dominante. Estaba rendido a sus pies. Con voz suave y dulce me dijo:

  • Son unos estúpidos envidiosos, tranquilo. Nos vamos de aquí.

Salimos de aquel bar, él con una mano en mi cadera y yo orgulloso de llevarla allí posada. Nadie osó hacer comentario alguno. Pese a que pude sentir el peso de todas las miradas sobre aquella mano.

Continuará