Mi marido y sus relatos 2
Continuación de la historia de Ana, tras descubrir la fantasía de su marido.
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Por la mañana, en cuanto terminé con el rollo de Hacienda, volví a casa deseando saber cómo podía sacar provecho de lo que había descubierto.
Por mi mente pasaban toda clase de planes:
- ¿Debía contárselo a Carlos y exponer todo ello de cara?
- ¿Tal vez hacer como si nada y volver a nuestra rutina?
- ¿Convertirlo en verdad en cornudo consentido tal y como relataba?
No tenía muy claro cómo enfocarlo, pero sí que quería investigar mucho más sobre el tema. Y si podía... pasar un buen rato de placer.
Lo primero que hice fue crearme una cuenta en la página de relatos, ya que sin nick de usuario no podía comentar ni responder a nada.
Por supuesto, me hice pasar por un hombre y puse datos falsos. Para “elcornudo” yo sería “machodevigo40”.
Me metí de nuevo en el primer relato, “La puta de Ana 1”. Pero esta vez me dirigí directamente a la información.
Al parecer, el relato tenía más de 64.000 visitas en total. Lo había publicado el 24 de agosto de 2016.
Vaya con mi maridito. En ese momento en concreto estábamos de vacaciones en la playa, ya que siempre nos cogemos la segunda quincena para relajarnos.
Recordé que mientras yo disfrutaba mucho de la piscina del hotel y del mar, él estaba siempre con su portátil, porque me comentaba que tenía que mandar no sé qué documentos del colegio, antes de empezar el curso.
Lo más flipante es que había casi 250 comentarios de usuarios. Empecé a leerlos uno a uno. La mayoría eran comentarios del tipo: <>. También me sorprendió la cantidad de hombres que deseaban ser cornudos y tener una mujer que fuera una puta. Había otros en los que insultaban a “elcornudo” de mil formas distintas y le decían que su mujercita (o sea yo) se merecía un buen macho, que se la follara bien. Curiosamente mi marido, o sea “elcornudo” agradecía esos comentarios.
Se me ocurrió una idea: publiqué un comentario en uno de sus relatos, con el nick que me había creado “machodevigo40”.
Quería ver qué respondía mi maridito.
Por supuesto, me pasé el resto de la mañana, leyendo comentarios salidos de tono, en los que me llamaban de todo menos bonita y a mi marido más de lo mismo. En los que me decían todas las guarradas que me iban a hacer. En los que me insultaban y me humillaban. “Puta”, “cerda”, “zorra”, “te llenaría la cara de leche”, “quiero follarte el culo”, “eres una guarra”...
Y antes de darme cuenta tenía mi mano derecha metida en mis bragas, masturbándome como una loca, mientras que con la izquierda apenas sostenía el móvil.
Sobre todo releía los comentarios más guarros.
Sentía cómo mis labios internos me ardían y mis flujos se derramaban por mis bragas llegando hasta mis muslos. Mis dedos no dejaban de entrar y salir de mi coño a una velocidad endiablada. Y mientras leía los insultos una y otra vez, me toqué el clítoris para llegar al orgasmo.
Me quedé derrumbada en el sofá, satisfecha como hacía tiempo que no lo estaba.
Pasaron varios minutos. Volví en mí misma y miré el móvil. ¡Mierda! Eran las 14.05. En unos 15 minutos mi marido volvería a casa.
Me fui al baño, me duché y me cambié de ropa, ya que mis bragas y mis vaqueros estaban llenos de fluidos.
Carlos justo llegaba cuando metía en la lavadora las prendas. Me dio un beso en los labios y me apretó el culo, en señal de cariño.
Le correspondí al beso y lo miré a los ojos. Carlos, en ese momento, para mí, era “elcornudo”, Estaba claro que ya no podía verlo de la misma manera.