Mi marido dormía, otra vez

Ahora no fue casual. Ya lo habíamos planificado, como la continuación del primer encuentro casual, en la noche mientras había dejado a mi esposo dormidito en casa.

Desde aquella madrugada, con el encuentro casual en la estación de servicio, mi excitación no disminuía. Mientras estaba solita en mi casa, me había vuelto una viciosa de las pajas, y cuando estaba mi marido intentaba cogerlo, aunque no siempre con éxito, cuando lo lograba me volvía loquita, recordando al amante estacionero, sin olvidarme de la deuda que tenía con él. Por eso, a escondidas de mi esposo, me pasaba el día dándole de comer a mi colita. Al comienzo era con los deditos, pero cuando sentí que podría ser, hasta me metí el consolador y supe que estaba lista para pagar mi deuda.

Ese día estuve muy nerviosa. Con mi auto pasé varias veces por la estación de servicio esperando verlo. Mis nervios se mezclaban con la excitación y era una sensación estupenda. Cuando lo vi, me aliníe en la fila de coches y al llegarme el turno temblé. No lo podía controlar aunque intentaba disimularlo.

Bajé el vidrio de la ventanilla, nos miramos pícaramente, le pedí que me llenara el tanque a lo que me preguntó si le pagaría. Le dije que obvio, le pagaría TODO, lo de hoy y lo que le estaba debiendo. Quedamos que a la noche nos volveríamos a encontrar allí.

Mientras volvía a mi casa, llamé a mi amiga para que me ayudara con lo que le inventaría a mi esposo.

Llegué a casa, me di un baño, esperé a mi marido y como estaba tan caliente quise que hiciéramos el amor, pero él se negó por estar cansado. Más caliente me puse. Le avisé que esa noche llegaría tarde porque me iría con mi amiga a cenar.

Así que a la hora acordada me fui, vestida bastante sobria como para no despertar sospechas, pero en el coche tenía otra muda de ropa mas provocativa para el tiroteo. Busqué otra estación de servicios y me fui al baño para cambiarme. Era todo muy excitante y estaba muy húmeda, una sensación increíble.

Con un poco más de una hora de retraso llegué a la estación de la cita. Paré mi coche en el aparcamiento. Ahí me estaba esperando mi chico, y me guió a guardarlo en un lugar detrás de la estación. Ese sitio estaba mas oscuro y escondido, especialmente para que no se viera el auto estacionado.

Apenas abrí la puerta del auto, estuvo junto a mi, me extendió la mano para ayudarme a bajar y sin saludarme ya me estaba comiendo la boca. Nos besamos muy apasionados contra mi coche bajo el cielo estrellado. Sus grandes y fuertes manos me tomaron de la cintura y no sé si fue porque él lo deseaba o porque sintió que mi cuerpo se lo pedía, no tardó en recorrerme por encima de mi gabán de terciopelo rojo. Y al encontrar por delante que se abría, volvió a descubrir el calor de mi entrepierna como en aquella madrugada pasada.

Hábil con sus dedos, me corrió la tanguita y me abrió para acariciarme en la zona más caliente, descubriéndome super mojada.  Eso me subió mas la temperatura. Lo besé con fuerza, le mordí suavemente el labio y le pedí al oído que me la comiera. Creí que se agacharía delante de mí pero me sorprendió levantándome y poniéndome sobre el capot del coche. Me recostó, abrió mis piernas y me chupó la concha con muchísima pasión. Me abría la vagina y buscaba mi clítoris para sujetarlo con sus labios y jugar con la punta de su lengua. Me era imposible no gemir y tomar su cabeza con mis manos presionándolo contra mi cuerpo, como deseando tenerlo adentro. Ese fue el momento cuando sentí que con sus dedos jugaba en la puerta de mi colita. Cuando entró el primero me esforcé por relajarme y que no viniera mi primer orgasmo. Pero cuando mi ano se abrió porque entraron mas dedos ya no pude. Como si viniera un tsunami, ya no pude aguantar y me corrí como hacía años no me pasaba. Es que esa noche era especial, me había preparado para eso y lo deseaba.

Quedé unos segundos exhausta, lo acerqué para darle un beso bien profundo en su boca, bajé mi mano hasta su bulto y me encontré que su verga estaba fuera y muy dura, así que mientras nos besábamos se la pajié, lo empujé un poquito haciendo lugar para agacharme delante de él y darle una buena mamada.

Primero le metí su cabeza en mi boca y como un chupetín se la lamía y le daba suaves besitos mientras lo miraba a la cara para ver como gozaba. Y con la punta de mi lengua le jugaba en la boquita de su cabeza. Mientras mi mano no dejaba de acariciarle los huevos. Me fui con ellos y me los metí como pude en la boca mientras lo pajeaba. Eso lo calentó mucho y me levantó, como para que no lo hiciera acabar, me dio vuelta y me apoyó contra el coche pero cuando me quiso levantar el gabán, deduje lo que quería y le pedí que fuéramos adentro, que tenía una sorpresa para darle. Me tomó de la mano y me guió entrando por una puerta trasera que entraba directamente a la oficina de la gerencia.

Entramos y encendió una tenue luz, suficiente como para vernos. Se me acercó y me pidió su sorpresa. Desabroché el cinto de mi gabán y le dije que si quería más, debía continuar él. Desprendió cada botón y cuando lo abrió, dejé que se me deslizara desde los hombros y cayera al piso. Estaba vestida con un vestidito de encaje blanco completamente transparente y debajo las medias combinando con el portaligas y una pequeña tanguita.

Le pregunté si le gustaba, a lo que me hizo dar un giro, hizo silencio y me contestó que le encantaba. Entonces es tuyo… le respondí. Hacé lo que te parezca.

Terminé mi frase y su lengua se coló profunda en mi boca. Sus manos fueron cada una a cada parte de mi culo, me apretó contra él. Yo comencé a desvestirlo, le quité su remera y sólo dejaba de besarme y acariciarme cuando era necesario para desnudarlo. Le desprendí y dejó caer su pantalón, dejándolo en evidencia la maravillosa erección que tenía.

Bajó por mi cuello con sus besos, subió sus manos y tomó mis tetas. En la transparencia del vestido los pezones se dejaban ver bien erguidos y él no lo ignoró. Corrió el bretel y me besó delicadamente hasta llegar a la cúspide de mis pechos, se los metió en su boca, los succionó y me hizo sentir cuánto lo había hecho calentar. Entre su lengua y dientes me dieron unas sensaciones riquísimas.

Volvió a besarme, aunque ahora un poco mas tierno, porque mientras me daba vuelta para apoyar su verga entre mis nalgas, me prometía cogerme como mi marido no lo hacía, para que lo recuerde siempre que hiciera el amor. Además de que se moría de ganas por inaugurar mi colita.

Todo lo que me decía me encendía mas. Y el recuerdo de su pija, que todavía estaba fresco en mi mente, se me refrescaba al sentirlo apoyado y moviéndose contra mi cola. Yo también estaba en un estado en el que me moría porque me cogiera… Pero el control yo se lo había entregado.

Él me seguía hablando y contando cómo me haría para que no me olvidara de este polvo. Mientras sus manos y verga me continuaban estimulando por todas mis zonas erógenas. No me aguanté mas y tuve otro orgasmo y mientras acababa él me comía por el cuello hasta el lóbulo de la oreja.

Yo estaba fascinada y el pibe todavía quería  cobrar la promesa.

Me recordó que le había dicho que él podría hacer lo que quisiera conmigo, y la verdad que no me esperaba esta actitud; con mi marido no llegábamos ni cerca a una situación tan excitante. Pero con el cuerpo caliente como lo tenía, sabía y no quería que esto terminara.

Con sus fuertes brazos me rodeó y me levantó mientras yo lo tomaba del cuello y nos besábamos. Me recostó en un sillón y poniéndose frente a mi cara, me dio su verga erecta para que se la chupe. Como estaba bastante exhausta, como para recuperarme primero se la pajié con énfasis, pero él quería que se la chupe y me la metió en la boca, como si me cogiera. Metiéndola y sacándomela, no bruscamente pero si muy caliente.

Ya con los breteles de mi vestido desprendidos, sus manos fueron a mis tetas y me las acariciaban, masajeaban mis pezones y su pija hinchada al máximo llenaba mi boca. Continuó bajándome el vestido y al llegar a mi cintura lo acompañó con mi tanguita. Sólo me dejó con las medias y el portaligas. Me volteó boca abajo y fue hasta mi colita, le metió la lengua húmeda todo lo que podía, mientras acariciaba mi concha, me la chupaba y sus dedos hurgaban mi culo. Ya imaginándome lo que estaba buscando (mi cola) traté de relajarme y le acerqué un lubricante que tenía en mi bolso y él se me sonrió y me dio un besito en la cola, como demostrándome que la cuidaría.

Me levantó un poquito la cola, se ubicó entre mis piernas y me metió de una su pija en la concha. Yo estaba tan mojada y caliente que la verga fue hasta el fondo con su primera estocada. Se detuvo unos segundos, porque creo que no se esperaba que estuviera tan caliente. Respiró hondo, me tomó de las caderas y me bombeó fuerte hasta el fondo. Me tenía gimiendo en cada clavada. Sentía que me entraba al tope, era maravilloso y nada me quedaba afuera. Es mas, le pedí que siguiera, que me encantaba. Entonces me tomó de los hombros y me sujetaba como para que entrara algo mas si fuera posible. Así me tuvo algunos minutos hasta que bajó un poco el ritmo y sentí que mientras me metía y sacaba la verga de la concha, el lubricante fresquito se derramaba en mi colita. Seguido sentí además un dedo que entraba y salía como lubricando. Después se hizo un poquito mas forzado, como si entraran dos dedos, y se hizo mas trabajoso cuando quiso que entrara alguno mas. Aunque me dolía, estaba muy caliente y me gustaba; hasta que desaparecía el dolor y me los dejaba como para que me dilatara. Mientras continuaba dándome verga  por la vagina suavemente.

Cuando creyó que fuera suficiente, o cuando estaba tan caliente como para seguir esperando, me sacó los dedos, me volvió a poner mas lubricante y me apoyó su cabeza en la entrada de mi colita como esperando mi aprobación. Lo miré y me mordí el labio para que entendiera que estaba esperando que me la meta en la cola.

Sentí la presión que empezaba a ejercer contra mi agujerito y como se me iba abriendo. Al comienzo estaba muy rico pero cuando tuve su glande adentro me dio un dolor como desgarrador y no pude ocultarlo. Él se detuvo un rato con la verga adentro mío, yo me traté de volver a relajar, respiré profundo y le pedí que siguiera suave. Con una de sus manos empezó a acariciarme sobre el clítoris y volvió a empujar con paciencia hasta que tuve todo su pedazo adentro de mi culo.

Entonces volvió a detenerse y a dejármela un rato adentro quieta. Mientras me animaba felicitándome por comérsela toda y aunque todavía tenía dolor, la sensación era increíblemente maravillosa. Tenía toda su verga metida en mi culo.

Sin sacarla me la empezó a mover en un suave vaivén que me empezaba a animar, y después de un momento casi me había olvidado del dolor porque estaba siendo mayor el placer. Más aún cuando empezó a acelerar el ritmo, me encantaba y se lo hacía saber pidiéndole que me la meta mas, hasta el fondo. Los dos gemíamos como locos y mi concha, a la que no descuidaba con las caricias, estaba siempre empapada. Estábamos en un acto como nunca, ninguno de los dos, habíamos estado. Tan intenso y caliente. Cada vez que su cuerpo golpeaba con mis muslos, yo sentía que estaba superando un nuevo límite en el sexo. Y cuando me la sacó para de inmediato volver a meterla, y repetirlo varias veces, supe que ya no era la misma, que tenía un culito nuevo y que además de que me lo abriera, también se me había abierto un nuevo aspecto de mi vida sexual.

Con los dos ya físicamente agotados, pero todavía muy excitados, me empujó suavemente para que quedara acostada debajo de él y sin dejar de bombearme en el culo, y con la sensación de que me entraba mas, sus huevos se me acomodaban en mi zanja. Lo sentí mas cerca que nunca, con su respiración en mi espalda y nuestros cuerpos tan juntos, sólo lo dejaba que me diera verga en el culo, mientras que yo me metía dedos a la concha.

Ya estaba llegando a la cúspide de mi excitación. Y mis movimientos eran mas acelerados. Pensaba cómo le llevaría culito nuevo a mi marido, mientras sentía cómo me atravesaba la pija de mi chico. Exploté de placer en un instante, y fueron como varios orgasmos juntos. Mi gemido se convirtió en intenso y mi cuerpo estaba controlado por espasmos inevitables.

El pibe, que estaba montado sobre mi cola, pudo sentirlo. Entre los gemidos, como si fuera electricidad que recorría mi cuerpo, soltaba los temblores desde la punta de mis pies hasta la cabeza. Y obviamente lo más intenso se notaba en mi concha y en el culo con su pija. Lo sentí que me tomó fuerte de la cintura y me dio la estocada mas profunda, seguido fue su fuerte gemido acompañado con los espasmos que se unián a los míos.

Se dejó caer sobre mi y sólo atinó a decir: “increíble…” mientras quedaba echado a mi lado contra mi espalda con su respiración muy agitada. Los dos quedamos sobre el sofá como queriendo reponernos de tanto esfuerzo.

Al día siguiente desperté en mi casa muy dolorida, pero con la increíble sensación que no me dejaba estar arrepentida, todo lo contrario.