Mi Marido se divertía, y yo también
Un para de chicos que conocí en las vacaciones me hicieron descubrir cosas que con mi marido no hacía.
Este verano, por el trabajo de mi marido, debimos combinar responsabilidades con vacaciones. Y alquilamos una linda cabaña dentro de un pequeño pero muy coqueto complejo.
El primer día ya observé que la otra cabaña estaba ocupada por un par de jovencitos. Y me di cuenta especialmente porque en cada ocasión que iba a la piscina, ya sea a tomar sol o darme un chapuzón, no dejaban de espiarme. Eso me divertía y trataba de aparentar que no me daba cuenta y les regalaba algunas poses especiales para que se animaran en su tarea de fisgones.
No tenía una bikini que dejara ver todo, pero si era bastante sensual. Marcaba muy bien mis curvas.
Ya el segundo día los muchachos se animaron un poquito mas, y cuando mi esposo y yo ya estábamos en la pileta (mejor dicho, yo estaba en la pileta, porque a él no le agrada mucho el zambullirse) ellos aparecieron como sin darnos demasiada atención. Mi esposo leía un libro, así que tomé la iniciativa de la charla yo y los saludé y comenzamos a charlar para conocernos. Que de dónde son, cuántos años tienen, a qué se dedican? Etc. Al cabo de unos minutos ya habíamos entrado en confianza y parecíamos conocidos de años.
Tanta ya era la confianza y creo que también por la inmadurez de su juventud, mientras hablábamos parecía que les era incontenible el tener que mirar mis pechos. A mí, eso me alagaba y como dije antes, también me divertía un poco.
Y ya que mi marido no se metía al agua, le propuse que hiciera un asado para el medio día, y que podríamos comer junto con los muchachos, los cuatro juntos. Él no dijo demasiado, les preguntó a los chicos y ellos aceptaron, así que él se fue a buscar la carne y demás cosas al mercado.
Cuando ya se hubo ido, me dispuse a tomar algo de sol. Pero no sin antes hacer mi salida de la piscina. Cuando salí, muy a propósito moví mi cadera de un lado al otro, para llamarles la atención. Cosa que creo logré, ya que sentí que de repente sus risas se convirtieron en un honorable silencio.
Tomé una toalla, me sequé un poco, me recosté en la reposera, tomé el bronceador y les pregunté si uno de ellos se animaba a pasarme la crema por la espalda. Ninguno respondió, así que señalé a uno, el que me parecía un poco mas animado y le pedí que viniera. No tuve que volver a insistir, ya estaba saliendo de la piscina y tomando el bronceador empezó a desparramarlo sobre mis hombros. Le sugerí que bajara por mi espalda y que desatara el brasier de mi bikini para que no me quedara la marca. Sentí que suavemente su mano temblaba al pasar la crema por toda mi espalda. Iba desde mis hombros hasta mi cintura poniéndome el bronceador y tuve que pedirle que también lo hiciera por debajo de mis brazos, hasta el comienzo de mis tetas. Cuando supo que podía llegar hasta allí, le dedicó varios minutos a esa zona, tal vez como especulando si le daría mas margen pero todavía no, yo me divertía con otros planes.
Le pedí que ahora me pasara en las piernas, comenzando desde las pantorrillas y así fue subiendo por mis muslos. Abrí mis piernas para que pudiera tranquilamente ponerme la crema. Pero siempre se mantuvo al límite hasta llegar a mis nalgas y también me gustaba sentir como intentaba que le aprobara que pudiera pasar el límite. Me gustaba mucho sentir que me deseaba un poco mas, a lo que le di un crédito extra. Le pedí que si se animaba me pasara también en la cola, pero que para que no quedaran marcas feas me metí la bombachita en la zanja. Eso le fue como lo máximo. Hasta ese momento hacían comentario entre ellos y se reían, pero el silencio se apoderó de ese momento.
Como con un cuidado especial me untó toda la cola con sus dos manos, lo que felicité destacándole que lo hacía muy bien, que se notaba que tenía experiencia. A lo que me contestó que no, que era su primera vez. Bueno seguí así que lo hacés muy bien, le contesté y levantaba un poquito la cola como para entusiasmarlo un poquito mas.
Su amigo estaba en el borde, dentro de la piscina, apoyado y mirando desencajado como no dando crédito al verlo a su amigo untándome la crema solar en mi cola. A lo que dicho de paso, ya se había desinhibido y aunque suavemente, ya me metía mano con mas confianza. Ya se había animado a acariciar mi vulva por encima del bikini y hasta me estaba calentando muy lindo. Pero no quería que esto llegara a lo incontrolable, así que le dije que si había terminado ya podía dejar. Él no quiso dejar, me contestó que todavía quedaba un poquito mas, pero igual le agradecí y le prometí que lo volvería a llamar porque lo hacía muy bien. Y gracias a que mi marido ya estaba de vuelta todo quedó ahí.
Mi esposo les pidió que lo ayudaran a encender el fuego para el asado y yo les preparé unos tragos para antes del almuerzo. Y parece que los preparé ricos porque a mi esposo le gustaron y hasta me pidió repetir la vuelta. Quedaba evidente que se les habían subido a la cabeza y estaba algo alegre. Pero no fue impedimento para que pasemos un lindo tiempo de almuerzo los cuatro, donde tengo que sumar las copas de vino que terminaron de producirle la necesidad de una reparadora siesta. Dejándome otra vez a solas con estos dos jovencitos, hambrientos, aunque ya habíamos almorzado muy bien.
Apenas mi esposo se había retirado, me estaban recordando que si deseaba que me untaran la crema, ellos estaban dispuestos. Sólo me reí, me quité el pareo y me zambullí en la pileta. Detrás de mí también ellos hicieron lo mismo. Y mientras estábamos en la piscina, se me acercaron, charlando me empezaron a acariciar dentro del agua. Sentir sus manos recorriendo mi culo, mis tetas, mi vagina, me hicieron calentar tremendamente. En un momento me encontré comiéndole la boca a uno de ellos, mientras el otro ya estaba chupando una de mis tetas. Les pedí que se detuvieran, que mi marido podía vernos. Ellos no quedaron conformes, pero respetaron mi decisión, igual durante esa tarde cada vez que tenían una oportunidad aprovechaban para acosarme, y me excitaba la adrenalina de la trampa.
A la noche mi esposo quiso ir al casino, cosa que sabe que a mí me aburre mucho. Entonces arreglé para que fuese solo. Él prefería que yo hiciera un esfuerzo y lo acompañara pero le dejé tranquilo para que disfrutara y quede hasta la hora que quisiera.
Cuando se hubo ido, volví a la piscina y a los pocos minutos de introducirme, los muchachos estaban también dentro junto a mí. Ahora ya no intercambiamos palabras. Sólo nos empezamos a besar y acariciar. La espera de todo el día nos había hecho calentar demasiado. Ellos eran como quince años menores que yo, y eso era algo que me excitaba recordándome cuando tenía esa edad.
Sus manos estaban por dentro de toda mi bikini y sus caricias me habían hecho estar incontrolable.
Los dejé atrás. Salí acomodándome el traje de baño y me dirigí a mi cabaña. Les dije que disimuladamente fueran entrando directamente y llendo al dormitorio.
Cuando los escuché entrar al dormitorio, que ya había preparado a media luz, les dije desde el baño que se quitaran toda la ropa y me esperaran sobre la cama.
Al estar listos entré en la habitación, vestida solamente con un camisolín y una tanguita de encaje blancos. El camisolín dejaba notar mi cuerpo casi desnudo. Se traslucían mis erectos pezones y la tanguita que se perdía dentro de mi culo. Con la calentura que tenía ya estaba húmeda. Así que me subí a la cama, me coloqué como en medio de los dos y los empecé a mamar intercalando entre una verga y la otra.
Los chicos también estaban muy excitados y sus pijas estaban como rocas, pero bien jugosas… Se las disfruté chupando y pajeándoselas. Mi lengua se hizo la dueña de sus glandes y mis manos se cansaron de acariciarle los huevos. No eran muy grandes, pero estaban muy calientes.
Me recosté en medio de los dos, boca arriba mientras besaba a uno de ellos y los dejé que ahora me cubrieran de besos y caricias. “Aprovechen que ahora si se puede”, les dije. Y como a una presa se echaron sobre mí. Bajé los breteles del camisolín para que no me los arrancaran y eso fue como servirles la comida a dos hambrientos. Se adueñaron con sus labios y lenguas de mis pezones, tanto que tuve que guiar con mis manos a uno de ellos para que bajara y buscara mi caliente y mojada entrepierna.
Por encima de mi tanga, él me empezó a acariciar, besar y por momentos hasta me parecía que me mordisqueaba. Así que me corrí la bombachita, abrí bien mis piernas y casi que lo obligué a que me comiera la concha. Al ver ese cuadro, su amigo, me ofreció otra vez su dura pija para que le diera una rica mamada. Me sentía increíble cogiendo con esos dos chicos. Era una fantasía cumpliéndose.
Para mí era imposible no acompañar con movimientos de cadera las lamidas que le propinaba a mi vagina. Con los dedos de una de mis manos me separaba los labios, abriéndosela bien para que su lengua no tenga problema en llegar a mi clítoris. Casi que de la misma manera que su lengua me manipulaba mi botoncito, yo se lo hacía a su amigo en la cabeza de la verga.
Me di vuelta para ira ahora a buscar su verga y chupársela, ya que me imaginé, y así fue, que estaba bien jugosa. Puesta en cuatro patas y dándole la espalda a su amigo, mi cola quedó completamente disponible y no hizo falta que dijese nada… Solito se terminó de colocar detrás de mí, acomodó la tanguita para que no le estorbe y me metió su pija en la vagina dándomela con toda su pasión. Estábamos tan excitados que nuestros jugos se mezclaban y hacían mucho mas placentera la penetración. Con muchas ganas, me lo estaba comiendo.
Yo no podía dejar de pensar en la locura que estaba cometiendo con estos dos jovencitos, de poquito mas de 20 años!! Ni sus nombres sabía. Y lejos de sentirme culpable, mas adrenalina me daba.
Me subí sobre el que le había estado mamando, mientras que me acariciaban el cuerpo a cuatro manos besaban por donde podían. Me lo monté como a mí me gustaba. Mi clítoris rozaba con fuerza su pelvis y me estremecía de placer. Se los dejaba notar con cada gemido. No me guardaba nada. Me sentía una adolescente mas aprendiendo a disfrutar, con la diferencia que tenía de mi experiencia. Todo se sumaba y me potenciaba.
Lástima que al poquito tiempo, en casi mis primeros gemidos. Tuvo un espasmo que me dejó saber que estaba acabando. Su cara se transformó al máximo placer y soltaba un tremendo gemido. Habiendo terminado me miró como pidiendo perdón por ya haberse corrido a lo que me consolé pensando en que todavía me quedaba uno. Me eché sobre él y lo besé con un beso muy profundo y caliente, como para inhibir su culpa. Pero me sorprendió cuando fui a mamarle la pija, siempre me gustó chupar la leche, el preservativo tenía una cantidad para mi nunca vista de semen en un preservativo! Me sentí orgullosa de haber sido yo la causante de todo eso.
Se levantó y fue al baño, mientras tanto le tocaba el turno a su amigo. También me lo monté, pero le pedí que me avisara si estaba por acabar. No quería que todo se terminara tan abruptamente. Ahí fue que me confesó en voz baja, que seguramente todo estaba relacionado a los nervios de su amigo, ya que fue su primera cogida. Otra razón para seguir calentándome. Con razón tanto semen. Yo fui su primer polvo a los 23 años! Le pregunté si para él también era la primera vez, a lo que me dijo que no y se notaba que tenía un poquito mas de experiencia.
Volví a lo mío, y lo cabalgué para provocarme otra vez esos espasmos maravillosos. Le pedía que me chupara las tetas, que me acariciara el culo, que me hiciera cuando quisiera, yo estaba dispuesta por mi calentura. Así que sentó en la cama mientras lo seguía montando, se metía mis metas en su boca y provocaba mis pezones con su lengua y dientes. No me quedaba más que abrazarme fuerte contra él para sentirlo más intensamente. Sus manos, sus dos manos, me agarraban el culo y me apretaban contra él como entendiendo lo que yo sentía. Mi agradecimiento se lo daba con mis gemidos y con mi lengua que penetraba cuanto podía su boca. En un momento trajo sus dedos a mi boca para que se los chupara y me pidió que se los empapara. Yo no pregunté, en ese momento sólo obedecí. Pero entendí cuando bajó su mano y sus dedos buscaron mi cola. No les costó mucho trabajo entrar, no porque estuviera abierto (todavía era virgen) sino por lo caliente que estaba. Me dejé penetrar por su dedo y le pedí que probara con otro mas. Yo estaba descontrolada. Encima de eso, miro y veo que en la punta de la cama estaba sentado nuestro amigo, todavía totalmente desnudo pero además, otra vez completamente excitado, con la verga dura en su mano, nos observaba y se pajeaba. Y yo sentí que era un desperdicio.
Le hice seña para que viniera, le tomé la pija, y estaba tan dura como al comienzo. Lo hice pararse al lado mío mientras seguía montada en el otro chico que empezaba a gemir con mas fuerza y me anunciaba que estaba por acabarme. Así que decidí salirme de encima y pedirle que tomara algo de aire para continuar todavía un poquito mas.
Me eché en la cama, ya completamente desnuda y cansada por tanta montada, pero muy excitada. Me abrí de piernas y el otro chico vino a llenar mi vacio. Me cogió por varios minutos mientras nos comíamos a besos y lamidas en la boca, el cuello y por todo lugar donde podíamos. Me recordé como se había calentado untándome la crema en la cola y le pregunté si le había gustado. Me contestó que le había encantado y que cuando metí la tanga en la zanja de mi culo, casi se me tiró encima, pero que no se había animado.
Yo no podía creer lo que estaba a punto de proponerle, ahora temblaba yo. Pero pensar que su verga no era muy grande mas su inexperiencia que lo hacía bastante obediente a mis pedidos, me hizo confiar que sería una buena oportunidad. Le pedí que me cogiera por el culo. Y como buen alumno, sin siquiera una pregunta, me la sacó de la concha, me dio tiempo a ponerme en posición de perrito. Le indiqué que usara bastante saliva, y que la fuera metiendo suavemente. No voy a negar que me dolió, pero como estaba super excitada, el placer lo superaba. Además fue hasta sentir que me había entrado toda. Ahí le pedí que se detuviera un momento, hasta acostumbrarme a sentirla. Pero después de unos segundos fui yo misma la que empezó con el vaivén y él se acopló al ritmo y fue llevándolo cada vez mas intenso. Nuevamente sentí que estaba viviendo algo increíble, que estaba loca con lo que estaba haciendo.
El otro muchacho volvió y me metió la pija en la boca. Era un meta y saca por mi culo y mi boca. Hasta que me acabó y llenó mi cara con toda su leche. Me relamí y le terminé de limpiar toda la lechita de su boca. Ante esa escena, el que estaba en mi cola empezó a gemir otra vez con fuerza, me la sacó y me acabó todo su semen encima de mis nalgas. Obviamente también le lustré la verga con mi lengua sin derrochar nada de esa tan rica leche.
Así nos quedamos los tres dormidos, completamente desnudos y enredados en la cama.
Casi al amanecer vi las luces del auto de mi marido entrar al complejo, empecé desesperadamente a despertar a los chicos para que desnudos saltaran por la ventana, ordenar un poco la habitación y ponerme algo de ropa encima para terminar haciéndome la profundamente dormida esposa fiel.
Durante esos días, repetimos la experiencia algunas veces mas.