Mi mayor humillación (2)

Continuación, despues de aquel bar de ambiente...

MI MAYOR HUMILLACIÓN (II)

Salimos de aquel bar y comencé a preocuparme por mi indumentaria, no era precisamente discreta y si bien en la oscuridad de un bar de ambiente me había excitado sobremanera ser humillado así, no sabía si sería capaz de soportar eso en la calle, llena de gente que no compartía nuestros vicios y debilidades. Sin embargo mi preocupación demostró ser excesiva, pues aquel caballero, como supe mas tarde, tenía una intimidad que proteger y una imagen pública impecable. Así que previsoramente había dejado su vehículo en un garaje cercano. Nos montamos en su coche, un mercedes gigante de superlujo en el que yo me sentía si cabe mas insignificante, y comenzamos una travesía sin apenas habernos hablado desde que saliéramos del local, tardó unos cinco minutos en dirigirme la palabra:

-          Me gusta cómo la chupas, esos cabrones me han fastidiado bien, me has dejado muy caliente.

-          No te preocupes, si quieres paras en cualquier sitio y te la como otra vez, o si no, en marcha.

Él me miró, sin duda sorprendido por mi atrevimiento pero pude ver como su rostro reflejaba también una gran satisfacción

-          No, jeje, vamos a esperar a mi casa, allí ya te daré lo tuyo

-          A tu disposición. (dije con sonrisa pícara)

-          Así me gusta

Desvió su mirada hacia mis pies calzados con aquellas sandalias y sin duda miraba también aquella cadena de plata. Para dejar que me admirara mejor me quité las sandalias y levanté mis piernas apoyando los pies sobre el salpicadero, su sonrisa se acentuó.

-          Te gusta?

-          La cadena?

-          Si

-          Si, me gusta, es muy morbosa y erótica

-          Pues no quiero que no te la quites nunca

No respondí, tan solo le miré a los ojos y sonreí con nerviosismo, por algún motivo aquella frase me había dado miedo a la vez que mi pene se había puesto como una piedra

Llegábamos a una zona residencial en las afueras de la ciudad, conocida por albergar los hogares de los mas ricos y respetables miembros de nuestra sociedad, amén de algunos famosillos ávidos de adquirir estatus social.

Su casa era una de las mas apartadas, estaba rodeada de una enorme verja con setos de gran altura que impedían totalmente cualquier mirada indiscreta desde el exterior. No hubo visita turística, me encontré directamente en su habitación, con aquel macho abrazándome desde atrás, acariciando mi vientre y mi pecho a la vez que besaba mi cuello dulcemente y mordisqueaba mis orejas, podía notar la dureza de su bulto atrapado en el pantalón frotándose contra mi espalada, deslicé mi mano suavemente hacía allí y comencé a acariciar aquella polla por encima de su pantalón.  Con gran habilidad, dada la postura, conseguí desabrochar el cinturón de su traje con ambas manos y acto seguido liberar aquel pedazo de carne de su prisión, era suave y caliente, me volvía loco. En aquel momento me hizo girar con mucha energía y me planto un beso apasionado, con aquella lengua con vocación exploradora que tenía y así estuvimos largo rato mientras yo deslizaba mi mano arriba y abajo por aquella verga y mi culo era lentamente amasado por sus manos. Me disponía a ponerme de rodillas ante él para regalarle una de mis mejores mamadas cuando se separó de mi sin brusquedad y me dijo:

-          Voy a ponerme cómodo, tú espérame aquí, te quiero completamente desnudo cuando vuelvas.

-          Lo que sea por ti, cariño, (dije con una de mis mas amplias sonrisas y un guiño)

Él no hizo demasiado caso a este comentario y se marchó, me desnudé rápidamente, dejando en su sitio, por supuesto, mi cadenita de plata y me tumbé en su cama boca abajo, esperando que la visión de mi culo cuando entrara por la puerta, pusiera a mi macho aun mas caliente de lo que estaba, transcurrió mas tiempo del que me hubiera gustado antes de que mi hombre volviera a aparecer y cuando lo hizo no pude reprimir una exclamación de sorpresa y asombro.

Se encontraba parado bajo el marco de la puerta, su aspecto era un tanto ridículo, pero en cuanto vi su polla dura, tiesa y rodeada por una anillo de goma, el deseo me consumió, llevaba puesto un antifaz de cuero rojo con decoraciones en metal, un corsé de cuero basto en color rojo con detalles en negro con muchas correas y hebillas que hacía resaltar su pecho y su polla, que ahora parecía mucho mayor. Llevaba también un par de botas de cuero con enormes tacones anchos que eran tan altas que le llegaban hasta más de la mitad del muslo. Aquello se ponía serio. Me levanté para recibirle deseoso de chupar su miembro, pero por toda respuesta recibí un empujón que volvió a tirarme a la cama, él me tendió una bolsa de basura y me ordenó que me vistiera con lo que había dentro. Un collar de perro, de cuero negro, fue lo primero que me puse, mi excitación era tal que me resultó difícil abrocharlo, a continuación me enfundé unos largos guantes de látex tipo Gilda, cuando vi que él se masturbaba al mirarme, procuré hacerlo de la manera mas sensual que supe, por último me puse unos pantalones de látex, que poseían la particularidad de estar completamente abiertos a la altura de mi culo y mi polla, dejando ambas zonas al descubierto. Ponérmelos me costó muchísimo, pero esto no pareció enfadar a mi señor, que resoplaba de excitación. Yo estaba tremendamente excitado por lo que me había puesto, y todavía más por lo que aun quedaba en la bolsa. Jamás me había topado con semejante fetichista. Entonces se acercó él a la bolsa y sacó unas cuantas esposas y cadenas, me ordenó ponerme a cuatro patas encima de la cama y comenzó a ponerme las esposas en muñecas y tobillos, al tiempo que me indicaba que a partir de entonces debía responderle con un "si, mi Amo" o un "no, mi Amo". Acto seguido unió las esposas con unas cadenas dejándome tumbado boca abajo, con los brazos hacia atrás unidos por las cadenas a mis tobillos, obligando a mis piernas a quedar  flexionadas hacia arriba. Mi boca quedaba justo al borde de la cama, y él aprovechó aquella postura para meterme su polla sin miramientos, yo no se la chupaba, él me follaba la boca culeando cada vez con mas fuerza mientras me agarraba el pelo sin ninguna delicadeza, verme en aquella postura, completamente indefenso ante aquel macho, con aquel atuendo, y escuchar como me insultaba, llamándome zorrita, perra esclava y otras lindezas, fue simplemente mas de lo que podía soportar, y sin poder evitarlo me corrí sintiendo uno de los mayores orgasmos de mi vida. Pero él no había acabado conmigo, me sacó la polla de la boca con la misma brusquedad con que antes la había metido. Soltó las cadenas y me dio la vuelta, comprobando el manchurrón que había dejado sobre su colcha, riendo me dijo que eso merecía un castigo, que me aplicaría mas tarde, a lo que yo respondí con un sumiso "si, mi amo, te pertenezco" él me coloco tumbado de espaldas, ató mis muñecas a la cabecera de la cama, bien abiertas y acto seguido elevo mis piernas para atar mis tobillos al mismo punto que mis muñecas, esto, además de ser muy incómodo para mi, dejaba completamente expuesto mi culo y mi ahora fláccida y pringosa polla. Con un tono digno de una película de terror y mientras pellizcaba fuertemente mis pezones me dijo:

-          Ahora te voy a follar como te mereces, como la putita que eres.

-          Si, por favor, fóllame, demuéstrame lo macho que eres

No debí provocarle, pues dejó de lado toda precaución, y sin lubricante alguno, apoyo su polla contra la entrada de mi culo y de un fuerte golpe me la clavó sin piedad, no pude contener un grito, que era mas de placer y excitación que de dolor, él debió de notarlo, pues lejos de detenerse comenzó a follarme con un movimiento de caderas que me hacía enloquecer, notaba su polla muy dentro de mi y no pude evitar gritar de placer, llamarle cabrón y pedirle que follara con mas fuerza. Eso le volvía loco, debía estar a punto de correrse, por sus movimientos y el rictus de boca, así como por la expresión de sus ojos bajo aquel antifaz. Yo por mi parte disfrutaba como nunca y comenzaba a sentir de nuevo mi polla, aunque nunca se me pone dura cuando tengo una polla dentro de mi. Aquello era lo mejor que me había pasado en la vida, pero entonces, distinguí algo por el rabillo del ojo, el hechizo del momento se rompió y a mi cara afloró una mueca de terror que mi amo follador debió de notar, girándose para ver qué la había provocado. Allí en el marco de la puerta, había una mujer, vestida elegante y pulcramente, mirando con gesto de ira, odio y escándalo hacia la escena que se le presentaba. Sin decir palabra se dio la vuelta y salió de nuestra vista. Mi Amo balbució algunas palabras que no comprendí, mas para ella que para mi, sacó su polla casi fláccida de mi culo y me dijo en voz baja:

-          Es mi esposa, espera

Y salió de la habitación dejándome en aquella ridícula postura, con la mayor sensación de humillación que había sentido en toda mi vida, mientras oía voces lejanas que provenían , acaloradas desde fuera de la estancia sintiéndome la mayor mierda que había sobre el planeta. Y esperando paciente, a que mi Amo, o su esposa, volviera a liberarme.

Continuará