Mi madurito del Metro me lleva al Hyde Park

Después de cumplir con su tarea, Andrew me propone pasar una tarde en el parque más grande de Londres

Hola, chicos!

Para los que no me conocéis, me llamo Elena, tengo 28 años y en mis previos relatos os he ido contando cómo mi padre, a partir de mi fiesta de 24 cumpleaños, me introdujo en el mundo del sexo con maduros. Si no habéis leído los anteriores, siempre recomiendo que lo hagáis, porque estoy contando la historia en orden y siempre ayuda a entender el contexto.

Los que ya habéis leído mis anteriores relatos, sabéis que regresé temporalmente a Londres, para terminar el Máster. En uno de mis viajes diarios en metro, conocí a Andrew, que después de comprobar que me ponía mucho, me dejó como “tarea” que calentase a algún maduro en mi trayecto de vuelta a casa y acabé follando con un completo desconocido.

Tal y como me dijo que hiciera, en cuanto llegué a casa le envié un Whatsapp

“Acabo de llegar a casa, ha sido el viaje más placentero que he tenido hasta ahora”

“Cuéntamelo”

“En cuanto me subí al vagón tuve claro qué madurito quería que me tocara. Me hice la niña tonta y patosa para pegar mi culo a su polla y él enseguida entró en el juego. Empezó pajeándose contra mi culo, pero al final ha terminado follándome. ¡Ha sido intenso y muy morboso!”

“Lo sé”

Aquel último mensaje me pareció algo enigmático. Entonces, me llegó una foto. En ella, aunque un poco movida, podía verme a mí, en el metro, con los ojos cerrados, y al maduro desconocido que me acababa de follar detrás de mí.

“No pensarías que me lo iba a perder…”

“¿Estabas allí?” No me lo podía creer, tampoco es que me hubiera fijado en la gente del metro, pero no me había dado cuenta de nada

“Ha sido muy dificil verte y quedarme escondido. Quería ir y quitar a ese hombre de ahí para ocupar su lugar”

Honestamente, no sé qué es más excitante, follar con alguien y todos sus preliminares o saber que alguien se muere por follarte. Como estaba en casa, en mi cuarto a solas, decidí tumbarme en mi cama mientras seguía chateando con él.

“¿Ah, sí? ¿Hubieras obligado a ese hombre a sacar su polla de mi coño?”

“Sí. Y te hubiera metido la mía. He visto tu cara de placer, pero no me has probado a mí aún. Me hubieras dado las gracias por el cambio”

Mi mano ya estaba frotando mi coño por encima de la ropa.

“Quiero probarte, Andrew”

“Y yo quiero comerte entera, Elena. Me han dicho que las españolas sois muy ardientes”

“Especialmente si nos excita un hombre como tú, Andrew. Y desde que te ví el primer día, me excito pensando en ti”

Pasó un buen rato sin que me escribiera. Fantaseé con la idea de que me hubiera seguido hasta casa y estuviera a punto de entrar en mi habitación, por eso no podía seguir escribiendo. Pero al cabo de un rato, me pasó una captura de Google Maps. El punto señalado, dentro del Hyde Park, uno de los parques más conocidos y más grandes de Londres.

“Mañana, aquí, a las 6 de la tarde. Lleva falda o vestido. ¿Podrás aguantar hasta entonces?”

“Ojalá estuvieras en mi casa ahora mismo”

“Lo bueno se hace esperar…”

Sólo de pensar en las opciones de lo que podría estar preparando, mi calentura iba en aumento. Seguía frotando mi coño, estaba caliente y planeaba correrme tranquilamente. Pero después de un rato decidí no hacerlo. Iba a mantenerme cachonda hasta que viese a Andrew. Por experiencia sé que hacer eso consigue que el siguiente encuentro sea el triple de placentero.

Lo malo es que hasta la hora de la cita, aún quedaba mucho. Y yo tenía que hacer cosas y encontrarme con gente. Cuando me desperté al día siguiente seguía caliente. No haber terminado de masturbarme el día anterior tenía ese efecto. En la ducha tuve que reprimirme mucho para no utilizar el chorro de agua en mi favor. Tenía que recordarme constantemente que me contenía para un bien mayor. Al vestirme, siguiendo la orden de Andrew, me decidí por un vestido con media manga de color azul marino. Tenía un escote palabra de honor que marcaba mi pecho y dejaba a la vista un poco de mis hombros. La parte de la falda tiene bastante vuelo y me encanta.

La clase de aquel día fue particularmente dura. Mi tutor, Mike, me llamó la atención un par de veces porque me estaba hablando y yo no estaba escuchando. Sólo podía pensar en que el reloj avanzase lo más rápido posible hasta las 6 de la tarde. Cruzaba las piernas constantemente, buscando ese contacto en mi entrepierna. Pero como estaba tan caliente, tenía que dejar de hacerlo, porque hubiera sido capaz de tener un orgasmo allí mismo. En un momento de la clase se me escapó un pequeño gemido que rápidamente camuflé en tos. Me había quedado mirando a mi profesor, un hombre de unos 60 años, no muy alto, moreno y con una prominente barriga, mientras hablaba. Evidentemente no le estaba prestando la más mínima atención, pero imaginando las cosas que podían esperarme aquella tarde, empecé a fantasear con la idea de que el maduro que tenía más cerca en ese momento, me follara en aquella misma mesa.

Cuando por fin se acercaba la hora marcada, me apresuré a llegar al punto convenido. Se trataba de una zona del parque que tiene dos bancos rodeados de varios árboles. Desde luego parecía bastante privado, aunque claro…cualquiera podría acceder al sitio. Me senté en uno de los bancos y esperé a Andrew. Londres es una ciudad que tiene menos horas de sol que España, así que aunque no era tarde, ya se notaba que el sol empezaba su retirada. Todavía había luz, pero no tardaría en atardecer.

Estaba despistada mirando mi móvil cuando alguien se sentó a mi lado en el banco: Andrew acababa de llegar. Estaba igual de atractivo que siempre. Cuando le reconocí, le besé. Como si fuera mi novio, pegué mis labios a los suyos y disfruté del momento. Tenía tantas ganas de follar que mi beso se volvió apasionado al momento. Quería comerme su boca entera. Andrew respondió durante unos segundos pero delicadamente se separó riendo

-Vaya, ya veo que lo que decías ayer era verdad.

-¿El qué?

-Que querías probarme- tenía una sonrisa cálida que transmitía todos los mimos del mundo, pero un brillo en los ojos que garantizaba todas las travesuras

-Y tú dijiste que querías comerme…

Me fijé en su ropa. Llevaba el típico pantalón de traje y una camisa burdeos. Pero lo que me llamó la atención es que bajo el brazo llevaba una gabardina. Hacía calor, así que pensé que no tenía mucho sentido.

-Veo que te has puesto un vestido

-Como tú me pediste

-Entonces, por ser una buena chica, tu premio es que te sientes en mis piernas. Mirando hacia el parque. Y quítate las braguitas.

En el momento en que lo dijo, supe que iba a ser una pequeña tortura. Sentarme en sus piernas me iba a dar un placer que dificilmente iba a poder disimular. Pero si Andrew quería que le diera la espalda, la gente que paseara por allí podría verme la cara… Mi cara de placer absoluto. Pero me encantan los juegos así que me dejé llevar. Dejé mi bolso en el banco y de la forma más sensual que pude le di la espalda. Puse mis manos a los lados de mi braguita y despues de asegurarme de que no había nadie más, las bajé y se las dí. Andrew se las guardó mientras me sentaba sobre él.

-No seas tramposa, no quiero que tengas las piernas cerradas

-Pero la falda del vestido es corta, si abro las piernas así como estoy, se me va a ver el coño…

-Entonces tendrás que encontrar la postura para que no se vea

Su tono entre juguetón y determinado me estaba poniendo a mil. Se me ocurrió que si mi pelvis rotaba, dejando mi culo lo más respingón posible, mi coño quedaría más atrás y por tanto menos expuesto. Así la falda me taparía mejor. Sin levantarme ni un poquito, llevé a cabo mi plan postural y abrí las piernas, dejando que colgaran a ambos lados de Andrew. Mi culo, lo más atrás y arriba posible, pegaba directamente con su pelvis. Ese simple rozamiento de mi coño a lo largo de su pantalón estuvo a punto de sacarme el primer orgasmo. Gemí sin disimulo y le escuché a él resoplar ligeramente

-¿Ves? Eres una chica muy lista

Debajo de mí podía notar su paquete a través del pantalón. Comencé a mover mi culo despacio, haciendo círculos. Algo duro se alzaba ahí dentro y yo me relamía sólo con rozarlo. Sus manos rodeaban mi cintura, y con cada círculo que yo hacía, iban subiendo un poco más hacia mis pechos. Cuando finalmente llegaron al lugar deseado, Andrew buscó mis pezones a través de la tela y los pellizcó.

-Quiero que te quites el sujetador pero sin que nadie te vea.

Hay que decir que esa es una habilidad que todas las mujeres tenemos, la de quitarnos el sujetador sin quitar la ropa de encima, así que sin parar de moverme despacio, solté el cierre por debajo del vestido y usando las mangas del vestido saqué disimuladamente mi sujetador. Aquella mañana había elegido un conjunto de lencería del mismo tono que el vestido.

Una vez libre, las manos de Andrew volvieron a mis pechos y esta vez los amasó con lujuria. Mis movimientos encima de su pene estaban siendo más rápidos, acelerando al ritmo de sus manos en mis tetas. En un momento dado miré hacia abajo y ví que con tanto refrote, uno de mis pechos se había salido por encima del vestido. Andrew volvió a pellizcar mis pezones y aquello fue demasiado para mí. Exploté en un maravilloso orgasmo que llevaba esperando y deseando desde el día anterior. Andrew me escuchó gemir y me abrazó empujando mi cuerpo hacia abajo mientras apretaba su pelvis contra mí.

Cuando terminé de correrme, Andrew me puso de pie. Había manchado con mis jugos sus pantalones oscuros, pero a él no parecía importarle. Pensaba devolver mi teta a su sitio dentro del vestido pero cuando iba a hacerlo, Andrew sonrió

-No, Elena. Está muy bien donde está. Ven.

Había abierto su pantalón y sin bajarlo demasiado, había hecho asomar su polla

-Joder…

No lo pude evitar. Su polla era, con diferencia, la más gorda y venosa que había visto. No tenía un tamaño espectacular, pero ese grosor prometía maravillas.

-Bájate el vestido, quiero que tus tetas queden al aire

-Pero…

-Shh…Haz lo que te digo

Entonces cogió la gabardina que traía y después de que yo bajara mi vestido, la colocó por encima de mis hombros.

-Así solo yo veré tus pechos. No quiero que otro los disfrute gratis

Andrew me cogió de las manos y me hizo colocarme sobre sus piernas. Esta vez mirándole a él.

-Espero que te guste éste asiento

Un pene tieso y duro buscaba mi jugoso coño, así que no le hice esperar. Me coloqué justo encima, con una pierna a cada lado. Con deseo cogí su tranca y la coloqué en la entrada de mi agujero. Cuando ví que estaba bien enfilada, muy despacio me fuí sentando.

Ahí sí que escuché a mi hombre resoplar. Con cada centímetro que perforaba mi cueva, sus ojos se quedaban en blanco y su boca se fue abriendo. Yo acababa de correrme, así que lubricada como estaba no me hice daño, pero podía notar como los bordes de mi coño se estiraban para dejar paso a semejante mástil. Y por fin me senté del todo. Aquella polla me tenía completamente rellena. Miré a Andrew, que seguía con la boca medio abierta y decidí meterle mi lengua hasta el fondo.

Aquello le hizo reaccionar y respondió a mi beso con la misma pasión. Yo apretaba mi pelvis hacia abajo, buscando la penetración máxima. Siempre fantaseo con la posibilidad real de que alguien me meta la polla y apriete tanto que me meta los huevos detrás. Sin duda quería que eso pasara.

Después de unos minutos de besos ensalivados, su pelvis intentó subir, pero su posición no era la más ideal para ello. Entendí, en cualquier caso, que quería empezar un metesaca, así que le ayudé. Poniendo los pies en el suelo, me levanté un poquito. Andrew colocó sus manos en el banco, ligeramente por detrás de él y empezó a follarme. Su pelvis subía y bajaba a una velocidad considerable durante unos segundos, incrustando su polla al fondo de mi matriz. Después de unos segundos de pausa, volvía a penetrarme así. Estaba sintiendo un placer delicioso, el grosor de su polla rozaba completamente mis paredes.

-Joder, Helen, qué maravilla

-Mmmm, sí, sigue, por favor

Continuó así durante un par de minutos más. Con el movimiento, la gabardina, que solo estaba apoyada en mis hombros, se cayó al suelo. Sabía que si alguien pasaba vería mi espalda desnuda y seguramente mis pechos moviéndose, pero honestamente, me dió igual.  La postura que teníamos no era muy cómoda y ambos empezábamos a estar cansados, así que me senté como estaba antes y empecé a cabalgarle yo suavemente

-Este viejo no tiene la fuerza de hace años, sino te follaría más rápido y más tiempo

-Qué costumbre tan fea la de llamaros viejos -le dije mientras suavemente movía mi pelvis haciendo que parte de su pene saliera de mí para luego entrar de nuevo- Mi padre hace lo mismo

Andrew gimió

-¿Te follas a tu padre?

-Y me ha cambiado la vida. Ahora solo quiero pollas de esos viejos, como la tuya.

Su respiración se estaba acelerando, señal de que estaba cerca de correrse. Pero él no quería que fuese tan pronto, así que me cogió de la cintura y me hizo levantarme. Su polla salió de mí y se alzaba brillante y con la cabeza bien roja.

-Espera, no quiero correrme así. Pon las manos en el banco

Tengo que decir que para ese momento, ya no había sol. Las farolas del parque estaban encendidas, pero estábamos en un rincón bastante oculto, así que no me importó saber cómo me estarían viendo desde fuera. A Andrew tampoco, sin duda por eso había elegido aquel rincón y esa hora. Se puso de pie y bajó algo más su pantalón. Yo me coloqué como me había pedido, apoyando mis manos en el banco, lo cual me daba una pose de a cuatro fantástica. Andrew se apresuró a colocarse detrás de mí mientras yo meneaba mi culo, traviesa. Por fin, su polla volvió a mi calentito agujero y empezó a follarme de nuevo

-Me encanta, Andrew, tienes razón, hubiera preferido que me follaras tú en el metro ayer…

-Te hubiera follado así, sin disimular

-Mmm, sí, que maravilla

-¿Tu padre te folla así también?

-Mi padre me folla en la piscina y me presenta a sus amigos maduros para que me follen duro

-Uff….Uffff….Apuesto que lleva años deseando este culo y este coño.

-Le gustan tanto como a ti…

-Podría follarte así todos los días, Helen

Mientras me hablaba, su polla iba adquiriendo cierta velocidad. Como había bajado sus pantalones, ahora podía notar los golpes constantes de sus huevos al penetrarme. Mis tetas iban por libre, sin nada que las detuviera, ajustándo su vaivén al ritmo de las embestidas. Ambos disimulábamos cada vez menos y nuestros gemidos se empezaban a escuchar.

Mientras mi cuerpo se movía a merced de la voluntad de mi maduro, levanté la cabeza un momento. Un arbol tapaba gran parte del paisaje, pero por un lado podía ver parte del camino por donde aún pasaban algunas personas. Estaba disfrutando del contacto de la polla de Andrew cuando me dí cuenta de que un poco más cerca había alguien más. Y ese alguien, parcialmente iluminado por una de las farolas, era Mike, mi profesor del Máster

Llevaba la misma camisa de cuadros amarillos que esa mañana y los pantalones marrón oscuro. Cuando adapté mis ojos a la luz que tenía, pude ver claramente que me miraba. Fijamente. Y que su mano se movía a la altura de su entrepierna de forma rítmica.

No podía ver su polla por la luz que había, pero sólo de pensar la señora paja que se estaba concediendo a mi salud, mi calentura  subió.

-¿Qué pasaría si nos pillan aquí? -le pregunté

-Nada me va a detener, baby, no me importa que nos miren

-¿Y si alguien quiere follarme también?

Sus embestidas empezaron a ser más fuertes

-Pues se quedaría con las ganas. Este coño, en este momento, sólo me lo follo yo

-Uufff, Andrew, dame así, fuerte…Ahhh…

-Me encantaría follarte alrededor de todo un grupo que desee follarte también. Pero no te probarían. Mientras estés conmigo, soy la polla que te tendrá satisfecha. Si quieres otras pollas tendrá que ser cuando no estoy yo

-No necesito otra polla, Andrew, me llenas por completo…aaaah…

Aquel último gemido subió un poco de volumen y estaba directamente dedicado a mi tutor, que seguía con su paja. Notaba subir mi orgasmo, la situación me estaba calentando muchísimo, así que dejé que creciera hasta que, cuando estaba a punto de explotar, me quedé mirando fijo a los ojos de Mike. Viendo cómo me miraba, abrí la boca y dejé que mi orgasmo me recorriera. Saqué mi lengua viciosa y le guiñé un ojo.

Andrew, que seguramente estaba notando mis espasmos por la corrida, volvió a acelerar sus penetraciones y después de unos segundos explotó dentro de mí. Pude sentir cómo su leche iba entrando, chorro tras chorro. Tenía mis paredes tan sensibles tras la follada que lo noté a la perfección.

-Joder, niña, qué gusto…

-Me ha encantado, mi rey

Volviendo a la realidad, Andrew miró a su alrededor para asegurarse de que no nos habían visto. Yo miré hacia donde estaba mi tutor pero había desaparecido. Recompusimos nuestra ropa entre besos y mimos.

-Espero que te quedes en Londres para siempre

-Y yo espero que aproveches bien el tiempo que me queda aquí. Cuando termine el Máster volveré a España.

-Entonces tendré que viajar a España con frecuencia

-Me parece un buen plan

Después de aquella follada, Andrew me invitó a cenar. Hablamos de muchas cosas, nos conocimos más y me repitió que le gustaría que no tuviera que volver a España. Me dijo que si era una cuestión de dinero, él pagaría con gusto todos mis gastos. Me gusta mucho la idea de convertirme en Sugar Baby, pero lo cierto es que yo quería volver a España, seguir conociendo a los amigos de mi padre y regalarle a él mi virginidad anal.

Aunque bueno, hasta que llegara ese momento aún tenía que acabar el Máster…¡Algo me decía que no iba a tener ningún problema en aprobarlo gracias a mi querido tutor!

De nuevo, ¡espero que os haya gustado mucho! Ya sabéis, dejad un comentario para que yo lo sepa y pronto colgaré el siguiente. Imagino que ya sabéis lo que va a pasar cuando tenga que presentar mi trabajo de fin de Máster, ¿verdad?  ¡Besos!