Mi maestro vampiro y yo (1)

Lo vi entrar en el aula, alto, de pelo largo y rojo como el fuego, atado en un lazo algo pasado de moda, ojos negros que recorrieron a los alumnos y piel pálida. Sonrió.

Levantarme cada día para ir al instituto era muy aburrido, demasiado, sobretodo cuando se es una chica que no causa problemas, a la que no le gusta estar sentada y a la que le cuesta entablar conversaciones sin ir directamente al tema del sexo. ¿Alguna vez te has encontrado algo así? ¿Verdad que no? Soy única, me encanta saberme única, lo que no me gusta es que huyan de mí como si tuviera la peste...tampoco es así. A las personas que me rodean les corta bastante que una chica sea tan liberal. Para mucha gente he de ser como una muñeca, de apenas un metro sesenta, cuerpo delgado y pechos turgentes, piel canela, ojos negros y pelo largo ondulado. Tengo 18 años, pero debido a que no me gusta, o no puedo, estar sentada o en un mismo sitio demasiado tiempo, he repetido dos años consecutivos y todavía voy a 4º de la E.S.O. No me alegra ser la única repetidora en mi colegio para gente super perfecta, pero tampoco puedo quejarme, porque mi otra opción es aceptar que padezco un trastorno de aprendizaje, así que decidí hablar con mi madre y ahora estoy en el turno de noche, mis clases son desde las seis de la tarde hasta las doce, me deja tiempo para descansar, hacer los deberes y no va mucha gente al turno de tarde, apenas somos unos quince y todos ellos son becados que pasan de mí, les preocupan más sus trabajos.

Llegué al aula pronto, como siempre, me senté en mi sitio, al final de la clase, pegada a la ventana y me puse los cascos. La música me tranquiliza. Pronto empezó a llegar gente, alumnas maquilladas hasta el tuétano y aun pretendiendo ser puras con esas faldas tableteadas y esos cuellos cerrados. Creo que de toda la clase, soy la única virgen y la más pervertida. El profesor se retrasaba de nuevo, y me alegra, así puedo alejarme un poco más de mis compañeros de clase que me critican por no salir con ellos de fiesta, tener 18 años y estar todavía allí en vez de dejar de estudiar y empezar a ganarme mi propio dinero. A veces pienso en hacerlo, pero...¿qué futuro le espera a alguien que no tiene ni siquiera el graduado escolar?

-Chicos, atendeme - me quité los cascos y observé al jefe de estudios, me cae bien, es un hombre mayor, medio calvo y siempre sonriente, pero también severo, el que mantiene el orden. - Su profesor de historia ha dimitido, así que vengo a traer a su nuevo profesor.

Lo vi entrar en el aula, alto, de pelo largo y rojo como el fuego, atado en un lazo algo pasado de moda, ojos negros que recorrieron a los alumnos y piel pálida. Sonrió.

-Soy su nuevo profesor - su voz era un grave siseo encantador - Soy Alexey Kurovski.

Se me detuvo el corazón, las piernas me empezaron a temblar y el cerebro empezó a funcionar antes de que lo pensara. Lo imagine sin ropa primero, luego en una cama, encima de mí, me mordía los pechos y se movía con fuerza en mi interior. La cosa no acabo ahí, luego me vi presa, un grillete en mi cuello que me mantenía pegada y de pie en una pared mugrienta y helada. Arqueaba la espalda para evitar el frío. Las manos me temblaban y sentí que se me empapaban las braguitas. Cuando volvi a la realidad, él me miraba, su sonrisa era más amplia y por un segundo me pareció que sus ojos se volvían tan rojos como su pelo.

-Basta de soñar, idiota - me murmuré y pase a intentar prestar atención al libro de historia que tenía delante, hoy empezaríamos la II Guerra Mundial, si, me gustaba este tema. Aunque la gente diga todo de Franco, coincido con mi anterior profesor de historia, era un hombre muy inteligente, tanto como Hitler, aunque los odio a los dos por las masacres que produjeron.

  • Y fue el 23 de Octubre de 1940 cuando Francisco Franco se reunió con Adolf Hitler, junto a sus ministros de Exteriores, para la posible entrada de España en el que se considera el mayor conflicto bélico y el más sangriento, Hitler no consi-...- La sirena sonó en ese momento, con lo interesante que se estaba poniendo. - Bueno, chicos, supongo que se acabo la clase, por hoy no hay deberes, pero ya planearé algo.

¿Sólo a mí me pareció tan...insinuante? Mire alrededor, parece ser que si, y que además soy la única que mira al profesor nuevo con unos ojos pervertidos. Ahora soy yo la que piensa que estoy algo perturbada.

El resto de las clases se me pasaron rápidamente, a última hora me tocó acompañar al profesor a la Sala de Profesores para coger unos libros para el trabajo de Tecnología, ya que escogí hacer como proyecto un montacargas y no una silla o una mesa. La sala estaba totalmente vacía, salvo por el profesor Alexey, cuando lo vi, allí sentado, tan concentrado, de nuevo me fallaron las piernas. Esta vez la fantasía fue más precisa, más nítida en mi cabeza...

Estaba en un callejón, una de esas noches que dices "Hace un tiempo que no salgo de fiesta", te arreglas y sales a la discoteca/bar más cercano a bailar con desconocidos y reírte conociendo gente interesante. Llevaba mi falda de volantes roja y corsé negro, mis botas a la rodilla de tacón de aguja y el pelo suelto, rizado, con una pizca de maquillaje, el lapiz de ojo, el rimel y el brillo de labios. En un momento dado, choque contra algo y casi caí al suelo, pero no, un brazo me sujeto por la cintura y me mantuvo en el aire, cuando abrí los ojos me encontre con una mirada rubí, un rostro masculino y una sonrisa torcida.

-Lo siento, no miraba por donde iba - Díficil ver algo entre tanta oscuridad.

-No es nada, ¿te has hecho daño? - Negue sin pestañear ni una vez, esa maravillosa sonrisa aumento antes de desaparecer. - Me alegra.

Luego no sé como llegué a desnudarme en medio de un lugar como ese, pero estaba sobre el alfeizer de una ventana de alguna fabrica abandonada, abierta para él, que lamía mi entrepierna y me penetraba con dos dedos a la vez, me hacía un poco de daño con las uñas, pero no me atrevía a quejarme. Me mordio el clítoris con fuerza, como si pretendiese arrancarmelo de un mordisco y luego se levanto, no me besó como esperaba. Se bajo la cremallera y dejo salir su miembro, su longitud me hizo tragar duro.

-Ya sabes lo que tienes que haces, ¿verdad? - ¿Supongo? Me bajo del alfeizar y me arrodille, nunca había hecho una mamada antes, nunca, pero había visto más o menos como se hacía.

Cogí aquella monstruosidad entre mis manos, no pensaba que me cabría en la boca, pero bueno, nada pasaba por intentarlo. Lamí toda su longitud, una y otra vez, como si fuera un helado que se derrite y luego pasé a besar y mordisquear el glande, él no parecía disfrutar demasiado, apenas le había sacado un suspiro o un pequeño jadeo y ya llevaba unos minutos en la tarea que me encomendo.

-Niña, no tengo toda la noche - abrí los ojos y lo observé sonrojada - Tragatela, toda.

Asentí, no sé porque no le dije que no sabía como se hacía, o que no lo había hecho nunca. Abri la boca y me trague la punta, intente que entrara un poco más, pero ya tenía la boca llena y todavía quedaba mucho por entrar. Volvi a intentarlo, esta vez me dieron arcadas y tuve que retroceder. La teoría no es muy díficil, abres la boca, lo metes dentro y la sacas, repites la acción muchas veces. La práctica es algo más complicado, porque aquello no entra, no sin arcadas. Poso la mano en mi cabeza, ¿con esto le vale? Me arriesgue a levantar la mirada, me miraba con una sonrisa que yo hubiese determinado como cruel. Me sujeto más fuerte y empujo su pelvis contra mi cara, hasta que todo su miembro entro en mi garganta, pensé que me atravesaría el esófago hasta dar con mi estómago.

-Así tienes que hacerlo, niña - Me trague las arcadas e intente sacarlo, pero no me dejo - Mejor marco yo el ritmo.

Cerré los ojos con fuerza y me sujete de sus rodillas a falta de otro lugar donde mantenerme, salió de mi boca y volvio a repetir el proceso, una y otra vez, cada vez con más violencia y con un poco más de velocidad. Su mano libre bajo y me tapo la nariz, ahora no tenía por donde tragar, se paso así unos cinco minutos, soltaba mi nariz, la tapaba, entraba, salía, algunos hilos de saliva me bajaban por la barbilla, yo tragaba como podía, mi saliva tenía un sabor algo salado. Salio por completo, dejo su miembro frente a mi nariz en lo que yo tosía y recuperaba el aliento. Me duró dos segundos el alivio. Volvio a entrar, esta vez mucho más rapido, mucho más violento. Sus gemidos y jadeos resonaban en el callejón, y por muy duro que fuera, por muy anti-romántico que a mi me pareciera, estaba mojadísima, notaba mis propios jugos resbalar por mis muslos y caer al suelo. Me cerró toda entrada de aire y se quedo muy quieto. Su miembro estaba hinchado en mi boca y entonces soltó su carga, su semen bajo directamente por mi garganta, y yo que tenía curiosidad por su sabor...Mientras lo sacaba noté que todavía se corría y pude sostener su esperma en mi boca, otros chorros cayeron sobre mi cara, no me importo. Sabía salado, algo agrio, pero era un sabor...delicioso. Recogi las gotas de mi cara y lo volvi a saborear.

Pronto me vi de nuevo de pie, me sujetaba por los hombros, sus ojos eran todavía más rojos y su miembro volvía a estar erecto.

-Me gusta una mujer que aprecia lo que le doy - Desaparecimos del callejón y acabamos en mi cuarto, me tiro sobre mi cama, ¿cómo hemos llegado aquí? Bajo muy despacio, me abrio las piernas y se situo en medio, pero sin penetrarme, aunque yo lo estaba deseando. Pero él marca el ritmo. Subi las manos a su rostro, le acaricie las mejillas y la mandíbula. El sonrió y me mojé todavía más, siempre había quedo estar con un vampiro, soy una obsesa de ese mundo, y aquellos colmillos tan largos, puntiagudos...mortales. Levante el cuello y el no desaprovecho la oportunidad, atravesó la piel del cuello al mismo tiempo que me penetraba de una sola estocada, destrozandome el himen. Gemí y arquee la espalda, le abrace y deje que bebiera de mí a la vez que no dejaba de penetrarme con fuerza, entrando hasta lo más profundo de mis entrañas.

-¿Señorita Asher? - Volvi a la realidad con un pequeño salto y me sonroje, ¿desde cuando me esta llamando el profesor de tecnología? El profesor Alexey me miraba sonriendo, igual que en mi fantasía, con algo de crueldad - ¿Se encuentra bien?

-S-si, profesor, perdón, estaba algo distraída - El profesor me dio los libros y me explicó más o menos como fabricar una pila, le presté atención, y luego me fui, el profesor Alexey seguí ahí, mirandome con intensidad.

Aún cuando estaba fuera del colegio no dejaba de sentir sus ojos clavados en mí, debo de estar fantaseando otra vez. Como si los vampiros existieran, como si el profesor fuera a intentar algo conmigo y sobretodo...como si mis fantasías fueran a hacerse realidad.


Es mi primer relato, no sé si lo continuaré, probablemente sí. Así que...Continuará