Mi maravillosa nieta
Un abuelo está muy enamorado de su dulce nietecita, este viejo hace todo lo posible por acercarse a su nieta y pasar el mayor tiempo posible con ella.
Los años ya estaban pasando por Don Elías, los 70 años se estaban acercando, según él había sido una buena vida. El dinero había dejado de ser un problema hace ya mucho tiempo, toda su vida trabajando habían dejado como recompensa una considerable fortuna. Pese a romperse el lomo trabajando, Don Elías era sabio en cuanto a su salud, esos casi 70 años para él parecían 60 o 55.
A pesar de que el problema no era económico ni de salud si era sentimental. Su mujer lo había dejado hace poco más de 10 años, le habría sido infiel con unos compañeros de se trabajó. La soledad a día de hoy lo acompañaba, eso y los deseos de querer desfogar.
Los hijos que le había tocado no eran una bendición precisamente. Carlos, Diego y Jorge ya eran hombres mayores con sus propias familias, debían dedicarle tiempo a sus esposas e hijos razón por la cual dejaron al pobre viejo en un estado de abandono prácticamente, pero cuando se enteraron de la fortuna del viejo la situación se revirtió.
Don Elias era consciente de que sus hijos estaban detrás de su fortuna, no era ningún viejo idiota. Hace tiempo había preparado su testamento, en el que no aparecía el nombre de su mujer ni de ninguno de sus hijos, esa era su decisión y la mantendría hasta el final…o eso era lo que él creía.
Dentro de la bola de interesados que resultó ser su familia se encontraba cierta jovencita que llamaba fuertemente la atención a este viejo. Rebeca, hija de Diego, una muchachita alta, cabello largo, piernas largas, un busto precioso y unas pompis que al mirarlas le traía cierto aire de juventud al viejo pervertido.
Rebeca recién cumplía los 19 años. La primera vez que el viejo Elías observo con lujuria a su nieta Rebeca fue en una reunión familiar que sus hijos organizaron poco después de enterarse que el viejo tenia mucho dinero. Rebecca vestía unos pantalones cortos que reafirmaban sus muslos y su trasero hermoso y una blusa que hacían lucir bien sus pechos.
Aquel día sus hijos y las esposas de sus hijos lo trataron sorpresivamente bien, él se portaba amable con ellos, por educación aun sabiendo sus intenciones. Cuando su nieta se acercó para saludarlo una enorme sonrisa se dibujó en el rostro del viejo Elías.
Rebeca: ¡¡¡Abuelito cuanto tiempo!!!
Don Elías: Rebeca querida, mi nieta hermosa, que gusto verte
Rebeca: El gusto es mío mi viejito querido
Aquel primer encuentro el abuelo hizo de todo para pasar el mayor tiempo posible con su nieta, quería ganársela. Le platicaba de sus años en los que era todo un mozo con las muchachitas de su época, le contaba sobre sus aventuras de amor y desamor, le preguntaba sobre sus hobbies, quería crear confianza con ella. Cuando platicaban trataba de abrazarla. Le gustaba tocar su suave piel y que su pecho se pegue al de él en cada abrazo que le daba.
Reunión tras reunión el viejo Elías solo asistía para una cosa en especial: acechar a su nieta, suena poco mal, pero la verdad es que así era. Rebeca también lo pasaba bien junto a su abuelo, ya que el viejo exprimía toda su labia y toda su experiencia para no abrumar a su querida Rebeca. Cada oportunidad de hablar con su nieta era un avance más. Ya hablaban de los amigos y las amigas de Rebeca, el viejo de vez en cuando soltaba un chiste sexual para hacer reír a su chiquilla, y lo lograba, incluso llegaron a intercambiar números telefónicos y Rebeca le enseñó a usar Whatsapp, con mucha paciencia lo logró.
Diego había organizado una reunión familiar a la cual asistirían pocos familiares, entre ellos el viejo don Elías. Pero antes de que Diego invitara a su padre a la reunión, lo hizo alguien más:
Rebeca: (Vía Whatsapp) Abuelito ¿vendrás a la fiesta cierto?
Don Elías: No lo sé pequeña
Rebeca: Ayyy oye ¿por qué?
Don Elías: ¿quieres que vaya?
Rebeca: por supuesto que quiero que vengas, quiero pasar tiempo contigo
El viejo ya se la había ganado, eso era claro. Estaba completamente enamorado de su nieta, el motivo principal de que usara todas las técnicas de seducción que había acumulado a lo largo de los años. La niña estaba cayendo en el juego del viejo, pero aún no podría asegurar que estaba enamorada de su abuelo.
El día de la reunión había llegado, el patrón hasta cierto punto era el mismo: el saludo fingido entre Don Elías y su hijo Diego, la esposa de Diego ofreciéndole bocadillos y bebidas, todas muestras de cariño y afecto hacía el dinero de Don Elías, intentos vagos que jamás cambiarían la decisión del viejo de no compartir su fortuna.
El único abrazo que anhelaba era el de su nieta Rebeca, ese era el cariño y afecto que siempre alegraba al viejo y siempre lo hacía sentirse más joven. El único cariño sincero de toda su podrida familia-según sus propias palabras.
Aquella típica reunión siguió su curso, los adultos hablando de futbol y política mientras bebían cerveza, las señoras en la mesa chismoseando sobre sus maridos y los de las otras, los sobrinos cada uno con su celular aburridos. Lo que no era típico era la parejita nieta-abuelo.
Don Elías y su nieta Rebeca pasaron toda la tarde-noche juntos, casi ni se separaron. Rebeca disfrutaba sus largas conversaciones y Don Elías lo estaba disfrutando mucho más, veía con unos ojos enamorados a su nieta, ojos que, si bien eran de amor, también lo eran de intensa lujuria.
Ambos hicieron una pausa para comer algo y tomar unas bebidas, luego retomaron, pero ya no en su mismo lugar, Rebeca llevó a su abuelo a una banca que estaba en la zona del jardín de la casa. El abuelo fue el primero en sentarse, para su sorpresa la chica se sentó en las piernas del viejo. Esta acción tan repentina provocó una ligera erección en el viejo… ¿la habría notado su nieta?... fuera como fuera, el abuelo decidió tocar un tema que ya habían hablado antes, pero esta vez quería ser más morboso.
Don Elías: ay cariño, tan linda y sin novio
Rebeca: jeje ay abuelo, es que aún no aparece el chico indicado
Don Elías: Pero…de seguro que ya has tenido un novio antes
Rebeca: ummm
Don Elías: Vamos pequeña…cuéntale al abuelo
Las manos del abuelo rosaron con suavidad el lindo trasero y las largas piernas de la chica, el abuelo se la estaba jugando mucho aquí, pero Rebeca estaba entrando en calor también, pareciera que sí quisiera esas caricias por parte de su abuelo
Rebeca: Pues si hubo un chico una vez…
Don Elías: ¿de verdad?
Rebeca: Si abuelo, hace un año que fue eso…era un buen chico supongo
Don Elías: ay mi pequeña, espero que ese sinvergüenza te haya tratado bien
Rebeca: estuvo bien supongo…
Don Elías: ¿lo querías?
Rebeca: yo si lo quería, pero el se veía un poco desinteresado
Don Elías: De seguro solo quería…
Rebeca: ¡¡¡jajaja abuelo!!!
Don Elías: jejeje solo me preocupo por mi princesita, pero…de verdad ¿ustedes lo hicieron?
Rebeca: ummm, si lo hicimos…pero no lo disfruté mucho…creo que él solo quería eso.
Don Elías: Ay mi princesa hermosa…si yo fuera tu novio te amaría con locura, como no hacerlo con una mujercita tan maravillosa como tú…
La mano del viejo recorrió la pierna de la hermosa muchachita hasta que dedo índice tocó su coñito por sobre los pantaloncillos. Mientras seguía lanzándole cumplidos a su nieta, se acercaba a su cuello para besarle. La muchacha no mostraba resistencia, al contrario, lo estaba disfrutando.
Rebeca: Ay abuelito…que estás…ay abuelito…
Don Elías: tu solo disfruta y déjate llevar mi princesa
La chica gemía en voz baja, el viejo acariciaba la vagina de Rebeca con una mano, y con la otra sujetaba uno de sus ricos pechos. La erección del abuelo la punteaba, y este viejo movía sus caderas para excitarse aún más. Rebeca estaba a punto de llegar al orgasmo, el abuelo lo notó por la humedad en los pantaloncillos de la chica.
<<< ¿Papáaa dónde estás? >>>
Ambos escucharon esto, era Diego, el hijo de Don Elías. Ambos se levantaron, Rebeca estaba un poco mareada. Don Elías fue a la sala donde estaba su hijo, Rebeca se quedó afuera, super avergonzada por lo que había sucedido y para que sus padres no sospechen.
Diego: Papá…te perdí por un momento, ¿dónde estabas?
Don Elías: salí a tomar aire al jardín, ¿pasó algo?
Diego: no no, pensé que ya te habías marchado, ya es muy tarde.
Don Elías: tienes razón, creo que ya debería irme
Diego: No papá, ya está muy oscuro allí afuera, deberías quedarte a dormir, solo por esta noche.
Una noche durmiendo en una habitación que está al costado de la mujercita que tanto anhela…
Don Elías: si…creo que tienes razón.
Efectivamente, la habitación de huéspedes se encontraba al lado de la habitación de su querida Rebeca. Los pocos invitados se habían ido, Diego y su mujer recogieron todo, apagaron las luces y se fueron a dormir. Don Elías trató de dormir, pero fue en vano. La mente de este viejo estaba llena de imágenes lascivas de su nietecita, de como la tuvo entre sus piernas y acarició su juvenil su vagina por encima del pantalón hasta que se humedeciera, él había hecho que su nieta se excite. La noche no podía terminar así, este viejo necesitaba más acción.
Don Elías se levanto de su cama y se dirigió a la habitación de su bella amada. La puerta estaba abierta, con total sigilo entró y cerró la habitación en caso de que su hijo se levantara y decidiera dar una caminata nocturna por toda la casa.
Ahí estaba su amada echada en su cama, con las sabanas por los suelos, con un lindo pijama que cubría su suave piel. Una fuerte erección se presentó mientras el viejo apreciaba semejante mujer que tenían en frente.
No pudo aguantar lo mucho que apretaban sus pantalones, sacó su verga y se masturbó lentamente mientras apreciaba a su nieta. Las piernas de la mujercita estaban un poco abiertas, el hombre vio el calzoncito de la chica, húmedo y muy sensual. Previamente se había acercado a ese coñito, pero ahora era su oportunidad de verdad.
Don Elías tocó ese calzoncito caliente, húmedo, su polla se puso más dura de lo que ya estaba. Se metió los dedos que palparon el sexo de su bella mujercita, saboreó sus jugos, se sintió joven una vez más. Con los dedos humedecidos por su saliva y con total lujuria paso su mano por debajo de ese bello calzón rosado. Tenía los labios vaginales de su nieta por fin en sus manos.
<> gimió el viejo mientras continuaba masturbándose>>
<> gimió su nieta
Don Elías se la estaba jugando mucho, su nieta podría despertar en cualquier momento, pero ya estaba a medio camino, no podía detenerse.
Con delicadeza el viejo le quitó el calzón, se lo llevo a la cara para olerlo, disfrutar del rico aroma de la chica que le traía la juventud una vez más. Guardó el calzoncito en su bolsillo y volvió a tocar el coñito de su amada. Esta vez metió dos dedos, estaba tan húmedo que entraron con facilidad.
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La joven aún dormida sentía todo este placer también, y gemía <>
El abuelo se llevo los dedos a la boca y saboreó una vez más los fluidos de Rebeca. Toda esta estimulación había hecho que los pezones de Rebequita se endurezcan. El viejo ahora dirigió su atención a esos senos hermosos. El pijama que cubría esa zona era bastante flojo, así que no le costó mucho descubrir semejantes tetas.
Don Elías quedó enamorado con los pechos de su nieta, que rico se sentía tomar esos pezones excitados y masturbarse al mismo tiempo. Dios había bendecido a esta muchacha con unos pechos perfectos y este viejo demonio lujurioso los estaba haciendo suyos.
El viejo estaba muy caliente, era una sensación que no experimentaba desde hace años, lo había invadido por completo, tanto así que no pudo controlarse. Chorros de su leche caliente salieron disparados aterrizando sobre la boca, cuello y pechos de su nieta que seguía durmiendo enfrente de él.
El viejo llegó al climax luego de muchos años, pero mientras la sensación de calentura y de rejuvenecimiento iban disminuyendo fue entrando en razón de lo que había hecho. Se había corrido encima de su nieta, todo su cuello y su pecho estaban llenos de leche… ¿Qué diablos había hecho???
Trato de no entrar en desesperación, cubrió a su nieta con la sabana y salió de la habitación, afortunadamente todos seguían dormidos. A la mañana siguiente el abuelo se despertó bien temprano, no había dormido mucho, pero tenía que escapar de esa cosa como fuera.
Diego: ¿Papá no te quedas a desayunar?
Don Elías: No hijo, acabo de recordar que tengo unos asuntos muy urgentes que atender.
Don Elías salió de esa casa con mucha prisa y con la cabeza llena de preguntas. ¿Se metería en problemas por lo que hizo?,¿Qué tan mal fue el hecho de tocara a su nieta?, ¿Cómo reaccionaría Rebeca al despertar y estar cubierta de su leche?
Ya en casa, muy exhausto, el viejo solo quería vaciar sus bolsillos y echarse a dormir. Su billetera, algunas monedas, un pañuelo, las llaves de su casa, celular y unas bragas rosadas…Las bragas de su nieta, el recuerdo de esa maravillosa velada, las olió una vez más, el aroma seguía ahí. El abuelo se metería en serios problemas por lo que hizo o por el contrario este sería el inicio de una linda relación.
Gracias por leer mis relatos, significa mucho para mí.
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