Mi masajista caribeño
"Dedícame un relato", me dijo.
Mi masajista caribeño...
"Dedícame un relato", me dijo.
Y aquí estoy, cumpliendo con su pedido... y con mi deseo...
Lo conocí en un spa. Sabía que los masajes, allí, eran sólo descontracturantes y relajantes.
Pero no era cierto: yo no logré quedarme relajado !!
Y ahora, les cuento el porqué.
"Mi masajista caribeño" me recibió con calidez, como si me conociera. Más de 1,80. Fibroso. Músculos para admirar... pero no fisiculturista. Un short y una remera. Negros. Ojos inquisidores... de esos, que, cuando se dirigen a uno, pareciera que te miran hasta las pelotas (por dentro). Es de esos que cuando te tocan en el brazo o el hombro, en el saludo, por ejemplo, te transmiten "ternura", si es posible decirlo.
Llegamos al gabinete. Me desnudé. Él, a mi lado. Mi pidió que me recostara boca abajo. Y comenzó su tarea.
Tanto me habían dicho que no habría "masajes íntimos" (que era mi fantasía, por cierto) que cuando sentí sus manos que iban desde mis piernas hasta mi culo y volvían, y me masajeaban las piernas, pero también el culo (me perdonan las repeticiones?) sentí que me iba calentando. Ya no tengo 30 años (tampoco 50, es cierto) y no se me para como me gustaría... pero iba en camino.
También, al masajear la parte interna de los muslos, tocaba (sin querer?) mis huevos y la punta de mi verga que estaba "hacia abajo".
Iba y volvía... y yo crecía en mis fantasías: las imágenes que me venían a la cabeza, no eran lo que me estaba pasando... sino lo que DESEABA que pasara...!!
Me lo imaginaba acariciándome, como ahora, pero más lentamente... Como esperando que mi cuerpo reaccionara reclamando la caricia que llegaba en ralenty ...
Pensaba que él estaba en bolas... y que se mostraba cerca... pero a la vez, lejano. Como para que me babeara anhelándolo... pero sin poderlo tocar, o chupar, o MORDER!
Mientras tanto, volví a la realidad no tan mala, precisamente-.
Tenía los brazos al costado del cuerpo, con las palmas hacia arriba... y él dejó demasiado cerca, su propio bulto.
Me arriesgué, y lo rocé. Como si nada pasara (para él); seguía con su trabajo. Acaricié su pierna... y era como un tronco de músculos, pura fibra.
Luego se puso cerca de mi cabeza (la más grande) y al masajearme la espalda... tenía A UN CENTIMETRO toda su verga.... pero PRISIONERA de su ropa!.
Casi le grito para que se desnudara... pero no lo podía presionar... porque me habían dicho las reglas.
Sólo me permití mover la cabeza... y sentir que le rozaba esa chota que imaginaba ya dura...
El juego siguió. Por supuesto... él era el gato y yo el ratón. Si me hubiera pedido que le entregara el culo (sigo virgen... pero con ganas y no me animo) SE LO DABA. Me iba calentando cada vez más.
El seguía con su labor... pero ya no me importaba. Lo único que quería era verlo desnudo... y que se la pudiera chupar... y también las tetillas... y también su culo.
Y sus piernas... y sus brazos... y el lóbulo de sus orejas...
Pero NADA DE ESO PODRIA SER.... era mi calentura y su masaje que me la aumentaba...
Era una voz que cuando habla acaricia... Así de cierto.
"Aquí no se puede". Me dijo. Y más que cerrar una puerta... parecía que la abría a una posibilidad... futura (me lo estaba imaginando?)
Se dice que la clave para lograr un vínculo es que uno se quede con las ganas... vaya si lo lograste, mi masajista caribeño!!