Mi maestro vampiro y yo (2)

No me ayuda a controlarme esa voz tan aterciiopenada que tiene Alexey, puedo mutilar sus santas palabras para convertirlos en susurros de amantes...

Tuve otra clase de Historia en dos días, pero a pesar de eso, a penas me cruzaba con el profesor Alexey en los pasillos y últimamente mi nivel de masturbación después de un sueño húmedo con él iban en aumento. ¡Hasta soñaba despierta! Pero hoy es el día perfecto, hoy lo tengo todo planeado: Los viernes tengo a última hora clase de Historia, despues de que suene la sirena, saldré corriendo a darme una ducha de agua fría y si hace falta me ato las manos al cabezal de la cama y serán tres días sin verlo. No puedo concentrarme si solo pienso en las distintas, ilógicas y fantasiosas maneras que tendría el profesor de hacerme suya en cualquier rincón, dentro y fuera de la escuela.

-Buenas noches, alumnos - También deberia pensar en ponerme tapones en los oídos durante sus clases, porque su voz me lleva también a delirar. - ¿Habéis hecho los deberes? Después los recogeré.

¿Qué deberes? Miré alrededor, todos sacaban varias hojas y las dejaban preparadas en fundas para entregarlas. ¿Cúando lo mando? Oh, mierda... Intente adivinar por algunos apuntes ilegibles que había en los margenes de mi libro, pero solo eran tonterías, fechas estúpidas, la fecha de mi comunión, la primera vez que repetí curso...¿cómo puedo acordarme de todo esto y no de los deberes que marcan en clase? Soy totalmente idiota.

Bueno, tendré que disculparme con el profesor. Podría subirme la falda, sentarme en su regazo y darle un fogoso beso, podría masturbarlo con mis pechos o dejar que se...¡¡Basta!! Respire hondo, mire mi libro para encontrar por dónde ibamos. Pero no podía alejar mi mente de la imagen de ese hombre de espaldas anchas y fuertes manos, de mi versión de zorrita calienta pollas que haría una felación a un profesor para que me disculpe por no haber hecho los deberes para su clase. Me mordí el labio, eso no he podido olvidarlo. Es que fue tan real, la sensación de su miembro entrando hasta el final de mi esófago, el sabor de su semen en mi paladar y luego su forma de violarme por la boca, esos movimientos rudos, el olor que desprendía, el tacto de su piel...¿Ya estoy mojada?

Han pasado diez de los cincuenta y cinco minutos de la clase. Sí, con él en mi cabeza las clases se han convertido en verdaderos infiernos, cada vez que doy un pensamiento siquiera a su nombre, en seguida mi mente forma fantasias ardientes, donde me posee por cada orificio, me convierte en una perra sumisa que le lame los pies o que duerme a su lado, se levanta antes para hacerle el desayuno y luego me echa de una patada de su casa. En todas y cada una de ellas, lo imagino como un vampiro, o que finge ser un vampiro para darle más morbo a nuestros encuentros. ¿Lo peor de todo? Cada vez que el está cerca y yo fantaseo, se queda mirandome, con esa sonrisa suya que entremezcla crueldad, comprensión y lujuria. A veces he pensado en si puede leer mi pensamiento y ver lo que yo veo...

Definitivamente he leído demasiados libros de criaturas sobrenaturales.

La clase de hoy me parece tan larga, tan tediosa, y ni siquiera consigo adormilarme como es mi uso y costumbre un viernes a las once y cuarto de la noche, más con historia. No me ayuda a controlarme esa voz tan aterciiopenada que tiene Alexey, puedo mutilar sus santas palabras para convertirlos en susurros de amantes...

-Entra cariño, estaba preparando tu cena - lo miré desde el umbral de la puerta, me recibio con una bata de seda negra - Veo que has decidido complacerme, ¿lo has hecho al completo?

Esa mañana llego a casa un paquete, por suerte lo cogí yo, mis padres se habían ido a un viaje de placer y no volverían en todo el fin de semana, suerte para mí. Cuando lo abrí encontre un corse que se ajustaba justo por debajo de los pechos, elevándolos y dejandolos al aire, unas braguitas con dos orificios, unos tacones altos, medias con ligero incluido, un precioso vestido de terciopelo muy corto, lo suficiente para que si yo me agachase, apenas un poquito, se me viera hasta el DNI, de asillas delgadas y un escote...importante también. Todo en negro. Para mi sorpresa también venía una gargantilla negra, creo que de ónice o circon y un regalito más, un consolador de unos doce centímetros. No me parecía tan grande después de sus dieciocho o veintidós centímetros. Cuando lo saqué todo me percaté de la nota.

"Querida niña: Arreglate para mí, nos veremos esta noche en mi casa, a las diez en punto. Alexey Kurovski"

Tragué saliva, no tengo nada que hacer en todas estas horas, así que sali corriendo, llené la bañera de agua caliente y puse el rizador de pelo a calentar. Esta noche, quiero estar hermosa para él. Sólo para él.

-Ven, pasa, te llevaré al comedor para tomarnos algo de vino - El vino particularmente no me gusta, pero si es  él quien me lo ofrece lo tomaré. - Tendrás que esperar unos minutos hasta que la cena este lista, pero, ¿qué te parece si primero preparamos mi cena?

Me llevo al salón, había una mesa de madera con cinco grilletes, cuatro con poca cadena, unos cinco o seis centímetros, la otra sin cadena. Sus manos bajaron el vestido, supongo que solo fue para no exhibirme mientras venía hasta su casa, aunque es precioso. Lo deje conducirme hasta la mesa y que me encadenará, no podía mover la cabeza, pero las cadenas cortas de las muñecas y tobillos me permitían estirar un poco las extremidades para que no me doliesen demasiado las articulaciones.

-¿Se siente bien? - no entendí a la primera a que se refería, hasta que empezó a mover el consolador que había en mi interior - Creo que si, por lo húmeda que estás.

Lo sacó entero, me enseñó como mis jugos cubrían todo el plástico y sonrió.

-Hoy tengo planes interesantes - quise preguntarle, pero no pude dado que tuve que aguantarme el grito de sentir el consolador penetrar de una sola vez mi virgen recto. Note algo tibio bajar por mis nalgas y supuse que sería sangre - ¿Te gusta?

-S-si...- la voz me salió en un susurro, me dolía horrores, pero dentro de ese dolor, era soportable, incluso algo placentero. - Profesor.

-Muy bien. - se sento en una silla a mi lado, solo dos segundos antes de desaparecer y volver con una caja pequeña - Seguimos entonces.

No me dejo responderle, abrio la caja y saco unas bolas chinas que de primeras pensé que no entrarían en mi vagina, supongo que estoy muy lubricada, porque apenas las sentí entrar y alojarse en mi interior.

-Ahora, espérame, voy a por tu cena. - Se alejo y yo sin poder ver a donde iba. ¿Qué más tiene planeado para mí?

Me dejo allí, con aquellas bolas chinas y aquel consolador en mi interior durante una media hora para volver con un plato de arroz con salchichas. No me solto, no, me parecía demasiado bueno para ser verdad por su parte. Me dio de comer y con cada bocado tenía que agradecerselo. Volvemos a los juegos de dominación. Me lo termine todo, no me hubiese permitido dejar ni un solo grano de arroz en el plato.

-Buena chica. - Se llevo el plato y cuando volvió me saco el consolador y las bolas chinas. Me solto y me dejo en el piso, a sus pies. - Me encanta verte así, pero quiero que te arrodilles.

Lo hice y lo miré, creo que hoy no vamos a hacer mucho.

-Sé que tus padres no están en casa, que no estarán en casa hasta el lunes por la tarde - ¿me vigila? Sonrio y negó - Yo les pague el viaje, encanto. Te quedarás conmigo todo el fin de semana, ¿de acuerdo?

No hace falta que le diga que sí. Me quedaré con él, le satisfaceré y además, podremos jugar mucho más rato.

-Levantate - le seguí hasta su habitación y allí empezo a besarme/morderme hasta que la sangre llenó tanto su boca como la mía. - Bien, ahora haced una fila y entregadme los trabajos.

¿Qué? ¿Cuándo? O, parece que me quede completamente perdida en mi fantasía, aunque se me quedó algo corta.

-Señorita, ¿no va a entregarme su tarea? - me acerqué a la mesa del profesor algo...avergonzada. - ¿Sucede algo?

-Lo siento, profesor, se me olvido hacer los deberes - ni siquiera sabía que había deberes para entregar.

-Bueno, estoy seguro de que habrá...alguna manera, de que consiga el punto que era entregar estos ejercicios - asentí, todavía más roja, más roja que sus ojos - Lo llevabas deseando mucho tiempo, después de todo.

Se fue y yo me quede dentro del aula, sola, temblando y excitada. ¿Qué demonios fue...eso?