Mi marido, Raquel y princesa

Es una locura, cosas que se escapan de las manos, pero es lo que yo quiero, y solo Raquel podia hacerlo asi, pero en el fondo habiamos creido que ella, era mas inocente de lo que luego resulto ser. DOMINACION SUAVE/ UN POCO LESBICO/ TRIO....

Quizá tomamos a Raquel por una chica más dulce e inocente de lo que luego resultó ser, pero no lo llamaría una equivocación exactamente. Podría ir al grano y contaros aquellos momentos en los que la pasión nos envolvía, pero pienso que es necesario empezar por lo que yo considero que es el principio, lo que desencadenó todos esos buenos momentos.

Suena el despertador, y lunes. Otra vez lunes, las 7 de la mañana y de nuevo vuelta a la realidad. Tras unos segundos en la cama, recuerdo el fin de semana y me despierto aun agitada,

Me siento frente al balcón y mientras me tomo el desayuno, veo la gente por la calle haciendo su vida despreocupada. Me pregunto si después de ese fin de semana, yo podré seguir paseando por la calle despreocupada como ellos

Tras una ducha rápida, voy a la cama a despertar a Marcos. Me acomodo a su lado, le acaricio desde el pelo al final de la espalda su torso desnudo, no puedo evitar sonreírme, llevamos media vida juntos y sólo tenemos treinta y pocos años, me enternece ver que ya tiene algunas canitas.

Durante este tiempo, le he visto salir tripita, alguna arruguita,…pero aun sigue muy guapo, su piel morena le hace juego con sus ojos verdes, y aun esas canitas le favorecen. En estos años he podido verlo llorar, reír,…pero nunca lo he visto disfrutar como este fin de semana. Y ahora está aquí dormido, exhausto,…no me apetece despertarlo, merece descansar, yo misma llamo al trabajo para excusarlo y sin problemas puedo dejarlo descansar.

Me puse el uniforme, me arreglé un poco el pelo y bajé al garaje a por mi coche, al salir a la calle, la lluvia golpeaba con fuerza el cristal, el sonido del caos impactó en mis oídos, mientras conducía hacia el trabajo un mar de coches, me hizo desembocar en un atasco monumental, la cosa iba para largo, así que decidí subir el volumen de la radio y encender un cigarro. Al minuto de estar ahí, por fin a solas, las imágenes del fin de semana empezaron a llegar a mí inevitablemente, recordando cosas que nunca habría querido tener que recordar y otras que me hacía estremecer

Cerré los ojos y todo fue llegando en orden a mi cabeza, de manera que casi lo sentía todo de nuevo


Viernes anterior, 21:00h

Din-don – Sonó es timbre.

Mientras Marcos acudió ha abrir la puerta, yo esperaba inquieta en el sofá.

Había decido al final, después de cambiarme seis veces de ropa, ponerme sencilla, pero atractiva, un pantalón vaquero ceñido, marcando bien mi culo y una camisa de gasa granate, aunque no tengo mucho pecho, pero si lo tengo muy bien puesto y me hacia el escote muy bonito. Además al ser rubia ese color me favorece bastante y resalta mis ojos verdosos.

El saludo entre ellos fue amistoso, cómplice y sólo tuve que girar la mirada para descubrir a nuestra "amiga".

Estaba plantada en la puerta de mi salón, venía vestida para la ocasión, sonriente, cercana a mi marido, segura, dispuesta, confiada,…deseosa.

  • Ella es mi esposa, Teresa. Cariño, ella es Raquel.

Nos saludamos cordialmente, solo pude decir un falso "encantada". De cerca pude ver que era mas joven de lo que me había parecido, sólo que venía demasiado arreglada. He de reconocer que era preciosa y que olía a canela, a cualquier hombre le hubiera parecido un autentico bombón, algo por lo que una esposa debe estar preocupada.

La cena ya estaba en la mesa, pasamos a comer de inmediato, el vino y la buena conversación fluían entre risas en la mesa, ellos tenían mucho de que hablar como buenos compañeros de trabajo que son y yo ya me estaba empezando a sentir mas cómoda, más desinhibida, ellos lo notaban y se iban acercando más. Lo cierto es que habían tenido paciencia conmigo, pues de no haber sido así lo habría pasado mal.

Tras el postre llegaron las copas y entonces las manos me empezaron a sudar.

Raquel me dirigió una mirada dulce pidiéndome un permiso que ya había sido pactado. Marcos por el contrario no fue capaz de mirarme a la cara, ella le acarició el cuello, y él le respondió con un beso suave. En ese momento, no sabía donde situarme, donde mirar, ni donde colocar mis manos…pero pronto la hermosura del momento me trajo la tranquilidad.

Raquel y Marcos, se besaban ante mis ojos, se cumplía mi deseo de entregar a mi marido a otra mujer, nunca había sido capaz de explicarme porqué esa era mi fantasía pero, en ese momento se me estaba cumpliendo, ya estaba disfrutando y sólo acababa de empezar. Ellos se manoseaban en mi sofá y yo mientras miraba humedeciéndome.

  • Vamos a tu habitación – le pidió ella a Marcos

Él la obedeció como un perrito amaestrado

  • Vamos, tú también, para eso he venido principalmente, je,je, para que veas lo hago con tu maridito, para que veas que sólo eres una perrita…- me dijo ella riendo

La seguí esclava de sus palabras, hasta mi propia cama.

Ya en mi habitación, me brindaron una silla, desde donde podía verlo todo.

Ella se sentó al filo de mi cama, y mientras me clavaba sus ojos en los míos, despacio fue quitándole el botón del pantalón a Marcos, se deshizo de sus boxer también, y quedó desnuda su polla apuntando al techo.

Raquel me miraba, y poco a poco, fue metiéndose la polla de mi marido en la boca sin apartar su mirada, lo agarró por los huevos, y se la comenzó a tragar hasta el fondo. Él respondió con un alarido y arqueó la espalda con expresión de placer. Hasta entonces había podido disimularlo, pero en ese momento Marcos ya estaba gozando demasiado. Comenzaba la sesión, y yo era una espectadora fiel.

Pronto Marcos se desprendió de la camisa y quedó desnudo frente a Raquel, ella se la mamaba ansiosa dejando un rastro de carmín rojo por toda su polla.

Marcos le fue quitando la blusa a ella despacio, no llevaba sujetador así que cayeron sus dos enormes tetas a la vez, su aureola era rosada, bien marcada y tenía unos pezones ya bastante erectos, él se los acarició, pellizcándolos con suavidad, Raquel contestaba con gemidos enmudecidos por las embestidas de la polla de mi marido en su boca, en ese momento yo sentía correr mis fluidos por mis muslos y mi respiración se agitaba también.

  • Así, cariño, goza mientras me la maman…- me decía el con la voz entrecortada.

Ella aumentó el ritmo, y justo cuando estaba apunto de estallar se la sacó de la boca.

Se dedicaron una de esas miradas de las que hablan sin abrir la boca, ella se desnudó para él se quitó la falda y las medias, y nos dejó observar su suculento cuerpo sólo ataviado con un tanga negro. Marcos se lo arrancó, la colocó a cuatro como a una perrita, y se la fue metiendo despacio. Jamás se la había visto tan dura.

Poco a poco, la fue metiendo en su coñito, ella no lo llevaba depilado, lo cual la hacía mas sexy, al estar en esa postura para mi la visión era perfecta, su culo quedaba bien abierto, y sus enormes tetas colgaban, además podía ver como la polla de Marcos se perdía entre sus vellos. Cuando se la tuvo bien dentro, gimieron con desahogo al compás, y entonces empezaron las embestidas, Raquel mordía mis sábanas blancas, para contener sus jadeos, él gritaba sin miramiento, yo estaba embobada en el movimiento de sus tetas al compás y viendo como la polla de mi marido entraba y salía chorreando de ese coñito, pues no había tomado la precaución ni de ponerse un condón.

Casi enlazando el movimiento, ella terminó por ser la que cabalgaba a Marcos, pude ver como se sentaba en su verga bien gruesa y dura y luego saltaba sobre ella, acompañando el gesto con fuertes gemidos por parte de ambos. Marcos se lanzó a sus pechos, los lamía como un gatito, para luego succionarlos como un bebé sediento, ella lo apresaba contra si, él se aferraba a ellos.

Luego, sus piernas se entrelazaron para quedar Marcos encima de ella, él tomó la iniciativa, y la penetraba con fuerzas, para ese momento, los gritos de placer de debían oír en la calle, yo estaba sudando, excitada, gozando a la vez con ellos, cumpliendo mi sueño y mis deseos. Disfrutando de cada detalle, desde el olor a la visión.

Pude ver a mi marido, comiendo de nuevo aquellas tetas preciosas, mientras la embestía sin parar, podía ver como aceleró el ritmo, golpeando con sus huevos, aquel coño en el que ahondaba al máximo y ante esa mezcla perfecta para mis sentidos, pude ver los chorros de su semen, cayendo sobre los vellos de Raquel a borbotones, su coñito palpitaba, y en la habitación solo se oía un popurrí de gemidos.

Cayeron uno al lado del otro sin mas remedio, casi con deuda de aire ambos, se besaban y reían, casi sin deparar en mi. Mi corazón aún latía agitado. Vi que se miraron con complicidad. Y entonces Marcos se dirigió a mí:

  • Vamos, ven aquí

Mientras yo me acerqué tímidamente, él le abrió bien las piernas a Raquel, quedando ante mí la visión de su coñito aun caliente y palpitante, con los chorros de mi marido enmarañados entre sus vellos.

  • Vamos, ven y limpia todo esto a nuestra invitada, pues no merece menos – me ordenó Marcos

Así que obedecí sin titubear y me puse a comer todo aquello de entre las piernas de Raquel. En principio el sabor de Marcos ya lo conocía pero, se me hacía nuevo mezclado con el sabor de los jugos de Raquel, aun así estaba gozosa, y lo hacía con gusto y a ella también parecía estarle gustando.

Lo lamía despacio, prolongando cada gesto, colando mi lengua por los pliegues de su coñito, incluso por aquel agujerito aún dilatado por la verga de mi marido, ella mientras besaba a Marcos, él la acariciaba y yo ponía interés en mi tarea,

  • Así guapa, así, buena chica límpialo todo, mmmm – me decía Raquel, sujetándome la cabeza mientras me comía su coñito.

Abrí su rajita con mis manos, y dediqué todas mis lamidas a su clítoris, ella lo agradecía con sus jadeos y no tardó en venirse en mi boca, sentí un chorro de sus jugos calientes y m aparté para ver como su coñito palpitaba agradecido.

  • Bien hecho, eso es cariño, te has portado muy bien – me dijo Marcos.

Decidí no contestar a nada, me fui al baño y me lavé la cara para despejarme, al ver mi rostro reflejado en el espejo, se me vinieron mil sensaciones, sentía placer, miedo, satisfacción,…pero, entonces empecé a sentirme complacida, se me venía a la mente como mi marido y Raquel, se acariciaban, se lamían, se besaban, y estaba satisfecha.

Al regresar a la habitación, Raquel y Marcos fumaban un cigarro, tapados con las sábanas, yo no sabía muy bien que hacer, ellos estaban allí desnudos, aliados y yo aun tenía toda la ropa puesta y el sabor de los jugos de ambos en mi boca. Aunque la situación era extraña no podía evitar que las sensaciones que me invadían a la vez que me confundían, me llenaban de placer.

Volví a mi silla sin decir nada, Raquel se incorporó y se empezó a poner la ropa, imagino que se debió sentir incomoda con mi silencio

  • Quédate –le dije, mientras giró la cara mirándome con sorpresa
  • ¿Cómo dices?
  • Quiero que te quedes, de verdad
  • Yo pensé que todo esto se nos había escapado de las manos, y que tu al final no lo habías pasado bien…- dijo Raquel consecuente
  • Para nada,…espero mucho más de todo esto, yo estoy disfrutando mucho. Gracias.
  • No esperaba menos de ti – me dijo Marcos agradecido

A Raquel sólo le había dado tiempo de colocarse las medias y los tacones. Al terminar de nuestra charla aclaratoria, me miró cómplice y se acercó al filo de la cama en busca de nuevo de Marcos.

Marcos alargó su mano y empezó a acariciar sus nalgas por encima de las medias, ella aún seguía de pie, le separó un poco las piernas, facilitando que pasara a acariciarle el coñito, su manos grandes apretujaban su rajita, y la rozaba de atrás hacía delante.

Ella se mordía el labio inferior disfrutando de esos movimientos.

Raquel se mostraba con los pechos al desnudo, y las medias negras cortado su cintura, alzada en sus zapatos de tacón, gozando del masaje que mi marido le proporcionaba en su coñito, verla así me ponía muy caliente, tanto que mi coñito respondía con espasmos, de un momento a otro, al trasluz de las sábanas se podía distinguir perfectamente el bulto que de nuevo se le había levantado a Marcos.

  • desnúdate y ven aquí, vamos. –me invitó Marcos, sin abandonar su tarea.

Yo me limité a obedecerlo sin rechistar, como si mi única misión en la vida fuese su satisfacción.

Me fui despojando de toda mi ropa, despacio, quedando en un instante desnuda ante ellos, me acerqué a la cama y me entregué a sus deseos.

Bajo sus órdenes, me situé de rodillas en el borde de la cama quedando mi culo bien abierto casi en su cara. Raquel se acercó a él y la invitó a jugar conmigo.

Ella no lo dudó y pasó su mano por mi raja llegando hasta mi culo, lo bordeó con la yema de su dedo y sin previo aviso, ni calentamiento metió su dedo dentro de mi, para ese momento yo estaba tan cachonda que esos preliminares no me hacían falta, y ahora sentir su dedo entrándome por mi culito me estaba calentando mucho mas.

Raquel me penetraba cada vez con mas fuerza y avidez, Marcos mientras me sujetaba las nalgas, abriéndome bien para que Raquel me follase con ganas, mis gemidos eran incontrolables, ella introdujo tres dedos dilatando mi culo, Marcos le pedía que me follase fuerte, y yo acompañaba los movimientos de esos maravillosos dedos con el empuje de mis caderas, gozándolos,…justo cuando sentía que me iba a correr, Raquel los sacó bruscamente de mi culo, sentí que se estaba moviendo, pero no alcanzaba a adivinar que estaba haciendo, yo mantenía mi postura, y no podía ver lo que hacía desde allí, Marcos aún me sujetaba las nalgas, en unos segundos, volví a sentir algo entrar por mi culo, esta vez era algo frío, algo ancho pero no demasiado grueso ni largo, que casi se me resbalaba y se salía de mi culo, pero Raquel lo apretaba contra mi

-Vamos, aguántalo en tu culito, te lo mereces...- decía ella mientras lo empujaba sin miramiento.

Los intentos de mantenerlo ahí me estaban dando mucho placer, Marcos también me animaba a sujetarlo y yo, me esforzaba por complacerlos hasta que por fin, lo mantuve ahí. En ese momento, Raquel me dio unas palmaditas en el culo

-Bien hecho, sabía que eras una buena perrita

Tal como dijo esas palabras, empezaron a alejarse de mí, y se colocaron uno encima del otro, dejándome aquello en el culo y la visión de cómo volvían a retozar.

fue entonces como, aun en la misma postura, entre mis piernas vi aquello que tenía en el culo, era el tacón de uno de los zapatos de Raquel. No eran de aguja, eran de esos de tacón ancho que terminan en punta, negros de charol, me había metido el tacón dentro y lo sujetaba con mi culo, sintiéndome totalmente subordinada a ellos y al placer que me estaban proporcionando.

No tardaron en retomar el juego, Raquel bajó a la polla de Marcos, le lamía la punta, mientras le pajeaba con maestría, él de nuevo se retorcía de placer, yo me hallaba indefensa, disfrutando de la visión y como no, viéndome a mí misma esclava de sus deseos.

  • vamos nena, ven aquí y lame el culito de ella, se buena chica – me pidió Marcos.

Me arrastré por las sábanas hasta llegar a ellos, con cautela para que no se me cayera el regalito que llevaba por detrás.

Mientras Raquel seguía comiendo la polla a Marcos, yo me situé detrás, y le abrí bien el culo, quedando ante mí la visión de toda su rajita y su agujerito abiertos, con aquella maraña de vellos, esperando mis lamidas.

Me lancé sin dudarlo, directamente a su culo, lamí ese agujerito con todas mis ganas, despacio, metiendo la lengua dentro, queriendo alcanzar lo más profundo de ella, cuanto mas empeño ponía yo, con mas ansia se la mamaba a Marcos. Él gemía agradecido,

  • sí. Mmm nenas, me estáis volviendo loco,…seguid así. Vamos.

Empecé a alternar mis lamidas, con hábiles movimientos con mis dedos, los metía con firmeza dentro, rozaba sus zonas más sensibles, llegando a su rajita, jugando un poco con ella, sin olvidar las lamidas a su culo,...La respiración de los tres, cada vez era más agitada, pero de un momento a otro, de nuevo se paró todo, para volver ha haber una comunicación silenciosa entre ellos.

Marcos se incorporó, quedando sentado, apoyado contra el cabecero de la cama, Raquel poco a poco fue despegando su culo de mi boca, permanecí inmóvil, ella se colocó de espaldas a él, yo tenía una visión perfecta de sus cuerpos. Pude ver, como ella se fue sentando en la polla de mi marido, despacio. Él la colocó en la entrada de su culo, y ella poco a poco se la fue introduciendo, se fue sentando sobre ella, hasta que la tuvo totalmente dentro de su culo, hasta el fondo. Entonces empezó a saltar sobre ella, cabalgándosela, disfrutándola cada milímetro, y yo con mi cara casi pegada a ellos, sintiendo el calor de sus sexos en mi piel, apreciando aquel olor intenso de sus sexos en ebullición.

Ella apoyó las manos donde pudo sobre la cama, Marcos la tenía encadenada con sus manos por las caderas, tirando hacia él, asegurándose de que en cada embestida se la colaba bien al fondo.

No podía mantener mis manos quietas, por propia iniciativa, comencé a acariciar su clítoris con mis dedos, siguiendo los rebotes de su cuerpo contra el de Marcos. Se lo pellizcaba, jugaba con sus pliegues, mojaba mi pulgar con sus jugos y lo paseaba por su coñito, dándole todo el placer que tenía a mi alcance, provocando sus gritos y a la vez los de Marcos. Acerqué mi lengua y lamía hasta donde me permitían sus movimientos, hasta que bruscamente Marcos se la sacó para echar sus chorros directamente en mi cara. Raquel, cayó al lado de Marcos en la cama, yo quedé con toda la cara inundada y aquel zapato en mi culo, y Marcos con la respiración agitada y aun le temblaban las piernas de placer.

De nuevo tomé la iniciativa, me situé entre las piernas de Raquel, se las abrí bien, pude ver su rajita chorreando, y su culo aun bastante dilatado, palpitante. Pegué mi cara a su coñito, y se lo comí con ganas, ella apretaba mi cabeza contra él con fuerzas, lo refregaba por toda mi cara, hasta que finalmente se corrió de nuevo en mi boca, dando alaridos de placer.

Marcos y Raquel, quedaron exhaustos en la cama, y yo seguía allí expectante, a cuatro sin más remedio, pues no iba a dejar salir el regalito de mi culo

Tras unos minutos reposando, Marcos se había quedado dormido, Raquel me miro y sonrió con picardía, se fue acercando a mí y me agarro del brazo susurrándome al oído:

  • Acompáñame y cuidadito no se te caiga lo que llevas detrás.

Ella misma me ayudo a incorporarme, asiéndome del brazo con una mano y con la otra sujetando bien fuerte el zapato, para asegurarse de que se mantenía allí.

Despacio me llevo al sofá, y allí prácticamente me tiro

  • Ese es tu sitio para dormir hoy perrita, y recuerda, mantén eso en tu culito.

Me vi. En mi sofá bocabajo, con aquello en el culo y por el rabillo del ojo la vi alejarse contoneando sus curvas, hacia mi habitación en busca de mi marido. Oí durante un buen rato los gemidos de ambos, lo hacían a propósito y alzando al máximo la voz, para garantizar que yo los oía bien, y me sentía humillada. Y lo cierto es que me excitaba la situación, y me quede allí sin rechistar hasta que me venció el sueño.

Sábado anterior, 15: 22h

Abrí un ojo adivine las 15:22 en el dvd, mire a mi alrededor y me vi con aquel zapato aun en el culo, desnuda y con el pelo desaliñado, tirada en el sofá. Olía a comida, algo asado, y al momento oí la voz de Raquel, ambos estaban sentados a la mesa en los sillones:

  • Al fin se despierta, la perrita, estabas exhausta ¿Eh? ¿Has visto Marcos?

El solo me miro compasivo, sabia que yo misma había decidido asumir ese papel y aunque le costaba explicárselo, sabia que lo estaba gozando, y el por supuesto lo estaba disfrutando también.

Con algo mas de lucidez, adivine encima de la mesa lo que parecía un rotty asado, y platos que habían sido usados, e incluso copas de vinos a medias,…Lo cierto es que ya se me había abierto el apetito, y me apetecía comer algo

  • ¿Tienes hambre perrita?

Asentí con la cabeza.

  • Bien

Entonces se levanto y me quito bruscamente el zapato del culo, sentí como se me había quedado dilatado, e incluso sensación de vacío.

  • Incorpórate, perrita

Obedecí sumisa a sus palabras, me incorpore quedando desnuda frente a la mesa y ella me arrimo un plato con un trozo de carne y me sirvió vino en una copa.

  • Vamos abre la boquita, pruébalo

Yo la obedecí, mientras ella me daba de comer y de beber

-Así se hace, buena chica,

Cuando solo me hubo dado un par de trozos, no espero mas, me retiro el plato y la copa.

  • bien perra, ya esta bien de comer, ahora el postre- ordeno imperativa

Apenas de un salto se sentó en la mesa, entonces me di cuenta que se había puesto mi camisón blanco, el de la noche de bodas y no llevaba nada debajo, se lo remango hasta la cintura, dejando toda su mata de vello negra frente a mi cara

-Vamos come, se que esta comida es la que mas te gusta

Me agarro por la cabeza y me hundió contra su coño casi cortándome la respiración, se lo comí con ansia, estaba empezando a tener razón, desde que lo probé me encantaba comérmelo.

Marcos se acerco a nosotras, ya con su polla bien dura y al desnudo, Raquel se la agarro y lo pajeaba con habilidad, cayendo sobre la mesa, manchándose con los restos de los platos, sin olvidarse de su labor.

  • Vamos, perrita, comete todo tu postre…- me repetía apretando mi cabeza contra su coño con la mano que aun le quedaba libre.

Marcos, mientras había sacado las tetas a Raquel por su escote y se las apretujaba con exacerbación

-Sigue, cariño, cómeselo bien a tu invitada, demuéstrale que eres una buena perrita,…- me animaba el con la voz entrecortada por el placer que Raquel le proporcionaba.

Decidí que era el momento de acelerar el ritmo, con mis dedos le abrí bien el coñito, y saboree su apertura rosada hasta colar mi lengua dentro de ella. Ella arqueo la espalda agradecida, y mis embestidas eran cada vez mas apuradas, el olor que me llegaba era cada vez mas intenso, sabia que estaba a punto de correrse de nuevo, mi coño en ese instante estaba empapando todo el sofá, ella no tardo en empezar a retorcerse encima de la mesa, llenándome de nuevo la boca con grandes cantidades de su jugo. Marcos reacciono al instante, se coloco en medio de nosotras casi haciendo malabares, y aprovechando los espasmos de nuestra musa, se la metió de un solo movimiento, quedando su culo y sus huevos rozando mi cara, no lo dude ni un segundo y saque mi lengua, lamiéndoselos y acariciándolos hasta que sentí como de nuevo se vaciaban dentro de Raquel, proporcionándole a mi marido el orgasmo de su vida.

El cayo a mi lado en el sofá, de nuevo tuve la visión de Raquel, con todo mi camisón mas preciado y su pelo, lleno de machas de vino y comida, las piernas abiertas y resumiendo de su coño los chorros blancos de mi marido.

  • Ven, perrita, limpia suavecito todo a tu ama – me dijo casi sin voz.

Pero, esa palabra, ama, sonó en mis oídos como un canto angelical, y obedecí de nuevo, suavemente con mi lengüita, le fui limpiando hasta la ultima gota

Cuando el temblor de sus piernas se lo permitió, Raquel se fue incorporando. Se sentó en medio de Marcos y de mí, y los tres permanecimos recostados sin mediar palabra, recuperando el aliento, ella de vez en cuando me acariciaba la cabeza y entre ellos se dedicaban besos de complicidad.

Una vez hubimos reposado un rato, Raquel se levanto e invito a Marcos a acompañarla a la ducha. Yo no tuve otra que esperar sentada en el sofá, desnuda y sudorosa, observando como estaba todo salpicado, lleno de manchas,…contemplando el escenario caótico que había quedado después de esos momentos de placer.

Para entonces ya no quedaba nada de confusión en mis pensamientos, me sentía sumisa de una mujer que me daba todo lo que yo quería, y cuanto mejor me portaba yo, mas placer daba al hombre de mi vida, no podía desear mas.

De fondo se escuchaba la ducha y las risas de ellos dos, tardaron un buen rato en salir, hasta que aparecieron de nuevo en el salón. Ambos limpios y perfumados. Raquel se había colocado mi ropa, al tener ellas más curvas que yo, le quedaba muy estrecho, una faldita blanca, una camisa blanca, estaba deliciosa, bien maquillada, guapísimos los dos.

  • Bien, perrita, ahora te toca tu bañito a ti, vamos ven aquí.

Me limite a seguirlos sin rechistar. Me metí a la bañera, Raquel me humedeció toda con la ducha y cedió la esponja a Marcos para que me enjabonase, el lo hacia con delicadeza, se detenía por los recovecos de mi cuerpo, mimándolos, Raquel, aprovecho la espuma para deslizar sus manos por mi cuerpo, me pellizcaba los pezones, estrujaba mi coñito, resbalaba sus dedos por mi pliegues, y yo me dejaba hacer, sentía los mimos de ambos en mi cuerpo y gozaba, estaba excitadísima con los masajes que me proporcionaban,…De nuevo Raquel con delicadeza y buenas palabras, me comenzó a enjuagar, hasta que quede bien limpia. Marcos me tomo en brazos rodeándome con una toalla, y me soltó encima de la cama de nuestra habitación. Me dio un beso, por primera vez en el fin de semana, y me dejo en manos de Raquel.

  • Vamos, perrita, ponte a cuatro patitas que te voy a secar.

Lo hizo con deleite, primero el pelo, y luego bajando por cada rincón de mi cuerpo, me daba besitos en la espalda, mientras me decía que era una buena chica, me beso el culo, incluso me acaricio un ratito mi coñito, hasta mojarlo bien, Marcos mimaba mis tetas, rozaba mis pezones, yo pensaba que de un momento a otro me iban a llevar al orgasmo. Pero pronto, se paro todo en seco.

  • Vamos Marcos, tráele su cremita

Me coloco, tendida boca arriba y pude ver a Marcos cogiendo un bote de vaselina, que siempre guardo en la mesita de noche…Ella tomo un buen pegote y sin dudar lo puso en mi culo, en ese momento me sentí bastante asustada.

Marcos, no estaba en la habitación, pero no tardo en aparecer con un consolador, de un tamaño bastante grande, y adivine sus intenciones

  • Vamos, perrita, ábrele bien las piernas a tu mami – Me pidió Raquel con cariño.

Yo las abrí sin dudarlo, y de un momento a otro, empezó a colarme aquello por el culo, jugueteo por el borde para irlo abriendo, y despacio meterlo dentro de mí. He de reconocer que lo hizo con paciencia y delicadeza, pero aun asi, era bastante grande, y sentí algo de dolor. Marcos compasivo, se situó en la cabecera, abrazándome y besándome con cariño, hasta que lo tuve todo dentro.

Despacio el se levanto hasta de nuevo desaparecer de la habitación, note que todo estaba hablado, los dos sabían bien que debían hacer, y yo sabia que Marcos no consentiría nada malo para mi, asi que me dejaba hacer, ella mientras me besaba en la boca contenta

  • Eres una perrita perfecta, eres todo lo que tu mami puede desear, ¿Ves que bonita estas con tu juguetito ahí? Así le gusta a mami, una perrita obediente.

Marcos entro y le dio un objeto a Raquel en las manos, yo no alcanzaba a ver lo que era.

  • Bien, cariñito, ahora nosotros vamos a salir a dar un paseito, adonde tu no puedes venir, pero como eres una buena perrita, tu te quedas en casa sin rechistar. Ahora mami, te pondrá una cadenita, para que te quedes quietecita aquí y no hagas travesuras. – me dijo mientras me ponía un collar.

Realmente, era una cadena muy bonita con un colgante con mi inicial, y tenia otra muy finita de plata enganchada, que era la que simbólicamente me ataba al cabecero de la cama

  • ¿Ves que collar te hemos comprado? Es para que no te lo quites nunca, por eso es tan bonito. Ahora quédate aquí tranquilita, que pronto volveremos, y si te has portado bien, tendrás tu premio.

Se dieron la mano y salieron por la puerta. Marcos giro la cabeza y me miro con cara de preocupación, yo le dedique mi sonrisa y se le alegro la cara. No tenia de que preocuparse, pues yo me quedaba contenta.

No se cuanto tardaron en regresar, pero al menos 3 horas, incluso era de noche, cuando oí la puerta y de nuevo llenaron mi casa con sus risas, de nuevo me sentí contenta, pues supe que volvían a verme, y yo me había portado bien. Seguía con el consolador hasta el fondo de mi culo, y ya lo notaba bastante dilatado, mi coño chorreando y mis ganas de tenerlos a mi lado de nuevo.

Al fin llegaron a la habitación.

  • Hola, perrita, que buena eres…Marcos y yo, incluso ya te hemos buscado un nombre, te llamaras Princesa, y como te has portado bien, te vamos a dar tu paseito esta noche. –dijo Raquel

Debió ir a retocarse, Marcos se quedo a solas conmigo, me quito la cadenita dejando solo el collar

  • Perdona, cariño, quizás Raquel es menos inocente de lo que yo pensaba, no quiero que lo pases mal…- me susurro Marcos aprovechando que estábamos en privado.
  • Tranquilo, estoy cumpliendo todas mis fantasías, y no podría ser mejor, ella es perfecta, pues tú me conoces como nadie, y has sabido elegir genial, y ahora sigue con tu tarea

Nos dimos un beso enorme, y siguió a su labor. Me saco del cajón un pantalón, y me lo puso, ni si quiera me puso bragas y mucho menos me saco el consolador del culo

  • Bien, este pantalón te queda bien ceñidito, para que no se salga tu juguete, Princesa. – me dijo Marcos.

Y luego me puso una camiseta blanca bien ajustada, que sin sujetador, me transparentaba a la perfección las tetas, adivinándose a la perfección mis pezones.

Los seguí sin separarme de ellos hasta el coche, donde me subí a la parte de atrás, me llevaban a uno de estos parques solitarios que se encuentran a las afueras de la ciudad. Y allí aparcaron.

  • Ven, Princesa, baja del coche. – me dijo Raquel abriéndome la puerta.

Anduvimos un rato hasta llegar a una zona con césped, y allí se sentaron en un banco, yo me senté en el mismo césped entre ambos. Raquel miro hacia ambos lados y cuando estuvo segura que no merodeaba nadie por ahí, se coloco de rodillas en el banco dando la espalda, apoyando sus codos en el respaldar, inclinándose asi un poco. Gire la cabeza y comprobé en esa posición que ella no llevaba tampoco ropa interior.

  • Vamos, Princesita, tienes que tener hambre. Ahí tienes lo tuyo. – me animo Marcos

Me coloque detrás de ella, y de nuevo me lance a su sexo como si fuera la última vez. Le subí la falda hasta la cintura, su culo quedo totalmente al descubierto, pasee mi nariz desde su culo a su rajita, deleitándome de nuevo con su olor a mujer, mi dedo alcanzo un poco de su humedad, y aproveche para saborearla, como si nunca la hubiese probado. Abrí sus nalgas con decisión y centre mi lengua esta vez en su culito. Rodee con la puntita de mi lengua el borde, lo lamía con delicadeza, llegue a meter incluso mi lengua en el, sintiendo como ella me la apretaba. Mis dedos empezaron a colarse por su culito lubricado, y entonces baje sin sacarlos con mi lengua hasta su coño, comiéndolo con ímpetu de nuevo. Marcos nos contemplaba con deleite. Yo sentía la brisa en mi cara, estábamos en plena calle y eso me excitaba más. El juguete que llevaba en mi culo se quería salir, supongo que resbalaba por la excitación, tenia que apretarlo fuerte para que no se escapara. Mis dedos sin embargo estaban aprisionados en el culo de Raquel, ella los gozaba mientras yo los movía con agilidad.

De nuevo Marcos me vino a quitar el sitio. Me hizo a un lado, coloco a Raquel a cuatro y poco a poco le fue metiendo toda su polla bien dura por su culito. Entonces fue cuando ella comenzó a gozar con plenitud, jadeaba y gemía a viva voz. Yo aguardaba sentada en el reposabrazo del banco, apreciando la visión, pude ver como en la arboleda de enfrente había una pareja de chicos, escondidos mirando la sesión, pero yo estaba demasiado ocupada para espantarlos, al fin y al cabo, solo estarían pasándolo bien un rato, no hacían daño a nadie.

Espontáneamente, entre jadeos, Raquel empezó a pedir mi culo

  • Quiero tu culo Princesa,...vamos dame tu culito….

No sabia bien que quería, pero coloque mi culo frente a ella, de un tirón bajo mis pantalones, y saco el consolador bruscamente de mi culo, sentí de nuevo que lo tenia dilatadísimo, y ella tras restregarlo un poco por mi apertura, lo metió en mi coño, dándome vaivenes. Me rendí a sus movimientos y empecé a seguir el ritmo con mis caderas. Ahí estábamos los tres follando en un parque como perros, pero gozando como nunca.

No tarde en correrme, pero Raquel no me dejo descansar, pronto tuve el consolador de nuevo hasta el fondo en mi culo y despacio me fui retirando colocando mis pantalones de nuevo en su sitio, dedicándome a mirar como los dos gozaban. Estuvieron un buen rato retozando, a Marcos ya no le debían quedar muchas fuerzas.

Pude ver que el la sujetaba por la melena mientras mordía su labio inferior, era la señal, las embestidas se aceleraron y la corrida de nuevo fue monumental. Aun estábamos componiendo nuestras ropas, cuando se oyeron voces, salimos corriendo como ladrones hasta el coche, solo era un grupo de chicos, pero el simple hecho de pensar que ellos lo podrían haber visto todo, nos impulso a correr.

Una vez dentro del coche, los tres comenzamos a reírnos cómplices, y Marcos condujo de nuevo hasta casa.

Solo tuve que cruzar el umbral para saber cual era mi sitio, me fui quitando la ropa y senté en el sofá. Ellos se fueron a la habitación y al tiempo se oyeron de nuevo risas y gemidos. Yo ya casi me quedaba dormida, cuando me llamaron.

  • Ven aquí princesa.

Obedecí y anduve a la habitación con cuidado para que no se escapase el regalito que llevaba detrás, entonces los encontré a ambos allí, desnudos y exhaustos de nuevo.

  • Ven aquí, Princesa, hoy te mereces venir a dormir aquí.

Asi que me hice un hueco entre ellos, y ambos me acariciaron hasta que me quede dormida.

Domingo anterior 12:00h

Al despertar, estaba sola en mi cama, note que en mi culo ya no había nada, un poco desnortada, fui deambulando por la casa desnuda, hasta llegar a la cocina. Allí estaba Marcos, había recogido los platos y estaba fregando.

Me miro y me dijo:

  • Ya se ha ido, hace solo unos minutos, me ha pedido que te de las gracias y que me despida de su parte. Dice que se ha sentido como nunca en su vida con nosotros.
  • Yo no quiero que se vaya.
  • Volverá, me lo ha prometido, ella también lo necesita.

No dije ni una palabra mas, mire a la silla que tenia al lado y vi mi camisón lleno de manchas, en ese momento se me vino todo a la cabeza como ahora, así que me lo puse, y me fui a la cama. Marcos, vino luego conmigo, y pasamos todo el domingo en la cama, recordando y como no, teniendo sexo pues nos calentaba mucho pensar en las situaciones vividas. Y ahora sigo aquí en este atasco, mirando este colgante con la letra T, y solo pienso en la próxima vez.