Mi marido va consiguiendo lo que quiere.

Pero lo mismo lo que encuentre al final, no es lo que entraban dentro de sus planes.

Me desperté por la mañana y como era lógico mi marido ya no estaba. Hacía tiempo que no dormía tanto, desde antes de tener hijos. Atontada me levanté y fui directa a la ducha, me gusta asearme antes de desayunar y de hacer nada. Fui a la cocina una vez vestida y me puse a preparar el café, cuando fui a sacar la leche de la nevera, vi una nota pegada en la puerta, sujetado por uno de los muchos imanes que tenía.

La nota era breve, pero se entendía perfectamente y no podía ser, LLEGARE TARDE, DESCANSA QUE ESTA NOCHE…

Esto era demasiado vicio. Por lo menos eso es lo que pensé. Como sabía que casi seguro estaría en alguna reunión, decidí llamarle a la hora de comer, quería decirle que se olvidara, que teníamos que echar el freno, o se nos iría de las manos. Cuando termine de desayunar y de hacer un par de cosas en casa, baje a comprar.

Me encontré con varias amigas y quedé con ellas después de comprar. Fui rápido a comprar y de vuelta, vi a un grupo de chavales, que yo sabía que me llamaban la tetas, les oía hacer comentarios, desde siempre, pero yo hacía como si no me enterase. Pero ahora percibía esos comentarios de otra manera, como las miradas de los hombres, o las indirectas que me lanzo un buen amigo de mi marido y el marido de Mari. Siempre lo hacían, pero ahora era como que me ponían más. ¿Qué era lo que me pasaba?

Cuando llegué a donde estaban mis amigas, me senté, pero seguía tratando de responder a esa pregunta. Estuve bastante despistada, al final nos quedamos María y yo, como siempre. Ella trato de volver al tema que yo saque otros días, pero rápidamente cambie de tema. Llego su marido y se sentó con nosotras. Estuvo comedido, pero ahora le veía de otra manera y más con los comentarios de su mujer, sobre su aguante, lo dotado que estaba y otras intimidades.

Me daba cuenta de que ahora me obsesionaban los nabos grandes. Menudo lio tenía en la cabeza. Mari me pregunto si comía sola, le dije que sí y ella me dijo que no fuera tonta que me fuera a su casa a comer con ellos. Dude un poco, pero al final decidí que sí, que iría, así no estaría dándole vueltas a la cabeza. Les dije que luego iría, que ahora subiría las bolsas a casa. Una vez en casa, seguí haciendo cosas ticas de la casa y antes de irme a comer con María, llame a Eduardo, pero la secretaria me dijo, que seguía reunido. Le dije que no era nada de importancia.

Llegue a casa de Mari, me abrió Fito, diciéndome que su mujer estaba en la cocina. Me fui a la cocina y estuvimos hablando de distintas cosas, más que nada de cosas simples, por hablar. La ayude a poner la mesa y nos pusimos a comer, cuando me llamo Eduardo, para saber que quería. Lo primero que le dije es que estaba con Mari y Fito, comiendo en su casa. Lo primero que me soltó fue, que menos mal que estaba Mari, porque Fito era un golfo mujeriego y con un nabo famoso, muy grande. Me quede cortada porque claro, yo no podía decir nada, ni hacer un comentario sobre eso. Pero mientras hablaba, veía como Fito no dejaba de mirar mis tetas. Me estaba poniendo nerviosa, pero nerviosa de calentura, cosa que antes no me pasaba. Le dije que ya hablaríamos por la noche.

Cuando acabamos de comer, nos sentamos Mari y yo en el mismo sillón, Fito nos hizo café y se sentó en otro sillón. La televisión estaba puesta, pero la verdad que no prestaba mucha atención. Mientras Fito veía la tele, nosotras seguíamos charlando. Pero Mari cada vez que podía y con cualquier excusa, me pasaba un dedo por el brazo. O me colocaba el pelo. Cosas que otro día no le hubiera dado importancia, pero ahora sí y más sabiendo lo que sabía de ellos. Pero también por las debilidades que tenía yo ahora.

La tunante sabía lo que estaba haciendo, me quería poner cachonda, lo intuía. Además, veía como Fito, disimuladamente estaba expectante. Interiormente me decía vete que te lían, pero también me decía espérate y ve donde son capaces de llegar. Pero estaba decidía a marcharme, no quería nada con mujeres, lo de anoche fue un accidente, me decía.

Pero Mari se iba envalentonando. Ahora jugaba con un dedo suyo sobre mi rodilla, como haciendo círculos, estaba claro lo que querían, era el momento de decidir qué hacer o marcharme, o dejar que las cosas sucedieran. Justo cuando estaba tratando de decidir qué hacer, sonó un timbrazo, la cara de Mari fue de disgusto, fue a abrir y era una amiga común. Fito se levantó y dijo que nos dejaba a las mujeres solas, pero en fije y llevaba un bulto muy considerable en su pantalón, me miro con una cara, que mi cuerpo la recibió como un torbellino. Pero no pasó nada ni pasaría. Luego me marche.

Cuando llego Edu a casa, no quise ser brusca, pero le dije que no podíamos salir, que tenía la espalda fatal -cosa que era mentira- su cara fue de decepción, pero me estuvo mimando, había cambiado en esos días mucho. Sus atenciones para mi eran constantes. Me dijo que me recuperara que mañana teníamos que aprovechar, que luego ya teníamos que ir por los niños.

*Bueno y como es que fuiste a comer con Fito y Mari.

*Pues Mari que se empeñó y para no hacerla un feo, pues fui a comer.

*Fito se habrá puesto morado viéndote las tetas.

*Pues sí, porque le pille varias veces. -antes no se me hubiera ocurrido contárselo, pero ahora si-

*Menudo golfo, cuidado con ese, que si te pilla te taladra. Y no veas el taladro que tiene.

*Que exagerado que sois los hombres, siempre con lo mismo.

*Yo nada más se la he visto en reposo, en las duchas cuando jugamos a futbol, pero me impresiono.

*Ahora solo falta que me digas que me quieres ver con él. -lo dije con toda la intención del mundo-

*¿A ti te gusta?

*Hombre está muy bien, para que engañarnos y con la propaganda que le haces, pues sí.

*¿Te lo follarías?

*Si no fuera conocido, pues lo mismo. Además, tu tendrías que estar presente y no creo que eso te gustase.

*Que supiese que yo lo sé, pues no. Pero hay mil maneras de poder hacerlo.

*Estás loco.

*Puede venir a casa y yo estar escondido, o también en su casa, pero con tu móvil encendido.

*No te puedo creer. Me dejas en blanco.

*No me digas ahora con lo puta que te has vuelto, que te entran remilgos.

*No me gusta que me llames puta, entérate.

*Pero si te lo digo muchas veces. ¿A qué viene ahora que te pongas así?

*Es que no es lo mismo cuando estamos calientes, en faena. No es lo mismo.

*Bueno pues mañana ya veremos.

*Edu además hay otro problema.

*¿Cuál?

*Sabes que me hice la ligadura porque los anticonceptivos me sentaban mal y los preservativos me dejan como escocida. Con tanta sesión estoy algo resentida. -era verdad y él lo sabía-

Al final el hizo como si no se enfadara, me dio la razón y no siguió con el tema, pero yo le conocía bien, sabía que por lo menos se había quedado disgustado y desilusionado. Con todos sus planes al traste. Teníamos que darnos un respiro y reflexionar, seria mentirme a mí misma si no dijera que lo pase fabulosamente bien, pero no quería que nuestra relación fuera a estropearse.

El día 5 de enero a la hora de comer estábamos en casa de mis padres ya. Para preparar la fiesta de reyes. Los regalos los llevábamos en el coche, yo después de comer sali con los niños, para que Edu subiera tranquilamente los regalos a casa y los niños no lo vieran. Cuando llegue a casa, mi madre dijo que, porque no salíamos esa noche, que había muchas fiestas y aprovechábamos que ellos se quedaban con los niños. Los ojos de Edu brillaron. Seguro que algo le rondaba la cabeza. Quería ir a un local que había visto por internet. La idea no me disgustaba, pero tenía que hacerme la fuerte y decir que no. Pero también era porque no me había traído ropa adecuada para esos sitios, pero, aunque la hubiera llevado no podría salir de casa de mis padres de cualquier manera.

Regresamos a nuestra casa y Eduardo seguía muy pesadito. Ahora le dio por sus Fantasías en las que participaba Fito y todo lo que me hacía. Ese era la fantasía más recurrente, aunque también metía en ellas a otros conocidos. Las sesiones de cama eran fascinantes, brutales. Nos decíamos de todo y eso hacía que él se pusiese muy salido.

Luego empezó las fantasías con un comercial que de vez en cuando iba a su oficina, que se llamaba Tito, pero no me hacía mucha gracia, porque no lo conocía y no me hacía una idea, me gustaban más las fantasías con gente conocida. Luego cuando los veía me excitaba pensando que se podía hacer realidad, pero el que más me tenía en ascuas era Fito. Sabía que si yo quería sería muy fácil, porque su mujer lo andaba buscando, pero no quería repetir con mujeres.

Pero él seguía con ese tal Tito, que llegue a pensar que sería otro que conociera por internet. Una mañana fui a propósito a su trabajo, sabiendo que estaría reunido o no estaría. Efectivamente estaba en una reunión, le dije a su secretaria que no lo molestara, que me esperaba. Ella quiso avisarle, pero ante mi insistencia, no le dijo nada. Se acercó otra compañera para decirle si salían al desayuno, ella al estar yo allí, dijo que se quedaba, pero volví a insistir y el caso que al final se fue.

Aproveché para mirar en la agenda y vi que era verdad que había un comercial que visitaba a Edu y que Tito. Cuando salió mi marido un momento, se llevó una sorpresa al verme allí. Le dije que había cerrado la casa y me deje las llaves, él me dijo que porque no le había avisado y yo le dije que yo no quise, me dio sus llaves y me fui.

Como los niños no comían en casa, Edu me dijo al día siguiente antes de irse, que a las tres estaría en casa, que aprovecharíamos para darnos un buen festín, pero que quería que estuviera vestida muy provocativa, como sabía que a él le gustaba. No era la primera vez que lo hacíamos.

Serían las tres cuando oí abrir la puerta, yo estaba con una súper minifalda, una camiseta, que era de antes de los embarazos y que con el pecho que tenía ahora, le faltaban dos tallas por lo menos, pero se me veía como a Edu le gustaba y al no llevar sujetador, los pezones parecían misiles, como solía decir mi marido.

Cuando se cerró la puerta, salí para darle la sorpresa y la sorpresa me la llevé yo. Venía con un chaval muy trajeado. Muy joven, luego supe que tenía 20 años. Era el famoso Tito. Si a mí se me quedo cara de lela, no digo la que le quedo a él. Este chaval era el hijo de un empresario importante, que para que conociera bien el negocio, le estaba haciendo pasar por distintos puestos.

Yo quería irme a mi habitación, pero Edu me dijo que mientras él ponía unas copas, que hiciera el favor de sacra hielo. Me fui para la cocina, con ganas de estrangular a mi marido. Les oía hablar y oí que mi marido se disculpaba, se acercó a la cocina y mintiendo su mano por debajo de mi faldita me toco el culo, comprobando que no llevaba nada. Muy enfadada y nunca digo palabrotas, le dije que era un cabrón. Él lo único que hizo fue sonreírme.

Cuando fuimos al salón, con el hielo y unos frutos secos, yo hice ademan de marcharme, pero Edu dijo que no les hiciera el feo de dejarnos solos y le dijo a Tito ¿verdad? Y el chaval que estaba embobado mirándome dio la razón a mi marido. Vi que tenían un vaso preparado para mí.

Lo peor sería sentarme, se me vería todo por mucho que quisiera taparme. Los ojos de Tito como cabía esperar se clavaron en mis piernas, por no decir en otro sitio. Tito era joven como dije, bastante fuerte y alto. Lo único que le faltaba para ser mi hombre perfecto, es que fuera moreno, pero era castaño.

El chaval no paraba de mirar. Me estaba haciendo gracia, pero eso no me quitaba el enfado con mi marido. Porque allí estaba yo sentada, con una pinta de golfa, que era tremenda. Pero aguantaba el tipo como podía. Mi marido se excusó un momento y se fue en dirección al servicio. Me di cuenta de que estaba con una erección. Nos quedamos Tito y yo, le preguntaba cosas de su trabajo y le tenía que repetir las preguntas, porque como no estaba a lo que yo decía, solo miraba. Cuando se levantó para marcharse, se colocó la cartera que llevaba de tal manera, que no se notase la erección que llevaba, aunque no la vi la intuí.

*Eres un cerdo, vienes con visita y me haces esto. Sé que lo hiciste adrede.

*Si, es verdad.

*Pero, ¿Por qué?

*No lo he podido evitar.

*Que es lo que quieres, ¿Qué me acueste con todos los hombres que conocemos?

*No mujer, no es eso.

*No es eso, no es eso. Pues entonces que es.

*Tienes razón. Me he pasado, te lo tenía que haber consultado. Perdóname.

No supe que decir, ante esto último, porque lo vi realmente afligido, muy apenado, pero, sobre todo, triste y avergonzado. Se metió en el baño y no supe el tiempo que estuvo allí, porque yo me cambié y tarde en hacerlo, para luego marcharme a recoger a mis hijos. Cuando llegue él estaba con los ojos, como si hubiera llorado, por lo menos los tenía congestionados. Me dio pena.

Por la noche en la cama, saqué el tema y me dijo que volveríamos a ser como antes, que ya olvidaría todo. Que se había dado cuenta de que era un bicho raro, un enfermo. Yo para calmarle le dije que se fijara en toda la gente que había en el pub el día que fuimos, en los anuncios que él veía. Que había gente para todo, pero él seguía insistiendo. Para que se tranquilizara, le comente lo de Mari y Fito, se llevó una sorpresa monumental y ya de paso le conté lo que paso el día de la comida, pero que me marche para evitar situaciones no deseadas. Para calmarle del todo, le dije que no había que ser extremista, lo único que teníamos que ir tranquilos y estando de acuerdo los dos. No podía ver su cara porque teníamos la luz apagada, pero note como cambio su tono de voz. Encendió la lamparita de noche y mirándome.

*¿Quieres entonces que sigamos probando cosas nuevas?

*Atiéndeme bien y contéstame a una pregunta, así te poder contestar yo, porque sabré que terreno piso y a qué atenerme.

*¿Tu de verdad quieres ser un cornudo?

*Si -no dudo al contestar-

*Pero cuando digo cornudo, me refiero a cornudo, cornudo.

*Ya te he contestado.

*Te lo he recalcado, porque puede ser que te los ponga sin estar tu presente. Porque todo esto, al final nos puede llevar a eso. ¿tu estas dispuesto?

*Si lo estoy -lo notaba sincero- pero quiero que luego me lo cuentes si sucede y con detalle.

*Pues estoy dispuesta a darte una alegría, o eso creo.

*¿Qué alegría?

*Tu elegirás, mañana o me lo hago con Fito o con Tito. Si es Fito ya me las apaño yo y si es Tito, tienes que lograr que venga mañana a las diez de la mañana aquí. Pero ahora no me digas nada, cállate. Vamos a dormirnos y mañana me lo contestas desayunando, piénsalo bien y con detalle. Bueno también tienes otra posibilidad y es decir que se acabó todo esto. Yo lo aceptaría y seguiríamos nuestra vida. Pero si eliges a uno de los dos, ya no podrás volver atrás.

Apagamos la luz y nos quedamos en silencio, aunque yo sabía que él estaba al igual que yo pensando. Paso un rato y él me hablo, yo me hice completamente la dormida y él se fue al baño, me imaginaba a que.

Por la mañana oí como se levantaba, pero no dije nada. Me levanté al ratito, estaba preparando el café, le di los buenos días y nos pusimos a desayunar, lo que hacíamos todos los días, luego él se iba y yo levantaba a los niños.

No decía nada y yo no preguntaba. La iniciativa tenía que partir de él. Pero cuando ya estaba para salir, me dijo, a las diez estará aquí Tito, he dejado unas carpetas encima de la mesa del salón, diré que se me quedaron olvidadas aquí, que no puedo venir a recogerlas y espero que él se ofrezca a venir. Luego ya veremos si tú eres capaz de seducirlo. ¿Crees que serás capaz? Y le conteste agarrándole su paquete, que estaba poniéndose contento, si no lo logro hare todo lo que me digas durante una semana y sin rechistar.

A las nueve de la mañana ya estaba en casa había dejado a los niños en la parada del autobús. Me llamo Mari, para desayunar como hacíamos todas las mañanas, le puse la disculpa de que tenía que ir a hacer unos papeles que me había encargado Edu y al banco también, ella me dijo de que comiera en su casa con ella, pero la dije que no, que llegaría muy justa, insistió y la dije que lo mismo pasaba, pero a tomar café.

A las nueve y cuarto me llamo Eduardo.

*No me hizo falta ni insinuárselo, ha dicho que iba el a recoger las carpetas que no me preocupara.

*¿Le has dicho que me avisarías?

*No, le he dicho que, si no abrías que insistiese, que lo mismo estabas dormida todavía. Que ya te había llamado, pero como tienes el teléfono desconectado hasta que te levantas, que insistiera. ¿Qué te vas a poner para recibirle?

*Todavía no me lo he pensado. Y te dejo que tengo que prepárame.

Lo tenía todo pensado de sobra, no tardaría en llegar. Si había salido ya. Me desnude y me fui a la ducha, me moje bien el pelo, me puse una toalla enrollada en la cabeza y un albornoz cortito, que por motivo de mi pecho deja un buen escote.

Por fin sonó el timbre, pero no el del portal, sonó directamente el de casa, supuse que estaría abierta la puerta de abajo, o entro cuando salía o entraba alguien. Bueno eso daba igual. Mire sin hacer ruido por la mirilla, se le veía nervioso, colocándose el pelo. Insistió más veces, la última fue muy insistente. Me alejé y dije en voz alta, que ya iba.

Pregunté sin abrir quien era, contestándome que Tito, que mi marido le había mandado por unas carpetas y antes de que acabara abrí la puerta. Le dije que me había pillado en la ducha, que pasase. Y fuimos al salón, él se quedó de pie, pero le indiqué que se sentase y yo me senté en el mismo sillón que él. En ese mismo momento note que los dos estábamos nerviosos, por distintos motivos, pero muy nerviosos. Como me deje enredar por mi marido. Esperaba que el muchacho iniciara todo, pero él no se movía, estaba tieso como una estaca.

Vio entonces una foto enmarcada, de Edu de jovencito con una moto ducati muy antigua, que fue de un tío abuelo suyo. Y ya salió el tema de las motos. Diciéndole yo que Edu desde siempre había sido muy motero. Tito me decía que mucha pinta de motero no tenía. Me levanté y cogí un álbum de fotos. Me volví a sentar, colocándome del lado que el pudiera ver la abertura del escote del albornoz.

Dejé el álbum en la mesa y empecé a enseñar las fotos de las motos que había tenido Edu, que fueron muchas. Yo sabía que al estar un poco inclinada pasando las hojas del álbum, seguro que el escote se había abierto y podía ver más. No me equivocaba estaba loco mirando. Pero el muy tonto no se decidía. Cualquier otro ya me habría quitado todo, pero este estaba muy parado.

Yo le toque varias veces el muslo como si fuera de lo más natural, ponía y quitaba la mano, o le daba un golpecito, esas cosas. Pero seguía sin reaccionar. Aunque se le notaba un buen bulto. Se estaba resistiendo demasiado, pero me daba mucho corte ser yo la que empezara, siempre había sido, al contrario. Pero ya acabamos de ver las fotos y me levante a poner el álbum a su sitio, intente con disimulo aflojar el cinturón, para que accidentalmente se abriera mi albornoz, pero eso tampoco salió bien.

Él se levanta, tapándose esta vez con las carpetas y dice quien está muy a gusto, pero que se tiene que ir. Se me escapaba y tendría que hacer durante una semana lo que Edu quisiera. Antes de salir del salón, con mucha vergüenza y sobre todo con mucho nerviosismo, me acerqué a Tito y le di un beso en los labios, sin lengua, le dije que era muy guapo. Él se quedó aún más cortado, más fácil no se lo podía poner. Pero no hizo absolutamente nada. Eso me enfado, lo que provoco que me quitara la toalla que llevaba en el pelo, que abriera el albornoz y acercarme a él, quitarle las carpetas dejándolas caer en el suelo, desparramándose todos los papeles y tocándole yo a él, pudiendo comprobar la tremenda erección que llevaba.

Ahora si se animó la cosa, se puso en plan bruto, frenético. Tuve que decirle que, con calma, que teníamos tiempo de sobra. Le fui ayudando a desnudarse y nos fuimos para mi habitación. Ya desnudos los dos y viendo lo ansioso que estaba, le hice tumbarse boca arriba en la cama. Le besaba, estaba vez metiéndole la lengua en la boca y él me la quería devorar, luego le fui lamiendo por el resto del cuerpo, hasta llegar a su nabo, que no era como algunos de los que había tenido últimamente, pero estaba también muy bien. Lamí sus testículos, mordisqueé el tronco de su nabo y al final me la metí en la boca. Me lleve una inusitada sorpresa, nada más notarla llegar casi a mi garganta, le salieron unos chorretones que me pillaron desprevenida. No había aguantado nada, se corrió a la primera.

El me pedía perdón, que nunca le había pasado. Yo le calmaba y cuando lo conseguí, le dije que mientras se recuperaba que le tocaba a él. Seguía siendo brusco, cuando me lamia los pezones, cuando los presionaba, me hizo daño en algún momento. Tenía buena lengua, pero le faltaba experiencia. Con mucho disimulo y acariciándole el pelo, lo fui llevando hasta donde yo quería, hasta mi cuca, que estaba deseosa. Cuando llego, no anduvo con preámbulos, paso al ataque. Pero igual que antes fue brusco, ahora lo estaba haciendo cómo el mayor de los expertos. Lo hacía perfecto, tanto con su lengua y labios, como con sus dedos. Menudo descubrimiento era un artista. Hasta el momento, estaba siendo el mejor de todos los hombres que me lo hicieron.

Cuando ya me venía el orgasmo, le agarre bien la cabeza con las manos, como si tuviera miedo de que se me escapara. Cuando me llego, levante mi culo, me moví, grite, que gusto. Una vez que tengo un orgasmo, me dan como unas sacudidas y se me queda todo muy sensible, necesitando parar unos minutos. Pocos, pero me es necesario. Pero este se agarró bien a mí y no se separó, haciéndome ver las estrellas, vaya lengua que tenía, me logro hacer llegar a otro monumental orgasmo.

Ya estaba otra vez en plenitud, se levantó y me la metió en esa posición. Levanto mis piernas y las coloco sobre sus hombros, haciendo que la penetración se notara más y entonces no paro de follarme. Ya había desaparecido ese joven temeroso. Me miraba con deseo, se agarraba a mis tetas y se veía como disfrutaba al tocarlas. Su fuerza era realmente inaudita, notaba como me golpeaba su pelvis de una manera fuerte. Que gozada, estaba disfrutando mucho. Sin necesidad de ser varios, no sé si sería la juventud, pero con tanta fuerza que usaba, ya me tenía otra vez al borde del orgasmo y no me contuve, tuve otro orgasmo muy bueno, pero no tan bueno como los que me saco con su lengua.

Quería que me lo hiciera por el culo, quería sentir ese nabo golpeándome las entrañas, pero, aunque se lo insinué, no sé si por pudor o porque no me entendiera, no me lo hizo. Luego saco su nabo y se corrió justo encima de un de mis pezones. Algo pasaría por su cabeza, porque se levantó rápidamente, pidiéndome perdón y fue a recoger su ropa vistiéndose de una manera veloz, volviéndome a pedir perdón, marchándose sin dar tiempo a poder hablar.

Me había quedado con ganas de mucho más, porque por mi hubiera seguido hasta quedar rendidos. Me había sabido a poco. Eso iba a suponer que estaría todo el día tontona y me tendría que aguantar hasta que llegara Edu. Después de asearme nuevamente, le llame por teléfono, se puso en seguida, era como si hubiera estado esperando la llamada.

Nada más oír su voz, le dije que no tendría que hacer lo que él quisiese durante una semana. Le cambio la voz, pero lo que más me llamo la atención fue que me preguntase, que como la tenía, si era grande o no, si era gruesa o no. Yo le describí lo más fielmente que pude todo lo que sucedió. Pero él seguía preguntándome por el tamaño. Le dije que no como las otras de días pasados, pero que la tenía bien, mejor que él. Le dije que me había dejado con sabor a mas, Edu me dijo que, para una primera vez, tampoco estaba mal. Mi marido me dijo que un momento y oí como le decía, ¿Tito pillaste a mi mujer? Y oí que decía no, estuve llamando un rato, pero nadie abrió. Vale no te preocupes.

Mi marido riéndose me dijo y como se yo que es verdad. Le describí como iba vestido y le dije que si lo llego a saber me hubiera dejado la corrida en el pezón, Edu me volvió a sorprender diciéndome que no hubiera estado mal. Acabamos la conversación y me note que el hablarlo con mi marido había vuelto a ponerme muy tontona.

Comí y me fui a tomar café a casa de Mari y Fito. La charla con ella me despejaría la cabeza. También sabía que ella se había dado cuenta el día que estuve en su casa que no quería nada. No hizo falta decírselo. Cuando llegué, la encontré muy veraniega, no era normal el calor que tenían en la casa. Debían de tener la calefacción al máximo.

Al rato de estar sentada, no me quedo más remedio que quitarme el jersey que llevaba. Lo que hizo que con la blusa se notaran más mis pechos. Pero bueno estábamos solas. Duro poco porque salió Fito a tomar también un café. Venía en pantalones cortos y se sentó en una silla, en vez de en el sillón. Sin quererlo mis ojos se fueron a su entrepierna y era verdad que se le notaba un bulto considerable, lo único que me faltaba a mi ese día.

Desvié la vista y seguimos hablando. El peso de la conversación lo llevábamos las dos mujeres, el de vez en cuando solo hacia un comentario. Pero yo no perdía detalle de nada de lo que ocurría. Estaba en guardia, por si acaso. En otro momento me fije que algo se le veía por la pernera del pantalón corto. Quite la vista rápidamente, pero la tentación fue más grande y con disimulo mire, se le veía casi todo y me subieron los calores, me vino a la cabeza lo de la mañana. El calor que hacia allí. Mari como el otro día tocándome el brazo con un dedo. El pantalón que llevaba que era muy ajustado y con la sensibilidad que tenía donde yo sabía, cada vez que me movía era peor. Tenía que salir de allí, irme a mi casa y masturbarme como una fiera, hasta que llegara mi marido.

Un error no intencionado, fue el que cometí al recordarle a Mari una cosa que le había pedido unos días antes. En concreto era un bastidor para hacer una manualidad en tela. Lo hice para desviar toda la conversación, para que hubiera movimiento. Y claro que lo hubo. Se ilumino su cara, se levantó, cogió unas llaves y dijo que bajaba al trastero, que estaban en los garajes y que lo traía. Yo al darme cuenta dije que si no otro día que no tenía prisa, me entraron todos los nervios del mundo. Pero ella insistió en que bajaba, quise al final bajar con ella, pero insistió en que me acabara el café. Pensé en que nada más subiera me iría y mientras iría al baño.

Cuando salió por la puerta, dije que iba al baño, como sabía dónde estaba fui sin esperar a más. Una vez dentro en di un poco de agua fría en las sienes. Parecía que me relajaba algo, pero se abrió la puerta era Fito. No pude decir nada, me quedé como estaba apoyada en la encimera del lavabo y él tampoco dijo nada. Se puso detrás de mí se pegó a mí, empezó a mordisquearme con los labios el cuello, pasando también su lengua. Veía lo que me hacía mirando al espejo.

Era como un animal en celo. Pero yo no era capaz de quitarlo e irme. Mientras hacía eso no paraba de tocarme las tetas. Que, aunque yo no quería mis pezones se ponían duros, me traicionaban, el cuándo se dio cuenta se envalentonó.

Bajo sus manos y me desabrocho el pantalón. Metió una mano, consiguiendo llegar a mi clítoris y esa fue mi perdición, ahora si reaccionaba yo y rozaba mi culo contra su nabo, que ya lo tenía muy duro.

Él dijo que no había tiempo y que tenía muchas ganas a mi culo. Que ya sabía que me gustaba mucho por ahí. No sabía quién se lo conto si mi marido o su mujer. Pero me bajo el pantalón y el tanga. No se esperó más, note como su nabo se quería abrir paso, le costaba y lo notaba demasiado, que era lo que tenía el tío ese. Veía en el espejo como mi cara se descomponía según entraba, se mezclaba dolor y placer. La metía un poco, la sacaba y luego la metía mas. Era una tortura, lo hacía muy bien. Ya creía que estaba toda dentro, me había llenado totalmente, ahora era yo la que me movía, para sacarla y meterla a mi gusto, pero me agarro por las caderas y note que entraba aún más. Me tenía extasiada.

Verle la cara de salido, depravado, animal por el espejo, cuando me empujaba hasta notarla toda dentro no se podía describir. Notar su respiración cada vez más acelerada en mi cuello y mi oído. Como con una mano me martilleaba el clítoris era algo que jamás me había pasado. La expresión de su cara y la velocidad con que me metía su nabo, cuando me estaba llenando las entrañas, fue lo que me hizo tener un orgasmo distinto a los que había tenido hasta el momento. No dijo nada, solo se marchó del baño, mientras yo seguía apoyada en el lavabo.

Había sido algo primitivo. Oí que llegaba la mujer y el decía que estaba en el baño. Me limpie como pude, me trate de recomponer y salí como si no hubiera pasado nada. No me quise sentar y estando de pie con mi amiga, recogí el bastidor y me despedí que tenía que ir a por los niños, hasta que me fui, no pude mirar a la cara a Fito. Cuando iba en dirección al colegio, entre el bastidor que era un incordio llevarlo y la sensación que por mi culito se salía todo era muy incómodo.

Cuando llegue a casa me lave bien, Edu llego antes de la hora de costumbre, por lo que pude ver, al recibir su saludo, es que venía con ganas de pasarlo bien. Pero él sabía que hasta que no estuviesen acostados los niños no había nada que hacer. Pero quise ser mala, mientras los niños jugaban, yo le contaba muy bajito y con todo detallé lo que había ocurrido con el jovencito. Poniéndose muy marchoso. Lo único que no le conté fue lo de Fito, me lo pensaría, pero de momento era mejor que no lo supiese.

P.D.:

Una vez publicado el relato, pondré en el apartado de comentarios uno muy particular. Que agradecería que leyeseis. Como hasta que se publica no se puede poner, lo mismo tardo un poco, pero espero que lo leáis. Que seguro que se entenderá