Mi máxima emoción, complacer a mi esposa
Una noche tranquila, un bar desierto y un joven audaz que hace expulsar todo el potencial sexual de mi esposa.
Después de transcurridos quince años de matrimonio, dedicados todos ellos al trabajo, educación de los hijos y formar un patrimonio, nos dimos cuenta que estabamos inmersos en el circulo de la monotonía, si bien nuestra vida sexual era aceptable y teníamos nuestras salidas a tomar la copa y bailar, requeríamos urgentemente darle mayor vigor a nuestra relación de pareja.
Al igual que muchas parejas, el factor fantasioso que envuelve el acto de amor se hacia presente en nuestros encuentros y solo faltaba llevarlo a cabo, lo hablamos y estuvimos de acuerdo en que de presentarse la ocasión se aprovecharía.
Fue precisamente en un antro de reciente apertura, donde tocaba un grupo de cinco jóvenes, nos sentamos en un rincón, pero visibles, que por cierto estaba prácticamente vacío, pedimos nuestras bebidas y escuchábamos la música, yo miraba de reojo a mi esposa quien llevaba un minivestido negro muy entallado que por estar sentada dejaba ver prácticamente todos sus torneados muslos, pero precisamente por estar de observador no me percaté que un elemento del grupo flirteaba con mi esposa a lo que ella correspondía con su mirada coqueta.
Terminaron su turno y el joven se sentó en la mesa contigua pero detrás de mi, así que yo no lo veía, mi esposa se acomodó de manera que quedó frente a él y cruzaba las piernas de manera lenta y sensual permitiendo observar su diminuta tanga también de color negro, fue entonces que me sugirió ir al baño, entendí el mensaje y me enfilé hacia el wc, y cual fue mi sorpresa que apenas pasé por un lado de él e inmediatamente abordó a mi esposa, hice un poco de tiempo en el baño pero discretamente veía como se acomodó en mi asiento pero inclinado hacia mi esposa como si le estuviera acariciando las piernas, decidí regresar y me hace una seña mi esposa de devolverme y así lo hice por espacio de quince minutos y ahora si llegué con ellos y tuve que tomar otro sillón ya que ni intentó regresar mi lugar.
Pues bien me lo presentó mi señora, su nombre Julián tiene 27 años, soltero y es el líder del grupo, les diré que su descripción es de 1.78 m de altura, tez blanca, cuerpo bien cuidado, pelo largo y recogido, de mezclilla total y botas vaqueras, de posturas desenfadadas sin importarle su alrededor. Nos saludamos le invité una copa y me disponía a platicar cuando toma a Andrea de la mano y la lleva a la pista de baile, solo ellos y al ritmo suave de la melodía grabada, para entonces el lugar solo estaban una pareja sesentona a punto de retirarse, el mesero y el barman, el resto del grupo se había retirado por la escasez de clientes.
Y ahí estaban ellos bajo la cobija de una luz tenue, Julián pasando sus manos por sus firmes glúteos, los cuales se podían observar ya que por su estatura (1.60) y las zapatillas de tacón alto, requería de estirar sus brazos para poder pasarlos por el cuello de Julián, esto provocaba que se le subiera el diminuto vestido, situación aprovechada por él y gozada por Andrea.
Este encuentro hacia suponer que fue provocado, como después me lo cuestionó Andrea, pero no, yo no me lo esperaba, apenas lo habíamos comentado y se presentaba en forma espontánea, haciendo realidad nuestra fantasía. Yo pienso que él captó de alguna manera nuestro plan, por la manera en que se presentó y ahora sin el menor cuidado besaba a mi mujer y le tocaba su vulva y culo, por un momento pense que nos iban a correr ante semejante espectáculo pero pareció no importarles a los presentes.
Después de un buen rato de agasajo extremo, se sentaron pero Andrea encima de él, y continuaron con sus lujuriosos manoseos, y todo esto enfrente de mi, fue entonces que sugerí acomodarnos en un hotel, cosa que hicimos, pero como era la primera vez, escogí un hotel de lujo, y solicite desde la recepción una botella de wiskey y aguas minerales, apenas entramos a la habitación y Julián le quitó el vestido a Andrea dejándola solo en tanga y zapatillas ya que no le gusta usar brassier, empezó tranquilamente a besar su cuerpo cuando tocan la puerta y eran dos meseros uno para llevar la botella y vasos y el otro las aguas y el hielo, que curioso? de seguro querían ver a mi esposa ya que les llamó la atención al entrar al hotel, y no se fueron en vano ya que Andrea quiso ponerse el vestido al menos sobrepuesto pero Julián no lo permitió así que pudieron admirar su escultural cuerpo resultado de una disciplina en los aeróbic y que pese a sus 35 años, sigue llamando la atención como cuando era mas joven. Les di propina y ahora si, solo los tres.
No voy a describir cada movimiento, cada caricia, cada penetración, cada mamada ni el tamaño descomunal del miembro de Julián, porque de una u otra forma es similar a lo que ya han leído, lo diferente lo sentí yo ya que se trataba de mi esposa, mismos que nos juramos lealtad y fidelidad en nuestro matrimonio y henos aquí yo compartiéndola a otro hombre y ella entregada sexualmente a él. Pero que caray! Este sentimiento que emane por cada fibra de nuestro ser, que es una combinación de culpa, lujuria, celos, morbo y masoquismo enmarcados en acto supremo de amor sin egoísmos, es una sensación incomparable, yo respeto a los que piensan diferente o en forma convencional, pero créanme, esto fue un parteaguas en nuestra vida matrimonial, la parte formativa de un hogar y la parte de gozarnos como pareja en un código de respeto, de complacencia sin traición.
Después vinieron otros Julianes, pero todos en forma espontánea, nunca hemos requerido de contratar a nadie, porque pensamos que elimina la magia de la conquista, de la audacia, ya tendré tiempo para describir los demás encuentros. Si tienes algún comentario con gusto te lo recibiré en javierher05@yahoo.com.mx