Mi marido es mi hijo

El morboso negocio de estetica que tiene mi madre y cómo trabajo yo en él.

JUANY

Hola mi nombre es Juany. Mi hijo y yo vamos a contar nuestra extravagante historia de amor y sexo en dos partes. La primera parte la relataré yo misma ya que recuerdo mejor mis orígenes; y la segunda parte, más actual, la escribirá mi hijo.

Desgraciadamente fui huérfana desde muy pequeña, me criaron unos tíos en mi pueblo. Pero al cumplir los 13 años me enviaron a servir a la ciudad. Ya era toda una hembra entonces, Fui muy precoz en cuerpo y sexo. A los 11 años empecé a follar con muchos chicos y chicas, era bisexual, decían que estaba muy buena.

Cuando llegué a la ciudad mis tíos me habían buscado una casa de un matrimonio rico que no tenían hijos. El marido era un tío de unos 35 años que estaba muy bueno y era muy atractivo; Pero también era bastante sinvergüenza puesto que cuando yo tenía 14 años se metió en mi cama y me violó, bueno, tampoco le costó mucho trabajo pues yo disfruté como loca teniéndolo entre los muslos.

Pero la cosa se complicó porque me dejó preñada. Yo se lo dije a su mujer y se lió. Al final llegamos a un acuerdo. Para que no se enteraran mis tíos yo iba a estar todo el embarazo en su casa y pariría allí. Ellos estaban deseando tener un hijo, así que fingirían que mi hijo era del matrimonio.

Así fue y mi hijo se registró como hijo de mis señores. Después seguí trabajando en la casa y le cogí mucho cariño al bebé. Simultáneamente realicé estudios de esteticista. Cuando tenía 17 años un desafortunado accidente de tráfico se llevó a la señora. A partir de entonces yo cuidaba de mi hijo.

A los pocos meses el señor metió en la casa a una nueva novia que se llevaba fatal conmigo y con el niño. Yo esperé a tener 18 años y le dije a mi señor que me iba de la casa y que me llevaba a mi hijo conmigo.

A él le vino bien, llegamos a un acuerdo en que él se haría cargo de todos los gastos de los estudios de mi hijo hasta que fuese mayor de edad y que figuraría como su padre en todos los registros, pasándome a mí la tutela.

Le amenacé que si algún día intentaba quitarme al niño lo denunciaría por violación de una menor. El tío me aseguró que no lo haría.

Me quedé en la capital, pues en el pueblo sabía que no admitirían a mi hijo. Me busqué trabajo de esteticista, mientras dejaba al niño en guarderías. Ganaba bastante, pues me hice una buena profesional. Vivíamos en pisos alquilados. El niño se acostumbró a acostarse con su madre. Para él yo era su madre pues no tuvo apenas tiempo de conocer a sus padres legales.

Pasó el tiempo y me pude comprar un piso con el sudor de mi frente. No tuve adolescencia ni apenas juventud. Solo trabajaba y vivía para mi hijo. Pero claro tenía mis necesidades sexuales que calmaba masturbándome en la ducha o en la cama junto al niño cuando dormía, seguro que me descubrió algún día.

Desde pequeño empecé a notar que mi hijo, por cierto aún no he dicho que se llama Miguel, me magreaba mi cuerpo. Yo me dejaba pero él no pasaba de las caricias que eran más que caricias, lo que hacía que me calentara y me tenía que pajear cuando se quedaba dormido.

Fue a los 15 años cuando el chaval me metió mano directamente en el coño, yo intenté resistirme, pero era un niño grande y me violó, bueno tampoco le costó mucho pues yo gocé como nunca lo había hecho.

Fue entonces cuando le conté la verdad de su origen y el porqué no llevaba mis apellidos. A partir de entonces hacíamos vida marital follando todas las noches. Yo ya no me tenía que hacer pajas, tenía un verdadero macho en casa.

Mi hijo fue creciendo y se hizo todo un hombre. Un hombre alto, fuerte, guapo y atractivo. Había salido a su puto padre. Es un verdadero semental, tiene mucho aguante, y un pene grande y hermoso y segrega mucho semen. En definitiva una verdadera máquina de follar. Se podía haber dedicado al porno, o a gigoló pero es demasiado tímido para eso.

El nunca ha ligado, siempre lo han seducido. A los 21 años terminó sus estudios. Nos queríamos como pareja y decidimos casarnos ya que legalmente no teníamos ningún parentesco.

Para ello nos mudamos a la otra punta del país y compramos una casa donde yo me instalé como autónoma montando un gabinete de estética en la planta baja. Nos casamos, ya era formalmente mi marido y a todas las vecinas y clientas lo presentaba como tal.

Entonces él tenía 22 años y yo 36, 14 años de diferencia que podían parecer la mitad pues yo me conservo muy joven y atractiva, llevo mechas rubias, visto muy moderna y soy pequeñita de estatura aunque soy rellenita. Sin embargo el parece mayor, tiene cara de hombre y barba. Así que le decimos a la gente que nos llevamos 7 años.

Aunque terminó su carrera nunca ha trabajado pues le pilló en plena crisis, y como yo gano mucho dinero en mi negocio vive de mí.

Para ser una pareja normal nos faltaba un hijo, por ello decidimos que me preñara con esa edad, en cuanto nos casamos. Tuvimos un hijo precioso. Desde el principio hicimos el juramento de no involucrarlo en nuestro incesto, al menos hasta que fuese mayor de edad y así lo hemos mantenido hasta el momento.

Ahora yo tengo 51 y él 37 (47 y 40 para la gente). Nuestro hijo se está criando totalmente ajeno a lo que pasa con nuestra perversión y ya tiene 15 años.

Al poco de estar casados me di cuenta que mi marido ponía especial atención en las clientas que iban a casa, y no sólo él sino también las clientas, llegándome muchas a decir la suerte que tenía de tener un marido tan joven y tan bueno.

Cogió mucha confianza con las clientas. Por las noches me preguntaba por sus cuerpos. Yo sorprendentemente me excitaba con ello, le describía cómo tenían los chochos y las tetas mientras fallábamos.

Mi perversión llegó al extremo de proponerle que hiciera una mirilla en la habitación de la estética para observarlas desnudas mientras yo les hacia los pies, la cera, masajes, etc.

Y así lo hizo. Pero la cosa fue a más pues a más pues mi bisexualidad se despertó en mi nuevo gabinete y tuve relaciones con varias clientas. Me calentaba cuando les hacía los pies, cuando las veía desnudas, y aunque no lo parezca, hay muchas hembras que demandaban mis servicios extras.

Así que empecé a comerles los pies, a masturbarlas e incluso a chuparles el coño. Por ello me dejaban generosas propinas.

Todo ello lo presenciaba mi hijo y luego lo comentábamos en la cama jodiendo. Un día se produjo el cambio cuando una clienta a la que le comía el coño me propuso acostarse con los dos en nuestra cama por una generosa cantidad de dinero. Se lo comenté a mi marido y le encantó. Follamos como locos con una clienta de tan solo 20 años que quería experimentar con un matrimonio mayor.

Otro día una clienta de 58 años que le decía muchos piropos a Miguel se metió en el cuarto de baño sin saber que él estaba duchándose. Al verlo desnudo no se pudo contener, se desnudó y se lo folló en la bañera.

La cuestión es que la voz se corrió y las clientas empezaron a venir con más frecuencia por los trabajos extras, lo que me daba a mí más trabajo y también a mi hijo/marido.

A continuación mi marido contará algunas relaciones con nuestras principales clientas. Yo en el gabinete de estética suelo decirles mucho cuando acabo mi trabajo, “Mari, si quieres un complemento especial de mi marido, entra en su habitación que está en su cama”.

MIGUEL

Mis primeros recuerdos se remontan a vivir con mi madre que me decía que era soltera. Me gustaba dormir con ella por las noches pues me daba miedo dormir solo.

Fueron pasando los años y mi pubertad despertó mi exagerada libido por las mujeres, se me iban lo ojos detrás de sus curvas y con solo diez años ya me masturbaba pensado en ello.

El hecho de dormir con una mujer voluptuosa como mi madre y sentir sus apetitosas y suaves carnes me hacían sobarle el cuerpo disimuladamente. Como ella no decía nada cada vez iba más allá. Incluso recuerdo haberme hecho pajas tocándole el culo mientras ella dormía, o por lo menos eso parecía.

A los quince años arto ya de tocarle los muslos, las tetas e incluso de haberle metido un dedo en el ojete sin que me hubiese dicho nada, un día caliente como un burro le metí mano al coño que me parió. Ahí fue cuando ella reaccionó y yo sin escuchar lo que me decía le eché el primer polvo.

Desde entonces la hice mi mujer. Juany me conto mi verdadera historia y yo le dije que quería vivir siempre con ella. Ella me contestó que estaba enamorada de mí que me quería como hombre y que era el macho de su vida. La verdad es que yo la quiero mas como madre. Tengo complejo de Edipo.

Cuando nos cambiamos de ciudad nos casamos y la hice mi esposa. Trabajaba mucho en su gabinete de estética y yo como no tenía trabajo le ayudaba en algunas cosas. Las clientas me ponían cachondo diciéndome piropos y no ocultando sus encantos a mis miradas indiscretas.

Cuando mi madre empezó a tener relaciones con sus clientas yo la espiaba pajeandome. Recuerdo la primera vez que intervine en sus servicios extra.

Fue con Ana una de sus primera clientas en la ciudad. Yo tendría unos 30 años y ella unos 43, era una cuarentona muy moderna y con un cuerpazo muy atractivo. Mi madre le hacía los pies y ella solía llevar faldas muy amplias que se remangaba enseñando todos los bonitos y deseados muslos. Yo me quedaba embobado mirándoselos.

Un día me dijo, con la complicidad de mi madre:

Ana: Miguel, hijo, ven. Siéntate en el suelo y chúpame las durezas de los pies para que tu mujer pueda quitármelas. Me ha dicho que a ti te gusta comértelas guarrillo.

Era verdad me tenía mi madre acostumbrado a comerle las durezas y hacerle la pedicura.

Se lo hice a Ana durante un rato. Vi cómo ella se remangaba más la falda dejándome ver un coño sin pelos muy, muy oscuro.

Ana: Ay hijo, qué bien me los chupas. Me has puesto como una perra. ¿Te importaría cómeme el chocho mientras tu mujer me hace los pies?

A partir de ese día cada vez que viene le chupo los pies y después estoy la hora y media que tarda mi madre en hacerle las uñas comiéndole el coño. Se corre por lo menos diez veces, cada vez que enciende un cigarrillo es la señal para que yo empiece a chupar su mojado coño negro y beberme sus flujos.

Mi madre me utiliza con muchas clientas para reblandecer las durezas de las clientas a las que le hace la pedicura. A mí me encanta comerme los pies de las tías.

A partir de entonces empecé a participar sexualmente en los servicios extras que hacia mi madre con sus clientas. Voy a contar a continuación algunos casos de las principales clientas que conocen nuestro secreto. El hecho de que sepan que somos madre e hijo hacer aumentar la demanda de servicios, pero mi madre selecciona a las que puede confiar en ellas.

Otra de las más antiguas es Inma, es una cuarentona rellenita con unas tetas como cántaros. Esta no requiere los servicios de mi madre pues no le gustan nada las tías, pero tiene mucha confianza con ella y es muy caliente.

Mi servicio consiste en masajearle y chuparle las grandes ubres mientras mi madre le hace las uñas. Se corre dos o tres veces masturbándose ella misma.

Luego antes de acabar me hace que se la meta en la boca y me hace una gran mamada tragándome toda mi corrida. Menos mal que no me hace que me acueste con ella porque es una salvaje en el sexo. Lo hace todo a lo bestia y me deja rendido.

Otra que también lleva mucho tiempo es María. Es una chica que ahora tendrá treinta y tantos años, está casada y tiene un hijo. Cuando empezó estaba soltera. A pesar de estar casada le ha confesado a mi madre que es lesbiana pero que no deja a su marido porque tiene mucho dinero.

Por ello María solo se acuesta con mi madre. Cuando termina de hacerle las uñas se van a la cama de matrimonio y se tiran tortilleando por lo menos una hora, mientras yo voy haciéndole algún servicio a otra clienta. No sé que le hace a mi madre pero cuando sale siempre tiene ojeras.

Antes de continuar he de decir que en los últimos cinco años hemos prosperado mucho en el negocio de tal forma que nos hemos mudado de local. Hemos comprado un bajo comercial con dos gabinetes, dos dormitorios, dos cuartos de baño completos y una sala de espera.

Mi madre contrató primero a una antigua clienta viciosa como recepcionista. Se llama Ana , es una joven madre de treintaitantos muy bajita pero con un cuerpazo muy macizo. Siempre lleva ropa muy ajustada para presumir de sus curvas.

Si no estoy muy cansado, al final de la jornada laboral le echo un polvo para que se vaya contenta  y con el coño lleno de leche para su marido.

Después mi madre ha contratado a una chiquilla de 23 años que conoció en un curso de masajes y enseguida vio lo golfa que era. La contrató para los masajes especiales y otras tareas extras. Se llama Nieves y es muy provocativa. Tiene unas tetas enormes ya caída a su edad porque nunca usa sujetador. Presume mucho de ellas y las utiliza en el trabajo como herramienta de masajes.

Por tanto ya tenemos dos gabinetes funcionando al 100%.

También hacemos trabajos en parejas, destacando algunas parejas de madres e hijas.

Patricia es una chica de veintitantos años, está casada, y viene con su madre Dolores , que es muy mayor, tendrá 70 años y su cuerpo no es apetecible. Pero es que la hija está tan buena para mí que hago el sacrificio de tirarme a la madre.

El servicio que piden es acostarse conmigo en mi cama cuando terminan de hacerse la manicura. No se acuestan juntas, no son bolleras. Pero a la hija le gusta ver cómo me follo a su madre. Lo hago con resignación con tal de follarme después a Patricia por su gran culazo que gasta, me tiene loco su culo.

La madre, que parece su abuela, se corre tan fuerte que pierde el sentido.

Otra cosa distinta es la pareja que forman la cuarentona Paqui con su hija de 16 Mar. Son bisexuales. Les encanta hacer orgias conmigo y mi madre juntos porque les van los coños y las pollas.

Paqui es altísima y tiene unos muslos grandes y apetecibles, mientras que su hija es bajita. Le llegara a la altura de las tetas.

Es alucinante cómo la chiquilla se pierde entre los muslos de su madre haciéndola gozar. Mar le mete el brazo en el coño a su madre hasta el codo y en el culo casi hasta el hombro. Es que Paqui al ser tan grande tiene unos agujeros muy profundos.

A veces vienen solas e igualmente solicitan los servicios de mi madre y mío. Cuando viene sola la niña no se corta tanto como cuando está con la madre. Se atreve a hacernos más guarrerías y la putita tiene tanta vitalidad que nos deja hechos polvo a mi madre y a mí. Nos hace corrernos muchas veces y nosotros más a ella.

También viene una pareja de amigas pijas veinteañeras llamadas Rocío y Lidia . Tienen mucha pasta y se dejan mucha en nuestro negocio. Rocío es delgada y chiquitita y Lidia es gordita, también bajita pero bellísima. Ambas morenas.

Vienen juntas pero no participan en los servicios extra juntas. Mientras mi madre le hace las uñas a una yo me encargo de la otra. A Rocío le gusta que le dé un masaje (hice un curso de ello) en una habitación pequeña habilitada para ello. Estos masajes siempre acaban en orgasmos de las chicas. A veces chupándole el chocho sin pelos, a veces metiéndole mi larga polla y a veces simplemente sobándole el clítoris.

A Lidia le encanta el “baño de leche”, en uno de los baños tenemos una enorme bañera jacuzzi que llenamos de leche de vaca templada. Lidia se mete exhibiendo su culazo ancho, sus tetas gordas y su cara guapa. Se mete en la leche emblanqueciendo toda su piel y pelo negro.

Me hace que me meta con ella y en la leche follamos como locos bebiendo grandes tragos. Lógicamente siempre acaba bebiéndose también mi lechita. Me pone malo esta niña. La chupa como nadie. Es un alucine ver mi verga metida en su boca hasta los huevos mirándole esos ojos preciosos.

Quiero mencionar también a Manolita , una señora de 78 años. Ya está la pobre mayor, pero cuando la conocimos tenía diez años menos y un cuerpazo macizo de los que a mí me gustan.

Era viuda y muy fogosa. He disfrutado mucho de su orondo cuerpo. Una señora muy guapa y apetecible que estaba para comérsela. La muy salida todavía tiene ganas de jodienda a pesar de sus enfermedades. Ya camina muy mal, pero nosotros mientras tenga ganas le damos caña para agradecerle el gusto que nos ha dado.

Su servicio consiste en chuparle los pies exquisitos y gordetes que tiene hasta ablandecerlos. Luego mi madre le hace la pedicura mientras ella está espatarrada sin bragas.

Yo me amorro a su chocho gordo y me lo como hasta hacerla correrse. Cuando termina de hacerle la pedicura la tumbamos en un sofá y me la follo mientras ella le come el coño a mi madre.

Por último quiero hablarles de una de nuestras más queridas clientas. Se llama Reme, es una mujer casada de treinta y pocos con dos niños.

Reme es rellenita, tiene un culo enorme con anchas caderas y es muy simpática y agradable. Pero le gustan las cochinerías.

Con mi madre se lleva muy bien, tiene mucha confianza, pero no quiere sexo con ella. Sólo con migo. Le gusta que nos metamos en el cuarto de baño después de hacerse las uñas.

No sé cómo se las arregla que siempre viene cargada de pis y caca. Primero se quita la ropa y poniéndose de espaldas a mí mientras yo estoy sentado en el váter, me ofrece su mapamundi abriéndoselo con las manos para que le chupe el ojete.

Cuando lo tiene abierto me hace que le meta los dedos hasta que le entran ganas de cagar. Suelta un mojón bastante gordo porque es estreñida, yo lo recojo en mis manos y lo huelo poniéndoseme la polla dura como una piedra.

Luego le limpio el culo de caca. Ella me hace después lo mismo chupándome el culo y los huevos.

Nos metemos en la bañera y nos bañamos en orina. Ella se mea sobre mi cuerpo y yo directamente en su boca. Es una guarra. Se corre en esos momentos frotándose el clítoris.

Para terminar me hace sentarme empapado en el váter y se pone a lamerme su pis. Yo me amorro a sus tetitas lactantes, pues tuvo un hijo hace unos meses y tiene mucha leche.

Reme se hinca mi pollón en su culazo y me folla subiendo y bajando. Yo sigo mamándole las tetas y sobándole su cintura y su enorme culo hasta que me vacio en su recto. Ella se corre de gusto mojándome mi pubis.

En fin, en los últimos años nuestro negocio ha crecido muchísimo. Hemos tenido que contratar refuerzos masculinos: dos amigos que estaban en el paro, ahora no paran de “trabajar”. José, un chaval de treinta y cinco años, guaperas y buen follador. Juan , un tíarrón de cuarenta y tantos enorme, calvo, gordete y con un nabo gordo como una berenjena. Para todos los gustos.

Estamos pensando en ampliar el negocio. Vamos a poner una sala de masajes para hombres. Para ella vamos a contar con Chu lí , una china de una tienda de al lado que cuando era joven daba masajes con final feliz en sus tierra. Es una cuarentona muy atractiva, delgada, alta, con rasgos occidentales.

Su especialidad es meterse al final el rabo del tío en su coño y sin moverse lo masajea con los músculos de su vagina hasta que el hombre se descarga dentro de ella.

También vamos a poner otra pequeña sala con Jesy , una choni casada que tiene lactancia permanente. Tiene un par de tetas tiernas llenas de leche continuamente y le encanta dar de mamar. Hay muchos hombres y mujeres que están dispuestos a ir a darse un buen trago de leche.

Jesy dice que sólo dará leche, no follará. Además está dispuesta a sacarse leche para envasarla y venderla directamente en envases.

En definitiva nuestro servicio va a consistir en:

Mi madre: estética y sexo con mujeres.

Yo: ayudante de estética y masajes a hombres y mujeres.

La joven Nieves: estética y sexo con mujeres y hombres.

La recepcionista Ana: sexo con hombres y trabajos administrativos.

José y Juan, los dos nuevos hijos de mi madre. Cómo disfruta la golfa con el gordo pito de Juan! Estos sólo hacen trabajos de sexo con mujeres.

La china: masajes a hombres.

Jesy: amamantamiento a hombres y mujeres.

Yo, a mis 38 años estoy encoñado con mi madre, aunque disfruto con todas las clientas incluso con las jovencitas, pues ya tengo una edad y me da morbo follarme a adolescentes. Pero las que más me gustan son las maduras mayores que pueden ser mis madres.

Como por ejemplo con mi vieja amiga Maribel, la que me espabiló por primera vez, después de mi madre. Aquí la tengo descansado después de haberle echado un polvo. Mientras Ana, la administrativa, coge estas confesiones en el portátil.

Me encanta ver a la sesentona Maribel, mirar su culazo grasiento y sus muslos maternales que me echa sobre mi atlético cuerpo de adolescente según ella.

Es una vida original y bendita que me ha proporcionado mi esposa madre.