Mi mamá, su embarazo y algo más (3)
La historia verídica de cómo me inicié en el placer del sexo con una mujer con mi madre, casi sin darme cuenta.
Como sabrán, hasta este momento había compartido la intimidad con mi madre literalmente; en principio habían sucedido muchas cosas: me había dejado chupar los pechos con total libertad, ella se había acariciado la vagina mientras yo tenía sus pechos en mi boca y una noche, hasta ahora una sola, había aparecido en mi cama y me había comido las tetas y me había masturbado, con muchísima experiencia (que yo no tenía) y con cariño, pero también con demasiado ímpetu y alguna agresividad en los movimientos, la torsión de los dedos en mis pezones, y el modo en que me sostuvo mientras duró la sesión masturbatoria.
Solamente apercibí que ella había empezado una escalada de excitación y desesperación por estar conmigo luego de esa noche primera. Ella estaba afianzada en un rol dominante, y nuestro vínculo empezaba degenerarse de modo notorio.
Yo la veía por la casa caminando, con esos pechos gigantes y la panza que le parecía estallar y siempre me estaba mirando de modo lascivo. Yo lo sabía porque también la miraba así. Luego de esa noche especial, hubo mucha gente en casa, abuelos y otras yerbas. Solamente podíamos mirarnos. Yo no podía más, no podía literalmente más, no sabía dónde iba a terminar todo ésto. Cada día estaba más excitada, necesitaba más masturbaciones diarias, y había empezado a imaginarme la vagina de mi madre. Me imaginaba demasiadas cosas, supongo que porque no podía satisfacer ninguna. Me imaginaba incluso a ella y a mi hermanita por nacer, ambas tiradas en la cama mientras yo podía hacer lo que quisiera con ellas. Me asustó masturbarme con estas cosas. Hoy puedo ver que también, del mismo que anhelaba las tetas de mi madre, también anhelaba su capacidad de dominarme.
El baño era uno de los sectores de la casa más ocupados. Éramos 6 personas viviendo en ella (por unos días más mis abuelos iban a quedarse). Pero también se convirtió en un lugar de encuentro. Mi madre siempre fingía algún dolor abdominal y pedía que yo la ayudara a bañarse. Todos destacaban qué buena persona era yo por ayudarla (los había escuchado en secreto, y me tranquilizaba que nadie sospechara nada). La primera vez que fuimos juntas al baño fue algo así. Mi mamá me pidió delante de todos:
-¿Luli, me ayudás que me quiero bañar?
-Sí ma, claro.
en el camino me susurró al oído:
¿las extrañaste mi vida?
mientras con el brazo derecho se sopesaba ambas tetas gigantescas, endurecidas y apuntadas hacia adelante. Me sonreí y le hice un gesto asintiendo. Ya estaba mojada y ni siquiera habíamos entrado al baño. La puerta no cerraba del todo, y por debajo quedaban dos centímetros de luz por los que, por supuesto, pasaban todos los sonidos.
Ella sabía cómo actuar. Empezó a hablar en voz alta cosas intrascendentes y me pedía que las contestara. Todo para que los demás creyeran (si es que pasaban por ahí) que estábamos en una situación del todo rutinaria. Empezó diciendo cosas tales como:
-¿viste a la vecina X lo mal que está de su X?
mientras, se sacaba todo, me acercaba a ella y al oído me ordenaba:
-chupalas todas y mordelas por favor, están poco sensibles y llenas de leche.
De nuevo al cielo, a chuparla de parada. Comí, tomé, me manché de leche materna y un poco más amarga que antes. Ella me tenía abrazada y seguía diciendo cosas que nada tenían que ver con la situación en voz alta, y en voz baja y al oído me decía:
-¿Te gusta mi vida? ¿Te gustó lo de la otra noche? ¿Querés hacérselo a mami?
me sentía un poco abrumada, pero seguía chupando y me excitación solamente aumentaba. Estaba confundida y caliente, creo que no hay peor estado, una puede terminar haciendo cualquier cosa. Ella me agarró la mano y me la puso en su panza, me hizo acariciarla, con ambas manos, me agarró la cabeza y me la movía por la panza y me indicó:
-Así luli, dale besitos a tu mami en la pancita. Sacá la lengüita y no la guardes hasta que mami te avise, ¿sí?.
Así hice, saqué la lengua, y besaba la panza, se me acalambraba la lengua, pero seguía. Ella me sostenía bien agarrada del pelo y me indicaba toda la trayectoria de mi boca. Me dolía el pelo, y me sentía muy oprimida, pero seguía excitada y empezaba a sentirme cada vez más cerca de la vagina con esos pelos colorados y claritos. En voz baja me empezó a decir:
-besito acá, besito acá, besito acá...
mientras yo bajaba por el esternón, por la panza, el ombligo y llegué al pubis y me detuve (en realidad ella me detuvo) y me preguntó:
-¿tenés ganas?
yo asentí y sin que me diera ninguna orden le di un besito en la vagina. Ni siquiera vi bien dónde, solamente cerré los ojos y con los labios apretados besé su vulva. La panza me apoyaba la frente y tenía que inclinar la cabeza, pero lo hacía y empecé a besarle, con pequeños besitos, toda su vagina y empecé a decir algo así cómo:
-Mami, ¿te gusta así?, ¿está bien?
ella por supuesto casi no decía nada. Solamente a veces atinaba a decir algo sin sentido para seguir guardando las apariciencias. Después de un ratito de besitos sin lengua, ella ordenó:
-Luli, mi vida, chupá ahí abajo igual que lo hacés con los pezones.
Esa línea fue como darme libertad para hacer lo que quisiera. Entonces, bajé mis manos que estaban casi sobre la panza y empecé a acariciar, mover los labios y correr algunos pelitos y a lamer. Me metí los labios en la boca, alternativamente, y ambos juntos. Le pasé la lengua por todos lados. No me pude contener y me empecé a masturbar. Con una sola mano empecé a acariciarla mientras chupaba toda. Me quería meter toda la vagina en la boca y a veces lo lograba. Tenía miedo de meterle un dedo. Pero lo fui llevando desde el clítoris para atrás y ella con el vientre me hacía notar que lo quería. Entonces lo metí. Le dolió (esto no lo pude entender), se sintió como un mínimo sonido que asocié a su dolor y quise parar, pero ella me tomó la mano y me hizo seguir. La otra mano me la puso en la cabeza y me hizo ponerla nuevamente en la vagina. Tenía una mano en mi vagina, un dedo adentro de la de mi madre y la boca en su vagina. Tardó mínimo tiempo en acabar, me hizo doler mucho el cuero cabelludo, me apretó fortísimo mientras acababa. Se movió mucho, se permitió rasguñarme un poco la espalda con la otra mano. No me dolieron las uñas, al contrario, me excitaron un poco. Luego de que acabó, la ayudé a bañarse en serio. Ella me decía:
-mi amor, luli, estuvo todo hermoso, vamos a seguir así, ¿querés?. ¿La querés mucho a mami?
Yo le contestaba a todo que sí, estaba embobada. Le enjabonaba los pechos y se me ocurrió decirle:
-¿Después vos me vas a hacer a mí todo ésto?
y ella contestó
-claro mi vida, mami te va a cuidar mucho.
Ahí empecé a tomar velocidad. Ahora estaba segura que se venía algo especial. Me había prometido chuparme, o al menos eso había entendido.
Pasaron varios días de baños y de falsas ayudas, y quedamos solas, mi padre y mis abuelos se fueron. Quedamos solamente ella y yo. Se fueron en la madrugada y ella me pidió que ese día no fuera al colegio, que íbamos a hacer cosas de la casa y que necesitaba ayuda. Era una mentira, ambas lo sabíamos, pero quedaba bien ocultarnos también a nosotras que estábamos haciendo algo que pensado en frío era bastante terrible. Después de este presagio del día, me levanté y me lavé, me cambié la bombacha, me lavé los dientes, y me puse tan hermosa como pude. Ella me llamó a su pieza. Estaba acostada con un camisón y también se había puesto hermosa, me dijo:
-vení mi amor, sentate acá.
Me senté al lado de ella y empecé a acariciarla. Nos dimos besos en las mejillas (jamás nos besamos en la boca), nos acariciamos el cuello y ella empezó a tocarme los pechos. Muy suavemente, no era violenta ni brusca, se lo atribuí a la tranquilidad de la situación. Me sacó la remera y me hizo arrodillar en la cama, con mis pechos a la altura a su cara y empezó a decirme:
-¡Qué hermosos pechos que tiene la nena de mamá!
y alternativamente los besaba y los acariciaba, me miraba la cara, yo estaba un poquito avergonzada, pero empecé a mirarla y ella me preguntaba si me gustaba y yo le decía continuamente:
-me encanta, quiero que me lo hagas siempre.
Ella seguía chupando y me comía los pezones de todas las maneras posibles. Los mordía, los acariciaba, los lamía, succionaba solamente el pezón y alternativamente un sector la aereola. Yo estaba mojadísima, ella puso su mano en mi vagina y se alegró de sentirla mojada, porque me dijo:
-Es hermoso que estés tan húmeda mi vida, vení acostate.
Me hizo acostar, y me sacó la pollera. Me quitó la ropa interior y no paraba de sonreír; y me repetía que estuviera tranquila que ella se iba a encargar de que estuviéramos bien. Abrió mi piernas, y me contempló un rato largo, me miró toda la vagina, yo apenas miraba, me sentía avergonzada y temerosa. Empezó a acariciarme después de haberse mojado los dedos de una mano, con los dedos mojados recorría todo el medio de la vagina, y con su otra mano, más seca, intentaba separarme los labios. Empezó mi éxtasis, estaba que estallaba, ella se dio cuenta. Acercó su cara a mi vagina y en ese momento se inició un orgasmo que duró como 4 minutos. 4 minutos de su lengua en mi clítoris, me lo lamía, me lo succionaba, ponía una falange solamente dentro mío, y yo no podía más. No podía parar de acabar y la miraba y ella tenía toda su lengua en mi sexo y sonreía y empezaba a excitarse demasiado. Mi orgasmo se fue aquietando y yo también, pero ella había entrado en un estado de excitación inexorable, y empezó a agitarse, seguía chupando, intentaba meter más el dedo mientras yo le agarraba la mano para que no lo hiciera, me hizo dar vuelta al pedido de:
-Date vuelta mi vida, no tengas miedo.
Quedó mi cola apuntando al techo y ella con una mano me la abrió y metió su cara de lleno adentro de mi ano. Lo lamió y lo chupó desesperada. Yo estaba atónita y quieta. Empezó a meterme el dedo y no me dolió, lo metía y lo sacaba y yo no salía de mi estupor. Me chupaba la cola y me penetraba y se masturbaba, estaba exaltadísima. Acabó descontroladamente con toda su boca pegada a mi ano en un grito húmedo de saliva y flujo. Apoyó su carita en mis nalgas y se quedó un rato largo. Nos abrazamos luego y nos quedamos en la cama durante horas sin decir una palabra.
Me había enfrentado a mi madre en un estado de exaltación y demanda de cosas que no sabía que podían ser sexuales. No entendía del todo por qué mi ano le había brindado el placer de ese orgasmo tan brutal. Los días que siguieron tuvieron otras sorpresas y todo se fue agrandando de un modo que ninguna de las dos podíamos controlar. En el próximo relato espero mostrarles nuestra relación en su plenitud. Un beso y gracias por prestarle atención a esta parte de mi vida.