Mi maestro vampiro y yo (4)
Desde mi posición puedo ver su maquiavélico cerebro mover todos los engranajes hasta dar con un método lo suficientemente humillante y pervertido que me lleve al extasis solo con un par de movimientos por su parte.
PRIMERO: Siento las faltas de ortografía.
SEGUNDO: Gracias por leer, por comentar y por las críticas constructivas.
TERCERO: Espero que este también les guste.
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Después de haberme duchado en su casa, y haber dormido en su casa, levantarme sola, en mi cama, y sin rastro de Alexey me hizo dudar de nuevo sobre si lo que paso ayer mismo fue solo un sueño, o si ocurrió de verdad. Lo pensé durante todo el fin de semana, incluso mientras soñaba despierta, y sólo llegué a una salida: esperar al lunes a las 6 de la tarde cuando tengo clase de Historia con el profesor Kurovski.
Fue más fácil decirlo que hacerlo, me mordí las uñas cada vez que me paraba a recapacitar en lo ilógico de todo esto, mi profesor era un vampiro que me había secuestrado de camino a mi casa y luego me había hecho suya. Claro, a la parte ilógica de mí, eso le encantaba.
Me había montado todos los escenarios posibles en la cabeza, que era un sueño más y en clase ni me miraba, que no aparecería, que me asaltaría de nuevo en el parque, incluso que en medio de la lección me desnudara con la mirada. Cuando llegue ese día a clase, nerviosa, y cuando me ignoró durante los cincuenta y cinco minutos más largos de mi vida, únicamente pude hacer otra cosa que dejar volar mi imaginación...
El primer examen de Historia, el que hice con el anterior profesor me había salido pésimo, mis respuestas eran concisas, con el contenido mínimo, y aun así no había logrado llegar al 5. Mis padres habían hablado con Alexey, preocupados por mis notas y mi posible, muy probable, suspenso en la materia. Así que, aquí estoy, en una tutoría privada con Kurovski, a solas, en su despacho, para evaluar mis conocimientos sobre Historia.
-A ver, pequeña mía, empecemos por lo básico, ¿cuándo comienza la historia? - Esa me la sé, suspiré y relaje la postura, las rodillas un poco separadas y las manos sobre las piernas, estábamos sentados frente a frente y sus ojos rojos me escaneaban una y otra vez.
- La historia empieza con la primera escritura - realmente no era exactamente así, la historia comenzaba en las antiguas civilizaciones, cuando el conocimiento dejo de pasarse de forma oral para hacerlo mediante la palabra escrita.
-Muy bien - me hizo una señal para que me levantara y me acercara, en cuanto estuve a su alcance me sentó en su regazo - ¿En qué fue la gran depresión?
-1929 - me temblaba la voz, me tenía totalmente hechizada, sonrió y subió la mano por mi pierna hasta llegar a mi cadera.
- ¿Inicio de la I República Española?
-¿1739? - Me pellizco y solté un jadeo, así que quiere jugar mientras mis padres esperan fuera - ¿1800?
Otro pellizco.
-1873, pequeña tontita - lo miré herida - No me valen los ojos de cordero degollado.
Moví las caderas sobre su regazo, enrede las manos en su cuello y lo miré desde abajo, soy tan pequeña a su lado...Puso un dedo sobre mis labios, sus uñas eran ahora más largas, más afiladas, ¿por eso me hacía daño a la hora de meter sus dedos en mi vagina? Separé los labios para hacerle yo una pregunta, pero el aprovecho para introducir su falange.
-Chúpalo - Hice lo que dijo y lleve una mano a mi entrepierna, para asegurarme de que no era una ilusión mía mi estado de excitación. No hemos hecho nada y ya estoy hecha un completo desastre. - Si, eres un poco...salida.
Me levante, subí mi falda hasta mi cintura, mis muslos estaban húmedos y su pantalón tenía manchas de mis jugos. Alexey sonreí con algo de sadismo, me encanta esa sonrisa.
-Vas a tener que limpiarlo si no quieres que tus padres se hagan ideas - Ideas que acertarían no. Me arrodille entre sus piernas y lamí las manchas, nunca me había probado a mí misma, no es un sabor agradable, es salado y se queda grabado con demasiada facilidad. - ¿No te gusta cómo sabes? Esto si te gustaría, ¿verdad?
Saco su miembro y he de confesar que se me hizo la boca agua, miré a la puerta y luego a él.
-No entrarán - me fíe de su palabra y empecé a masturbarlo sin apartar mi mirada de la suya, le sonreía y el me acariciaba la cabeza, supongo que esta vez me dejará marcar el ritmo - No, al menos hasta que hayas aprendido a hacerlo como a mí me gusta.
Me mordí el labio y seguí a lo mío, me espera una violación oral, con lo que llevo soñando días enteros. Él lo sabe bien. El morbo de la situación, el que mi profesor me estuviera mirando, mis padre estuvieran a unos metros de nosotros, y que cualquiera pudiera entrar por esa puerta y pillarnos en esa situación tan comprometida, terminó de ponerme cachonda, y atrevida, empecé a acariciarme a mí misma a la vez que me tragaba lo que podía de su gran miembro. ¿A él le complacerá al menos que lo intente, que intente tragarme su monstruosidad - a falta de otra palabra que lo describa mejor - incluso cuando me provoca arcadas?
Desde que me apretó un poco la cabeza contra su pelvis intenté prepararme, relajar la garganta o incluso separar más las mandíbulas, pero nada sirve cuando te penetran a la fuerza y tan profundo, a veces dudo de que eso pueda hacerse, me parece imposible.
-Así es como tienes que hacerlo - Si, hombre, y tu pretendes que yo haga esto sin si quiera un poco de práctica - Mejorarás con el tiempo.
Dejé que llevará el ritmo, solamente movía la lengua ocasionalmente o succionaba para no ahogarme con mi propia saliva y de paso hacer más estrecha su entrada. Creo que le gustaba por la forma en la que gemía y apretaba todavía más mi cabeza. Una parte de mí quería oírlo gritar de placer, y la otra, quería que se callara o nos pillarían por su culpa. De la nada empezó a reírse, y me tapo la nariz, sin dejar de suspirar y jadear como un perro copulando. Me dejo separarme de él y esta vez no tosí, me trague todo lo que pude y lo observé con curiosidad. Me cogió de las mejillas y me beso, enredó nuestras lenguas y me acaricio las piernas. ¡Qué de ventajas tiene ser tan grande! ¡Llega a todas partes sin apenas moverse! Enredé los dedos en su melena, es tan sedosa como la imaginé. Me sujeto por las caderas y me sentó sobre su regazo, mi espalda contra su pecho y su miembro entre mis muslos. Lo apreté y me moví con el impulso que me daba sostenerme de sus brazos. Solo lo había visto en algunos comics de pornografía, pero está comprobado: masturbar al hombre usando las caras internas de los muslos, da placer, al menos eso me demuestran sus jadeos en mi oído.
-Quítate la ropa interior - No quiero levantarme - Si no lo haces no podemos seguir con tu evaluación.
Sonreí y me levante, baje muy despacio mis braguitas y las recogí dándole la espalda, una perfecta visión de mi vagina y mi trasero.
-Dámelas - ¿Cómo? Me quedé tan impresionada que no me di cuenta de que las cogió y se las guardo en el bolsillo del pantalón - Como garantía de que volverás a buscarlas otro día. Ven.
Me sentó en el sillón de su despacho, con las piernas en los reposabrazos y manteniendo el equilibrio sosteniéndome del respaldo, estaba tan obscenamente abierta que intente cerrar las rodillas, lo que me consiguió que me diera un pequeño cachete en el trasero.
-No las cierres - Esto le divierte más que nada, verme sonrojada, apurada y nerviosa, porque si antes el morbo me excitaba, el que me observara tan dispuesta...eso ya se salía de órbita. - Estás tan mojada...No sé qué hacerte.
Desde mi posición puedo ver su maquiavélico cerebro mover todos los engranajes hasta dar con un método lo suficientemente humillante y pervertido que me lleve al éxtasis solo con un par de movimientos por su parte.
-Si estuviéramos en mi hogar te enseñaría lo que es humillante, pequeña - Se acercó e introdujo dos dedos en la vagina que golpeaban mis paredes internas, haciéndome incluso un poco de daño, mientras el pulgar de dedicaba a estimular mi clítoris - Y posiblemente todo te encantaría.
Aceleró los movimientos de su mano, no podía censurar mis gemidos y estos empezaban a ir en aumento, el morbo pasaba a terror, e incluso cuando intentaba no gritar, era algo que no se podía evitar. Se separó de mí para comprobar que mis padres no se habían enterado y volvió al sillón en cuestión de segundos.
-Hay que tener tu boquita ocupada mientras yo trabajo - se sentó en el reposabrazos, yo con las rodillas bien separadas y el trasero levantado, mantenía un precario equilibro en el otro y de nuevo atendía su miembro con la lengua, los dientes y los labios, antes de que el me hiciera tragarlo todo. - Creo que con esto bastará.
Perdí la noción del tiempo, me sentía demasiado bien para pensar en otra cosa que no fuera conseguir su simiente en mi garganta y un buen orgasmo en el sur de mi anatomía. Cerré los ojos instantes antes de conseguir llegar al clímax. Fue como si una cascada de fuego me hubiese atravesado por completo, desde la punta de los dedos hasta la más larga hebra de cabello. Alexey terminó en mi boca, con ese sabor tan característico al que resulta que soy adicta.
-Señorita, es hora de volver a clase - pero cuando abrí los ojos todo resulto una fantasía más, el profesor me miraba desde su meto ochenta y cinco, y había catorce alumnos que cuchicheaban sobre la repetidora inútil. - Después de las clases se quedará un par de horas en tutoría privada.
Y me pareció que me guiñaba un ojo. Intente mantener la compostura, algo complicado teniendo el estómago saltando y la entrepierna empapada. Espero ansiosamente esas horas en tutoría privada profesor.
CONTINUARÁ...?